-
¿Recibe usted con aprecio la paciencia de Dios?La Atalaya 1977 | 1 de julio
-
-
¿Recibe usted con aprecio la paciencia de Dios?
“Jehová . . . es paciente para con ustedes porque no desea que ninguno sea destruido, sino desea que todos alcancen el arrepentimiento.”—2 Ped. 3:9.
1. (a) ¿Por qué apreciamos a las personas que son pacientes con nosotros? (Pro. 25:15) (b) ¿Qué resultado puede tener el que nos impacientemos con otros?
¿NO NOS alegramos cuando se nos trata con paciencia, cuando no se nos trata con severidad? Apreciamos el que otras personas tomen en consideración nuestros problemas y circunstancias, el que nos ayuden bondadosamente hasta donde les es posible. Hoy la vida está acompañada de una suficiencia de problemas sin que lo sometan a uno a presión innecesaria personas impacientes. Además, el impacientarnos nosotros mismos no haría más agradable nuestra vida. Más bien, estaríamos irritando a otros y haciendo más difícil el que ellos nos trataran con bondad. Nuestra impaciencia hasta podría perjudicar a personas a quienes acudimos por ayuda y estímulo.
2, 3. (a) ¿Qué convicción es importante para nosotros si queremos permanecer pacientes cuando vemos que la gente impía prospera? (Sal. 37:1-6: Heb. 11:6) (b) ¿Cómo muestra Eclesiastés 8:12, 13 que siempre es mejor ser una persona que teme a Jehová?
2 Pero ¿cómo puede uno permanecer paciente cuando ve injusticia y opresión, y cuando parece que la gente impía prospera? Se requiere fe. Sí, tenemos que estar convencidos de que Jehová Dios rectificará todas las cosas. Esto está en armonía con lo que observó y por inspiración registró el rey Salomón: “Aunque un pecador esté haciendo lo malo cien veces y continuando largo tiempo según le plazca, sin embargo también me doy cuenta de que les resultará bien a los que temen al Dios verdadero, porque le tuvieron temor. Pero de ninguna manera le resultará bien al inicuo, ni prolongará sus días que son como una sombra, porque no le tiene temor a Dios.”—Ecl. 8:12, 13.
3 Es posible que la justicia humana sea laxa y los criminales eviten el castigo aprovechando alguna escapatoria jurídica. Es posible que los desaforados crean que están ganando algo. Pero, como Salomón señaló, su maldad no produce ningún galardón. La vida de ellos pasa rápidamente, “como una sombra,” y de nada les sirve toda su sagacidad y toda su maquinación en cuanto a prolongarla. Por otra parte, a los que temen a Dios realmente no se les pone en desventaja. Conservan una conciencia limpia, les satisface hacer lo que saben que está bien y, hasta si mueren, tienen la esperanza de ser levantados a la vida. En fin de cuentas, ‘de veras les resulta bien a los que temen al Dios verdadero.’
4. Siempre que nos perturbamos por lo que vemos que sucede en el mundo, ¿qué debemos tener presente, según se pone de relieve en Génesis 6:5, 6 y Habacuc 1:13?
4 Además, los cristianos verdaderos hacen bien en tener presente que el desafuero que los está perturbando a ellos también está angustiando a Jehová Dios. Sabemos esto por lo que dice la Biblia acerca de su sentir con relación al mundo violento del tiempo de Noé. Leemos: “Vio Jehová que abundaba la maldad del hombre en la tierra y que toda inclinación de los pensamientos de su corazón era solamente mala todo el tiempo. Y sintió pesar Jehová por haber hecho hombres en la tierra, y se sintió herido en su corazón.” (Gén. 6:5, 6) Sí, Jehová sintió pesar por el hecho de que la humanidad se hubiese vuelto tan mala que él se viera obligado a destruirla. Le dolió intensamente el hecho de que la humanidad hubiese abusado de la vida que tenía y de las abundantes provisiones que él hizo para la existencia de ellos. Siglos después, el profeta Habacuc escribió de Jehová: “Tú eres de ojos demasiado puros para ver [con placer] lo que es malo; y mirar [con aprobación] a penoso afán no puedes.”—Hab. 1:13.
5. Según 2 Pedro 3:9, ¿por qué ha ejercido paciencia de Jehová?
5 No obstante, el Dios Todopoderoso ha tolerado con paciencia a la humanidad rebelde. ¿Por qué? “No es lento Jehová respecto a su promesa, según lo que algunos consideran lentitud, sino que es paciente para con ustedes porque no desea que ninguno sea destruido, sino desea que todos alcancen el arrepentimiento.” (2 Ped. 3:9) Note que la paciencia de Dios ha sido para provecho de los cristianos, pues el apóstol Pedro se dirigió a compañeros creyentes con las palabras: “es paciente para con ustedes.” ¿Qué significado exacto encierra esto?
