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La posesión de paz de los cristianosLa Atalaya 1967 | 15 de enero
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La posesión de paz de los cristianos
“Oiré lo que el Dios verdadero Jehová hablará, porque él hablará paz a su pueblo y a sus hombres de bondad amorosa.”—Sal. 85:8.
1, 2. ¿Qué sentidos tiene la mismísima palabra “paz,” y qué profecía ilustra bien esto?
¡PAZ! ¡Cuán agradable es el mismísimo sonido de la palabra a causa de sus asociaciones! La paz sugiere calma, serenidad, tranquilidad, libertad de fricción y contienda, de duda y temor. ¡Con razón las promesas de paz que se hallan en la Palabra de Dios son tan consoladoras!
2 Es verdaderamente deleitable el cuadro de paz que da el profeta Isaías: “En el desierto ciertamente morará la justicia, y en el huerto habitará la rectitud misma. Y la obra de la justicia verdadera debe llegar a ser paz; y el servicio de la justicia verdadera, quietud y seguridad hasta tiempo indefinido. Y mi pueblo debe morar en un lugar de habitación pacífico y en residencias de plena confianza y en descansaderos tranquilos.”—Isa. 32:16-18.
3. ¿Quién violó originalmente la paz del universo, y por qué no hay paz ahora?
3 La paz es la voluntad de Dios para todas sus criaturas, y había paz en todo el universo hasta que apareció el gran destructor de la paz, Satanás el Diablo. Desde entonces ha habido poca paz sobre esta Tierra. De hecho, se nos dice que en los pasados 3.370 años de historia registrada ha habido 3.143 años de guerra en comparación con solo 227 años de paz, ó 13,8 años de guerra por cada año de paz. Pero ¿no es eso lo que deberíamos esperar puesto que Satanás el gran destructor de paz es “el dios de este sistema de cosas”? Él es la personificación de la iniquidad, y la iniquidad y la paz sencillamente no congenian, así como leemos: “‘Pero los inicuos son como el mar que está siendo agitado, cuando no puede calmarse, cuyas aguas siguen agitando y arrojando alga marina y cieno. No hay paz,’ mi Dios ha dicho, ‘para los inicuos.’”—2 Cor. 4:4; Isa. 57:20, 21
4. En particular, ¿desde cuándo ha huido la paz de la Tierra, como se discierne por el cumplimiento de qué profecías?
4 En particular se ha ausentado la paz de esta Tierra desde 1914, el año en que el caballo de color de fuego y su jinete de la visión apocalíptica del apóstol Juan apareció: “Y vi, . . . un caballo de color de fuego; y al que iba sentado sobre él se le concedió quitar de la tierra la paz para que se mataran atrozmente los unos a los otros; y le fue dada una gran espada.” Ese año señaló también el principio del cumplimiento de la gran profecía de Jesús en cuanto al fin de este sistema de cosas: “Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino.” Desde entonces las palabras adicionales de Jesús se están cumpliendo de manera notable: “Sobre la tierra angustia de naciones, no conociendo la salida a causa del bramido del mar y de su agitación, mientras que los hombres desmayan por el temor y la expectativa de las cosas que vienen sobre la tierra habitada.”—Rev. 6:2, 4; Mat. 24:7; Luc. 21:25, 26.
5. ¿Qué muestra que la gente en general desea la paz, y por qué no ha podido adquirirla?
5 Esto no quiere decir que la gente en general desea las cosas así. ¡De ninguna manera! La gente desea mucho la paz, y solo cuando es excitada por propaganda de odio quiere la guerra. Prueba de eso se ve en los esfuerzos de los hombres por formar tratados de paz y convenios que proscriban la guerra. Aparentemente es uno de los objetivos principales de las Naciones Unidas, como puede verse por la inscripción esculpida en un muro de piedra enfrente del edificio principal de las Naciones Unidas, y que dice: “Ellos forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces: no alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” Los políticos prometen paz a fin de salir electos. Pero a pesar de sus promesas, sus planes y sus esfuerzos, debido a chapucerías, codicia y nacionalismo, y debido a que Satanás, el gran destructor de la paz, es el dios de este sistema de cosas, la guerra sigue plagando a la humanidad.
6. ¿Mediante qué razonamiento especioso tratan los hombres de sabiduría mundana de justificar la incapacidad del hombre para asegurar la paz, y qué prueba que están en lo incorrecto?
6 Evidentemente en un esfuerzo por justificar la incapacidad del hombre para establecer la paz, vemos que ciertos hombres sabios de este mundo pretenden que la guerra es una bendición, que es indispensable para progresar. Por eso leemos concerniente a la muerte del difunto evolucionista británico prominente, sir Arturo Keith: “En 1931, haciendo eco a la opinión de Heriberto Spencer y otros neodarvinistas, declaró que la guerra es una condición de progreso. ‘La naturaleza,’ dijo él, ‘mantiene sano su huerto humano mediante la poda. La guerra es su podadera.’ También aseveró que el prejuicio racial era importante para la vitalidad de una nación.”a¿Podría ser alguna cosa más estúpida? En tiempo de guerra, ¿no se destruye lo mejor del potencial humano de una nación? Las fuerzas armadas no quieren a los débiles, a los individuos que no se adaptan al ambiente mental, moral y físicamente. Más que eso, ¿puede alguien alegar que el mundo se encuentra en mucho mejor condición hoy en día, mental, moral, física y económicamente, etcétera, que antes de 1914 debido a haber tenido dos guerras mundiales? Considerando un solo ejemplo: ¿Puede alguien señalar al pueblo suizo e imputarle el ser inferior debido a que no fue “podado” implicándose en esas dos guerras, ni en ningunas guerras por muchísimos años antes? Al contrario, un historiador nos dice tocante a cierto período de historia suiza: “El período de paz que sobrevino contribuyó al progreso en toda fase de la vida suiza.”b Paz, no guerra, contribuyó a su progreso. ¡Verdaderamente, la sabiduría de este mundo es necedad con Dios y con todos los humanos que pueden raciocinar claramente!—1 Cor. 3:19.
EL DIOS Y EL PRÍNCIPE DE PAZ
7. ¿Qué testimonio da la Biblia de que Jehová es un Dios de paz?
