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  • Se aproxima la contestación completa del padrenuestro
    La Atalaya 1952 | 1 de enero
    • Se aproxima la contestación completa del padrenuestro

      “Nuestro Padre en los cielos, santificado sea tu nombre. Vega tu reino. Cúmplase tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra, danos hoy nuestro pan para este día; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores, y no nos metas en tentación, sino líbranos del maligno.”—Mat. 6:9-13, NM.

      1, 2. En cuanto al modo de dirigirse ¿cómo difiere el padrenuestro de las oraciones en las Escrituras hebreas? ¿Por qué es eso, y por qué lo estudiamos?

      “NUESTRO Padre en los cielos, santificado sea tu nombre.” Fué necesario que el único hijo de Dios entonces viviendo en la tierra, hace diecinueve siglos, le enseñara al pueblo de una nación consagrada a Jehová que debía abrir sus oraciones a Él de esta manera como niño. Las sagradas Escrituras hebreas escritas antes de Cristo Jesús se habían referido a Jehová Dios como Padre, en varios lugares.a Como Creador del hombre y de la mujer él originalmente fué el Padre de la raza humana, de modo que el historiador cristiano Lucas se refiere al hombre perfecto en el jardín del Edén como “Adán, el hijo de Dios”. (Luc. 3:38, NM) Pero esas Escrituras hebreas ponían de manifiesto que los primeros dos humanos quebrantaron deslealmente la ley del Padre celestial y que fueron repudiados como hijos de él y arrojados fuera del jardín del Edén para morir como pecadores voluntariosos, de modo que ninguno de su prole podía dirigirse a Jehová Dios como hijo de Él. Esto pues explica por qué en todas las oraciones registradas en los treinta y nueve libros de las inspiradas Escrituras hebreas ninguna de ellas abre con palabras dirigidas a Jehová Dios como nuestro Padre, el padre de la humanidad.

      2 Pero ahora Jesucristo, Aquel que Jehová reconoció desde el cielo como el cielo como “Mi Hijo, el amado”, estaba ocupado en una obra de sacrificio que abriría el camino para que entraran de nuevo en la familia de hijos de Dios. Por esto con anticipación Jesús apropiadamente enseñó a sus discípulos judíos esta oración, que ha llegado a conocerse como “el padrenuestro”. La enseñó como una parte prominente de su “sermón del monte”. (Mat. 3:13-17, NM; Mt 5:1 a 6:13) Siendo que Jesús enseñó esta oración a sus discípulos, lo hizo con la esperanza segura de recibir contestación a todo lo que ésta pide. Porque se aproxima su contestación completa en nuestro día, es muy importante que nosotros aquí hagamos un estudio del padrenuestro para adquirir más de su significado cabal.

      3. ¿Quiénes pueden dirigirse a Dios en oración de esta manera, y por qué solamente éstos?

      3 ¡Qué alentadora, qué inspiradora a una confianza como la de un niño, es la manera en que el Señor Jesús abre la oración! “Nuestro Padre en los cielos, santificado sea tu nombre.” Aquí el hijo principal de Dios está enseñando a los que llegarán a ser hijos e hijas de Dios cómo orar. Nunca olviden que el Señor aquí está enseñando, no a paganos, no a religiosos hipócritas, no a gente de este mundo, sino a sus discípulos, a sus seguidores devotos, cómo deben orar. A éstos en este mismo sermón les dijo: “Felices son los pacíficos, puesto que serán llamados ‘hijos de Dios’.” (Mat. 5:9, NM) De modo que la Paternidad que aquí se reconoce no es una que se basa simplemente en nuestra descendencia de Adán, una descendencia que también tuvieron los paganos, los hipócritas, los anticristianos y todos los demás humanos. Se basa en llegar a ser un heredero de la vida eterna que proviene de Dios mediante el sacrificio de Jesucristo. Por eso ahora, no sólo las personas que Dios ha llamado al reino celestial con Cristo Jesús pueden ofrecer esta oración, dirigiéndose a Dios como su Padre, sino también la grande muchedumbre de “otras ovejas” que esperan recibir vida eterna sobre la tierra que se perfeccionará bajo el reino de Dios.—Luc. 12:32; Apo. 7:9-17; Juan 10:16.

      4. ¿Por qué usamos el pronombre plural “nuestro”, y por qué nos dirigimos a él como “Padre”?

      4 Llamarle “nuestro” Padre denota que nosotros reconocemos que él es Padre de una familia y que hay otros miembros en la familia y que nosotros somos hijos de Dios junto con nuestro Hermano mayor, Jesucristo, el amado hijo principal de Dios. Esto ensancha nuestra oración para que incluya amorosamente a nuestros hermanos que son hijos de Dios. Ciertamente el reino de Dios por el cual se nos enseña aquí a orar no es para nuestro beneficio personal e individual únicamente, sino para toda la familia. Mediante esta forma de introducción nosotros, además, reconocemos a Dios como el Dador de vida original, la Fuente de la vida, no solamente Aquel de quien recibimos nosotros la existencia por medio del primer hombre Adán, sino también Aquel que ha hecho provisión para que seamos rescatados de la muerte que estamos muriendo debido al pecado de Adán y seamos admitidos al nuevo mundo de justicia con su vida eterna. Porque tenemos fe y porque aprovechamos estas provisiones dadoras de vida por medio de Cristo, nosotros nos dirigimos a Jehová Dios como nuestro Padre, confesando que “el salario que paga el pecado es muerte, pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor”.—Rom. 6:23, NM.

      5. ¿Qué nos obliga que le rindamos el hecho de que es un Padre “en los cielos”, y cómo trató Jesús Su título de “Padre”?

      5 Jehová es infinitamente más alto que nuestros padres terrenales. Él es nuestro Padre “en los cielos”. Por esto le damos nuestro respeto más alto y le brindamos nuestra confianza y obediencia cual hijos, aun cuando nos disciplina. Si no le concedemos a Dios nuestro respeto y obediencia desmentimos que somos sus hijos. Porque leemos: “Tuvimos padres que fueron de nuestra carne para disciplinarnos y los respetábamos. ¿No nos hemos de someter más al Padre de nuestra vida espiritual y vivir? Porque ellos por algunos días nos disciplinaban de acuerdo con lo que les parecía bien, pero él lo hace para nuestro beneficio para que podamos participar de su santidad.” (Heb. 12:9, 10, NM) Cuando Jesús nos enseñó a orar a Jehová Dios como “Nuestro Padre”, él quiso decir que Jehová también es su Padre. Jesús se dirigió a él tiernamente como Padre y de esa manera confesó que originalmente había recibido vida de este gran Dador de vida. Dijo: “El Padre viviente me envió y yo vivo a causa del Padre.” (Juan 6:57, NM) Por esta razón él nunca permitió que lo llamaran “Padre” a él sino que siempre reservó ese título precioso para su Padre celestial. Cuando Jesús dijo a sus discípulos, “No llamen a nadie su padre sobre la tierra, porque Uno es su Padre, el celestial,” él también quiso decir que sus discípulos no debían llamar a Jesús por el título de “Padre”. Por lo tanto, ¡es el colmo de anticristianismo el que los clérigos de la cristiandad demanden que la gente se dirija a ellos como “padre” en un sentido espiritual! Manifiesta la mayor falta de respeto al Padre celestial y es contrario al padrenuestro.

      SU NOMBRE

      6. ¿Cuál es la primera petición del padrenuestro, y por qué?

      6 Jesús nos hace recordar que el Padre celestial tiene un nombre y que nosotros debemos respetar ese nombre como sus hijos amorosos. La primera petición que Jesús introduce en la oración es, “Santificado sea tu nombre.” De esta manera él manifiesta que el nombre del Padre celestial es de primera importancia. Sí, así como el Hijo tiene un nombre, así, también, tiene un nombre el Padre. El nombre no origina con nosotros, sino que él mismo nos dice qué es: “Yo soy Jehová; éste es mi nombre, mi gloria no la daré a otro, ni mi alabanza a las esculturas.” (Isa. 42:8) Cuando Jesús predicó sobre la tierra, el nombre de Jehová se había vituperado por Satanás el Diablo y por toda su prole por más de cuatro mil años. Los vituperios que habían caído sobre Jehová entonces cayeron sobre Jesús y desde entonces han caído sobre todos los verdaderos seguidores de Jesús hasta el día presente. De modo que la petición, “Santificado sea tu nombre,” significa más que solamente considerar el nombre de Dios como algo sagrado. Significa que su nombre tiene que ser librado de todo el vituperio que se ha arrojado sobre él y que tiene que ser vindicado para siempre.

      7. ¿Cómo toman el nombre de Dios en vano los hombres profanos y los falsos profetas?

