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Estados Unidos de América (Parte 1)Anuario de los testigos de Jehová para 1975
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GOLPE DE MUERTE A LOS “DOS TESTIGOS”
Después del principio de octubre de 1914, los seguidores ungidos de Cristo proclamaron que los Tiempos de los Gentiles habían terminado y que las naciones se acercaban a su destrucción en Armagedón. (Luc. 21:24; Rev. 16:14-16) Estos “dos testigos” figurativos declararon este mensaje de lamentación para las naciones por 1.260 días, o tres años y medio (del 4/5 de octubre de 1914 al 26/27 de marzo de 1918). Entonces el sistema político bestial del Diablo guerreó contra los “dos testigos” de Dios, y con el tiempo ‘los mató’ en cuanto a la obra atormentadora que ellos hacían de profetizar “vestidos de saco,” para gran alivio de sus enemigos religiosos, políticos, militares y judiciales. (Rev. 11:3-7; 13:1) Esa era la profecía, y se cumplió. Pero, ¿cómo?
El 7 de mayo de 1918 el Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito Oriental de Nueva York emitió una orden para el arresto de ciertos siervos principales de la Sociedad Watch Tower. Esto envolvía al presidente J. F. Rutherford, el secretario-tesorero W. E. Van Amburgh, Clayton J. Woodworth y George H. Fisher (los dos compiladores de The Finished Mystery), F. H. Robison (miembro del comité redactor de la Watch Tower), A. H. Macmillan, R. J. Martin y Giovanni DeCecca.
El mismo día siguiente, 8 de mayo de 1918, los de este grupo que estaban en el Betel de Brooklyn fueron arrestados. Con el tiempo todos fueron arrestados. Poco después tuvieron que presentarse en el Tribunal Federal, bajo la presidencia del juez Garvin. Todos tuvieron que enfrentarse a una acusación previamente hecha por el Gran Jurado, que levantaba contra ellos el cargo de:
“(1, 3) La ofensa de ilegal, criminal y voluntariosamente causar insubordinación, deslealtad y negación de servicio en las fuerzas militares y navales de los Estados Unidos de América, en, por y mediante incitaciones personales, cartas, discursos públicos, distribuyendo y haciendo circular públicamente a través de los Estados Unidos de América cierto libro llamado ‘Volume Seven—SCRIPTURE STUDIES—The Finished Mystery’; y distribuir y hacer circular públicamente por todos los Estados Unidos ciertos artículos presentados en folletos llamados: ‘BIBLE STUDENTS MONTHLY,’ ‘THE WATCH TOWER,’ ‘KINGDOM NEWS’ y otros folletos no mencionados, etcétera;
“(2, 4) La ofensa de obstruir ilegalmente, criminalmente y voluntariosamente el reclutamiento y servicio de alistamiento de los Estados Unidos cuando los Estados Unidos estaban en guerra.”
Principalmente, la acusación se basaba en un solo párrafo de The Finished Mystery. Este decía: “En ningún lugar en el Nuevo Testamento se estimula el Patriotismo (un odio de miras estrechas a otros pueblos). En todo lugar y siempre se prohíbe el asesinato en toda forma; y sin embargo, bajo pretexto del Patriotismo los gobiernos civiles de la Tierra exigen de hombres que aman la paz que se sacrifiquen a sí mismos y sacrifiquen a sus amados y que degüellen a sus semejantes, y aclaman esto como un deber que exigen las leyes del cielo.”
Los hermanos Rutherford, Van Amburgh, Macmillan y Martin se enfrentaron a una segunda acusación de hacer negocios con el enemigo, basada en la alegación de que los oficiales de la Sociedad habían enviado 500 dólares al administrador de la sucursal suiza de la Sociedad en Zurich. A cada hermano acusado se le retuvo bajo fianza de 2.500 dólares por cada una de las acusaciones. Se les puso en libertad bajo fianza y comparecieron ante el tribunal el 15 de mayo de 1918. El juicio se fijó para el 3 de junio de 1918 en el Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito Oriental de Nueva York. Los hermanos se declararon “inocentes” a ambas acusaciones y se consideraron completamente inocentes de todos los cargos.
