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Yo era alérgica a sustancias químicas tóxicas¡Despertad! 1983 | 8 de septiembre
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Yo era alérgica a sustancias químicas tóxicas
“Siempre fui sensible a los pesticidas, los cosméticos y los vapores que emanan de la pintura, los cuales me causaban erupciones cutáneas y dolores de cabeza. No hay por qué preocuparse... así pensaba yo. No me daba la menor cuenta de la situación a que podían llevarme esas cosas.” Así comenzó Millie a relatar su historia.
Ella continuó diciendo:
“¡AY, ESAS moscas!” Así que coloqué algunas tiras de insecticida. Dentro de poco... no había ni siquiera una mosca a la vista. Pensé: ‘¡Qué maravillosa es la tecnología moderna!’. Pero aquél fue un momento crucial para mi salud.
Comencé a tener palpitaciones, vómitos, extrema debilidad muscular y ataques de llanto. ¿Qué me pasaba? Estaba casada felizmente y había disfrutado de la vida. Entonces nos mudamos. Nuestro nuevo apartamento estaba infestado de cucarachas, de modo que lo rociamos con insecticida.
De repente quedé sin aliento. Mi esposo, Jerry, me llevó de prisa al hospital. Después de regresar a casa quedé deprimida, confundida y casi no podía hablar. Al poco tiempo estuve de regreso en el hospital, donde el médico dijo a Jerry: “Su esposa padece de un trastorno mental... esquizofrenia”. Pero cuando nos mudamos a una vieja casa-remolque, los síntomas desaparecieron.
Entonces llegaron las hormigas. Unos exterminadores rociaron cierto insecticida. Todos los síntomas reaparecieron... la depresión, las náuseas y los ataques de llanto. Vomité cada 30 minutos durante 18 horas. Tuve diarrea. Me dolía todo el cuerpo. Desesperados, fuimos a un hospital siquiátrico.
Los análisis de sangre que me hicieron en el hospital revelaron que tenía una insuficiencia de glóbulos blancos, lo cual quizás indicaba que había algún defecto en el sistema inmunológico. Sin embargo, no relacioné aquello con mis problemas. Entonces, después de un reconocimiento médico, el siquiatra declaró: “Usted no es de ninguna manera esquizofrénica. Está en mejor estado de salud mental que la mayoría de la gente de la calle”. Mejoré de salud en el hospital. Después regresé a casa. Pero una vez que estuve de vuelta en casa, se me empañó la vista. ¡Todos los demás síntomas volvieron a aparecer!
“Cada vez que la llevo al hospital se mejora, pero empeora cuando regresa a casa”, dijo Jerry, con lágrimas en los ojos, al médico. “Ella no ha sido la misma desde que rociamos la casa con insecticida para matar las hormigas.”
“¡Eso es, eso es!”, dijo excitado el médico. “¡Sáquela de esa casa por un tiempo, y lo sabremos!”
Por tres días dormí en un remolque y los síntomas desaparecieron. Dudosa todavía de que el problema tuviera que ver con la casa, regresé a ella. Inmediatamente se me puso tensa la garganta y se me hinchó la lengua. ¡Entonces quedé convencida! Era alérgica a las sustancias químicas tóxicas que había en la casa. Con el tiempo los perfumes, los productos químicos para uso doméstico, los tintes para el cabello, los cosméticos, los vapores que emanan de la gasolina, los gases de escape de los automóviles —¡hasta la ropa de fibra sintética!— comenzaron a producirme reacciones alérgicas.
Millie padecía de lo que se ha llamado el síndrome del siglo XX. Es cierto que el caso de ella era una excepción. Las reacciones de la mayoría de la gente a la contaminación ambiental son estornudos, comezón o ardor en los ojos. Pero ¿es una señal de advertencia acerca de la creciente contaminación ambiental el aumento mundial en la cantidad de casos como el de ella? ¿Está el hombre “arruinando la tierra” en realidad, según se predijo hace siglos en la Biblia? (Revelación 11:18.)
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¿Sufre usted debido a la contaminación ambiental?¡Despertad! 1983 | 8 de septiembre
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¿Sufre usted debido a la contaminación ambiental?
¿SIGNIFICA el caso de Millie, descrito en el artículo anterior, que cada vez que usted se siente irritable, deprimido o tiene problemas de salud se debe a la contaminación ambiental? ¡De ninguna manera!
