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  • La vida en la antigua Éfeso
    La Atalaya 1977 | 1 de noviembre
    • monarcas y pueblos extranjeros depositaban dinero en el templo, y estos fondos se prestaban. Por consiguiente, con este edificio estaba enlazada una empresa bancaria. También, los criminales podían hallar asilo dentro de una zona que se extendía unos 180 metros hacia afuera alrededor del templo, aunque la distancia varió en diferentes períodos. Por lo tanto, una aldea de ladrones, asesinos y otros violadores de la ley brotó en torno de esta ‘maravilla del mundo.’

      No obstante, afluían peregrinos al templo de Artemis, tal como multitudes van a Roma y La Meca hoy día. ¡Sí; durante el mes de Artemision (marzo-abril), centenares de miles de visitantes de toda el Asia Menor se apiñaban en la ciudad! Un rasgo notable de las festividades era una jubilosa procesión religiosa durante la cual había un desfile en el cual se cargaba una imagen de Artemis. Uno casi puede imaginarse a sus devotos llevando una estatua de la diosa y clamando: “¡Grande es Artemis de los efesios!” (Compare con Hechos 19:34.) Incidentalmente, la pala del arqueólogo ha desenterrado monedas que tienen representaciones del templo de Artemis con su imagen dentro.

      Para el residente de término medio, entonces, la vida en la antigua Éfeso era activa. Además de las actividades cotidianas, probablemente se absorbía en las procesiones religiosas. Quizás estuviera presenciando espectáculos en el estadio. O quizás el hombre y toda su familia pasaban horas en el teatro. También pudiera ser que fueran aficionados a las prácticas ocultas, pues Éfeso era extensamente conocida por las artes de magia. De hecho, escritores griegos y romanos llamaban “escritos efesios” a libros o rollos que contenían fórmulas mágicas.

      EL CRISTIANISMO LLEGA A ÉFESO

      Ahora, vamos a concentrar nuestra atención en el primer siglo E.C. Las cosas iban a cambiar para algunos residentes de Éfeso. Probablemente fue en 52 E.C. cuando el apóstol cristiano Pablo llegó a la ciudad con Aquila y Priscila y empezó a predicar en la sinagoga judía. Pablo se fue pronto, pero regresó posteriormente a Éfeso, probablemente en el invierno de 52/53 E.C. Esta vez el apóstol enseñó en la sinagoga por tres meses. Surgió oposición y él dirigió a los que se habían hecho creyentes al auditorio escolar de Tirano, donde el apóstol habló diariamente por dos años. ¿El resultado? Se nos dice en la Escritura: “Todos los que habitaban en el distrito de Asia oyeron la palabra del Señor, tanto judíos como griegos.”—Hech. 18:18-21; 19:1-10.

      El ministerio de Pablo estuvo acompañado de curaciones milagrosas y expulsión de demonios. Muchos efesios se hicieron creyentes en Jehová Dios y Jesucristo. Además, un esfuerzo sin éxito de exorcismo por los siete hijos de Esceva despertó considerable interés, y ex-practicantes de magia abrazaron la adoración verdadera y quemaron sus libros.—Hech. 19:11-20.

      Puesto que muchos efesios dejaron la adoración de Artemis, Demetrio el platero realmente se excitó. Él y sus compañeros artífices lograban “no poca ganancia” de la hechura de “templetes de Artemis.” Demetrio dijo a sus colaboradores que la predicación de Pablo amenazaba la ocupación de ellos y también ponía en peligro la adoración de la diosa. Aquellos hombres indudablemente se oponían a que el apóstol continuara haciendo discípulos cristianos y mermando el negocio de ellos. ¡Sí; era posible que todos aquellos peregrinos empezaran a irse a otra parte! Aquel glorioso templo y la diosa misma podrían llegar a ser estimados como nada. Entonces ¿qué le sucedería al negocio de hacer “en plata templetes de Artemis”?—Hech. 19:23-27.

      Sea como fuere, Demetrio logró hacer que la ciudad se alborotara. Esto culminó en un tumulto de dos horas en el teatro. Después de acallar a la muchedumbre desordenada, el registrador de la ciudad preguntó: “Varones de Éfeso, ¿quién verdaderamente hay de la humanidad que no sepa que la ciudad de los efesios es la guardiana del templo de la gran Artemis y de la imagen que cayó del cielo?” Esto muestra que los efesios creían que poseían una imagen de Artemis que tenía origen celestial. Algunos teorizan que lo que “cayó del cielo” fue un meteorito, que después recibió una forma casi humana y fue tratado con reverencia.—Hech. 19:28-41.

