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¿Qué prefiere usted?¡Despertad! 1971 | 8 de octubre
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¿Qué prefiere usted?
SI SE le diera a escoger, ¿dónde preferiría vivir... sobre una pila de basura o en la sección semejante a un parque-jardín?
Estamos de acuerdo, la respuesta parece obvia. Sería difícil hallar a alguien que dijera que preferiría la pila de basura.
¡Sin embargo, hoy muchos hombres temen que en realidad la sociedad humana esté escogiendo precisamente eso!
“Nos enriquecemos y enriquecemos en comunidades cada vez más sucias, hasta que llegamos a una condición de opulenta miseria... [el rico rey] Creso sobre una pila de basura,” así lo expresó el ex-ministro de Salud, Educación y Beneficencia de los Estados Unidos, John W. Gardner.
No solo en los Estados Unidos, sino por todo el mundo, está aumentando el clamor de que —como el pájaro que ensucia su propio nido— el hombre está ensuciando el único hogar que tiene, la Tierra. El prominente ecólogo Barry Commoner declaró: “Tenemos el tiempo —quizás una generación— en el cual salvar el ambiente de los efectos finales de la violencia que le hemos hecho.”
¿Se puede de veras escoger?
Otros científicos concederían aun menos tiempo. Algunos dicen que quizás ya no haya remedio para la situación.
¿Puede ser cierto que hoy la mayoría realmente esté escogiendo la pila de basura en vez del parque? Este número de ¡Despertad! muestra que, sea que se den cuenta de ello o no, eso es lo que sucede. Pero demuestra cómo se puede escoger otro proceder y por qué todavía es posible esa selección. Hay razones sólidas para confiar en que esta Tierra llegará a ser —no una pila global de basura— sino un parque de belleza refrescante por toda la Tierra. Usted puede vivir para ver esto.
¿Le parece que eso no es apegarse a la realidad? ¿Es optimismo basado en solo unos cuantos casos en que se ha detenido el arruinamiento del ambiente y se ha trabajado para mejorarlo? No, se basa en evidencia que es más fundamental y más duradera que esos éxitos temporales.
Es preciso que entendamos claramente la verdadera fuente del problema. ¿Cuál es? La mayoría señala con el dedo a la industria, la tecnología o la explosión demográfica. En este número, usted verá que la verdadera causa es mucho más profunda y abarca un campo mucho más amplio.
Pero, primero, ¿exactamente hasta qué grado es mala la situación? ¿Es tan grave como dicen muchos científicos? ¿Podría usted, por ejemplo, resolver personalmente el problema para usted mismo y su familia mudándose de una ciudad abarrotada de gente a una zona rural aislada o a alguna isla lejana?
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¿Le afecta el problema?¡Despertad! 1971 | 8 de octubre
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¿Le afecta el problema?
¿LE AFECTA realmente el problema de la contaminación? Bueno, ¿respira usted aire, bebe agua y come alimento? ¿Le importa la calidad de su vida?
Entonces ya le está afectando, sea que se dé cuenta de ello o no. Esto es cierto prescindiendo de dónde viva. Es verdad que la situación en las ciudades es peor que en las zonas rurales. Pero el problema está tan esparcido ahora que todas las zonas están afectadas a cierto grado.
Lo que hace de la contaminación un problema tan mundial es que no respeta fronteras nacionales; fácilmente cruza las fronteras. El aire que inhalamos hoy quizás se haya utilizado en otro país hace una semana o hace un mes. El agua fluye de los ríos y lagos y a los océanos, y de allí se le hace pasar a zonas distantes.
La Asociación Médica Americana dice que hay “evidencia abrumadora de que la contaminación del agua, del aire y por el ruido de hechura humana, así como la distribución inadecuada de los desperdicios sólidos, insecticidas, preservativos y otras materias tóxicas, está llegando rápidamente a tal punto que la vida humana y muchas otras formas de vida están amenazadas.”
El ecólogo Dr. Barry Commoner hace eco a estas palabras diciendo: “Hemos llegado a un punto decisivo en la habitación humana de la Tierra. . . . Creo que la continuada contaminación de la Tierra, si no se refrena, con el tiempo destruirá la idoneidad de este planeta como lugar para la vida humana.”
¿Será pronto?
¿Se están refiriendo esas personas a algo que quizás suceda de aquí a siglos? ¿De cuántos años están hablando?
The Canadian Magazine del 4 de abril de 1970 dice: “La bella Canadá estará muerta en 10 años. A menos que empecemos a salvarla hoy.”
El Guardian de Inglaterra declara: “En el transcurso de las siguientes dos décadas, la vida en nuestro planeta estará mostrando las primeras señales de sucumbir a la contaminación industrial. La atmósfera llegará a ser irrespirable para el hombre y los animales; toda vida cesará en los ríos y en los lagos; las plantas se marchitarán por el envenenamiento.” Y Daniel Moynihan, ex-consejero presidencial estadounidense, calcula que el hombre quizás tenga una probabilidad de menos de cincuenta por ciento de sobrevivir hasta 1980.
¿Son estas personas pronosticadores exagerados de calamidad? De ninguna manera. Muchas de ellas eran optimistas hace años. De hecho, tan recientemente como en 1962 gran parte de la prensa y la comunidad científica ridiculizó a Rachel Carson cuando escribió su libro Silent Spring, en el cual predijo horrendas consecuencias a causa de la constante contaminación por el hombre.
Ya no se mofan. La mayoría de las predicciones de ella han resultado ciertas. Los hechos escuetos y severos han obligado a los científicos y a la prensa a reconocer la realidad de lo que está sucediendo. El hombre realmente está tomando un derrotero que puede resultar en su extinción.
La capa delgada de la vida
La Tierra todavía le parece bastante grande a la mayoría de la gente. Mide unos 40.000 kilómetros en su circunferencia y su atmósfera se extiende por unos 1.000 kilómetros en el espacio. En la dirección opuesta, los inmensos océanos tienen fosas que descienden a más de once kilómetros de profundidad.
Es cierto. Pero realmente tanto nosotros y las otras criaturas vivas como las plantas, todos vivimos en lo que puede ser descrito como una “envoltura” muy delgada que circunda la Tierra. Esa “envoltura” delgada se llama la “biosfera” porque dentro de ella se encuentra toda la vida terrestre que se conoce.
El llamarla “muy delgada” no es exageración. Aparte de unas cuantas esporas y bacterias flotantes, la vida solo existe dentro de los primeros ocho kilómetros de la atmósfera de mil kilómetros de la Tierra. En realidad, la gran mayoría de las cosas que respiran aire —hombres, animales, aves y plantas— viven dentro de solo los primeros tres mil metros sobre el nivel del mar.
Así, también, alguna vida se encuentra a unos once kilómetros de profundidad en los fondos oceánicos. Pero la vasta mayoría de la vida marítima existe solo en los ciento cincuenta metros superiores de los océanos. Además de eso, se concentra principalmente a lo largo de los “anaqueles continentales,” las aguas más someras a las orillas de los continentes, así como aguas similares alrededor de las islas.
Por lo tanto, la biosfera es una zona de vida de diecinueve kilómetros alrededor del globo terráqueo. Verdaderamente delgada. Pero en realidad el 95 por ciento completo de toda la vida en la Tierra se encuentra en una capa mucho más delgada de 3.150 metros de espesor. Dentro de esa “envoltura” asombrosamente delgada circulan el aire y el agua que las cosas vivas de la Tierra usan vez tras vez. Ahora considere lo que le está sucediendo a ese aire y a esa agua, así como al terreno sobre el cual vivimos.
[Ilustración de la página 4]
El secretario-general de las N.U., U Thant, ha dicho que la contaminación de nuestro ambiente es tan seria ahora que, a menos que se den pasos inmediatos para corregir esto, “la mismísima capacidad del planeta mismo para sustentar la vida humana estará en duda”
[Ilustración de la página 5]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Casi todas las cosas que inhalan aire viven dentro de los primeros tres mil metros sobre el nivel del mar. La mayor parte de la vida marítima existe en solo los ciento cincuenta metros superiores de los océanos
3.000 METROS
ZONA DE VIDA
NIVEL DEL MAR
—150 METROS
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¿No hay mucho aire para respirar?¡Despertad! 1971 | 8 de octubre
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¿No hay mucho aire para respirar?
¿POR qué preocuparse acerca del aire? Cuando miramos el cielo, parece ilimitado, ¿verdad?
Quizás parezca así. Pero recuerde que los astronautas tuvieron que llevar su propio abastecimiento de aire cuando despegaron de la Tierra. Cuando uno toma un avión de reacción la cabina debe mantener artificialmente su concentración de aire.
Esto nos indica algo. ¿Qué? Que no hay abastecimiento de aire útil a unos cuantos kilómetros de la tierra. El aire que uno puede inhalar solo se encuentra en una faja relativamente angosta que está directamente sobre la tierra. Contiene el oxígeno que es vital para toda la vida humana y animal. Esa faja angosta de aire utilizable está ahora en grave peligro.
El proceso de autolimpieza del aire
Es verdad que la atmósfera de nuestra Tierra tiene un maravilloso sistema de autolimpieza intraconstruido. El aire es como un océano con mareas y corrientes en forma de vientos y masas de aire que cambian. El humo de unos cuantos incendios de madera, por ejemplo, rápidamente se dispersa y se disipa. Con el tiempo la lluvia y la nieve quitan del aire las partículas sólidas de humo que flotan. ¿Qué hay de los gases?
El aire de nuestro planeta en sí, por supuesto, es una mezcla de gases. El nitrógeno forma aproximadamente el 78 por ciento y el oxígeno aproximadamente el 21 por ciento, y el resto consta de cantidades muy pequeñas de argón, anhídrido carbónico, helio, etc. Hay procesos asombrosos en función para impedir que esa mezcla cambie.
Como dice la revista Time: “Con fantástica exactitud, las plantas, los animales y las bacterias mantienen la mezcla,” usando y devolviendo los gases a proporciones iguales. “El resultado es un sistema cerrado, un ciclo equilibrado en el cual nada se desperdicia y todo cuenta.”
La exactitud es verdaderamente asombrosa. El anhídrido carbónico, por ejemplo, solo forma aproximadamente una parte de cada tres mil partes del aire por volumen. Cuando el hombre y los animales respiran aire utilizan el oxígeno y exhalan anhídrido carbónico. Pero las plantas hacen lo contrario. Toman el anhídrido carbónico del aire y despiden oxígeno, manteniendo el equilibrio.
Los rayos traspasan el aire y hacen que el nitrógeno forme un compuesto que las gotas de la lluvia hacen descender a la tierra. Allí las plantas lo usan para crecer. Las plantas, a su vez, sirven de alimento a los animales o se mueren y se pudren. Las bacterias que obran en las plantas que se pudren y en el estiércol de los animales despiden de vuelta nitrógeno al aire. Se completa el ciclo.
Algunos gases que son despedidos naturalmente pueden ser peligrosos cuando están en cantidad suficiente... como el ozono que uno huele después de una tormenta eléctrica. Pero el sistema de autolimpieza del aire se encarga de ellos, a menudo dentro de unas cuantas horas o unos cuantos días. Son eliminados por la lluvia y la nieve, por ser extraídos del aire por la vegetación o simplemente al asentarse lentamente en la tierra.
Bueno, entonces, ¿de qué preocuparse? ¡De mucho!
Cómo ha cambiado la situación
La evidencia muestra que el hombre está entremetiéndose seriamente en este equilibrio maravilloso. Era lo usual que los procesos de autolimpieza de la atmósfera se enfrentaran a la contaminación y mantuvieran puro el aire.