El sistema inmunológico (maravillosamente diseñado) de nuestro cuerpo puede luchar contra los agentes contaminadores (Salmo 139:14). No obstante, debido a la herencia genética y nuestro modo de vivir, cada uno de nosotros reacciona de modo diferente. Cada vez más pruebas médicas demuestran que hasta pequeñas cantidades de agentes químicos contaminadores pueden afectar la salud de algunas personas.
Sensibilidad a sustancias químicas
“Después de 30 años de haber tratado a más de 20.000 pacientes que padecen de varias reacciones alérgicas, me parece que el problema relacionado con las sustancias químicas se está convirtiendo rápidamente —si ya no lo es— en el delincuente principal”, dijo para ¡Despertad! el Dr. Theron Randolph, de Chicago, Illinois. “El grado a que estamos expuestos al ambiente y nuestro régimen de productos manufacturados están aumentando grandemente. La sensibilidad a esas sustancias químicas no afecta a todo el mundo inmediatamente, sino que perjudica sobre todo a los que están expuestos a sustancias químicas con cierto grado de persistencia.”
Pero ¿no debería el sistema inmunológico del cuerpo contrarrestar esos agentes contaminadores? El Dr. Alan S. Levin, especialista en inmunología, de San Francisco, California, explicó: “Los agentes químicos contaminadores debilitan el sistema inmunológico al envenenar ciertas ‘células T’ [un tipo de glóbulos blancos] en la sangre, que actúan como ‘frenos’ para el sistema inmunológico, y así aminorar la cantidad de ellas. Como consecuencia, el sistema inmunológico de la persona se hace incontrolable y reacciona de manera extrema. Tal persona pudiera hacerse demasiado sensible y reaccionar a prácticamente todo material sintético y producto petroquímico”.
En publicaciones médicas se ha hablado de personas a quienes los envases de plástico para alimentos, los vapores que emanan de cocinas de gas o de queroseno, los productos para dentaduras postizas, las telas de fibra sintética y un sinnúmero de otros productos modernos causan reacciones alérgicas. Así que los problemas emocionales y físicos que afrontó Millie pueden atribuirse a una reacción alérgica a las sustancias que hay en el ambiente.
“Pero en realidad, la sensibilidad de cada individuo es el enigma del problema”, declara el Dr. Randolph. Después de realizar una investigación por todos los Estados Unidos, el Dr. Irving Selikoff, director del Laboratorio de Ciencias Ambientales del hospital Mt. Sinai, de Nueva York, llegó a la misma conclusión. En una entrevista para ¡Despertad! dijo: “La sensibilidad de cada individuo es tremendamente importante. De cada cinco personas que trabajan con asbesto, una muere de cáncer pulmonar. ¿Por qué no mueren las otras cuatro? No lo sé. Pero esto es así en muchísimas cosas”.
De modo que lo que a usted le produce una reacción alérgica tal vez no cause ningún problema a otra persona. Su estado de salud, herencia, disposición mental y la tensión son factores que tienen que ver con el asunto. El saber eso debe ayudarnos a desarrollar compasión por otras personas que luchan con problemas de salud que nosotros quizás no tengamos (1 Pedro 3:8). Pero los efectos de los agentes que contaminan el ambiente van más allá de una simple reacción alérgica.
El lugar de empleo
El asbesto, mineral que se utiliza mucho en la industria, se convirtió en una historia espeluznante de primera plana en 1982. Se revelaron pruebas de que cada año, desde ahora hasta fines del siglo, unas 10.000 personas expuestas al polvo de asbesto en sus empleos tal vez mueran del cáncer causado por el asbesto y de otras enfermedades relacionadas.
“Hace más de 20 años se mostró cómo afectaría la salud el estar expuesto al asbesto”, dijo el Dr. Irving Selikoff. “La industria quizás pensó que un poco no haría daño. Bueno, reunimos pacientemente mucha información. Ahora vemos los resultados. Pero es demasiado tarde. Para los 20.000.000 de obreros que estuvieron expuestos al polvo de asbesto desde 1940 hasta 1980, y que no tomaron las debidas precauciones, ¡el futuro es inquietante!” Muchas industrias responsables han impuesto medidas de seguridad más estrictas, ya que de cada 10 trabajadores estadounidenses uno está actualmente expuesto (toda su jornada de trabajo, o parte de ella) a sustancias que causan cáncer.
