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Las divisiones en las iglesias aumentan la confusión¡Despertad! 1970 | 8 de octubre
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Las divisiones en las iglesias aumentan la confusión
LOS cambios que ha habido en las iglesias han causado confusión tanto entre el clero como entre los legos. ¡No obstante, otras cosas que no han cambiado también están causando confusión tan grande o aun mayor!
Una de éstas es la cuestión del control de la natalidad en la Iglesia Católica Romana. Esta enseñanza no ha cambiado por décadas. Pero esto está causando división.
Otra cuestión en la Iglesia Católica es si los sacerdotes deben poder casarse o no. En años recientes un número cada vez mayor de ellos han estado pidiendo un cambio en la ley de la Iglesia sobre el celibato.
Luego hay asuntos doctrinales. Clérigos de todas las religiones están en desacuerdo con las enseñanzas de su propia iglesia y están exigiendo cambios.
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El control de la natalidad divide a la Iglesia¡Despertad! 1970 | 8 de octubre
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El control de la natalidad divide a la Iglesia
UNA gran cantidad de católicos deseó por mucho tiempo que la prohibición de los métodos artificiales para el control de la natalidad por la Iglesia fuera moderada. Esperaban también un cambio los líderes mundiales, plagados por los problemas de la pobreza y el hambre debido a poblaciones ‘en explosión.’ Además, la mayoría de una comisión constituida por el papa recomendó un cambio.
No obstante, en julio de 1968 el papa Paulo VI publicó su encíclica Humanae Vitae (De la vida humana), en la que volvió a expresar la posición de la Iglesia. Prohibió todos los métodos de control artificial de la natalidad, incluso las píldoras anticoncepcionales. La encíclica declaró que “cada acto matrimonial debe permanecer abierto a la transmisión de la vida.”
Esta declaración formal llegó como una bomba. Produjo una explosión. Titulares de primera plana del Post de Nueva York declararon: “EL EDICTO DEL PAPA SUSCITA TORMENTA.” Y el Sunday Examiner & Chronicle de San Francisco comentó:
“Fue el papa Juan XXIII quien lanzó a la iglesia a los mares del cambio con el Concilio Ecuménico. Pero ha sido el papa Paulo VI quien ha tenido que estar al timón a medida que los vientos se han hecho más tempestuosos durante los últimos cinco años. . . .
“Con la encíclica del pontífice sobre el control de la natalidad el timón casi ha sido arrancado de . . . las manos del papa.
“La Barca de San Pedro, como se le llama a menudo a la Iglesia, está meciéndose malamente en las olas de disensión de sacerdotes y legos.”
Grandes cantidades de católicos por todas partes se alarmaron y se encolerizaron. Rara vez habían hablado tantos de ellos tan fuertemente. Una madre católica de los Estados Unidos dijo: “¿Quién es el papa para que entre en mi dormitorio?” Un francés con cuatro hijos declaró: “Creo que el papa está equivocado. Pasaré por alto la prohibición del papa.”
En el Brasil por una encuesta que llevó a cabo la revista Manchete se supo que la gran mayoría de las mujeres que estaban en edad de dar a luz no estaban de acuerdo con el papa. Aun el 52 por ciento de las mujeres de más de 50 años de edad dijeron que el papa estaba equivocado. Y 84 por ciento opinaba que la planificación de la familia era responsabilidad personal que la Iglesia no debería dictar.
Se dice que aproximadamente el 70 por ciento de las católicas de los Estados Unidos usan artefactos para el control de la natalidad. La encíclica hizo cambiar de parecer a pocas de éstas. El sacerdote Robert Fox, de la Universidad de Loyola, en Chicago, llamó atención a este punto, declarando francamente: “Hay millones de individuos a quienes les parece que el papa les está diciendo: ‘Están en pecado.’ . . . Ellos responden: ‘¡Cuentos!’” Un manifiesto publicado por una asociación de 800 miembros legos de Los Ángeles demostró esta actitud. Declaró: “Simplemente rechazamos la prohibición del papa Paulo del control de la natalidad y pedimos a todos los católicos maduros que hagan lo mismo.”
