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  • “Sean vigilantes en cuanto a oraciones”
    La Atalaya 1959 | 15 de febrero
    • “Sean vigilantes en cuanto a oraciones”

      “Pero el fin cabal de todas las cosas se ha acercado. Sean de mente sana, por lo tanto, y sean vigilantes en cuanto a oraciones.”—1 Ped. 4:7.

      1-3. (a) ¿Qué terrible tragedia ilustra poderosamente la insensatez de tener demasiada confianza? (b) ¿Qué analogía puede sacarse de esto para los cristianos?

      ERAN las 11:40 de la noche del 14 de abril de 1912. Con 2,207 almas a bordo, el más grande transatlántico del mundo navegaba a toda velocidad en el Atlántico del Norte. Era aclamado como “el más orgulloso logro de ingeniería del hombre.” Su nombre, el “Titánic,” que en inglés significa “de enorme magnitud, fuerza y poder,” era indicio de la confianza que sus dueños tenían en él. Este transatlántico, del que se creía que estaba a prueba de hundimiento, se hallaba en el quinto día de su viaje inicial. Entonces, de la obscuridad asomó un témpano de hielo y antes de que fuese cambiado suficientemente el derrotero del barco éste recibió una cortadura grande en su costado. En menos de tres horas el Titánic “a prueba de hundimiento” se hundió, llevándose consigo 1,502 hombres, mujeres y niños a un sepulcro acuoso.

      2 ¿Qué causó esa terrible tragedia? ¡La falta de vigilancia debido a la demasiada confianza! ¡Su operador del sistema inalámbrico había recibido seis avisos y uno de éstos hasta daba la ubicación exacta del mismísimo témpano de hielo con el cual chocó el Titánic! ¿Por qué siguió navegando su capitán a toda velocidad a pesar de tales avisos? Porque tenía gran confianza en que su barco era a prueba de hundimiento. ¡Verdaderamente una ilustración potente de la insensatez de la demasiada confianza!

      NECESARIA LA VIGILANCIA

      3 Como cristianos dedicados estamos en el mundo pero no somos parte de él. Somos, por decirlo así, capitanes de barco, navegando de este viejo mundo o sistema de cosas al nuevo mundo de después del Armagedón. Ahora mismo parece que muchos de nosotros navegamos suavemente en aguas tranquilas y por eso quizás haya cierta tendencia a aflojar nuestra vigilancia. Pero no nos atrevemos a aflojarla, porque nuestro mar también está regado de témpanos de hielo: obstáculos que el Diablo y sus demonios y el mundo y la carne han puesto allí y que fácilmente pueden hacer que naufraguemos, que perdamos la integridad a Dios.

      4. ¿Qué significa ser vigilante?

      4 ¿Qué significa ser vigilante? El vocablo “vigilante” se deriva de una raíz que significa “una vigilancia.” El ser vigilante, se nos dice, significa estar alertamente despierto, ser circunspecto, cauteloso, estar “atento para descubrir y evitar el peligro, o para proveer lo necesario para obtener seguridad.” “La vigilancia entraña cuidado vehemente, valiente, a menudo cauto, especialmente en la causa de la justicia.” (Webster) El ser vigilante, por lo tanto, es exactamente lo contrario de ser descuidado, irreflexivo, desatento, indiferente o soñoliento. Graban profundamente en nuestro corazón y mente la importancia de la vigilancia los ejemplos amonestadores y mandamientos explícitos que encontramos en la Palabra de Dios.

      5, 6. (a) ¿Qué ejemplos bíblicos tenemos de falta de vigilancia debido a demasiada confianza? (b) ¿Y qué amonestaciones bíblicas?

      5 Debido a la demasiada confianza y falta de vigilancia, aun tales siervos fieles de Jehová como Noé, Moisés y David a veces ‘dieron un paso en falso antes de saberlo.’ Y especialmente en el apóstol Pedro tenemos un ejemplo amonestador. Ciertamente Pedro estaba dedicado por completo a Jehová Dios y a su Señor. ¿No había dejado su negocio pesquero y todo lo demás para seguir a Jesús como pescador de hombres? No obstante, ¡cómo tropezó, negando a su Señor tres veces, todo por su falta de vigilancia por tener demasiada confianza!—Mat. 26:31-35, 75.

      6 Y luego tenemos los mandamientos explícitos: “Sean vigilantes en cuanto a oraciones.” “No pierdan su juicio, sean vigilantes.” “Manténganse vigilantes y orando.” “Quedémonos despiertos y mantengamos nuestro juicio.” “Que el que cree que tiene una posición firme se cuide para que no caiga.”—1 Ped. 4:7; 5:8; Mat. 26:41; 1 Tes. 5:6; 1 Cor. 10:12.

      POR QUÉ MAYOR NECESIDAD DE VIGILANCIA AHORA

      7-10. (a) ¿Por qué se necesita vigilancia aumentada ahora concerniente a la oposición de parte de Satanás? (b) ¿De parte del mundo? (c) ¿De parte de nuestra propia carne?

      7 Aunque los cristianos siempre han tenido que tomar a pecho estas amonestaciones, hoy hay aun mayor necesidad de que lo hagamos. Así, siempre ha sido cierto que ‘el Diablo anda en derredor como león rugiente, tratando de devorar a alguien.’ Pero en vista de que vivimos en el tiempo en que “las naciones se airaron,” en dos guerras mundiales, sabemos que Satanás tiene mayor ira ahora, “sabiendo que tiene un corto período de tiempo,” y que por consiguiente está librando guerra con furia aumentada contra todos los que “observan los mandamientos de Dios y tienen la obra de dar el testimonio de Jesús.” Este ataque acelerado por parte de Satanás exige vigilancia aumentada por parte nuestra.—1 Ped. 5:8; Apo. 11:18; 12:12, 17.

      8 Lo mismo es cierto de nuestro enemigo el mundo. Con el “aumento de todo lo que es contrario a ley” viene el mayor peligro de que nuestro amor se enfríe. Y ¿no manifiestan los hechos que vivimos en los “tiempos críticos y difíciles de manejar,” en que el egoísmo ha alcanzado su colmo? De modo que aunque el mundo por su egoísmo siempre ha tentado al cristiano, ahora que el materialismo e iniquidad del mundo han aumentado se requiere mayor vigilancia de parte nuestra.—Mat. 24:12; 2 Tim. 3:1-5; 1 Juan 2:16.