6. ¿Por qué se puede decir que la paciencia de Jehová ha sido para provecho de los cristianos verdaderos?
6 El apóstol manifestó que lo que algunas personas interpretaban como lentitud por parte de Dios debería considerarse desde un punto de vista enteramente diferente. El hecho de que el día de la venganza de Jehová no haya venido todavía demuestra que él ama a la humanidad, que él quiere que la gente viva, no que muera. En un tiempo los cristianos eran incrédulos y, por consiguiente, no tenían una posición aprobada delante de él. Si el Altísimo hubiese ejecutado su juicio contra el mundo impío entonces, ellos, también, habrían perecido. De modo que la paciencia de Dios ha obrado a favor de la salvación de los cristianos, así como hace accesible a todos la oportunidad de alcanzar salvación. ¿No deberíamos agradecer el que así haya sucedido?
7. (a) ¿Será indefinidamente paciente Jehová para con la humanidad desobediente? (Isa. 55:6, 7; Sof. 2:2, 3) (b) ¿Qué prueba que estamos viviendo en los “últimos días”? (c) ¿Por qué, especialmente, tenemos que ejercer paciencia?
7 Por supuesto, rápidamente se está acercando el tiempo en que Jehová Dios le pondrá fin al presente ‘día de oportunidad’ que les permite a los que ahora viven entrar en una relación aprobada con él. (2 Cor. 6:2) La profecía bíblica y la cronología bíblica señalan que el tiempo desde 1914 E.C., con su delito y violencia, guerras, escaseces de alimento, terremotos, temor y desasosiego en aumento, constituye los “últimos días” de este mundo impío. (Mar. 13:3-37; Luc. 21:7-36; 2 Tim. 3:1-5) Mientras este sistema continúe en sus “últimos días,” los cristianos tienen que seguir ejerciendo paciencia, esperando con confianza que Jehová Dios traiga alivio por medio de su Hijo Jesucristo. (2 Tes. 1:6-9) Esto es así porque estos “últimos días” continuarán siendo “tiempos críticos, difíciles de manejar.”—2 Tim. 3:1.
LOS PROFETAS COMO MODELOS DE PACIENCIA
8. ¿Al ejemplo de paciencia de quiénes señaló el discípulo Santiago, y a qué pregunta pudiera dar lugar esto?
8 Por lo tanto, especialmente ahora, es necesario que saquemos estímulo del ejemplo de paciencia que pusieron antiguos siervos de Dios. “Hermanos,” escribió el discípulo Santiago, “tomen por modelo de sufrir el mal y de ejercer paciencia a los profetas, que hablaron en el nombre de Jehová.” (Sant. 5:10) ¿A qué se enfrentaron, precisamente, estos profetas, y por qué?
9. (a) ¿Qué clase de respuesta recibieron de sus coterráneos los profetas? (b) ¿Por qué continuaron mostrando paciencia para con los israelitas por muchos años?
9 Con frecuencia los profetas descubrieron que sus compañeros israelitas rehusaban prestarles atención e insistían en continuar en sus propios caminos de desafuero. La Biblia suministra el siguiente resumen de la situación en Israel y Judá: “Jehová siguió advirtiendo a Israel y Judá por medio de todos sus profetas y todo hombre de visiones, diciendo: ‘Vuélvanse atrás de sus malos caminos y guarden mis mandamientos, mis estatutos, conforme a toda la ley que les mandé a sus antepasados y que les he enviado a ustedes por medio de mis siervos los profetas’; y ellos no escucharon.” (2 Rey. 17:13, 14) Sin embargo, a pesar de aquella actitud de no responder que la gente desplegaba, profetas como Isaías, Jeremías y Miqueas sirvieron fielmente por décadas. Se interesaban en el bienestar de su coterráneos, pues comprendían que el obrar en armonía con las advertencias proféticas significaba vida.
10. ¿Qué clase de sufrimiento experimentaron los profetas durante el reinado del rey Acab?
10 El que la gente en general no prestara atención no fue el único obstáculo al cual tuvieron que enfrentarse pacientemente los profetas. A muchos se les vilipendió, se les maltrató físicamente y hasta se les mató. En tiempos del rey israelita Acab, por ejemplo, todo profeta de Jehová que pudo prender su reina Jezabel, que adoraba a Baal, fue ejecutado. Otro centenar de ellos, que recibieron ayuda de Obadías, quien temía a Dios, escaparon por medio de esconderse en cuevas. (1 Rey. 18:4, 13) Durante aquel mismo tiempo, Jehová, debido a lo que tenía pensado para Elías, protegió a este profeta suyo para que no cayese en manos de Acab. (1 Rey. 18:10-12) Más tarde, hasta Elías huyó de Jezabel para salvarse la vida. (1 Rey. 19:2, 3) Pero Jehová Dios lo envió inmediatamente de regreso al país para que continuara su obra profética. (1 Rey. 19:9, 15-18) En otra ocasión el rey Acab mandó que Micaya el profeta de Jehová fuese echado en prisión con una ración reducida de alimento y bebida. ¿Por qué? Porque Micaya había declarado con veracidad la palabra de Jehová.—1 Rey. 22:26, 27.
