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Paraíso... un lugar deseable en que vivir¡Despertad! 1976 | 22 de marzo
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Paraíso... un lugar deseable en que vivir
¿QUÉ cuadro le viene a la mente cuando oye mencionar un paraíso terrestre? ¿Cómo cree usted que sería?
Tal vez visualice un parque lindo, un lugar de hermosura natural y tranquilidad. Quizás se imagine una gran variedad de árboles y flores, así como muchos pájaros y animales de los cuales gozar. Es fácil de entender por qué se representaría mentalmente un cuadro como ése ya que en muchos idiomas la palabra “paraíso” se deriva de palabras antiguas que significaban un parque arbolado o un jardín semejante a parque.
Sin embargo, en vez de un parque con lindes fijos, ¿qué hay si toda la Tierra fuera un paraíso? ¿Cómo sería para usted?
Entre otras cosas, una Tierra paradisíaca tendría una variedad interminable de vida vegetal y animal, no como hoy que hay grandes zonas donde los hombres han destruido muchas formas de vida.
El terreno mismo también presentaría una variedad deleitable. Quizás a usted le gustaría visitar una costa rocosa o arenosa libre de desperdicios y del desfiguramiento causado por la contaminación industrial. Ahí pudiera oír las olas y admirar el gracioso vuelo de las gaviotas y observar otras formas de vida marina. Tierra adentro hallaría varias clases de bosques, cada uno con sus animales y plantas distintivos, y todos libres de los efectos de la ruinosa explotación por hombres ambiciosos.
Por supuesto que habría montañas, algunas elevadas y cubiertas de nieve, otras con faldas suaves donde le sería posible caminar sin tropezar en latas de cerveza descartadas y otra basura. Al otro lado de esas montañas habría llanuras más secas. Pero en vez de predominar en ellas sequías y vendavales de polvo y arena debido al descuido del hombre, estas regiones desplegarían su propia vegetación natural, y abundarían de animales, grandes y pequeños, salvajes y domésticos. En otros lugares hallaría brezales con árboles bajos y arbustos de matices delicados.
El mantener y cultivar un paraíso global de esta descripción requeriría algún trabajo, ¿verdad? Pero usted no consideraría eso una molestia si no se sintiera frustrado y si no tuviera un jefe severo que lo oprimiera. Podría aplicar sus esfuerzos y habilidad de maneras que resultaran provechosas para usted, su familia y el resto del género humano al cooperar unidamente. Le sería un deleite contribuir su parte para el paraíso.
Su participación personal en el paraíso le permitiría sacar placer duradero de su trabajo y de las oportunidades que tendría para descansar, para viajar y para aprender más acerca de las maravillas de esta Tierra.
¿Pero le parece a usted que todo esto es simplemente un ensueño, una fantasía? ¿Cree usted que no es posible que toda la Tierra llegue a ser un lugar hermoso? Juzgando por lo que ha visto y leído, ¿opina usted que le espera a la Tierra todo lo contrario... más contaminación, expoliación y ruina?
Francamente, por más funesto que parezca el futuro de la Tierra, hay razones sólidas por las cuales usted puede esperar que nuestro planeta llegue a ser un paraíso global.
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Un paraíso global... ¿por qué es posible?¡Despertad! 1976 | 22 de marzo
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Un paraíso global... ¿por qué es posible?
HOY día muchas personas informadas expresarían la siguiente opinión: ‘Un paraíso global sería maravilloso, pero es imposible. Jamás podría convertirse la Tierra en un paraíso total.’ ¿Se siente usted inclinado a convenir en eso?
Sin duda usted está enterado de algunas cosas que los hombres han hecho que han resultado en despojar nuestra Tierra, aparentemente arruinando toda esperanza de que sea un paraíso.
Por ejemplo, los hombres han contaminado nuestro aire con hollín y humos peligrosos. Usted lo ha aspirado, ¿no es verdad? Además de perjudicar nuestra salud, esto está dañando a todo nuestro planeta. ¿Cómo? Una autoridad informó ‘que el hombre está empeorando la situación del tiempo al lanzar a la atmósfera polvo, humo y otras partículas contaminadoras.’ Se dice que esto ha resultado en alterar el clima y producir cambios meteorológicos que han extendido los desiertos y contribuido a las hambres, como las que se experimentaron recientemente en el África.