El Dr. Kent Anger, de la sección de investigación sobre neuroconductismo, del NIOSH (siglas en inglés para el Instituto Nacional de Seguridad y Salud Laboral) dijo para ¡Despertad! que más de 30 sustancias químicas —diferentes de las drogas medicinales— que se usan en talleres pueden afectar el sistema nervioso. Declaró: “Casi 20.000.000 de obreros están expuestos a una o varias de ellas. Estas sustancias químicas pueden causar pequeños cambios en el grado de atención que se preste, temblores o estremecimiento de las manos, pérdida parcial de la memoria, debilidad general, inestabilidad emocional, nerviosismo, irritabilidad... hasta parálisis y ceguera. Por supuesto, también hemos visto que otros problemas producen esos síntomas”.
Las sustancias químicas que sirven de pesticidas se usan mucho. La Organización Mundial de la Salud considera que el envenenamiento de trabajadores agrícolas ocasionado por pesticidas es un serio problema de salud en los países en desarrollo. Calcula que en esos países los pesticidas causan unos 500.000 envenenamientos de seres humanos cada año... ¡uno cada minuto! De éstos, 5.000 son mortales. Se han relacionado casos de esterilidad y de aborto sea a la producción o al uso de los susodichos compuestos químicos. Claro, no todos los pesticidas son igualmente dañinos, pero puede que no se conozcan los efectos que producen algunos de ellos sino hasta después de haberlos usado por años.
Nuestro alimento, agua y aire
Gran parte del abastecimiento mundial de alimentos se pierde cada año debido a insectos o animales dañinos. Según un cálculo aproximado, ¡se pierden más de 40 por 100 de las cosechas! Por eso, tan solo en 1979 se produjeron unos 2.900 millones de kilogramos de pesticidas... ¡mucho más de medio kilogramo por cada persona que hay en la Tierra! Muchos de esos productos químicos —algunos de los cuales no se descomponen fácilmente— se adhieren a nuestras hortalizas y frutas, o entran en la cadena alimentaria y se acumulan en la carne que comemos. Pesticidas que se han prohibido en los Estados Unidos, debido a que causan defectos congénitos y cáncer en animales de laboratorio, todavía se producen y se venden a otros países; los Estados Unidos los reciben de vuelta en muchos de los alimentos que importan.
Así que prácticamente todo el mundo en la Tierra tiene en el cuerpo una pequeña cantidad de esos agentes contaminadores. Nadie puede decir con certeza cuán peligroso es precisamente esto... especialmente a la larga. Sin embargo, el comer alimento contaminado con pesticidas provoca ataques de asma, erupciones cutáneas y dolores de cabeza a algunas personas.
Aunque casi toda el agua potable se puede beber, experiencias como las de Egg Harbor, Nueva Jersey (E.U.A.), se están multiplicando. En 1981 un vertedero de desechos químicos que tenía un escape había contaminado el agua subterránea cercana. El agua subterránea de Nueva Jersey es uno de los numerosos sistemas de agua potable que se mantienen suspendidos bajo el suelo, y estos sistemas suministran agua potable a más de la mitad de la población del país. Una vez que un sistema de agua como ése se contamina, generalmente no hay manera de limpiarlo.
“NO BEBA DE ESTA AGUA. ESTÁ ENVENENADA. CONTIENE SUSTANCIAS QUÍMICAS.” Este rótulo, que colgaba en la cocina de un hogar de Egg Harbor, fue un doloroso recordatorio de que por todo el estado de Nueva Jersey y demás estados vecinos se han clausurado centenares de pozos. Muchos residentes atribuyen accesos de tos bronquial, dolencias renales, trastornos nerviosos y erupciones cutáneas a las sustancias químicas tóxicas. Algunos de estos síntomas desaparecen cuando las víctimas se van temporalmente de la zona o comienzan a utilizar agua embotellada. Teniendo presente que por todo el país quizás haya miles de vertederos de desechos químicos parecidos al susodicho, un ex funcionario de la Agencia para la Protección Ambiental (E.U.A.), Eckhardt Beck, declaró: “Esto se convertirá en la espeluznante historia ambiental de la década de los ochenta”a.