      9 Hoy existe aun mayor necesidad de vigilancia en lo que toca a nuestra propia carne. ¿Cómo puede ser eso? Otra vez observe que, aunque siempre ha sido cierto, como confesó Pablo, que “lo bueno que deseo no lo hago, pero lo malo que no deseo es lo que practico,” hoy la carne tiene atractivos aumentados para hacerse sentir. Así como “la hartura de pan y el reposo próspero,” contribuyeron a la delincuencia de la antigua Sodoma, igualmente hoy la prosperidad material y el tiempo de ocio aumentado de que muchos de nosotros disfrutamos suministran más oportunidades para que las tendencias degeneradas de nuestra carne se hagan sentir, haciendo más difícil el gobierno de uno mismo. Se percibe cuán seria amenaza puede ser esto cuando se considera el hecho de que ciertos testigos cristianos de Jehová que fielmente habían aguantado la brutalidad de los campos de concentración nazistas o, más recientemente, de las prisiones comunistas durante años, ¡después tuvieron que ser excomulgados o expulsados a causa de comportamiento inmoral!—Rom. 7:19; Eze. 16:49, Mod.

      10 Puesto que nuestros tres enemigos, el Diablo, el mundo y la carne, están colocando más y más obstáculos en nuestro camino, verdaderamente hoy, como nunca antes, necesitamos estar alerta, estar despiertos, ser vigilantes. No nos conviene estar demasiado confiados ni atrevernos a estar demasiado confiados a causa de la escasa persecución en casi todas partes del mundo y a causa de la gran expansión de la adoración pura. Por lo contrario, puesto que “el fin cabal de todas las cosas se ha acercado,” es más necesario que nunca que tomemos a pecho todos los ejemplos amonestadores y los mandamientos explícitos en cuanto a la vigilancia.

      CONSCIENTES DE NUESTRA NECESIDAD ESPIRITUAL

      11-14. (a) El estar conscientes de nuestra necesidad espiritual, ¿qué efecto tendrá en nuestro estudio de la Palabra de Dios? ¿Por qué? (b) ¿En nuestra concurrencia a las reuniones? (c) ¿En nuestra actividad de predicar? (d) ¿En nuestro orar?

      11 ¿Cómo podemos mantenernos vigilantes? ¿Cómo podemos evitar el lazo de tener demasiada confianza? ¿Cómo? Por medio de siempre estar conscientes de nuestra necesidad espiritual. Como Jesús dijo: “Felices son los que están conscientes de su necesidad espiritual.” Y ¿por qué el estar conscientes de nuestra necesidad espiritual nos mantiene vigilantes y nos protege del lazo de tener demasiada confianza? Porque, ante todo, nos hará diligentes en estudiar la Palabra de Dios junto con las ayudas que él ha provisto para entenderla, sabiendo que “el hombre ha de vivir, no sólo de pan, sino de toda declaración que procede de la boca de Jehová.” Esa Palabra, según hemos visto, contiene mucha exhortación amonestadora que nos ayudará a mantenernos vigilantes.—Mat. 5:3; 4:4.

      12 En segundo lugar, si estamos conscientes de nuestra necesidad espiritual estaremos ansiosos de asociarnos con cristianos del mismo parecer en toda oportunidad, apreciando que ninguno puede decir a otro: ‘No tengo necesidad de usted.’ Tal vez no pensemos en decir eso en esas palabras, pero si voluntariamente descuidamos el reunirnos con nuestros hermanos estarnos diciendo exactamente eso por medio de nuestros actos y en nuestro corazón. Si todos los cristianos dedicados estuviesen plenamente conscientes de su necesidad espiritual en cuanto a asociarse unos con otros, no sería necesario recordarles continuamente el no dejar “de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino animándonos, y tanto más al ver que el día se acerca.” El asociarnos unos con otros es estimulador y nos ayuda a mantenernos vigilantes.—1Cor. 12:21; Heb. 10:25.

      13 Además, si estamos conscientes de nuestra necesidad espiritual comprenderemos que es cierto acerca de cada uno de nosotros lo que fué cierto acerca de Jesús: “Mi alimento es hacer la voluntad de aquel que me envió y terminar su obra.” Habiendo recibido en corazones buenos las buenas nuevas acerca de Jehová y de su reino y la advertencia acerca de destrucción inminente en el Armagedón, hallamos que tenemos una necesidad verdadera de decir estas verdades a otros. Sí, entonces igual que Eliú y Jeremías no podremos permanecer callados. El mantenerse ocupado predicando la verdad es una de las mejores maneras de mantenerse vigilante.—Juan 4:34; Job 32:18-20; Jer. 20:9, Mod.

      14 Y, finalmente, el estar conscientes de nuestra necesidad espiritual nos hará apreciar el valor de la oración, de hablar con nuestro Padre celestial, Jehová Dios. Mediante la oración mostramos que estamos profundamente conscientes de cuánta falta nos hace su ayuda, que apreciamos cuán necesario es mantenernos en contacto con él, la Fuente de la sabiduría verdadera y de toda fuerza. Parece haber entre algunos hoy día la tendencia de pasar por alto la importancia de la oración, sí, de la oración frecuente y fervorosa. Es muy fácil descuidar la oración o dejar que se deteriore a una rutina, a una cosa formal. ¡Ese es un gran error! La oración fervorosa y frecuente nos ayudará a evitar el lazo de la demasiada confianza. Con razón la Palabra de Dios repetidamente une la oración con la vigilancia.

      JESÚS ESTUVO CONSCIENTE DE SU NECESIDAD ESPIRITUAL

      15. ¿Qué muestra que Jesús estuvo consciente de su necesidad espiritual?

      15 Tocante a oración, como con todo lo demás, Jesús nos puso el, ejemplo perfecto. El aprecio que le tenía a este privilegio precioso se destaca prominentemente en el registro de su ministerio terrestre. De hecho, pudiera decirse que ningún otro habitante de la tierra jamás apreció la oración tanto como él. Aunque era perfecto de mente y cuerpo y tenía poderes sobrenaturales a su disposición, no estuvo demasiado confiado, sino que siempre estuvo consciente de su necesidad espiritual. Continuamente acudió a su Padre celestial por sabiduría y fuerza, y también expresó alabanzas y acciones de gracias en oración.

      16-18. (a) ¿Cuál fué la actitud mental de Jesús al tiempo de su bautismo? (b) ¿Que registro tenemos que muestra que Jesús recurrió a la oración durante todo su ministerio?