      7 Hasta en los Diez Mandamientos que Dios dió a los judíos por medio de Moisés él manifestó la importancia de su nombre. En el tercero de estos mandamientos él ordena: “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque Jehová no tendrá por inocente al que tomare su nombre en vano.” (Éxo. 20:7) Por supuesto, cualquier uso de ese nombre en lenguaje indecente, en maldiciones viles arrojadas por hombres airados, es usarlo impropiamente y degradarlo a conexiones despreciables. Pero los hombres lo toman en vano cuando aplican ese nombre incorrectamente a personas o cosas que no deben llevarlo o cuando lo enlazan con mentiras o mensajes falsos que no deben llevar su nombre como el originador o promovedor. “Así dice Jehová de los Ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan: ellos os enseñan vanidad, una visión sacada de su mismo corazón es lo que hablan; no procede de boca de Jehová. Dicen de continuo a los que me desprecian: ¡Jehová ha dicho: Tendréis paz! y a cada uno que anda en la dureza de su corazón le dicen: ¡Ningún mal vendrá sobre vosotros! ¿Hasta cuándo estará esto en el corazón de los profetas que profetizan mentiras; es decir, los que son profetas del engaño de su mismo corazón? los cuales piensan hacer que mi pueblo se olvide de mi nombre, con sus sueños que cuentan unos a otros; como sus padres se olvidaron de mi nombre a causa de Baal. He aquí que estoy contra los profetas, dice Jehová, que se valen de sus lenguas para proferir oráculos.”—Jer. 23:16, 17, 26, 27, 31.

      8. ¿Cómo, pues, toman Su nombre en vano los clérigos de la cristiandad?

      8 El clero de la cristiandad está incluído en esta denunciación. Aunque evitan el uso del nombre Jehová, ellos pretenden hablar por Dios a quien pertenece ese nombre. Como profetas religiosos ellos hacen falsas predicciones de todas clases a la gente concerniente a la paz del mundo, concerniente a la Sociedad de las Naciones y su sucesora las Naciones Unidas, y acerca de otras cosas que son de interés público; y luego presentan esas predicciones como mensajes de Dios, a quien pertenece el nombre Jehová. Además, ellos glorifican a hombres y mujeres de este mundo y hacen que el nombre de Dios ocupe un puesto subordinado y hacen que la gente se olvide de su santo nombre. Por eso, cuando pronuncian las palabras “santificado sea tu nombre” al orar el padrenuestro, ellos sólo aumentan su hipocresía religiosa.

      9. ¿Cómo tomaron en vano Su nombre los judíos como nación, y entonces de quién llegó a ser la responsabilidad de no tomar Su nombre en vano?

      9 Como nación el pueblo judío de la antigüedad tomó su nombre en vano, porque se conocía por el nombre de él, era pueblo de Jehová, pero no vivió conforme a ese nombre tan ilustre. Nosotros no hacemos esta acusación, sino que Dios la hace por medio de sus profetas. Dice él al pueblo de su nombre a quien entregó en manos de sus enemigos: “Los que le rigen alzan el grito de triunfo, dice Jehová, y continuamente es blasfemado mi nombre todo el día.” “Y cuando llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo Nombre, cuando de ellos se decía: ¡Pueblo de Jehová son éstos, que de la tierra de él han salido! Por tanto, di a la casa de Israel: Así dice Jehová el Señor: No por vuestra causa voy a hacer esto, oh casa de Israel, sino por mi santo Nombre que vosotros habéis profanado entre las naciones adonde habéis ido [como cautivos desterrados].” (Isa. 52:5 y Eze. 36:20, 22) En el primer siglo d. de J.C. Dios por fin rechazó a la nación judía, después que ésta había colgado a su Hijo en la estaca para morir en desgracia. La única circunstancia atenuante acerca de los israelitas en ese entonces fué que un fiel resto de judíos se separó de ellos y trató de traer crédito al nombre de Jehová Dios y de caminar de una manera que fuera digna del nombre que llevaba. En poco tiempo se unieron a ellos muchos gentiles, y todos juntos llegaron a ser un pueblo para el nombre de Jehová. Así como el discípulo Santiago le dijo a la conferencia cristiana en Jerusalén: “Simeón [Pedro] ha relatado cabalmente cómo Dios por primera vez dirigió su atención a las naciones para tomar de ellas un pueblo para su nombre.” Entonces era la obligación de estos cristianos el probar que no habían tomado el nombre de Jehová en vano, como lo habían hecho los judíos naturales.—Hech. 15:14, NM.

      10. ¿Cómo han tratado los traductores de la Biblia de quitar el nombre de Jehová? pero ¿qué han hecho en cuanto a su nombre los verdaderos cristianos?

      10 Hace muchos años que los traductores de la Biblia se esfuerzan por quitar el nombre de Jehová de las traducciones en inglés y en otros idiomas. Tratan de presentarlo como un Dios sin nombre que no tuvo asociación exclusiva con la nación judía por más de quince siglos con el nombre de Jehová. Por este medio los traductores pretenden que están elevándolo de una posición como Dios tribal o nacional y haciéndolo más fácil para que él llegue a ser un Dios universal. Ellos no aprecian la importancia de su nombre, especialmente a la luz de su propia declaración: “Todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo.” “Empero entonces volveré a dar a los pueblos labios puros, para que todos ellos invoquen el nombre de Jehová, sirviéndole de común acuerdo.” (Joel 2:32; Hechos 2:21 y Romanos 10:3, NM; Sof. 3:9) Obrando de una manera muy distinta, los cristianos asociados con la Sociedad Watch Tówer Bible & Tract publicaron y ensalzaron el nombre de Jehová por muchos años antes de 1931. En ese año y de acuerdo con la luz arrojada por las profecías de la Biblia, ellos adoptaron públicamente el nombre “testigos de Jehová”. Desde esa fecha ellos han vivido fielmente en conformidad con ese nombre.

      11. ¿Por qué no han obrado presuntuosamente estos testigos al tomar su nombre?

      11 Pero ¿obraron de una manera presuntuosa estos testigos al tomar Su nombre literalmente? No; porque un hijo verdadero no tiene vergüenza del nombre ilustre de su Padre. El nombre describe bien la obra que hicieron antes de 1931 y que han hecho desde entonces. No debemos creer que los judíos naturales que rechazaron al Maestro del padrenuestro todavía llevan el nombre de Jehová. El rechazamiento de ellos por Jehová llegó a su punto culminante cuando Jerusalén fué destruída en el primer siglo y los judíos fueron esparcidos entre todas las naciones. Cuando ellos fueron rechazados los fieles cristianos llegaron a ser el pueblo escogido “para su nombre”. Por esto los cristianos no son presuntuosos al tomar ese nombre y hacerlo famoso. Si los testigos de Jehová han traído vituperio sobre Su nombre, que sus enemigos expliquen de qué manera lo han hecho.

      12. ¿Qué sucedió con su nombre, cuando Jehová rechazó a los judíos?

      12 Los religiosos de la cristiandad pretenden ser el pueblo para su nombre, sin embargo ellos no confiesan el nombre ni lo glorifican, sino que persiguen a los que llevan el nombre y que lo publican. El nombre de Jehová no había de desaparecer con el rechazamiento de los judíos. Fué transferido a los cristianos, que llegaron a ser israelitas espirituales y que recibieron su espíritu de adopción, debido a lo cual ellos claman, “¡Abba, Padre!” (Gál. 4:4-7) Su nombre sobre ellos significa que él es su dueño; ellos pertenecen a él. Los que ofrecen sinceramente el padrenuestro suplicando que el nombre de Dios sea santificado tendrán mucho cuidado para no traer vituperio sobre él ni tampoco lo ridiculizarán simplemente porque no hallan agrado en las personas que lo llevan. Estiman ese nombre.

      13. ¿Cómo ha santificado Jehová su nombre en cuanto a su resto?

      13 Como hijos de Dios nosotros podemos, por supuesto, santificar su nombre en nuestra vida, pero la santificación de ese nombre universalmente se llevará a cabo por el acto de Dios por medio de Jesucristo. Jesús una vez oró: “Padre, glorifica tu nombre.” (Juan 12:28, NM) Dios le aseguró que lo haría. Desde 1919 d. de J.C. el Padre celestial ha hecho esto. ¿Cómo? Mediante el restaurar a su fiel resto de israelitas espirituales a su organización y a la obra de ésta en toda la tierra, según se predijo por Ezequiel 36:21-32: “Y conocerán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando yo fuere santificado en vosotros delante de su vista.”

      14. ¿Cómo acontecerá en breve la santificación decisiva de su nombre?

      14 Pero la santificación decisiva de su nombre delante de todo el universo vendrá en la batalla del Armagedón, que ahora se acerca más y más. Allí los enemigos del nombre de Dios en la cristiandad y en las tierras paganas emprenderán un ataque final y concentrado contra su resto y sus compañeros de buena voluntad. Entonces para demostrar que su nombre es santo y que no puede vituperarse para siempre sin traer castigo, el Padre celestial luchará la “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” y destruirá a todos los que ahora lo vituperan, sean éstos hombres o diablos. “Y me haré glorificar, y me haré santificar, y seré conocido a los ojos de muchas naciones; y sabrán que yo soy Jehová. Así haré conocer mi santo Nombre en medio de mi pueblo Israel, y no dejaré profanar más mi santo Nombre; y conocerán las naciones que yo, Jehová, el Santo, estoy en medio de Israel.” (Eze. 38:23; 39:7) Nos regocijamos porque se aproxima la contestación a nuestra oración para que sea santificado su nombre.