11. ¿A qué sufrimiento se enfrentó Jeremías durante sus muchos años de profetizar?
11 Jeremías fue otro profeta que aguantó mucho. Hombres de su propia ciudad natal, Anatot, lo amenazaron de muerte. (Jer. 11:21) En cierta ocasión una chusma, en la cual había sacerdotes y falsos profetas, prendió al profeta en la zona del templo y lo amenazó de muerte. (Jer. 26:8-11) La Biblia informa que el comisionado del templo, el sacerdote Pasur, lo “golpeó.” Esto quizás quiere decir que Pasur ordenó que se golpeara al profeta. Ante el hecho de que un funcionario de puesto tan encumbrado tomara la delantera en maltratar a Jeremías, la demás gente debe haberse envalentonado para amontonar insultos, burla y maltrato sobre el profeta. Luego, como si fuera un criminal, Jeremías fue puesto en el cepo por una noche. (Jer. 20:2, 3, 7, 8) Arrestado bajo la falsa acusación de haberse pasado a los caldeos, Jeremías fue encarcelado en la “casa de grillos” bajo condiciones tan malas que su vida estuvo en peligro. Apeló al rey Sedequías, quien después de eso hizo que fuera puesto bajo custodia en el Patio de la Guardia. (Jer. 37:11-16, 20, 21) Más tarde, Sedequías, cediendo a las demandas de los príncipes, puso en manos de ellos a Jeremías. Estos príncipes trataron de matar al profeta echándolo en una cisterna enfangada.—Jer. 38:5, 6.
12. ¿Qué revela Jeremías 38:20 y Jer. 8:21-9:1 en cuanto al ejercicio de paciencia por Jeremías?
12 Verdaderamente, Jeremías sufrió mucho mal a manos de sus coterráneos. Pero continuó ejerciendo paciencia, sin amargarse para con ellos. Por ejemplo, después que el rey Sedequías lo hubo entregado a los príncipes que querían matarlo, el profeta mostró interés en el bienestar de aquel débil monarca. Jeremías le rogó: “Obedece, por favor, la voz de Jehová en lo que te estoy hablando, y te irá bien, y tu alma continuará viviendo.” (Jer. 38:20) Antes, al reflexionar en el terrible juicio que les vendría a Judá y Jerusalén, Jeremías no había expresado sentimientos de venganza, sino de pesar. Dijo: “Por el quebranto de la hija de mi pueblo he quedado desbaratado. Me he entristecido. Pasmo absoluto se ha apoderado de mí. ¿No hay bálsamo en Galaad? ¿O no hay sanador allí? ¿Por qué es, entonces, que no ha subido el recobro de la hija de mi pueblo? ¡Oh que mi cabeza fuera aguas, y que mis ojos fueran fuente de lágrimas! Entonces pudiera llorar día y noche por aquellos de la hija de mi pueblo que fueron muertos violentamente.” (Jer. 8:21-9:1) ¡Qué paciencia, qué amor, desplegó Jeremías para con su pueblo, los israelitas!
13. ¿Qué muestra que los profetas se angustiaron por las condiciones que vieron? (Jer. 5:3, 4)
13 Sin embargo, jamás debemos olvidar que Jeremías y los otros fieles profetas percibían intensamente las terribles injusticias y opresión que se llevaban a cabo en el país. Anhelaban que hubiera alivio. El profeta Habacuc, por ejemplo, se sintió impelido a exclamar: “¿Por qué es que me haces ver lo que es perjudicial, y sigues mirando simple penoso afán? ¿Y por qué hay expoliación y violencia enfrente de mí, y por qué ocurre la riña, y por qué se lleva la contienda? Por lo tanto la ley se entumece, y la justicia nunca sale. Porque el inicuo rodea al justo, por esa razón la justicia sale torcida.”—Hab. 1:3, 4.
14. Aunque los fieles profetas deseaban alivio de las condiciones malas, ¿qué no hicieron tocante a Jehová y su mensaje? (Jer. 20:9; Miq. 3:8)
14 Sin embargo, los fieles profetas no permitieron que sus deseos personales de que hubiera alivio los llevaran a impacientarse con Jehová o dejar de proclamar su mensaje. Mientras Jehová ejerciera paciencia con un propósito, ellos estaban dispuestos a aguantar vituperio mientras proclamaban su mensaje: “Vuélvanse, vuélvanse de sus malos caminos, pues ¿por qué es que deberían morir, oh casa de Israel?”—Eze. 33:11.