Debido a las emociones que se manifestaron en audiencias preliminares, los acusados presentaron declaraciones juradas que mostraban por qué pensaban que el juez Garvin estaba prejuiciado contra ellos. Con el tiempo, se trajo al juez de distrito de los Estados Unidos Harland B. Howe para que presidiera en el juicio. Según A. H. Macmillan, aunque los acusados no estaban al tanto de los puntos de vista de Howe, el gobierno sabía que él “tenía prejuicio especial a favor de la prosecución de la ley y en contra de los acusados de violarla.” Macmillan también declaró: “Pero no quedamos largo tiempo en la oscuridad. Desde la primera conferencia de los fiscales en las cámaras del juez antes que comenzara el juicio se manifestó su animosidad, y él indicó: ‘Les voy a dar a estos acusados todo lo que les corresponde.’ No obstante, ahora era demasiado tarde para que nuestros abogados sometieran una declaración jurada acerca de prejuicio por parte del juez.”
Macmillan dijo que la acusación, según se presentó originalmente, decía que los acusados habían entrado en una conspiración en algún tiempo entre el 6 de abril de 1917, cuando los Estados Unidos declararon la guerra, y el 6 de mayo de 1918. Por moción, el gobierno especificó que la fecha de la ofensa alegada estuvo entre el 15 de junio de 1917 y el 6 de mayo de 1918.
ESCENAS EN EL TRIBUNAL
Los Estados Unidos estaban en guerra. Un juicio de Estudiantes de la Biblia bajo acusación de sedición por eso atrajo gran atención. ¿Qué hay del sentir del público? Favorecía todo lo que diera adelanto al esfuerzo de guerra. Fuera del tribunal las bandas tocaban y los soldados marchaban alrededor cerca del Ayuntamiento de Brooklyn. Dentro del tribunal siguió el juicio de quince días, acumulando una verdadera montaña de testimonio. Pasemos adelante y seamos testigos de lo que sucede.
A. H. Macmillan, uno de los acusados, nos ayuda a captar el ambiente, porque más tarde escribió: “Durante el juicio el gobierno dijo que si uno se paraba en la esquina de la calle y repetía el padrenuestro con la intención de desanimar a los hombres de ingresar en el ejército, podía ser enviado a la penitenciaría. De modo que se puede ver lo fácil que era para ellos interpretar intención. Pensaban que podían saber lo que otra persona estaba pensando, y por eso obraron contra nosotros con esa base aunque testificamos que jamás en tiempo alguno conspiramos para hacer cosa alguna que afectara el reclutamiento y nunca estimulamos a nadie a resistirlo. De nada sirvió. Ciertos caudillos religiosos de la cristiandad y sus aliados políticos estaban determinados a acabar con nosotros. El fiscal, con consentimiento del juez Howe, tuvo como mira el fallo de culpabilidad, insistiendo en que nuestro motivo era inaplicable y que la intención debería deducirse de nuestros actos. Fui hallado culpable únicamente por haber refrendado un cheque, el propósito del cual no pudo ser determinado, y porque firmé una declaración de hecho que fue leída por el hermano Rutherford en una reunión de la junta. Aun entonces no pudieron probar que aquélla era mi firma. La injusticia de esto nos ayudó más tarde en nuestra apelación.”
En cierto punto del proceso, cierto individuo que había sido oficial de la Sociedad presentó juramento como testigo. Después de mirar a un documento que llevaba dos firmas, dijo que reconocía una de ellas como la de W. E. Van Amburgh. Aquí la Transcripción del Registro dice:
“P. Pongo en sus manos el Documento 31 para identificación, y le pido que mire a las dos firmas o supuestas firmas, de Macmillan y Va[n] Amburgh, y le pregunto primero en cuanto a Van Amburgh, si en su opinión, ¿es ésa una copia al mimeógrafo de su firma? R. Creo que sí. La reconozco como tal.
“P. ¿La del Sr. Macmillan? R. La del Sr. Macmillan no se puede reconocer al mismo grado, pero creo que es su firma.”
Acerca de la defensa que presentaron los que estaban siendo sometidos a juicio, el hermano Macmillan escribió más tarde:
“Después que el Gobierno había completado su caso presentamos nuestra defensa. Esencialmente mostramos que la Sociedad es una organización completamente religiosa; que los miembros aceptan como principios de creencia de ellos la santa Biblia según la explica Carlos T. Russell; que C. T. Russell durante su vida escribió y publicó seis tomos, Estudios de las Escrituras, y que ya en 1896 prometió el séptimo tomo que consideraría Ezequiel y Revelación; que en su lecho de muerte declaró que otro escribiría el séptimo tomo; que poco después de su muerte el comité ejecutivo de la Sociedad autorizó a C. J. Woodworth y George H. Fisher a escribir y presentar un manuscrito para consideración sin que hubiera promesa acerca de que sería publicado; que el manuscrito sobre Revelación fue completado antes que los Estados Unidos entraran en la guerra y que todo el manuscrito del libro entero (excepto un capítulo acerca del Templo) estaba en manos del impresor antes de la aprobación de la Ley contra Espionaje; por lo tanto, era imposible que se hubiera entrado en ninguna conspiración como la alegada para violar la ley.