  • “Venga tu reino”
    La Atalaya 1952 | 1 de enero
    • “Venga tu reino”

      1, 2. (a) ¿Qué pretende el clero que significa la venida del Reino, y cómo es errónea su aplicación de Romanos 14:17? (b) ¿Qué significa este versículo?

      EL REINO de Dios es el agente poderoso que él usa para santificar su santo nombre y para probar a toda la creación que él es el Soberano del universo. El clero de la cristiandad pretende que el Reino que aquí se pide está en los corazones de los cristianos y que es una condición espiritual que ellos gozan, y que la venida del Reino quiere decir convertir la gente a Cristo y poner a Dios en los gobiernos y reinos de este viejo mundo. En apoyo ellos citan Romanos 14:15-17: “No arruinen por su alimento a aquel por quien Cristo murió. No dejen, pues, que se hable de lo bueno que hacen con daño para ustedes. Porque el reino de Dios no significa el comer y el beber, sino que significa justicia y paz y gozo con espíritu santo.” (NM) Francamente, pues, si el Reino habrá de venir mediante el convertir a este mundo y poner a Dios en sus gobiernos políticos por la influencia del clero, nunca se contestará la oración que pide la venida del Reino. Considere a la cristiandad hoy en día, sin decir nada del paganismo. Observe su temor del llamado “comunismo ateo”. Su única defensa consiste de los baluartes militares de los poderes democráticos. Ahora se les enseña a los católicos romanos a que oren por la conversión de Rusia, es decir, su conversión al catolicismo romano, no a la religión ortodoxa rusa. Pero las huestes nazistas de Hítler no pudieron abrir a Rusia para una invasión cómoda del catolicismo romano; y ahora aunque cayera internamente el régimen soviético o fuera derrotado militarmente eso no apresuraría la conversión de los pueblos comunistas al catolicismo, mucho menos al cristianismo verdadero.

      2 Si, de acuerdo con Romanos 14:17, el tener los pueblos justicia, paz y gozo con espíritu santo significa que el Reino está existiendo entre los hombres, entonces ¿cuánto hay de estas cosas en Italia, Francia, España y en el resto de la cristiandad? Seguramente no suficiente para probar que el reino de Dios existe entre ellos. Pero lo que dice Romanos 14:17 es que, si poseemos justicia, paz y gozo con espíritu santo, eso significa que lograremos un lugar con Cristo Jesús en el reino de Dios. Ese reino no se logrará mediante el comer y beber. Se logra mediante el tomar parte en estas otras cosas espirituales, así como el adquirir conocimiento del único Dios verdadero y de Jesucristo significa vida eterna; nos ganará vida eterna en el nuevo mundo.—Juan 17:3, NM.

      3. ¿Qué, pues, es ese reino que habrá de venir, y por eso qué significa para los gobiernos de este mundo el orar por su venida?

      3 El reino que habrá de venir es el reino acerca del cual Dios hizo un pacto con el rey David y concerniente al cual dijo el profeta Daniel: “Empero en los días de aquellos reyes, el Dios del cielo establecerá un reino que nunca jamás será destruído, y el reino no será dejado a otro pueblo, sino que desmenuzará y acabará con todos aquellos reinos, en tanto que él mismo permanecerá para todos los siglos.” Un sueño inspirado que tuvo Daniel predice, además, que este reino divino se entregará en manos de Cristo Jesús, el Hijo del hombre e Hijo de David. Su fiel cuerpo de seguidores, su manada pequeña de coherederos, herederá ese reino junto con él. (Dan. 2:44; 7:13, 14, 18, 22, 27) Por esto cuando un hijo del Padre celestial ora por la. venida de Su reino, él está pidiendo que el reino de Dios en manos de Cristo desmenuce y acabe con todos los sistemas políticos de este mundo en la batalla del Armagedón. Si no les agrada esta idea a los patriotas, que dejen de pronunciar dicha oración.

      4, 5. (a) ¿Cuándo y cómo recibió ese reino su poder? (b) ¿Cuál fué una expresión poderosa de su venida con poder?

      4 En 1914, en armonía con la visión de Daniel, Cristo Jesús, el Hijo del hombre, fué traído delante del Anciano de días, el Padre celestial, y “fuéle dado el dominio, y la gloria, y el reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirviesen: su dominio es un dominio eterno, que jamás pasará, y su reino el que nunca será destruído”. De esta manera Jehová tomó su gran poder y empezó a reinar en cuanto a nuestra tierra y dió poder a su Hijo para que dominara en medio de sus enemigos.

      5 El año 1914 fue divinamente señalado para esta toma de poderes sobre nuestra tierra, porque en ese año caducaron los “tiempos señalados de las naciones”. Estos habían principiado 2,520 años en el pasado con el derrocamiento del reino típico de Dios en Israel y con la destrucción de Jerusalén y el templo de Salomón. Su fin en 1914 había de señalar el establecimiento del reino de Dios en manos de su Heredero del pacto del Reino, Jesucristo, y el asignar a todas las naciones para ser desmenuzadas como vasos de alfarero con la vara de hierro de su Rey reinante. Por esto el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo ya han llegado. Una expresión poderosa de este hecho fué la “guerra en el cielo” y la expulsión violenta de Satanás y sus demonios y su confinación a esta tierra para esperar aquí su destino final. Con razón se puede oír ahora en toda la tierra la voz atronadora de una grande muchedumbre de testigos diciendo como si fuera con el sonido de muchas aguas: “Alaben a Jah, porque Jehová nuestro Dios, el Todopoderoso, ha empezado a gobernar como rey.”—Apo. 12:1-12; 19:6, NM.

      6. Entonces ¿debemos cesar de orar por la venida del Reino? ¿Por qué contesta usted así?

      6 ¿Significa esto, entonces, que ha llegado el reino de nuestro Padre celestial, es decir, que ha llegado de la manera que se indica en el padrenuestro y que ya debemos dejar de hacer esta petición? No; porque, así como se representó en el sueño profético que Daniel interpretó para el rey Nabucodonosor, el reino ha recibido existencia como la piedra que fué cortada de la montaña sin ayuda de manos humanas. Pero esta piedra o Reino todavía tiene que venir contra la imagen idólatra de la organización mundial de Satanás y herir sus pies o parte visible para tumbar la imagen de su base y destruirla completamente en la batalla del Armagedón. Cuando el rey David de la antigüedad estaba dominando en medio de sus enemigos en la Tierra Prometida él tuvo que venir contra todos los enemigos y sujetarlos hasta llegar a todos los confines del territorio del reino dado por Dios. Asimismo Cristo Jesús, el Hijo de David, que ahora está dominando en medio de sus enemigos, todavía tiene que venir como ladrón a una hora inesperada contra estos enemigos alineados en el Armagedón para quebrantar su poder y reducirlos a polvo.—Dan. 2:31-35, 44, 45; Apo. 16:13-16.

      7. Entonces ¿cuándo se contestará completamente la oración por su venida?

      7 La primera expresión de la venida del Reino fué cuando éste dió principio a la tribulación sobre la organización mundial de Satanás y él fué arrojado fuera de los cielos. La expresión completa de su venida será cuando reanude esa tribulación que fué interrumpida en 1918 y acabe con la organización de Satanás en el Armagedón. Allí es donde el Rey Jesús atará a Satanás y a sus demonios, los arrojará al abismo y lo sellará por mil años. Entonces empezará Cristo Jesús a reinar por un milenio sin ningún estorbo de parte de este mundo. Entonces, por lo tanto, es cuando se contestará completamente la oración: “Venga tu reino.”—Apo. 19:11 a 20:3.

      8. ¿A dónde habrá de venir, y por qué allí? ¿Hasta dónde se extenderá?

      8 Esta tierra es el lugar hacia donde viene o extiende su poder y dominio el reino de Dios, porque aquí es donde Satanás ha separado a la humanidad de Dios. Ahora desde que él ha sido arrojado a este lugar, la tierra es el centro de rebelión, es una isla de rebelión en todo el universo; y Dios está localizando la guerra del Armagedón a solamente esta tierra y sus alrededores. El pacto que Dios hizo con el rey David para un reino eterno no incluyó solamente un estado espiritual de religiosidad y moralidad sino que también incluyó la posesión de territorio. Dios limitó el dominio de David a solamente la tierra que Dios había designado en su pacto con Abrahán el antepasado de David, la cual se conoció como la Tierra Prometida. Pero el territorio que la profecía asigna al reino de Dios mediante Cristo será “de mar a mar, y desde el río [Éufrates, que una vez fué el asiento de Babilonia] hasta los cabos de la tierra”. La piedra que simboliza el reino de Dios aplasta la imagen política de Satanás y llega a ser una montaña que cubre toda la tierra. También leemos: “Del aumento de su dominio y de su paz no habrá fin; se sentará sobre el trono de David y sobre su reino, para establecerlo, y para sustentarlo con juicio y justicia, desde ahora y para siempre. ¡El celo de Jehová de los Ejércitos hará esto!”—Sal. 72:8; Dan. 2:35; Isa. 9:6, 7; Gén. 15:18-20.