      16 Así concerniente al mismísimo principio de su ministerio, terrestre leemos que “Jesús también fue bautizado y, estando él orando, el cielo se abrió.” Plenamente consciente de su necesidad espiritual se comunicó con su Padre, pidiendo Su ayuda. Él fué muy serio; nada de frivolidad ni festividad marcó su comportamiento. Y no podemos concluir otra cosa que el que Jesús pasó mucho tiempo en oración durante los cuarenta días que estuvo en el desierto. De modo que cuando Satanás vino con sus tentaciones astutas y sutiles Jesús no fué tomado desprevenido. Él estuvo vigilante.—Luc. 3:21; Mat. 4:1-10.

      17 Y lo mismo fué cierto de todo su ministerio. Repetidas veces leemos acerca de que se retiraba a orar en privado: “Más tarde, mientras oraba solo, vinieron los discípulos juntos a él.” Y otra vez: “Habiendo al fin despedido a las muchedumbres, subió solo a la montaña a orar,” continuando en ese lugar hasta temprano por la mañana, cuando se apresuró a donde estaban sus discípulos, que se hallaban amenazados por una tormenta. Y en otra ocasión, “temprano por la mañana, mientras todavía estaba oscuro, se levantó y salió y se dirigió a un lugar solitario, y allí empezó a orar.”—Luc. 9:18; Mat. 14:23; Mar. 1:35.

      18 Antes de escoger a los doce apóstoles de entre sus discípulos Jesús “salió al monte a orar, y continuó toda la noche en oración a Dios.” ¡Qué ejemplo es esto para nosotros de suplicar a Dios fervorosamente cuando nos enfrentamos a hacer una decisión importante! De nuevo, fué cuando Jesús “tomó consigo a Pedro y a Juan y a Santiago y subió a un monte a orar” que se efectuó la maravillosa escena de la transfiguración. ¿En respuesta a la oración de Jesús? ¡Sin duda! Y algo que contribuyó a que nosotros recibiéramos la oración modelo fué el propio ejemplo de orar de Jesús, como leemos: “Ahora bien, en la ocasión de estar él en cierto lugar orando, cuando cesó, cierto discípulo suyo le dijo: ‘Maestro, enséñanos a orar, tal como Juan también enseñó a sus discípulos.’”—Luc. 6:12; 9:28-30; 11:l.

      19, 20. (a) ¿Qué oraciones expresó Jesús en el último día de su ministerio terrestre? (b) ¿Por qué oró de la manera que lo hizo?

      19 Y especialmente durante el último día de su ministerio terrestre como hombre recurrió Jesús a la oración. Sabiendo que pronto dejaría a sus seguidores, oró extensa y fervorosamente por ellos, como se registra en el capítulo 17 de Juan. Y previendo el futuro inmediato especialmente oró por Pedro para que su ‘fe no se acabara.’ Luego, exactamente antes de que la chusma viniese para llevárselo, Jesús oró tres veces concerniente a la voluntad de su Padre para él: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa. Sin embargo, no como quiera yo, sino como quieras tú.” Sin duda el apóstol Pablo tenía presente esta ocasión en particular cuando escribió que “en los días de su carne Cristo ofreció súplicas y también peticiones al que podía salvarlo de la muerte,” su Padre celestial. (Luc. 22:31, 32; Mat. 26:39; Heb. 5:7) No por esto hemos de pensar que Jesús se retrajo de la muerte, ni de la clase de muerte que le aguardaba. ¿No había dicho a sus discípulos que sería ejecutado e indicado la manera en que sería ejecutado? (Mat. 16:21; Juan 12:33) Más bien, tenemos que concluir que su gran preocupación era a causa del vituperio que la muerte del Hijo de Dios en un madero de tormento le ocasionaría a su Padre celestial, Jehová Dios.

      20 Jesús continuó en oración mientras sufría las angustias del empalamiento. La vergüenza y dolor del empalamiento no lo alejaron de su Dios, sino que lo acercaron más a él. En sus oraciones citó de dos salmos proféticos que Dios había registrado con ese mismísimo propósito largos siglos antes: “Mi Dios, mi Dios, ¿con qué fin me has abandonado?” Y “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” Y luego tenemos su informe final a su Padre: “¡Se ha logrado!” Todo lo cual, nótese de paso, prueba que mientras estuvo en la tierra Jesús no fué humano y divino, no fué una encarnación, no fué miembro de una trinidad, sino que por completo fué un habitante de la tierra, una criatura humana; perfecto, sin embargo, porque su Padre era Jehová Dios.—Mat. 27:46; Luc. 23:46; Juan 19:30; Sal. 22:1; 31:5.

      21. ¿Qué lección podemos sacar del ejemplo de Jesús ?

      21 No hay duda de que Jesús siempre estuvo consciente de su necesidad espiritual. Y si él, el Hijo de Dios perfecto, inmaculado, hacedor de milagros, continuamente sintió la necesidad de orar, cuánto más debemos sentirla nosotros, hijos e hijas de Adán imperfectos, pecaminosos y débiles. El hecho de que los apóstoles de él tuvieron la misma actitud mental se destaca de sus cartas, que abundan con mandatos de orar y la mención de que ellos oraban por sus hermanos.—Rom. 15:30; 1 Tes. 1:2; 1 Ped. 4:7.

      ALABANZA, ACCIÓN DE GRACIAS Y PETICIÓN

      22. ¿Cuáles son algunos mandamientos bíblicos que encierran la idea de hacer oración?

      22 También se nos insta a orar en los muchos mandamientos y expresiones bíblicos que encierran la idea de hacer oración. Sólo mediante oración podemos continuar ‘invocando al Padre.’ Sólo mediante oración podemos ‘arrojar nuestra carga sobre Jehová, dejando que él nos sustente.’ Y para que ‘confiemos en Jehová con todo nuestro corazón’ y para que ‘lo tomemos en cuenta en todos nuestros caminos’ tenemos que acercarnos a él en oración así como también escudriñar su Palabra. Tampoco podemos ‘andar humildemente con nuestro Dios’ sin oración; pues, ¿quién no entra en conversación con la persona con quien está andando; y qué es oración si no hablar con Dios? Y cuando nosotros en primer lugar venimos a Dios en dedicación, ¿no es en oración que le decimos: ‘Yo he venido para hacer tu voluntad, oh Dios’?—1 Ped. 1:17; Sal. 55:22; Pro. 3:5, 6; Miq. 6:8, Mod; Heb. 10:9.

