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  • Cómo orar a Jehová para ser oído
    La Atalaya 1981 | 1 de enero
    • Cómo orar a Jehová para ser oído

      “El que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que viene a ser remunerador de los que le buscan encarecidamente.”—Heb. 11:6.

      1-3. (a) ¿Qué nos comunica la experiencia de una muchachita? (b) ¿Qué lección pueden sacar de esto todos los que son padres?

      SUCEDIÓ en un Salón del Reino de testigos de Jehová. A pesar de que la madre vez tras vez le dio miradas severas y le susurró reprensiones al oído, cierta muchachita siguió portándose mal. La madre entonces le hizo una señal al padre para que él se encargara de la niña, y él lo hizo. Con su hijita, el padre dio pasos firmes en dirección a un cuartito en la parte posterior del salón. La chiquilla, al darse cuenta de lo que le esperaba, gritó: “¡Ay, Jehová, por favor, ayúdame!”

      2 Siempre que se relata esto, produce alguna risa, y con razón. Pero, ¿es solo gracioso este acontecimiento, o nos comunica algo? Ciertamente nos comunica algo. La muchachita conocía el nombre de Dios el Creador, que es Jehová, algo que muy pocas niñitas conocen. A ella se le había enseñado el valor de la oración y que se puede suplicar a Jehová pidiendo su ayuda en tiempos de dificultad. Es cierto que parece divertido el que ella le pidiera a Dios protección de la disciplina que necesitaba. Pero, en realidad, ¿son solo muchachitas ingenuas quienes hacen una solicitud de esta clase? De ninguna manera. La nación de Israel hizo la mismísima cosa vez tras vez, especialmente en los días de los jueces. Repetidas veces, cuando recibían el castigo que merecían, oraban a Dios por alivio.—Jue. 2:11-18; 4:1-3, 23, 24; 10:6-16; 11:32, 33.

      3 Esto encierra una lección para todos los padres cristianos. Empiecen temprano en la vida de sus hijitos a inculcar en ellos fe en Jehová Dios. Ayúdenles a apreciar y comprender que Jehová es una persona verdadera que oye y contesta las oraciones. El enseñar desde la infancia a los hijos acerca de la oración contribuirá mucho a hacer que cuando alcancen la edad de responsabilidad sean personas que teman a Dios.—Compare con Salmo 22:9, 10; Proverbios 22:6; 2 Timoteo 3:14, 15.

      POR QUÉ REFLEXIONAR EN SUS ORACIONES

      4, 5. (a) ¿Qué preguntas nos convendría hacernos respecto a la oración? (b) ¿Por qué son muy oportunas esas preguntas?

      4 Pero, ¿qué papel desempeña la oración en la vida suya? ¿Cuánto ora usted? ¿Halla usted que muchas veces está demasiado ocupado hasta para orar? ¿O sucede acaso que usted hace sus oraciones de prisa y mecánicamente, como una tarea, un deber que hay que cumplir? ¿Cuánta calidad hay en sus oraciones?

      5 Estas preguntas que incitan a la reflexión son oportunas. Aun entre los que se identifican como siervos de Jehová hay quienes no oran con regularidad. A otros les parece que sus oraciones carecen de contenido y sustancia significativos. Esto es algo que el cristiano no puede tomar a la ligera, porque la calidad de sus oraciones refleja su condición espiritual. A la vez, la salud espiritual de la persona depende en gran manera de que esté consciente de su necesidad espiritual y haga algo respecto a ésta. (Mat. 5:3) Al mismo tiempo, al reflexionar en la calidad de sus oraciones la persona puede mejorar su condición espiritual.

      POR QUÉ PODEMOS ACERCARNOS A JEHOVÁ CON CONFIANZA

      6. En vista de lo que dice la Biblia en Salmo 65:2, Filipenses 4:6 y 1 Tesalonicenses 5:17, ¿por qué podemos orar a Dios con confianza?