Tampoco podemos pasar por alto las otras formas de contaminación igualmente dañinas que están haciendo de nuestra Tierra todo menos un paraíso. Los derrames de petróleo matan la vida marina. A menudo las corrientes están tan llenas de productos químicos que el agua es peligrosa, y millones de peces mueren. El alimento de los hombres y de los animales está contaminado con mercurio, cobre, plomo y el insecticida DDT.
También puede parecer que un paraíso global es imposible debido a la devastación ya producida por la erosión achacable al hombre. Los hombres han despojado los bosques, desnudado los campos de su vegetación protectiva o abusado de los pastos, lo cual ha resultado en centenares de miles de hectáreas inútiles. ¿Con qué efecto? La revista Bioscience recalcó: “Por primera vez en la historia humana el hombre ha llegado a una etapa en que realmente tiene el potencial para destruir el biosistema de la Tierra, ya sea intencionada o accidentalmente.”
¿Es posible el recobro?
¿Ha sido dañada la Tierra a tal grado que nunca podrá recobrarse, que nunca podrá ser un paraíso? Rene J. Dubos, profesor emérito en La Universidad Rockefeller, dijo referente a esto: “Tenemos problemas enormes, la mayoría de los cuales empeoran. . . . Pero he quedado convencido de que estas situaciones malas son reversibles.”
¿Ha pensado usted alguna vez en la capacidad de la Tierra para recobrarse? Verdaderamente es asombroso ver cómo la Tierra puede poco a poco vencer el daño y abuso que ha recibido. En el libro reciente Man and His Environment: Law se hizo el siguiente comentario:
“El mundo viviente de reaprovisionamiento propio realmente es mucho más rico por comparación que cualquier almacén de tesoro. La naturaleza, a no ser que la rompan en fragmentos explotados y separados por completo del sustento, se repone constantemente . . . Las cualidades dinámicas, movientes, renovadoras que la naturaleza posee retienen su actividad y hacen ridícula cualquier comparación con la tesorería humana más rica.”
Abunda la prueba de que la Tierra puede restaurarse. Por ejemplo, ¿ha oído usted acerca de la isla de Krakatoa, cerca de Java? La voló una explosión volcánica de poder equivalente a una bomba de hidrógeno de 10.000 megatones. Lo que quedó no fue más que tierra esterilizada cubierta de cenizas y piedra pómez. Pero, ¿permanecería así Krakatoa, un montón de cenizas sin vida? Los biólogos observaron deseosos de saber. En el transcurso de tres años, veintiséis especies de plantas se restablecieron de por sí. Pasaron otros diez años y se produjeron cocoteros, caña de azúcar silvestre y orquídeas. Y después de otros doce años se hallaban allí 263 especies de animales. Aun sin la ayuda del hombre ese lugar asolado se convirtió de nuevo en un paraíso tropical de bosques y pájaros hermosos.
No es necesario viajar a una isla lejana para ver este proceso recuperativo en acción, ni para ver sus resultados. Probablemente hay zonas en su país que han sufrido cambios drásticos a causa de la contaminación, inundaciones, guerra, prácticas agrícolas destructivas o la erosión. No obstante, puede que estas zonas ya se hayan recobrado de esos cambios o estén en el proceso de hacerlo.
Por ejemplo, en los Estados Unidos, hace un siglo o más, muchas secciones de Nueva Inglaterra fueron convertidas en terreno agrícola. Para hacerlo, tuvieron que desmontar selvas vírgenes, quitar la vegetación y amontonar las rocas en los lados de los campos. Sin embargo, a medida que la corriente agrícola se mudó hacia el oeste, estos campos fueron abandonados. Dentro de poco, plantas silvestres empezaron a crecer en los campos incultos... malas hierbas, herbaje, varilla de oro y plantas jóvenes de frambuesas, zarzas y otras de fruta parecida. Después de pocos años se hallaban abedules, y pequeños árboles de pinos blancos, gracias a las semillas transportadas por el viento. Entonces alrededor de algunos de los pinos brotaron cerezos negros de las semillas que los pájaros habían dejado caer. Por un tiempo los pinos dominaron. Pero eso solo una fase pasajera, porque bajo la sombra de su tupido dosel pocos pinos recién nacidos pudieron echar raíces. Pero los robles y los arces sí pudieron arraigar, de modo que gradualmente reemplazaron los pinos. Más tarde, bajo los elevados árboles de madera dura, empezaron a crecer abetos, hayas y tilos americanos. Y a la vez que acontecían estos cambios, la clase de animales que se hallaban allí iba cambiando y ajustándose al bosque cambiante.