      SU VOLUNTAD

      9. ¿Cómo es que la voluntad de Dios habrá de cumplirse aquí como en el cielo?

      9 Desde este punto de vista podemos apreciar con más inteligencia la petición que sigue inmediatamente después de la oración pidiendo el reino de Dios: “Cúmplase tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” (Mat. 6:10, NM) Se entiende generalmente que esto significa que la voluntad de Dios se cumplirá por criaturas humanas sobre la tierra como se cumple por los ángeles espirituales en el cielo. Pero ¿significa solamente eso? O ¿significa más bien que Dios cumplirá lo que él quiere aquí sobre la tierra por medio de su reino así como lo hace allá en el cielo? Más bien sería esta última cosa, aunque la primera idea está incluída también. Así como está escrito: “Nuestro Dios está en los cielos: él ha hecho todo cuanto quiso.” “Todo lo que Jehová quiere, lo hace en los cielos, en la tierra, en los mares, y en todos los abismos.” Dice él: “¡Yo soy Dios, y no hay otro alguno! Dios sí, y no hay ninguno como yo, que declaro el fin desde el principio, y desde la antigüedad cosas aun no hechas, que digo: Mi consejo quedará firme, y haré todo mi placer; . . . No sólo lo he dicho, sino que lo sacaré a luz; he trazado el plan, y lo voy a hacer.” (Sal.115:3; 135:6; Isa. 46:9-11; también Ecl. 3:14; 8:3) En su año señalado, 1914, él hizo que naciera su reino mediante el entronizar a Cristo Jesús como Rey en medio de sus enemigos. Y Jesús, que nos enseñó a orar pidiendo que se cumpliera aquí la voluntad de Dios, está llevando a cabo su voluntad en cuanto a esta tierra así como lo hizo en cuanto al cielo cuando luchó contra Satanás y sus demonios y los arrojó fuera de allí. Jesús una vez vino a la tierra como hombre para cumplir la voluntad de su Padre aquí abajo. Porque la cumplió fué levantado de entre los muertos y ascendió otra vez al cielo para seguir haciendo la voluntad de su Padre para siempre jamás.

      10. ¿Quiénes sobre la tierra están haciendo la voluntad de Dios ahora, pero cómo no la está haciendo la cristiandad?

      10 El tiempo que Satanás ahora tiene para rabiar y cumplir su propia voluntad, trayendo ayes sobre la tierra y el mar y persiguiendo al pueblo de Jehová que está sobre la tierra, es realmente corto. Por esa razón él está tan airado y está haciendo lo peor que puede, para destruir a toda la humanidad y especialmente al resto de los herederos del reino de Dios y a toda la grande muchedumbre de sus contestes y compañeros de buena voluntad. Pero los del resto no están aterrorizados debido al enojo y la oposición de Satanás, sino que “observan los mandamientos de Dios y tienen la obra de dar el testimonio de Jesús”. Ellos y sus compañeros de buena voluntad se han dedicado cabalmente a hacer la voluntad de Dios. Por esto ellos ahora tienen parte obedientemente en cumplir la profecía de Jesús concerniente al fin de este mundo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada con el propósito de dar un testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin consumado.” (Apo. 12:12, 13, 17; Mat. 24:14, NM) ¡Pero no es así con la cristiandad! Ella con regularidad dice su “Pater Noster” (latín que significa “Padre Nuestro”) pero ella no hace la voluntad de Dios. Ella lucha contra los verdaderos intereses del reino de Dios y lucha contra los testigos de Jehová que proclaman que el Reino se ha establecido. Ella ahora está dividida entre sí por guerras calientes y guerras frías acerca del comunismo internacional, y, falta de consecuencia, ella sirve ambos lados del conflicto.

      11. ¿Cómo es que la destrucción que Dios traerá permitirá que se cumpla su voluntad sobre nuestra tierra así como también en el cielo?

      11 En cuanto a la voluntad de Dios que ha de hacerse en el cielo, él ha instalado a las nuevas potestades celestiales que gobernarán al justo nuevo mundo venidero y ha expulsado a Satanás y sus demonios y ha limitado sus actividades a la tierra. Su Rey instalado ahora tiene a todos sus enemigos en el estrado de sus pies, la tierra, y está dominando entre ellos. En breve él destruirá los inicuos cielos y tierra de Satanás, la organización invisible y visible de Satanás. Después de esta destrucción él edificará una nueva sociedad humana cuyos miembros tendrán deleite en hacer la voluntad de Dios. De este modo la voluntad de Dios acerca de tener nuevos cielos y una tierra nueva en los cuales habita la justicia se habrá cumplido, en cumplimiento de su promesa. (2 Ped. 3:13; Isa. 65:17; 66:22) No es la voluntad de Dios destruir esta tierra literal, así como tampoco es su voluntad destruir los cielos literales. Estos permanecerán para siempre. Porque su voluntad es preservar este globo terrestre a través de la batalla del Armagedón, su voluntad puede hacerse aquí y se hará del mismo modo como se hace allá arriba en el cielo.

  • Pan de cada día, perdón y liberación
    La Atalaya 1952 | 1 de enero
    • Pan de cada día, perdón y liberación

      1. ¿Con quién tienen que ver las primeras tres, y las últimas cuatro peticiones del padrenuestro?

      LAS primeras tres peticiones del padrenuestro tienen que ver directamente con los intereses de Dios, los cuales son de primera importancia universalmente. Las cuatro peticiones restantes tienen que ver con nosotros, las criaturas, de un modo individual y personal. Siendo él nuestro Padre celestial, Dios está interesado amorosamente en estas cosas que afectan vitalmente a sus hijos sobre la tierra, y nuestro Maestro Jesús nos asegura que podemos presentar estos asuntos a Jehová en oración.

      2. ¿Con qué consideración para mañana pedimos sólo el pan para el día presente?

      2 “Danos hoy nuestro pan para este día.” Al pedir pan o alimento y bebida para solamente el día presente esta oración adopta la actitud correcta. No presume que estaremos viviendo mañana, teniendo presente Proverbios 27:1: “No te jactes del día de mañana; porque no sabes lo que día alguno acarreará.” El apóstol Santiago da énfasis a la misma idea y nos dice que debemos decir: “Si Jehová quiere, viviremos y también haremos esto o aquello.” (Sant. 4:13-15, NM) En armonía con esta oración que sólo pide la porción de alimento para el día presente, Jesús más tarde en este mismo sermón del monte nos manifiesta que Dios alimenta a los pájaros y que viste a las flores, y dice: “Por eso nunca sean ansiosos y digan: ‘¿Qué habremos de comer?’ o, ‘¿Qué habremos de beber?’ o, ‘¿Qué habremos de vestir?’ Porque todas éstas son las cosas que las naciones buscan con anhelo. Porque su Padre celestial sabe que necesitan todas estas cosas. Sigan, pues, buscando primero el reino y su justicia, y todas estas otras cosas les serán añadidas. Por tanto, nunca sean ansiosos en cuanto al día siguiente, porque el día siguiente tendrá sus propias ansiedades. Suficiente para cada día es su propio mal.” (Mat. 6:31-34, NM) Por eso pedimos hoy solamente nuestro pan de cada día.

      3. ¿En qué sentido no despierta el padrenuestro un espíritu avariento?

      3 En Lucas 11:3 (NM) esta misma oración lee así: “Danos nuestro pan para el día de acuerdo con las necesidades del día.” Esto no promueve un espíritu de atesoramiento que niega tales cosas a otros hijos de Dios, ni un acaparamiento o monopolio de alimentos para así dominar el mercado, controlar los precios y lograr ganancias monetarias al costo de la miseria de la gente. El padrenuestro no recomienda un espíritu avariento. Por lo contrario, recomienda una devoción piadosa con contentamiento, lo cual quiere decir grande ganancia de una clase verdadera, una ganancia en felicidad y bendiciones ahora y vida eterna en el nuevo mundo. “Teniendo pues alimento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas.”—1 Tim. 6:6-8, NM.

      4, 5. (a) ¿En qué sentido no es una dádiva gratis e inmerecida este pan de cada día? (b) ¿Por qué no hay que temer porque nos viene solamente día por día?