LOS EXCELENTES EJEMPLOS DE PACIENCIA DEBEN INCITARNOS A ACCIÓN
15. ¿Por qué tenemos mayor razón todavía que los profetas hebreos para ser pacientes?
15 No hay duda de que si los profetas hebreos de la antigüedad pudieron ser tan pacientes al enfrentarse a grandes penalidades, nosotros tenemos mayor razón todavía para ser pacientes. ¿Por qué? Por lo mucho más que tenemos en comparación con lo que tuvieron los profetas. Con fe, los profetas estuvieron a la expectativa de la venida del Mesías, pero sabían que no estarían vivos para ver aquel grandioso acontecimiento. Jesucristo les dijo a los judíos: “En verdad les digo: Muchos profetas y hombres justos desearon ver las cosas que ustedes contemplan y no las vieron, y oír las cosas que ustedes oyen y no las oyeron.” (Mat. 13:17) Muchas de las cosas que los profetas esperaban con fe se cumplieron hace siglos. Además, muchas personas que viven hoy han presenciado personalmente el cumplimiento de más profecías. (Rev. 6:1-8; 17:8) Al dar su vida en sacrificio, Jesucristo suministró una garantía inmutable de que todas las promesas de Dios se cumplirán. (2 Cor. 1:20, 21) A diario vemos evidencia de que estamos viviendo en el “tiempo del fin.” (Dan. 11:40-43; 12:1, 4; Mat. 24:7-14) Por consiguiente, este estímulo que dio Jesucristo nos aplica: “Levántense erguidos y alcen sus cabezas, porque su liberación se acerca.” (Luc. 21:28) Sí, pronto el Hijo de Dios como “Rey de reyes y Señor de señores” obrará contra los impíos y traerá alivio bienvenido de todo sufrimiento y opresión.—Rev. 19:11-21.
16. ¿Cómo podemos demostrar que apreciamos la paciencia de Jehová para con nosotros?
16 ¿No deberíamos aguardar con paciencia ese gran día, especialmente cuando se ha acercado tanto? ¿No debería ser nuestro deseo ayudar a tantas personas como sea posible a aprender el camino de salvación de Dios? Y cuando se trata de las faltas de otros, ¿no deberíamos estar dispuestos a tolerarlas con paciencia? Si apreciamos sinceramente el que la paciencia de Dios haya querido decir salvación para nosotros, desde el corazón nos sentiremos incitados a hacer eso.
EL PRECIOSO FRUTO DE LA PACIENCIA
17. ¿Qué ilustración que se encuentra en Santiago 5:7, 8 muestra que el ejercer paciencia es esencial si queremos ver fruto excelente?
17 El que continuemos ejerciendo paciencia, imitando así a los fieles profetas, puede resultar en que veamos excelente fruto. Esto queda manifiesto por lo que escribió el discípulo Santiago: “Ejerzan paciencia . . . , hermanos, hasta la presencia del Señor. ¡Miren! El labrador sigue esperando el precioso fruto de la tierra, aguardándolo con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la lluvia tardía. Ustedes también ejerzan paciencia; hagan firme su corazón.”—Sant. 5:7, 8.
18. Aunque el labrador no puede apresurar la lluvia ni el crecimiento de las siembras, ¿qué puede hacer mientras está a la expectativa de una cosecha?
18 El labrador no puede hacer nada para apresurar la lluvia ni el crecimiento de sus siembras. Puede efectuar su trabajo como agricultor industrioso al preparar la tierra, sembrar la semilla y cuidar el campo cultivado. Pero no tiene ningún control sobre las lluvias, ni puede cambiar las leyes fijas del Creador relacionadas con el crecimiento de sus siembras. Al esperar él en circunstancias que no puede cambiar, al esperar en armonía con las leyes de Jehová, se le llama ‘ejercer paciencia.’ Con el tiempo, a medida que el labrador continúa haciendo cuanto puede, las plantas crecen y hay fruto.
19. ¿Cómo entra en el cuadro la paciencia cuando se trata de producir fruto en forma de discípulos genuinos?
19 Así sucede hoy con relación a los cristianos verdaderos. Nuestra responsabilidad es proclamar a otros las “buenas nuevas” y enseñar la Palabra de Dios a las personas que muestran interés. (1 Cor. 9:16; Mat. 28:19, 20) Pero, por nuestra ingeniosidad o métodos que pudiéramos idear, no podemos producir ni acelerar el crecimiento espiritual. Para esto, tenemos que esperar en Jehová mientras pacientemente hacemos lo que nos corresponde, obrando en plena armonía con su Palabra. El apóstol Pablo aclaró esto cuando escribió: “Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndolo crecer; de modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que lo hace crecer. Ahora bien, el que planta y el que riega uno son, pero cada persona recibirá su propio galardón según su propia labor. Porque somos colaboradores de Dios.” (1 Cor. 3:6-9) Jehová Dios no dejará de hacer lo que le corresponde. Por lo tanto, resultemos ser fieles colaboradores suyos, mostrando así que recibimos con aprecio la paciencia de Jehová para con nosotros. Entonces, ¡qué felices seremos al ver que algo de lo que hemos plantado y regado alcanza crecimiento cristiano completo! Sí, habrá fruto en forma de discípulos genuinos, de Jesucristo.
