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Islas del “paraíso” en el Pacífico¡Despertad! 1982 | 22 de febrero
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Islas del “paraíso” en el Pacífico
PALMERAS cimbreantes, playas arenosas, aguas cuyo color varía de azul a verde, campos fértiles, noches tranquilas bañadas por la luz de la Luna... ¿le parece ésto la descripción de un paraíso? Aquí en Micronesia, en el Pacífico occidental, tenemos todo esto y más. En este turbulento siglo veinte a muchas personas les gustaría “alejarse de todo” e irse a vivir en algún lugar tranquilo y hermoso. ¿Pudiera hallarse tal retiro ideal en una isla del Pacífico?
Micronesia se compone de 2.000 islas —97 de las cuales están habitadas— esparcidas sobre un área oceánica de 7.770.000 kilómetros cuadrados. Vistas desde el aire, se asemejan a trozos dispersos de un precioso collar de esmeraldas sobre el terciopelo azul del océano Pacífico. Cada distrito tiene su hermosura particular, desde las espléndidas puestas de sol de Guam y Belau hasta los cocotales y las playas blancas bañadas de sol de Kiribati; desde las montañas de color esmeralda y las pródigas cascadas de Ponape hasta las aguas enjoyadas de la laguna de Truk.
¿Es su sueño vivir en un paraíso? Entonces, acompáñenos y visitemos algunas de estas hermosas regiones. ¡Tal vez usted pueda escoger la versión del “paraíso” que prefiere!
Belau y Yap
Comencemos con el sector que algunos consideran el más bello: el distrito de Belau (anteriormente Palau), la isla más occidental de las Carolinas.
Cuando uno se va acercando por avión, la primera vista desde el aire es de una belleza casi increíble. Parece que gigantescos hongos del color del jade brotan de aguas que relucen con matices de aguamarina y safiro... aguas tan cristalinas que se puede ver hasta el mismo fondo, aun en profundidades de 9 a 12 metros. Al aterrizar, se descubre que la isla es tan hermosa como a primera vista dio promesa de ser. El follaje es lozano. Hay cerros ondulantes cubiertos de densas arboledas. El terreno es fértil y produce cosechas abundantes del fruto del árbol del pan, naranjas, caña de azúcar y otros productos tropicales. En las aguas costaneras de poca profundidad crecen mangles que proveen refugio para una abundancia de vida marina. Y aquí, como en la mayoría de las islas de Micronesia, usted notará el SILENCIO.
Pero no vamos a demorarnos aquí. Sigamos adelante a Yap... otro “paraíso” de tipo excepcional, una tierra de cocotales y de belleza sosegada. Aquí no hay caminos pavimentados. El paso de la vida es lento y el terreno es productivo.
Lo que distingue a Yap es su moneda... las bien conocidas piedras grandes en forma de disco. ¡En algunas partes las calles están de hecho cubiertas de dinero! Hoy día, el dinero de piedra no se usa en los negocios, pero todavía se le considera de valor cultural. Este valor está determinado más por la edad e historia que tiene que por su tamaño. Hay varios “bancos de dinero” de las aldeas que tienen enormes discos de piedra con perforaciones en el centro puestos en fila a lo largo de la carretera que va hacia el “banco,” y reclinados contra el costado de edificios.
Los niños de Yap, de ojos vivos, son simpatiquísimos, como lo son los niños de toda Micronesia. Y tienen nombres sumamente interesantes: Radio, Amame, Nada, Descuidado, Titilación, y hasta Adolfo Hitler. ¡A algunos se les llama por los nombres de celebridades que vienen de visita, con apodos y todo!
¿Desea quedarse aquí? Completemos, más bien, nuestra excursión antes de que usted tome su decisión final.
Truk, Ponape y Kiribati
Para ahorrar tiempo, pasaremos solo unos minutos sobre la magnífica laguna de Truk. Esta laguna de más de 48 kilómetros de diámetro es lo suficientemente grande como para contener todas las islas de Micronesia. Sus azules aguas proporcionan un paraíso de tipo especial para los aficionados al buceo. Aquí se encuentra un histórico cementerio submarino, en el cual fantásticas formas de vida marina han hecho sus hogares entre buques de guerra que fueron hundidos durante la II Guerra Mundial.
