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Atrocidades contra cristianos en Malawi¡Despertad! 1976 | 8 de enero
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Atrocidades contra cristianos en Malawi
SE ESTÁ escribiendo aun otro capítulo de vergonzosa inhumanidad contra una minoría indefensa en Malawi, un país de África oriental. Es un registro que despide un hedor de bestialidad, de insensibilidad a toda norma de decencia o de compasión humana. Realmente presenta un triste comentario sobre la manera en que criaturas humanas pueden tratar a sus semejantes... personas de su propia raza y nación. Es un registro que debe afectar profundamente a toda persona que ama la justicia y la equidad, sí, que favorece la libertad para todos, prescindiendo de raza, color o religión.
Hoy día, cuando una sola persona cae en manos de los terroristas y la tienen cautiva, ese acontecimiento recibe amplia publicidad. La gente sigue con interés todo esfuerzo por libertar al rehén. Pero en Malawi, desde septiembre de 1975, decenas de miles de testigos de Jehová, malawianos nativos, han sido expuestos a un régimen de terror. Hace tres años huyeron a Mozambique y a Zambia para escapar del reinado de terror en Malawi. Ahora se han visto obligados a regresar. En su país natal los han hecho el blanco de ultraje verbal, de violencia física y de toda suerte de indignidad. Les han robado las pocas posesiones que tenían y los han dejado sin los medios necesarios para sostener su vida y la vida de sus hijos.
En todo esto no hay alivio que les venga de las agencias destinadas a hacer cumplir la ley. No hay un solo individuo entre todos los funcionarios malawianos al que puedan acudir y esperar recibir protección contra los atacantes depravados que andan golpeando, robando y violando a su antojo. Son cautivos en su propio país, el país en que nacieron y se criaron. Sus fronteras han llegado a ser para ellos como los muros de una prisión grande. No se puede pasar por alto la semejanza entre esto y las condiciones que eran corrientes en la Alemania nazista, donde miles de testigos de Jehová sufrieron encarcelamiento y muerte. Y esa semejanza se destaca aún más ahora, porque Malawi ha empezado a establecer sus propios campos de concentración para los testigos de Jehová. También ha llegado al extremo increíble de arrancar a las madres y padres cristianos de sus hijos, a pesar de que sean meros infantes.
Y ¿a qué se debe todo esto? ¿Son estos individuos un elemento peligroso al país... subversivos, traicioneros, tramadores de revoluciones? Precisamente lo contrario. No se puede negar que se cuentan entre los ciudadanos más pacíficos, más trabajadores, más observantes de la ley de todo el país. Hay una razón, y tan solo una razón, por la cual se ha descargado sobre ellos toda esa brutalidad e indignidades. Es porque no son políticos. No lo son debido a sus creencias concienzudas en la Biblia y en las enseñanzas de Cristo Jesús, quien dijo que sus seguidores “no son parte del mundo.” (Juan 15:17-19) De modo que su conciencia no les permite comprar una tarjeta que declare que son miembros del partido político gobernante de Malawi... el Partido del Congreso de Malawi. A causa de esto, se les trata como si merecieran menos consideración que la que los seres humanos normalmente conceden a los animales.
Una ‘cosa pequeña,’ quizás algunos se sientan inclinados a decir. ‘¿Por qué no comprar esa tarjeta y evitar la dificultad?’ Ciertamente ese sería el proceder más fácil. Y si lo único de que se tratara fuera el pagar algún impuesto o pagar por un documento de identificación o cédula (como la que pagan los testigos de Jehová en muchos países y llevan consigo en obediencia a las leyes de sus países respectivos), esto no suscitaría ninguna objeción de parte de ellos. Pero en el caso actual el punto en disputa llega hasta el mismo corazón de su creencia y posición cristianas. Cristo Jesús le dijo al gobernador romano Poncio Pilato: “Mi reino no es parte de este mundo. Si mi reino fuera parte de este mundo, mis servidores habrían peleado.” (Juan 18:36) El que los testigos de Jehová empezaran a hacerse miembros de los partidos políticos de este mundo sería una negación clara de lo que afirman creer y representar. Aunque no tienen ningún deseo de experimentar sufrimiento, aceptarán el sufrimiento o hasta la muerte misma más bien que ser infieles a Jehová Dios y a su Hijo Cristo Jesús.