      23, 24. (a) ¿Cuáles son las tres formas o aspectos de la oración, y qué las ocasiona? (b) ¿Qué ejemplo excelente dió de éstas David?

      23 Sin embargo, no pasemos por alto el hecho de que la oración no se limita a pedirle algo a Dios. No, también incluye alabanza y acciones de gracias. Por lo tanto Jesús no sólo pidió repetidamente a Dios, sino que también vez tras vez lo alabó y le dió gracias en oración. (Mat. 11:25; Mar. 8:6; Luc. 22:17, 19; Juan 6:11, 23; 11:41) De modo que en toda ocasión recordemos que es apropiado siempre el que en nuestras oraciones alabemos a Jehová por quién es y por lo que es, y que siempre incluyamos expresiones de acción de gracias por todo lo que continuamente sigue haciendo por nosotros. Por medio de cultivar la actitud mental de alabanza y acción de gracias seremos recompensados con suficiencia en nosotros mismos o contentamiento, lo cual, junto con devoción piadosa, es un medio de gran ganancia.—1 Tim. 6:6.

      24 Un ejemplo excelente de una oración que incluyó alabanza, acción de gracias y petición es la que David ofreció al tiempo que él y su nación hicieron contribuciones para la edificación del templo de Jehová. Con elocuencia apropiada alaba a Jehová por sus cualidades y luego le da gracias porque él y su pueblo pudieron contribuir tan generosamente, pues todo provino de Dios en primer lugar. Y luego David pide a Jehová que siempre mantenga a su pueblo inclinado a ser tan generoso y teniendo su corazón siempre dirigido hacia Él. También David oró por el reino típico, diciendo: “Y a Salomón mi hijo dale un corazón completo para que guarde tus mandamientos.” Imitemos a David haciendo que nuestras oraciones den evidencia no sólo de que estamos conscientes de nuestra necesidad espiritual, sino también de que apreciamos la clase de Dios que Jehová es y lo que continuamente hace por nosotros.—1 Cró. 29:10-20.

  • La oración, una preciosa provisión amorosa
    La Atalaya 1959 | 15 de febrero
    • La oración, una preciosa provisión amorosa

      “No estén ansiosos por cosa alguna, sino que en todas las cosas por medio de oración y súplica junto con acción de gracias den a conocer sus peticiones a Dios.”—Fili. 4:6.

      1. ¿Qué hechos ponen de relieve la naturaleza milagrosa de la oración?

      AL SOLO reflexionar en cuanto a esta provisión de la oración no podemos menos de maravillarnos del milagro de todo ello. El hombre se sintió sumamente gozoso cuando el 10 de enero de 1946, después de extensos preparativos, estableció contacto por primera vez con la luna mediante señales de radar, regresando hasta él el eco sumamente débil de tales señales “después de un intervalo de entre 2.38 y 2.72 segundos, correspondiendo con la distancia a la luna de 355,666 a 407,166 kilómetros.” Puede que los rayos de radar del hombre lleguen a la luna con la velocidad de la luz, pero ¡qué es eso comparado con nuestras oraciones que llegan hasta el trono de Jehová, el cual, estando muy por encima del universo material, ha de estar a un sinnúmero de años luz, y llegan en sólo un instante de tiempo! ¡Y cuán fácilmente podemos ponernos en contacto con Jehová en oración!

      2. ¿Cuál es el primer requisito para orar, y en qué dos respectos?

      2 Sin embargo, para que se efectúe este milagro tenemos que orar al único Dios vivo y verdadero, Jehová. (Éxo. 6:3; Isa. 46:9) Las oraciones que se ofrecen a los dioses que sólo existen en la mente de los hombres jamás serán oídas, como llegaron a saber los sacerdotes de Baal en tiempo de Elías para disgusto de ellos. (1 Rey. 18:26-29; Sal. 115:4-8) Por lo tanto, el primer requisito para orar es la fe. “Sin fe es imposible lograr su buen agrado, porque el que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que llega a ser el galardonador de los que con sinceridad le buscan.” Observe, tenemos que tener fe no sólo en que Dios existe, sino también en que él recompensará a los que con sinceridad le buscan, en que él contestará nuestras oraciones. Como Santiago recalca: “Pero que siga pidiendo en fe, absolutamente sin dudar, porque el que duda es como una ola del mar impelida por el viento y echada de un lado a otro. De hecho, que no piense ese hombre que recibirá algo de Jehová.” Y como Jesús dijo: “Si tienen fe del tamaño de un grano de mostaza, . . . nada les será imposible.”—Heb. 11:6; Sant. 1:6, 7; Mat. 17:20.

      3. (a) ¿Qué ejemplos da la Palabra de Dios que muestran que él contesta la oración? (b) ¿Qué ejemplo moderno tenemos?

      3 Y ¿no tenemos base sana para tal fe? ¿No puede Dios “hacer más que sobreabundantemente en exceso de todas las cosas que pedimos o concebimos”? Y dado que él nos ama, podemos estar seguros de que él tanto quiere como puede—tan diferente del hombre imperfecto, quien tan a menudo quiere pero no puede o puede pero no quiere. Sí, “si ustedes, aunque son inicuos, saben dar buenos regalos a sus hijos, ¿cuánto más dará su Padre que está en los cielos cosas buenas a los que le piden?” ¿No contestó Dios la oración de Elías cuando se enfrentó a los 450 profetas de Baal? ¿la oración de Ezequías cuando el ejército de Senaquerib amenazaba a Jerusalén? ¿las oraciones a favor de Pedro cuando fué tomado preso por Herodes Agripa? Y la prosperidad de la sociedad del nuevo mundo de testigos de Jehová, y ésta a pesar de todos los obstáculos, es prueba de que Jehová Dios puede y quiere contestar la oración hoy día como siempre pudo y quiso en tiempos pasados. Cierto, tal vez no siempre entendamos por qué medios en particular Dios contesta la oración hoy día, pero sabemos que él usa su organización, que consta de criaturas invisibles y visibles, su Palabra y su espíritu santo o fuerza activa.—Efe. 3:20; Mat. 7:11; 1 Rey. 18:36-38; 2 Rey. 19:19, 35; Hech.12:5, 7.

      RECONOCIENDO EL CONDUCTO DE DIOS

      4. ¿Por medio de quién tenemos que venir en oración, y aparentemente por qué no se mencionó este requisito en la oración modelo de Jesús?

