Oraciones por la paz

MUCHAS personas oran a Dios cuando están en dificultad pero se olvidan de él cuando todo marcha bien. Otros lo culpan por sus pesares, pero nunca lo bendicen por sus gozos. Abundan las oraciones por la paz cuando la guerra amenaza, pero cuando pasa el susto, ¿cuánto se preocupa la cristiandad por Dios? Pocos le agradecen con la misma sinceridad con que le imploran cuando están en dificultad. ¿A quiénes considera Ud. sus verdaderos amigos? ¿Los que vienen únicamente cuando quieren algo? ¿A quiénes siente Ud. el deseo de ayudar? ¿A los que procuran usarlo egoístamente? ¿o a aquellos que a todo tiempo le aman sinceramente? Si uno que anda con otros en tiempo de prosperidad viene a usted sólo en tiempo de miseria, ¿no desea Ud. dirigirlo a sus amigos de tiempos prósperos?

Asimismo es fácil entender por qué Jehová por fin le dijo a Israel: “Me habéis dejado y habéis servido a otros dioses; por tanto no os volveré más a salvar. ¡Andad y clamad a los dioses que os habéis escogido! ¡que os salven ellos en el tiempo de vuestra angustia!”—Jue. 10:13, 14.

¿Qué hay de las naciones de la cristiandad que dicen servir a Dios? Su política es corrupta, su comercio codicioso, sus religiones hipócritas. Han confiado en alianzas internacionales, en ejércitos mecanizados, en armas de destrucción. Puesto que cifran sus esperanzas en los tales, a ellos deben clamar cuando están en dificultad. Igual que las naciones, la gente por lo general no le rinde más homenaje a Dios y a su Palabra que el homenaje de boca. Tal como fué predicho las multitudes de hombres son “amantes de sí mismos, amantes del dinero, presuntuosos, arrogantes, blasfemos, desobedientes a sus padres, sin gratitud, sin bondad amorosa, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin imperio de sí mismos, feroces, sin amor de la bondad, traicioneros, porfiados, hinchados de amor propio, amantes de placeres más bien que amantes de Dios, teniendo una forma de devoción piadosa pero mostrándose falsos a su poder”.—2 Tim. 3:1-5, NM.

Cuando tales hombres y naciones oran a Dios por la paz, ¿debemos esperar que escuche? Si no se apartan de su mal proceder, ¿deben esperar ayuda divina? La Palabra de Dios declara: “Jehová se aleja de los inicuos; mas oye la oración de los justos.” “El que aparta sus oídos para no escuchar la ley, su oración misma es cosa abominable.” “Los ojos de Jehová están sobre los justos y sus oídos atentos a su súplica, pero el rostro de Jehová está contra los que hacen cosas perjudiciales.”—Pro. 15:29; 28:9; 1 Ped. 3:12, NM.

Si las oraciones han de ser escuchadas, el que ora tiene que obedecer la Palabra de Dios, manifestar amor a Dios, cumpliendo con Sus mandamientos, y expresar peticiones que estén en armonía con los propósitos de Dios tocante a un nuevo mundo pacífico. Tales oraciones por la paz serán contestadas.—Isa. 9:6, 7; Mat. 6:9-13; Sant. 4:3; 1 Juan 5:3; Apo. 21:1-4.