Pero ahora adelantemos hacia Ponape, en las Carolinas orientales. Ponape abunda en cataratas de gran hermosura y se jacta de tener la cima más alta de las Carolinas... de más de 760 metros de altura. Es un país de lluvias fuertes y bosques densos en el interior. Pero los habitantes de Ponape rara vez visitan los bosques, pues prefieren vivir al lado de las ensenadas costaneras y las bahías.
La gente es algo tímida y habla un idioma de suave fluir. Su “Casalelia” (”bienvenido,” o “bienvenida”) es uno de los más bellos saludos de Micronesia. A propósito, los habitantes de Ponape admiran mucho a la mujer de caderas anchas; así que, si a alguien le parece que está algo obesa, ¡puede que éste sea su “paraíso” insular!
A las afueras de la costa de Ponape hay un tesoro arqueológico fascinante, la ciudad abandonada de Nan Matol. Esta ciudad, llamada “la Venecia del Pacífico,” fue erigida de bloques de basalto de tamaño colosal encima de más de 100 islotes en una laguna pantanosa. Nadie hoy en día sabe cómo ni cuándo fue construida esta ciudad.
En el lejano sudeste de la cadena de islas que componen a Micronesia están las pintorescas islas Gilbert (Kiribati), con el atolón principal de Tarawa. Aquí se puede ver lo que la mayor parte de la gente consideraría verdaderas casas típicas de las islas del Pacífico: pintorescos techos de paja encima de casas hechas de los troncos y las frondas del cocotero atados con el bramante proveniente de las cáscaras del coco.
Las personas son excepcionalmente afectuosas y hospitalarias. Los cocos y el fruto del árbol del pan, que se dan en abundancia, son sus productos principales, y son suplementados con grandes cantidades de pescado. Un sentido de tranquilidad desciende sobre uno tan pronto como uno aterriza en Tarawa. El paso no apresurado de la gente es contagioso, y el visitante tal vez comience a pensar que ha logrado ‘alejarse de todo.’
En esta isla hay sistema de transporte público en autobús, algo que falta en casi todas las demás islas de Micronesia. Esto es una bendición, puesto que las distancias son grandes en este largo y angosto atolón. Pero no piense en tomar un autobús a tiempo. Los autobuses no corren por horario... recuerde: estamos en el trópico.
De día la laguna bordeada de palmeras refleja los verdaderos colores de Micronesia, azul celeste y verde, mientras que de noche la Luna y las estrellas parecen estar tan cercanas como para que se les pueda tocar. El arrullo del mar al lamer ambos lados del atolón, en combinación con los suaves vientos alisios, fácilmente puede adormecer a uno. Aunque Tarawa está situado en el ecuador, los vientos alisios mantienen el aire agradablemente fresco, por lo menos durante algunos meses del año.
¿Ha decidido usted ya a cuál de estas regiones exóticas desea irse? Antes de que tome la decisión final, hay algo más que debe saber.
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Problemas en el “paraíso”¡Despertad! 1982 | 22 de febrero
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Problemas en el “paraíso”
NOS parece que usted debe saber que, a pesar de que las islas tienen un aspecto paradisíaco, hay problemas. Por ejemplo, ¿le gustan a usted los insectos? Esperamos que sí, porque aquí hay muchos... mosquitos, moscas y también hormigas, especialmente las hormiguitas rojas que constantemente tienden a picar.
Otro problema que existe es que a veces, en lugar de los cielos despejados, tenemos tifones. Esto es común en todas las islas del Pacífico occidental. En los últimos años, tifones devastadores han causado tremenda destrucción en las Marianas. Muchas de las viviendas aquí están hechas de madera y tienen techos de planchas de metal que se desploman ante el azote de los vientos huracanados... vientos tan fuertes que hacen que astillas pequeñas penetren profundamente en la madera de árboles grandes. Felizmente, la gente ahora está construyendo sus viviendas de hormigón.
Dicho sea de paso, hay por lo menos un volcán activo, el monte Pájaros. Y no olvide los temblores de tierra. Sí, también los tenemos. Afortunadamente, la mayoría son de poca intensidad, pero a veces tenemos algunos más intensos que causan grandes sacudidas. En 1902 un terremoto destruyó la mayor parte de los edificios de hormigón del importante pueblo de Agaña, en Guam, y añadió 51 centímetros de altura a toda la isla.