7 En contraste directo con Satanás el gran destructor de la paz y la incapacidad del hombre para establecer paz se halla Jehová Dios, el Dios de paz. En su Palabra, la Santa Biblia, hallamos que se menciona la paz unas 350 veces. En sus páginas se promete, se aconseja y se recalca la paz vez tras vez desde el principio hasta el fin. En las Escrituras Griegas Cristianas repetidas veces se describe a Jehová Dios como “el Dios que da paz,” o ‘el Dios de paz.’ Eso es lo que deberíamos esperar de un Dios sapientísimo, todopoderoso, justo y amoroso.—Rom. 15:33; 16:20; 1 Cor. 14:33; 2 Cor. 13:11; Fili. 4:9; 1 Tes. 5:23; Heb. 13:20.
8. ¿Cómo asocia la Biblia a Jesucristo con la paz?
8 Tal como Jehová es el Dios de paz, así su Hijo, Jesucristo, es el “Príncipe de Paz,” y el “Señor de paz.” (Isa. 9:6; 2 Tes. 3:16) Concerniente a su dominio se nos dice: “Para la abundancia del dominio principesco y para la paz no habrá fin.” Sí, cuando él domine sobre la Tierra habrá “la abundancia de paz hasta que la luna ya no sea.”—Isa. 9:7; Sal. 72:7.
9, 10. ¿A quiénes han dado paz Jehová Dios y Jesucristo, cumpliendo así qué profecías?
9 Jehová Dios y Jesucristo, sin embargo, no mantienen esta paz para sí. La otorgan sobre sus siervos y seguidores fieles, así como leemos: “Jehová mismo bendecirá a su pueblo con paz.” “Oiré lo que el Dios verdadero Jehová hablará, porque él hablará paz a su pueblo y a sus leales.” (Sal. 29:11; 85:8) En particular se les ha ofrecido paz desde el tiempo del nacimiento de Jesús, en cuyo tiempo cantaron los ángeles: “¡Sobre la tierra paz entre los hombres con quienes [Dios] se complace!” o, “¡Paz a los hombres que favorece!” (Luc. 2:14, NR; UTA) Y poco antes de dejar a sus apóstoles y regresar a su Padre, Jesús les aseguró: “La paz les dejo, mi paz les doy.”—Juan 14:27; 16:33.
10 ¿Han cumplido Jehová Dios y Jesucristo sus promesas de dar paz a sus siervos y seguidores? ¡De veras que sí! Grande y abundante es la paz que predomina entre ellos, así como se predijo: “Paz continua habrá para el que está muy lejos y para el que está cerca.” “Nombraré la paz como tus superintendentes.” “Aquí estoy extendiéndole paz justamente como un río.” Y, no entre las Naciones Unidas, sino entre esos cristianos se están cumpliendo las palabras proféticas de Isaías 2:4: “Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.”—Isa. 57:19; 60:17; 66:12.
11, 12. (a) ¿Qué clase de mensaje están trayendo los siervos de Dios, haciéndolos que sean conocidos como qué? (b) ¿Qué puede decirse en cuanto a la manera en que éstos han de traer su mensaje?
11 Imitando a Jehová Dios y a Jesucristo, esos cristianos entre quienes se cumplen tales profecías se están esforzando altruistamente por hacer que otros compartan su paz con ellos. Es por eso que vez tras vez el mensaje que traen se describe como “las buenas nuevas de paz.” (Hech. 10:36; Efe. 6:15) Ellos son los mensajeros de paz que se predicen en Isaías 52:7: “Cuán hermosos sobre las montañas son los pies del que trae buenas nuevas, del que publica la paz, del que trae buenas nuevas de algo mejor, del que publica la salvación, del que dice a Sion: ‘¡Tu Dios ha llegado a ser rey!’”
12 No solo traen un mensaje de paz estos siervos cristianos de Jehová sino que lo están trayendo de manera pacífica, así como Jesús lo indicó cuando envió a los setenta evangelizadores: “Dondequiera que entren en una casa digan primero: ‘Tenga paz esta casa.’ Y si hay allí un amigo de paz, la paz de ustedes descansará sobre él. Pero si no hay, se volverá a ustedes.” Note cuán importante es la paz; ¡son personas amigas de la paz las que han de buscar los cristianos cuando van de casa en casa con “las buenas nuevas de paz”! Que los cristianos han de presentar su mensaje de paz de manera pacífica también ha de discernirse del consejo que el apóstol Pablo le dio a Timoteo: “Además, niégate a admitir las cuestiones necias e ignorantes, sabiendo que producen peleas. Pero el esclavo del Señor no tiene necesidad de pelear, sino de ser amable para con todos, capacitado para enseñar, manteniéndose reprimido bajo lo malo, instruyendo con apacibilidad a los que no están favorablemente dispuestos.”—Luc. 10:5, 6; 2 Tim. 2:23-25.
UNA PAZ SINGULAR
13. ¿Qué sentidos o significados adicionales tienen las palabras hebrea y griega para paz, como se ve por cuáles textos bíblicos?
13 La palabra “paz” como se usa en las Escrituras a menudo denota más que simplemente ausencia de guerra. La palabra hebrea ‘shalom, que por lo general se traduce paz, entraña o lleva en sí salud, prosperidad, bienestar. Es igual que la salam de los árabes modernos, y se usa de manera semejante en saludos.’c Así leemos que el rey David inquirió de Urías “cómo le iba a Joab, y cómo le iba a la gente y cómo iba la guerra,” literalmente, cómo estaba la “paz” de Joab, la “paz” del pueblo y la “paz” de la guerra. (2 Sam. 11:7) Así también Jehová, por el profeta Jeremías, mandó a los israelitas desterrados: “Busquen la paz [o bienestar] de la ciudad a la cual yo he hecho que vayan en destierro, y oren a Jehová a favor de ella, porque en la paz de ella resultará haber paz para ustedes mismos.” (Jer. 29:7) También parece que este significado de la palabra hebrea para paz pasó a la palabra griega para paz, eirene, en lo que toca a las Escrituras Griegas Cristianas. Un caso de esto lo tenemos en las palabras de Jesús a la Jerusalén infiel: “Si tú, aun tú, hubieras discernido en este día las cosas que tienen que ver con la paz”; es decir, con tu bienestar pacífico.—Luc. 19:42.