-
-
Continúe siendo pacienteLa Atalaya 1977 | 1 de julio
-
-
Continúe siendo paciente
“Es por Jehová que me mantendré vigilante. Ciertamente mostraré una actitud de espera por el Dios de mi salvación. Mi Dios me oirá.”—Miq. 7:7.
1. ¿Qué excelentes beneficios han sido resultado de que Jehová haya ejercido paciencia?
LA PACIENCIA ciertamente produce ricos dividendos. Dios, al ejercer paciencia, le ha hecho accesible a la humanidad la magnífica oportunidad de adquirir vida eterna como siervos aprobados suyos. (Juan 17:3; 2 Ped. 3:9; 1 Tim. 2:3, 4) Ha suministrado a los individuos tiempo para que aprendan acerca de sus requisitos y empiecen a amoldarse a éstos. Muchos han procedido así. Como resultado de ello, estas personas aun ahora disfrutan de una vida significativa, y evitan las frustraciones y dificultades con las que se topan las personas que pasan por alto las normas justas de Dios.
2. Si ejercemos paciencia al tratar con otros, ¿de qué manera sacamos provecho ahora?
2 En el nivel individual, también, es remunerador ejercer paciencia. La persona paciente no se permite a sí misma inquietarse rápidamente y, por consiguiente, es menos probable que actúe con imprudencia. Así conserva una buena conciencia y evita el reñir y pelear innecesariamente. También hay beneficio para la salud en esto. Un proverbio bíblico dice: “Un corazón calmado es la vida del organismo de carne.” (Pro. 14:30) La tranquilidad y la paciencia, aun ante circunstancias penosas, fomentan el bienestar de todo el cuerpo. Por otra parte, las preocupaciones e irritaciones continuas son como una enfermedad que puede debilitar la estructura humana. Tomando en cuenta los beneficios que provienen de mostrar paciencia, sin falta debemos querer desplegar esta excelente cualidad.
3. ¿Por qué debemos considerar como obligación el ser pacientes con otros?
3 Todavía hay otra buena razón para ser pacientes. Debemos considerar esto como obligación. ¿Por qué? Note el principio que declaró Jesucristo: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos.” (Mat. 7:12) Ahora bien, ¿no deseamos que los hombres sean pacientes con nosotros? Apreciamos cuando otros nos prestan atención pacientemente con relación a asuntos importantes. Nos causa placer asociarnos con los que pacientemente nos explican cosas que no entendemos. Se nos hace mucho más fácil tratar con personas que están dispuestas a pasar por alto nuestras faltas menores, que son pacientes con nosotros a pesar de nuestras repetidas fallas. Entonces, ¿no son estos aspectos también campos en los cuales debemos desear ejercer paciencia?
4. ¿Qué razón principal debemos tener para querer ser pacientes?
4 Para nosotros los cristianos, la razón más fuerte para que deseemos ser pacientes debe ser nuestro deseo de agradar a Jehová Dios. Puesto que él es paciente, se nos pide que lo imitemos en ese sentido. La Biblia nos insta: “Háganse imitadores de Dios, como hijos amados.” (Efe. 5:1) Pero ¿qué nos ayudará a reflejar a mayor grado la paciencia de Dios?
RECONOZCA LA GRAVEDAD DE SER IMPACIENTE
5. ¿Con qué rasgo indeseable asocia Eclesiastés 7:8 la impaciencia, y cómo puede manifestarse esto?
5 El tomar como cosa de poca importancia el indebido despliegue de impaciencia es cosa que debemos evitar. Dice la Biblia: “Mejor es el que es paciente que el que es altivo de espíritu. No te des prisa en tu espíritu a sentirte ofendido, porque el ofenderse es lo que descansa en el seno de los estúpidos.” (Ecl. 7:8, 9) Note que aquí se establece un contraste entre la persona paciente y la que es altiva, orgullosa. La persona orgullosa pudiera razonar así: ¿Por qué debería yo de tener que tolerar irritaciones y molestias que otros causan por su estupidez y egoísmo? ¿Quién se creen que soy? Además, el altivo está presto a tomar todo asunto personalmente y criticar duramente a todo el que lo corrige. Abriga resentimiento, y mantiene ese resentimiento cerca de él como si fuera en su propio “seno.”
6. ¿Por qué se puede decir que el altivo e impaciente también es ‘estúpido’?