Pues bien, uno pudiera dormir bajo un mosquitero, evitar las hormigas, tomar precauciones contra los tifones y comportarse de manera sensata durante una erupción volcánica o un terremoto. No obstante, puede que el hongo tropical cause mayores dificultades. En la humedad cálida, la ropa y los zapatos se pueden enmohecer de la noche a la mañana. Pero hay otros problemas que son más difíciles de resolver.
Contaminación en el “paraíso”
Aunque el aire de Micronesia todavía es excepcionalmente puro, a menudo esas aguas verdemar no tienen la misma pureza del aire. El sistema de alcantarillas todavía es rudimentario, y en muchos distritos se deja que la marea arrastre los desperdicios al mar. Como resultado, los residentes de la localidad que comen peces del arrecife están infestados de parásitos, y tienen disentería, diarrea y problemas estomacales. Las enfermedades también pueden ser el resultado de beber agua que no viene de cataratas cristalinas, sino —como sucede a menudo— de agua de lluvia que se recoge según va cayendo del techo. Y en la mayoría de los lugares no hay una farmacia a la vuelta de la esquina a la cual acudir en busca de medicinas para curar estas enfermedades.
El siglo veinte también ha contribuido a que en ciertos sectores se sufra de la “contaminación” sonora del ruido excesivo, que quiebra violentamente el precioso silencio. En cierta isla, de unos 19 kilómetros de circunferencia, día y noche se oye el estrépito de la música disco desde camionetas. Los jóvenes se amontonan en la parte trasera de estas camionetas, especialmente durante las hermosas noches tropicales iluminadas por la Luna, y cantan al compás de la música disco mientras la camioneta recorre la isla de un lado a otro hasta el alba. En casi todas la islas ahora se oye la música disco en restaurantes pequeños y en los hoteles, especialmente en los fines de semana, hasta las primeras horas de la madrugada.
En algunos casos se ha echado a perder hasta la belleza física de las islas a causa de la explotación minera a cielo abierto. Nauru y su vecina, la isla del Océano (ahora conocida como Banaba), al igual que Anguar, Belau, han sido explotadas y saqueadas por la minería a cielo abierto del fosfato. A tal grado se efectuó la explotación minera en Banaba que la gente protestó, y se desató un escándalo que trascendió hasta la mismísima Cámara de los Comunes Británica.
La minería todavía es una empresa de gran envergadura en Nauru, aunque se cree que para fines del siglo la roca fosfatada casi se habrá agotado. Mientras tanto, si no se hace nada al respecto, Nauru está en peligro de convertirse en un feo yermo desolado.
Infelicidad en el “paraíso”
No obstante, al menos la explotación minera del fosfato es una fuente de ingresos para Nauru. ¿Qué hay de los distritos que no tienen fosfato para explotar, y que no tienen otras fuentes de ingresos? Lamentablemente, hay demasiada pobreza. A menudo la variedad de alimentos es limitada. Hay poco desarrollo industrial, y la gente depende del mar para su sostén.
El espiritismo está generalizado en las islas de Micronesia. A veces los turistas se sienten atraídos por las “casas de los espíritus” donde se supone que viven espíritus, pero tales creencias echan a perder el disfrute de la vida de los que se aferran a ellas. Se teme a los espíritus, y se cree que causan enfermedades y muerte si no se les apacigua. Se practica la magia, y todavía se usan amuletos que tienen que ver con el amor y el odio.
Otro problema es la borrachera, especialmente entre los desempleados. A menudo ésta va acompañada de maltrato a la familia y delitos. Y, aunque sorprenda, hay muchos suicidios. Recientemente, en una islita que tiene una población de solo 3.000 habitantes, se suicidaron ocho adolescentes en solo tres meses. Obviamente se requiere más que vivir en una isla hermosa para ser verdaderamente feliz.
Por último, las enfermedades y la muerte, enemigos antiquísimos del hombre, son tan devastadores aquí como lo son en otras partes del mundo. Contribuyen a la infelicidad y la aflicción que causan desdoro a lo que, en muchos respectos, es un paraíso desde el punto de vista físico.
