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  • El alto precio de las EV
    ¡Despertad! 1975 | 8 de agosto
    • Por ejemplo, una mujer con sífilis embarazada, puede transmitir la enfermedad al hijo que se desarrolla en su vientre. Esto puede resultar en un aborto espontáneo, un malparto, un feto que nace muerto, o un infante enfermo de muerte. Si el niño sobrevive, puede sufrir varias deformidades. “Estas incluyen,” según la Encyclopædia Britannica (edición de 1974), “engrosamiento de las espinillas, melladura de los dientes, derrumbe del puente de la nariz, y defectos en los ojos.” La sífilis congénita puede afectar al infante aun cuando la madre ya no puede transmitir la enfermedad por medio de las relaciones sexuales. Durante 1973 se informaron 3.000 casos de sífilis congénita en los Estados Unidos.

      La gonorrea, aunque no se transmite durante el embarazo, puede infectar al infante al pasar por el canal de nacimiento. Esto puede hacer que el recién nacido desarrolle una grave inflamación de uno o de ambos ojos y de la delicada membrana que cubre los párpados. Y ya hemos visto los trágicos efectos de la EV producida por herpes en un infante recién nacido.

      ¿Se puede evitar pagar el precio?

      El precio de las EV ciertamente es alto. Pero hay un modo razonablemente seguro de no pagar el precio. Sin embargo, no por medio de confiar en la penicilina u otras drogas. Se debe llegar a la causa principal de la transmisión de la enfermedad venérea. ¿Cómo?

      Puesto que el llegar a infectarse de alguna otra manera aparte de la relación sexual es extremadamente raro, el derrotero más prudente es el que recomienda el Dr. Harold T. Hyman: “Evite la relación sexual promiscua.”

      Pero ¿cómo puede uno seguir ese consejo en un mundo que pone tanto énfasis en “el sexo libre”? La Biblia ayuda por medio de señalar a la causa principal de los actos inmorales:

      “De dentro, del corazón de los hombres, proceden razonamientos perjudiciales: fornicaciones, . . . adulterios, . . . conducta relajada . . . Todas estas cosas inicuas de dentro proceden y contaminan al hombre.”—Mar. 7:21-23.

      Por lo tanto, el remedio es cambiar el modelo o patrón de pensar, rehacer los deseos de uno. A eso estimula la Biblia, al decir: “Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en lo que toca a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría.” (Col. 3:5) Esas cosas no deberían ‘ni siquiera mencionarse’ como tópicos de conversación entretenida entre personas que desean agradar a Dios.—Efe. 5:3.

      Sin embargo, el motivo para ese cambio, no debería ser meramente el temor a las EV; tampoco debería ser sencillamente porque las personas que practican la inmoralidad sexual ‘no heredarán el reino de Dios.’ (1 Cor. 6:9) El motivo debe ser el que expresó el apóstol Pablo: “Porque esto es voluntad de Dios, . . . que se abstengan de la fornicación.” (1 Tes. 4:3) No es el temor a las consecuencias adversas, sino el amor a Dios y un deseo sincero de obtener su aprobación lo que ha ayudado a millones de personas por todo el mundo a limpiar su vida de la inmoralidad sexual. Puede hacer lo mismo por usted.

      El precio de las EV es alto. Puede acarrear gran angustia física y mental y hasta ocasionar la muerte. Pero se puede hacer mucho para evitar pagar ese precio si se sigue el consejo de las Escrituras: “Sigan absteniéndose de . . . fornicación. . . . ¡Buena salud a ustedes!”—Hech. 15:29.

  • Echando raíces
    ¡Despertad! 1975 | 8 de agosto
    • Echando raíces

      Al mirar una planta rara vez pensamos en el tamaño de sus raíces. Sin embargo, un centeno puede tener 1.400 millones de raicillas y una red de raíces que llegue a más de 600 kilómetros.

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