      4 Además, si nuestras oraciones han de llegar a Dios tenemos que reconocer el camino que él ha señalado, pues Jehová es un Dios de orden. Dado que es el gran Soberano del universo, él no es una persona que permita que sus súbditos se introduzcan de cualquier manera en su presencia sin permiso, y eso es especialmente cierto de los que son sus enemigos a causa del pecado. Él tiene un conducto que tenemos que reconocer si queremos tener una audiencia con él, por decirlo así. Desde la primavera de 33 d. de J.C. ese conducto es Jesucristo, así como él dijo: “Nadie viene al Padre sino por mí.” Aunque muchos declaren que llegan a Dios por medio de María u otros llamados santos, yerran tristemente en esto; porque, busquemos donde queramos en la Palabra de Dios, ni una sola vez leemos acerca de que petición alguna fuera dirigida por medio de éstos ni acerca de que se diera mandamiento alguno de que hiciéramos tal cosa. “Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, el cual se dió a sí mismo como rescate correspondiente para todos.” Dado que esto es así, pudiera preguntarse: ¿Por qué no incluyó Jesús este requisito en la oración modelo que dió a sus discípulos? Sin duda porque cuando dió esa oración él todavía no había probado su fidelidad plenamente. Pero para el último día de su ministerio él había ‘terminado la obra que su Padre le había dado para hacer,’ y por eso pudo decir: “Si ustedes le piden al Padre cualquier cosa él se la dará en mi nombre. Hasta este tiempo presente ustedes no han pedido una sola cosa en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su gozo sea hecho cabal.”—Juan 14:6; 1 Tim. 2:5, 6; Juan 17:4; 16:23, 24.

      5. ¿Cuál debe ser nuestra actitud mental en la oración, y por qué?

      5 Para que nuestras oraciones lleguen a Dios también tienen que ser expresadas con toda sinceridad. Los que oran simplemente “para ser visibles a los hombres” oran en vano, pues Dios odia a los hipócritas. El sólo oye a los que oran “con espíritu y verdad.” Sólo “la oración de los rectos le es un placer,” porque ellos “son los que verán su rostro.” Asimismo, tenemos que acercarnos a Dios con humildad. En vista de su grandeza y de nuestra insignificancia, el orgullo sería sumamente impropio. Además, al venir a Dios con peticiones venimos como mendigos, no como clientes. No podemos regatearle a Dios, porque no tenemos nada que ofrecer. Es sumamente adecuado, por lo tanto, el que Dios se oponga a los arrogantes y conceda su bondad inmerecida a los humildes.—Mat. 6:5; Juan 4:24; Pro. 15:8; Sal. 11:7; 1 Ped. 5:5.

      6. ¿Qué hay de nuestra posición física al orar, y no obstante qué puede decirse a favor del arrodillarse?

      6 Incidentalmente, no hay apoyo bíblico en lo absoluto para la práctica de cruzar uno las manos y asumir una postura santurrona en la oración. Como lo muestra la Palabra de Dios, nuestra posición física no es importante. Sin embargo, el arrodillarnos cuando ofrecemos oración privada se recomienda como una ayuda para que tengamos la correcta actitud mental de humildad delante de nuestro Hacedor. (Sal. 95:6; Dan. 6:10; Luc. 22:41; Efe. 3:14) También, el arrodillarnos nos ayuda a concentrar. Es tan fácil dormitar o dejar que la mente vague si oramos acostados en la cama. Sin duda por eso fué que Pablo nos aconsejó no sólo que fuéramos “perseverantes en la oración,” sino también que nos quedáramos “despiertos en ella con acción de gracias.”—Col. 4:2.

      EN ARMONÍA CON LA VOLUNTAD DE DIOS

      7-10. (a) Para ser contestadas, nuestras oraciones tienen que estar en armonía con ¿qué? (b) ¿Qué ejemplos bíblicos ilustran esto? (c) ¿Qué lección encontramos en esto?

      7 Además, si queremos que Dios oiga nuestras oraciones ellas tienen que estar en armonía con su voluntad. Jesús nos enseñó a orar: “Cúmplase tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra,” y él mismo oró: “No como quiera yo, sino como quieras tú.” Hace referencia a este mismo requisito el apóstol Juan: “No importa qué sea lo que pidamos de acuerdo con su voluntad, él nos oye.” Ese requisito es tan lógico y tan obvio que parece raro el que la mayoría de las personas que oran lo pase por alto—no obstante, quizás no parezca tan raro cuando observamos cuán egoístas y mal pensadas son casi todas las oraciones. ¿No tienen prioridad los propósitos de Dios? ¿No son mucho más importantes que cualesquier intereses que tengamos personalmente? Además, ¿no están en pugna a menudo las oraciones de los hombres, como en tiempo de guerra cuando ambos lados oran por la victoria? Prescindiendo de su omnisciencia y omnipotencia, Dios no podría contestar las oraciones que están en pugna.—Mat. 6:10; 26:39; 1 Juan 5:14.

      8 Note cómo obró este principio en la vida de Moisés. Cuando él invocó a Jehová al tiempo en que Faraón y sus ejércitos tenían arrinconados a los israelitas, Dios ejecutó un milagro y abrió el mar Rojo, porque esa oración estaba en armonía con el propósito de Jehová de engrandecer su nombre y librar a su pueblo de la esclavitud egipcia. Asimismo, cuando la nación de Israel merecía ser destruída a causa de haber hecho el becerro de oro y más tarde otra vez a causa de haberse rebelado al oír el informe de los espías infieles, Jehová no obstante perdonó a los israelitas porque Moisés le suplicó sobre la base de Su nombre y Su pacto con los antepasados de ellos. Jehová también oyó y contestó las oraciones de Moisés a favor de su pueblo en otras ocasiones.—Éxo. 14:15-28; 32:7-14; Núm. 11:1, 2; 12:l-15; 14:11-20; 21:5-9.

      9 Pero no fué así cuando Moisés oró que se le permitiera entrar en la Tierra de Promesa. Moisés había perdido su derecho porque permitió que los ‘israelitas quejumbrosos lo amargaran tanto que habló y obró imprudentemente en Meriba,’ y Jehová no iba a mudar de opinión. Y por eso aunque Moisés alabó a Jehová y le dió gracias por su bondad y siguió pidiendo: “Déjame pasar, por favor, y ver la buena tierra que está al otro lado del Jordán, esta buena región montañosa y el Líbano,” Moisés oró en vano. En vez de concedérsele su deseo fué reprendido con: “¡Bástete! Nunca me hables más de este asunto.” Obviamente Moisés había llegado al fin de la gran paciencia de Jehová. Las razones de Moisés eran puramente sentimentales, pues su presencia en la Tierra Prometida de ninguna manera era esencial para que se llevasen a cabo los propósitos de Jehová. ¿No había sido nombrado Josué para conducir al pueblo? Sí.—Sal. 106:32, 33; Deu. 3:24-28.