Pero ahora la situación ha cambiado y la introducción de contaminación en el aire está adelantándose a la salida del aire ya purificado. Las “vertientes del aire” sobre los Estados Unidos, el Japón, Alemania y otros países se están llenando constantemente de gases y partículas que causan sobrecarga. Los ciclos naturales están recibiendo una presión que va más allá de lo que pueden resistir.
Hoy se considera que todo el aire de los Estados Unidos está contaminado a cierto grado. Note lo que han descubierto unos científicos según se informó en el Register de New Haven: “El lugar de los Estados Unidos donde este centro notó el último vestigio de aire limpio fue cerca de Flagstaff, Arizona, pero este vestigio desapareció hace seis años cuando . . . la contaminación del aire de la costa de California llegó a esa ciudad del norte de Arizona.”
El biofísico William Curby dice que la contaminación constante ha producido una enorme nube de suciedad flotante que pende permanentemente sobre toda la costa del Este de los Estados Unidos. Dice: “La velocidad a que se está cargando de partículas de suciedad la costa del Este ahora le lleva ventaja a la velocidad del descargo.”
Y la contaminación está ocurriendo en toda la Tierra.
La Der Spiegel de Alemania informa sobre el término medio de contaminación en ese país: “La contaminación del aire en la República Federal [Alemania Occidental] ya es siete veces peor que en los EE. UU.”
En el Japón, la policía de tránsito de Tokio ahora se queda solo unas cuantas horas a la vez en servicio. Entonces se dirigen a centros donde pueden inhalar oxígeno. Cafés y galerías de Tokio tienen máquinas para suministrar oxígeno a los compradores por unas monedas.
La situación es tan seria que los científicos de un centro de investigación de la atmósfera en los Estados Unidos predicen que, a la proporción actual, “de aquí a 10 ó 15 años a partir de ahora todo hombre, mujer y niño del hemisferio tendrá que ponerse un yelmo para respirar a fin de sobrevivir fuera de casa. Las calles, en su mayor parte, estarán desiertas. La mayoría de los animales y muchas plantas morirán.”
“Yo no veo ninguna”
Mucha de la contaminación del aire está en forma de partículas... hollín y polvo. El ama de casa que limpia el antepecho de la ventana puede hablarle de eso. También puede el hombre que limpia su auto.
Sin embargo, quizás usted viva en una zona donde a menudo los cielos se ven azules. Poco o nada de hollín se junta en los antepechos de sus ventanas y en su auto. Quizás le parezca que la contaminación del aire no lo afecta.
Sin embargo, tenga presente que la mayor parte de la contaminación del aire es invisible. No se puede ver. Y gran parte del tiempo no se puede oler tampoco. Pero no se equivoque... es probable que esté presente en forma de gases invisibles, algunos de los cuales son venenos mortíferos cuando se absorben en suficiente cantidad. Y el inhalar éstos con regularidad aun en cantidades pequeñas ciertamente no ayuda a su salud.
Una de las sustancias contaminadoras invisibles es el monóxido de carbono. Es incoloro, inodoro, insípido... y mortífero. Si usted fuese a poner en marcha su auto en un garaje cerrado, el monóxido de carbono entraría en sus pulmones y caudal sanguíneo y haría imposible que sus glóbulos rojos llevaran el oxígeno. Usted moriría por falta de oxígeno.
Hoy millones de personas en muchas ciudades ya están padeciendo de ‘desnutrición’ en cuanto a oxígeno, debido principalmente al aumento vertiginoso en la cantidad de los automóviles. Según una fuente de información, en solo diez zonas urbanas de los Estados Unidos el aire recibe cada año unos 25 millones de toneladas de monóxido de carbono invisible de los automóviles.
La atmósfera normalmente contiene algún azufre debido a rocío del océano y los gases volcánicos. Pero los científicos calculan que los automóviles del hombre, las plantas de energía eléctrica y los hornos domésticos están arrojando ahora unos 73 millones de toneladas de óxidos sulfúricos a la atmósfera cada año. Cuando el aire está húmedo, éstos se convierten en gotitas de ácido sulfúrico, y corroen el metal, la piedra y el mármol, aumentan la acidez en los lagos y en los ríos y perjudican los pulmones de la gente.
La revista Scientific American dice que bajo la influencia de la luz del Sol y la acción catalítica de los óxidos de nitrógeno en el aire, se forma la mezcla de niebla y humo llamada smog y los hidrocarburos (normalmente inocuos) que salen de los autos y las fábricas son en parte oxidados para formar “peróxidos” y “ozónidos.” La revista agrega: “Estos compuestos son las más tóxicas sustancias contaminadoras del aire que se conocen. Causan daño a las plantas en concentraciones de una parte por 10 millones de partes de aire.”
Con razón la bronquitis, el asma y toda clase de enfermedades de las vías respiratorias están aumentando rápidamente. El enfisema es la causa de muerte que está aumentando más aprisa en los Estados Unidos, hasta 500 por ciento en los últimos diez años en la ciudad de Nueva York.
¿Qué puede usted hacer? ¿Mudarse al Hawai soleado y bajo cielos azules? Pero Hawai ahora informa que las enfermedades de las vías respiratorias allí se han duplicado en los últimos años. ¿Por qué? Por la contaminación del aire.
Ciertamente debe haber algún remedio. El aire se mantuvo puro por millares de años con, como dicen los hombres, “fantástica exacitud.” ¿Quién se encargaba de eso? ¿No pudiera ser él Quien resolviera el problema?
Pero junto con el aire, es preciso que tengamos agua para sobrevivir. ¿Qué situación encontramos en ese sentido?
[Ilustración de la página 7]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
CICLO DEL OXÍGENO
Las plantas ingieren anhídrido carbónico, despiden oxígeno
Los animales y los hombres ingieren oxígeno, despiden anhídrido carbónico
CICLO DEL NITRÓGENO
Las bacterias obran en plantas que se pudren y estiércol de animales; despiden nitrógeno de vuelta al aire. Otras bacterias producen alimento para las plantas
El rayo combina el nitrógeno con el oxígeno. La lluvia trae esto a la tierra
Las plantas verdes suministran alimento para animales y hombres
Las bacterias ingieren nitrógeno del aire para uso de las plantas
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Agua, agua en todas partes... pero, ¿cuán pura?¡Despertad! 1971 | 8 de octubre
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Agua, agua en todas partes... pero, ¿cuán pura?
EL AGUA compone el 70 por ciento de la superficie de la Tierra. Pudiera parecer que ciertamente hay un abastecimiento inagotable que está más allá de poder recibir perjuicio serio.
Pero tenga presente que solo el 3 por ciento es agua dulce. De éste, menos del 1 por ciento le está disponible al hombre para beber, cocinar, bañarse, riego y otros usos. Las aguas restantes están encerradas en océanos salados, en grandes extensiones de témpanos de hielo o en depósitos subterráneos.
¿Cuál es la condición del abastecimiento vital de agua dulce de la Tierra? ¿Ha echado usted un vistazo de cerca a los ríos o lagos cerca de su casa recientemente? Lo que usted vea quizás lo escandalice.
Los cálculos indican que cada día unos 660.000.000.000 de litros de aguas de albañal y desperdicio van a dar a las vías acuáticas de los Estados Unidos. Más del 50 por ciento solo recibe tratamiento “primario,” que no remueve la mayoría de las sustancias contaminadoras.
El Dr. Jack Gregman, del Departamento del Interior, dice: “Casi todo río de este país está contaminado a cierto grado. Algunos no pueden ahora encargarse del desperdicio.” ¡En julio de 1969 el río Cuyahoga de Ohio llegó a estar tan cargado de petróleo y desechos que realmente se incendió, causando daño a dos puentes!
Los ríos de otros países industriales se encuentran en una condición similar a los de los Estados Unidos. Quizás, debido a los carteles de viaje, usted tenga un cuadro mental del hermoso río Rin de Europa. Hoy, por gran parte de su extensión, se reconoce que el Rin no es mucho mejor que una alcantarilla abierta. Der Spiegel dice de las sustancias contaminadoras que se arrojan en él: “Si todas estas sustancias fueran a ser transportadas por ferrocarril, entonces se necesitarían más de 3.000 vagones”... ¡cada día!
Puede purificarse asombrosamente
El que el hombre use los ríos como una clase de vertedero en el cual echar desperdicios no es nuevo. Hasta muy recientemente esto no creaba ningún problema grande. El agua que fluye puede purificarse a sí misma asombrosamente.
Cuando se arroja materia de desperdicio orgánica al río, el movimiento del agua desmenuza y diluye gran parte de las aguas de albañal. Luego el río ‘digiere’ las partículas restantes por oxidación y por bacterias acuáticas que consumen los desperdicios orgánicos, cambiándolas a cuerpos compuestos inocuos, inodoros. Aun las aguas de un arroyo que muestran fuerte contaminación cerca de una población pequeña pueden estar completamente limpias para cuando estén solo unos cuantos kilómetros río abajo.
Sin embargo, hoy se va haciendo cada vez más común el que los ríos y arroyos de la Tierra padezcan de ‘indigestión,’ quedando sombríos, espumosos y hediondos. ¿Por qué? Están siendo sobrecargados severamente, abrumados más allá de lo que normalmente pueden soportar para purificarse.
Las apariencias pueden engañar
Como sucede con el aire, no siempre se puede juzgar la pureza de unas aguas solo por su apariencia. Ese río o lago cerca de usted quizás parezca más o menos limpio, hasta azul. Sin embargo es posible que se esté ‘muriendo.’ ¿Cómo?
Esto se debe a lo que se conoce como “eutroficación.” Esto simplemente significa estar “sobrecargado de nutrimentos.” Lo siguiente es lo que sucede.
Hoy los agricultores usan toneladas de abonos químicos, ricos en nitratos. Gran parte de éstos con el tiempo se escurren a los ríos. Las amas de casa utilizan detergentes modernos, fuertes en fosfatos. Estos, también, van a dar a los ríos y a los lagos. ¿Entonces qué sucede?
Esta dosis excesiva de nutrimentos alimenta un desarrollo explosivo de algas y otras plantas acuáticas pequeñas. Cuando las algas se multiplican, la luz del Sol no penetra fácilmente en el agua. Las algas que están a más profundidad se mueren. Ahora la abundante materia que se pudre utiliza cada vez más oxígeno del agua. Los peces se enferman y mueren. Con el tiempo el lago o río queda casi sin vida.
El lago Erie es un ejemplo de esta sofocación. Los peces valiosos, el nadar y el agua limpia casi han desaparecido. Y el Sunday Journal de Providencia declara: “Este proceso de ‘eutroficación’ ha alcanzado por lo menos a 40 lagos [principales] de Europa y los Estados Unidos.”
“Bueno, siempre queda Suiza,” quizás diga usted, “donde todavía se pueden hallar lagos hermosos y saludables, no tocados por el descuido del hombre.” Es verdad que los lagos allí todavía les parecen azules y hermosos a la mayoría de la gente. Pero los suizos los están viendo cambiar, perdiendo lentamente su pureza cristalina. Los hermosos lagos Zurich, Ginebra y Neuchâtel se están uniendo a las filas de las aguas ‘enfermas’ de la Tierra, afectados seriamente por la “eutroficación.” Y un informe de Alemania dice que el lago Constanza “tiene que ser puesto en la misma lista de lagos agonizantes en que están el lago norteamericano Erie, el lago Maggiore [entre Italia y Suiza] y el Oslo Fiordo noruego.”