Temor en el “paraíso”
Lo que está ocurriendo en el mundo exterior hace que muchos aquí se sientan inseguros. Los micronesios han estado bajo el dominio de cuatro grandes potencias mundiales, y la llegada de cada una ha resultado en opresión. Algunas de las contiendas más encarnizadas de la última Guerra Mundial se efectuaron aquí, y todavía estas encantadoras islas conservan cicatrices de guerra. Cascos enmohecidos de barcos parcialmente hundidos; parte de la armazón de aviones derribados; cañones antiaéreos cubiertos de moho; asomándose desde cuevas húmedas, cañones de artillería cubiertos de enredaderas; hoyos enormes en el paisaje y las carreteras... todo esto es testimonio silencioso de los horrores que se efectuaron en estas islas unas cuantas décadas atrás.
Después de la guerra, un político del distrito de Truk, donde se celebró una de las más intensas y sangrientas batallas navales, suplicó: “Si alguna vez los Estados Unidos deciden pelear otra guerra, ¡por favor, que no la peleen en Truk!” Este hombre había visto manchada de la sangre de los que murieron en bombardeos sorpresivos la única carretera que circunda la isla donde vive, y en las mareas las aguas venían enrojecidas de sangre humana. Dos años después de la batalla, petróleo de barcos hundidos todavía era arrastrado hasta la playa.
¿Hay quien preste atención a súplicas como la de ese hombre? Parece que no. En el atolón de Wajalén, en las islas Marshall, está ubicado un emplazamiento de mísiles, para contrarrestar la presencia de submarinos rusos que, según rumores, han sido vistos en las cercanías, y de buques de guerra que quisieran espiar las instalaciones militares estadounidenses. Puesto que Guam se halla en una posición estratégica en el Pacífico, está rodeada y vigilada por las fuerzas militares de los Estados Unidos.
En 1946, de súbito a los amables habitantes de Micronesia se les hizo conscientes de la horripilante realidad de la era nuclear cuando los Estados Unidos realizaron pruebas con la bomba atómica en la isla de Bikini, que es parte del archipiélago de las Marshall. Debido a los riesgos de la radiación, esa isla todavía es zona prohibida para los nativos, y es posible que siga en esa condición por muchos años. En otras partes del Pacífico, Gran Bretaña y Francia también han utilizado islas hermosas para probar sus armas nucleares.
Últimamente ha cobrado vigor la alarma y preocupación respecto a una nueva propuesta. El Japón propuso que se almacenaran desechos químicos y nucleares en barriles que fueran depositados en el océano Pacífico, cerca de Guam. Sin embargo, hasta ahora se han pospuesto tales planes debido a la oposición que ha presentado el gobierno de Guam.
Ahora bien, no interprete mal lo que hemos dicho, por favor. Estas islas son verdaderamente hermosas, y sin duda usted disfrutaría de visitarlas. El Sol todavía se levanta sobre el océano azul y se pone tras de palmeras que cimbrean al suave ritmo de los vientos alisios. Las colinas arboladas, las cascadas saltadoras y las playas arenosas todavía están allí. Pero esto no es completamente un paraíso. Los problemas, muchos de ellos causados por el hombre, impiden que sea así.
¿Significa esto que no hay esperanza de vivir en un verdadero paraíso... donde la naturaleza sea hermosa y el hombre no haga nada para arruinarla, donde todas las personas muestren interés genuino unas en otras y donde la vida sea verdaderamente satisfaciente?
[Ilustraciones en la página 6]
HORMIGAS QUE PICAN
TIFONES
VOLCANES
[Ilustraciones en la página 7]
RUIDOS DE NOCHE
TERRENO ARRUINADO
ESPIRITISMO
[Ilustraciones en la página 8]
BORRACHERA
CICATRICES DE GUERRA
VEJEZ Y ENFERMEDAD
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¿Habrá algún día un paraíso verdadero?¡Despertad! 1982 | 22 de febrero
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¿Habrá algún día un paraíso verdadero?
“VERDADERAMENTE te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso.” Estas palabras, pronunciadas hace casi 2.000 años, muestran que el interés del hombre en el Paraíso no es nada nuevo. Se ha estado hablando de él por muchísimo tiempo.