6 Verdaderamente esa persona es ‘estúpida.’ Su prisa en ofenderse resulta en palabras o acciones imprudentes, para su propio perjuicio y el de otros. También está desequilibrada en la manera en que se ve a sí misma. Esto lo hace patente el consejo del apóstol Pablo en Romanos 12:3: “Digo a cada uno que está allí entre ustedes que no piense más de sí mismo de lo que es necesario pensar; sino que piense de tal modo que tenga juicio sano.” Además, la persona que permite que la altivez y la impaciencia la dominen puede poner en peligro su posición ante Jehová Dios. ¿Por qué? “Porque Dios se opone a los altivos, pero da bondad inmerecida a los humildes.”—1 Ped. 5:5.
7. ¿Debemos atribuir toda la impaciencia al orgullo? ¿Por qué, o por qué no?
7 Por supuesto, no toda forma de impaciencia está arraigada en el orgullo. Por ejemplo, pudiera suceder que una familia tuviera una cita para comer a una hora específica en el hogar de unos amigos. El padre y la madre quizás estuvieran listos para salir con bastante tiempo para llegar allí sin apresurarse. Sin embargo, la hija, por no estar entusiasmada en cuanto a ir, o por alguna otra razón, quizás se haya demorado en cuanto a hacer los preparativos necesarios para salir. Por lo tanto, los padres quizás la insten a prepararse más rápidamente para no llegar tarde. Ninguna impaciencia que reflejaran en su tono de voz pudiera atribuirse a orgullo. Lo que pudiera ser es que les hubiera agitado el que su hija no mostrara consideración, y les preocupara el efecto perturbador que podría tener en sus anfitriones el que ellos llegaran tarde. Esto también ilustra la importancia de evitar situaciones que pudieran suministrar razones válidas para que otros se impacientaran con nosotros. Aquí, también, aplica el principio: “Así como quieren que los hombres les hagan a ustedes, hagan de igual manera a ellos.”—Luc. 6:31.
8. ¿Qué aprendemos de 1 Samuel 13:3-14 acerca del peligro de la impaciencia?
8 De modo que, aunque pudiera haber razón justa para impacientarse a veces, es preciso que reconozcamos la gravedad de la impaciencia que brota del orgullo o que puede hacer que obremos con imprudencia. El caso del rey Saúl ilustra bien el peligro de permitir que la impaciencia nos venza. Después que Jonatán el hijo de Saúl derribó la guarnición de los filisteos en Gueba, los filisteos, en represalia, reunieron una fuerza poderosa y acamparon en Micmas. En el ínterin Saúl estaba en Guilgal en el valle del Jordán, esperando al profeta Samuel. Cuando el profeta no llegó a la hora esperada, Saúl se impacientó. Temió que los filisteos vinieran contra él antes de poder asegurarse la ayuda de Jehová por medio de ofrecer un sacrificio quemado. También, tomando en cuenta el hecho de que sus hombres estaban desertando de él, se preocupó en cuanto a toda demora adicional que pudiera resultar en que perdiera todo el ejército. Cediendo a la impaciencia, Saúl presuntuosamente prosiguió con el sacrificio, no prestando atención al mandato de Jehová, dado por medio de Samuel, de esperar. Poco después llegó Samuel. (1 Sam. 13:3-12) Aquel único acto imprudente tuvo consecuencias graves. Samuel le dijo a Saúl: “Has obrado tontamente. No has guardado el mandamiento de Jehová tu Dios que él te mandó, porque, si lo hubieses guardado, Jehová hubiera hecho firme tu reino sobre Israel hasta tiempo indefinido. Y ahora tu reino no durará.” (1 Sam. 13:13, 14) ¡Considere eso! La impaciencia de Saúl, que resultó en un acto pecaminoso, fue una de las razones principales por las cuales Jehová quitó la gobernación real de su línea de descendencia. De modo que nunca debemos dar menos de la debida importancia a la dificultad que puede acarrearnos la impaciencia indebida.
APRENDA DEL EJEMPLO DE JEHOVÁ
9. (a) ¿Cómo aclara la ilustración de Jesús acerca de los dos esclavos y sus deudas una relación entre el perdón y la paciencia? (b) ¿Qué no podemos esperar que Jehová haga por nosotros si nos impacientamos y nos mostramos faltos de misericordia para con nuestros hermanos?