Basurero final de la humanidad
La mayoría de los ríos y los lagos con el tiempo se vacían en los mares y océanos. A uno le pudiera parecer que en este caso, finalmente, hay un abastecimiento de agua demasiado vasto para estar en peligro verdadero. La verdad es que los océanos y mares de la Tierra también están siendo contaminados rápidamente, son el basurero final de la humanidad.
En diciembre del año pasado, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación invitó a cuatrocientos científicos de cuarenta naciones marítimas para considerar este problema. Los científicos expresaron allí alarma acerca del mar Mediterráneo. No solo está el desperdicio humano ensuciando las playas “desde Tel Aviv hasta Trieste,” dijeron, sino que el poder de autolimpieza del mar ya no puede hacer frente al volumen de contaminación que se vierte en él. Estos científicos llegaron a esta conclusión: “El Mediterráneo está rápidamente encaminado a contaminación completa.” El mar Báltico no está en mejores circunstancias.
Durante 1970 el explorador Thor Heyerdahl y su tripulación cruzaron el océano Atlántico en un bote de papiro. Se sorprendieron por lo que vieron en alta mar. Enormes zonas estaban cubiertas de masas de aceite, espuma, lama y contaminación líquida. Hubo días en que no quisieron bañarse debido a lo sucio que estaba el océano.
Según el U.S. News & World Report, unos científicos que estudian el ambiente advierten por lo tanto que “a menos que los gobiernos actúen más de prisa para refrenar la contaminación los océanos del mundo estarán tan muertos como el lago Erie para 1980.”
Efecto en las cosas vivas
Las ‘matanzas’ de peces en los ríos, los lagos y los océanos son tan numerosas ahora que muchas apenas se informan en la prensa ya.
En los océanos, aproximadamente el 90 por ciento de los peces viven en las zonas costeras. Allí es precisamente donde el hombre está efectuando la peor contaminación de la peor manera, por descargar allí ríos envenenados (algunos de los cuales llevan desperdicios que contienen mercurio) y por derramamientos de petróleo o el deliberado descargo de petróleo de los barcos. El Dr. Max Blumer, de la Institución Oceanográfica de Woods Hole, dice que “el hombre echa por lo menos tres millones de toneladas de petróleo en los océanos al año. El total anual puede llegar hasta a diez millones de toneladas.”
En una zona pequeña cerca de Pensacola, Florida, sucedieron más de treinta ‘matanzas’ de peces en que estuvieron envueltos millones de peces en un período de tres meses de 1970. En el mar del Norte se descubrió recientemente una vasta capa de peces muertos. Esta capa, de varios metros de espesor, se extendía por unos 130 kilómetros. Los peces habían sido muertos por contaminación derramada en el mar por los ríos de Europa.
Los insecticidas como el DDT y otros, llevados por el viento o por el agua de la tierra a los ríos, van a dar a lagos y océanos. Se requieren años para que muchos de estos insecticidas pierdan su potencia. Hay pequeños organismos marinos que ingieren los insecticidas. Peces más grandes se comen a los pececillos que se comen a estos organismos contaminados. Finalmente los pájaros se comen a los peces. En cada etapa de la ‘cadena alimentaria’ los insecticidas insolubles se van concentrando. Como resultado de esto muchas especies, especialmente de pájaros, están desapareciendo gradualmente.
Hay un ejemplo de esto en las islas Anacapa de California. Allí, de 500 parejas de pelícanos pardos en apareamiento, solo se produjo un polluelo el verano pasado debido a que los insecticidas interfirieron con el sistema reproductivo de estas aves.
¡Y tenga presente que los insecticidas se han hallado de polo a polo, en las focas del Ártico y en los pingüinos de la Antártida!
¿En peligro el abastecimiento de oxígeno?
El envenenamiento de los océanos pone en peligro también la vida vegetal. Se dice que esa vida vegetal, en particular el plancton llamado diatomeas, produce gran parte del abastecimiento de oxígeno de la Tierra... algunos dicen que hasta el 70 por ciento. Además del ataque de que son objeto las plantas en las regiones terrestres, el abastecimiento de oxígeno que el hombre recibe de los mares podría estar amenazado.
El problema es colosal. Sin embargo, también hay fuerzas colosales que operan para bien del hombre. El Sol levanta cerca de 15.000.000 de toneladas de agua dulce de los océanos salados y otras fuentes cada segundo, y las nubes de lluvia derraman aproximadamente la misma cantidad sobre la tierra. Obviamente una fuente de poder mucho mayor que éstos puso esas fuerzas y ciclos en operación. Somos sabios si miramos en dirección de ella para obtener alivio.
[Ilustración de la página 9]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
EL LAGO SALUDABLE
1. La energía del Sol capacita a las plantas a convertir sustancias en alimento
2. Al usar sustancias alimenticias básicas, las plantas microscópicas despiden oxígeno
3. Animales miscroscópicos se comen las plantas
4. Animales voraces se comen a animales más pequeños, con el tiempo mueren
5. Animales que se alimentan de carroña viven de materia muerta o podrida
6. Las bacterias obran en todos los restos
7. Las bacterias sueltan sustancias alimenticias básicas
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¿Qué hay de la tierra que produce su alimento?¡Despertad! 1971 | 8 de octubre
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¿Qué hay de la tierra que produce su alimento?
CUANDO usted anda por un campo o por un bosque, ¿cuántos animales muertos nota usted? La vida animal abunda en esas zonas, y los animales mueren con regularidad. Sin embargo es raro ver a animales muertos en los campos o en los bosques. ¿Por qué? Porque los animales que se alimentan de carroña —insectos, pájaros y animales— trabajan para mantener limpia la tierra. Organismos microscópicos terminan el trabajo, descomponiendo toda materia muerta, convirtiéndola en alimento vegetal.
Si se le da su oportunidad, la creación natural mantiene limpio, no solo el aire y el agua, sino también el suelo para que el hombre disfrute de él. Pero esto solo sucede si el hombre conduce sus asuntos en armonía con los ciclos y leyes naturales. Eso no se está haciendo en la actualidad.
Despojando la tierra
Una manera en que la tierra está siendo ensuciada es por la avalancha de basura que se está arrojando en ella, particularmente en las ciudades.
El montón de basura de 1969 en los Estados Unidos alcanzó un total de aproximadamente 250.000.000 de toneladas, más de una tonelada por cada persona. De éstas, aproximadamente 60 millones de toneladas ni siquiera se recogieron. Se añadieron a las carreteras, calles, zonas y campos recreativos de la nación como suciedad.
Considere esta lista parcial de lo que se arrojó en solo un año reciente en tan solo ese país:
7.000.000 de automóviles
20.000.000 de toneladas de papel
26.000.000.000 de botellas y tarros
48.000.000.000 de latas
El problema se complica por el hecho de que gran parte de la basura no es de la clase que se pudre fácilmente. De los recipientes de vidrio, estaño, aluminio, plástico y papel, solo el papel y el estaño se desintegran más o menos fácilmente. El resto, especialmente los plásticos, en gran parte son “nobiodegradables.” Es decir, no se asimilan fácilmente en los ciclos naturales de la tierra que hacen que los materiales vuelvan a sus elementos básicos por putrefacción o corrosión. De modo que subsisten, haciendo que el ambiente del hombre parezca un basurero.
¿Es el problema un problema singular de los Estados Unidos? De ninguna manera. El periódico alemán Schwarzwald Bote dice: “La República Alemana está sofocándose lentamente con chatarra, basura y gases de escape.” El Daily Star de Toronto informa: “Pronto los canadienses estarán revolcándose en su propia basura a menos que sucedan cambios ‘dramáticos y drásticos.’” Esa es la condición en casi todo país sumamente industrializado.
Envenenamiento químico
La revista alemana Stern dice que “en los últimos 25 años aproximadamente millón y medio de toneladas de DDT se han rociado en la superficie de la Tierra. Eso es aproximadamente 75.000 vagones de ferrocarril llenos de veneno. . . . El DDT se disuelve muy lentamente. De los 75.000 vagones, 50.000 todavía están sumamente activos. Estos 50.000 vagones han . . . formado un velo venenoso que abarca toda la Tierra.”
Las vacas y los animales cuya carne se utiliza comen vegetación que contiene DDT y otras sustancias químicas. Tanto de estas sustancias químicas ha entrado en el alimento y la bebida que muchas madres que amamantan a sus bebés producen leche que contiene más DDT del que permite la ley en la leche de vaca. Un científico británico informa que los bebés británicos amamantados consumen por lo menos diez veces el máximo que se recomienda tan solo del insecticida “dieldrin,” y los bebés de Australia Occidental aun más.
Hoy, en vez de usar estiércol y la rotación de cosechas para mantener fértil el suelo, los agricultores usan abonos químicos. Pero, como hace notar la revista Time: “Tal como la gente queda ‘enganchada’ o ‘pescada’ por las drogas, así la tierra parece hacerse adicta a aditivos químicos y pierde su capacidad de fijar su propio nitrógeno. Como resultado, es necesario utilizar cada vez más abono.” Las cosechas son grandes, pero a la tierra se le está robando constantemente su fertilidad natural.
Los efectos perjudiciales de algunos aerosoles químicos no se descubren fácilmente. En Alemania, se llevaron a cabo estudios de los efectos que tiene en las plantas de papa (o patata) y tomate el exterminador químico de malas hierbas que más extensamente se usa. Parecía que las plantas crecían sin ser afectadas, su fruto parecía normal. Los animales que se alimentaban de sus productos crecían normalmente. Pero la prole que éstos producían no. Como dice el escritor en Bildder Wissenschafts: “Deseo repetir. En las plantas tratadas no había daños visibles. No se hallaron daños visibles en los animales usados en los experimentos, pero en su prole sí.” Las plantas habían sufrido invisiblemente cambios moleculares y habían producido cambios en los animales que se las comieron.
Ahora surge la pregunta: ¿Cómo afectan estas sustancias químicas al hombre?
Además de todo lo anterior, el hombre ha devastado la tierra por el desmonte o tala, la minería a cielo abierto y el sobrecultivo. Los científicos calculan que se necesitan unos quinientos años de putrefacción animal y vegetal para producir solo dos centímetros y medio de capa superior del suelo fértil. Sin embargo el descuido del hombre ha hecho que millones de toneladas de la capa superior del suelo hayan sido quitados y llevados por el viento o por el agua a los ríos y los mares. En vez de eso, ¿no deberíamos mostrar aprecio por esta herencia inapreciable... y respeto a Aquel que la proveyó?
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El efecto total¡Despertad! 1971 | 8 de octubre
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El efecto total
LA Tierra, y el cuerpo humano, son maravillas de construcción. Pueden aguantar fuerte abuso y sobrevivir. Pero hay un límite.
Quizás ningún factor individual de las muchas cosas mencionadas anteriormente sea fatal en el futuro inmediato. Pero cuando consideramos el efecto total de aquello a lo que la Tierra y la vida en ella están siendo sometidas, la tendencia es muy evidente.
Daño al cuerpo humano
Si uno tuviera una delicada pieza de maquinaria, el echarle un grano de arena tal vez no la estropearía. Pero, ¿qué hay si uno arrojara una corriente constante de arena, y grava, en esa maquinaria? Solo habría que esperar un poco para ver que se descompondría y gradualmente se detendría.
Un investigador del cáncer, el Dr. William E. Smith, dijo que la absorción de todos los diversos venenos en el organismo humano “no es diferente de arrojar un conjunto de tuercas y tornillos en la más delicada maquinaria conocida.”
