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  • “Si lo visita un testigo de Jehová”
    La Atalaya 1973 | 15 de septiembre
    • “Si lo visita un testigo de Jehová”

      HAY muy pocos lugares donde no puedan hacer visitas los testigos de Jehová para predicar las buenas nuevas del reino de Dios. La prisión de Dartmoor, una de las principales prisiones de Inglaterra, es uno de ésos. No obstante, recientemente el capellán anglicano asignado allí distribuyó en cada celda donde hay miembros de la Iglesia Anglicana una hoja suelta intitulada “Qué decir si lo visita un testigo de Jehová.” Tenía buena razón para proceder así.

      Hace unos meses un oficial de la prisión de Dartmoor se puso a dar el testimonio a algunos hombres en su taller. Uno de ellos aceptó con gusto el mensaje y cambió de religión a fin de llenar los requisitos que harían posible que el superintendente local de los testigos de Jehová lo visitara. Pronto, otros cuatro se habían interesado lo suficiente como para pedir entrevistas con el capellán, quien entonces pronunció a los presos un sermón en que condenó a los testigos de Jehová como anticristianos y herejes. Esto resultó en que aumentara mucho el interés de los que estaban en la prisión y en que se pidieran más estudios bíblicos.

      Recientemente un nuevo alcaide se mudó a la prisión de Dartmoor y lo primero que le dijo el capellán fue que no le importaba de qué religión era, o siquiera si tenía religión. Era perfectamente liberal salvo con los “malditos testigos de Jehová.” Cuando el nuevo alcaide dijo que él era testigo de Jehová, el capellán se perturbó mucho. Un preso comentó: “El capellán nunca se remite a la Biblia salvo cuando está hablando mal de los testigos de Jehová.”

      El Sr._______ ha expresado el deseo de bautizarse y ahora está considerando las preguntas preparatorias con el superintendente local, y cada mes grupos de Testigos viajan a verlo en la prisión para edificar su fe. En cuanto a las cosas que han sucedido en su vida en meses recientes escribe:

      “Estimados hermanos:

      “Debido a circunstancias que imponen su fuerza no podré unirme a ustedes, pero el consuelo de saber que estamos unidos en espíritu produce gran gozo. En la actualidad, debido a mi anterior proceder, todavía le debo al Estado algún tiempo.

      “En realidad, aquí es donde todo comenzó para mí, aquí mismo en la prisión, así:

      “Buscaba ayuda y consejo en cuanto a cómo vivir mi vida. Parece que no podía recibir satisfacción alguna de las autoridades de la prisión, de modo que un día me puse a hablar con el capellán de la prisión y le dije que yo tenía el deseo de servir a Dios. Le pregunté cómo sabría yo si Dios sabía que yo tenía este deseo. Contestó: ‘Cuando él esté dispuesto . . .’ Le mostré la Biblia de Gedeón que tenía y le dije que me parecía muy difícil de entender, de modo que dijo: ‘Usted necesita un Nuevo Testamento,’ lo cual fue amable de parte de él.

      “También explicó que estaba iniciando una nueva clase bíblica con algunos amigos de la Asociación de Caballeros de la Iglesia Anglicana. Me alistó en esta clase.

      “La primera semana no pasó nada en la clase en cuanto a considerar la ayuda y guía que necesitaba. La siguiente semana no sucedió nada. Por unas cuantas semanas más, nada sucedió, pero para entonces habían repartido pequeñas tarjetas que acreditaban a uno como miembro y nos pidieron un penique por cada una. La única vez que se mencionaba la Biblia era cuando condenaban a los testigos de Jehová.

      “Bueno, en ese tiempo, en el taller de la prisión donde yo trabajaba uno del personal era testigo cristiano de Jehová, de modo que tuvimos bastantes conversaciones, y yo recibí consejo en cuanto a cambiar mi modo de vivir. Gracias a la generosidad de los que ahora son mis hermanos, en el transcurso de unos cuantos días me colocaron una Biblia y un libro La verdad. Dentro de unas cuantas semanas se inició un estudio conmigo, y desde entonces, me da gusto decir que, por medio de la ayuda de la organización de Jehová y el amor de mis nuevos hermanos, tengo esta maravillosa esperanza de servir a Jehová Dios para siempre; también, de compartir con otros estas buenas nuevas.