      6 ¿Por qué podemos acercarnos a Jehová con confianza y esperar que él escuche nuestras oraciones? Ante todo, porque él se identifica a sí mismo como el “Oidor de la oración” y repetidas veces nos manda que oremos. (Sal. 65:2) Su Palabra contiene mandatos como éstos: “Oren de continuo, para que no entren en tentación.” (Mat. 26:41) “Oren los unos por los otros.” (Sant. 5:16) “Persistan en la oración.” (Rom. 12:12) “Oren incesantemente.” (1 Tes. 5:17) “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo por oración y ruego junto con acción de gracias dense a conocer sus peticiones a Dios.”—Fili. 4:6.

      7. ¿Quiénes fueron algunos hombres de oración ejemplares?

      7 La Biblia también suministra ejemplos que, en realidad, son mandatos indirectos de que oremos. Desde Génesis hasta Revelación, el registro inspirado abunda en ejemplos de hombres de oración. De Abrahán leemos que oró a Jehová. (Gén. 12:8) Jesucristo oró a su Padre vez tras vez, desde el tiempo en que se bautizó en el Jordán hasta cuando lo colgaron en el madero de ejecución. (Luc. 3:21; 23:46) Literalmente docenas de veces menciona el apóstol Pablo el tema de la oración en sus cartas. Repetidamente habla de orar por otros, estimula a que se ore, o pide que otros oren por él. (Fili. 1:9-11; Efe. 6:18, 19) El libro de Revelación, escrito por el apóstol Juan, cierra con dos oraciones.—Rev. 22:20, 21.

      8. ¿Debido a qué cuestión podemos acercarnos a Dios con confianza?

      8 La segunda razón por la cual podemos acercarnos a Dios con confianza al orar es que su nombre está envuelto en la situación. Esto incluye su nombre o reputación como “Oidor de la oración.” Además, puesto que su nombre está unido a su pueblo, si por algún motivo pareciera que él hubiese abandonado a estas personas los observadores interpretarían eso mal, como si revelara que Jehová no puede ayudar a sus siervos cuando andan descarriados. Esto le acarrearía vituperio a Su nombre. En vista de esto, en Salmo 79:9 leemos: “Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por amor a la gloria de tu nombre; y líbranos y encubre nuestros pecados por causa de tu nombre.” Moisés, Josué, David y Ezequías oraron en el mismo sentido. (Éxo. 32:11, 12; Jos. 7:8, 9; 2 Rey. 19:15-19; Sal. 25:11) Y el profeta Daniel expresó su súplica en estas palabras: ‘Oh Jehová, presta atención y actúa. No te tardes, porque tu propio nombre ha sido llamado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.’ (Dan. 9:19) Sí, si de veras llevamos el nombre de Jehová, podemos suplicarle con eso como base.

      9. Al suplicar a Dios misericordia y perdón, ¿por qué podemos hacerlo con confianza?

      9 La tercera razón por la cual podemos esperar que Jehová oiga nuestras oraciones es que él conoce nuestras limitaciones y desea ayudarnos. El salmista David expresó esto como sigue: “Tan lejos como está el naciente del poniente, así de lejos ha puesto de nosotros nuestras transgresiones. Como un padre muestra misericordia a sus hijos, Jehová ha mostrado misericordia a los que le temen. Pues él mismo conoce bien la formación de nosotros, acordándose de que somos polvo.” (Sal. 103:12-14; vea también Salmo 51:5.) Por eso, cuando nos vence alguna falta, cuando hacemos un lío de las cosas o cometemos un error grave, podemos suplicar a Jehová Dios sobre la base de nuestras debilidades e imperfecciones.