El enorme aumento en las enfermedades crónicas muestra que la gente por todo el mundo está siendo afectada como nunca antes. El Dr. Stephen Ayres, especialista de los pulmones, dijo firmemente a un reportero: “Se duda poco de que el vivir en una zona contaminada es como el quitarse unos cuantos años de la vida. . . . Mientras estamos hablando e investigando, el problema va empeorando y muchas personas están enfermando de enfisema, cáncer pulmonar, bronquitis y otras enfermedades de las vías respiratorias.”
El daño a la vida animal por la contaminación del ambiente por el hombre ya es obvio. El Times de Nueva York informa: “En la actualidad, más de 800 aves y mamíferos se ven ante la amenaza de ser arrasados.” ¿Le importa a usted eso? Debería importarle. Porque cuando los animales, los pájaros y los peces ya no pueden vivir en un ambiente, entonces eso es señal evidente de que el hombre mismo ya no puede vivir en él mucho más tiempo tampoco.
Pérdida del disfrute
Uno quizás no note la pérdida gradual de la salud y la energía físicas o el disfrute de la vida. Pero ahora muchas personas, quizás usted también, se quejan de estar cansadas siempre, de dolencias y dolores y presiones. Parece que tienen que empujarse la mayor parte del tiempo. Parece que ya no hay la vitalidad y el disfrute del vivir.
Algunas autoridades atribuyen mucho de esto directamente al problema de la contaminación. Funcionarios que vigilan la contaminación del aire de la ciudad de Nueva York dijeron: “Aparte de la muerte y las formas más dramáticas de las enfermedades, la contaminación puede producir fatiga, irritabilidad, dolor de cabeza y tensión extremados.” Parece que así ciertamente es.
Aunque nuestros cuerpos y la Tierra pudieran aguantar indefinidamente el abuso que están recibiendo, ¿realmente es suficiente el estar sobreviviendo? ¿Qué hay de la calidad general de la vida? ¿Le parece a usted agradable respirar aire que usted sabe que está contaminado, comer alimento que sabe que ha sido bombardeado con sustancias químicas, y beber agua que quizás no esté completamente pura?
¿Le parece agradable andar en una ciudad azotada por el smog con sus ‘selvas de concreto,’ apresuramiento, congestión del tráfico y suciedad, o le parece más agradable andar a lo largo de una playa limpia, en un bosque tranquilo, o afuera al aire fresco y la luz solar de un sector campestre? Las respuestas son obvias.
Sí, el cuadro total del aumento de la contaminación certísimamente está afectando la calidad de la vida. La mayoría de la gente sencillamente no está disfrutando tanto de ella, y la salud de muchos está siendo perjudicada. Peor todavía, la contaminación está poniendo en peligro totalmente la vida en esta Tierra.
Verdaderamente, el cuadro es bastante alarmante y desagradable. Pero, ¿exactamente qué causó esto?
[Ilustración de la página 13]
La absorción de diversos venenos por el cuerpo humano es como derramar una corriente constante de arena en una máquina delicada
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¿Qué causó esto?¡Despertad! 1971 | 8 de octubre
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¿Qué causó esto?
NINGUNA de las predicciones tenebrosas, las advertencias horrendas y las quejas enconadas acerca del arruinamiento del ambiente humano cambiará la situación. Solo el llegar a la causa verdadera y remediarla traerá el alivio.
¿Cómo y cuándo comenzó a ser convertido el planeta en una pila de basura? ¿Por qué se ha permitido que esto llegue a proporciones tan desastrosas?
Básicamente se considera que dos cosas llevan la mayor parte de la culpa: (1) la tecnología moderna, productora de la industria en gran escala y el transporte rápido, y (2) la explosión demográfica. Estas son las causas evidentes, visibles. Pero bajo ellas hay una causa más fundamental.
Veamos qué ha sucedido y cuán profundamente arraigado está el problema en realidad.
Surgimiento de la tecnología moderna
La mayor parte de los investigadores relacionan el aumento de la contaminación con la llamada Revolución Industrial. Comenzó hace más de doscientos años, a mediados del siglo dieciocho. Hasta entonces cuatro de cada cinco hombres eran agricultores. Las familias de los agricultores cultivaban su propio alimento, hilaban su propia tela, a menudo hacían sus propios muebles y hasta muchas de sus herramientas. Las poblaciones y las aldeas eran sus centros comerciales. Allí vivían los artesanos y trabajaban en sus hogares o en talleres pequeños, produciendo metalistería (quincalla), quizás imprimiendo libros y periódicos, produciendo joyas, plata labrada y productos de mejor calidad de tela, piel y madera que los que el agricultor de término medio podía fabricar. Con aquellos productos podían comprar alimento de los agricultores, o quizás un comerciante compraba los productos de ellos y los enviaba al extranjero, obteniendo en cambio productos extranjeros considerados como lujos.
Dos factores en particular cambiaron la estructura de la sociedad humana en muchos países: el capital y la invención científica (tecnología). Pero una tercera fuerza incitó a estos factores a unirse.
Como dice The World Book Encyclopedia (edición de 1970, tomo 10, página 185): “La fuerza que puso juntos a la ciencia y el dinero probablemente fue la demanda creciente de las comodidades de la vida.” Al principio quizás hayan sido cosas relativamente sencillas; los hombres deseaban las herramientas que podían ser producidas por las máquinas recién inventadas, las mujeres deseaban tela tejida a máquina. Pero a medida que aumentaba la corriente de productos, el deseo de tenerlos aumentaba con ellos.
Las máquinas —máquinas de hilar, máquinas de tejer, motores de vapor, hornos productores de hierro, convertidoras y aplanadoras— eran costosas. Solo los pocos hombres con capital podían comprarlas. Entonces tenían que establecer fábricas, preparar edificios especiales para sus máquinas, contratar personas para entrenarlas y emplearlas en la operación de máquinas. Las inversiones fueron fuertes y los inversionistas, por supuesto, estaban resueltos a realizar buenas ganancias. Al esparcirse las industrias, se atrajo a los hombres de las granjas, de oficios privados en talleres y hogares y llegaron a ser obreros fabriles. Y las fábricas tendieron a agruparse en ciudades donde el combustible y la mano de obra eran baratos. Ahora se van haciendo visibles los contornos básicos del patrón de la contaminación.
Con el tiempo se produjeron máquinas más rápidas, más complejas, más automáticas que hacían que las anteriores parecieran primitivas. Pero también requerían más energía eléctrica, mayores cantidades de combustible. Cada vez se añadían a la lista de los productos hechos a máquina más productos de los que habían sido hechos a mano por los artesanos. El número de los artesanos individuales fue constantemente menguando. Los talleres y las industrias más pequeños tenían que mantenerse al paso con la tecnología o verse arruinados por competidores que tenían producción en masa más rápida.
La invención de la locomotora de vapor y, más tarde, el motor de combustión interna que usaba gasolina dieron ímpetu al crecimiento de la industria. Con transporte más rápido y más barato, las fábricas pudieron ensanchar sus mercados, enviar sus productos cada vez más lejos, así como traer materias primas y combustible de puntos más lejanos. Con el tiempo se desarrollaron enormes industrias y las más pequeñas fueron eliminadas o absorbidas.
Todo este crecimiento fue aclamado como “progreso.” Pero ese progreso llevaba un precio muy alto. Afectaba seriamente la calidad de la vida humana.
Efecto en el ambiente del hombre
En las poblaciones industriales de desarrollo rápido, las fábricas a menudo se establecían en sitios selectos, como junto a una corriente de agua o distrito ribereño. Sus desperdicios eran echados a las corrientes o tirados cerca de ellas. (La descarga de una sola fábrica puede igualar la de una población entera de 100.000 o más personas.) Las minas productoras del mineral y la hulla vitales excavaban hoyos cada vez más profundos en la tierra o, con “la minería a cielo abierto,” allanaban colinas y excavaban cráteres grandes, dejando atrás zonas devastadas que se extendían por muchos kilómetros cuadrados. Más tarde los pozos de petróleo habrían de tener una participación aun mayor en el proceso de la contaminación. Las vías ferroviarias hicieron cicatrices en las faldas de las colinas y las locomotoras resoplaron en el mismísimo corazón de las ciudades, trayendo humo, arenilla y ruido. En aquel tiempo a la gente por lo general le parecieron al principio emocionantes todas estas cosas. Aun cuando dejaron de serlo, la gente para entonces se había acostumbrado, acondicionado, a ellas.
El desarrollo del uso de combustibles fósiles —hulla y, más tarde, los productos del petróleo (la gasolina y el queroseno)— desempeñó un papel principal en el progreso industrial. Estos combustibles fósiles se transportaban más fácilmente, tenían mayor potencialidad de energía que los combustibles anteriores (madera y aceites vegetales). Pero, puesto que no ardían tan completamente, despedían en la atmósfera mayores concentraciones de diversos gases —monóxido de carbono, óxidos sulfúricos, hidrocarburos, óxidos de nitrógeno— así como algunas partículas sólidas. Siendo vomitados de unas cuantas chimeneas industriales o de chimeneas domésticas, no producían ningún daño notable. Solo cuando su número se multiplicó muchas veces comenzó a hacerse sentir claramente el verdadero peligro.
Así, en lugares como el valle de Meuse, Bélgica, en 1930; en Donora, Pensilvania, EE. UU., en 1948, y en Londres, Inglaterra, en 1952, períodos de aire estancado o niebla estancada hicieron que los amenazadores venenos de estos gases produjeran efectos desastrosos. Para el tercer día de la niebla tóxica en Donora, hubo 5.910 personas enfermas... casi la mitad de los habitantes de la ciudad. Durante la semana de la intensa niebla en Londres, y la semana siguiente, hubo un aumento de 4.000 muertes en la proporción de mortalidad. Hoy, en las ciudades principales alrededor del mundo los ojos de millones de personas arden, sus pulmones están irritados y aumentan los casos de enfisema, bronquitis y cáncer pulmonar. Tal vez no mueran súbitamente. Pero su vida ciertamente está siendo acortada.
A todo esto hay que agregar la extensión de la tecnología científica a otros dos campos: la agricultura y la guerra. Las granjas, enfrentándose a mano de obra que disminuye, se han mecanizado y han usado abonos e insecticidas químicos. Esto ha hecho elevada la producción de las siembras. Pero la contaminación ha sido paralelamente elevada. El desarrollo científico de equipo bélico, particularmente el de las bombas nucleares, ha introducido el nuevo peligro de sustancias contaminadoras radiactivas. Desde el fin de la II Guerra Mundial hasta 1963 hubo más de cuatrocientas explosiones nucleares. Desde el tratado de la proscripción de pruebas de 1963 ha habido unas trescientas más subterráneas. Hoy los deshojadores devastan inmensos bosques en el sudeste de Asia.
Aumento de población trae aumento de contaminación
Se requirieron miles de años para que la población de la Tierra llegara a mil millones en 1850. Para 1930 llegó a dos mil millones. Hoy se encuentra en 3.650 millones y se calcula que se duplicará en el transcurso de los siguientes treinta años. Las ciudades han recibido la mayor parte de este aumento de población. En 1740, Inglaterra en conjunto solo tenía un poco más de 6.000.000 de habitantes. Hoy tan solo el Londres metropolitano tiene más habitantes que esa cantidad.