Dé un paseo grato por estas colinas hoy y respire los dulces aromas del bosque y mantenga atentos los ojos y oídos para percibir las variadas formas de vida silvestre. De vez en cuando hallará los restos de un cerco de piedras cuyo lento derrumbe da testimonio silencioso de lo que era esta tierra poco tiempo atrás. Ahora el bosque ha vuelto.
Pero ¿qué se puede decir cuando los hombres han intervenido, cuando su acción no ha sido sencillamente la de tornar un bosque en tierra agrícola por un tiempo, sino que han contaminado o dañado terriblemente la Tierra? ¿Todavía puede recobrarse? ¿Todavía existe la posibilidad de que la Tierra llegue a ser un paraíso?
A la desolación y de vuelta
“Contaminación en paraíso” fue el título de una película documental televisada que trató acerca del terriblemente contaminado río Willamette en el estado de Oregón. El hombre había explotado y dañado el río. ¿Pero quedó arruinado para siempre? Después que la legislación le puso coto a la peor contaminación, el río se restauró de por sí. Llegó a ser un lugar en el cual nadar, y de nuevo abundaba de salmón. Similarmente, un informe de 1975 en que se relata que el río Támesis de Inglaterra está recobrándose, dice: “Hace un año se cogió en el Támesis el primer salmón en 141 años. Este verano se halló el segundo salmón en el río.”
No solo los lagos y ríos, sino también la tierra puede recobrarse después que el hombre la ha devastado. Si uno visitara las secciones de Francia, Bélgica y Alemania que fueron pulverizadas y desnudadas en las guerras mundiales, hallaría ahora campos lujuriantes y bosques exuberantes.
A veces el hombre mismo puede cooperar eficazmente con los procesos restaurativos de la Tierra. En Nueva Zelanda, los pobladores primitivos cortaron o quemaron bosques grandes para usar la tierra para pastos. Pero, en muchos casos, pusieron más animales a pacer en la tierra que los que podían alimentar los pastos. Además, los conejos, que el hombre introdujo en Nueva Zelanda, resultaron ser una plaga porque comieron la vegetación que se necesitaba para fijar el suelo. ¿El resultado? Extensa erosión... tierra arruinada. Sin embargo, más tarde, peritos en el cuidado del terreno trabajaron para detener el daño en las colinas Tara, y hasta para invertirlo. Restauraron la fertilidad por medio de esparcir estiércol y sembrar pasto leguminoso, y trabajaron para controlar la multiplicación de los conejos. Con el tiempo las colinas volvieron a ser pastos útiles y agradables.
¿Qué se puede decir de tierra que el hombre ha arruinado por siglos? ¿Podrá recobrarse y llegar a ser parte de un paraíso global?
Un caso que sirve de ejemplo es el del Cercano Oriente, Oriente Medio y África del Norte. Posiblemente al pensar en esta zona se represente un cuadro de lo que ha estado allí en tiempos recientes: ‘dunas, pantanos palúdicos y lomas desnudas de piedra caliza.’ Pero el agrónomo Walter C. Lowdermilk, en un artículo que escribió para Scientific American, explicó que la evidencia prueba que “en un tiempo esta tierra fue un paraíso pastoral,” pero que “por más de 1000 años han pacido en ella con exceso.” ¡Imagínese... un “paraíso pastoral”! Pero, ya que ha estado devastada por tanto tiempo, ¿ha llegado al ‘punto desde el cual no es posible regresar’?
Como representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, el Sr. Lowdermilk investigó lo que se hacía en Israel. Llegó a la conclusión de que “Israel está restaurando para el cultivo una tierra dañada por un milenio de abuso.” Sí, con la ayuda y cooperación del hombre la tierra puede recobrarse aun después de siglos de abuso; puede “regresar.”
¿Hubiera pensado usted que la zona del “Cercano Oriente, Oriente Medio y África del Norte” fue en un tiempo un “paraíso pastoral” y que se le pudiera hacer volver a esa condición? Eso no debe causar sorpresa si se considera desde el punto de vista bíblico.
La Biblia explica que al principio de la historia humana el Creador le proveyó a la primera pareja humana un paraíso o jardín. Evidentemente éste estaba situado en la zona que ahora llamamos el Oriente Medio. El relato histórico de esto dice:
“Había plantado Dios en Edén, a oriente, un jardín delicioso, en que colocó al hombre que había formado. Y Dios había hecho nacer de la tierra toda suerte de árboles hermosos a la vista, y de frutos suaves al paladar . . . De Edén salía un río para regar el paraíso.”—Gén. 2:8-10, Herder.