14, 15. ¿De qué manera básica es singular la posesión de paz de los cristianos?
14 La paz de Dios que es posesión de los cristianos también es singular en que se basa en la justicia. No es paz a cualquier precio, no es una paz obtenida por transigencia o conveniencia. En ningún sentido de la palabra es una paz de norma con los enemigos de Dios, la verdad y la justicia, tal como la que han celebrado tantas organizaciones religiosas con los comunistas ateos por el privilegio de continuar con sus organizaciones y servicios religiosos sin hostigamiento por el gobierno. Concerniente a la iglesia católica en Cuba, M. A. Rauf, hijo, en su libro, Cuban Journal (1964), dice: “El poder de la iglesia, sin embargo, ha sido roto. La razón por la que sobrevive siquiera algo es que ha ingresado en la misma clase de convenio extraoficial con el gobierno como lo ha hecho en la Unión Soviética y otros países de la Cortina de Hierro: los obispos, en pago por permitírseles existir, han cesado de expedir cartas pastorales contra el comunismo . . . Un domingo fui a la iglesia del Jesús de Miramar en la Habana . . . Todo estaba muy sumiso y mecánico. No había espíritu ni entusiasmo en nada. Se dio un sermón que solo duró tres minutos.” En contraste con ello el autor dice que el gobierno cubano trata con dureza a los testigos de Jehová y a los evangélicos, pero por razones diferentes.
15 ¿Necesita Jehová Dios transigir con alguno de sus enemigos? ¡Pues, él es todopoderoso! ¿Quién puede resistir su voluntad? Él no concierta paz con sus enemigos. Es por eso que el grupo angélico dijo al nacer Jesús, no paz a todos los hombres, ¡sino paz a los hombres a quienes Dios favorece! (Luc. 2:14, UTA) Como recalcó el general Jehú, en respuesta al rey Joram de Israel, que le había preguntado: “¿Hay paz, Jehú?”: “¿Qué paz podría haber mientras hayan las fornicaciones de Jezabel tu madre y sus muchas hechicerías?” Sí, nadie que represente apropiadamente a Jehová Dios transigirá por causa de la paz.—2 Rey. 9:22.
16. ¿Cómo muestra la Biblia que la justicia precede a la paz?
16 De hecho, a menos que la paz se base en la justicia no puede durar. Muy apropiadamente, por lo tanto, tan prominente como la Biblia hace a la paz, repetidas veces muestra que la justicia precede a la paz. Como aconsejó el apóstol Pablo: “El reino de Dios no significa el comer y el beber, sino justicia y paz y gozo con espíritu santo.” Por eso el discípulo Santiago, al describir la sabiduría divina, escribió: “La sabiduría de arriba es primeramente casta, luego pacífica, razonable, lista para obedecer, llena de misericordia y buenos frutos.” En armonía con ello encontramos que Jesús alistó a los pacíficos en séptimo lugar en sus bienaventuranzas o felicidades con las que comenzó su Sermón del Monte.—Rom. 14:17; Sant. 3:17; Mat. 5:3-9.
17. ¿Bajo qué respecto adicional es singular la paz de los cristianos?
17 La paz que es posesión de los cristianos es singular además en que no depende del ambiente. Bien la ha descrito el apóstol Pablo como “la paz de Dios que supera todo pensamiento.” Es una condición calmada de mente y corazón, un estado interior de quietud sin hacer caso de lo que esté teniendo lugar en el exterior. Se ha ilustrado bien con la pájara que se echa en su nido de huevos en un árbol durante una tronada, tranquila, impasible a través de todo. Claramente es una paz de la cual el mundo no sabe nada. Es por eso que Jesús pudo decir tocante a ella: “La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy a ustedes como el mundo la da. No se los perturbe el corazón ni se les encoja de temor.” “Les he dicho estas cosas para que por medio de mí tengan paz. En el mundo tendrán tribulación, pero ¡cobren ánimo! yo he vencido al mundo.” Sí, a pesar de las condiciones que ordinariamente harían que los hombres se perturbaran y se encogieran de temor, a pesar de la tribulación, los seguidores verdaderos de Jesucristo pueden tener paz.—Fili. 4:7; Juan 14:27; 16:33.
ADQUIRIENDO LA PAZ DE DIOS
18, 19. (a) ¿Sobre qué base puede uno realizar la paz con Dios? (b) ¿Qué ministerio, por lo tanto, han recibido los cristianos?
18 ¿Cómo puede una persona entrar en esta posesión de paz, esta paz que se describe como uno de los frutos del espíritu santo de Dios en Gálatas 5:22, esta paz que supera todo pensamiento? Ante todo, por medio de hacer las paces con Dios, por medio de entrar en relaciones amistosas con Él. ¿Relaciones amistosas con Dios? ¿No es Dios amigo de todos? ¡De ninguna manera! Como el apóstol Pablo comenta apropiadamente: “En verdad, a ustedes que en otro tiempo estaban alejados y eran enemigos porque tenían su mente en las obras que eran inicuas, él ahora los ha reconciliado de nuevo.” Reconciliados, ¿por qué medio? Por el sacrificio de Jesucristo: “Porque si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios mediante la muerte de su Hijo, mucho más, ahora que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida.” Como se predijo proféticamente: “Se le estaba traspasando por nuestra transgresión; se le estaba aplastando por nuestros errores. El castigo que era para nuestra paz estuvo sobre él, y debido a sus heridas ha habido una curación para nosotros.”—Col. 1:21; Rom. 5:10; Isa. 53:5.