      10. Según se ilustra en el caso de Job y el de Pablo y otros, ¿por qué podemos acercarnos a Dios con confianza?

      10 Otra razón importante por la cual podemos acercarnos a Jehová con confianza es que él oye nuestras oraciones sobre la base de que somos mantenedores de integridad. Job hizo una súplica elocuente en este sentido al decir: “¡Que Dios me pese con balanza justa, y se convencerá de mi inocencia!” (Job 31:6, Versión Popular) De manera similar, Pablo dijo lo siguiente a compañeros de creencia: “Ocúpense en orar por nosotros, porque confiamos en que tenemos conciencia honrada, puesto que deseamos comportarnos honradamente en todas las cosas.” (Heb. 13:18) El hecho de que tenemos que ser rectos desde el punto de vista de Dios también resalta de lo siguiente que el apóstol Juan escribió: “Amados, si nuestro corazón no nos condena, tenemos franqueza de expresión para con Dios; y cualquier cosa que le pedimos la recibimos de él, porque estamos observando sus mandamientos y estamos haciendo las cosas que son gratas a sus ojos.”—1 Juan 3:21, 22.

      ORAR POR MEDIO DE JESUCRISTO, NO A ÉL

      11. ¿Por medio de quién, únicamente, podemos acercarnos a Dios en oración?

      11 ¿Cómo podemos tener acceso al gran “Oidor de la oración”? Él ha designado que esto sea solo por medio de Jesucristo. Solo hay un Mediador entre Dios y los hombres, y un Sumo Sacerdote, Jesucristo. (1 Tim. 2:5; Heb. 7:25, 26) Jesús mismo lo expresó muy explícitamente, al decir: “Nadie viene al Padre sino por mí.” (Juan 14:6) “Muy verdaderamente les digo: Si le piden alguna cosa al Padre se la dará en mi nombre. . . . Pidan y recibirán, para que su gozo se haga pleno.”—Juan 16:23, 24.

      12, 13. (a) En vista de lo que hicieron el apóstol Juan y Esteban, ¿qué preguntas pudieran hacerse? (b) Pero, ¿por qué no pueden tomarse como razones para orar directamente a Jesús los ejemplos de Esteban y el apóstol Juan?

      12 Sin embargo, hay quienes se preguntan: ‘¿No podemos también pedir cosas directamente a Jesús mismo? ¿No se dirigió el discípulo Esteban directamente a Jesús en oración, y no hizo lo mismo el apóstol Juan?’ Es cierto que Esteban, justamente antes de expirar, dijo: “Señor Jesús, recibe mi espíritu.” (Hech. 7:59) Y el apóstol Juan sí oró: “¡Amén! Ven, Señor Jesús.”—Rev. 22:20.

      13 Sin embargo, sería bueno considerar las circunstancias. Esteban, por ejemplo, tuvo una visión, porque exclamó: “¡Miren! Contemplo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la diestra de Dios.” Por eso, puesto que vio a Jesús en una visión, Esteban pudo dirigirse directamente al Hijo de Dios. (Hech. 7:56) Así mismo, el apóstol Juan tuvo una visión de cosas celestiales. (Rev. 1:1, 10; 4:1, 2) Mientras tenía esta visión, el apóstol vio a Jesús y lo oyó decir: “El que da testimonio de estas cosas dice: ‘Sí; vengo pronto.’” (Rev. 22:20) Por consiguiente, Juan respondió a lo que acababa de oír a Jesús decir. Estas ocasiones pueden compararse con lo que aconteció cuando el perseguidor Saulo de Tarso iba de camino a Damasco. Jesucristo se reveló a Saulo y dijo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me estás persiguiendo?” Tal como sucedió en el caso del apóstol Juan y de Esteban, Saulo contestó directamente a Jesús: “¿Quién eres, Señor?”—Hech. 9:4, 5.

      CON DEBIDA REVERENCIA

      14, 15. Cuando estamos orando, ¿qué deben indicar nuestra actitud, palabras y tono de voz, y por qué?