      Sea como fuere, el cristianismo había tenido repercusión en Éfeso. Después del tumulto, Pablo salió de la ciudad. Pero se levantó una congregación cristiana allí. Más tarde, desde Mileto el apóstol mandó llamar a los superintendentes de la congregación de Éfeso. Entre otras cosas, pudo señalar el hecho de que “noche y día” no había cesado “de amonestar a cada uno con lágrimas” por “tres años,” evidentemente utilizando una cifra redonda para el tiempo que pasó en Éfeso.—Hech. 20:1, 17-38; compare con Hechos 19:8-10.

      Es interesante el hecho de que el apóstol Pablo les preguntara a los cristianos de Corinto: “Si yo, lo mismo que los hombres, he peleado con bestias salvajes en Éfeso, ¿de qué me sirve?” (1 Cor. 15:32) Pablo pudo haberse referido a conflictos con hombres brutales que se opusieron a su obra de predicación en aquella ciudad. Pero si sus palabras son para tomarse literalmente, quizás tuvo que defenderse de animales salvajes literales y Jehová lo libró milagrosamente en el mismísimo estadio que ha sido desenterrado en la antigua Éfeso.—Compare con 1 Corintios 4:9; 2 Corintios 1:8-10; 11:23-27.

      LOS AÑOS POSTERIORES DE LA CIUDAD

      Alrededor de 60-61 E.C., mientras Pablo estuvo encarcelado en Roma, escribió una carta por inspiración divina a los cristianos efesios. En ella el apóstol recalcó la importancia de las riquezas espirituales, y dio consejo muy provechoso para las personas que vivían en esta ciudad fabulosamente acaudalada. (Efe. 1:7, 15-18; 2:6, 7; 3:8, 14-16) Éfeso era famosa también por su inmoralidad. Por eso Pablo advirtió apropiadamente contra el deleitarse en considerar la fornicación y participar en bromear obsceno. (Efe. 5:3-5) Puesto que las prácticas demoníacas cundían en la ciudad, Pablo dio excelente consejo sobre resistir las inicuas fuerzas espirituales. (Efe. 6:10-20) Naturalmente, la admonición piadosa del apóstol beneficia a los que la aplican en la vida hoy día, especialmente si viven en un ambiente como el de la antigua Éfeso.

      Con el lento transcurso de los años, los cristianos de Éfeso aguantaron fielmente mucho sufrimiento por causa de la justicia. Pero el glorificado Jesucristo halló que para fines del primer siglo E.C. algunos miembros de la congregación de allí habían perdido el amor consumidor que en otro tiempo le habían tenido a Jehová Dios.—Rev. 2:1-6.

      Durante el gobierno de Antonino Pío (138-161 E.C.) se reedificó una gran parte de Éfeso. Sin embargo, para 262 E.C. los godos asolaron la ciudad, y el gran templo de Artemis fue destruido. Habiendo desaparecido el significado histórico de la ciudad, poco se puede decir acerca de Éfeso en tiempos posteriores, salvo que con frecuencia cambió de manos. Por ejemplo, los turcos la tomaron en 1308 y edificaron una población en Ayassoluc cerca de allí. Ambas cayeron a los Caballeros de San Juan de Jerusalén durante el siglo catorce. Poco a poco, la ciudad en otro tiempo resplandeciente —la “deseable” Éfeso— fue abandonada, dejando en sus ruinas solo una insinuación de la grandeza anterior de la ciudad.

  • El hombre espiritual... por qué no es “examinado por ningún hombre”
    La Atalaya 1977 | 1 de noviembre
    • El hombre espiritual... por qué no es “examinado por ningún hombre”

      ◇ El apóstol Pablo escribió a cristianos de Corinto: “El hombre espiritual examina de hecho todas las cosas, mas él mismo no es examinado por ningún hombre.” (1 Cor. 2:15) ¿Cómo sucede esto? Con la ayuda del espíritu de Dios, el hombre espiritual puede evaluar apropiadamente los asuntos. Él mismo, sin embargo, no puede ser examinado o valorado correctamente por los que no tienen discernimiento espiritual. Procediendo con el fundamento incorrecto, las personas no espirituales llegan a conclusiones incorrectas acerca de él. Esto lo hicieron en el caso de Cristo Jesús, como lo predijo Isaías 53:3, 4. Por lo tanto, el hombre espiritual sencillamente no puede ser “examinado por ningún hombre,” es decir, por ningún hombre no espiritual.

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