      “Un hombre ya ha cambiado de religión. Ahora se ha ido a otra prisión y al salir dijo: ‘Gracias por haberme ayudado a hallar la verdad. Espero verlo en una de las reuniones en el futuro.’

      “Otro le ha dicho al mismo capellán de la prisión que ya no asistirá a su iglesia y que va a cambiar de religión para ser testigo de Jehová. Por supuesto, el capellán se molestó mucho, y el domingo siguiente mencionó un libro que condena a los testigos de Jehová. El recluso notó que no había un solo texto bíblico en todo el libro y le preguntó al capellán por qué. El capellán se molestó todavía más y ha puesto en cada celda donde hay anglicanos una hoja suelta intitulada: ‘Qué decir si lo visita un testigo de Jehová.’ El recluso rehusó ser disuadido y está resuelto a aprender más acerca de Jehová y su propósito amoroso.”

      De modo que las buenas nuevas acerca del reino de Jehová continúan siendo predicadas, hasta en lugares en que parece muy improbable, incluso las prisiones literales.

  • El apóstol Pablo... celoso por la justicia
    La Atalaya 1973 | 15 de septiembre
    • El apóstol Pablo... celoso por la justicia

      ENTRE las notables características que manifestó Jesucristo, el Hijo de Dios, mientras estuvo en la Tierra fue su amor a lo recto y su odio a lo injusto. Por ejemplo, habló sin ambages cuando expuso a los hipócritas religiosos de su día. Así como se había predicho de él, ‘amó la justicia y odió la iniquidad.’—Sal. 45:7; Mat. 23:2-32; Juan 8:44.

      Un sobresaliente ejemplo de un individuo que imitó claramente a Jesús en este respecto fue el apóstol Pablo. De hecho, aun antes de llegar a ser seguidor de Cristo fue sumamente celoso por lo que creía que era correcto. Por eso Pablo nos dice: “Hasta el punto de exceso seguí persiguiendo a la congregación de Dios y devastándola, y . . . era . . . celoso por las tradiciones de mis padres.” También dice: “Si algún otro cree que tiene base para confianza en la carne, yo con más razón: . . . respecto a celo, persiguiendo a la congregación; respecto a la justicia que es por medio de ley, uno que se probó intachable.”—Gál. 1:13, 14; Fili. 3:4-6.

      Cuando llegó a ser cristiano, continuó siendo celoso, pero entonces su celo se dirigía apropiadamente. “Inmediatamente en las sinagogas se puso a predicar a Jesús, que Éste es el Hijo de Dios. . . . Saulo [Pablo] siguió adquiriendo tanto más poder y confundía a los judíos que moraban en Damasco al probar lógicamente que éste es el Cristo.” (Hech. 9:20, 22) Habló “denodadamente en el nombre del Señor; y hablaba y disputaba con los judíos de habla griega. Pero éstos hicieron esfuerzos por quitarle la vida.” Pablo dijo que otros deberían ser imitadores de él así como él era de Cristo. ¿Hace usted esto?—Hech. 9:28, 29.

      El apóstol Pablo mostró su amor a la justicia y su odio a lo que es malo por la fuerte lucha que llevó a cabo contra los deseos pecaminosos de su carne. No cedió débilmente al pecado. De hecho, como dice: “Aporreo mi cuerpo y lo conduzco como a esclavo, para que, después de haber predicado a otros, yo mismo no llegue a ser desaprobado de algún modo.”—1 Cor. 9:27; Rom. 7:15-25.

      Pablo también manifestó celo por la justicia al tratar con sus hermanos. Por eso cuando Pablo llegó a Antioquía resistió a Pedro “cara a cara, porque se hallaba condenado. Porque antes que llegaran ciertos hombres de parte de Santiago, comía con la gente de las naciones; mas cuando éstos llegaron, se puso a retirarse y a separarse, por temor a los de

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