Esa es la misma actitud de los cristianos en los primeros siglos del cristianismo. Se puede leer en los libros de historia lo que hicieron los funcionarios romanos en su esfuerzo por conseguir que los cristianos primitivos, hombres y mujeres, hicieran sacrificios al “genio” del emperador, aun por un acto tan pequeño como el de poner una pizca de incienso sobre el altar como sacrificio. Una historia de aquella época dice lo siguiente respecto a los cristianos que fueron introducidos en las arenas romanas para morir: “Muy pocos de los cristianos se retractaban, aunque generalmente se mantenía un altar en la arena con fuego ardiendo sobre él para la conveniencia de ellos. El prisionero solo tenía que esparcir una pizca de incienso en la llama y se le daba un Certificado de Sacrificio y se le ponía en libertad. . . . No obstante, casi ningún cristiano se aprovechó de la oportunidad de escapar.”—Those About to Die, Daniel P. Mannix, págs. 135, 137.
Pregúntese, ¿qué da mayor evidencia de ser buen ciudadano, el comprar una tarjeta de un partido político y llevan consigo —algo que cualquier criminal o hasta un traidor podría hacer y lo haría— o el vivir en obediencia a las leyes del país y demostrar que es trabajador, decente, honrado y respetuoso, y que ama a su prójimo como a sí mismo? Los mismos funcionarios malawianos tienen que reconocer lo ridículo que es hacer que la posesión de una tarjeta política sirva como la prueba de toda importancia de que uno es buen ciudadano. Y eso es lo que hacen, de otro modo no negarían como lo hacen frecuentemente, que este es el punto en disputa, ni negarían que realmente se esté tratando de obligar a las personas a comprar dichas tarjetas.
Pero los hechos hablan por sí mismos, y esos hechos son brutales, vergonzosos, repugnantes. Ahora considere brevemente lo que han tenido que soportar los testigos de Jehová en Malawi durante la pasada década y hasta el mismo día de hoy.
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Elementos depravados se burlan de la constitución de Malawi¡Despertad! 1976 | 8 de enero
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Elementos depravados se burlan de la constitución de Malawi
LA Constitución de la República de Malawi, que se adoptó en 1966, contiene esta disposición en su primer capítulo:
“(iii) El Gobierno y el pueblo de Malawi continuarán reconociendo la inviolabilidad de las libertades personales encerradas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, y que se apegan a la Ley de las Naciones.”
¿Cuáles son algunas de esas libertades personales, cuya inviolabilidad se reconocería? Los artículos siguientes dicen:
“(iv) Ninguna persona debería ser privada de su propiedad sin pago de una apropiada compensación, y solamente cuando lo requiere el interés público.
“(v) Todas las personas sin distinción de color, raza o credo deberán disfrutar de los mismos derechos y libertades.”
Pero casi desde que se adoptó la constitución, elementos criminales del país se han burlado de esas palabras, rindiéndolas inválidas.
Aun antes de la redacción de esta constitución más reciente, se había experimentado un violento estallido de ataques contra los testigos de Jehová en Malawi, en el año 1964. Un total de 1.081 de sus hogares y más de cien de sus lugares de reunión, que se llaman Salones del Reino, fueron quemados o de otra manera arruinados. Centenares de sus campos de cosechas fueron destruidos, para privarlos del alimento necesario. Pero por lo menos en 1964 podían, hasta cierto grado, valerse de la ley.
Como ejemplo de que la justicia todavía funcionaba en ese tiempo se cita el hecho de que ocho hombres que participaron en asesinar a un Testigo malawiano que se llamaba Elton Mwachande fueron enjuiciados y declarados culpables. Quedó refutado el cargo de que el Testigo había ‘provocado’ a sus acometedores, o de que los testigos de Jehová en Malawi no cumplían con sus deberes cívicos, cuando el juez interino el Sr. L. M. E. Emejulu, dijo en esa ocasión:
“No veo evidencia de provocación. Es cierto que los Testigos de Jehová propagaban con resolución su fe y se esforzaban por hacer conversos, pero estaban alerta a sus deberes cívicos y hacían todo lo que se les pedía que hicieran, incluso el desarrollo de la comunidad. Solo rehusaron unirse a cualquier partido político. . . . No hay evidencia de que alguna vez obligaran o trataran de obligar a alguien a aceptar su religión. La evidencia señala a lo contrario. La Constitución les garantiza el derecho de pertenecer o no pertenecer a cualquier partido político. No hallo evidencia de provocación.”
Desaparece la justicia
Eso fue en 1964. Sin embargo, desde 1967 ha desaparecido toda semejanza a la justicia en lo que toca al trato de esta minoría indefensa.