19 Es por eso que el apóstol Pablo llamó al cristianismo verdadero o la predicación del evangelio cristiano “el ministerio de la reconciliación.” Jesús vino a la Tierra a declarar “las buenas nuevas de paz a ustedes, los que estaban lejos, y paz a los que estaban cerca,” y este ministerio lo encomendó a sus seguidores: “Todas las cosas vienen de Dios, que nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo y nos dio el ministerio de la reconciliación, a saber, que Dios mediante Cristo estaba reconciliando consigo mismo a un mundo, no imputándoles sus ofensas, y nos encomendó a nosotros la palabra de la reconciliación. Somos por lo tanto embajadores sustituyendo por Cristo, como si Dios estuviera haciendo súplica por medio de nosotros. Como sustitutos por Cristo rogamos: ‘Reconcíliense con Dios.’ Al [Jesucristo] que no conoció pecado él lo hizo pecado por nosotros, para que nosotros llegásemos a ser justicia de Dios por medio de él.”—Efe. 2:17; 2 Cor. 5:18-21.
20, 21. (a) ¿Qué significa ejercer fe? (b) ¿Qué pasos iniciales tienen que darse?
20 Sí, la paz con Dios solo puede tenerse por medio de Jesucristo: “Nadie viene al Padre sino por mí.” Eso requiere, no solo el convenir mentalmente con lo que Jesús hizo por uno, sino el que uno ejerza fe: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” El ejercer fe significa hacer algo sobre ello, obrar en armonía con las creencias de uno, porque “como el cuerpo sin aliento está muerto, así también la fe sin obras está muerta.”—Juan 14:6; 3:16; Sant. 2:26.
21 ¿Qué clase de obras se requieren? Ante todo, arrepentimiento del derrotero injusto y egoísta de uno y convertirse o volverse para seguir el modelo que puso Jesucristo, así como el apóstol Pedro exhortó a los judíos en Jerusalén en su día: “Arrepiéntanse, por lo tanto, y vuélvanse para que sean borrados sus pecados, para que vengan tiempos de refrigerio de parte de la persona de Jehová.”—Hech. 3:19.
22, 23. ¿Qué ejemplo puso Jesús al principio de su ministerio, y cuán importante es este paso hacia el que obtengamos paz con Jehová Dios?
22 Jesús comenzó su carrera como el Cristo al presentarse para hacer la voluntad de su Padre, así como leemos que dijo: “¡Mira! He venido . . . para hacer tu voluntad, oh Dios.” Eso fue en el Jordán donde también fue bautizado por Juan el Bautista. Puesto que él mismo fue bautizado y él también lo mandó para sus seguidores, se desprende que para andar en los pasos de Jesús uno tiene que decidir hacer la voluntad de Dios como lo hizo Jesús y luego bautizarse como lo hizo Jesús. Este bautismo representa el que uno ha decidido hacer la voluntad de Dios; sirve de recordatorio vívido de haber hecho esa decisión y también es un testimonio público para otros de que uno ha decidido hacer la voluntad de Dios y seguir a Jesucristo.—Heb. 10:7; Mat. 3:13-17; 28:19, 20.
23 Hoy día no son pocas las personas asociadas con los testigos cristianos de Jehová que asisten a sus reuniones, leen las publicaciones de la Watch Tower y hasta participan en el ministerio del campo pero que se retraen de dar el paso de la dedicación y el bautismo. Parecen estar andando con Dios, pero realmente no lo hacen, porque, como leemos en Amós 3:3: “¿Andarán dos juntos a menos que se hayan encontrado por cita?” Que todos ellos sepan que uno no puede disfrutar de la paz de Dios sin primero hacer las paces con Dios mediante fe, dedicación y bautismo.
24. ¿Qué derrotero tiene que seguirse para mantener esta paz?
24 Esto no quiere decir que después de haber dado los pasos de la dedicación y el bautismo no necesitamos hacer nada más para disfrutar de esta paz con Dios permanentemente. Eso solo es el principio. Entre otras cosas, tenemos que continuar adquiriendo conocimiento, dejarnos ser instruidos por Jehová por medio de su Palabra y su organización visible; verdaderamente tenemos que amar la ley de Dios y buscar la sabiduría. Si hacemos estas cosas, se nos asegura, tendremos paz: “Todos tus hijos serán personas enseñadas por Jehová, y la paz de tus hijos será abundante.” “Paz abundante pertenece a los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo.” “Hijo mío, no olvides mi ley, y mis mandamientos observe tu corazón, porque largura de días y años de vida y paz te serán añadidos.” “Sus caminos [de la sabiduría] son caminos de agradabilidad, y todas tus carreteras son paz.” Como aconsejó el apóstol Pablo a los cristianos: “Las cosas que ustedes aprendieron así como también aceptaron y oyeron y vieron relacionadas conmigo, practiquen éstas; y el Dios de paz estará con ustedes.”—Isa. 54:13; Sal. 119:165; Pro. 3:1, 2, 17; Fili. 4:9.
25. (a) ¿Cómo pudiera ilustrarse el principio que gobierna esta paz? (b) ¿Qué, por lo tanto, pudiera llamarse la paz de Dios?
25 Esta paz pudiera asemejarse a la felicidad marital. Una boda verdaderamente es una ocasión gozosa y abre el camino para felicidad marital, pero no la garantiza permanentemente; una idea equivocada que evidentemente tienen muchos matrimonios. Para tener felicidad marital un matrimonio tiene que trabajar en ello continuamente, reflexionar en ello, emplear tiempo y esfuerzo, manifestando madurez en todas sus relaciones. Así también sucede con los que han entrado en relaciones pacíficas con Dios por medio de arrepentimiento, conversión, fe en el rescate de Cristo, dedicación y bautismo. Tienen que continuar trabajando en esta paz a fin de mantenerla. Por lo tanto, pudiera decirse que la paz de Dios es un galardón, así como Jehová prometió la paz a su pueblo antiguo si llenaba sus condiciones: “Si continúan andando en mis estatutos y guardando mis mandamientos y verdaderamente los llevan a cabo, . . . ciertamente pondré paz en la tierra, y yacerán, sin que nadie los haga temblar; . . . y una espada no pasará por su tierra.”—Lev. 26:3-6.
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Manteniendo nuestra posesión de pazLa Atalaya 1967 | 15 de enero
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Manteniendo nuestra posesión de paz
“Mi pueblo debe morar en un lugar de habitación pacífico y en residencias de plena confianza y en descansaderos tranquilos.”—Isa. 32:18.
1. ¿Por qué a veces “el Dios de paz” se hace “persona varonil de guerra,” y por cuánto tiempo lo será?
