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  • El Sermón del Monte... La cólera prolongada puede ser mortífera
    La Atalaya 1978 | 15 de septiembre
    • Según Jesús, esa persona lleva una medida de culpa comparable a la del que ha sido convicto y sentenciado a muerte por el “Tribunal Supremo” judío. Ese era el Sanedrín principal que estaba en Jerusalén, compuesto de “los principales sacerdotes [los que tenían la superintendencia de las funciones sacerdotales en el templo] con los ancianos y los escribas.” (Mar. 15:1) Este cuerpo legislativo, que, según informes, constaba de 71 jueces, se encargaba solo de casos de gravedad o complejidad excepcionales y oía las apelaciones que venían de los tribunales inferiores.b

      Jesús entonces fue un paso más allá, y dijo: “Quienquiera que diga: ‘¡Despreciable necio!’ estará expuesto al Gehena ardiente.” (Mat. 5:22c) La palabra griega que se vierte “despreciable necio” es moré. Un término hebreo de sonido similar (moreh) significa “rebelde,” “dado a motines.” Mientras que raca sugiere estupidez intelectual, moré designa al que está desprovisto de valor moral, un apóstata y rebelde contra Dios. En sus Hebrew and Talmudical Exercitations, (Ensayos hebreos y talmúdicos), John Lightfoot señala: “‘Raca’ denota ciertamente ‘displicencia, y liviandad de costumbres y vida:’ pero ‘necio’ juzga enconadamente acerca del estado espiritual y eterno, y decreta al hombre a destrucción segura.”

      Las personas que denunciaron de esa manera a su compañero estarían ‘expuestas al Gehena ardiente.’ Aquí Jesús se refiere al valle de Hinón (hebreo: Gei Hinnom) cerca de Jerusalén, que llegó a ser un basurero donde continuamente ardían fuegos para consumir la basura y los cuerpos muertos que se arrojaban en él. Según un diccionario griego por Liddell y Scott, en aquel valle “se quemaban los cadáveres de los peores malhechores.” Si los fuegos del Gehena no consumían totalmente aquellos cadáveres, los gusanos y cresas que se criaban allí terminaban aquel trabajo.—Isa. 66:24; Mar. 9:47, 48.

      Jesús usó el Gehena como símbolo apropiado de la destrucción eterna. Puesto que la persona que quisiera condenar a su compañero como “despreciable necio” digno del Gehena estaría deseando la destrucción eterna para esa persona, desde el punto de vista de Dios el que pronuncia tal condenación se trae esa severa sentencia a sí mismo.—Compare con Deuteronomio 19:17-19.

      “PRIMERO HAZ LAS PACES CON TU HERMANO”

      Después de advertir a los que le escuchaban acerca de lo mortífero de la cólera prolongada, Jesús dirigió los pensamientos de ellos hacia arrancar de raíces las causas de la cólera. Dijo: Si, pues, traes tu don al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu don allí enfrente del altar, y vete; primero haz las paces con tu hermano, y luego, cuando hayas vuelto, ofrece tu don.”—Mat. 5:23, 24.

      “Don” en este caso quería decir cualquier ofrenda sacrificatoria que alguien presentara en el templo de Jehová. Los sacrificios animales eran de considerable importancia, pues Dios mandó que se hicieran como parte de la adoración verdadera. Pero para el que quizás recordara ‘que su hermano tenía algo contra él,’ había un asunto de mayor importancia todavía. “Deja tu don allí enfrente del altar, y vete,” dijo Jesús. “Primero haz las paces con tu hermano, y luego, cuando hayas vuelto, ofrece tu don.”

      Esto no tendría que haber sido tan difícil como parece, puesto que el tiempo en que se solía traer aquellos sacrificios era durante las tres fiestas de temporada de la Pascua, el Pentecostés y las Cabañas. (Deu. 16:16, 17) Probablemente el hermano ofendido estaría entre los peregrinos que acudían en grandes cantidades a Jerusalén para estas fiestas.