Esta “explosión demográfica” ha ayudado a la Revolución Industrial mientras ésta se ha esforzado por lograr cada vez mayor producción, por operaciones más gigantescas. Con más gente, ha aumentado la demanda de energía... en las industrias, los hogares y el transporte. Ciudades el desarrollo rápido y extenso siguieron apoderándose de cada vez más extensiones de la tierra de cultivo que las rodeaba. Y la tierra que colindaba con los nuevos límites con frecuencia sufría, ya fuera debido a la contaminación o porque se le cultivaba hasta que perdía su fertilidad. El alimento tenía que ser llevado a la ciudad en camiones desde distancias cada vez mayores.
Se desarrollaron los suburbios a medida que la gente buscó alivio del deterioro urbano. Pero esto con el tiempo aumentó la contaminación, porque hubo mayor uso de autos particulares. Se desarrollaron vastas redes de carreteras; constantemente se extendieron más fajas de concreto o asfalto, y más anchas, sobre lo que en otro tiempo fue campo verde. Dice la revista Time: “Cada año tan solo en los EE. UU. se pavimentan más de 400.000 hectáreas que han estado ocupadas por árboles productores de oxígeno.” Hoy, en São Paulo, Brasil, solo hay menos de medio metro cuadrado de zona verde por persona. A medida que aumentó el viajar por aire, los aeropuertos contribuyeron con su parte de cubrir extensas secciones de terreno, así como a empeorar la contaminación de aire en gran escala.
Es verdad que por algún tiempo se logró algún éxito en cuanto a mejorar ciertas condiciones ambientales en ciudades industriales. ¡Hoy pocas ciudades son como Manchester, Inglaterra, allá en 1843 a 1844, cuando, en una sección, solo había un excusado para cada 212 personas! Sin embargo, ahora vemos una situación en que, no solo ciertas secciones conocidas como barrios bajos, sino la Tierra en conjunto —terreno, agua y aire— está siendo hecha inmunda.
Se desarrolla “sociedad de consumidores”
La industria en gran escala necesita un mercado constante para sus productos. Durante las primeras etapas de la Revolución Industrial eran frecuentes las depresiones económicas, porque las nuevas máquinas de producción en masa a menudo hacían que el abastecimiento sobrepujara a la demanda. Las fábricas grandes no eran flexibles y no podían ajustarse a la demanda corriente como los primeros artesanos privados, que a menudo conocían dos o tres oficios y hasta efectuaban trabajo agrícola de vez en cuando.
La “explosión demográfica” solo contrarrestó parcialmente este problema. No ha bastado para satisfacer la ambición de “crecimiento” constante de las industrias. Por eso, los fabricantes han tratado de estimular y fomentar la demanda. La publicidad, también la producción periódica de nuevas modas o mejoramientos menores que hacían parecer menos deseables los modelos anteriores, estimularon el comprar. La mira no era tanto suministrar lo que la gente necesitaba como lo que se le podría hacer desear. A menudo los artículos se diseñaban para que tuvieran una duración limitada, para que hubiera así una demanda más consistente a través de los años. Debido a este sistema de “desgaste planeado,” a menudo se daba más importancia a lo barato que a la calidad y la durabilidad.
Todo esto ha producido lo que a menudo se llama una sociedad “de desechadores,” una que usa por un tiempo los productos y después los descarta. El cambiar esta prodigalidad afectaría drásticamente la economía de muchas naciones.
Se puede ver, pues, el sumamente complejo y profundamente arraigado problema que se ha formado. Ha venido gradualmente, se ha extendido durante la vida de muchas generaciones. Sin embargo, todo tiene una sola fuente básica. ¿Cuál es?
[Ilustración de la página 15]
La Revolución Industrial atrajo a millones de personas de las granjas para trabajar en fábricas
[Tabla de la página 16]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
3.000.000.000
2.000.000.000
1.000.000.000
Ahora la población del mundo “explota” a razón de 1.000.000.000 en solo 15 años. ¡Se requirieron más de 5.800 años para los primeros 1.000.000.000!
1971 POBLACIÓN MUNDIAL MÁS DE 3.650.000.000
Diluvio
4026 a. E.C. 3000 2000 1000 E.C. 1000 1971
(Las cifras de población para los períodos tempranos son cálculo aproximado.)
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Descubriendo la fuente básica¡Despertad! 1971 | 8 de octubre
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Descubriendo la fuente básica
EL AUMENTO del desperdicio en masa y de la contaminación en masa ha continuado hasta el día actual. Pero, ¿cuál es la fuente básica?
¿Es la inventiva humana? No en sí, porque los hombres han inventado cosas durante toda la historia humana. De hecho, el libro bíblico de Génesis habla de hombres de antes del diluvio global como Jubal, que “resultó fundador de todos los que manejan el arpa y el caramillo” y “Tubal-caín, forjador de toda clase de herramienta de cobre y de hierro.” (Gén. 4:21, 22) No es la capacidad inventiva del hombre, sino el uso incorrecto de ella, lo que crea problemas.
Igualmente, no todo el problema está en la industria, porque puede haber industria de todo tamaño. Es la concentración de la industria y los métodos de la industria lo que ha causado daño. Pero la industria produce para la gente. Por eso, básicamente, la contaminación proviene de la gente y de sus deseos. ¿Vive usted y trabaja en una ciudad industrial, o maneja automóvil, o calienta su casa con hulla o con petróleo, o utiliza abonos e insecticidas químicos, o utiliza productos con recipientes “desechables”... tarros, latas, botellas? Entonces usted contribuye al problema de la contaminación.
La fuente verdadera
La fuente verdadera de la contaminación en masa realmente está en el conjunto de valores que los hombres en general han aceptado, en el modo de vivir y en el sistema que se ha desarrollado. La contaminación mental ha resultado en contaminación física.
Lo grande ha sido considerado como virtuoso. La velocidad, la producción en masa y la ganancia rápida han llegado a ser el modelo del éxito, han sido glorificadas como benefactoras de la humanidad. Como dijo un comité del Senado australiano que informó sobre la contaminación: “El crecimiento es todavía la religión nacional y el desarrollo es su profeta.”
La luz solar, el aire fresco, el agua pura, la hierba, los árboles, la vida silvestre... bueno, quizás todo esto tenga que sacrificarse. ¡Pero el “progreso” tiene que continuar!
Se ha buscado la felicidad en la posesión de productos fabricados, y esto ha traído una constante degeneración en las relaciones humanas y los valores espirituales.
Es verdad que hoy muchas personas están, por decirlo así, “atadas.” Se encuentran encerradas en un sistema que no fue de su hechura. Se sienten impotentes en cuanto a cambiar los asuntos en la breve duración de su vida.
Pero, ¿qué hay si se abriese el camino para efectuar ese cambio? ¿Cuántos lo harían? ¿Deplora usted personalmente el materialismo egoísta que ha fomentado el uso incorrecto de los elementos naturales de la Tierra? Hoy la mayoría de las personas interiormente prefieren un modo de vivir materialista, pero deseando que de alguna manera se pudieran evitar las consecuencias desagradables. Estas personas quizás no hayan originado el modelo o patrón de la contaminación, pero prefieren su perpetuación debido a los llamados “beneficios” que produce ese modelo.
Peligro de las naciones “en desarrollo”
Vemos que una sociedad bastante diferente de la de antes de 1750 se ha desarrollado en muchos países. Y los países que no se han desarrollado de ese modo se han encontrado con una desventaja económica siempre mayor en sus relaciones con las naciones “progresivas.” Su moneda nacional vale poco, comparativamente, en el mercado internacional.
Ahora las naciones “subdesarrolladas” se están esforzando ansiosamente por unirse a las filas de las naciones “progresivas.” La gente de esas naciones anhela los productos que tienen otros. Esto solo puede complicar el problema para la Tierra. ¿Por qué?
Porque la persona de término medio de una sociedad industrial crea muchas veces más contaminación que las personas de una sociedad agrícola. Según el Dr. Paul Ehrlich: “Cada niño estadounidense es 50 veces más carga en el ambiente que cada niño indio.”
¿Por qué tan poca preocupación hasta ahora?
¿Por qué se ha permitido que la situación alcance proporciones de crisis? El Comité Selecto del Senado Australiano sobre la Contaminación del Agua aisló dos factores básicos, diciendo: “Detrás de la mayoría de los problemas de contaminación están los factores gemelos de la ignorancia y la inercia.” O pudiéramos decir, ignorancia y apatía.
Los primeros científicos tecnológicos no previeron el efecto grande que tendrían sus inventos de producción en masa, de ahorro de mano de obra, en las condiciones de vida de los hombres. Quizás los primeros industriales no se hayan dado cuenta del grado del envenenamiento que resultaría de usar en gran escala los combustibles fósiles ni la capacidad limitada de ríos, lagos y hasta océanos en cuanto a absorber el desperdicio que se arroja en ellos. La gente que codició los primeros aparatos que ahorraban mano de obra y el equipo útil originalmente trataba de aligerar algo la carga que llevaba. No se proponían deliberadamente destruir su ambiente. Pero tampoco estuvieron particularmente preocupados cuando el daño se hizo más patente.
El autor Lewis Mumford dice lo siguiente sobre el punto de vista insensible que desarrolló la sociedad industrial: “El prestar atención a asuntos como suciedad, ruido, vibración, se consideraba una delicadeza afeminada.” Relata que cuando el inventor escocés James Watt quizo mejorar su diseño del motor de vapor para reducir su ruido fuerte, los fabricantes de Inglaterra impidieron que Watt lo hiciera. ¿Por qué? ¡Les gustaba la evidencia audible de potencia que daba el ruido! Un industrial moderno de Alemania mostró que la actitud ha cambiado poco. Como se informó en Der Spiegel del 14 de septiembre de 1970, cuando se le entrevistó acerca de la contaminación del Rin, expresó alguna preocupación por la muerte de los peces, pero dijo: “El bañarse, el pescar y el romance... ¡un montón de tonterías!” El sacrificar estas cosas era simplemente el “precio que hay que pagar por el progreso.”
Llegando a la raíz del problema, el ecólogo Barry Commoner declara: “Las primeras depredaciones a nuestros recursos por lo general se hicieron con buen conocimiento de las consecuencias perjudiciales, porque es difícil evadir el hecho de que tras la tala de una falda de montaña viene rápidamente la erosión. [Y solo se necesita sentido común para darse cuenta de que el cargar un río con basura afecta a la gente río abajo.] La dificultad no estaba en la ignorancia científica, sino en la codicia voluntariosa.”
Por supuesto, todavía hay ignorancia. Los científicos reconocen que todavía no conocen completamente qué efectos tienen muchas de las combinaciones químicas que se están esparciendo en el aire, la tierra y el agua. Esta ignorancia es peligrosa. Pero la apatía a ese peligro, una apatía arraigada en el egoísmo humano, “codicia voluntariosa,” ha impedido todo alto verdadero o hasta un retardo en el desarrollo tecnológico de nuevos aparatos y productos químicos.
¿Qué esperanza o remedio hay, entonces? ¿Qué hay del éxito que se ha tenido en algunas zonas en cuanto a disminuir el envenenamiento del ambiente? ¿Puede eso resultar en alivio completo?
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¿Puede el hombre resolver el problema?¡Despertad! 1971 | 8 de octubre
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¿Puede el hombre resolver el problema?
UNA cosa es saber cuál es el problema y qué lo causó. El resolverlo es otro asunto.
¿Se puede resolver? Bueno, un cuerpo humano saludable puede sanar una herida si recibe buena atención. Así también la Tierra puede sanar sus heridas si recibe atención de la clase correcta.