LA Palabra de Dios nos dice que “para todo hay un tiempo señalado, aun un tiempo para cada asunto debajo de los cielos: . . . tiempo para guerra y tiempo para paz.” Es por eso que con frecuencia se habla de Jehová Dios no solo como “el Dios de paz,” o “el Dios que da paz,” sino también como “persona varonil de guerra” y como “Jehová de los ejércitos.” Para vindicar su soberanía y restaurar la paz a veces le es necesario recurrir a la guerra, por cuya razón habla de sí mismo como “haciendo paz y creando calamidad.” Pero solo durante este presente inicuo sistema de cosas hay un tiempo para guerra y un tiempo para paz; en el nuevo orden venidero, cuando la voluntad de Dios se haga en la Tierra como se hace en el cielo, habrá solo un tiempo para paz.—Ecl. 3:1, 8; Fili. 4:9; Rom. 15:33; Éxo. 15:3; Sant. 5:4; Isa. 45:7.
2. ¿Cómo, a veces, describen las Escrituras la actividad pacífica de los testigos de Jehová?
2 Lo mismo pudiera decirse también de la actividad pacífica del ministro cristiano dedicado. ¿Por qué? Porque repetidas veces su ministerio es descrito con términos de guerra: “Como excelente soldado de Cristo Jesús acepta tu parte en sufrir el mal.” Por supuesto, él no usa armas carnales o materiales, así como muestra el apóstol Pablo: “Las armas de nuestro guerrear no son carnales, sino poderosas por Dios para derrumbar cosas fuertemente atrincheradas.” Y otra vez: “Tenemos una pelea, no contra carne y sangre, sino contra las inicuas fuerzas espirituales en los lugares celestiales.” El ministro cristiano usa la verdad, la “espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios,” que “es viva y ejerce poder y es más aguda que toda espada de dos filos.” Con ésta él fustiga las enseñanzas falsas, que deshonran a Dios, no por orgullo ni mala voluntad, sino con humildad y con amor a Dios, a la verdad y a su prójimo.—2 Tim. 2:3; 2 Cor. 10:4; Efe. 6:12, 17; Heb. 4:12.
3. ¿Qué puede decirse sobre nuestra obligación de mantener la paz, y por qué?
3 Parece, entonces, que la obligación del cristiano de mantener paz no siempre es la misma. Se puede decir que es absoluta en lo que toca a sus relaciones con sus compañeros cristianos, así como muestran las Escrituras: “Mantengan paz entre unos y otros.” “Hermanos, continúen . . . pensando de acuerdo, viviendo pacíficamente.” “Sean pacíficos los unos con los otros.” Cuando los cristianos tienen desacuerdos entre sí están obligados a zanjar éstos, por una parte dirigiéndose a la persona que han ofendido, por otra parte dirigiéndose a la que los ofendió para ver si pueden despedir esto de su mente. Pero tocante a los “de afuera,” su obligación de mantener la paz es relativa o limitada: “Si es posible”—quizás no siempre sea posible— “en cuanto dependa de ustedes”—los de afuera quizás no quieran zanjar las cosas— “sean pacíficos con todos los hombres.”—Mar. 9:50; 2 Cor. 13:11; 1 Tes. 5:13; Rom. 12:18; Mat. 5:23, 24; 18:15-17.
INCLÍNESE A LA PAZ
4. (a) ¿Qué factores contribuyen a la pérdida de la paz? (b) Debido a esto, ¿qué consejo se halla en las Escrituras?
4 Debido a imperfecciones, debilidades y egoísmo heredados hallamos que la tendencia humana es estar prontos a pelear, a argüir con palabras o golpes. Las condiciones imperfectas, los contratiempos, etc., igualmente conducen a la contienda. Apropiadamente, la Palabra de Dios, desde el principio hasta el fin, aconseja paz. Sabiamente José, el hijo del patriarca Jacob, como primer ministro de Egipto, cuando envió de regreso a sus hermanos a su padre después de haberse dado a conocer a ellos, aconsejó: “No se exasperen unos con otros durante el viaje.” Dado que es tan fácil entrar en una discusión Salomón pudo decir: “Es una gloria que el hombre desista de disputar, pero todo necio estallará en ello.”—Gén. 45:24; Pro. 20:3.
5, 6. ¿Qué beneficios provienen de estar inclinados a la paz?
5 Los que han conseguido la paz de Dios como su posesión tienen, por lo tanto, que trabajar continuamente en la paz, hacer de la paz su búsqueda, si quieren mantener esta posesión preciosa. Tienen que estar conscientes de la paz, inclinarse a la paz. ¿Y por qué deberíamos inclinarnos a la paz? La paz conduce a la mismísima salud y bienestar de uno en todo sentido. Como se ha comentado apropiadamente, la contienda y la fricción y la tensión se hallan entre las causas básicas de toda enfermedad, mental, física y emocional. Se desprende, por lo tanto, que simplemente por causa de nuestro propio bienestar debemos hacer de la paz una búsqueda. No puede haber felicidad en la congregación cristiana ni en el círculo de la familia si éste es escena de contienda continua. Por lo tanto, toda persona sabia se interesará en mantener la paz.
6 Pero más que eso, la paz también contribuye a la eficacia y la prosperidad. Un campo desgarrado por la guerra no produce cosechas. El cuerpo humano en guerra consigo mismo no puede cuidar de sí mismo y por eso tiene que encargarse a una institución donde otros son asignados a cuidarlo. Así también sucede con cualquier organización, sea una familia, una congregación o una corporación comercial, la paz interior se requiere para que funcione eficazmente y realice sus metas. Es por eso que se les aconseja a los cristianos: El “fruto de la justicia, su semilla se siembre en condiciones pacíficas para los que están haciendo la paz.” Además: “El que quiere amar la vida y ver días buenos, reprima su lengua de lo que es malo y sus labios de hablar engaño, antes apártese de lo que es malo y haga lo que es bueno; busque la paz y vaya en pos de ella.”—Sant. 3:18; 1 Ped. 3:10, 11.
7. ¿Qué significa el ser pacífico?
