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Nuestra sumisión a Jehová mediante la dedicaciónLa Atalaya 1985 | 1 de junio
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(Eclesiastés 7:8). El bautismo es un comienzo... el principio de la carrera cristiana para la salvación que lleva a la vida. Ciertamente no se ha establecido todavía un largo registro de servicio fiel. Entonces, ¿por qué hacer que los nuevos conversos se sientan indebidamente vanidosos? (Compárese con 1 Timoteo 3:6.)
Según el registro bíblico, ¿qué sucedió después que tres mil personas fueron bautizadas en el Pentecostés de 33 E.C.? “Continuaron dedicándose a la enseñanza de los apóstoles y a compartir unos con otros, a tomar comidas y a oraciones.” Concentraron su atención en cosas espirituales y desplegaron hospitalidad unos para con otros (Hechos 2:41, 42). El bautismo es un tiempo de meditación y de pensamiento serio. Nos alegra ver a las personas con quienes estudiamos la Biblia dar este paso esencial. Y nuestro decoro en el sitio donde tiene lugar el bautismo debería indicar a los observadores que se ha tomado una decisión vital... la de someterse a Dios como el Soberano Señor y, como testigo a favor de Jehová, no ser parte del mundo que yace “en el poder del inicuo”. (1 Juan 5:19; Mateo 4:10.)
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1985 | 1 de junio
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Preguntas de los lectores
◼ ¿Hay cosas que no deberíamos decir al dirigirnos a Jehová en oración?
Sí, las hay. En nuestras oraciones no debemos decir cosas que reflejen demasiada familiaridad o que den a entender a otras personas (en oraciones públicas) que somos irrespetuosos. No es apropiado usar expresiones como: “Buenas tardes, Jehová”, ni: “Dale nuestros recuerdos a Jesús”; tampoco es apropiado hacer comentarios graciosos ni chistes en nuestras oraciones. ¿Por qué?
En primer lugar, cuando se usa esa clase de expresiones en oraciones públicas, es muy probable que sorprendan u ofendan a los oyentes (Romanos 14:21). Pero hay una razón más seria por la cual se deben evitar expresiones como ésas, incluso en nuestras oraciones privadas. Esas expresiones las usamos al conversar con nuestros semejantes. Cuando las usamos al orar, dan a entender falta de reverencia y respeto, y dan la impresión de que el que ora así ha olvidado que es completamente insignificante en comparación con Jehová. (Génesis 18:27; compárese con Lucas 18:9-14.)
Es cierto que se anima a los cristianos a cultivar una relación íntima con Jehová. Lo amamos, y él es nuestro Padre celestial (Mateo 6:9; 22:37). De hecho, a algunos humanos quizás se les llame amigos de él (Santiago 2:23). Además, se nos invita a hablar a Jehová con franqueza de expresión y a expresarle nuestros pensamientos más recónditos y nuestros problemas más íntimos. (Salmo 55:1, 2; Filipenses 4:6; Hebreos 4:16; 1 Juan 3:21, 22.)
Sin embargo, Jehová exige que los que se dirigen a él tengan una actitud correcta. Dijo: “A éste, entonces, miraré, al afligido y contrito de espíritu y que tiembla ante mi palabra” (Isaías 66:2). La sinceridad de corazón es también un requisito. “Vuelvan a mí con todo su corazón”, dijo Jehová a su pueblo (Joel 2:12, 13). Ante él no tenemos mérito propio, ninguna razón para presumir, ningún derecho a exigir.
La Biblia da estos consejos adicionales a los que oran a Jehová: “Que lo teman los hombres. Él no considera a ninguno de los que son sabios en su propio corazón”. “Ejecutará el deseo de los que le temen, y oirá su clamor por auxilio, y los salvará.” (Job 37:24; Salmo 145:19; véase también Salmo 39:5, 12.) Por lo tanto, aunque Jehová siempre está presto a escuchar nuestras oraciones, la manera como nos dirigimos a él debería reflejar nuestro sentido de nuestra propia falta de mérito y que le tenemos gran respeto. Cualquier otro modo de dirigirnos a él daría a entender presuntuosidad, falta de humildad o falta de seriedad.
A veces los niños usan en sus oraciones expresiones que reflejan demasiada familiaridad, y hasta hacen sonreír a sus padres. Tales expresiones son una conmovedora demostración de inocencia infantil y muestran lo real que Jehová es para ellos. No obstante, los adultos, que tienen mayor comprensión de lo que envuelve la oración, deben evitar la falta de seriedad. Deben abordar a Jehová con sinceridad, reverencia, humildad, dignidad y seriedad. (1 Corintios 13:11.)
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