Pero el hombre tiene que trabajar en armonía con las leyes naturales ya instituidas para esta Tierra. Esas leyes no cambian. El hombre tiene que cambiar. No hay absolutamente ninguna otra posibilidad.
Entonces, ¿qué se puede esperar en cuanto a que el hombre se ponga de nuevo en armonía con la Tierra?
Lo que se puede esperar
Unos cuantos ríos, un lago acá y allá, el aire sobre unas cuantas ciudades... ése es el grado del éxito que el hombre ha tenido al tratar de cambiar la dirección de la desastrosa tendencia. ¿Qué hay de la situación general?
Al encararse a la situación general con un punto de vista apegado a la realidad, hay poca base para tener optimismo. Por ejemplo, considere lo que sucedió en la ciudad de Nueva York. Allá en 1955 su comisionado sobre la contaminación del aire pronosticó: “En 10 años, nuestra ciudad será un buen lugar en el cual inhalar.” Un investigador también pronosticó: “Para 1965 el aire que respire un hombre que atraviese la calle 42 será tan fresco como el aire de un paso de montaña suizo.”
Hoy las personas que viven en la ciudad de Nueva York llamarían ridículos esos pronósticos. El aire de Nueva York está tan fuertemente contaminado ahora que gran parte del tiempo se considera ‘insatisfactorio’ o ‘insalubre.’ Esos pronósticos optimistas no se basaron en la realidad.
James Skehan, oficial del Colegio de Boston, dio este avalúo apegado a la realidad: “El hacer volver la Tierra a un nivel aceptable de contaminación va a ser casi tan difícil como el detener todas las guerras que ha habido o habrá.” ¿Ha detenido la guerra el hombre? No. En 1969 la Academia de Ciencias de Noruega calculó que desde 3600 a. de la E.C. el mundo solo ha tenido 292 años de paz, pero tuvo 14.531 guerras que mataron a centenares de millones de personas. Y en nuestro siglo se ha visto lo peor hasta ahora.
¿Pueden lograrlo las leyes?
¿Pueden leyes nuevas, o mejor poner en vigor de las leyes, detener la marea de contaminación? Sin duda, pueden ayudar. Pero a fines de 1970 el U.S. News & World Report hizo notar que la contaminación del aire y el agua en los Estados Unidos estaba aumentando “a pesar de disposiciones reglamentarias más estrictas y gastos cuantiosos por el gobierno y la industria.”
Una nueva ley que ha recibido mucha publicidad en los Estados Unidos afecta a los automóviles. Después del 1 de enero de 1975, el monóxido de carbono y los hidrocarburos de los escapes de los nuevos autos tienen que ser disminuidos por lo menos en 90 por ciento en comparación con los modelos de 1970. Después del 1 de enero de 1976, los óxidos de nitrógeno tienen que ser disminuidos por lo menos en 90 por ciento también.
Aunque eso es alentador, note lo que dice Russell Train, consejero presidencial sobre el ambiente: “Ciertamente proyectamos que la contaminación por los gases de escape de los automóviles esté en curva descendente hasta aproximadamente 1985. Después de eso, aun con el motor de combustión interna más libre de contaminación que ahora podamos prever, el puro aumento en el número de autos hará que la curva ascienda de nuevo.”
¿Tratando el material para nuevo uso?
Una sugerencia sensata para disminuir la contaminación del terreno es tratar los desechos para volver a usar el material.
En la actualidad en los Estados Unidos menos del 10 por ciento de las telas, el caucho y el vidrio se vuelve a usar. Solo el 20 por ciento del papel y el cinc, el 30 por ciento del aluminio y aproximadamente la mitad del cobre, del plomo y el hierro se vuelve a usar. Por eso, la producción creciente de todas esas cosas proviene principalmente de nuevas fuentes, como nuevo algodón, nueva madera y nuevo mineral.
¿Por qué no se trata para volver a usar más material? Una compañía que separa la basura y vende los materiales ilustra una razón. The Wall Street Journal comenta de este modo acerca del dueño: “Está perdiendo 2 dólares por tonelada en cada tonelada de basura que maneja porque no puede vender la mayor parte de los materiales que obtiene.” Un ejemplo: de 1.200 toneladas de papel que elaboró de nuevo, solo pudo vender 200 toneladas. Nadie quería el resto.
¿Lo hará la gente?
Prescindiendo de cuáles sean los remedios propuestos, todos se reducen a un hecho fundamental: para que tengan éxito, la abrumadora mayoría de la gente tiene que aplicarlos. ¿Es probable eso?
La revista Audubon informó que una compañía de refrescos embotellados puso en el mercado, en la zona de la ciudad de Nueva York, 600.000 cajas de botellas que podían ser devueltas. Por cada botella que se devolviera se pagaría en efectivo. Pero en seis meses todas las botellas fueron desechadas. ¡La gente de Nueva York había perdido 720.000 dólares en depósitos! No quería molestarse con devolver botellas.
Para evitar la contaminación del aire en las ciudades debido a demasiados automóviles, se propone que las ciudades construyan sistemas de tránsito rápido... como trenes rápidos que lleven al trabajo a los viajeros abonados y eliminen sus autos. Pero acerca de esto Mitchell Gordon dice en su libro Sick Cities: “Una reciente encuesta a los obreros viajeros de Chicago reveló que solo el 18 por ciento de ellos abandonaría sus automóviles aunque los viajes por tránsito rápido fueran gratis.” También dijo: “La mitad de ellos todavía no haría el viaje en un medio de transporte público si le pagaran 35 centavos de dólar cada vez que subieran a uno.”
¿Por lo menos cooperará la gente no tirando basura donde no debe hacerlo? Ted Keatley, un oficial de la Asociación de Caza y Pesca del Estado de Nueva York, dijo con enfado: “No puedo pensar en nada para impedir que la gente tire basura donde no debe. El último recurso es hacer un llamamiento a su pundonor, pero tampoco espero mucho de eso.”
Es obvio que se requiere un gran cambio de actitud de parte de la gente. Sin embargo, en The Unheavenly City, el autor Edward Banfield comenta: “¿Cómo habrá de efectuarse ese cambio? Hasta que se especifiquen los medios, esta ‘solución’ tiene que despedirse como utópica. . . . Sin embargo, subsiste el hecho de que nadie sabe cómo cambiar la cultura de ninguna parte de la población.”
Para ilustrar la dificultad, hay el caso del reportero de televisión de Florida, EE. UU., que puso al descubierto la contaminación fuerte que estaba causando cierta compañía. Pronto recibió llamadas telefónicas de empleados de la compañía que lo amenazaban con causarle daño corporal si no ‘dejaba aquello.’ Temían perder su trabajo si la compañía cerraba.
De modo que aunque muchas personas quizás hablen acerca de detener la contaminación, la vasta mayoría está más empeñada en sus propios intereses egoístas y no desea renunciar a ninguna de sus ventajas para beneficio de los demás.
Por eso, aunque se sigue hablando mucho, el problema empeora, a medida que la industrialización aumenta y la población de la Tierra ‘explota.’ ¡Y los que están en posición de saber lo que está sucediendo reconocen que no tienen las respuestas! Por ejemplo, los especialistas del Departamento de Salubridad de Hawai dicen: “No hay respuestas fáciles a la vista. . . . en la actualidad, no existe alternativa aceptable.”
¿Qué se necesitaría, realmente?
En realidad, para que el hombre resolviera el problema se necesitaría desmantelar a gran grado el modo de vivir industrial moderno. Significaría acción para ir permanentemente en dirección contraria a la tendencia hacia más industrialización.
¿Es probable que suceda eso? ¿Cooperará toda la gente para renunciar a una considerable porción de las comodidades, productos, dinero y placeres de los que ahora se disfruta en una ciudad industrial, cambiando éstos por aire, agua y tierra limpios? Bueno, ¿han cooperado alguna vez para librar a la Tierra de guerra, prejuicio, crimen, pobreza, hambre? ¿Han dejado todos de fumar cigarrillos, venderlos o producir tabaco para ellos porque se ha probado que matan? ¿Ha renunciado la gente a la fornicación debido a los aumentos que se han visto en las enfermedades venéreas?
Por eso, ¿realmente cree usted que el gobierno, la industria y el hombre común tendrán un súbito cambio de corazón en gran escala e irán en la dirección contraria al modo de vivir industrial? El Dr. Rene Dubos, autoridad sobre la contaminación, dice: “En mi opinión, no hay probabilidad de resolver el problema de la contaminación —o las otras amenazas a la vida humana— si aceptamos la idea de que la tecnología debe regir nuestro futuro.”
Los peritos verdaderamente no saben qué hacer ni decir. Entonces, ¿qué se necesita realmente? La publicación Let’s Live, de marzo de 1970, sugiere: “Parecería que se requiere el genio de un Salomón para resolver todos los problemas de contaminación de nuestro tiempo.”
¿Está disponible un genio de esa índole? ¿Exactamente cuál es la solución?
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¿Cómo llegará a ser la Tierra un parque habitado?¡Despertad! 1971 | 8 de octubre
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¿Cómo llegará a ser la Tierra un parque habitado?
SI EL planeta Tierra ha de llegar a ser un parque habitado, un hogar-jardín, para la humanidad, ¿cómo se efectuará eso y quién lo hará posible?
¿Qué opinan los que han estudiado intensamente el problema ambiental que sería lo que lograría lo máximo en cuanto a corregirlo? Escuche lo que dicen:
“Lo fundamental en todas las soluciones es la necesidad de un nuevo modo de pensar.” “Quizás la mayor necesidad sea un cambio de valores.” (Revista Time) “Necesitamos nuevas actitudes . . . las de una sociedad responsable, madura.”—Russell E. Train, consejero presidencial sobre el ambiente.
Vez tras vez sobresale el tema: se necesita un cambio en el modo de pensar de la gente, en su actitud, en su conjunto de valores. Pero otro tema acompaña a éste... la necesidad de supervisión, guía y control mundiales. Escuche:
“Necesitamos una norma y plan que abarque todo nuestro planeta y se extienda hasta lo sumo de la capacidad humana al espacio y el tiempo.” (Carlos A. Lindbergh) ‘Es preciso que se diseñe todo un nuevo sistema de controles mundiales’ fue la conclusión a que llegaron muchos científicos bien conocidos en asamblea en Aspen, Colorado, EE. UU.—El Times de Nueva York.
En las Escrituras se predijo la solución
‘Una sociedad humana con un nuevo conjunto de valores y modo de pensar cambiado, gobernada por un nuevo sistema de controles mundiales’... ¿se da usted cuenta de que eso es exactamente lo que la Biblia prometió y predijo hace mucho tiempo? Sí, con esta diferencia principal: estas cosas vendrán, no por el poder ni la habilidad del hombre, sino por el poder y dirección de Dios.
Ciertamente si a través de los años y los siglos los hombres han demostrado que no pueden resolver sus problemas (de los cuales la contaminación es solo uno de los más recientes), ¿no es actuar en armonía con la realidad y ser práctico el dirigir la atención en otra dirección? Si ellos no pueden resolver sus problemas en escala pequeña —en sus propios países, estados o aun ciudades— ¿por qué seguir esperando ciegamente que de alguna manera, algún día, los resolverán en escala mundial?
La Tierra misma, con sus maravillosos sistemas ecológicos, da testimonio convincente de la existencia de un amoroso Creador sapientísimo, todopoderoso. Ciertamente él puede suministrar la guía y dirección que se necesitan para enderezar los asuntos aquí en este planeta en deterioro. Él da su promesa solemne de que hará exactamente eso. ¿De qué manera?