Por todas partes se cree que la contaminación del aire en las ciudades puede causar o agravar las enfermedades crónicas del corazón y de los pulmones, especialmente entre las personas de edad avanzada, los enfermos y los niños recién nacidos. No obstante, todavía es un asunto polémico hasta qué grado es perjudicial dicha contaminación; el aplicar mejores controles ha ayudado en algunas ciudades. Sin embargo, la contaminación del aire contribuye a la tensión nerviosa. Un estudio que se llevó a cabo entre la población de clase media de una ciudad grande de los Estados Unidos reveló que en zonas donde hay un alto grado de contaminación ambiental la cantidad de muertes debido a enfermedades cardíacas causadas por la hipertensión arterial es 80% mayor que la de las zonas donde hay una menor concentración de contaminación.
El plomo... veneno sutil
El Dr. Herbert Needleman analizó los niveles de plomo en los dientes de leche de 2.146 alumnos normales entre las edades de cinco y seis años. Luego hizo que los maestros clasificaran la conducta de cada niño. Los resultados fueron éstos: mientras mayor era el nivel de plomo, ¡peor era la conducta del niño! Se hicieron hallazgos parecidos en Canadá, Alemania e Inglaterra. Hay creciente alarma.
Uno puede ingerir plomo en forma de trocitos o polvo de pintura vieja, puede inhalarlo de los gases de escape producidos por la gasolina con plomo, y el plomo puede hasta mezclarse con nuestro alimento. “La mitad de la cantidad de plomo que hay en el régimen alimentario de los estadounidenses probablemente se origina de latas soldadas con plomo, pues esos envases contaminan su contenido unas diez veces más, y los alimentos enlatados constituyen alrededor de 20 por 100 del régimen alimentario”, fue la conclusión a la que llegaron dos científicos de California, E.U.A.
Los adultos absorben 10 por 100 del plomo que ingieren; los niños absorben hasta 50 por 100 de él. Estos últimos también absorben con mayor rapidez lo que inhalan. El sistema nervioso (en desarrollo) de ellos es especialmente vulnerable. Aunque entre los síntomas de los niños que padecen de un envenenamiento leve con plomo están la torpeza, los dolores de estómago, el que se nieguen a jugar, la irritabilidad, la fatiga y la pérdida de apetito, a menudo los padres los pasan por alto, y el estado de salud puede empeorar.
Su estilo de vida
Muchas veces los efectos de la contaminación ambiental se intensifican grandemente debido a un estilo de vida imprudente. “Las personas que trabajan con asbesto corren un riesgo de morir de cáncer pulmonar siete u ocho veces mayor que la población normal. No obstante, si fuman —reveló el Dr. Selikoff— el riesgo que corren es 92 veces mayor.” El fumar es una de las razones por las que la contaminación del aire dentro de muchos lugares es peor que la contaminación del aire afuera, y a menudo es más peligrosa para la salud.
Sus hábitos de alimentación son también un factor relacionado con el asunto. Los Dres. Lonsdale y Shamberger, de los Estados Unidos, informaron que habían tratado a varios jóvenes que eran más irritables que lo normal y que habían manifestado perturbadores cambios de personalidad. Un régimen continuo de alimentos de poco valor alimenticio había creado una deficiencia de vitamina B1 (tiamina). Los síntomas desaparecieron después de comenzar a ingerir suplementos de tiamina y efectuar cambios en el régimen alimentario de ellos.
Por lo tanto, hay muchos factores relacionados con las respuestas a las siguientes preguntas: ¿Sufre usted debido a la contaminación ambiental? ¿Qué puede hacer usted al respecto?
[Nota a pie de página]
a Vea el artículo “Solo una muestra del gran problema”, publicado en el número del 8 de marzo de 1981 de ¡Despertad!
[Ilustración en la página 5]
El lugar donde usted trabaja puede ser una fuente de contaminación ambiental
[Ilustración en la página 6]
La contaminación producida por el plomo que proviene de todas estas fuentes puede afectar la salud de su hijo
[Ilustración en la página 7]
Su estilo de vida puede empeorar la contaminación ambiental
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¿Qué puede hacer usted?¡Despertad! 1983 | 8 de septiembre
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¿Qué puede hacer usted?