A pesar de las disposiciones de igualdad de derechos y libertad para todas las personas que la constitución garantiza, el 23 de octubre de 1967, como se anunció en The Times de Malawi, el gobierno proscribió oficialmente a los testigos de Jehová, declarándolos una “sociedad ilegal.” Esto sirvió de señal para un ataque por todo el país contra los testigos de Jehová, de los cuales había en ese tiempo unos 18.000. De nuevo vieron el saqueo y quema de sus humildes hogares. En tan solo una ciudad de Malawi central, Lilongwe, 170 hogares fueron quemados en tres noches. El total llegó a 1.095, con 115 Salones del Reino arruinados. Miles de testigos de Jehová fueron golpeados y echados en la prisión. Otros miles buscaron refugio temporario por medio de cruzar las fronteras y entrar en los países próximos de Zambia y Mozambique.
Y de parte del gobierno, la fuente de ‘ley y orden,’ el ‘protector oficial’ de los derechos de todo el pueblo de Malawi, ¿qué acción hubo? ¡Ninguna condenación en absoluto de toda esta actividad criminal! No obstante, al ver las tremendas proporciones que la violencia estaba alcanzando, el gobierno sí pidió que los miembros de su partido político se refrenaran en su persecución depravada. Después de eso, por un tiempo, reinaron hasta cierto grado la paz y la calma, y los Testigos que habían buscado refugio fuera del país volvieron. Su obra de predicar las buenas nuevas del reino de Dios a sus semejantes malawianos siguió y, aunque no se podía llevar a cabo abiertamente debido a la proscripción, su obra prosperó.
Unos dos años después, el 6 de octubre de 1969, el presidente de Malawi, el Dr. H. Kamuzu Banda, declaró públicamente que a nadie del país se le debiera obligar a comprar una tarjeta política. ¿Demostraría el futuro que estas palabras tenían significado y fuerza y que las acataban? ¿O revelarían los acontecimientos posteriores que también de esa declaración hacían objeto de burla?
Se inicia la tercera oleada de violencia
En 1972 vino la respuesta. Se adoptó una resolución en la convención anual del Partido del Congreso de Malawi. En ella se alegó falsamente que los testigos de Jehová ‘estorbaban el desarrollo político y económico de Malawi’ y se presentaron las siguientes declaraciones casi increíbles:
“(b) Se resuelve que todos los miembros de estas sectas religiosas fanáticas empleados en el comercio y la industria deben ser inmediatamente despedidos, y que a cualquier establecimiento comercial o industrial que no cumpla con esta resolución se le debe cancelar su permiso.
“(c) Se resuelve que todos los miembros de estas sectas religiosas fanáticas empleados por el Gobierno deben ser despedidos inmediatamente y que se deben impedir las actividades comerciales o agrícolas de cualquier miembro de estas sectas que sea un trabajador independiente, sea en comercio o en agricultura.
“(d) Se resuelve que todos los miembros de estas sectas que viven en las aldeas deben ser ahuyentados de ellas, y se hace apelación al Gobierno para que dé la máxima protección posible a los miembros del partido que traten con los adherentes a estas sectas.”
¿Qué efecto tuvieron estas resoluciones crueles y enardecedoras que, literalmente, pedían que se echara de la sociedad humana a los testigos de Jehová? Casi en el acto se agitó un violento espíritu de chusma en toda parte del país. Empezando en julio de ese año (1972), los miembros de la militante Liga Juvenil del partido y su movimiento de Jóvenes Pioneros llevaron la delantera en virtualmente librar una guerra contra los testigos de Jehová.
En sus ataques salvajes los miembros del partido no le mostraron clemencia a ninguno, ni siquiera a los ancianos ni a las preñadas. A las jóvenes las violaron repetidas veces; a los hombres los golpearon hasta dejarlos inconscientes. Usaron formas de tortura que solo pudieran haberse originado de mentes enfermas, como el hincar clavos de quince centímetros por los pies de los hombres y obligarlos a andar, pues estaban empeñados en hacer que estas personas violaran sus convicciones religiosas y su conciencia y compraran tarjetas como miembros del partido. Esta vez el número de hogares destruidos ascendió a los millares. En armonía con la resolución del Partido del Congreso de Malawi, los Testigos fueron obligados a abandonar sus aldeas y campos y tuvieron que huir a los bosques y al matorral. En cuanto a su ganado, los perseguidores lo robaron o mataron.a
En todo esto, ¡no se arrestó ni se sujetó a juicio a una sola persona que participó en estos ataques criminales! ¡Qué vacío hizo todo esto que parecieran las disposiciones constitucionales! La promesa del presidente de que no se le obligaría a la gente a comprar tarjetas del partido quedó invalidada, reducida a meras palabras vacías sin vigor para exigir respeto u obediencia. A menudo los miembros de la Liga Juvenil decían jactanciosamente: “Nosotros somos la policía.” Por sus acciones estos miembros de la Liga Juvenil realmente escupieron sobre la constitución de la nación y sus disposiciones de libertad para “todas las personas sin distinción de color, raza o credo.”