La encíclica papal también recibió alarmantes y desagradables sacudidas de parte de muchos clérigos. El teólogo católico John G. Milhaven dijo a una gran muchedumbre reunida en la Universidad de Fordham, Nueva York: “No puedo aceptar como verdadera esta enseñanza, tampoco lo puede hacer la mayoría de mis colegas, tampoco lo puede hacer la mayoría de los católicos menores de 45 años... y muchos de más de esa edad, tampoco.” Al oír esto, el auditorio, entre el cual había unos 300 sacerdotes y monjas, estalló en vigoroso aplauso.
Jan Bluyssen, obispo de Den Bosch, Holanda, declaró categóricamente: “No puedo concordar con la encíclica.” Los obispos franceses mostraron que tampoco podían aceptarla completamente, pues el Chronicle de Houston informó: “La Iglesia Católica Romana de Francia ha decidido que el control artificial de la natalidad entre los miembros de la iglesia ‘no siempre es pecaminoso.’ Una declaración de 120 obispos franceses dijo el viernes que los católicos romanos deben decidir individualmente si habrán de usar contraceptivos o no a pesar de la prohibición del papa Paulo.”
Sin embargo, en algunos lugares los sacerdotes católicos que hablaron contra la prohibición fueron disciplinados y quitados de sus puestos por obispos conservadores.
Los efectos
De modo que algunos clérigos católicos rechazaron la prohibición; otros trataron de acomodarla; los conservadores la sostuvieron. Estos teólogos discreparon los unos con los otros públicamente, y a menudo encolerizadamente. El resultado habría de esperarse... más confusión. Recibió otra sacudida la confianza que cifraba en su iglesia el concurrente de término medio. Muchos miles de personas, disgustadas, se salieron de la iglesia, como lo estaban haciendo otros.
Las autoridades eclesiásticas reconocen que la prohibición ha ensanchado la brecha entre los católicos y su jerarquía. También reconocen que estimulará a muchos sacerdotes y monjas a dejar sus asignaciones, así como desanimará a los jóvenes de entrar a una vida religiosa.
No solo ha causado gran confusión esta división de opinión en la Iglesia, sino que ha expuesto a crítica furiosa toda la idea de la autoridad papal. Dijo el Guardian Weekly de Manchester tocante a esto:
“Sin duda un efecto de larga duración de la encíclica papal será el de debilitar el respeto a su autoridad moral y a la enseñanza de la Iglesia Católica Romana. Cuando la sacudida haya pasado . . . quedarán las cicatrices de una nueva herida infligida a la Iglesia por sus líderes. . . .
“A muchos católicos, por lo menos, esta declaración formal más reciente . . . les hace recordar dolorosamente la . . . condenación de Galileo.”
Esta enconada división a causa del control de la natalidad aleja a la Iglesia de la unidad que la Palabra de Dios dice que tiene que existir en la congregación cristiana verdadera.—1 Cor. 1:10.
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¿Deben poder casarse los sacerdotes?¡Despertad! 1970 | 8 de octubre
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¿Deben poder casarse los sacerdotes?
OTRA cuestión que divide a los clérigos católicos es la pregunta: ¿Deben poder casarse los sacerdotes?
La ley eclesiástica prohíbe que el sacerdote se case. Debe permanecer célibe. Si un sacerdote se casa sin una dispensa que lo libre de sus votos, debe ser excomulgado.
Pero en años recientes, muchos sacerdotes exigieron un cambio. Querían tener derecho a casarse y seguir siendo sacerdotes. En 1966 una encuesta efectuada por el National Catholic Reporter reveló que el 62 por ciento de los sacerdotes interrogados dijeron que deberían poder casarse.
Sin embargo, en 1967 el papa Paulo VI publicó su encíclica Sacerdotalis Caelibatus (Celibato sacerdotal). Esta reafirmó la ‘posición rigurosa’ de la Iglesia sobre esta cuestión y desaprobó el que se discutiera públicamente. El papa declaró: “El celibato sacerdotal ha sido guardado por la Iglesia por siglos como una joya brillante, y retiene su valor íntegro.”
Pero esto no impidió que los sacerdotes hablaran públicamente acerca del problema. Por todo el mundo continuaron aumentando las objeciones.
Por ejemplo, a principios de 1969 un informe de París por el Herald de Melbourne declaró: “Un grupo de 425 sacerdotes católicos franceses condenó hoy la autoridad de la iglesia y exigió el derecho de casarse.” Más tarde durante el año una encuesta hecha a sacerdotes de Italia mostró que la mayoría favorecía el que los sacerdotes se casaran.