‘NO BEBA el agua que está en reserva en las zanjas. Está contaminada con sustancias químicas que pueden causar cáncer del hígado.’ Este aviso se dirigió a las personas del condado de Qidong (China). Según la encuesta, de las 67.000 personas que bebieron el agua de la zanja, 107 llegaron a padecer de cáncer del hígado; en contraste, ninguna de las 6.000 personas que bebieron agua de pozo contrajo la enfermedad. Muchos hicieron caso de la advertencia. Cinco años más tarde se efectuó un estudio entre 23.000 personas que bebían agua de pozo, y entre ellas solo hubo un caso de cáncer del hígado. ¡Entre las 47.000 personas que todavía usaban el agua de las zanjas, hubo 216 casos de cáncer del hígado!
No todas las enfermedades causadas por la contaminación ambiental pueden evitarse tan fácilmente. Pero usted sí puede dar pasos para proteger su salud. Como dice la Biblia: “El hombre precavido ve el mal y se esconde, los incautos siguen adelante y la pagan”. (Proverbios 22:3, Levoratti-Trusso.)
Quizás usted se pregunte: ‘¿Cómo puedo saber si se trata del ambiente?’. Puede que no sea fácil determinar esto debido a que en muchos casos los síntomas se manifiestan gradualmente. Pero si usted pasa las vacaciones en una zona relativamente libre de contaminación y se siente muy bien de salud, y al regresar a casa enferma de nuevo, la enfermedad podría estar relacionada con algo que esté en el ambiente. Para hallar claves, procure recordar cuándo se siente peor que nunca. ¿Es al dirigirse al trabajo, mientras está en el trabajo, cuando está en la cocina o el jardín, o al estar usando sustancias químicas como quitamanchas?
Pero si usted tiene un grave problema de salud que no se haya resuelto, tal vez le sea provechoso consultar con un médico, pues podría tratarse de una enfermedad física que no esté relacionada con lo ambiental. Claro, tiene que usar discernimiento al decidir qué médico consultará, pues algunos de ellos, aunque tengan buenas intenciones, tal vez no reconozcan el efecto de sustancias contaminadoras. En la revista JAMA (siglas en inglés para The Journal of the American Medical Association) del 16 de enero de 1981, Peter Breyesse declaró: “Es importante que el médico reconozca tales problemas ambientales. Muchos de los adultos a quienes se entrevistó dijeron que habían estado bajo tratamiento médico, algunos de ellos por más de cuatro años, sin que mejorara su condición”.
La medicina ambiental
Millie (vea la página 3) era sensible a casi todo. Con la ayuda de su médico de cabecera, ella ingresó en el Centro Médico de Brookhaven, de Dallas, Texas, donde se especializan en tales problemas. Permaneció por varias semanas en el Centro para el Control del Ambiente... que consiste en habitaciones que están especialmente diseñadas para estar libres de todo elemento contaminador del ambiente y de materiales sintéticos. Por medio de pruebas se determinó a qué cosas ella era sensible. Después de pasar un breve período de ayuno, ella emprendió un programa riguroso para fortalecer su sistema de inmunidad mediante recibir inyecciones, hacer ejercicios y tomar suplementos de vitaminas. Ella tenía que evitar estrictamente ciertas sustancias contaminadoras y ciertos alimentos hasta que su cuerpo se fortaleciera. Con el tiempo, ella fortaleció su resistencia y ahora lleva una vida más normal.
La ayuda que Millie recibió provino de una especialidad médica que es cada vez más popular —pero no obstante, controvertible— que se llama ecología clínica. El caso de Millie era excepcional, y su hospitalización costó varios miles de dólares. A menudo, casos menos severos se tratan en el consultorio del médico. El Dr. Randolph, al ser entrevistado por los editores de la revista ¡Despertad!, definió el proceder: “Esencialmente se trata de la medicina ambiental. Adoptamos el punto de vista holístico, es decir, que consideramos el cuerpo como un todo y examinamos cómo responde al ambiente. Procuramos tratar las causas más bien que los efectos de la enfermedad”. Pero en el libro An Alternative Approach to Allergies (1980), el Dr. Moss, coautor con el Dr. Randolph, admite: “No es una cura para todo caso de dolor de cabeza, depresión, artritis o cansancio crónico”. Entre otros tratamientos figuran los de especialistas en alergias que utilizan métodos tradicionales, y los de toxicólogos clínicos. La revista ¡Despertad! no está respaldando a ninguno de estos tratamientos; simplemente está proporcionando información al respecto. Pero ¿qué puede hacer usted para mejorar su ambiente?