      14 Al acercarnos en oración al gran Soberano del universo, también tenemos que hacerlo de la manera correcta. Podemos acercarnos a Dios sólo si lo hacemos con el mayor respeto, deferencia y profunda humildad. El hecho de que la Palabra de Dios nos dice que podemos acudir a Dios con “franqueza de expresión” no quiere decir que podemos tratar al gran Creador con demasiada confianza o de modo completamente falto de formalidad. (Heb. 4:16; 1 Juan 3:21, 22) ¡Qué irreflexivamente impropio sería empezar una oración con una expresión como: “¡Buenas tardes, Jehová!” Podemos acudir a él con franqueza de expresión porque tenemos fe y confianza en que Él está dispuesto a oír y porque somos mantenedores de integridad. Pero debemos hacerlo con profundo respeto, con reverencia.—Compare con Eclesiastés 5:1, 2.

      15 Jamás debemos olvidar que Jehová Dios está ensalzado muy por encima de nosotros. Debido a nuestra existencia y organismo terrenales, somos inferiores a los ángeles en poder y gloria. (Heb. 2:7) Además, somos criaturas humanas imperfectas y pecaminosas. Correctamente, pues, en nuestras oraciones debemos emplear palabras y un tono de voz que muestren que entendemos y apreciamos nuestra relación con Jehová Dios, porque él concede audiencia solamente a los humildes que ‘tiemblan ante su palabra.’ (Isa. 66:2) ¡Qué bien subrayó este principio Jesucristo en su parábola acerca de los dos hombres que subieron al templo de Jerusalén para orar! Jehová Dios no prestó atención al fariseo orgulloso que era justo según su propia estimación, pero evidentemente oyó y contestó la oración del humilde y contrito recaudador de impuestos.—Luc. 18:9-14.

      CON FE Y PERSISTENCIA

      16. ¿Qué textos bíblicos muestran la importancia de la fe con relación a la oración?

      16 El acudir a Jehová con fe es otro requisito importante para que él nos oiga. Esta condición para la oración se nos señala vez tras vez en la Palabra de Dios. Jesús dijo: “Si tienen fe del tamaño de un grano de mostaza . . . nada les será imposible.” (Mat. 17:20) En Hebreos 11:6 se nos dice que para agradar a Dios bien no solo tenemos que tener fe en que él existe, sino también en que recompensa a los que “le buscan encarecidamente.” El discípulo Santiago escribió: “Siga pidiendo en fe, no dudando nada, porque el que duda” no “recibirá cosa alguna de Jehová.”—Sant. 1:6, 7.

      17. ¿Qué consejo dan las Escrituras en cuanto a persistir en la oración?

      17 Para que nuestras peticiones reciban respuesta, también tenemos que persistir en la oración. Deberíamos querer hacer un hábito de la oración. La Biblia nos amonesta: “Mantengan constantemente el hábito de la oración.” (Rom. 12:12, The New Testament in Modern English, por J. B. Phillips) Jesús recalcó vez tras vez este aspecto de la oración. En su Sermón del Monte, dijo: “Sigan pidiendo, y se les dará; sigan buscando, y hallarán; sigan tocando, y se les abrirá.” (Mat. 7:7) En su parábola acerca de la viuda que consiguió justicia de un juez que ni temía a Dios ni respetaba al hombre, Jesús igualmente recalcó la importancia de persistir en la oración. (Luc. 18:1-8) Si verdaderamente deseamos con intensa sinceridad las cosas que pedimos a Jehová Dios, ‘persistiremos en la oración’ y ‘oraremos incesantemente.’—Rom. 12:12; 1 Tes. 5:17.

      18. ¿Qué cosas debemos controlar para que no nos impidan tener tiempo para orar?

      18 Un factor estrechamente relacionado con el persistir en la oración es el de darnos tiempo para orar. Nunca debemos estar demasiado ocupados para orar. Es cierto que hay ciertas cosas necesarias para la vida —nuestra ocupación diaria, el comer, el aseo, el dormir— que ocupan la mayoría de nuestras 24 horas diarias. Pero, ¿no hay muchas otras cosas que posiblemente nos quiten más tiempo del que les debemos permitir? Entre estas cosas pueden estar la lectura del periódico, el ver televisión, el participar en actividades deportivas y otras formas de recreo o descanso. A menos que verdaderamente apreciemos el precioso privilegio de la oración, bien puede ser que nos hallemos descuidándolo porque estas cosas no nos dejen tiempo para ello.