Como resultado, los testigos de Jehová salieron de Malawi en masa. Andando el tiempo, unas treinta y seis mil personas (incluso hijos) llegaron a vivir en diez diferentes campos de refugiados en el país circunvecino de Mozambique. Allí se les dio algún terreno para cultivar y así se les ayudó a mantenerse vivos. En los confines de estos campos de refugiados los Testigos edificaron veintenas de Salones del Reino en los cuales continuar su estudio de la Palabra de Dios. Habían perdido casi todas sus posesiones materiales pero no habían perdido su fe.
Obligados a volver en manos de los perseguidores
Sin embargo, en 1975, como resultado de una revolución victoriosa contra Portugal, el país de Mozambique entró en un período de transición, dejando de ser una colonia portuguesa y llegando a ser una nación independiente. Ciertos elementos políticos radicales se valieron de la ocasión para incitar el sentimiento contra los Testigos malawianos que estaban en los campos de refugiados y para insistir en que ellos participaran en gritar lemas políticos, como “Viva Frelimo [el nombre del principal partido político de Mozambique].” El hecho de que los Testigos rehusaron participar en asuntos políticos resultó en su evacuación forzada de los campos de refugiados de Mozambique. Se vieron obligados a cruzar la frontera y regresar a Malawi.
En la frontera de Malawi, los refugiados que volvían hallaron que el Ministro de la Región Central de Malawi, el Sr. Kumbweza Banda, estaba presente para recibirlos. Les dijo: “Ustedes se fueron de Malawi de su propia voluntad y ahora han regresado de su propia voluntad. Vuelvan a sus aldeas y cooperen con los presidentes del partido y con los otros oficiales locales del partido.” Luego, refiriéndose a los miembros de la Liga Juvenil de Malawi, agregó: “Mis muchachos están aquí para ver que realmente cooperen con el Partido.”
Esto daba poca esperanza de condiciones mejoradas para los refugiados, muchos de los cuales regresaban sin siquiera tener dinero para viajar a sus aldeas por autobús. Muchísimos de ellos caminaron más de 160 kilómetros a pie, con sus hijitos. Un grupo caminó más de 480 kilómetros, y las mujeres llegaron con los pies y las piernas hinchados. ¿Qué les esperaba?
El 27 de agosto de 1975, poco después que empezó su regreso, el Secretario del Distrito del centro de dirección en Nkhotakota del Partido del Congreso de Malawi emitió una circular en la cual se hicieron las siguientes declaraciones (traducidas del chinyanja), la primera de las cuales contradice categóricamente la afirmación del Sr. Kumbweza Banda de que los testigos de Jehová regresaban a Malawi de su propia voluntad:
“Les informo que hemos recibido un mensaje de la oficina del partido acerca de esta Región Central en Lilongwe. El mensaje dice que las personas de esa iglesia proscrita de los ‘Testigos de Jehová’ han sido echados del lugar adonde huyeron en Mozambique. Ahora estas personas están volviendo a sus hogares.
“Queremos expresar claramente que si estas personas llegan a sus hogares ustedes los líderes de la Zona y de la Sucursal deben asegurarse, junto con los jefes de sus aldeas, de ver que cada una de ellas compre una TARJETA DEL PARTIDO. Como ustedes saben, es un trabajo muy esencial el que toda persona en sus aldeas compre una tarjeta del Partido del Congreso de Malawi. Esta es la única manera en que nosotros el pueblo de este país podemos mostrarle aprecio a nuestro Líder Vitalicio, el Ngwazi [Dr. Banda] por haber desarrollado este país de Malawi.
“De ustedes en la obra del partido,
“[Firmada] P. Kamsuli Chirwa
Secretario de Distrito”
Entonces empezaron de nuevo los ataques violentos y se hicieron tan intensos que más de 4.000 refugiados que habían regresado volvieron a cruzar la frontera de Malawi, yendo esta vez a Sinda Misale en Zambia, donde esperaban hallar refugio. Pero para octubre el gobierno de Zambia los había obligado a partir, enviándolos de nuevo a Malawi, donde los otros miles de Testigos estaban sufriendo tratamiento brutal.