      10 Hay algunas lecciones sobrias para nosotros en las experiencias de Moisés. Entre otras cosas, hay más probabilidad de que nuestras peticiones sean contestadas si tienen que ver con el nombre de Jehová. Y, además, un pensamiento sobrio es que Jehová de ninguna manera es influído por el sentimentalismo, sino que es impulsado y guiado por sabiduría, justicia y amor. Algo que ayuda a alejarnos de todo ese sentimentalismo concentrado en uno mismo es la oración modelo que Jesús nos dió, pues pone en primer lugar las cosas primeras. ¿Y qué viene primero? “Nuestro Padre en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Cúmplase tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” El dejar que el triunfo universal de la justicia y la vindicación del nombre y soberanía de Jehová sean lo de interés principal en nuestras oraciones nos ayudará a hacer de estas mismas cosas asunto de interés principal en nuestra vida cotidiana.—Mat. 6:9, 10.

      INTERESES PERSONALES

      11. ¿Qué textos bíblicos muestran que los intereses personales son temas adecuados sobre los cuales orar?

      11 Que los intereses personales, espirituales y materiales, aunque son secundarios, también son temas adecuados sobre los cuales orar lo indican las Escrituras, pues ellas nos dicen: “No estén ansiosos por cosa alguna, sino que en todas las cosas por medio de oración y súplica junto con acción de gracias den a conocer sus peticiones a Dios.” Y otra vez: ‘Arrojen toda su ansiedad sobre él, porque él los cuida.’ Cualquier cosa en que estemos interesados, o cualquier cosa que nos afecte o sea para nosotros un problema difícil y agobie nuestra mente, es un tema adecuado sobre el cual orar, sea de índole espiritual o física. ‘¡Dígaselo al Padre!’ Y habiendo descargado nuestra preocupación debemos dejar de preocuparnos y tener fe en que “Dios hace que todas sus obras cooperen juntas para el bien de los que aman a Dios.”—Fili. 4:6; 1 Ped. 5:7; Rom. 8:28.

      12, 13. ¿Por qué cosas podemos hacer petición, según lo manifiestan las Escrituras?

      12 En conexión con esto bien pudiera decirse que lo que pedimos al orar indica el grado de nuestra madurez espiritual. Si estamos dando a Jehová “devoción exclusiva” y estamos “buscando primero el reino y su justicia,” las cosas personales por las que oramos principalmente serán de índole espiritual y por lo tanto también muy probablemente estarán en armonía con la voluntad de Dios. Entre tales cosas por las que podemos y debemos orar para nosotros mismos se halla una porción aun mayor del espíritu santo o fuerza activa de Dios, que a Dios le agrada darnos, así como Jesús muestra en Lucas 11:13. La sabiduría es otra dádiva que Dios obsequia generosamente a todos los que la piden y por lo cual debemos orar. (Sant. 1:5) E, igual que David, siempre debemos orar: “Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios.” Puede que oremos en vano si pedimos que se nos quite una prueba, pero no oraremos en vano si pedimos sabiduría para hacerle frente y fuerza para soportarla. Esa fué la experiencia de Pablo, pues, después de pedir tres veces en vano a Dios tocante a una dolorosa “espina en la carne,” Dios lo consoló con: “Mi bondad inmerecida es suficiente para ti; porque mi poder se está haciendo perfecto en la flaqueza.”—Sal. 143:10; 2 Cor.12:7-10.

      13 Y dado que ‘nuestra madre nos concibió en pecado’ necesitamos orar continuamente: “Perdónanos nuestros pecados,” implorando sobre la base del sacrificio de Cristo, como ya se hizo notar. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia.” Dado que éste es el caso, ¡cuán insensato es llevar la carga de la culpa del pecado cuando podemos ser exonerados de ella mediante la oración, determinándonos a mejorar en el futuro!—Sal. 51:5; Luc. 11:4; 1 Juan 1:9.

      14. Según se manifiesta en 1 Timoteo 2:1, 2, ¿concerniente a quiénes debemos orar y por qué razón?

      14 También está en armonía con la voluntad de Dios el que oremos “respecto a hombres de toda clase, respecto a reyes y a todos los que están en puestos encumbrados, para que podamos continuar llevando una vida tranquila y sosegada con plena devoción piadosa y seriedad.” No quiere decir esto que hemos de orar para que éstos se conviertan a la adoración pura de Jehová a pesar de sus inclinaciones, sino simplemente orar que no se opongan a nuestro ministerio. Por lo tanto tales oraciones no son egoístas. Incluídas estarían peticiones de que sea hecha la voluntad de Dios en los casos jurídicos que están siendo vistos o que están pendientes.—1 Tim. 2:1, 2.a

      15. ¿Qué cosas materiales podemos pedir?

      15 Que también podemos orar por las cosas materiales Jesús lo mostró al incluir en su oración modelo la petición: “Danos hoy nuestro pan para este día.” No lujos, no más de lo que necesitamos, sino contentándonos con “alimento y con qué cubrirnos.” Como leemos en otra parte: “Dos cosas te he pedido. No me las niegues antes de morir. La falsedad y la palabra mentirosa ponlas muy lejos de mí. No me des ni pobreza ni riquezas. Permíteme devorar el alimento prescrito para mí, para que no esté demasiado lleno y realmente [te] niegue y diga: ‘¿Quién es Jehová?’ y para que no empobrezca y realmente robe y asalte el nombre de mi Dios.” Incidentalmente, ¡note que aquí otra vez lo material es hecho incidental a lo espiritual!—Mat. 6:11; 1 Tim. 6:8; Pro. 30:7-9.

      ORANDO POR LA BENDICIÓN DE DIOS Y OBRANDO EN CONFORMIDAD

      16, 17. (a) ¿Qué cosa manifiesta la experiencia de Nehemías que debemos pedir en oración? (b) ¿Cómo manifiesta Pablo que él a preció lo mismo?