Nuestros antepasados, Adán y Eva, tenían la responsabilidad de cuidar ese jardín o parque y de extenderlo hasta que toda la Tierra llegara a ser un paraíso.—Gén. 1:28; 2:15.
Pero las primeras criaturas humanas se rebelaron y fueron expulsadas del paraíso original. Dios le dijo al hombre: “Maldito está el suelo por tu causa. Con dolor comerás su producto todos los días de tu vida. Y espinos y cardos hará crecer para ti . . . Con el sudor de tu rostro comerás pan.”—Gén. 3:17-19.
¿Se realizó esa maldición? Ciertamente que sí. Siglos después Lamec hasta habló de cuánto necesitaban alivio “del dolor de nuestras manos que resulta del suelo que Jehová ha maldecido.” (Gén. 5:29) Lamec profetizó que en los días de Noé vendría alivio de esa maldición, y así sucedió. Por medio de un diluvio, Dios exterminó a los inicuos. Después de eso, Jehová Dios indicó que también había levantado la maldición de la Tierra.—Gén. 8:21.
A causa de eso, se podía decir más tarde que partes de la Tierra eran como “de regadía por todas partes . . . como un paraíso del Señor.” (Gén. 13:10, Herder) Y la Tierra Prometida fue abundantemente fructífera, verdaderamente ‘manaba leche y miel.’ (Núm. 13:23-27; Deu. 8:7-9; 11:10-17) ¿No confirma la exactitud de esta descripción bíblica la declaración que hizo el agrónomo Lowdermilk de que gran parte de esa zona ‘fue en un tiempo un paraíso pastoral’? Además, ¿no conoce usted personalmente zonas de la Tierra que ahora mismo son semejantes a paraíso por ser tan hermosas y fructíferas?a
¿Qué falta?
Sin embargo, el evaluar honradamente la escena mundial nos lleva a la conclusión de que aun si hay parques y granjas hermosas que ahora son semejantes a paraíso, son la excepción. El hombre está arruinando la Tierra cada vez más. Sí, la responsabilidad está sobre los hombros del hombre. Oh, es verdad que a veces los “desastres naturales” como las inundaciones o sequías causan daño. Pero el problema fundamental estriba en lo que el hombre ha hecho y está haciendo. Walter Lowdermilk hizo notar:
“Por más ásperas que sean estas condiciones [comunes ahora en el Oriente Medio], no ha habido un deterioro significante en el clima desde los tiempos romanos. . . . El ‘desierto’ que se apoderó de la tierra anteriormente lujuriante fue la obra del hombre, no de la naturaleza.”
De modo parecido el libro Ecology dice:
“El hombre ha tenido el poder —y la responsabilidad— de un destino que se le atribuyó en Génesis: de ‘tener dominio sobre toda la tierra.’ Pero durante su dominio ha violado casi todo principio ecológico.”—Página 165.
No obstante, los logros técnicos del hombre que se han usado para contaminar y devastar nuestra Tierra podrían ser adaptados para deshacer el daño. La Encyclopædia Britannica (1974) admitió: “El conocimiento científico y tecnológico hoy disponible es más que suficiente para resolver la mayoría de los principales problemas ambientales del mundo.” ¡Imagínese lo que se pudiera lograr si se aplicara ese conocimiento unida y persistentemente a nuestra Tierra, teniendo en cuenta que la Tierra es un lugar exquisito en que vivir y que tiene tan amplia capacidad para recobrarse del daño que se le ha hecho! La Tierra pudiera volver a ser un hogar limpio, puro y sano para el género humano. ¡Esto es lo que el hombre necesita!
De hecho, el Dr. Rene Dubos señaló que un problema grave hoy día es que
“por alguna razón los modos de vivir no satisfacen algo muy profundo que el ser humano necesita. Cuando la gente rara vez tiene la oportunidad de experimentar las sensaciones fundamentales de la vida —de tener contacto con la naturaleza en su serenidad, de oír sus sonidos gratos y aspirar sus olores deliciosos— sufre agudamente por falta de esto y busca un sustituto. Las drogas suministran una oportunidad momentánea de crear uno su propio mundo, una clase de satisfacción que los enviciados a las drogas creen que el mundo verdadero ya no proporciona.”
Es verdad que se necesita algo más que el simplemente alejarse a los bosques, puesto que algunas personas que han huido a zonas selváticas todavía recurren a las drogas en busca de excitación y escape. Pero eso no altera el hecho de que si la Tierra fuera un paraíso global, todos pudiéramos obtener paz y satisfacción del “contacto con la naturaleza en su serenidad.”