En la Biblia hallamos la promesa de Dios de que habrá unos ‘nuevos cielos y una nueva tierra en los cuales la justicia habrá de morar.’ (2 Ped. 3:13) En la Biblia se usan figuradamente unos “nuevos cielos” y una “nueva tierra” para describir un nuevo régimen celestial, espiritual, y una nueva sociedad humana, terrestre. Eso es realmente lo que la gente pide en oración cuando repite estas palabras de Jesús: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” (Mat. 6:10) La Biblia muestra que ciertamente el reino de Dios por su Hijo introducirá un ‘nuevo sistema de controles mundiales’ que satisfará todas las necesidades de la humanidad.
Así, pues, el apóstol inspirado escribió que Dios se ha propuesto “una administración al límite cabal de los tiempos señalados, a saber, de reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas que están en los cielos y las cosas que están sobre la tierra.” (Efe. 1:9, 10) Desde la rebelión del hombre en Edén ha habido una falta de armonía entre el hombre y su Creador que ha estado a la raíz de todos los problemas humanos. El reino de Dios eliminará esta falta de armonía.
Por qué se necesitan medidas drásticas
¿Se someterán voluntariamente todas las personas al régimen del reino de Dios y a llevar a cabo la voluntad de Dios para este planeta Tierra? La Biblia, con apego a la realidad, muestra que no todas lo harán.
Cristo Jesús advirtió que “así como eran los días de Noé, así será la presencia del Hijo del hombre.” La historia bíblica muestra que en el tiempo de Noé “la tierra llegó a estar arruinada a la vista del Dios verdadero y se llenó la tierra de violencia . . . porque toda carne había arruinado su camino sobre la tierra.” En aquel entonces, los hombres estaban arruinando la Tierra por su corrupción moral y violencia, haciendo inmunda y repugnante la Tierra a la vista de Dios. Sin embargo la mayoría de ellos prefirió arriesgarse a la violencia y conformarse con las condiciones que empeoraban porque preferían el modo de vivir existente; lo preferían a someterse a la voluntad justa de su Creador. El diluvio global exterminó a la generación de aquel tiempo que desafió a Dios. Pero la Tierra, aunque quedó completamente sumergida en agua por un tiempo, sobrevivió, como también sobrevivió un resto pequeño de la humanidad y la vida animal.—Mat. 24:37-39; Gén. 6:11-21.
Hoy, los hombres están arruinando la Tierra, no solo en un sentido moral, sino también en un sentido físico por contaminar desenfrenadamente sus sistemas básicos y por su insensible poco caso al daño que se causa a la vegetación, los animales, los peces y las aves. ¿Dejará el Creador que continúe esto?
La profecía que está registrada en Revelación 11:18 da la respuesta. Predice que vendrá el tiempo señalado de Dios en el cual él ejecutará juicio en los opositores y ‘causará la ruina de los que están arruinando la tierra.’ Ahora nos encontramos cara a cara con el cumplimiento de esa profecía. Ciertamente vemos el predicho ‘arruinamiento de la tierra.’ Y con igual certeza veremos en breve la acción de Dios para “causar la ruina” de los que son responsables del daño.
¿Suena esto demasiado severo? Pero, ¿qué juicio diría usted que merece una persona que intencionadamente y por ganancia egoísta introduce pequeñas cantidades de veneno en el alimento y bebida de su vecino hasta que finalmente éste se enferma y muere? Aunque el proceso requiriera años, ¿verdad que todavía sería asesinato?
Eso es lo que les está haciendo a millones de personas la contaminación hoy día.
La revista alemana Der Spiegel (5 de octubre de 1970) reconoció este paralelo, diciendo: “En su mayor parte los peligros son invisibles, no observables, insidiosos... como el asesinar una esposa a su esposo con una dosis diaria de arsénico en su café matutino.”
Un médico de Francfort, Alemania, comparando su ciudad con Vietnam, dijo: “Allí disparan el plomo a las costillas de la gente, aquí tienen que inhalarlo. La diferencia, si uno se pone a analizar, simplemente es la manera de administrarlo.”
Y recuerde... ante toda la evidencia que aumenta la gente ya no puede aducir como excusa que ignora los efectos mortíferos de este proceso.
Los que prefieren ver continuar el presente sistema y modo de vivir no muestran amor a Dios, el Creador, ni amor al hombre, su semejante. Al convertir gradualmente la Tierra en una enorme pila de basura, los hombres están mostrando crasa falta de respeto al Hacedor de la Tierra.
Por eso, también, el Hijo de Dios declaró: “¿No se venden dos gorriones por una moneda de poco valor? Sin embargo ni uno de ellos caerá a tierra sin el conocimiento de su Padre.” (Mat. 10:29) Pero hoy los hombres están exterminando enteras variedades de pájaros, así como de otras criaturas terrestres y marinas.
Por todo esto están mofándose de las obras de creación de Dios. Note cómo aplica la regla bíblica: “No se extravíen: de Dios uno no se puede mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará.” (Gál. 6:7) Habiendo sembrado muerte y destrucción, merecen segar lo mismo. Dios ha prometido que así será.
Una Tierra limpiada en nuestro día
¿Qué estamos diciendo entonces? ¿Va a exterminar Dios toda la vida humana de este planeta, posiblemente quemando toda la Tierra mientras lo hace? Algunas religiones presentan esa idea. Pero cuando enseñan eso contradicen la Biblia.
Como muestra Revelación 11:18, Dios no actúa para arruinar la Tierra, sino, exactamente al contrario, para poner coto a que esté siendo arruinada. Tal como un hombre no tiene que incendiar una casa para librarse de la suciedad y las cucarachas, así Dios no tiene que destruir la Tierra para librarla de la contaminación y de los que la causan. Como en el tiempo de Noé, la Tierra necesita que la limpien de los que la están ensuciando. Es preciso que sea removido un sistema mundial entero que se funda en el egoísmo.
Esta vez la destrucción no vendrá por un diluvio acuoso, sino, como predijo Jesús, por una “tribulación grande,” como paralelo de la destrucción que devastó a la Jerusalén antigua. Jesús dijo que la destrucción sería una “como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder. De hecho, a menos que se acortaran aquellos días, ninguna carne se salvaría; mas por causa de los escogidos serán acortados aquellos días.” (Mat. 24:21, 22) Entre los “dolores de aflicción” que llevan a esa “tribulación grande” se profetizó que habría:
“Guerras y desórdenes . . . grandes terremotos, y en un lugar tras otro pestes y escaseces de alimento.”—Mat. 24:6-8; Luc. 21:9-11.
Estas son las mismísimas cosas que han constituido los titulares de los periódicos durante toda esta generación actual, además de ahora el ‘arruinamiento de la tierra’ por la contaminación mundial. Este cumplimiento de la profecía suministra base sólida para la esperanza de que se ha acercado el tiempo en el cual al acto irrespetuoso del hombre de convertir la Tierra en una inmensa pila de basura le será puesto un veloz y terminante fin, cuando Dios traiga la predicha “tribulación grande.” La culminación de esa tribulación será la ‘guerra del Armagedón’ —no alguna batalla internacional librada con deshojadores, gases neurotóxicos y bombas de hidrógeno con desprendimiento radiactivo que deje a todo el planeta desprovisto de toda vida— sino una guerra justa en la cual el mismo Hijo de Dios y sus ejércitos celestiales saldrán victoriosos, para la bendición y liberación de todos los que aman la justicia.—Rev. 16:13-16; 19:11-18.
Entonces el reino de Dios hará que la voluntad de Dios se efectúe, “como en el cielo, también sobre la tierra.” El registro bíblico declara que, cuando Dios creó a la primera pareja humana, les dio un hogar-jardín en la región que se llamaba Edén. Y les dio el mandato: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas volátiles de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra.” (Gén. 1:28) Esto no fue licencia para que el hombre explotará la Tierra hasta el grado de arruinarla. Pues Génesis 2:15 dice: “Y procedió Jehová Dios a tomar al hombre y establecerlo en el jardín de Edén para que lo cultivase y lo cuidase,” no para contaminarlo y arruinarlo. De modo que el mandato de Dios fue que la Tierra debería estar poblada cómodamente y llevada a una condición semejante a la de un parque por todas partes. El gobierno celestial de su Hijo superentenderá la actividad terrestre de todos los que sobrevivan a la guerra del Armagedón para asegurar que el propósito de Dios se lleve a cabo.
Se hace posible una vida más rica, más saludable
Esto claramente no significa que la Tierra habrá de llegar a ser una vasta región desértica. Tampoco significa que forzosamente todas las personas vivirán en cabañas de trozas, cocinarán en estufas de leña, alumbrarán sus hogares en la noche con linternas alimentadas con aceite vegetal o simplemente usarán las herramientas más toscas. Pero sí significa que cualesquier inventos y fuentes de energía que se usen, se usarán de tal manera que no causen daño... ni a la Tierra ni a los que vivan en ella. El amor a Dios y al prójimo asegurará eso. De hecho, será debido a que han cambiado su modo de pensar, actitudes y sentido de los valores para amoldarse a las normas de Dios de amor y justicia que a estas personas se les concederá sobrevivir a través de la destrucción del Armagedón.
Hoy el uso que le da el hombre a la energía ensucia la Tierra. Pero hay muchas fuentes de energía limpias. El Sol siempre ha sido la principal fuente de energía natural para toda la Tierra, pues su energía hace posible los cambios químicos que acontecen en las plantas y forman el medio básico de sustentar toda vida. Hoy la energía solar se utiliza para impulsar satélites, y para suministrar calefacción a los hogares aun a mediados del invierno. En Francia se construyó un espejo gigantesco para formar un horno solar, y cuando sus rayos se enfocan pueden producir temperaturas hasta de 5.400 grados Fahrenheit, capaces de hacer un hoyo a través de un pedazo grueso de acero.
Otras fuentes de energía limpias son el viento, el agua corriente y las mareas de los océanos. En el sistema de hoy con énfasis en la velocidad, con hambre de poder y de producción en masa, ha habido poco interés en los aparatos productores de energía anticuados como los molinos de viento, las ruedas hidráulicas y equipo similar pintoresco y no contaminador. El uso de animales, como el caballo, el carabao, el elefante, se considera adecuado únicamente para los “países subdesarrollados.”
Pero el régimen del reino de Dios no solo traerá liberación del presente sistema entregado en masa a métodos que causan contaminación; también abrirá el camino a la salud perfecta y a la vida eterna. No afrontando ya la presión de una vida corta, entonces las personas podrán saborear la vida sin la urgencia frenética y la tensión que caracterizan a lo que hoy ciertos hombres llaman una “carrera de ratas” humana. Con vida eterna, con motivos correctos y con la guía de Jehová Dios, el Científico Supremo del universo, ¿quién sabe lo que los súbditos del reino de Dios podrán desarrollar entonces a modo de fuentes limpias de energía para uso humano?
En los tiempos anteriores a la Revolución Industrial, aun cuando los hombres trabajaban juntos en un taller pequeño podían conversar, disfrutar de compañerismo agradable mientras trabajaban, quizás hasta intercambiar saludos amigables y noticias con los transeúntes. Por lo general conocían a los clientes a quienes servían y eran conocidos de éstos. Legítimamente podían tener una sensación de satisfacción personal y orgullo justificable al producir artículos de alta calidad, de larga duración. La moderna Era de las Máquinas innegablemente les ha robado a los hombres gran parte de estos placeres. Las máquinas de movimiento rápido inflexiblemente exigen que el operador tenga los ojos pegados a la máquina mientras repite silenciosamente los mismos movimientos miles de veces. A menudo sucede que mientras más grande es la operación más impersonal y deshumanizada es la posición del trabajador, al grado de sentirse como el conocido “diente de engranaje.” sirviendo a gente que rara vez ve o conoce.