      OCASIONES PARA ORAR

      19. ¿Cuáles son algunas de las muchas ocasiones que tenemos para orar?

      19 Realmente son muchas las ocasiones u oportunidades que tenemos para orar. El que estemos ‘orando incesantemente’ quiere decir que oremos en toda ocasión... al levantarnos por la mañana, al acostarnos por la noche, antes de las comidas y durante las horas de la noche en que no estamos dormidos. (Vea Salmo 5:3; 92:1, 2; 119:147-149, 164; 1 Timoteo 4:4, 5.) Puede que nos enfrentemos a problemas graves o a tiempos de presión, o tengamos que cargar con responsabilidades pesadas; puede que se nos pida hablar ante un auditorio cristiano o defender nuestra fe ante funcionarios gubernamentales. Ciertamente éstas son ocasiones en las que debemos encomendar nuestras inquietudes a Jehová. Sí, “en todos tus caminos tómalo [a Jehová] en cuenta, y él mismo hará derechas tus sendas “ (Pro. 3:6) Además, siempre que recibamos alguna bendición especial, particularmente si es inesperada o la hemos deseado intensamente, se nos debe llenar el corazón de gratitud a Jehová. Pero, por supuesto, no necesitamos razones especiales. Nuestro corazón y nuestra mente pueden movernos a expresar gratitud en cualquier otro momento.

      20. ¿Qué se puede decir acerca de la posición corporal que adoptamos al orar?

      20 Puesto que cualquier tiempo y todo tiempo pueden ser apropiados para orar, ¿significa esto que no es necesario dar atención alguna a la posición corporal que adoptamos al orar? Es cierto que la Biblia no prescribe que uno se coloque en cierta posición, tal como arrodillarse y doblar las manos, cuando uno ora. Pero sí leemos de personas que al orar estuvieron de pie, de rodillas o postradas, y con las manos extendidas. (Véase Génesis 24:26, 48; 1 Reyes 8:22, 42, 44, 54; Nehemías 2:1-4; Marcos 11:25.) Esto indicaría que al orar es apropiado, siempre que sea posible, adoptar una actitud física de respeto. Por ejemplo, en una reunión de congregación podemos ponernos de pie e inclinar la cabeza. El cambiar así la posición del cuerpo también nos puede ayudar a concentrarnos en la oración que se dice a favor de nosotros. Ciertamente parece que el arrodillarse es una posición especialmente apropiada para las oraciones privadas. (Compare con Daniel 6:10; Filipenses 2:9, 10.) Aun si estamos tendidos en la cama cuando oramos antes de dormirnos, tenemos que ejercer cuidado para obedecer la orden apostólica de ‘mantenernos despiertos,’ alertos, vigilantes, cuando oramos.—Efe. 6:18.

      21. Para acercarnos a Dios de modo que se nos oiga, ¿cómo tenemos que orar?

      21 Realmente el orar a Jehová Dios es algo que queremos tomar en serio. ¡Cuán agradecidos debemos sentirnos de que podamos acercarnos a nuestro Padre celestial con confianza en que él nos oirá en cualquier momento! Por supuesto, esto depende de que nos acerquemos a él con fe, por el conducto apropiado, con el debido y correcto estado de ánimo, y entonces persistamos en la oración, sin nunca estar demasiado ocupados para orar. Y, si usted tiene hijos, enséñeles con paciencia la importancia de la oración tanto por precepto como por excelente ejemplo.

  • ‘Use toda forma de oración y ruego’
    La Atalaya 1981 | 1 de enero
    • ‘Use toda forma de oración y ruego’

      ‘Con toda forma de oración y ruego ocúpense en orar en toda ocasión en espíritu. Y a ese fin manténganse despiertos con toda constancia y con ruego a favor de todos los santos.’—Efe. 6:18.

