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  • Perspectivas energéticas para el futuro
    ¡Despertad! 1980 | 8 de julio
    • quizás se pregunte si la humanidad podrá sobrevivir al siglo 20 para disfrutar de la dádiva prometida. Se ve aumentar el desafuero en todo nivel de la sociedad humana, a veces hasta el punto de la anarquía. Cada grupo de miras estrechas clama por sostener sus derechos en desatención a los principales intereses nacionales. A las naciones se les hace más difícil hacer pactos y más fácil anularlos.

      En este escenario, la crisis energética agrava más la “angustia de naciones, no conociendo la salida” de los problemas que Jesucristo predijo que abrumarían al mundo en este siglo. (Luc. 21:25) Los esfuerzos vacilantes de líderes nacionales para resolver el problema de la energía menguan hasta llegar a la parálisis. El fracaso de ellos confirma indisputablemente la declaración bíblica de que el hombre no puede gobernarse a sí mismo. (Jer. 10:23) Los problemas son demasiado grandes para él. Solo por medio de la gobernación del reino de Dios sobre esta Tierra vendrá la solución a los problemas del hombre, incluso la cuestión de la energía.

      La Biblia muestra que el “temor y la expectativa de las cosas que vienen sobre la tierra habitada” están bien fundados. (Luc. 21:26) Estas cosas venideras incluyen el fin absoluto de las organizaciones políticas, económicas y religiosas del hombre, tras de lo cual vendrá la gobernación del reino de Jehová bajo Cristo sobre la Tierra.

      La energía en el paraíso

      Si usted es una de las personas que aceptan el punto de vista bíblico, la cuestión acerca de fuentes de energía futuras tiene para usted un significado que va más allá de la crisis inmediata. Usted se interesa en lo que el hombre usará por los próximos 1.000 años, sí, por la eternidad.

      Nuestro propósito aquí no es especular sobre los detalles que solamente el futuro revelará. No obstante, el razonar sobre principios bíblicos indica que algunas clases de energía son más compatibles que otras con el estilo de vida que esperamos que exista en el nuevo sistema de cosas.

      Primero, considere que la Tierra será hecha un paraíso. No se permitirá que nada estropee la belleza de ese jardín edénico global ni lo contamine.—Luc. 23:43; Rev. 11:18.

      Hemos visto que el uso difundido del carbón causa daño a la campiña, tanto donde éste se extrae como donde se quema. Además, la extracción comercial del carbón es peligrosa en sentido físico y perjudicial a la salud de los mineros. En la actualidad lo que mayormente vicia el aire es el uso excesivo de combustibles derivados del petróleo. Los químicos han descubierto que la gran variedad y complejidad de las moléculas de hidrocarburo del petróleo provee un punto de comienzo para la síntesis de toda clase de sustancias útiles y maravillosas. Realmente muestra una completa falta de aprecio a ese tesoro natural el destruirlo por medio de quemarlo sin pensar cuidadosamente en lo que se hace.

      Recuerde también que no se permitirá que nada cause daño, ni siquiera el temor a un desastre de parte de los habitantes de la Tierra. (Miq. 4:4) La potencialidad de daño inherente al uso de la energía nuclear parecería hacerla indeseable para la nueva tierra.

      Considerando que el hombre vivirá para siempre sobre la Tierra, esperaríamos que obtuviera su energía de fuentes que no se usaran a plenitud más rápidamente de lo que les toma formarse. (Sal. 37:29; Ecl. 1:4) Esto también excluiría la extensa quema del carbón o el petróleo, así como la fisión del uranio. Esto favorece en cambio el uso de fuentes de energía renovable. En Eclesiastés 1:5-7 se recalcan los ciclos de la naturaleza por medio de los cuales todo se conserva y renueva. La energía que el hombre use lógicamente debería estar garantizada por cosas que encajen con esos ciclos naturales, cosas que nunca se acaben. Note que en esos versículos de Eclesiastés se menciona específicamente al Sol, el viento y las corrientes de agua como cosas que están disponibles de continuo. (Note además Job 38:24-27.) Cada una de esas cosas puede usarse como fuente de energía que se renueva constantemente. Además, son cosas limpias. No contaminan los alrededores naturales. Las maneras de usarlas pueden combinarse armoniosamente con el paisaje.

      Otro punto que se debe considerar es que la explotación comercial de los recursos naturales con el fin de lucro no continuará al finalizar este sistema de cosas. El incentivo para desarrollar diversas fuentes de energía no será el amor al dinero, sino el amor al semejante. (1 Tim. 6:10; Mat. 22:39) Este principio dará un punto de vista completamente diferente a la conveniencia comparativa de varias fuentes de energía que existen bajo el presente sistema económico.

      Finalmente, y sobre todo, toda persona viva reconocerá que depende de Jehová para vida y para todas las cosas buenas que hacen deleitable la vida. Jehová es la Fuente fundamental de toda clase de energía, y esta fuente es infinita e inagotable. (Isa. 40:28-31) Como “Padre de las luces celestes,” él es el Creador del Sol, que provee luz y calor incesantemente como dádiva amorosa de Dios a la humanidad.—Sant. 1:17; Sal. 74:16.

      Jehová inventó el proceso nuclear que da al Sol su energía. Él lo entiende y controla perfectamente. Con anterioridad ha aprovisionado de energía al Sol para miles de millones de años. Antes de que se le acabe el combustible al Sol, Dios puede reponérselo tan fácilmente como nosotros nos quitamos una pieza de ropa vieja y nos ponemos una nueva. (Sal. 102:25, 26) No habría crisis en el uso de la energía solar.

      Porque Jehová es eterno, su promesa de vida eterna para sus súbditos obedientes no es promesa vacía. Él puede sostener su creación hasta tiempo indefinido, hasta para siempre. (Sal. 104:5) Bajo su beneficiosa gobernación, nunca tendremos que preocuparnos en cuanto a dónde hallar energía para el futuro.

  • Combustibles fósiles
    ¡Despertad! 1980 | 8 de julio
    • Combustibles fósiles

      AL PETRÓLEO y el carbón se les llama “combustibles fósiles” porque se cree que se formaron de los restos de plantas que crecieron hace muchísimo tiempo. Parece que el material orgánico de las plantas enterradas, protegido del oxígeno atmosférico que promovería la descomposición normal, se convirtió en hidrocarburos. La gran presión y las elevadas temperaturas bajo la superficie de la Tierra, operando a través de muchos milenios, son probablemente los factores esenciales en la formación del petróleo y el carbón.

      Los hidrocarburos varían grandemente en su contenido de hidrógeno. Donde más hay es en el metano, componente principal del gas natural. Hay menos hidrógeno en los complejos hidrocarburos líquidos que componen el petróleo, y hay menos todavía en el asfalto, que es sólido. Por último, en el carbón, todo el hidrógeno con la excepción de algún por ciento ha sido sacado de allí por temperaturas y presiones más extremas. Estas reacciones químicas deben haber estado teniendo lugar bajo tierra mucho tiempo antes de la creación del hombre.

      Si este entendimiento del origen del petróleo y el carbón es correcto, la energía que éstos contienen vino en primer lugar del Sol y fue fijada en compuestos orgánicos por fotosíntesis en las plantas verdes. Sin embargo, si la formación de estos combustibles continúa ahora, ciertamente no se está manteniendo al paso con el uso que el hombre da a éstos.

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