¿Qué, pues, es lo que realmente están aguantando en Malawi los testigos de Jehová? ¿Es el cuadro verdaderamente tan trágico como se ha presentado? Lea ahora el relato que viene de fuentes dentro de Malawi mismo.
[Nota]
a Para evidencia documentada en que se dan los nombres y lugares de estas acciones, vea ¡Despertad! del 8 de marzo de 1973, páginas 9-28.
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Un registro bestial... ¿cuándo terminará?¡Despertad! 1976 | 8 de enero
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Un registro bestial... ¿cuándo terminará?
HABIÉNDOSELES quitado su refugio en Mozambique, miles de testigos de Jehová empezaron a llenar los caminos principales del norte y centro de Malawi a medida que viajaban de regreso a sus propias aldeas. Para muchos fue como pasar por baquetas.
Un grupo de cuarenta Testigos, hombres y mujeres, llegaron a la plaza de mercado de Mzimba, en camino a sus hogares en el norte del país. Se reunió la gente para burlarse de los viajeros cansados, y entonces los atacaron los miembros de la Liga Juvenil de Malawi. Los sometieron a severas palizas desde las 8 y media de la mañana hasta las 14 horas. Había policías presentes pero se quedaron simplemente observando. Un hombre que fue golpeado tenía más de ochenta años de edad. Todavía les faltaba a estos Testigos caminar otros 110 kilómetros y estaban sin alimento, pues los Coligados Juveniles les quitaron el poco dinero que tenían.
Al llegar a sus aldeas, a veces se permitió inicialmente que los Testigos ocuparan de nuevo sus hogares. Pero por lo general no pasó mucho tiempo antes que vinieran los miembros de la Liga Juvenil para exigir que compraran tarjetas de miembro del partido político. El rehusar hacerlo resultaba en toda clase de tratamiento inhumano. Considere unos cuantos casos:
Aldea de Sosola, Región Central; 26 de agosto de 1975: Un grupo de hombres y mujeres, entre ellos el Miembro local del Parlamento, el Sr. Elson Muluzi, y el Presidente local del Partido, Stuart Maere, rodean las casas de los testigos de Jehová y les preguntan si se han decidido a comprar tarjetas de miembros del partido. Cuando los Testigos contestan que no pueden hacer esto, los miembros del partido saquean sus casas y los echan de la aldea, diciendo: “¡Váyanse de aquí! ¡Váyanse a un país donde no hay tarjetas!”
Región de Kasonjola; 4 y 5 de septiembre de 1975: Jóvenes del Partido del Congreso de Malawi van a los hogares de los Testigos en las aldeas de Nsambe, Kampini, Tanga, Mbalame I, Mbuziyamwana y Mselela. Exigen que se compren las tarjetas del partido. Al rehusar hacerlo los Testigos, los miembros del partido entran en sus hogares y roban todas sus posesiones: dinero, bicicletas, relojes de pulsera, platos, tazas y otros utensilios domésticos. Someten a los hermanos a terribles palizas, lo cual resulta en que uno de ellos quede inconsciente por hora y media. En dos lugares, los miembros de la Liga Juvenil (cuyo presidente se llama Mozangwila) orinan sobre la harina de maíz en los hogares, para rendirla inadecuada para alimento. Cuando un Testigo va a la policía para informar de los ataques y vuelve, lo golpean de nuevo.
Aldea de Makambale, Región Central: A cinco Testigos, hombres y mujeres, los desnudan, les dan palizas y los persiguen por once kilómetros. Los responsables: El Miembro de Parlamento para la zona de Mangochi, el Sr. Abidabilu, y miembros de la Liga Juvenil y los Jóvenes Pioneros.
Mazonda, Muso y Mingola; 2 y 3 de septiembre de 1975: A más de veinte hombres y mujeres Testigos los atacan y golpean severamente los miembros del Partido del Congreso de Malawi del distrito de Ncheu. Un Testigo queda inconsciente por dos horas como resultado de la paliza. Entonces los atacantes frotan las heridas de los hombres y también de las mujeres con habas picantes. 4 de septiembre de 1975: Los Jóvenes Pioneros Maduka y Samora dirigen a un grupo de jóvenes a atacar a los Testigos en la aldea de Beni Chauya. Golpean a hombres y mujeres hasta dejarlos inconscientes.