“Testificamos que en ningún tiempo nos combinamos, ni concordamos o conspiramos para hacer cosa alguna que afectara el reclutamiento o interfiriera con el Gobierno en la prosecución de la guerra, ni tuvimos idea alguna de hacer aquello; que nunca tuvimos intención alguna de interferir de modo alguno con la guerra; que nuestra obra era enteramente religiosa y en ningún sentido política; que no solicitábamos miembros y jamás aconsejábamos o estimulábamos a nadie a resistir el reclutamiento; que las cartas que se habían escrito eran para aquellos de quienes sabíamos que eran cristianos dedicados que bajo la ley tenían derecho a consejo; que no nos oponíamos a que la nación fuera a la guerra, pero como cristianos dedicados no podíamos participar en combate mortal.”
Pero no todo lo que se dijo e hizo en aquel juicio se hizo franca y abiertamente. Más tarde Macmillan informó: “Algunos de los nuestros que estaban observando el juicio me dijeron más tarde que uno de los abogados del Gobierno había salido a la galería, donde habló en voz baja con algunos de los que habían dirigido la oposición dentro de la Sociedad. Dijeron: ‘No dejen que se vaya ese individuo [Macmillan]; es el peor de ellos. Si no se lo llevan con los otros va a hacer que las cosas sigan.’” Recuerde que en este tiempo unos hombres ambiciosos habían estado tratando de obtener el control de la Sociedad Watch Tower. No extraña que más tarde Rutherford diera la siguiente advertencia a los hermanos que quedaron a cargo de Betel: “Se nos informa que siete que se opusieron a la Sociedad y su obra durante el año pasado asistieron al juicio y prestaron ayuda a nuestros acusadores. Les advertimos amados, contra los esfuerzos sutiles que harán algunos de ellos para adularlos servilmente ahora en la tentativa de apoderarse de la Sociedad.”
Finalmente, después del largo juicio, llegó el día esperado del fallo. El 20 de junio de 1918, como a las cinco de la tarde el caso fue al jurado. J. F. Rutherford más tarde recordó: “El jurado vaciló por largo tiempo antes de dar el fallo. Finalmente el juez Howe les envió el mensaje de que tenían que traer un veredicto de ‘Culpables,’ según nos declaró más tarde uno de los jurados.” Después de unas cuatro horas y media de deliberación, a las 9:40 de la noche, el jurado regresó con su veredicto... “Culpables.”
La sentencia se dictó el 21 de junio. La sala del tribunal estaba llena. Cuando se les preguntó si tenían algo que decir, los acusados no respondieron. Entonces vino la sentencia por parte del juez Howe. Coléricamente dijo: “La propaganda religiosa en que participan estos hombres es más dañina que una división de soldados alemanes. No solo han puesto en tela de juicio a los oficiales de la ley del Gobierno y al departamento de información secreta del ejército, sino que han denunciado a todos los ministros de todas las iglesias. Su castigo debe ser severo.”
Lo fue. Siete de los acusados fueron sentenciados a ochenta años en la penitenciaría (veinte años por cada uno de cuatro cargos, a servirse consecutivamente). La sentencia para Giovanni DeCecca se tardó, pero al fin recibió cuarenta años, o diez años por cada uno de los mismos cuatro cargos. Los acusados habían de cumplir sus sentencias en la penitenciaría de los Estados Unidos en Atlanta, Georgia.
El juicio había durado quince días. El testimonio que se había registrado había sido voluminoso y a menudo los procedimientos habían sido injustos. De hecho, más tarde se demostró que el juicio contuvo más de 125 errores. Con el tiempo el Tribunal de Apelaciones solo necesitó unos cuantos de éstos para condenar todo el procedimiento como injusto.
“Fui y lo sufrí todo con los hermanos mientras se les sometía a esta prueba injusta,” comenta James Gwin Zea, que estuvo presente como observador. Continúa: “Todavía puedo ver al juez negándole al hermano Rutherford la oportunidad de defenderse. ‘La Biblia no rige en este tribunal’ fue su comentario. Me alojé con el hermano M. A. Howlett en Betel aquella noche y como a las diez vino la noticia de que se les había hallado culpables. El día siguiente fueron sentenciados.”