      16 Además, siempre necesitamos pedir que Jehová bendiga nuestros esfuerzos, pues a menos que Jehová edifique la casa y vigile la ciudad edificamos y vigilamos en vano. (Sal. 127:1) Entre los siervos de Jehová que apreciaron esta verdad estuvo Nehemías. Cuando el rey Artajerjes le preguntó qué quería, ¿qué hizo Nehemías ante todo? “Inmediatamente oré al Dios de los cielos.” Y Jehová al instante contestó su oración. En un abrir y cerrar de ojos la oración había llegado al trono de Jehová y se obró de acuerdo con ella, pues el rey concedió todas sus peticiones y Nehemías realizó el principal deseo de su corazón: la reedificación de los muros de Jerusalén a pesar de oposición violenta, y eso en sólo cincuenta y dos días.—Neh. 2:1-8; 6:15.

      17 El apóstol Pablo también apreció esta verdad. Repetidamente da énfasis a la oración en sus cartas, mencionándola veintenas de veces. Él no dependía de sus habilidades naturales o de sus poderes sobrenaturales para obtener resultados. Él sabía que era la bendición de Dios, no el plantar de Pablo ni el regar de Apolos, lo que hacía crecer las cosas. El termina cada una de sus catorce cartas con lo que en realidad es una oración de que la bondad inmerecida esté con aquellos a quienes les escribía. (1 Tes. 5:28) Esto también se ve en el hecho de que repetidamente pide a las diferentes congregaciones que oren por él y por su trabajo, como cuando escribió: “Finalmente, hermanos, continúen orando por nosotros, para que la palabra de Jehová siga moviéndose rápidamente y siendo glorificada tal como lo es de hecho con ustedes.” Si el apóstol Pablo, que poseía muchos dones, reconoció lo necesario que es tener la bendición de Dios sobre su ministerio, ¡aun más debernos reconocerlo nosotros!—2 Tes. 3:1; Efe. 6:18-20.

      18, 19. ¿Qué obligaciones asumimos por nuestras mismísimas oraciones?

      18 Naturalmente, el orar que Jehová bendiga nuestros esfuerzos denota que nosotros mismos estarnos haciendo todo lo que podemos, empleando nuestros mejores esfuerzos. El que nosotros oráramos sin obrar en armonía con nuestras oraciones equivaldría a ser hipócritas. Dios no hace para nosotros lo que podemos hacer para nosotros mismos. Podemos esperar segar sólo ‘si no nos rendirnos en hacer lo que es recto.’ Aunque es “Dios que lo hace crecer,” no debemos olvidar que no habría nada que Dios hiciera crecer si Pablo no hubiera plantado primero ni Apolos regado. Ni podemos esperar que Dios conteste nuestras oraciones cuando obramos de manera contraria a la manera en que oramos. ¿Cómo puede contestar Dios nuestra oración: “No nos metas en tentación,” si nos hacemos descuidados en cuanto a ‘hacer sendas rectas para nuestros pies’ o, peor todavía, si entramos deliberadamente en la tentación? Cualquiera que sea la importancia exacta de esas palabras de Jesús, una cosa es segura: nos obligan a un derrotero de evitar las tentaciones. Por eso, sea lo que fuere que pidamos, sabiduría, espíritu santo, paz, prosperidad espiritual, nuestro pan del día, por nuestra mismísima petición nos obligamos a hacer nuestra parte.—Gál. 6:9; 1 Cor. 3:7; Mat. 6:13; Heb. 12:13.

      19 Otro aspecto de este principio de obrar en conformidad con lo que pedimos en oración es la obligación de que obremos, hasta el grado que nos sea posible, de la manera que pedimos que Dios obre. Tenemos que tratar con otros de la manera que queremos que Dios trate con nosotros. ¿Queremos que se nos muestre misericordia? Entonces nosotros tenemos que mostrar misericordia. (Mat. 5:7) Sólo si mostramos misericordia a otros podemos pedir misericordia sinceramente. Eso explica por qué Jesús redactó su oración modelo de la manera que lo hizo (Traducción del Nuevo Mundo): “Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores.” Note el tiempo pretérito—no simplemente como intentamos perdonar a otros cuando pedimos perdón para nosotros mismos, sólo para olvidar todo acerca de perdonarlos después que nosotros recibamos perdón, ¡sino al practicar nosotros el perdón!—Mat. 6:12.

      ORACIÓN Y AMOR

      20, 21. (a) ¿De qué maneras es la oración una expresión de amor? (b) ¿Cómo puede ser ilustrado esto?

      20 Tampoco queremos pasar por alto cuán estrechamente relacionados están una con el otro la oración y el amor. ¿No revela la preciosa provisión de la oración el amor que Dios nos tiene a nosotros? El que el gran Soberano del universo hiciese provisión para que criaturas de polvo débiles, imperfectas y pecaminosas vengan a su presencia en cualquier tiempo que quieran y con cualquier cosa que tengan en el corazón y la mente ciertamente es otra prueba de que “Dios es amor.” Y, a la inversa, ¿no es la oración una expresión de amor por parte nuestra, amor a Jehová, a nuestros hermanos, sí, y amor a nosotros mismos, a causa de estar conscientes de nuestra necesidad espiritual?

      21 Como previamente se ha hecho notar bien en esta revista, al hacer una dedicación no nos dedicamos a una causa impersonal, sino a una persona, a nuestro amoroso Padre celestial, Jehová Dios. Por lo tanto nuestras oraciones pudieran compararse a llamadas telefónicas de larga distancia que un niño, mientras está ausente de su casa internado en la escuela, hace a su padre que está en casa. Nuestro Padre celestial ha hecho todas las provisiones, se ha encargado de todos los gastos— y no crea usted que no le costó nada. Sí le costó, la vida de su Hijo unigénito—y le alegra el corazón el que nosotros lo invoquemos o llamemos en oración, porque él verdaderamente nos ama. Nos gusta conversar con las personas a quienes amamos, ¿no es verdad? Si amamos a nuestro Padre celestial conversaremos con él a menudo. ¿Conversamos con él tanto como podemos, o nos falta aprecio?

      22. ¿De qué otra manera influirá en nuestras oraciones el amor a Dios?