      1. (a) ¿De qué maneras queremos pensar en Jehová Dios cuando nos acercamos a él en oración? (b) ¿Cuáles son las cuatro formas básicas de la oración?

      EL Creador, Jehová Dios, no es simplemente una Causa Primera impersonal, sino una verdadera persona con sentimientos. Puede ver y oír. Cuando nos acercamos a Él en oración, siempre queremos pensar en él así. La Palabra de Dios nos aconseja acudir a él “con toda forma de oración y ruego.” (Efe. 6:18) ¿Qué encierra esto? Hay cuatro formas básicas de oración... alabanza, acción de gracias, petición y ruego.

      ALABANDO A DIOS AL ORAR

      2, 3. ¿Qué forma de oración se halla entre las más nobles y ensalzadas, y cuáles son algunas de las muchas razones por las cuales se le debe a Jehová Dios?

      2 La alabanza ciertamente es una noble y ensalzada forma de oración. Se le debe al Creador a causa de las cualidades y logros de él. En calidad de “Señor Soberano Jehová,” no hay quien lo iguale en autoridad. (2 Sam. 7:28) Puesto que no tiene principio ni fin, Jehová Dios es el sin par “Rey de la eternidad.” (1 Tim. 1:17) Es una persona tan gloriosa que ningún hombre puede verlo y seguir viviendo. (Éxo. 33:20) El Altísimo no tiene igual, puesto que es infinito en poder y sabiduría, enteramente justo y la personificación del amor altruista. (Deu. 32:4; Job 37:23; Rom. 11:33; 1 Juan 4:8) Él hizo todas las cosas y por eso es dueño del universo entero. (Gén. 1:1, 31; Sal. 50:10) En nombre y fama, es sin parangón. Solo él puede decir con derecho: “Yo RESULTARÉ SER.” Es el único que tiene el nombre Jehová, el cual se entiende que significa: “Él causa que llegue a ser.” (Éxo. 3:14; 6:3) Solo él puede declarar con derecho: “¿A quién me asemejarán ustedes o me harán igual o me compararán para que nos parezcamos uno al otro?” “Yo soy el Divino y no hay otro Dios, ni nadie semejante a mí.”—Isa. 46:5, 9.

      3 Por encima de todos los demás, este Dios incomparable, sin igual, sin par, sin parangón, merece alabanza. Apropiadamente, veintenas de veces, desde Éxodo 15:11 hasta Revelación 19:6, se da estímulo para que se alabe a Jehová. En armonía con esto, nosotros no solo queremos seguir alabando al Altísimo en nuestras oraciones, sino que, también, en nuestra conversación diaria queremos hacer que la atención se enfoque en él más bien que en nosotros. Después de todo, no tenemos nada que no hayamos recibido, y, aparte de él, realmente no podemos lograr nada.—Sal. 127:1; 1 Cor. 4:7.

      DANDO GRACIAS A JEHOVÁ

      4, 5. ¿Qué dicen los diferentes escritores de la Biblia acerca de dar gracias a Jehová, y cuáles son algunas de las muchas razones por las cuales debemos hacer eso?

      4 En estrecha relación con alabar a Jehová está el darle gracias. Solo es justo que expresemos agradecimiento por todo lo que Jehová ha hecho, está haciendo y todavía hará para nosotros. Parece que los escritores de los salmos estuvieron especialmente conscientes de lo apropiado que es el que expresemos gracias a Jehová. Vez tras vez leemos expresiones como ésta: “Oh, dense gracias a Jehová por su bondad amorosa y por sus maravillosas obras para con los hijos de los hombres.” (Sal. 107:8, 15, 21, 31) De igual manera, Pablo nos aconseja que hagamos “ruego junto con acción de gracias.” Sí, hemos de estar “dando gracias siempre por todas las cosas a nuestro Dios y Padre.”—Fili. 4:6; Efe. 5:20.