Cómo mejorar el ambiente en el hogar
Puesto que usted tal vez pase 70 por 100 de su vida en el hogar, el aire contaminado de adentro es en muchos casos un peligro mayor que la contaminación de afuera. ¿Significa esto que no deberían usarse sustancias químicas para limpiar la casa, pulverizadores, desodorantes para las habitaciones e insecticidas? No necesariamente... a no ser que usted o algún miembro de la familia experimente una reacción desfavorable cuando se utilizan estos productos en cantidades moderadas. Por lo general, basta con airear la casa diariamente, especialmente en el invierno, cuando se acumulan las sustancias contaminadoras.
Puesto que un horno de gas que no tenga ventilador puede producir, en cuestión de una hora, niveles de contaminación del aire que sean tres veces mayores que la contaminación del aire de la ciudad, asegúrese de que su cocina de gas tenga un buen ventilador que lleve el gas de escape hacia afuera. Algunas personas han tenido que usar calentadores eléctricos y utensilios de cocina eléctricos en vez de los hornos de gas.
Al usar pinturas, disolventes y sustancias químicas para quitar la pintura, asegúrese de que haya buena ventilación. ¡Lea las instrucciones y sígalas cuidadosamente! Si usted está lijando pintura vieja, yeso o algún compuesto que se usa en las ensambladuras, o si está mezclando cemento de asbesto, póngase el tipo de máscara apropiado para no inhalar partículas que sean potencialmente tóxicas. Puesto que hay muchos compuestos para enyesar, y hasta cemento para aislar cañerías y hornos, que se fabrican sin asbesto, usted tal vez prefiera éstos.
Advierta a sus hijos que no se pongan pedacitos de pintura vieja en la boca y que ni siquiera se pongan en la boca las manos llenas del polvo de la casa. No deje que juegen cerca de donde haya mucho tráfico de automóviles. Si usted consume alimentos o bebidas que vienen envasados en latas soldadas con plomo, entonces, una vez que haya abierto la lata, no guarde el contenido en ésta.
Funcionarios de la localidad pueden examinar el agua potable si usted sospecha que está contaminada. La solución tal vez sea usar agua no contaminada de botella o usar un filtro que elimine las sustancias químicas (el cual debe cambiarse con regularidad).
El ambiente en el trabajo
“Creo que las personas deberían examinar las condiciones del lugar de empleo y preguntarse cómo les está afectando el estar expuestas a ellas”, declaró el Dr. Anger. “Pero no es necesario asustarse. Si uno tiene problemas de salud, si nota cambios de personalidad o si se siente mucho mejor los fines de semana, entonces debe consultar con otros empleados para ver si a ellos les sucede lo mismo. Los empleados pueden pedir que la compañía o el gobierno determine si están expuestos a cantidades excesivamente altas de sustancias potencialmente peligrosas.” A veces hay sustancias peligrosas en los trabajos que uno menos sospecha. Por ejemplo, las zapatas de los frenos contienen asbesto, ¡así que los mecánicos de automóviles deben tener cuidado!
Use el equipo protector que las compañías responsables proporcionan, y use su sentido común. A cierto obrero se le vio comer un emparedado en el comedor, y tenía insecticida en el bigote. Por eso, lávese antes de comer. En ciertos casos, quizás sea necesario cambiarse de ropa antes de ir a casa, a fin de proteger a la familia.
¿Sabía usted que durante la guerra se usaron ciertos insecticidas en formas más concentradas como gases que atacan el sistema nervioso? Por eso es peligroso beber agua que haya quedado expuesta cerca de campos fumigados, o bañarse en ella. Los insecticidas pueden absorberse por la piel. Nunca use para alguna otra cosa las latas metálicas o las bolsas plásticas que hayan contenido insecticidas. Espere hasta que haya pasado el tiempo requerido antes de regresar a campos fumigados con algún insecticida. Los niños son especialmente propensos a envenenarse con los insecticidas, de modo que vigile cuidadosamente dónde trabajan o juegan.