No obstante, esta promesa fue hecha en lo que pudiera haber parecido la ocasión menos propicia, y a una persona cuyas probabilidades de vivir en el Paraíso pudieran haber parecido pocas. El que habló fue Jesucristo. Agonizaba lenta y dolorosamente cuando habló, clavado al estilo romano, a un madero. La persona a quien él habló era un criminal convicto quien también moría en un madero.
¿Era una ilusión esta promesa del Paraíso, o podrá ser que algún día exista un verdadero paraíso que cubra la Tierra? Para ver esto, consideremos algunos hechos.
Un paraíso potencial
El viaje que hicimos a Micronesia ha revelado tres cosas sobresalientes. Primero, la Tierra posee el potencial físico para ser un paraíso. A pesar de los estragos y errores del hombre, todavía estas islas son verdaderamente hermosas. Y aunque la belleza de una isla tropical es de tipo especial, la belleza misma se puede hallar en toda la Tierra. Desde la majestuosidad de montañas cubiertas de nieve hasta el esplendor de verdes y fértiles valles, desde la serenidad especial de la tundra ártica hasta las lujuriantes selvas tropicales, ¡en la Tierra hay tanta belleza que el corazón se inunda de aprecio! En medio de las condiciones apropiadas todo ello pudiera ser un paraíso.
También vemos evidencia de que la Tierra tiene en sí un poder de recuperación, de modo que puede curarse las cicatrices que le dejan los hombres. Por ejemplo, en la laguna de Truk, los sombríos cascos de buques de guerra hundidos están siendo colonizados y hasta hermoseados por extrañas y maravillosas formas de vida marinas. Por todo el mundo, cuando cesa la contaminación del aire, del agua y del terreno, procesos naturales de restauración producen sorprendentes transformaciones.
Finalmente, en la mayoría de los casos es el hombre quien está arruinando sus alrededores. Sea por la contaminación, o por el crimen y la violencia, por devastar la tierra en busca de riqueza material, o por rivalidad militar entre potencias mundiales, es el hombre quien gradualmente va destruyendo su ambiente. Y esto no es cierto solo en el Pacífico, sino alrededor del mundo.
Una cuestión de gobierno
Por lo tanto, para que exista un verdadero paraíso, quien tiene que cambiar es el hombre. Es necesario controlar sus tendencias malas y dirigir sus aptitudes constructivas por los conductos debidos. Esto hace pensar en un trabajo de índole gubernamental, pero el problema es que ningún gobierno ha podido impedir que el hombre siga arruinando gradualmente la Tierra.
En vista de esto, es interesante que la promesa de un paraíso hecha por Jesús se diera en respuesta a un comentario acerca de gobierno. El criminal que colgaba de un madero al lado de él había notado este rótulo que había sido fijado sobre Jesús: “Este es el rey de los judíos.” De modo que dijo: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino.” En respuesta a esto Jesús prometió: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso.”—Lucas 23:38-43.
¿Puede Jesús como rey lograr algo que no pueda lograr ningún otro gobernante? ¿Puede hacer de toda la Tierra un verdadero paraíso? Sí, porque la dignidad real de Jesús es celestial, no terrestre. Y está apoyada por el propio poder de Dios.
Si consideramos la propia naturaleza de Jesús, podemos comprender mejor esto. La Biblia dice que por medio de él Dios creó la Tierra y toda la vida que hay en ella. (Proverbios 8:22-31; Colosenses 1:15-17) Por eso, Jesús tiene pleno entendimiento de la ecología de este planeta. Sabe cómo usar debidamente sus recursos. Cuando estuvo en la Tierra él de hecho demostró control de las fuerzas naturales al calmar una tormenta de viento y al decir a sus seguidores cómo obtener una redada completa de peces después que ellos habían trabajado toda la noche sin pescar nada. (Marcos 4:35-41; Juan 21:4-8) De seguro por la gobernación de un rey de esta índole los hombres no experimentarán daño por tifones, terremotos ni volcanes, y todas las cosas vivientes estarán en el equilibrio debido.