Puesto que verdaderamente existe la posibilidad de un paraíso global, ¿por qué no se ha logrado? ¿Qué hace falta? ¿Y por qué se puede decir con plena confianza que es absolutamente posible que usted viva para ver un paraíso global y para disfrutar de la vida en él?
[Nota]
a La revista Newsweek, en su número del 1 de septiembre de 1975, informó que ‘el tráfico humano ya ha puesto en peligro la vida vegetal y animal que los parques fueron creados para proteger.’ Por eso UNESCO está tratando de reservar zonas que todavía están intactas. Leemos: “A fin de mitigar el impacto del hombre sobre la naturaleza, la agencia está estableciendo una red global de ecosistemas semejantes a Edén llamados ‘reservas de bioesfera.’”—Página 64.
[Ilustración de la página 4]
Krakatoa fue esterilizada por una explosión volcánica, pero aun sin la ayuda del hombre de nuevo llegó a ser un paraíso tropical
[Ilustración de la página 5]
Tierra que el hombre desnudó y más tarde abandonó ha vuelto a ser un bosque
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¿Verá usted a toda la Tierra llegar a ser un paraíso?¡Despertad! 1976 | 22 de marzo
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¿Verá usted a toda la Tierra llegar a ser un paraíso?
NO CABE duda de ello: la Tierra tiene tremendas y casi inagotables reservas dentro de sí para restaurarse si solo se le da la oportunidad de hacerlo. E, igualmente, hay poca duda de que el hombre con sus medios científicos y tecnológicos pueda cooperar con las fuerzas de la Tierra para restaurar y mantener un equilibrio ecológico. Pero ¿hace esto que los hombres de ciencia, como los biólogos y ecólogos, contemplen el futuro con optimismo? ¡De ninguna manera!
Así sucede que el Dr. Szent-Gyorgyi, uno de los principales biólogos norteamericanos, dice que el hombre puede escoger qué proceder quiere seguir: “¿Hacia un futuro brillante, o hacia el exterminarse? Ahora mismo estamos en camino a la exterminación.” Sí, según lo que dice él, la perspectiva es “muy sombría.” Y habla como científico eminente con más de 50 años de experiencia. El biofísico Dr. John Platt se expresa de modo similar. Él insta a que se consiga la ayuda de eruditos, como los científicos naturales y sociales, médicos, ingenieros, maestros y personas de habilidad inventiva a fin de salvar el ambiente. Pero advierte que aun con la ayuda de todos éstos, “no hay garantía de que se puedan resolver estos problemas, o resolverlos a tiempo, prescindiendo de lo que hagamos.”
¿Por qué son tan pesimistas estos hombres? Porque el hombre está perdiendo en su lucha contra la contaminación. Se están arrojando cada vez más productos nocivos en los océanos, y la contaminación de éstos causada por los derrames de petróleo aumenta. En algunos casos los esfuerzos por disminuir una causa de la contaminación del aire han resultado en otra contaminación, y ésta de una clase aun más grave. Un ejemplo es la lucha que California ha desempeñado contra la contaminación del aire. Aunque tiene las leyes más estrictas del país, los informes noticieros dicen que está “perdiendo la lucha contra la contaminación en todos los frentes,” y “la triste realidad es que la contaminación del aire” allí “está peor que nunca.”
¿Por qué?
¿Por qué es tan triste, tan desfavorable la perspectiva total? ¿A qué se debe? Sin duda una razón es que el asunto de mantener habitable el ambiente del hombre no es simplemente asunto de interés nacional, sino de interés internacional. Los autores Ward y Dubos, en su libro Only One Earth, explican: “El problema de la contaminación global del aire es tal que los gobiernos individuales no están capacitados para proveer protección eficaz.” Según ellos, “la interdependencia global del hombre ha llegado al punto en que requiere . . . una nueva capacidad para tomar decisiones globales y para proporcionar cuidado global,” es decir, “requiere un comprometimiento nuevo a responsabilidades globales.” ¿Pero qué esperanza hay de que se asuman estas responsabilidades globales y de que haya cooperación global? Realmente muy poca, al juzgar por el registro pasado.
La Encyclopædia Britannica (1974) explica por qué es así. Después de decir que el hombre tiene el conocimiento tecnológico para impedir el arruinamiento de la Tierra, sigue mostrando que los problemas del decenio actual “no son problemas de la ciencia y tecnología sino de los arreglos y funcionamiento de instituciones humanas y de las actitudes de individuos.”