Zona de Lingadzi, Lilongwe; 29 de septiembre de 1975: A las 6 de la mañana una turba de oficiales del Partido del Congreso de Malawi y miembros de la Liga Juvenil llevan a catorce Testigos, hombres y mujeres, al centro de dirección de la sucursal del Partido en la aldea de Tsoka. Allí los someten a severas palizas. Los atacantes despojan a un Testigo de su ropa y, aunque le está saliendo sangre de la boca y oídos, le atan las manos detrás de la espalda y luego le frotan el cabello y los ojos con lodo. Los responsables: Presidente de la Zona Ng’ambe, Vicepresidente Syawa, y Presidente Mchezo y Vicepresidente Mchenga de la Sucursal de la Liga Juvenil.
Depravado ultraje sexual
Muchos de los informes relatan ultrajes sexuales de la clase más depravada. Estos son algunos de ellos:
Zona de Mponela, Malawi del norte: Los Testigos son llevados por el jefe de su aldea, el Sr. Kwindanguwo, a la comisaría de policía de Mponela. Los tienen allí por cinco días sin comer. Entonces les dan una carta para la comisaría de Dowa, la zona principal. Cuando llegan a la comisaría de Dowa, el oficial encargado los lleva a la oficina del Partido del Congreso de Malawi para esa zona. Hallan que ya hay otros Testigos allí. Todos reciben severas palizas. Antes que empiece el ataque, el presidente de la zona de Dowa para el Partido del Congreso de Malawi, el Sr. Kamtepa, grita: “¡Que baje Jesucristo ahora mismo e impida que los golpeemos, antes que empecemos a golpearlos!” Entonces el presidente y sus ayudantes de la Liga Juvenil se ponen a golpear a hombres y mujeres. Les quitan toda su ropa y les frotan todo el cuerpo desnudo con una mezcla de pimienta y los pelos de las vainas de las habas picantes.a Estrujan esta misma mezcla sobre los órganos genitales de los hombres y dentro de los de las mujeres. Entonces empujan a los hombres encima de las mujeres en un esfuerzo por hacerlos cometer inmoralidad, golpeándolos al mismo tiempo. Ni un solo Testigo cede bajo la tortura.
Aldeas de Bunda, Nyanga y Phatha, al sur de Lilongwe; 4 al 9 de septiembre: Todos los Testigos son ahuyentados de sus hogares y desnudados y golpeados por chusmas encabezadas por los presidentes locales del Partido del Congreso de Malawi, uno de los cuales se llama Jeke. Un grupo de atacantes se compone de más de cien individuos que vienen preparados con armas de toda clase para usarlas en los Testigos. Tratan de persuadir a los varones Testigos a cometer inmoralidad con las mujeres Testigos. Llevan a los de Bunda a la policía y estos también toman parte en golpearlos. La policía les dice a los Testigos: “El gobierno es nuestro. Vayan ustedes a Dios, si acaso hay uno, y pídanle que venga a ayudarles.” Cuando informan a la policía acerca de las otras atrocidades, su respuesta es: “Vayan a decírselo a Dios. Que él les ayude. Si él no lo hace, ustedes terminarán este año.”
Ciertamente estas palabras hacen que la mente de uno vuelva allá al pasado lejano, mucho antes del tiempo del régimen sádico de los nazis en Alemania... allá al tiempo del primer siglo de nuestra era común cuando Cristo Jesús fue falsamente acusado de sedición contra el gobierno y fue clavado a un madero de tormento. Lea en su propia Biblia como los principales sacerdotes y los escribas y ancianos de la nación “se burlaban de él y decían: ‘¡A otros salvó; a sí mismo no se puede salvar! Él es rey de Israel; baje ahora del madero de tormento y creeremos en él. Ha puesto en Dios su confianza; líbrelo Él ahora si le quiere, puesto que dijo: “Soy Hijo de Dios.”’”—Mat. 27:41-43.
Hoy día, se les dice casi las mismísimas palabras burladoras a los testigos de Jehová en Malawi porque ellos, también, insisten en permanecer leales a Dios como lo hizo su Hijo Jesucristo, que un poco antes le había dicho a Poncio Pilato: “Mi reino no es parte de este mundo.”—Juan 18:36.