A los humanos mismos también se les enseñará a vivir juntos en paz. Respecto a lo que Dios efectuará mediante Jesús en posición de rey, las Escrituras declaran: “El ciertamente dictará el fallo entre muchos pueblos, y enderezará los asuntos respecto a poderosas naciones lejanas. Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzarán espada, nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” (Miqueas 4:3, 4) Bajo tal gobernación, la belleza de la Tierra ya no será afeada por las cicatrices de la guerra.
¿Sucederá realmente eso?
‘Pero, espere un momento,’ puede que diga usted. ‘Jesús murió poco después de haber hecho esa promesa del Paraíso.’ Eso es verdad, y esto pudiera aparentemente haber puesto fin a cualquier esperanza de que estas maravillosas promesas se cumplieran.
Sin embargo, algo maravilloso sucedió al tercer día de la muerte de Jesús. Jehová Dios lo levantó a la vida de nuevo. Sorprendente como parezca, éste es un hecho de la historia que está bien establecido por testigos. Unas 500 personas lo vieron vivo de nuevo. (1 Corintios 15:3-22) Así, la esperanza de un paraíso bajo la gobernación de Cristo se hizo realizable. La promesa de él al criminal moribundo en realidad podía ser cumplida.—Hechos 17:31.
Desde aquel importante acontecimiento, hemos adelantado inexorablemente hacia el tiempo en que Jesús tendrá plena autoridad sobre los asuntos cotidianos de esta Tierra. (Daniel 2:44) Se puede probar que las peligrosas condiciones mundiales de la actualidad son evidencia de que vivimos en época muy cercana a ese tiempo.a Por lo tanto, en cumplimiento de la profecía, las “buenas nuevas del reino” por Cristo están siendo predicadas en todos los países de la Tierra, entre ellos estas islas del Pacífico. (Mateo 24:14) Aunque muchas personas ahora viven en lo que puede parecer un paraíso, esperan un verdadero paraíso por toda la Tierra en el futuro. Ponen su esperanza respecto a esto en el reino de Dios mediante Cristo.
Habitantes del Paraíso
Las enseñanzas de Jesús nos muestran qué clase de personas vivirán en el Paraíso bajo Su gobierno. Primero, él dio énfasis al hecho de que las personas que adquirirían tal vida tendrían que amar a Dios verdaderamente. “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente.” (Lucas 10:25-27) Una comunidad de personas que tuvieran tal amor a Dios sería obediente a todos sus mandatos. No serían borrachines ni inmorales; tampoco arruinarían egoístamente lo que es creación de Dios, la Tierra, por ganancia material.
Además, Jesús dijo a sus seguidores: “Este es mi mandamiento: que ustedes se amen unos a otros así como yo los he amado a ustedes. Nadie tiene mayor amor que éste: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos.” (Juan 15:12, 13) Jesús sacrificó su vida humana por amor a la humanidad... por personas de toda raza, nación y lengua. Enseñó a sus seguidores a anteponer a sus propios intereses los de otras personas. Por todo el mundo ya hay millones de personas que sinceramente están esforzándose por hacer esto. En una comunidad de personas con esta cualidad, el delito y el crimen, la desconsiderada contaminación auditiva por exceso de ruido y otros problemas similares pronto se convertirían en cosas del pasado. Ni siquiera la pobreza duraría por largo tiempo si toda persona mostrara interés altruista en los demás.
‘Sin embargo,’ pudiera pensar usted, ‘siempre hay una serpiente en el paraíso. Sin importar cuánto éxito tenga el reino de Cristo, alguien se presentará y dañará las cosas.’ Pues bien, eso quizás sea cierto de los esfuerzos del hombre por efectuar reformas. Pero estamos hablando acerca de los logros del gobierno celestial de Dios con Cristo como rey. Nadie echará a perder el Paraíso que éste producirá.
Primero, recuerde que Dios puede transformar a las personas. Saulo de Tarso era un violento opositor del cristianismo. Pero cuando aceptó la verdad del mensaje cristiano, su personalidad cambió dramáticamente, y llegó a ser el apóstol cristiano Pablo. Hoy día están aconteciendo cambios similares.—Hechos 22:1-11; Colosenses 3:9-14; 1 Tesalonicenses 2:5-12.