J. F. Cassel, escribiendo para Environmental Ethics, lo expresa más francamente: “El problema básico de la ecología humana contemporánea es el egoísmo... y el egoísmo ha echado raíces. El sueldo del pecado es la muerte. ¡El mundo biótico está muriendo!” ¡Y qué egoísmo más falto de perspicacia es éste! El científico Szent-Gyorgyi llega a la conclusión de que la dificultad se debe a que la gente “está bajo la terrible tensión de idiotas que gobiernan al mundo y [se está] moviendo inexorablemente e insensatamente hacia la calamidad final.”
Por lo que usted ha observado, probablemente concuerde con cierto funcionario estadounidense, eminente y preocupado, que declaró: “Si un hombre, por medio de un acto egoísta, puede beneficiarse a sí mismo aunque perjudique a la comunidad, es muy probable que ejecute ese acto.” Sirve para ilustrar la realidad de eso un informe que mostró por qué las empresas de servicios públicos cumplían tan lentamente con las órdenes gubernamentales de instalar equipo para controlar la contaminación. Cada año que una de esas empresas demoraba la instalación de un millón de dólares de esa clase de equipo ahorraba un cuarto de millón de dólares. ¡Esto nos ayuda a entender por qué las empresas de servicios públicos en los Estados Unidos gastan ocho veces más dinero en publicidad que en investigación destinada a ayudar a resolver los problemas de contaminación a los cuales ellas mismas contribuyen! Acertadamente dijo el lord Ritchie-Calder: “La contaminación es un crimen compuesto de ignorancia y avaricia.”a
‘El apuro del hombre es oportunidad de Dios’
Entonces, ¿no hay esperanza para el futuro? Si a pesar de toda su ciencia y tecnología el hombre está peleando una guerra en que será vencido debido al egoísmo arraigado, ¿de qué fuente puede venir ayuda? La ayuda puede venir y vendrá del Gran Creador, Jehová Dios. ¿Dios? Sí, porque su Palabra, la Biblia, nos asegura de que Dios se interesa en la Tierra y de su propósito para la Tierra. Después de todo, Él creó la Tierra. La Tierra le pertenece a Él, como cantó en la antigüedad el rey salmista David: “A Jehová pertenece la tierra y lo que la llena, la tierra productiva y los que moran en ella.”—Sal. 24:1.
Cuando el Hijo de Dios, Jesucristo, estuvo en la Tierra, nos aseguró vez tras vez del profundo interés de su Padre en las criaturas de la Tierra. Declaró que Dios viste de hermosura a los lirios del campo, que provee lo que necesitan las aves del cielo, que no cae un solo gorrión sin que él lo sepa. Más que eso, Jesús dijo que Dios hace que el sol brille y la lluvia caiga tanto sobre los buenos como sobre los malos. (Mat. 5:45; 6:26-30) En el Salmo 104 un siervo de Dios ensalza a Jehová Dios por su generoso modo de proveer lo necesario para los árboles del campo y para toda clase de criaturas vivientes en la Tierra, incluso el hombre.
Adicionalmente, la Palabra de Dios nos asegura que Jehová es “el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, . . . Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada,” sino que “la formó aun para ser habitada.” Sí, para ser habitada, no para ser arruinada. Y su Palabra también nos asegura: “Mi palabra que sale de mi boca . . . no volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado, y tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado.” De modo que tenemos la seguridad de que el Creador nunca permitirá que se arruine esta Tierra y todo el género humano.—Isa. 45:18; 55:11.
En cuanto a las criaturas humanas imperfectas, frecuentemente resulta cierto que ‘tan a menudo como los medios carecen de la voluntad, la voluntad carece de los medios.’ En otras palabras, por lo general la persona de escasos medios es la que se compadece de los que necesitan ayuda. Pero eso no es cierto del Creador. No solo tiene él la voluntad de ayudar al género humano —a tal grado que dio a su Hijo unigénito para que fuera nuestro salvador— sino que también tiene los medios infinitos.—Juan 3:16.
Indisputablemente, no se les puede fijar límites a los ‘medios’ de Dios, su sabiduría y su poder. En primer lugar, ¿no creó él los cielos estrellados y la Tierra? (Gén. 1:1) Entonces en seis épocas de creación preparó la Tierra para que fuera el hogar permanente del hombre. Durante esas épocas hizo que hubiese luz, formó la atmósfera, hizo que apareciera la tierra seca y brotara la vida vegetal, creó criaturas del mar, aire y tierra y, por último, al hombre, su logro culminante.—Gén. 1:3-28.