Kanchenche, al noroeste de Lilongwe; 31 de agosto de 1975: Los miembros de la Liga Juvenil atacan a los testigos de Jehová. Echan a tierra a los hombres, y los Coligados Juveniles les pisotean los cuellos. Desnudan a las mujeres y les dan palizas, y los Coligadores Juveniles usan teas para quemarles el pelo de las partes pudendas. Las mujeres de la localidad toman parte en golpearlas. Cinco de las Testigos casadas son violadas. A una jovencita de diecisiete años la violan tres diferentes hombres. Los que llevaron la delantera en esta persecución: El Presidente de la Zona del Partido del Congreso de Malawi, Yowase Kapulula, de la aldea de Lundu; Kanjaye, hijo de Biliyati de la aldea de Thandaza; Asedi Chavesi, hijo de Magadi de la aldea de Chilomba, y Benala Mtsukwa de la aldea de Msanda.
Aldea de Chimasongwe, zona de Lilongwe; 7 de septiembre de 1975: Se lleva a un grupo de Testigos a la sucursal del Partido del Congreso de Malawi para esa zona, donde los atacantes desnudan tanto a los hombres como a las mujeres. Entonces los atan juntos para tratar de obligarlos a tener coito y así cometer adulterio. A un Testigo de sesenta años de edad lo atan de esa manera a una Testigo jovencita; a otro joven lo atan a su misma hermana; hasta a una mujer que está menstruando la atan así a un Testigo varón. El presidente local de la Liga Juvenil, Chipukupuku, también toma una tea y les quema el pelo de las partes pudendas, pechos y sobacos a diez de los Testigos varones. Los atacadores, incitados por las mujeres que son miembros locales de la Liga de Mujeres de Malawi, toman a una Testigo —completamente desnuda— y brincan vez tras vez sobre sus piernas y vientre, golpeándola a la vez con hojas de la cabuya hasta que se desmaya. A la mujer que está menstruando la golpean hasta que echa sangre por la boca y la nariz.
Chilinde, en Lilongwe; 8 de septiembre: De noche los miembros de la Liga Juvenil golpean severamente a los Testigos. A una de las mujeres la violan cuatro hombres; a otra la encierran en su hogar, y tres hombres la violan. Cuando los Testigos informan a la policía acerca de estas atrocidades, la respuesta que reciben es: “Díganselo a su Dios. Él está haciendo que se les robe. ¿Está muerto, de modo que sus ojos no ven?”
Lumbadzi, al norte de Lilongwe; 24 de septiembre: Los Testigos refugiados vuelven a sus hogares, y el jefe de la aldea les permite entrar en la aldea. Sin embargo, esa noche el presidente del Partido del Congreso de Malawi para esa zona y una turba de Coligadores Juveniles vienen y se llevan a los Testigos a la oficina del partido en Dowa. Sus atacantes les dan palizas y luego toman a dos Testigos varones y atan los órganos genitales del uno a los del otro. Los golpean en los órganos genitales para que si uno de ellos trata de desviarse de golpes lastime al otro. Amarran ladrillos pesados a los órganos genitales de otros Testigos y los hacen andar con estos. Entre los responsables está un hombre que se llama Chilunje, de Lumbadzi. Cuando informan a la policía acerca de estas atrocidades, les contestan: “Aunque los maten, no hay ayuda para ustedes.”
Aldea de Chindamba, al oeste de Zomba; 2 de octubre: La policía de Zomba arresta a quince Testigos y los tortura. Además de privarlos de alimento y golpearlos severamente, sus atormentadores usan tenazas de madera en las partes pudendas de los hombres y mujeres en un esfuerzo por hacerlos comprar las tarjetas del partido político.
Todavía otros informes relatan que los jóvenes del Partido les metieron palos en las partes pudendas de las Testigos. Seguramente el cuadro en conjunto es a la vez trágico y asqueroso. Pero esto no es todo.
Los meten en campos de detención
A principios de octubre el gobierno de Malawi emitió una circular a todas las comisarías —no para poner coto a los ataques criminales y restaurar la ley y el orden— sino para juntar a los testigos de Jehová y ponerlos en campos de detención, como en Dzaleka, Kanjedza y Malaku. En algunas zonas estos son campos de detención grandes; en otras, son secciones cercadas de alambre de púas alrededor de las comisarías.
Pero para los Testigos, lo peor es que las órdenes exigen que solo los adultos sean puestos allí. Esto ha querido decir la separación de los padres de sus hijos, incluso hasta niños lactantes. Parece que la orden gubernamental tiene el intento de impedir que los Testigos traten de escapar a otro país, puesto que no podrían llevar consigo a sus hijos; o tal vez sea de causar tanta angustia a las madres Testigos que violen su conciencia cristiana y se unan al partido político. Ya han juntado y puesto en estos campos de detención a congregaciones enteras de testigos de Jehová. La experiencia de los testigos de Jehová en la Alemania nazista se está repitiendo... esta vez en África.