      4 Esta oración pidiendo el pan de cada día no quiere decir que Dios nos trata como niños y que nos trae el alimento sin que hagamos ningún esfuerzo y que lo coloca delante de nosotros en la mesa o en nuestras bocas. No; este pan material no es una simple dádiva gratis, inmerecida. Dios nos ha rodeado con todos los medios para proveernos de pan, pero tenemos que movernos y trabajar para recibirlo merecidamente. No se permite vivir como parásitos a costo de nuestros compañeros industriosos, sino que Dios hace valer esta regla entre sus hijos capacitados: ‘Si alguien no quiere trabajar que tampoco coma.’ (2 Tes. 3:10, NM) En armonía con nuestra oración a él pidiendo la ración diaria para este día, nosotros confiamos en él para que nos provea con las fuerzas físicas y mentales necesarias para poder trabajar y merecerla. Durante los cuarenta años de vagar por el desierto, Dios hizo que cayera el maná como rocío en derredor de los israelitas cada día de la semana con la excepción del séptimo día. Así que había suficiente alimento en derredor de ellos, pero ellos tuvieron que salir y recoger el maná y luego convertirlo en pan. Dios hizo que cayera una doble cantidad el sexto día, porque el séptimo día era día de descanso y no caería nada, porque se hubiera desperdiciado ya que se les prohibía legalmente salir y llevar a cabo la obra de recogimiento.

      5 De modo que el orar por solamente el pan para este día quizás haga que vivamos de día en día en cuanto a nuestra dependencia de Dios para nuestro alimento, pero él lo proveerá como padre durante nuestra jornada a través de este viejo mundo, tan fielmente como proveyó el maná para los israelitas.

      6. ¿Qué seguridad ha dado Dios tocante a nuestro pan y agua, y qué puede hacerse a favor de los que tienen menos que nosotros?

      6 Jehová da esta seguridad a los que se refugian bajo la organización capital de Dios, la Sión celestial, y la ha cumplido hasta el día presente: “Su guarida será en las fortificaciones de las peñas; su pan le es dado, su agua es segura.” (Isa. 33:13-16) Por ejemplo, durante el sitio de Jerusalén por los ejércitos del rey Nabucodonosor, Jeremías fué encarcelado, pero hasta en ese lugar sus carceleros “le dieron diariamente un bollo de pan, de la calle de los panaderos, hasta que se consumió todo el pan en la ciudad”. (Jer. 37:16-21) Asimismo, a través de este período inquieto en que se encuentra la cristiandad y también a través de la guerra del Armagedón, Jehová se encargará de ver que tengamos nuestro pan y agua para poder cumplir nuestro fiel servicio a él. Debido a la acción del enemigo en contra de nosotros, algunos de nuestros compañeros que son hijos de Dios quizás no tengan tanto como nosotros. En tal caso es nuestro privilegio repartir con ellos para fortalecerlos para que desempeñen la obra de Dios con integridad. Siempre tendremos algo y así podremos distribuir igualmente lo que Dios provee. Así como fué en el caso de los israelitas cuando recogían el maná cada día en el desierto, “nada tenía demás el que recogió mucho, y al que recogió poco nada le faltaba; cada uno había recogido según lo que podía comer.”—Éxo. 16:18; 2 Cor. 8:14, 15, NM.

      7. Además de hacerlo de una manera material, ¿cómo contesta Dios esta petición? ¿Por qué?

      7 Sabiendo que “el hombre ha de vivir, no sólo de pan, sino de toda declaración que procede de la boca de Jehová”, nuestro Padre celestial también nos suministrará diariamente con el alimento espiritual por medio de su organización teocrática, si es que venimos cada día a su mesa no solamente para alimentar nuestras mentes de su Palabra escrita sino también para alimentarnos espiritualmente mediante el hacer la voluntad de Dios y repartir su Palabra de verdad con otros.—Mat. 4:4, NM; Deu. 8:3; Juan 4:34.

      PERDONANDO NUESTRAS DEUDAS

      8. ¿Cuáles son las deudas acerca de las cuales pedimos perdón, y por qué es eso?

      8 Un pecado de transgresión contra la ley de Dios nos pone en deuda con él. “El salario que paga el pecado es muerte.” (Rom. 6:23, NM) En pago de nuestro pecado Dios podía exigir y tomar nuestra vida; él podía excluirnos de su santa organización y del compañerismo y asociación con ella. Él podía retirar su paz de nosotros, rompiendo todas las relaciones pacíficas que tiene con nosotros. Podía hacer que le devolviéramos todo lo que hemos recibido de él debido a su bondad inmerecida. Le debemos nuestro amor, expresado en obediencia; y cuando pecamos dejamos de pagarle nuestra deuda de amor, porque el pecado es falta de amor hacia Dios. (Rom. 13:8-10) Es en el sentido de que el pecado es una deuda que tiene que arreglarse con Dios que Jesús formó la siguiente petición del padrenuestro: “Y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores.” (Mat. 6:12, NM) En prueba de que la deuda aquí se refiere al pecado, Jesús expresa la misma petición en la oración correspondiente en estas palabras: “Y perdónanos nuestros pecados, porque nosotros mismos también perdonamos a todos los que están en deuda con nosotros.”—Luc. 11:4, NM.

      9. ¿Sobre qué base nos perdona Dios?, y por esto ¿qué tenemos que creer y aceptar para orar esta petición de una manera efectiva?

      9 Esta petición no sería autorizada a menos que hubiera alguna base para que Dios nos perdonara. La base para esto no es solamente su amor y misericordia expresados de una manera indefinida y sin tener en cuenta su justicia perfecta que exige la muerte por el pecado. La base para el perdón es su amor y misericordia expresados en el sacrificio humano de su Hijo Jesucristo que cumple todas las demandas de la justicia para nuestro bien. Cuando Jesús enseñó esta oración en el sermón del monte él ya había pronunciado el perdón de los pecados de varias personas a quienes él había sanado. Por eso se entendía que el perdón de Dios vendría por medio de Cristo Jesús, y eso mediante su sacrificio de rescate perfecto. El apóstol Pablo, que se consideraba a sí mismo como el principal entre los pecadores, dice a los hijos de Dios: “El Hijo de su amor, mediante quien tenemos nuestra libertad por rescate, el perdón de nuestros pecados.” “Pero él ahora se ha manifestado una vez para todo tiempo en la consumación de los sistemas de cosas para apartar el pecado por medio del sacrificio de sí mismo.” Por esto para orar esta parte del padrenuestro de una manera efectiva tenemos que creer sinceramente en el sacrificio de Cristo y aceptarlo.—Luc. 5:20-24; 7:47-49; Mat. 9:1-8; Col. 1:13, 14 y Heb. 9:26, NM; Gál. 1:4.

      10. ¿Por qué no podemos pasar por alto el sacrificio y sacerdocio de Jesús?

      10 Dios no pasa por alto el sacrificio de su Hijo para el pecado. Su justicia absoluta exige este arreglo de sacrificio. “Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio propiciatorio para nuestros pecados.” Distinto a ciertas sectas religiosas, tales como la secta de la Santidad y de la Ciencia Cristiana, etc., nosotros tenemos que ser bastante honrados para admitir nuestras imperfecciones y confesar nuestros pecados. Tenemos que reconocer el hecho de que tenemos en nosotros el pecado, así como lo reconoció y lo expresó el apóstol Pablo. Es absolutamente necesario que nosotros confesemos nuestros pecados a Dios y que pidamos de él los beneficios del sacrificio de su Hijo y que reconozcamos el puesto de Jesús como Sumo Sacerdote de Dios. De otro modo, no podemos tener ningún perdón. El sacerdocio aarónico de la tribu de Leví en Israel ha dejado de existir, pero no nos conviene de ninguna manera negar el sacerdocio de Jesús. Él es un sacerdote según la semejanza de Melquisedec, y su sacerdocio es eterno y dura hasta que él haya salvado completamente a todos los pecadores que puedan ser rescatados, ‘salvándolos completamente, porque él siempre está vivo para abogar por ellos.’ Nosotros mismos siendo pecadores no tenemos cosa alguna con qué pagar la deuda. Por esto tenemos que pedir los beneficios del sacerdocio de Jesús.—1 Juan 4:10; 1:8; Rom. 7:17-25; Heb. 7:24-28, NM.

      11. ¿Qué tiene que preceder o acompañar el pedir nosotros que seamos perdonados? ¿Por qué?

      11 Aunque nosotros mismos quizás egoístamente anhelemos el perdón de nuestros propios pecados por medio de Jesucristo, Dios se reserva el derecho de negar este perdón si nosotros endurecidamente rehusamos perdonar a otros. Por esto el padrenuestro añade a nuestra petición a Dios, “Así como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores.” Para ser perdonados nuestro perdón de otros tiene que preceder nuestra oración, o nuestro deseo para perdonar a otros tiene que acompañar nuestra oración. Santiago (2:13, NM) nos amonesta: “El que no practica misericordia tendrá su juicio sin misericordia. La misericordia [para con otros] se regocija triunfalmente sobre el juicio.” David, que fué muy misericordioso para con el rey Saúl y que rehusó matarlo por sus persecuciones hasta cuando lo tuvo en su poder, explicó por qué recibió la misericordia de Dios de modo que fué ensalzado al trono de Israel, diciendo: “Con el misericordioso te mostrarás misericordioso.” E inmediatamente después de enseñarnos el padrenuestro Jesús, el David Mayor, trató acerca de este asunto vital de perdonar a otros para ser digno de recibir el perdón misericordioso de Dios. Tenemos que ser tan agradecidos y misericordiosos que perdonaremos al mismo pecador varias veces, setenta y siete veces, si se hace necesario. No importa cuántas veces nosotros perdonamos a nuestros prójimos, nunca equivaldría al perdón y misericordia que Dios nos extiende por medio de Cristo. Jesús pagó toda la deuda para nosotros. La cancelación de nuestros pecados no es una deuda que Dios nos debe, sino que tiene que ver con su bondad amorosa y su misericordia expresados por medio de Cristo Jesús a quien él ha provisto como un sacrificio cubridor para nuestros pecados.—Sal. 18:25, 26.