En la Encyclopædia Britannica (1974) se hace notar: “La Tierra es un medio ambiente idóneo para la vida. Está precisamente a la debida distancia del Sol para no recibir demasiada ni muy poca luz solar. La velocidad con que gira sobre su eje es suficientemente rápida para permitir que su lado del día se caliente al Sol y para que su lado de la noche se enfríe. Su masa —y por lo tanto su gravedad— es tal que retiene una amplia variedad de moléculas, incluso las más livianas que de otro modo se deslizarían al espacio. Su campo magnético desvía la radiación sumamente enérgica del Sol y la hace volver al espacio, pues de otro modo destruiría la vida.”
¡Qué sabiduría infinita manifiestan todos estos hechos acerca de la Tierra y las criaturas sobre ella! ¡Seguramente la sabiduría que produjo todas estas cosas puede hacerle frente a cualquier problema que el hombre cause debido a su egoísmo e ignorancia!
Así como la sabiduría de Dios es infinita, también lo es su poder. Como Él mismo recordó al patriarca Abrahán, él es “Dios Todopoderoso.” Además, se le preguntó a Abrahán: “¿Hay cosa alguna demasiado extraordinaria para Jehová?” Muchos siglos después, el Hijo de Dios, Jesucristo, nos aseguró de la misma cosa, al decir: “Para Dios todas las cosas son posibles.” Sí, él es el Todopoderoso, y la Biblia nos recuerda ese hecho unas sesenta veces.—Gén. 17:1; 18:14; Mat. 19:26.
¿Cómo lo hará Dios?
¿Cómo procederá Dios para salvar esta Tierra de sus contaminadores y destructores y para producir un paraíso global? Lo hará por una acción de tres partes. En primer lugar, puesto que la ignorancia y el egoísmo son la causa fundamental del problema, Dios está haciendo que en la actualidad se lleve a cabo una campaña educativa con el propósito de apartar a los hombres de un proceder de ignorancia y egoísmo a un proceder de sabiduría y justicia. Por medio de predicar las buenas nuevas del reino de Dios y enseñar a los hombres a hacerse discípulos de Jesucristo, se efectúan grandes cambios en las personalidades de la gente. A estas personas se les está preparando para vivir en el nuevo orden de Dios, donde ya no habrá el crimen de la contaminación.—Mat. 24:14; 28:19, 20; Mar. 12:29-31.
Pero, ya sea por una razón u otra, la gran mayoría de la gente en la Tierra no responde a la predicación del reino de Dios. Todos los que manifiestan esta actitud perecerán cuando Dios dé el segundo paso contra el crimen de la contaminación por medio de una “grande tribulación” en la cual él va a “causar la ruina de los que están arruinando la tierra.”—Mat. 24:21; Rev. 11:18.
Una vez antes, mediante un acto poderoso, Jehová Dios libró la Tierra de los que estaban contaminándola y arruinándola. ¿Cuándo fue eso? En el tiempo del diluvio que ocurrió en los días de Noé. Jesús y también el apóstol Pedro señalaron el paralelo entre el diluvio del día de Noé y el fin del inicuo sistema de cosas actual. Al describir el fin, Jesús dijo que sería una “grande tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder.” Esa tribulación culminará en la “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso,” Armagedón.—Mat. 24:21, 37-39; 2 Ped. 3:3-13; Rev. 16:14, 16.
Con la destrucción de todos los que se oponen a Dios y su justo régimen, el camino quedará despejado para la tercera gran acción de Dios relacionada con el problema de la contaminación. Esta es la acción de transformar la Tierra en un paraíso del cual disfrutarán las criaturas humanas de vida limpia, incluso las que habrán sobrevivido a la “grande tribulación” debido a su fe y su amor a Dios y la justicia. Entonces se cumplirá la oración que los discípulos de Cristo han repetido por tanto tiempo y tantas veces: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.”—Mat. 6:9, 10.
¿Cómo será cuando se haga la voluntad de Dios en la Tierra como se hace en el cielo? La Biblia contesta que cuando se haga esta voluntad divina en la Tierra, entonces Dios “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.”—Rev. 21:4.
Pero ¿cuándo?
Sin embargo, queda la gran pregunta: ¿Cuándo tomará Dios las medidas necesarias?