7 Con razón Dios en su Palabra da tanta importancia a la paz. Por eso aconsejó a los judíos que habían regresado a Jerusalén: “Amen la verdad y la paz.” Y es por eso que Jesús dijo: “Felices son los pacíficos, puesto que ellos serán llamados ‘hijos de Dios.’” Note aquí que los pacíficos no son simplemente los que son pacíficos o que tienen paz, sino los que están inclinados a la paz, que hacen una búsqueda de la paz, que trabajan en hacer la paz. Para conseguir la aprobación de Dios tenemos que ser pacíficos.—Zac. 8:19; Mat. 5:9.
8. ¿Cuál es una de las maneras en que podemos mostrar que nos hallamos entre los pacíficos, y qué obligación impone esto sobre nosotros?
8 Si verdaderamente nos hallamos entre los pacíficos “hijos de Dios,” entonces haremos de la paz el tema de nuestras oraciones. Como hace mucho tiempo exhortó el salmista David: “Pidan [oren por] la paz de Jerusalén. Los que te aman, oh ciudad, estarán libres de inquietud. Continúe la paz dentro de tu baluarte, libertad de inquietud dentro de tus torres de habitación. Por causa de mis hermanos y mis compañeros ahora hablaré: ‘Haya paz dentro de ti.’” Por eso también aconsejó el apóstol Pablo: “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo por oración . . . dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales por medio de Cristo Jesús.”—Sal. 122:6-8; Fili. 4:6, 7.
GUARDÁNDOSE DE PERTURBADORES DE LA PAZ
9-11. (a) ¿Qué lugar ocupa el orgullo entre los perturbadores de la paz, y por qué? (b) ¿Cómo afecta el orgullo a nuestra relación con Dios? (c) ¿Con nuestro prójimo?
9 Si queremos tener respuesta de Dios a nuestras oraciones de paz nosotros mismos tenemos que desempeñar nuestro papel; tenemos que trabajar en aquello por lo que oramos. Esto, entre otras cosas, significa guardarnos de perturbadores de la paz. El principal entre éstos es el orgullo. ¿Por qué puede decirse eso? Porque fue el orgullo en primer lugar lo que inició a Satanás el Diablo en su carrera como el gran destructor de paz. El orgullo es la base de toda rebelión contra Dios, y rebelión es un estado de guerra, lo contrario de paz. El orgullo guerrea contra el someterse; no obstante sin sumisión de nuestra parte a los que están arriba de nosotros, no puede haber paz.—Eze. 28:17; 1 Ped. 5:5.
10 El orgullo nos hace enemigos de Dios. ¿Cómo podemos tener paz cuando estamos en un estado de guerra con él? Entre las siete cosas que son detestables a Jehová están “los ojos altivos,” o el orgullo. Y la sabiduría divina personificada dice: “El ensalzamiento propio y el orgullo y el mal camino y la boca perversa he aborrecido.” Sí, puesto que “Dios se opone a los altivos,” simplemente no puede haber ninguna paz entre nosotros y Dios si somos orgullosos. Si queremos relaciones pacíficas con él tenemos que humillarnos, porque “da bondad inmerecida [solo] a los humildes.” “Jehová es alto, y no obstante ve al humilde, pero al encumbrado solo lo conoce desde alguna distancia.”—Pro. 6:16, 17; 8:13; Sant. 4:6; Sal. 138:6.
11 El orgullo también resulta en pérdida de paz con nuestro prójimo. De hecho, repetidas veces el apóstol Pablo muestra la relación entre orgullo y contienda —la ausencia de paz— como una relación de causa y efecto: “No nos hagamos egotistas, promoviendo competencias unos con otros, envidiándonos unos a otros.” Por eso, no sigan “haciendo nada movidos por espíritu de contradicción ni por egotismo, sino considerando con humildad de mente que los demás son superiores a ustedes.” “Si cualquier hombre enseña otra doctrina y no aviene a palabras sanas, las de nuestro Señor Jesucristo, ni a la enseñanza que va acuerdo con la devoción piadosa, está hinchado de orgullo, no entiende nada, sino que está mentalmente enfermo sobre cuestiones y debates acerca de palabras. De estas cosas provienen envidia, contienda, discursos injuriosos, sospechas inicuas, disputas violentas acerca de insignificancias.” No hay duda sobre ello, el orgullo es perturbador de la paz.—Gál. 5:26; Fili. 2:3; 1 Tim. 6:3-5.
12, 13. ¿Por qué el materialismo obra como perturbador de la paz?
12 Otro perturbador de la paz contra el que queremos estar en guardia es el materialismo. La codicia de cosas materiales, de ganancia egoísta, nos hace descontentos y nos mete en muchas dificultades, y luego, ¿cómo podemos tener paz? Bien se ha escrito: “El amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y haciendo esfuerzos por realizar este amor algunos han sido descarriados de la fe y se han acribillado con muchos dolores.” No podemos tener ni paz con Dios ni paz mental si somos impulsados por el materialismo. Recordemos que “nada hemos traído al mundo, y tampoco podemos llevarnos cosa alguna. Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas.” El contentamiento contribuye a la paz mental.—1 Tim. 6:10, 7, 8.
13 La codicia también pone a una persona en competencia con su prójimo, robándole así a uno su paz, porque hace que uno compita con él por cosas materiales así como el orgullo hace que uno compita con él por honra, haciendo surgir así celos, envidia o temor de pérdida. Por lo tanto, en el interés de la paz queremos prestar atención al consejo de no estar “vigilando con interés personal solo sus propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás,” y estar buscando su provecho, no solo el nuestro.—Fili. 2:4; 1 Cor. 10:23, 24.
14. ¿Por qué todas las “obras de la carne” pueden llamarse perturbadoras de la paz?