9 A menudo el que seamos pacientes incluye estar dispuestos a perdonar las transgresiones que otros cometen contra nosotros. Tocante a esto, el que reflexionemos en el ejemplo de perdonar de Jehová puede ayudarnos considerablemente a se pacientes con nuestros congéneres. Una ilustración que dio Jesucristo recalca muy enérgicamente este punto. El apóstol Pedro había planteado la pregunta: “¿Cuántas veces ha de pecar contra mí mi hermano y he yo de perdonarle? ¿Hasta siete veces?” Jesús contestó: “No te digo: Hasta siete veces, sino: Hasta setenta y siete veces.” Entonces relató la ilustración de dos esclavos. Uno de éstos le debía al rey 60.000.000 de denarios. Cuando llegó la hora de ajustar cuentas, este esclavo suplicó: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.” Enternecido, el rey canceló toda la deuda. Pero luego este esclavo abordó a un coesclavo y le exigió que le pagara una deuda de 100 denarios. Ese esclavo suplicó: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré.” Pero el esclavo que había tenido una deuda mucho mayor que le había sido cancelada no quiso ser paciente. Hizo echar en prisión a su coesclavo. Al oír esto, el rey cambió de parecer e hizo encarcelar al esclavo impaciente y falto de misericordia. Al aplicar la ilustración, Jesús dijo: “Del mismo modo también tratará mi Padre celestial con ustedes si no perdonan de corazón cada uno a su hermano.”—Mat. 18:21-35.
10. ¿Cómo debemos considerar las faltas de nuestros hermanos a la luz de que Dios ha perdonado nuestros pecados?
10 En comparación con la gran deuda de pecado que Jehová Dios nos ha perdonado con el sacrificio de su Hijo como fundamento, cualquier transgresión que un hermano cristiano cometa contra nosotros es realmente pequeña. De modo que si él está arrepentido, ¿qué derecho tenemos para impacientarnos con él o desear que sufra por lo que haya hecho contra nosotros?
11. (a) ¿Qué estuvo dispuesto a hacer Jehová para suministrar el fundamento para perdonar los pecados de la humanidad? (Rom. 5:6-8) (b) ¿Cómo debe afectarnos el ejemplo de Dios al suministrar un sacrificio propiciatorio? (1 Juan 4:11)
11 Jamás debemos perder de vista el hecho de que el fundamento por el cual Jehová Dios concede perdón lo suministró a gran costo para sí mismo. Él amaba intensamente a su Hijo. Jesucristo mismo dijo: “El Padre le tiene cariño al Hijo.” (Juan 5:20) Sin embargo, el Altísimo estuvo dispuesto a darlo por el mundo de la humanidad como “sacrificio propiciatorio” por nuestros pecados. (Juan 3:16; 1 Juan 2:2) Ningún ser humano jamás ha sacrificado tanto al suministrar un fundamento para restaurar buenas relaciones con alguien que haya pecado contra él. ¡Qué superlativo ejemplo ha puesto Jehová para estimularnos a ser pacientes para con los que pequen contra nosotros!
ACTITUD CORRECTA PARA CON OTROS
12. (a) ¿Qué lección acerca de nuestros hermanos podemos sacar de Romanos 12:4-8 y 1 Corintios 12:14-26, y cómo puede ayudarnos esto a ser pacientes con ellos? (b) ¿Cómo puede ayudarnos a ser pacientes el consejo de Filipenses 2:3?
12 También ayuda a cultivar paciencia la actitud correcta para con otros. Es preciso que tomemos en consideración que la gente y las circunstancias varían. Por ejemplo, hay quienes pueden ser lentos para entender las cosas, pero otras personas pueden comprender muy rápidamente instrucciones detalladas. ¡Sin embargo, esto no hace que las personas que son lentas o más metódicas sean inferiores! Bien pudiera ser que sobresalieran en otros aspectos de la vida... en bondad, amigabilidad y generosidad. Por eso, hacemos bien al considerar a las personas en su totalidad. El consejo del apóstol Pablo a los filipenses es sumamente apropiado: Consideren “que los demás son superiores a ustedes.” (Fili. 2:3) Es cierto que ningún ser humano imperfecto tiene todas las cualidades deseables. Si uno es humilde, inmediatamente verá que otros sobresalen en campos donde uno es débil y que uno, también, puede hacerles perder la paciencia a los demás a veces.
13. ¿Qué demuestra que Jesús fue paciente al tratar con sus apóstoles?
13 Jesucristo ciertamente demostró precisamente lo que significa tener la actitud correcta para con otros. Pacientemente toleró a sus apóstoles... sus mezquinas rivalidades y su lentitud en cuanto a comprender. Nunca perdió la calma al tratar con ellos. Más bien, con paciencia ilustró lecciones que él quería que aprendieran. (Mar. 9:33-37; Juan 13:5-17) No tenemos ningún registro de que Jesucristo alguna vez increpara ásperamente a sus asociados. ¡Qué excelente sería que imitáramos su ejemplo perfecto!