A pesar de que se les había hallado culpables injustamente y de las sentencias severas que habían recibido, el hermano Rutherford y sus asociados permanecieron sin arredrarse. Es interesante que el Tribune de Nueva York del 22 de junio de 1918 informó: “José F. Rutherford y seis de los otros ‘russelistas,’ convictos por violación de la Ley contra Espionaje, fueron sentenciados ayer a 20 años en la penitenciaría de Atlanta, por el juez Howe. ‘Este es el día más feliz de mi vida,’ dijo el Sr. Rutherford, en camino desde el tribunal al presidio, ‘el sufrir castigo terrestre por la creencia religiosa de uno es uno de los privilegios más elevados que el hombre puede tener.’ Una de las manifestaciones más raras que se han presenciado en la oficina del alguacil en el Tribunal Federal de Brooklyn, fue llevada a cabo por los familiares y amigos íntimos de los hombres convictos poco después que los prisioneros fueron llevados al cuarto del Gran Jurado. La compañía entera hizo resonar el viejo edificio con las melodías de ‘Bendito el vínculo que une.’ ‘Todo esto es la voluntad de Dios,’ se decían unos a otros, con rostros casi resplandecientes. ‘Algún día el mundo se dará cuenta del significado de todo esto. Mientras tanto, estemos agradecidos por la gracia de Dios que nos ha sostenido a través de nuestras pruebas, y esperemos el Gran Día que ha de venir.’”
Mientras se apelaba el caso, dos veces los hermanos trataron de obtener fianza, pero primero el Juez Howe y más tarde el juez Martin T. Manton la negaron. Mientras tanto, originalmente los tuvieron en la cárcel de la calle Raymond en Brooklyn, “el hoyo más sucio en que me he metido,” según A. H. Macmillan. Clayton J. Woodworth lo llamaba bromeando el “Hotel de Raymondie.” Aquella estadía desagradable de una semana fue seguida por otra semana en la prisión de Long Island City. Finalmente, el cuatro de julio, el Día de la Independencia de los Estados Unidos, aquellos hombres que habían sido injustamente condenados fueron enviados por tren a la penitenciaría de Atlanta, Georgia.
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Estados Unidos de América (Parte 2)Anuario de los testigos de Jehová para 1975
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Estados Unidos de América (Parte 2)
LOS ENEMIGOS SE REGOCIJAN
El encarcelamiento de estos testigos cristianos de Jehová fue un golpe de muerte figurativo, que deleitó y alivió mucho a sus enemigos. Se cumplieron las palabras de Revelación 11:10: “Y los que moran en la tierra se regocijan sobre ellos y gozan, y se enviarán dones los unos a los otros, porque estos dos profetas atormentaron a los que moran en la tierra.” Los enemigos religiosos, judiciales, militares y políticos de los “dos testigos” sí ‘se enviaron dones’ unos a otros, porque se felicitaron unos a otros por el papel que desempeñaron en obtener victoria sobre sus atormentadores.
En su libro Preachers Present Arms, Ray H. Abrams consideró el juicio de J. F. Rutherford y sus asociados y hace esta declaración:
“Un análisis de todo el caso lleva a la conclusión de que las iglesias y el clero estuvieron originalmente detrás del movimiento encaminado a acabar con los russelistas. . . .
“Cuando la noticia de las sentencias de veinte años llegó a los redactores de la prensa religiosa, virtualmente todas estas publicaciones, grandes y pequeñas, se regocijaron por el acontecimiento. No he podido descubrir palabras de simpatía en ninguna de las publicaciones religiosas ortodoxas. ‘No puede haber duda,’ concluyó Upton Sinclair, de que ‘la persecución . . . surgió en parte del hecho de que se habían atraído el odio de los cuerpos religiosos “ortodoxos.”’ Lo que los esfuerzos combinados de las iglesias no habían podido hacer el gobierno ahora aparentemente había tenido buen éxito en lograrlo para ellas... el aplastamiento de estos ‘profetas de Baal’ para siempre.”
OPTIMISMO A PESAR DEL ‘CAUTIVERIO BABILÓNICO’
Desde 607 hasta 537 a. de la E.C. los judíos languidecieron en el cautiverio en la antigua Babilonia. De manera paralela,
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