El cardenal católico romano John Wright, de Pittsburgo, dijo que la fuerte posición de la Iglesia en cuanto al celibato era un factor principal en la baja en el número de los sacerdotes católicos. Proporcionando peso a esta opinión, el Times de Nueva York hizo notar que la cantidad que ahora pedía dispensa de su voto de celibato “era más de 10 veces la de 1963, según un informe secreto del Vaticano revelado hoy por el periódico La Stampa de Turín.” Otros no pidieron dispensa. Sencillamente se fueron.
También hay un efecto en los jóvenes que pensaban hacerse sacerdotes. Dice el escritor católico Daniel Callahan:
“Una de estas nuevas circunstancias es una baja reciente y acelerada en el número de candidatos para el sacerdocio . . . Aunque esta baja de ninguna manera se atribuye exclusivamente a la cuestión del celibato, ésta es una razón común que dan los jóvenes para no entrar en el sacerdocio.
“La situación ya es aguda en algunas partes del mundo. Durante el Segundo Concilio del Vaticano, un obispo brasileño, Peter Koop, declaró: ‘Tenemos que escoger inmediatamente; o multiplicar el número de sacerdotes, tanto célibes como casados, o estar a la espera del derrumbe de la iglesia en América latina.’”
¿Dónde se originó?
Algunas personas creen que el celibato tiene su origen en Jesucristo o sus apóstoles. De modo que se sorprenden al leer declaraciones como las del anterior papa Juan XXIII, que dijo:
“El celibato eclesiástico no es un dogma. Las Escrituras no lo imponen. Hasta es fácil efectuar un cambio. Tomo una pluma, firmo un decreto y, al día siguiente, los sacerdotes que lo deseen pueden casarse. Pero no puedo.”
¿Por qué no? Una de varias razones es que es una tradición muy arraigada de la Iglesia. El primer concilio eclesiástico que prohibió el matrimonio para el clero superior se celebró en Elvira, España, en el siglo cuarto. A través de los siglos, otros decretos reforzaron esto. Luego, durante el período de la Reforma protestante del siglo dieciséis, el Concilio de Trento promulgó legislación que puso en vigor el celibato. Ha permanecido casi igual hasta la actualidad.
En consecuencia, el celibato se ha adquirido por tradición. Como dijo el ex-teólogo católico de alto rango Charles Davis:
“El tabú no fue de origen cristiano; es muy antiguo en la historia de la religión. Su introducción en el cristianismo fue parte del desvío general hacia el paganismo . . .
“La insistencia en el celibato se reforzó en la edad media por el interés de impedir que la propiedad de la Iglesia pasara a control seglar.”
No, ni Jesús ni sus apóstoles exigieron el celibato entre los siervos de Dios. Aunque mostraron que una persona soltera tendría más libertad para servir a Dios, no dictaron una ley de celibato.—Mat. 19:11, 12; 1 Cor. 7:32-38.
La propia Palabra de Dios, la Biblia, según la versión católica Torres Amat dice: “Es preciso que un obispo sea irreprensible, que no se haya casado sino con una sola mujer . . . que sepa gobernar bien su casa, teniendo los hijos a raya con toda decencia.” También dice: “Los diáconos sean esposos de una sola mujer, que gobiernen bien sus hijos y sus familias.” (1 Tim. 3:2-4, 12) De modo que la doctrina del celibato sacerdotal no tiene su origen en Dios, porque su propia Palabra muestra claramente que sus ministros pueden casarse.
¿De dónde, entonces, se han originado esas doctrinas que se oponen a la voluntad de Dios? La propia Palabra de Dios contesta: “Sin embargo, el Espíritu dice claramente que en posteriores tiempos habrá quienes apostatarán de la fe, prestando oídos a espíritus de engaño y a doctrinas de demonios, (enseñadas) por hipócritas impostores que, marcados a fuego en su propia conciencia, prohiben el casarse.”—1 Tim. 4:1-3, Straubinger.
No sorprende, entonces, que haya tal confusión en la Iglesia Católica sobre este asunto. Y probablemente continúe esa confusión, pues el teólogo alemán Hans Kung dijo: “No habrá descanso sobre este punto en la Iglesia Católica hasta que se restaure de nuevo el celibato a la decisión libre del individuo como era originalmente.”
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