      22 El amor hace que apreciemos lo que Dios continuamente está haciendo para nosotros y hará que deseemos ir a él frecuentemente con el espíritu de alabanza y acción de gracias y que nos quedemos por algún tiempo ante su presencia. Así como la mente de los enamorados sigue volviéndose al objeto de su amor, así, como personas que amamos a Jehová, nuestra mente debe seguir volviéndose hacia él y hacia su bondad siempre que no estemos ocupados con cosas que requieran atención y aplicación. Y especialmente, cuando estamos conmovidos profundamente a causa de alguna bendición que hayamos recibido, el amor hará que nuestro corazón rebose de espontáneas expresiones de alabanza. Por eso ‘en conexión con todo demos gracias. Pues ésta es la voluntad de Dios tocante a nosotros.’ Como Job lo expresa: ‘Si en el Todopoderoso hallamos deleite exquisito, llamaremos a Dios a todo tiempo.’ Entonces estaremos alabando continuamente a Jehová, ‘siete veces al día.’—1 Tes. 5:18; Job 27:10; Sal. 119:164.

      23, 24. (a) ¿Cuál es otra manera en que podemos mostrar amor mediante nuestras oraciones, según se desprende de qué ejemplos bíblicos? (b) ¿Qué privilegios en particular tenemos en conexión con esto hoy día?

      23 ¿Amamos a nuestros hermanos? Una manera en que podemos mostrar esto es orando por ellos. Además del ejemplo excelente que Jesús nos dió acerca de esto, como ya se hizo notar, tenemos el ejemplo de Pablo. El no sólo ministraba a sus hermanos públicamente y en sus hogares y les escribía cartas amorosas de instrucción y estímulo cuando no podía estar con ellos personalmente, sino que también seguía orando por ellos. Mencionemos sólo dos ejemplos: “Yo . . . no ceso de dar gracias por ustedes. Continúo mencionándolos en mis oraciones.” “Sigo orando: que el amor de ustedes abunde aun más y más con conocimiento acertado y pleno discernimiento.” En este respecto también imitemos a Pablo así como él imitó a Cristo.—Efe. 1:15, 16; Fili. 1:9; 1 Cor. 11:1.

      24 Especialmente debemos recordar orar por nuestros hermanos que llevan las responsabilidades mayores, y por los que estén sufriendo persecución. Perseveremos en tales oraciones, como Jesús nos instó a hacerlo en su ilustración de la viuda insistente: “De seguro, entonces, ¿no hará Dios que se haga justicia a sus escogidos que claman a él en alta voz día y noche, aun cuando es longánimo con ellos? Yo les digo: Él hará que se les haga justicia rápidamente.” Si nuestro corazón verdaderamente compadece a estos hermanos, ‘seguiremos pidiendo’ a favor de ellos.—Luc. 18:7, 8; Mat. 7:7.

      25. ¿Qué efecto tendrá en nuestras oraciones el amarnos apropiadamente nosotros mismos?

      25 Asimismo el amarnos de manera apropiada nosotros mismos significa estar conscientes de nuestra necesidad espiritual; y eso nos hará querer dirigirnos a Dios en oración, como lo hemos hecho notar previamente. Nos hará querer conversar con Dios regularmente, cada mañana al levantarnos, y cada noche antes de acostarnos, y a la hora de las comidas. Luego también tendremos presente el orar antes de participar en el ministerio y mientras participamos en él, y especialmente si tenemos el privilegio de predicar la Palabra desde la plataforma pública. Luego también escucharemos cuidadosamente y nos imbuiremos con el espíritu de las oraciones que otros ofrecen a oídos nuestros, como en las reuniones de congregación, en vez de dejar que nuestra mente vague. Y si tenemos el privilegio de ofrecer oración pública eso nos impulsará a hablar clara, coherente y sinceramente, para que todo el que oiga pueda decir desde el corazón: “¡Amén!”

      26. ¿Por qué y cómo hace la oración que el amor crezca?

      26 Y, finalmente, notemos que la oración no sólo es una expresión de amor, sino que la oración nos hace crecer en amor. La oración audible expresada sinceramente en presencia de nuestros hermanos nos une en amor; los sentimientos del corazón que oímos expresados son nuestros sentimientos; pensamos y sentimos de la misma manera. ¡Qué privilegio tuvieron los apóstoles al oír a Jesús expresar la oración registrada en Juan 17! Lo mismo pudiera decirse concerniente a los que oyeron las oraciones registradas en 1 Reyes 8:15-54; Esdras 9:6-15; Nehemías 9:5-38; Isaías 37:14-20. La oración en la familia une a la familia más estrechamente, y la oración en las diferentes reuniones de congregación une más estrechamente a los miembros de la congregación. Al asociarnos con nuestro semejante en nuestra familia o congregación a veces algo sucede que nos hace resentirnos y a causa de ello abrigamos algún resentimiento. Pero cuando oímos a éste representarnos en oración a Dios humilde y sinceramente y con la simplicidad de un niño todo el resentimiento se disipa.

      27, 28. ¿Qué indica que la oración es una preciosa provisión amorosa de Jehová para nosotros?

      27 La oración verdaderamente es un milagro asombroso, una preciosa provisión amorosa. No podemos retener integridad para con Dios sin su ayuda. Los hombres inicuos pueden quitarnos nuestras Biblias, nuestras oportunidades de asociarnos con nuestros hermanos y de participar en el ministerio del campo, pero jamás pueden quitarnos la preciosa provisión de orar. Y sabemos por qué cosas orar, ante todo por el triunfo de la justicia en el universo y luego por cualquier cosa que esté en armonía con la voluntad de Jehová para nosotros, su espíritu, sabiduría, perdón de pecados, el que bendiga nuestros esfuerzos, y nuestras necesidades diarias. Y el hecho de que Jehová contesta la oración hoy día lo podemos ver por la expansión de la adoración pura, por la felicidad de su pueblo, así como por sus siervos que retienen integridad a pesar de la oposición y persecución más enconadas.

      28 A causa de que vivimos en tiempos críticos y difíciles de manejar tenemos más necesidad que nunca antes de ser vigilantes, de evitar el lazo de la demasiada confianza, de estar conscientes de nuestra necesidad espiritual, lo cual requiere estudio aumentado de Su Palabra, meditación, asociación con nuestros hermanos, ministerio del campo y especialmente oración. Y en vista de la prosperidad espiritual de la sociedad del nuevo mundo y la luz aumentada que brilla sobre nuestra senda, ¿no tenemos más razón que nunca antes de ofrecer alabanza y acción de gracias a nuestro Padre celestial? Verdaderamente el precioso privilegio de la oración es prueba de que Dios es amor, y por medio de usar ese privilegio damos prueba de que lo amamos a él y a nuestro prójimo.

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