      12. Siendo que le llamamos Padre, ¿a quién tenemos que asemejarnos en cuanto a perdonar?

      12 Siendo que nos dirigimos a Dios como nuestro Padre celestial, tenemos que probar que somos sus hijos mediante el ser como él, siendo semejantes a él y manifestando sus atributos, incluyendo este atributo amoroso de mostrar misericordia y perdón. “Ustedes serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso para con los ingratos e inicuos. Sigan haciéndose compasivos, así como su Padre es compasivo.” “Háganse bondadosos los unos con los otros, tiernamente compasivos, libremente perdonándose mutuamente así como también Dios mediante Cristo libremente los perdonó a ustedes. Por tanto háganse imitadores de Dios, como hijos amados.” (Luc. 6:35, 36 y Efe. 4:32; 5:1, NM) Mediante el hacer esto hacemos la voluntad de Dios sobre la tierra ahora.

      13. ¿Cómo, pues, podemos ser misericordiosos para con la gente en nuestro territorio, y con qué seguridad para nosotros en cuanto al Armagedón?

      13 Acuérdense, también, que los que son misericordiosos ahora recibirán la misericordia de Dios durante las destrucciones del Armagedón y sobrevivirán para entrar en el nuevo mundo. Nuestra obra de predicar las buenas nuevas del reino de Dios ahora es una obra que salvará vidas de la destrucción en el Armagedón. Tales trabajadores misericordiosos serán salvados y preservados durante el Armagedón. Tenemos que mostrar misericordia para con la gente a quien predicamos, aunque ésta sea malagradecida. Si nosotros no perdonáramos a la gente en nuestros territorios a quien proclamamos las buenas nuevas pero que no nos hace caso o nos maltrata, entonces no volveríamos otra vez para trabajar nuestro territorio con el mensaje del Reino que es salvador de vidas. Nosotros representamos el reino de Dios, y ese reino es un gobierno que ofrece perdón a los hombres, porque Cristo Jesús el Rey de los reyes es el Sumo Sacerdote de Dios y sus seguidores que llegarán a ser reyes en el cielo junto con él también serán sacerdotes de Dios junto con él.—Apo. 20:6; 1 Ped. 2:9.

      NO METIDOS EN TENTACIÓN

      14. ¿En vista de qué hechos concernientes a Jesús, Abrahán y Job es difícil entender “No nos metas en tentación”?

      14 Así como oramos pidiendo que nuestros pecados sean perdonados porque nos afligimos a causa de nuestros pecados contra Dios, así también oramos para que no seamos metidos en tentación para pecar. Por eso el padrenuestro sigue: “Y no nos metas en tentación.” (Mat. 6:13, NM; Luc. 11:4) ¿Cómo pudo Jesús orar esto, cuando la Escritura nos dice que, inmediatamente después de su bautismo en el Jordán, “entonces Jesús fué guiado por el espíritu [de Dios] al desierto para ser tentado por el Diablo,” y el Tentador vino a él para apartarlo de Dios? Jesús también es llamado el “Hijo de Abrahán”, de quien está escrito: “Aconteció después de estas cosas que tentó Dios á Abraham.” Esto fué cuando se le mandó que sacrificara a Isaac, su hijo amado mediante Sara. (Gén. 22:1, Va) Y cuando Satanás desafió a Dios, Dios entregó al fiel Job en sus manos para ser tentado, si fuera posible, para que maldijera, a Dios su cara. Y la noche que Jesús fue traicionado por Judas, él dijo a sus once fieles apóstoles: “Vosotros empero sois los que habéis permanecido conmigo en mis tentaciones.” (Job 1:1 a 2:13; Luc. 22:28) ¿En qué sentido, pues, podemos orarle al Padre celestial para que no nos meta en tentación? Para tratar de resolver esta dificultad aparente Los Cuatro Evangelios, por C. C. Torrey (en inglés) traduce la petición, “Y no dejes que cedamos a la tentación,” y El Diaglotón Enfático (en inglés) lo traduce: “Y no nos abandones a la Prueba.”—Mat. 6:13.

      15. (a) ¿En qué sentido, pues, no nos somete Dios a prueba? (b) ¿Por qué no puede decirse que fué él quien tentó a Eva en cuanto al fruto prohibido?

      15 Una cosa es segura: Nuestro Padre celestial nos somete a prueba, pero no con maldad o con tentación para pecar. Por eso Santiago escribe: “Cuando está bajo prueba, que nadie diga: ‘Estoy siendo probado por Dios.’ No; porque con cosas malas Dios no puede ser probado ni tampoco prueba él a nadie. Pero cada uno es probado por medio de ser atraído e inducido por su propio deseo. Luego el deseo, cuando se ha hecho fértil, da a luz el pecado; en seguida, el pecado, cuando se ha realizado, produce la muerte.” (Sant. 1:13-15, NM) Cuando Jehová Dios enfrentó a Adán y Eva con la prohibición contra el comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, eso no fué tentarlos con mal, porque el árbol no era malo en sí mismo. Jehová les amonestó contra el comer de él desobedientemente y les informó de las consecuencias malas. Por esto no podían ser tentados en esa dirección debido a la ignorancia. Fué cuando Eva prestó atención a las palabras engañosas de la serpiente que ella fué tentada. La amonestación de Dios contra el comer de él no despertó en ella ningún apetito o deseo para el árbol, sino que la falsa descripción de la serpiente tocante a los resultados de comer de él contrario a la prohibición y amonestación de Dios fué lo que despertó en ella el deseo malo. Esto fué lo que excitó una tentación para ella, así como dice Santiago. Porque ella no despidió este deseo como algo malo y contra Dios, sino que lo tomó en consideración, la tentación la atrajo hacia el pecado y la defraudó.—Gén. 3:1-7; 2 Cor. 11:3.

      16. ¿Por qué nos somete Dios a prueba, pero cómo entramos en tentación?

      16 Sin embargo, Dios nos examina o nos somete a prueba, no para causar nuestra caída, sino para probar lo que somos para poner de manifiesto lo que somos. Él no nos tienta con el mal para que cometamos iniquidad, sino que nosotros mismos bajo la influencia de Satanás formamos la tentación mediante el pensar qué bueno sería hacer o tener alguna cosa contrario a la voluntad de Dios; y luego no despidiendo ese deseo que se ha formado mediante nuestros pensamientos impropios, sino dándole más y más consideración. De este modo somos atraídos e inducidos a pasar por alto el consejo y la amonestación de Dios. Nos metemos en tentación.

      17. ¿Por qué llevó Dios a los israelitas al desierto, pero en qué convirtieron ellos esa ocasión?

      17 Jehová guió a los israelitas al desierto para “probarlos”, para saber qué tenían en el corazón, pero no para hacerlos caer. No; porque los llevó lejos del politeísmo que los rodeaba en Egipto y también lejos de los cananeos idólatras, y bajo estas condiciones debería haber sido más fácil para ellos proceder correctamente ya que él les había dado un testimonio de su Divinidad. Ellos bien podían demostrar ahora su sinceridad y celo adorando a Jehová y obedeciéndole. Pero lo pusieron a prueba, pues esa oportunidad que tuvieron para cultivar la adoración pura, ellos la convirtieron en un “día de tentación, en el desierto”. Trataron de hacer que él transigiera en cuanto a sus principios de justicia y que no se apegara a su palabra pronunciada y a su pacto de la Ley que tenía con ellos y que no llevara a cabo sus castigos. Por eso millares de ellos fueron abatidos en el desierto por haber cedido a las tentaciones que ellos mismos se habían formado mediante el dejar que surgieran en ellos deseos egoístas y luego cediendo a esos deseos y rebelándose contra Jehová Dios.—Deu. 8:2, 16; Sal. 95:8, margen; Heb. 3:7-9; 1 Cor. 10:9, NM.

      18. ¿Qué determina Dios mediante el probarnos, como en el caso de Abrahán y Job?