En su Palabra se declara el principio: “Para todo hay un tiempo determinado.” Por lo tanto, “cuando llegó el límite cabal del tiempo, Dios envió a su Hijo, que vino a ser procedente de una mujer.”—Ecl. 3:1; Gál. 4:4.
Así mismo sucede hoy, ‘ha llegado el límite cabal del tiempo’ para que Dios proceda contra todos sus enemigos incluso los que arruinan la Tierra. ¿Cómo lo sabemos? Porque se han cumplido muchísimas profecías en nuestra generación. Hemos visto las guerras, hambres, pestes, terremotos y el aumento del desafuero que Jesús dijo marcaría el tiempo de su presencia y del fin de este inicuo sistema de cosas.—Mat. 24:1-22; Rev. 6:1-8.
No, el Creador no va a esperar hasta que los hombres hayan hecho inhabitable este planeta y hayan extirpado a la humanidad de sobre su superficie mediante la guerra nuclear. El mismo hecho de que esas cosas realmente pudieran pasar en el futuro cercano es motivo de gran preocupación para muchas personas. Pero debido al profundo interés que Dios tiene en la Tierra, podemos confiar con plena seguridad en que él obrara antes que ocurra esa eventualidad.
¿Hará usted algo acerca de ello?
¿No despierta su interés y le excita la esperanza de vivir en una Tierra paradisíaca? Ciertamente está a su alcance. ¡Puede esperar verla... si hace algo acerca de ello! Tendrá que prestar atención a este consejo que Dios dio hace mucho: “Busquen a Jehová . . . Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente sean ocultados en el día de la cólera de Jehová.” El que uno busque a Jehová quiere decir que uno llega a conocerlo, sus cualidades, sus propósitos y su voluntad para uno, todo lo cual él ha revelado en su Palabra, la Santa Biblia. El que uno busque la justicia quiere decir que aprende los justos principios de Dios, principios acerca de rectitud, honradez e imparcialidad, y que ajusta su vida para que esté en armonía con ellos. Y el que uno busque la mansedumbre quiere decir que cultiva un genio apacible, un modo de ser modesto y una inclinación mental a recibir instrucción.—Sof. 2:3.
Puesto que queda poco tiempo antes que Dios proceda contra los que están arruinando la Tierra, también queda poco tiempo en que usted pueda hacer estos caminos en su vida. No tiene tiempo que perder. Hoy es el “día de salvación,” en cuanto a usted. Los testigos cristianos de Jehová que viven en su localidad están listos para ayudarle.—2 Cor. 6:2.
[Nota]
a Dado que éste es el caso, debe notarse que refuta la alegación de los que quisieran culpar a Dios y la Biblia por el arruinamiento de la Tierra que el hombre ha causado. Para detalles vea ¡Despertad! del 22 de octubre de 1975.
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¿Pueden los nuevos santos del Año Santo ayudarle?¡Despertad! 1976 | 22 de marzo
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¿Pueden los nuevos santos del Año Santo ayudarle?
MILES de partidarios dedicaron noventa y tres años de trabajo y oraciones a la causa. En conjunto donaron millones de dólares. Por fin, la meta... el papa Paulo VI, durante el Año Santo de 1975, canonizó a la primera persona nativa de los Estados Unidos que ha sido canonizada, Elizabeth Ann Bayley Seton. Puesto que “la Iglesia ha declarado oficialmente que ha alcanzado el cielo,” se le considera ahora como otra santa que puede ayudar a los miembros de la iglesia a acercarse a Dios.
Según la opinión de The Wall Street Journal, el proceso en que habían participado los celosos apoyadores de Elizabeth Seton fue “más arduo que cualquier campaña política y ciertamente tan costoso como la mayoría de ellas.” Se tuvo que pagar a veintenas de abogados y médicos para que sostuvieran el mérito de su causa y verificaran los “milagros”; se tuvo que traducir multitudes de documentos al italiano para que los pudieran usar las autoridades del Vaticano.
El dinero que se gastó fue aun más de lo que pudo soportar el presupuesto de 32.000 dólares anuales de la Hermandad de la Madre Seton, de modo que se tuvo que pedir con urgencia más dinero. Se dice que la rica pompa que acompañó la ceremonia de la canonización en Roma costó aun más de los 100.000 dólares designados para la celebración estadounidense. Uno puede conseguir alguna idea de los gastos implicados cuando considera que recientemente se pagó 10.000 dólares de alquiler, según se informa, tan solo por el uso de la basílica de San Pedro durante
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