Así los Testigos quedan sin poder acudir a ninguna fuente gubernamental para conseguir justicia o protección contra la violencia. Los arrestan a ellos y no a sus atacantes. Cuando han tratado de conseguir protección de la policía, les han dirigido vez tras vez declaraciones como esta: “No tenemos tiempo que desperdiciar en ustedes, ya que no cooperan con el Partido. Aunque les causen dificultades, de nada sirve que vengan a nosotros a hacer una información, puesto que no estamos aquí para servirles. Solo les ayudaremos si nos muestran una tarjeta para el Partido, y no de otra manera. Pueden informarnos solo si alguien muere, y entonces solo escribiremos una declaración.”
En algunas zonas los únicos lugares seguros que los Testigos malawianos pueden hallar están en el matorral y los bosques... donde viven los animales literales y no hombres bestiales. Se ha recibido una lista de quince congregaciones de testigos de Jehová de la zona de Lilongwe que han huido al bosque Dzalanyama junto a la frontera entre Malawi y Mozambique. Los miembros de muchas otras congregaciones pasan sus días en el pueblo pero van al matorral cada noche para dormir, ya sea porque los han dejado sin casa ni hogar o porque quieren eludir un ataque de noche.
¿Cuándo cesarán las barbaridades?
Aunque esta persecución atroz les causa angustia, los testigos de Jehová de Malawi y los del resto del mundo no dejan que los debilite en su fe ni en su determinación de mantenerse firmes a favor de principios cristianos. Recuerdan las palabras del apóstol Pedro en un tiempo en que los cristianos del primer siglo estaban sufriendo persecución parecida porque igual a ellos ‘no eran parte del mundo’ sino que se mantenían indivisamente leales al reino de Dios por Cristo Jesús. A estos el apóstol escribió: “Amados, no estén perplejos a causa del incendio entre ustedes, que les está sucediendo para prueba, como si algo extraño les sobreviniese. Al contrario, sigan regocijándose por cuanto son partícipes de los sufrimientos del Cristo.”—Juan 17:16; 1 Ped. 4:12, 13.
Sin embargo, estas palabras no disminuyen de manera alguna la grave responsabilidad que descansa sobre los que infligen tal persecución sobre personas inocentes. Si no antes, entonces al tiempo de su ejecución de juicio sobre un mundo enemigo, Jehová Dios promete traer liberación y alivio a todos los que han confiado en él y han permanecido fieles a él bajo prueba severa. Entonces, y para todo el tiempo futuro, esta Tierra nunca volverá a ser deshonrada por escenas con semejantes actos de barbarie, brutalidad y depravación practicados contra los indefensos. Entonces, en una escala global, “los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.”—Sal. 37:11.
Pero ¿se podría hacer que cesaran las atrocidades en Malawi antes de eso? Sí, se podría. Si los que tienen autoridad respetaran la constitución de Malawi, se podría hacer que cesaran ahora mismo estos ataques inexcusables. ¿Por qué deberían los funcionarios de Malawi dejar que elementos criminales, aunque se hallan dentro de las filas de su propio partido, se burlaran de la constitución de Malawi como si fuera un papel mojado y deshonrar a la nación a los ojos del mundo?
¿No hay en Malawi un solo hombre de autoridad que tenga la sabiduría y valor de un Gamaliel? Si lo hay, entonces ciertamente este es el momento en que un hombre de ese calibre debe aconsejar a sus compañeros, diciendo, como dijo Gamaliel respecto a los apóstoles cristianos a quienes habían arrestado: “Manténganse a distancia de estos hombres, les digo; déjenlos en paz. Porque si esta idea de ellos o su ejecución es de origen humana, se derribará; pero si es de Dios, nunca podrán derribarlos, y corren el riesgo de hallarse haciendo guerra contra Dios.”—Hech. 5:38, 39, New English Bible.
Ciertamente los que actualmente sufren persecución en Malawi merecen las fervorosas oraciones de todos los que tienen fe en Dios y en la justicia. (Compare con Hechos 12:5.) Además de esto, si el sufrimiento de estas personas inocentes sinceramente le preocupa a usted, ¿por qué no le escribe ahora al representante de Malawi en su país, o a cualquiera de los funcionarios del gobierno de Malawi cuyos nombres y direcciones están alistados con este artículo? Recomiéndeles con ahínco que hagan lo que puedan para detener las atrocidades que se están cometiendo dentro de su país.
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