      18 Dios determina lo que somos mediante una prueba. (Juan 6:6) Esto es distinto a lo que hicieron los enemigos de Jesús que trataron de ocasionar su fracaso, si fuera posible, haciéndolo entrar en una avenencia para escaparse de la censura, dificultades y daño. (Mat. 22:18, 35; 16:1; 19:3) Cuando Jehová puso en prueba a Abrahán, él probó la fe de Abrahán y lo usó, no para un propósito malo, sino para hacer un maravilloso drama profético al hacer que sacrificara a su hijo amado Isaac. Dios no estaba pidiendo que Abrahán hiciera algo que Jehová mismo no haría, porque Abrahán aquí representó a Jehová Dios. En la gran prueba cuando Dios fué probado en cuanto a la profundidad de su amor por la humanidad, él probó cuán magnánimo era su corazón sacrificando a su Hijo unigénito, Jesucristo. (Juan 3:16; Heb. 11:17-19, NM) Para mostrar falsa la acusación de Satanás en contra de Job, Dios permitió que Job fuera probado y probó la lealtad de Job. De la misma manera él permite que la contraparte de Job, la clase de Job que principia particularmente con Jesús, sea probada, manifestándose leal y digna del galardón de Dios.—Sant. 5:10, 11, NM.

      19. ¿Al hacer qué cosa para nosotros con anticipación no nos mete Dios en tentación?

      19 ¿Cómo es, pues, que en contestación a nuestra oración Dios no nos mete en tentación? En un sentido, Dios lo hace mediante el fortalecernos para que podamos aguantar la prueba que él permite sobrevenimos y también mediante el amonestarnos de antemano. Antes de permitir que el espíritu guiara a Jesús al desierto para ser tentado por Satanás, el Padre celestial llenó al Hijo con el espíritu santo y también abrió los cielos a su vista. Él también lo reconoció audiblemente como su Hijo aprobado. (Mat. 3:13-17) Dios no permite que excitemos una tentación para nosotros inocentemente, por falta de conocimiento, como cuando su siervo Pablo amonestó a las parejas casadas. Sus intenciones eran buenas al no tener relaciones sexuales, pero Pablo les aconsejó de otra manera, “para que Satanás no siga tentándolos [hacia el adulterio] a causa de su falta de regulación propia.” Pablo amonesta que los cristianos que resuelven hacerse ricos contrario al consejo de las Escrituras “caen en la tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y dañinos que hunden a los hombres en destrucción y ruina. Porque el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales.” (1 Cor. 7:1-5 y ; 1 Tim. 6:9, 10, NM) Jesús, también, amonestó contra el poder engañoso de las riquezas. (Mat. 13:22, NM) De este modo Dios no nos deja en ignorancia tocante al origen de las tentaciones. Para proteger al cristiano novicio en contra de sus propias debilidades, el apóstol Pablo dió instrucciones que ningún varón recientemente convertido debería ponerse como superintendente de una congregación. ¿Por qué no? “Por temor de que se hinche con orgullo y caiga en el juicio pronunciado contra el Diablo.”—1 Tim. 3:2,6, NM.

      20. ¿Qué amonestaciones anticipadas se dieron por otros, y cómo nos ha protegido Dios del tiempo de prueba que ha venido sobre el mundo?

      20 Jesús armó a sus discípulos de antemano en contra de la tentación cuando los amonestó con anticipación de las pruebas severas que les esperaban. De ese modo no se ofenderían por causa de ellas. Su apóstol Pedro les dijo a los cristianos que no consideraran como cosa extraña o desnatural las pruebas ardientes que vendrían sobre ellos. En vez de ser sorprendidos, lastimados y ofendidos, ellos deberían regocijarse debido a estas oportunidades para probar su fe y devoción. Pablo también nos dice que debemos estar alerta para reconocer las pruebas semejantes a las que vinieron sobre los israelitas en el desierto, tentaciones que son ‘comunes a los hombres’. (Juan 16:1-4; 1 Ped. 4:12, 13; 1 Cor. 10:6-13) De modo que Dios nos protege para que no seamos tentados junto con el resto del mundo amonestándonos acerca de lo que son las cosas verdaderamente y mediante el abrir nuestros ojos del entendimiento para que no seamos engañados junto con el mundo para así caer en la tentación junto con él. De esa manera no resguarda de la tentación que ahora ha venido sobre todo el mundo, así como él nos prometió mediante Cristo. (Apo. 3:10; 2 Ped. 2:9) La mesa espiritual que él prepara para nosotros no llega a ser una trampa simplemente porque esa mesa pone de manifiesto cosas que son contrarias a lo que el mundo espera o desea. Y el Hijo de Dios como Rey del nuevo mundo no es causa de tropiezo para nosotros sino que es algo precioso, una piedra preciosa colocada en Sión, la organización capital de Dios. Este precioso Rey es nuestro Sumo Sacerdote con Dios. Él fué probado así como nosotros somos probados ahora y por eso él puede simpatizar con nosotros y ayudarnos.—Rom. 11:9; 9:32, 33; 1 Ped. 2:7, 8; Heb. 2:18; 4:15.

      ENTRANDO EN ELLA

      21. ¿Cómo amonesta Dios contra las tentaciones que se deben a la jactancia y censura?

      21 Dios nos amonesta contra el crear tentaciones para nosotros mismos mediante el jactarnos presuntuosamente y mediante el censurar sin misericordia a otros en cuanto a cosas en que nosotros mismos somos débiles o vulnerables, aunque nosotros mismos no nos demos cuenta de ello. Cuando nos jactamos presuntuosamente, eso nos pone a prueba en cuanto a ese punto en particular. Cuando censuramos a otros vanagloriándonos de nuestra propia justicia, merecemos ser probados nosotros mismos para manifestar si nuestra censura fué merecida o no. La noche que Jesús fué traicionado Pedro se jactó en contra de los otros apóstoles y el resultado fué que negó a su Señor Jesús tres veces. Las oraciones de Jesús especialmente a favor de Pedro ayudaron a salvarlo para que no perdiera su fe completamente. Jesús no metió a sus discípulos en tentación aquella noche al llevarlos al jardín de Getsemaní, sino que les amonestó que no entraran en la tentación al dejar de mantenerse despiertos y orando como él lo estaba haciendo. El señaló el curso que compensaría o que serviría para contrarrestar la tentación y permitirles aguantar la prueba de su lealtad.—Mat. 26:33-35, 40-45; Gál. 6:l.

      22. Siendo que es un padre, ¿cómo es que Dios no nos mete en tentación?

      22 De esto se destaca que Dios ‘no nos mete en tentación’. Él nos somete a prueba cuando nos corrige, pero no nos corrige hasta tal grado que sobrepase lo que nosotros podemos soportar resultando en que seamos quebrantados y caigamos en la tentación. “Como un hombre corrige a su hijo, así Jehová tu Dios te corrige a ti.” (Deu. 8:5) Un padre que ama a su hijo no lo corregiría con demasía, más allá de lo que podía soportar su hijo. Le daría únicamente lo que podía soportar en ese tiempo. Así es con nuestro Padre celestial. Él nos prepara para la prueba para que la pasemos con éxito.

      23. ¿Cómo podemos debilitarnos para la prueba?, y por eso ¿por qué es que Jesús no metió a sus discípulos en tentación cuando los llevó a Getsemaní?

      23 Pero nosotros mismos podemos debilitarnos para la prueba mediante una falta de vigilancia y de preparación con oración, o mediante algún descuido de nuestra parte o pasando por alto las instrucciones y consejos de Dios, de modo que, bajo la prueba, entraremos en la tentación para cometer pecado y sucumbiremos a ella debido al deseo que hemos cultivado contrario a la voluntad de Dios. Así permitimos que el resultado sea una experiencia que nos trae daño espiritual en vez de una experiencia que trae victoria, una que edificaría nuestro poder en Dios, una que fortalecería la ‘calidad probada de nuestra fe’ y que ganaría para nosotros la aprobación de Dios. Siempre debemos acordarnos de la amonestación de Jesús, “El espíritu, por supuesto, está dispuesto, pero la carne es débil.” (Mar. 14:38, NM; Luc. 22:40, 46) Antes de ir a Getsemaní Jesús les había amonestado que tenía que cumplirse la profecía que él había citado. Por esto el cumplimiento de la profecía no se estaba forzando sobre ellos contrario a su voluntad. Se cumplió porque su carne era débil y porque no habían fortalecido su espíritu dispuesto mediante el mantenerse despiertos y en oración. No se habían valido de la ayuda divina que necesitaban. Por consecuencia entraron en la tentación debido a un deseo egoísta de ponerse a salvo, y huyeron abandonando a Jesús, y Pedro hizo aun peor porque lo negó tres veces.

      24. ¿Cómo se manifiesta que Dios no fué quien los metió en tentación en Getsemaní?

      24 No fué Dios quien los metió en esa tentación para así cumplir su propia profecía, porque Jesús, el Hijo de Dios, resistió la prueba y él pidió que dejaran ir libres a sus discípulos. Ellos no obedecieron a Jesús porque no vigilaron, ni oraron, ni copiaron su ejemplo denodado de sacrificio propio y eso operó para hacer que entraran en la tentación. Siendo que Jesús soportó la prueba, Dios no había metido a los apóstoles en la tentación mediante el darles una prueba mayor a la que podían soportar. La constancia de Jesús debido al poder de Dios debería haberles dado firmeza y ayuda. Satanás fué quien ‘zarandeó a los apóstoles como a trigo’, dispersándolos porque temían morir con su Señor. (Luc. 22:31-34; Amós 9:9, 10; Sal. 59:11; Isa. 30:28) Que Dios no fué quien los metió en esa tentación, sino que ellos mismos entraron en ella, se manifiesta por el hecho de que más tarde ellos hallaron en Dios la fuerza necesaria para exponerse a ser arrestados por causa de Jesús, ser echados en prisión y ser detenidos allí para su ejecución. Por eso, con la ayuda de Jehová ellos también podían haber soportado la prueba de Getsemaní. Se deduce, pues, que el Padre celestial los puso a prueba allí pero que no los metió en tentación.