Por ejemplo, cierto hombre de edad avanzada de Nauru quedó profundamente afligido por la muerte de sus tres hijos por nutrición defectuosa durante la ocupación japonesa de su isla en la II Guerra Mundial. ¿Puede imaginarse usted lo que sentía para con los japoneses? Sin embargo, estudió la Biblia con los testigos de Jehová y, cuando aprendió acerca del reino de Dios mediante Cristo, su actitud cambió. Recientemente, cuando un turista japonés anduvo perdido, él le ofreció refugio en su hogar. Dijo que no ha tenido pensamiento alguno de venganza en el corazón desde que estudió la Biblia.
El reino de Dios está transformando personalidades por todo el mundo. Hombres dados a la violencia están convirtiéndose en personas apacibles. Criminales están transformándose en personas observantes de la ley. Gente amargada o desilusionada está hallando consuelo y gozo. Además, personas de toda clase —algunas que viven en alrededores físicamente hermosos, y otras que viven en vecindarios pobres y escuálidos— están experimentando lo que hasta en este mismo tiempo ha sido descrito como un paraíso espiritual.
¿A qué se debe esto? Al hecho de que se asocian con verdaderos cristianos, personas que ponen en primer lugar en la vida a Jehová Dios y disfrutan de Su bendición, personas que reconocen a Jesucristo como nuevo rey de la Tierra y a quienes se conoce porque hablan con libertad a otros acerca del reino de Dios y se aman las unas a las otras. Prescindiendo de sus alrededores físicos, conocen la “paz de Dios que supera todo pensamiento.” (Filipenses 4:7; Efesios 4:20-32) ¡Imagínese cómo será la vida en la Tierra cuando ésta sea transformada en un paraíso físico y poblada por personas como ésas!
‘Pero no toda persona va a cambiar,’ quizás objete usted. Eso es verdad. No obstante, la vida en la Tierra bajo el reino de Dios es solo para los que quieran cambiar. Dios va a “causar la ruina de los que [persistentemente] están arruinando la tierra.” La Biblia dice con claro énfasis: “Solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será; y ciertamente darás atención a su lugar, y él no será. Pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” (Salmo 37:10, 11; Revelación 11:18) ¡Qué felicidad tendrán estos mansos!
Una verdadera esperanza
Pero ellos no serían completamente felices si ellos y sus personas amadas todavía enfermaran y murieran, ¿verdad? Por lo tanto, es digno de nota el hecho de que Jesús, cuando estuvo en la Tierra, sanó toda clase de enfermedad, echó fuera demonios y hasta resucitó a muertos. (Mateo 8:28-32; 11:2-5; Juan 11:43, 44) Al echar fuera demonios mediante el espíritu de Dios, Jesús mostró que él es más poderoso que fuerzas espirituales inicuas. Por eso, en ese paraíso no habrá que temer cosas como la brujería y el demonismo. Y al sanar enfermos y resucitar muertos, Jesús demostró claramente que el propósito de Dios para él, como nuevo rey de la Tierra, es que libre a la humanidad para siempre de la enfermedad y la muerte.—Isaías 25:8.
Así, el criminal que murió con Jesús verá el cumplimiento de la promesa de Jesús de que estaría ‘con él en el Paraíso.’ Por supuesto, si aquel hombre deseara permanecer en el Paraíso tendría que cambiar de derrotero y amoldarse a los caminos de Jehová.
En vista de esto, ¿desea usted realmente disfrutar de la vida en el Paraíso? Puede hacerlo. Y no tiene que venir del otro lado del mundo a estas islas tropicales para hacer eso. Pronto, tanto física como espiritualmente, el Paraíso cubrirá la Tierra. Mientras tanto, prescindiendo de dónde viva usted, puede disfrutar del paraíso espiritual que existe aun ahora.
¿Por qué no lee la Biblia usted y se entera por sí mismo de estas cosas? Los testigos de Jehová se deleitarán en ayudarle a hacer esto. Pruebe para su propia satisfacción que esta esperanza está basada en la realidad. Vea lo que Dios desea que usted haga para heredarla. Entonces usted será testigo del cumplimiento de la notable promesa: “Dios . . . limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Revelación 21:3, 4) En aquel tiempo, toda la Tierra será un verdadero paraíso.
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