La nutrición y el modo de vida
Por años el agua potable de cierta provincia de Chile contenía altos niveles de arsénico. Después de considerar quiénes enfermaron debido al veneno y quiénes fueron los cinco niños que murieron, los investigadores concluyeron: “Es muy probable que el bajo nivel de nutrición de estos infantes y niños haya contribuido considerablemente a los efectos crónicos del envenenamiento por arsénico”. (Las letras bastardillas son nuestras.) Las deficiencias en el régimen alimentario pueden agravar los efectos producidos por las sustancias tóxicas. Por eso, esfuércese por tener un régimen de alimentación que sea nutritivo y equilibrado. Puede ser que esto se haga difícil debido a la situación económica. Pero en muchos casos los alimentos sencillos, como las habichuelas o frijoles, las verduras y las frutas son ricos en vitaminas y minerales.
De acuerdo con el libro Nutrition and Environmental Health (La nutrición y la salud ambiental), las investigaciones de laboratorio han mostrado que puede ser que la vitamina C proteja contra el veneno que contiene el cromo, como también contra muchos compuestos que son tóxicos y que causan cáncer; la vitamina A ha disminuido el peligro que resulta cuando ciertos insecticidas se acumulan en el cuerpo; las vitaminas B pueden disminuir la intensidad del plomo y de más de 30 sustancias químicas compuestas que son tóxicas. Hay quienes aún no consideran que los hallazgos de tales investigaciones sean concluyentes, de modo que el simplemente llenarse de vitaminas —sin la guía de un médico competente— podría ser dañino.
El fumar cigarrillos puede causar bronquitis crónica; empeora la enfisema y puede causar cáncer del pulmón. Estos hechos deberían servir de razones adicionales para ‘limpiarnos de toda contaminación [polución, Kingdom Interlinear, en inglés] de la carne y del espíritu’, como aconseja la Biblia. ¡Sí, deje de fumar! (2 Corintios 7:1.)
Lo que usted contribuya a sus sentimientos o pensamientos, su “espíritu”, le afecta también. “El espíritu del hombre puede aguantar su dolencia; pero en cuanto al espíritu herido, ¿quién puede soportarlo?” (Proverbios 18:14). Cierto grupo de empleados que estuvieron expuestos a un ‘gas misterioso, cuya fuente no se conocía’ experimentaron mareos y náuseas, y algunos hasta se desmayaron. Pero ¡un estudio reveló que los que experimentaron los síntomas más severos fueron los que estaban más descontentos con el trabajo en primer lugar! Esto no significa que toda reacción adversa se deba a un “espíritu herido”, pero muestra que hay otros factores, además del estar expuesto a ciertas condiciones, que desempeñan un papel en provocar ciertas reacciones.
De modo que podemos contribuir para mejorar la calidad de nuestro ambiente. Pero ¿qué esperanza hay de una solución permanente?
[Ilustración en la página 9]
¡No guarde alimentos en latas abiertas!
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¿Qué esperanza hay de una solución completa?¡Despertad! 1983 | 8 de septiembre
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¿Qué esperanza hay de una solución completa?
JOYCE y su esposo criaron a tres hijos a seis kilómetros de una planta de fundición de metales. Uno de los hijos sufre de cierta incapacidad para aprender. Otro ha padecido de fiebre reumática. Joyce sufre de asma, y muchos días no puede salir debido al humo de la planta.
“¿Cometimos un error al quedarnos aquí?”, pregunta ella. Su esposo, Lou, agrega: “Tenemos una granja al norte de la parte central de Idaho [...] Aviones que fumigan [sustancias químicas que sirven de pesticidas] pasan por allí constantemente. Así, ¿a qué otro lugar nos podemos ir? ¿A Los Ángeles? ¿A ‘Love Canal’? ¿A ‘Three Mile Island’? Uno se pregunta: ¿adónde puede irse uno?”.
Sí, ¿adónde puede irse uno para escapar de los efectos de la contaminación ambiental? Para hacerlo, en las palabras del apóstol Pablo con relación a la contaminación moral, ‘realmente tendría que salirse del mundo’ (1 Corintios 5:10). Por eso, aunque hay ciertas medidas que se pueden tomar para aliviar el problema, puede ser que tengamos que tolerar la contaminación como toleramos otras presiones de la vida.