ANUENCIA PARA ESPERAR
14. Cuando se trata de responsabilidad de congregación, ¿por qué pudieran impacientarse algunos hermanos?
14 Sin embargo, no son solo las faltas de otros o sus limitaciones lo que puede imponer una prueba a nuestra paciencia. Con frecuencia es asunto de estar anuentes a esperar hasta que suceda lo que deseamos. La cuestión es: ¿Seremos impacientes como un niño que lo quiere todo inmediatamente, o estaremos dispuestos a esperar pacientemente hasta el tiempo apropiado? Usted posiblemente sea un hermano en la congregación cristiana. Porque no es siervo ministerial, ¿le parece difícil esperar hasta cuando verdaderamente haya sido ‘probado en cuanto a aptitud’? (1 Tim. 3:10) Si ha sido siervo ministerial quizás por un año más o menos, ¿le parece que ya es hora de que se le considere para recomendación como anciano, o está usted dispuesto a esperar, empleando bien su tiempo para obtener un más profundo y mejor entendimiento de la Palabra de Dios y demostrando que es cooperativo, confiable, considerado y que está plenamente dedicado al servicio de Jehová?
15. (a) ¿Por qué exige también sobrio autoexamen el deseo de uno de que se le confíe responsabilidad? (Sant. 3:1, 2) (b) ¿Qué pudiera preguntarse el hermano que deseara participar en pastorear el rebaño?
15 Por supuesto, es digno de encomio el que los hermanos ‘hagan esfuerzos’ por obtener mayor responsabilidad. El apóstol Pablo escribió: “Esa declaración es fiel. Si algún hombre está haciendo esfuerzos por obtener un puesto de superintendente, está deseoso de una obra excelente.” (1 Tim. 3:1) Sin embargo, con la responsabilidad se exige más de uno. Jesucristo declaró la regla: “A todo aquel a quien se le dio mucho, mucho se le exigirá.” (Luc. 12:48) Por consiguiente, si usted desea mayor responsabilidad, primero debe examinar si su vida como cristiano podría llegar a estar bajo escrutinio más cuidadoso por parte de otros miembros de la congregación sin que surgieran cuestiones en cuanto a la clase de ejemplo que usted está poniendo. También puede preguntarse: ¿Deseo yo realmente servir a mis hermanos? ¿Tengo la sabiduría y la perspicacia piadosas necesarias para juzgar asuntos que tengan que ver con la vida de otros? ¿Podría dar sano consejo bíblico que ayudara a otros en sus problemas personales y de familia? ¿Realmente me consideran otros como “anciano” en virtud de mi experiencia en el vivir cristiano? Este autoexamen sobrio puede tranquilizar toda tendencia hacia la impaciencia. Puede grabar en usted la importancia de esperar con paciencia hasta el tiempo en que verdaderamente pueda servir bien a sus hermanos.
16. ¿Cómo podrían ayudar las palabras del apóstol Pablo en 1 Timoteo 5:22, 24, 25 a que un hermano esperara humilde y pacientemente hasta que otros pudieran ver que califica para responsabilidades mayores?
16 También le puede ayudar a considerar la responsabilidad de peso que recae en los ancianos que recomiendan a los hermanos para que sirvan de superintendentes. El apóstol Pablo aconsejó a Timoteo: “Nunca impongas las manos apresuradamente a ningún hombre; ni seas partícipe de los pecados ajenos; consérvate casto.” (1 Tim. 5:22) Si Timoteo no se asegurara de que la persona nombrada realmente cumpliera con los requisitos bíblicos, tomaría sobre sí cierta responsabilidad por cualesquier males que cometiera el hombre no calificado. Lo mismo aplica hoy día. Por eso, ¿por qué no esperar humilde y pacientemente hasta el tiempo en que otros puedan ver sus obras excelentes? Recuerde, tal como con el tiempo los males salen a la luz, así, también, las obras excelentes no permanecen ocultas. El apóstol Pablo le señaló esto a Timoteo cuando escribió: “Los pecados de algunos hombres son públicamente manifiestos, conduciendo directamente al juicio, mas en cuanto a otros hombres sus pecados también se hacen manifiestos más tarde. De la misma manera también las obras excelentes son públicamente manifiestas y las que no lo son no pueden mantenerse escondidas.”—1 Tim. 5:24, 25.
17. ¿Qué actitud del profeta Miqueas debemos procurar cultivar, y en qué campos de la vida debemos querer ser pacientes?
17 En realidad, en todo aspecto de la vida, debemos desear prestar atención al estímulo bíblico que dice: “Espere . . . a Jehová desde ahora y hasta tiempo indefinido.” (Sal. 131:3) No nos impacientemos porque el gran día de Dios para la ejecución de juicio no haya llegado todavía. Al contrario, nuestro deseo debería ser expresar la clase de confianza que expresó Miqueas: “Es por Jehová que me mantendré vigilante. Ciertamente mostraré una actitud de espera por el Dios de mi salvación. Mi Dios me oirá.” (Miq. 7:7) Además, continuemos mostrando paciencia para con todos, perdonando sus transgresiones leves contra nosotros y tomando en consideración sus limitaciones y circunstancias. Sí, nunca permitamos que la impaciencia, aunada al orgullo, ponga en peligro la relación que tenemos con nuestro paciente Dios, Jehová.
-