      25. Entonces, al pedir que no seamos metidos en tentación, ¿qué le estamos pidiendo al Padre celestial? ¿Qué garantía tenernos en este sentido?

      25 Teniendo en cuenta pues nuestras debilidades y limitaciones le oramos al Padre celestial en el padrenuestro para que no nos pruebe más de lo que haría un padre terrenal con su hijo. ¿No es ésa una oración apropiada de un hijo a su padre? Tenemos una garantía escrita de Dios de que él no hará eso. “Porque conoce nuestra hechura, tiene presente que somos polvo. Como un padre se compadece de sus hijos, así Jehová se compadece de los que le temen.” Y él dice: “Y ellos me serán un tesoro especial, dice Jehová de los Ejércitos, en aquel día que yo preparo; y me compadeceré de ellos, como un hombre se compadece de su mismo hijo que le sirve.” (Sal. 103:13, 14 y Mal. 3:17) En apoyo de este pensamiento, el apóstol Pablo vindica a Dios de cualquier acusación de meternos en tentación al decir: “Que el que cree que tiene una posición firme se cuide para que no caiga. Ninguna tentación les ha sobrevenido a ustedes que no sea común al hombre [como los israelitas en el desierto]. Pero Dios es fiel y él no permitirá que sean tentados más allá de lo que puedan soportar, sino que junto con la tentación él también proveerá el camino de salida para que puedan soportarla.”—1 Cor. 10:12, 13, NM.

      LIBERACIÓN DEL MALIGNO

      26. ¿Con qué petición cierra la oración, y por qué es apropiado?

      26 Si un hijo demuestra que es leal bajo una prueba, ¿no es verdad que un padre terrenal amoroso lo libraría de cualquier atacante u opresor inicuo? Sí; y así hará también el Padre celestial. Apropiadamente, pues, Jesús terminó la oración ejemplar con esta petición: “Y no nos metas en tentación, sino líbranos del maligno.” (Mat. 6:13, NM) ¡Y qué liberaciones ha obrado Dios desde el establecimiento de su reino en 1914! Es como si estuviera contestando la oración de la antigüedad: “¡Manda salvaciones para Jacob!” Él es un Libertador.—Sal. 44:4-8; 2 Cor. 1:10; 2 Tim. 3:11; 4:17, 18.

      27. ¿Para cuáles clases ha llevado a cabo Dios una liberación desde 1919?

      27 Desde 1919 d. de J.C. Dios ha libertado al resto de herederos del Reino que están sobre la tierra de la gran Babilonia mística, el mundo de Satanás. Ha enviado a su Hijo Jesucristo para ocupar el puesto de poder en la Sión celestial y para obrar como Libertador a favor de ellos y para quitar de ellos toda la impiedad de la Babilonia mística y librarlos de sus temores. Él ha efectuado esta liberación en cumplimiento de la profecía: “Todos los fines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios,” porque en toda la tierra los del resto están activos como sus siervos y testigos libertados y están demostrando que han. sido libertados de Babilonia. (Isa. 59:18, 19; 52:1, 2, 10-14; Rom. 11:26) De modo que toda la gente de buena voluntad en todas las naciones ven la salvación y liberación que Jehová Dios ha obrado a favor de su resto, y a ellos también se les está enseñando cómo ser libertados de Babilonia. De modo que el Todopoderoso Dios ahora está llevando a cabo la liberación de esta grande muchedumbre de “otras ovejas”, así como él llevó a cabo hace mucho la liberación de Lot de la Sodoma condenada.—2 Ped. 2:7, 9.

      28. En vista de la presente situación tan inicua, ¿qué provisión divina tenemos que aprovechar para nuestra protección y victoria?

      28 Entre tanto nosotros tenemos que ponernos la armadura completa de Dios y permanecer firmes en ella y seguir orando. Haciendo esto no dejamos que el maligno Satanás el Diablo se apodere de nosotros, aunque estamos en el mundo que yace en el poder de ese inicuo. (1 Juan 5:18, 19, NM) Sabemos que los días son malos, y que se predijo que hombres malos e impostores irían de mal en peor y ellos han alcanzado el colmo de su maldad en estos últimos días. Por esto, si esperamos resistir el ataque del maligno y todos sus demonios en este día malo, tenemos que ponernos toda la armadura de Dios. Con su escudo de fe podemos “apagar todos los dardos encendidos del inicuo” y de esta manera aguantar la prueba de nuestra fe: “ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.”—Efe. 5:15; 6:11-18, NM; 1 Ped. 1:6, 7; 1 Juan 5:4, NM.

      29. Si nosotros así cumplimos con nuestra parte, ¿qué hará Dios?

      29 Si nosotros cumplimos así con nuestra parte, Dios fielmente hará la suya para lograr nuestra liberación. Así como está escrito: “La fe no es una posesión de toda la gente. Pero el Señor es fiel, y él los hará firmes y los guardará del maligno. Que el Señor siga dirigiendo sus corazones con éxito hacia el amor de Dios y hacia la perseverancia por el Cristo.”—2 Tes. 3:2, 3, 5, NM.

      30, 31. Pero ¿qué significa para el presente la contestación a la petición pidiendo liberación, y cómo cierra la oración?

      30 Para nosotros que vivimos en el “tiempo del fin” de este mundo la contestación de nuestro Padre celestial a la oración, “Líbranos del maligno,” significa más que sólo mantenernos fuera del poder de Satanás y librarnos de su poderosa organización entre tanto que deja que él y su organización sigan en libertad. Ahora la contestación a esa oración significa una liberación mediante el protegernos contra los ataques finales del maligno Satanás en este tiempo del fin y significa la destrucción de él y de su organización entre tanto que nosotros sobrevivamos al fin de su mundo. El Padre lleva a cabo esta salvación o liberación por medio de su reino tocante al cual oramos, pidiendo que venga contra la organización de Satanás para destruirla. De modo que la voluntad de Dios habrá de hacerse sobre la tierra en donde Satanás y sus demonios ya han sido restringidos, y después que esos espíritus inicuos sean abismados en el Armagedón, ellos ya no molestarán a nadie sobre la tierra durante los mil años del reino de Cristo.

      31 Así el padrenuestro cierra con una nota triunfante manifestando confianza cabal en la victoria de Jehová. Ahora está muy cerca su contestación completa.

  • Mire en su biblia
    La Atalaya 1952 | 1 de enero
    • Mire en su biblia

      Un publicador de Florida relata esta experiencia graciosa: “Encontré a un señor que había perdido dos dólares hace diez años en su casa, y había despedido a la criada culpándola del robo. Cuando me preguntó si su Biblia era igual que la mía y contenía la misma información, le dije que me la trajera. Después de pasar mucho tiempo en busca de ella, la halló, y abrí su Biblia y ahí estaban los dos dólares. Gastó uno de ellos en la suscripción de ¡Despertad!, y dijo: ‘Si algún día encuentro a esa criada le enviaré una suscripción con el otro dólar.’”

  • Gehena, un lugar de castigo eterno
    La Atalaya 1952 | 1 de enero
    • Gehena, un lugar de castigo eterno

      APARTE de un pequeño número de estudiantes concienzudos de la Biblia hay muy pocas personas que saben lo que Gehena realmente es. La gran mayoría de la gente está totalmente ignorante de un tema por el que debería estar muy preocupada. Es una lástima, porque, generalmente, no es responsable por su ignorancia. Hace cientos de años hombres atados a credos tradujeron mal ciertas palabras griegas en las diferentes versiones bíblicas. Esta es una razón por el mal entendimiento que generalmente se tiene del tema de lo que consta el castigo eterno de los inicuos. Otra razón es el hecho de que los clérigos de la cristiandad, aunque muchos de ellos saben la verdad del asunto, han hecho muy poco para informar a la gente concerniente a la verdadera naturaleza del Gehena.

      En la parte sudoeste, y en las afueras de la antigua ciudad de Jerusalén, había un valle primero conocido en hebreo como gei ben hinnom, “el Valle del Hijo [o hijos] de Hinom.” Después fué llamado sólo gei hinnom, “valle de Hinom,” o en la lengua griega, Gehenna. Era un barranco bastante hondo y angosto, con declives empinados y peñascosos, situado no lejos del gran templo y palacio de Salomón. Una porción de este valle más tarde se llamó Tofet, y fué aquí, algunos creen, que se encontraba una arboleda musical donde los cantantes y músicos reales de Salomón se reunían para llenar el valle de

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