Se necesita fuerza interior
“El hombre exterior ciertamente se gasta, pero el hombre interior recibe nuevas fuerzas cada día”, escribió el apóstol Pablo (2 Corintios 4:16, Phillips, en inglés). No podemos impedir que nuestros cuerpos se vayan “gastando”... aun si no hubiese contaminación todos seguiríamos envejeciendo y muriendo. Pero por medio de cultivar diariamente una amistad íntima con Dios, Pablo renovaba con “nuevas fuerzas” la fuerza impulsora interior que influía en la mente y el corazón. Pudo enfrentarse a los problemas por medio de fijar su atención en las promesas de Dios.
Aunque las presiones que experimentó Millie eran diferentes a las que experimentó el apóstol Pablo, no eran menos intensas que éstas. (Vea la página 3.) Ella dijo: “A veces me sentía tan adolorida y confusa que tenía que luchar cada minuto para aguantar”. ¿Qué le ayudó a enfrentarse a la situación?
“Nunca dejé de leer la Biblia y las ayudas bíblicas”, explicó Millie. “Tenía que colocarlas en la caja protectora de vidrio que tenía para la lectura a fin de no oler la tinta, y a veces a penas podía concentrarme. Pero rogaba: ‘Por favor, Jehová, simplemente muéstrame algo en tu Palabra que me ayude a pasar este día para que no me dé por vencida’. Él siempre contestaba mis oraciones y me ayudó a pasar por todo aquello.” Usted también puede cultivar dicha fuerza interior por medio de estudiar y aplicar la Biblia con la ayuda amorosa de los testigos de Jehová.
Otra fuente de fuerzas fue el apoyo animador de su familia y de otras personas de la congregación local de los testigos de Jehová. Grababan los discursos bíblicos para ella cuando no podía asistir a las reuniones, y algunas personas le hicieron ropa de materiales a los cuales ella no era sensible. Cuando su “casa de metal” libre de contaminación tuvo que transportarse a otra zona, muchas personas de varias congregaciones ayudaron.
‘¡Pero el vivir conforme a la Biblia no cambiará este mundo! No hará que otras personas dejen de contaminarlo’, piensan muchas personas. El completamente poner fin ahora a la contaminación causada por el hombre es un asunto increíblemente complejo. Por ejemplo, se ha dicho que el gobierno permitió que la fábrica “más llena de humo y más sucia de Gran Bretaña” continuara contaminando el ambiente debido a que, según se informa, ésta proporciona trabajo a casi 4.000 personas, de modo que el cerrarla ocasionaría problemas relacionados con el empleo en esa localidad.
El sistema económico actual, caracterizado por la codicia y la necesidad de obtener ganancias, además de que los consumidores en muchos casos compran el producto más barato y solo quieren frutas o verduras que parezcan perfectas, hace que sea difícil poner en práctica otros métodos que no causen contaminación. Después de hacer un resumen de cómo el gobierno permite que insecticidas peligrosos empapen el ambiente, Lewis Regenstein, en su libro America the Poisoned (La América envenenada), echa la culpa a “una combinación de presión industrial y falta de acción de parte del gobierno”. Hizo hincapié en ‘la desesperante ineficacia del presente sistema’. En realidad, se necesita reemplazar el sistema entero.
El Reino de Dios... un gobierno justo
Dios promete eliminar completamente el actual sistema de cosas codicioso y reemplazarlo con un gobierno justo bajo el Rey, Jesucristo, quien mostrará interés genuino en todos sus súbditos. “La sangre de ellos será preciosa a sus ojos [de Jesús]. Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia” (Salmo 72:14, 16). ¡Sí, puesto que el gobierno de Dios por Cristo conocerá por completo todo lo que está envuelto en la ecología, podrá proporcionar una abundancia de cosas para todos sin envenenar a los habitantes de la Tierra!
‘Pero ¿qué hay de los lugares que ya están impregnados de sustancias químicas tóxicas?’, tal vez se pregunte usted. En el pasado Dios mostró que podía purificar el agua y eliminar los venenos del alimento contaminado. (Vea 2 Reyes 2:19-22; 4:38-41.) En el futuro él volverá a usar dicho poder, junto con los procesos recuperativos de la misma Tierra, para crear un hermoso Paraíso libre de contaminación. (Lucas 23:43.)
Puesto que hay prueba abundante de que el hombre actualmente está “arruinando” nuestra Tierra de una manera que jamás se ha visto antes en la historia, ¡está cerca el tiempo en que el Reino de Dios ‘causará la ruina de los que están arruinando la tierra’! (Revelación 11:18.)
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