14 De hecho, pudiera decirse que toda forma de egoísmo, todas las “obras de la carne,” son perturbadoras de la paz y mientras mas crasas sean mayor será su poder para perturbar la paz de uno. Ciertamente el mentir, el hurtar, el defraudar y toda forma de inmoralidad sexual perturba la paz de uno con Dios dándole una conciencia culpable, y le roban a uno la paz con su prójimo porque hacen que uno usurpe sus derechos, como lo aclara muy bien el apóstol Pablo: “Esto es la voluntad de Dios . . . que se abstengan de la fornicación; que cada uno de ustedes sepa tomar posesión de su propio vaso en santificación y honra, no en codicioso apetito sexual tal como también tienen las naciones que no conocen a Dios; que nadie llegue al punto de perjudicar y abuse de los derechos de su hermano en este asunto, porque Jehová es el que exige castigo por todas estas cosas.” Note también cuántas de esas obras de la carne hasta en sí mismas son perturbadoras de la paz: “Odios, contiendas, celos, enojos, altercaciones, divisiones, sectas, envidias, borracheras.” No hay duda en cuanto a ello, si queremos mantener nuestra posesión de paz, tenemos que estar en guardia y pelear contra todas las obras de la carne.—1 Tes. 4:3-6; Gál. 5:19, 20.
CULTIVANDO AYUDAS PARA LA PAZ
15, 16. (a) ¿Cómo ayuda el amor a que mantengamos nuestra posesión de paz? (b) ¿Cómo ayuda el gozo?
15 Lógicamente se desprende que, si todas “las obras de la carne” son perturbadoras de la paz, entonces todos los otros frutos del espíritu (pues no olvidemos que la paz es uno de sus frutos) son ayudas para la paz que por lo tanto queremos cultivar. (Gál. 5:22, 23) El primero de éstos, así como el principal, es el amor. Tanto por lo que no hace como por lo que sí hace nos ayuda a mantener nuestra posesión de la paz. Por una parte, “no es celoso, no se vanagloria, no se hincha,” todo lo cual probablemente perturbe la paz, así como el ‘portarse indecentemente.’ Lejos de perturbar a otros por medio de ser codicioso, el amor ni siquiera “busca sus propios intereses.” Tampoco perturba su propia paz teniendo rencor o abrigando resentimiento; no, “no lleva cuenta del daño.” Por otra parte, contribuye a la paz ‘regocijándose con la verdad y soportando, creyendo, esperando y aguantando todas las cosas.’ Verdaderamente, por medio de cultivar el amor somos ayudados a mantener nuestra posesión de paz.—1 Cor. 13:4-7.
16 ¿No contribuye igualmente el gozo a la paz? ¡Certísimamente! El gozo es una cualidad positiva, expresiva, y por eso conduce a la paz, así como la paz conduce al gozo. El gozo da fuerzas, ayudándonos a pasar por alto ofensas leves e insignificantes que ordinariamente nos perturbarían y así nos robarían nuestra paz. Estrechamente relacionado con el gozo se halla un sentido de buen humor, que a menudo puede venir al rescate de una situación embarazosa o de otra manera delicada o difícil, conservando así la paz.—Neh. 8:10.
17, 18. (a) ¿Cómo conduce a la paz la gran paciencia? (b) ¿Cómo lo hace la benignidad?
17 ¿Qué hay sobre gran paciencia? No hay duda de que es una ayuda para mantener nuestra posesión de paz. ¡Cuánta contienda, internacional, nacional y racialmente y entre individuos, ha sido causada simplemente porque la gente ha rehusado tener gran paciencia! Contribuye a la paz, porque tolera condiciones siempre que es posible, en vez de empezar una disputa o causar contienda. La gran paciencia impide que uno sea indebidamente sensitivo, que se ofenda fácilmente, contribuyendo así a la paz. Sí, se necesita “gran paciencia, soportándose los unos a los otros en amor,” si queremos esforzarnos por “observar la unidad del espíritu en el vínculo unidor de la paz.”—Efe. 4:2, 3.
18 El siguiente fruto del espíritu que se menciona en Gálatas 5:22 es benignidad. También es una cualidad que querremos cultivar como ayuda a la paz. Bien se ha dicho, la benignidad tiene poder, porque ahuyenta los conceptos erróneos y prepara el camino para el perdón. Desarma lo crítico, lo predispuesto, lo sospechoso, todo lo cual contribuye a la paz. Contribuye a amigabilidad, que, a su vez, conduce a la paz. La ayuda que la benignidad es para la paz se indica por las palabras del apóstol Pablo en Efesios 4:31, 32, donde contrasta la benignidad con sus antónimos: “Quítense de ustedes toda amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa junto con toda nocividad. Mas háganse bondadosos los unos con los otros, tiernamente compasivos, libremente perdonándose unos a otros así como Dios también por Cristo libremente los perdonó a ustedes.”
19-21. (a) ¿De qué valor es la bondad para contribuir a la paz? (b) ¿De qué valor es la fe? (c) ¿La apacibilidad?
19 Igualmente valiosa como ayuda para la paz es la benignidad, que se define como virtud, excelencia moral. El Creador, Jehová Dios, es la mismísima personificación y esencia de la benignidad, y debemos tratar de imitarlo, habiendo sido hechos a su semejanza. Ciertamente si la paz está lejos de los inicuos, tiene que estar cerca de los que practican la benignidad, que producen el fruto de la luz, que “consiste en toda clase de bondad y justicia y verdad.” Hoy hay poco “amor de la bondad,” y por eso poca paz en el mundo. La bondad contribuye a una buena conciencia, lo cual es indispensable para la paz. Es por eso que a los cristianos se les aconseja: “Tengan una buena conciencia,” para que los que hablan con desprecio de su buena conducta queden avergonzados.—Efe. 5:9; 2 Tim. 3:3; 1 Ped. 3:16.
20 Todavía otro fruto del espíritu que es una gran ayuda para que mantengamos nuestra posesión de paz es la fe, confianza en Jehová, así como leemos: “La inclinación que está bien apoyada la salvaguardarás en paz continua, porque es en ti que se hace que uno confíe.” Como aconsejó Jesús: “Ejerzan fe en Dios, ejerzan fe también en mí.” Debido a la fe podemos ‘levantarnos erguidos y alzar nuestra cabeza, sabiendo que nuestra liberación se acerca,’ al mismísimo tiempo en que al resto de toda la humanidad ‘le falla el corazón por el temor y la expectativa de lo que viene sobre la tierra.’ Y cuando nuestras propias debilidades y faltas nos perturbarían y nos desanimarían, podemos obtener paz ejerciendo fe en el amor y misericordia de Jehová y en el sacrificio de rescate de Cristo.—Isa. 26:3; Juan 14:1; Luc. 21:28, 25, 26; Sal. 103:8-14; 1 Juan 1:7.