      Uno aquí pudiera recordar el requisito mosaico acerca de las ofrendas de culpa. En casos de robo, pérdida o engaño con relación a propiedad, la ley de Dios exigía que el culpable arrepentido restaurara la cantidad completa junto con un 20 por ciento adicional antes de presentar su ofrenda. (Lev. 6:1-7) Sin embargo, Jesús no limitó sus comentarios a las ofrendas de culpa y transgresiones específicas. Según el Hijo de Dios, cualquier ofrenda debería posponerse si uno recordaba que su hermano tenía, con razón, algo contra uno... algo que su conciencia le dijera que, incorrectamente, uno hubiera hecho o dejado de hacer para con su hermano; o pudiera ser que uno percibiera, por la actitud de su hermano para con uno, que había algún sentimiento de ofensa. En tal caso, la ofrenda se debería dejar viva “allí enfrente del altar,” a saber, el altar de las ofrendas quemadas en el patio o atrio de los sacerdotes en el templo.

      Desde el punto de vista de Dios la relación de uno con sus congéneres es una parte clara, importante, de la adoración verdadera. Los sacrificios animales, hasta el punto de “miles de carneros,” no tenían significado para Dios si los que los ofrecían no trataban debidamente a su congénere. (Miq. 6:6-8) “Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto.”—1 Juan 4:20.

      Además, Jesús instó a los que le escuchaban a evitar las demoras en rectificar agravios, al decir: “Ocúpate en arreglar prestamente los asuntos con el que se queja contra ti en juicio, mientras estas con él en camino hacia allá.”—Mat. 5:25a.

      ‘Mientras estaba con el que tenía la queja en camino al tribunal’ el ofensor debería hacer esfuerzos vigorosos por resolver el asunto fuera del tribunal. Si el ofensor admitiera su error, expresara dolor e indicara un deseo de hacer la restitución debida, probablemente el que se quejaba se inclinaría a mostrar misericordia, y quizás hasta concordaría en términos con los cuales el ofensor pudiera cumplir sin indebida penalidad.

      Dando una razón práctica para tal arreglo rápido de los asuntos, Jesús declaró: “No sea que el querellante te entregue al juez, y el juez al servidor del tribunal, y seas echado en prisión.”—Mat. 5:25b.

      Una vez que el caso llegaba al tribunal, si se probaba que el acusado era culpable y no podía pagar su deuda, el juez pudiera entregarlo a un “servidor del tribunal.” Este oficial, a su vez, metería en prisión al culpable. ¿Por cuánto tiempo?

      “Te digo en verdad,” declaró Jesús: “De seguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado la última moneda de ínfimo valor.” (Mat. 5:26) Según el texto griego de Mateo, el aprisionamiento continuaría hasta que se pagara el último kodrantes, “cuadrante,” una moneda que valía la sexagésima cuarta parte del salario que se acostumbraba pagar por día a los que trabajaban en la agricultura. A menos que alguien viniera y pagara la deuda del prisionero, éste pudiera permanecer en la cárcel por largo tiempo.

      La adoración aceptable tiene que incluir el tratar debidamente al congénere de uno. El apóstol Pablo aconseja a compañeros de creencia: “Hagan que esto sea la decisión suya: el no poner delante de un hermano tropiezo ni causa para dar un traspié.” (Rom. 14:13) Si surgiera tal causa de tropiezo, el cristiano debería recordar las palabras de Jesús y ‘ocuparse en arreglar prestamente los asuntos.’ (Mat. 5:25) “Porque en bondad amorosa me he deleitado,” dice Jehová, “y no en sacrificio.”—Ose. 6:6.

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1978 | 15 de septiembre
    • Preguntas de los lectores

      ● ¿Cómo puede uno estar seguro de que los “tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo” de Revelación 12:14 son tres tiempos y medio?

      Ese versículo dice: “Pero las dos alas de la grande águila fueron dadas a la mujer, para que volara al desierto a su lugar; allí es donde es alimentada por un tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo lejos de la cara de la serpiente.”—Rev. 12:14.

      Es útil asegurarse de la duración del tiempo

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