Ciertamente el gobierno de Dios restaurará la deleitable variedad de vida y trabajo que tan a menudo falta hoy. La cantidad ya no se considerará por encima de la calidad. Habiéndose reemplazado el espíritu de competencia con el espíritu de cooperación, los hombres cesarán de esforzarse por sobrepujarse unos a otros por ganancia egoísta. Pues el amor “no busca sus propios intereses” (1 Cor. 13:5), y a los cristianos se les exhorta a no hacer “nada movidos por espíritu de contradicción ni por egotismo, . . . no vigilando con interés personal solo sus propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás.” Su Rey, Jesucristo, les puso el ejemplo en esto.—Fili. 2:3-8.
Profecías bíblicas que en otro tiempo se cumplieron en el Israel de la antigüedad (después de los años de restricción babilónica) tendrán cumplimiento aun mayor durante el reinado del Hijo de Dios. Como declara Isaías 65:21, 22: “Y ciertamente edificarán casas, y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. . . . Porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo; y la obra de sus propias manos mis escogidos usarán a grado cabal.” Y Miqueas 4:4 dice: “Y realmente se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá nadie que los haga temblar; porque la boca misma de Jehová de los ejércitos lo ha hablado.”
Estos cuadros proféticos de vida pacífica en su mayor parte son agrícolas. Esto, por supuesto, no excluye completamente toda vida de comunidad bajo el régimen del Hijo de Dios. Sin embargo podemos estar seguros de que, sea cual sea el tamaño que alcancen las comunidades entonces, jamás se desarrollarán en algo semejante a las monstruosidades modernas que apiñan a la gente en viviendas atestadas en hileras sobre hileras de edificios de muchos pisos, robándoles la luz del Sol, el aire fresco y el derecho a la vida privada, rodeándolos de ruido, de problemas de tránsito frustratorios y de otras fuentes de irritación... todo por ganancia comercial y explotación industrial.
¡Qué bendición el poder andar por veredas agradables guarnecidas por césped y helechos, sombreadas por las ramas frondosas de los árboles, o atravesar por una pradera undulada, en la cual hay margaritas blancas y doradas ondeando en la brisa, o agacharse por debajo de una cerca de madera y dirigirse a un bosque cercano, caminando bajo su sombra profunda y fresca sobre una alfombra de hojas, alcanzando vistazos del Sol muy arriba en un cielo azul claro! ¡Qué refrescante y agradable oír los sonidos de la creación en la Tierra... el melodioso reclamo de los pájaros, el zumbido y susurro de los insectos de vez en cuando, el chirrido de la ardilla, el sonido del arroyo que murmulla, del viento cuando susurra a través de los árboles!
Originalmente estas cosas iban a ser la herencia de toda persona. Son dádiva de Dios. ¿Realmente las queremos? ¿Cuáles son los cambios que cada uno de nosotros tiene que efectuar si quiere disfrutar de vida en un parque que abarcará toda la Tierra por todo el tiempo venidero?
[Ilustración de la página 24]
El reino de Dios limpiará la Tierra de toda contaminación perjudicial, transformándola en un Paraíso global
[Ilustración de la página 27]
¿Por qué le gusta a la gente salir de la ciudad e ir al campo abierto y andar por una vereda agradable? Porque el Creador puso ese deseo por la creación natural en el corazón del hombre
[Recuadro de la página 23]
Con todos sus estudios e investigación, los científicos todavía no entienden completamente cómo obran los “ecosistemas” (las relaciones biológicas de las cuales depende la vida) de la Tierra. La revista “Time” dice de estos ecosistemas: “Aun el más sencillo es tan complicado que la más grande calculadora no puede desembrollarlo plenamente.”—2 de febrero de 1970, pág. 62.
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¿Qué se debe hacer?¡Despertad! 1971 | 8 de octubre
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¿Qué se debe hacer?
HOY el problema de la contaminación afecta a cada uno de nosotros a cierto grado. En el futuro cercano la solución permanente de Dios para el problema nos afectará aun más. Tendrá una relación directa con la existencia continua de cada persona en esta Tierra, incluso usted.
En vista de esto, ¿qué se debe hacer? Hay dos cosas que considerar. La primera es lo que uno puede hacer ahora para disminuir el problema de la contaminación. Además, hay la consideración mucho mayor: lo que uno puede hacer para sobrevivir al fin de este sistema de cosas y vivir en el paraíso que Dios traerá a esta Tierra.
¿Qué se puede hacer acerca de la contaminación?
Hay muchas cosas prácticas que uno puede hacer para disminuir la contaminación.
Un ofensor principal es el automóvil, especialmente en cuanto a contaminación del aire. Aunque uno compre gasolina no emplomada, su auto todavía despedirá sustancias contaminadoras, en particular si uno no lo mantiene afinado. El hacer menos viajes innecesarios, y viajar en grupos que compartan un solo auto puede disminuir mucho la participación de uno en la contaminación.
El mantener los hornos domésticos en apropiada condición de funcionamiento también ayudará. ¿Y qué hay de las muchas personas que se quejan acerca de la contaminación del aire pero que entonces causan contaminación de sus propios pulmones (y de los de otros) fumando cigarrillos? ¿Qué consistencia hay en eso?
Uno puede ayudar a controlar la contaminación del agua no usándola innecesariamente, no desperdiciándola. Para lavar la ropa, uno quizás pueda comprar productos de limpieza que sean “biodegradables” y estén libres en gran parte de fosfatos, un contaminador principal.
En cuanto al terreno, ¿dónde echa usted sus desperdicios? Quizás no se dé cuenta de ello, pero todo el modo de pensar de uno sobre el problema de la contaminación puede reflejarse en lo que haga con la basura, incluso artículos menores como servilletas de papel o envolturas pequeñas. Es verdad que uno no puede hacer que otros se deshagan apropiadamente de los desperdicios y mantengan limpias las calles y los parques. Pero por lo que uno haga con los desperdicios muestra si respeta a otras personas, la propiedad de ellas, o aun la de uno.
Estas cuantas sugerencias quizás parezcan muy pequeñas en comparación con el vasto problema que existe. Esto, por supuesto, es cierto. Haga uno lo que haga para evitar la contaminación, no afectará mucho el cuadro general. Sin embargo, el hacer lo que las circunstancias de uno le permitan es importante. ¿Por qué? Porque demuestra que uno tiene respeto al Creador y su creación. Hace mucho escribió el salmista: “A Jehová pertenece la tierra y lo que la llena.”—Sal. 24:1.
En el nuevo orden de Dios es probable que se pida cuentas a los que causen contaminación, puesto que eso fue lo que sucedió en el Israel de la antigüedad cuando estaba bajo el régimen de Dios. El campamento de Israel se había de mantener limpio en todo aspecto, moral y físicamente. No se permitía la contaminación por deshacerse incorrectamente de las aguas de albañal. Así fue como Dios trató con su pueblo en tiempos pasados, y probablemente sea así que trate con su pueblo en su prometido nuevo orden. (Deu. 23:10-14) Ciertamente de todos los que vivan entonces se requerirá que trabajen en armonía con sus leyes que rigen la creación natural. ¿Lo querrá él a usted en ese nuevo orden?
Lo que más se debe considerar
Prescindiendo de lo dignos de encomio y deseables que sean, los esfuerzos de uno por reducir la contaminación jamás cambiarán el derrotero que ha emprendido este mundo. Solo acción por Dios puede efectuar esto. Su propósito expresado claramente es “causar la ruina de los que están arruinando la tierra.” (Rev. 11:18) Sin falta él limpiará esta Tierra tanto de contaminación mental como física y de los que la causan.
Por lo tanto, usted se encuentra ante una selección. ¿Preferirá y tratará de hallar su felicidad en el sistema actual que los hombres han desarrollado y que —expresándolo francamente— está haciendo un lío de la Tierra, o mostrará que no está en armonía de corazón con este sistema egoísta, que usted sinceramente quiere hacer lo que resulte en honra y alabanza al Magnífico Creador de la Tierra? ¿Cifrará usted su confianza en la tecnología y los programas gubernamentales humanos para resolver el problema, o acudirá al Soberano sapientísimo del universo, Jehová Dios, y a su reino por Cristo Jesús?
Los hombres no previeron los resultados catastróficos que tendrían sus innovaciones y caminos. Dios sí, y lo predijo en su Palabra inspirada, la Biblia. Los hombres, especialmente los científicos, están seriamente preocupados en cuanto a hallar una salida del dilema global. La Palabra de Dios da la única esperanza segura de un futuro feliz. ¡Cuánto más prudente e infinitamente más apegado a la realidad es que acudamos a Dios por alivio más bien que a los hombres falibles, moribundos!
Cómo puede demostrar su selección
¿Cómo puede usted mostrar que se ha puesto en armonía con el Creador en este asunto? Quizás diga: “Pero yo voy a la iglesia.” Quizás sí, pero como hemos visto, la clave para una Tierra libre de contaminación es amor y consideración a otros. La Biblia nos dice que: “El que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto. Y este mandamiento lo tenemos de él, que el que ama a Dios esté amando también a su hermano.” (1 Juan 4:20, 21) Por otra parte, quizás usted diga: “Pero yo amo a mi prójimo... trato de hacer el bien a los demás.” Bueno, ¿cuál es el mayor bien que uno puede hacer a otros ahora? La Palabra de Dios dice que Él va a ponerle final orden actual e introducir un nuevo orden justo. Declara que la voluntad de Dios es que la gente en todas partes sea informada de esto para que pueda tener la oportunidad de ponerse en armonía con Su propósito y sobrevivir para vivir en una Tierra que será semejante a un jardín. (Mat. 24:14) ¿Lo ha equipado a usted su iglesia para ayudar a otros de este modo?
Hay personas que están ayudando a otros a estar equipados de esta manera. Los testigos cristianos de Jehová efectúan esto por una obra educativa de la Biblia en los hogares de la gente por toda la Tierra. Simplemente escribiendo a los publicadores de esta revista, usted también puede recibir esa instrucción bíblica gratis en su propio hogar. ¿Qué significará ello para usted?
El adquirir conocimiento de la Palabra de Dios le ayudará a combatir la contaminación mental tan imperante hoy día. La gente es bombardeada por la propaganda de este mundo, por su atracción al materialismo, su inmoralidad, sus teorías desorientadoras y promesas vanas de hombres imperfectos. Todo esto puede convertir la mente de una persona en un basurero. Pero al adquirir los pensamientos de Dios, aprendiendo sus caminos, usted puede empezar a transformar su mente en un jardín, en el cual los frutos del espíritu de Dios florezcan. (Gál. 5:22, 23) La Biblia aconseja tocante a esto: “Cesen de amoldarse a este sistema de cosas, mas transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios.”—Rom. 12:2.
Aprenda ahora el propósito de Dios para nuestro día y el papel que usted puede desempeñar en ese propósito. Así logre “asirse firmemente de la vida que lo es realmente,” la vida eterna en un nuevo orden paradisíaco donde nunca jamás amenazara el hombre convertir esta Tierra en una pila de basura. (1 Tim. 6:19) Sí, bajo la dirección del reino de Dios, participe en convertir esta Tierra en un parque global, para deleite de las personas de corazón sincero y honrado por toda la eternidad.
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