21 En cuanto al siguiente fruto del espíritu que mencionó el apóstol Pablo, apacibilidad, ¡cuán obvio es el hecho de que conduce a la paz! El ser apacible significa ser amable, confortante, no áspero, tosco o irritante. Jesús fue de genio apacible y llamó felices a los de genio apacible. Nada es más probable que perturbe la paz que la cólera, pero “la respuesta, cuando es apacible, aleja la cólera.” Sí, especialmente cuando nos enfrentamos a falta de apacibilidad de parte de otros, cuando son duros, como cuando las autoridades ‘exigen de nosotros una razón de la esperanza que hay en nosotros,’ necesitamos responder “con un genio apacible y profundo respeto.”—Pro. 15:1; 1 Ped. 3:15; Mat. 5:5; 11:29.
22. ¿Por qué es el gobierno de uno mismo ayuda tan grande para mantener la paz?
22 Finalmente hay el fruto del gobierno de uno mismo, secundario solo al amor como ayuda para mantener nuestra posesión de paz. Cuando alguien nos insulta, abofeteándonos, por decirlo así, el gobierno de uno mismo nos ayudará a volverle la otra mejilla, manteniendo así la paz. El gobierno de uno mismo impedirá que gritemos cuando otros se exciten, ayudando así a restaurar la paz. “El hombre encolerizado suscita contienda, pero el que es lento para airarse,” o el que ejerce gobierno de sí mismo, “calma la contienda,” restaurando la paz.—Pro. 15:18; Mat. 5:39.
23. ¿Qué papel desempeña el gobierno de la lengua en la paz?
23 En particular la lengua tiene que ser controlada. El chismear puede ser inofensivo, pero también puede causar mala voluntad y separar amigos si es ofensivo, como leemos: “Donde no hay leña se apaga el fuego, y donde no hay calumniador la contienda se acalla.” “Ahuyenta al que se mofa, para que la contienda salga.” El gobierno de uno mismo de la lengua también se necesita cuando una persona se dirige a nosotros con una queja. Entonces es fácil que nuestras emociones se impliquen y el que nosotros nos pongamos de parte del ofendido. ¡Pero no! Ejerzamos gobierno de nosotros mismos, mantengamos nuestro equilibrio y raciocinemos sobre el asunto. Por causa de la paz trate de aliviar la situación: ‘Ahora bien, ¿realmente fueron así de malas las cosas? Usted debe haberlo entendido mal o él lo entendió mal a usted. Quizás no se sentía bien en esa ocasión. ¡No lo tome tan en serio, estoy seguro de que no lo hizo intencionalmente!’ y así sucesivamente. Así usted también puede trabajar por la paz.—Pro. 26:20; 22:10.
24, 25. ¿Qué responsabilidad en el interés de la paz tienen los esposos, superintendentes y esposas?
24 Por eso, prescindiendo del lugar en que estemos, queremos ejercer gobierno de nosotros mismos por causa de la paz. Quizás un esposo sea irritado por algo que su esposa o hijos dijeron o hicieron. Si ejerce gobierno de sí mismo la situación fácilmente se puede remediar, pero que reaccione con habla o acciones apresuradas y él ahuyentará más la paz. Lo mismo aplica en la congregación cristiana. Cualquiera que fuere la naturaleza de la ofensa, si un superintendente reacciona con cólera o ira, con habla imprudente, hace que la paz salga por la ventana, por decirlo así. Y luego tiene que restaurarse la paz antes de poder resolver el problema.—2 Tim. 2:23, 24.
25 Esto no quiere decir que otros no tengan también responsabilidad tocante a esto. “Mejor es morar en un rincón de un techo que con una esposa contenciosa, aunque en una casa en común.” La esposa sermoneadora como perturbadora de la paz es proverbial, ¡no obstante es tan innecesaria, tan irrazonable, tan fastidiosa! Su falta de gobierno de sí misma ejerce tirantez sobre el gobierno de sí mismos de otros individuos en cuanto a ella.—Pro. 21:9.
26, 27. En resumen, ¿qué se puede decir sobre el que obtengamos y mantengamos nuestra posesión de paz?
26 Verdaderamente, como la paz misma también es uno de esos frutos, el resto de los frutos del espíritu nos ayuda a cultivar este fruto, manteniéndolo como posesión nuestra. Jehová como el Dios de paz y su Hijo como el Príncipe de paz nos han dado su paz. Es una paz singular, que se basa en principio, y que no depende de nuestro ambiente. En virtud de ejercer fe hemos podido entrar en relaciones pacíficas con Jehová Dios, y ahora tenemos que trabajar para mantener nuestra posesión de paz. Tenemos que estar en paz con nuestros hermanos y, en lo que toca a nosotros, queremos estar en paz con nuestro prójimo, quienquiera que sea.
27 Eso significa ser inclinados a la paz, hacer de la paz nuestra búsqueda, orar por la paz, trabajar por la paz, guardarnos de los muchos perturbadores de la paz y, en particular, estar en guardia contra Satanás el Diablo, el gran destructor de la paz. Significa cultivar todo el resto de los frutos del espíritu tan conducentes a la paz. Ciertamente queremos mantener nuestra posesión de la paz, porque la paz contribuye al bienestar de la mente y el cuerpo, contribuye a actividad eficaz y resulta en felicidad.
28. ¿Qué relación hay entre la paz y la felicidad?
28 ¿No es Jehová Dios el Dios feliz, y Jesucristo el Potentado feliz? Sí, lo son, y si queremos ser felices debemos tener la paz de ellos. “Los que aconsejan la paz tienen regocijo.” ¿Y no dijo Jesús: “Felices son los pacíficos, puesto que ellos serán llamados ‘hijos de Dios’”? ¿Apreciamos la deducción de esas palabras? En otras palabras, el ser pacíficos es una característica que identifica a los hijos de Dios, así como lo es su amor y su mensaje. Por eso salvaguardemos siempre la paz de Dios, nuestra posesión.—Pro. 12:20; Mat. 5:9.
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