      5 ¡Qué numerosas son las cosas por las cuales debemos expresar gratitud diariamente a nuestro Padre celestial! Le debemos las gracias por todas las cosas físicas y materiales que recibimos y que no solo hacen posible la vida, sino que también la hacen deleitable. (Sant. 1:17) ¿Agradecemos todas las bendiciones espirituales con las cuales Jehová colma a sus siervos... los beneficios del sacrificio de Cristo, la Palabra de Dios y su espíritu, la congregación cristiana y el don de la oración? ¿Agradecemos la bendición de asociarnos con compañeros de creencia, el privilegio de atender a las necesidades de otros y la maravillosa esperanza del Reino? En tal caso, expresemos gratitud en nuestras oraciones. Es cierto que no siempre podremos recordar ni enumerar todo lo que Dios ha hecho para nosotros. Pero deberíamos sentirnos como el salmista, quien dijo: “Bendice a Jehová, oh alma mía, y no olvides todos sus hechos.”—Sal. 103:2.

      HACIENDO PETICIONES A JEHOVÁ

      6. ¿Qué tres zonas o campos generales abarcan nuestras peticiones, y respecto a qué cosa, ante todo, nos instruyó Jesús a orar?

      6 Realmente es un gran consuelo el que podamos acudir a Jehová con “franqueza de expresión” al hacer nuestras peticiones. (Heb. 4:16; 1 Juan 3:21) Como lo ilustró Jesús en su Oración Modelo, por lo general nuestras peticiones tienen que ver con tres áreas generales... el triunfo de la justicia, nuestras necesidades espirituales y nuestras necesidades físicas. Apropiadamente, Jesús nos dijo que oráramos, ante todo, por la santificación del nombre de Jehová, por la venida de su reino y para que se hiciera Su voluntad aquí en la Tierra. Jesús mismo oró: “Padre, glorifica tu nombre.” (Mat. 6:9, 10; Juan 12:28) Entre estas peticiones también estaría la de que Jehová prospere la obra de sus siervos en la Tierra y sostenga a los que sufren penalidades y pruebas por causa del nombre de él. (Sal. 118:25) Tampoco debemos pasar por alto la amonestación de Pablo de que oremos a favor de todos los que están en puestos encumbrados “a fin de que sigamos llevando una vida tranquila y quieta con plena devoción piadosa y seriedad.”—1 Tim. 2:2.

      7, 8. Tras de eso, ¿respecto a qué clase de asuntos personales debemos hacer petición a Jehová?

      7 Nuestras oraciones también deben reflejar que nuestra condición espiritual es asunto de grave importancia para nosotros. Esto incluiría pedir a nuestro Padre celestial perdón por nuestros pecados. “Si alguno comete un pecado, tenemos un ayudante para con el Padre, a Jesucristo, uno que es justo.” (1 Juan 1:8-2:1) También deberíamos querer pedir más del espíritu de Dios y que no lo contristemos. (Luc. 11:13; Efe. 4:30) Al tratar con situaciones difíciles, en las Escrituras se nos anima a orar por sabiduría. (Sant. 1:5-8) Además, podemos y debemos pedir en oración que Jehová bendiga nuestro servicio sagrado, parte del cual es que prediquemos y enseñemos en el campo. Oraciones como éstas reconocen el principio de que, aunque nosotros plantemos y reguemos, Dios es quien hace crecer las cosas, quien las hace prosperar.—1 Cor. 3:7.

      8 Además, al hacer nuestras peticiones a Dios, no querremos pasar por alto u olvidar cualesquier desacuerdos que tengamos con algún hermano cristiano, con nuestro cónyuge o con algún otro miembro de nuestra familia. En estas situaciones puede que uno tienda a dejar de comunicarse... un proceder que se puede emprender con facilidad, pero que es imprudente y egoísta. En vez de proceder así, debemos orar por guía y fortaleza para resolver la dificultad que estemos teniendo con otra persona. También pidamos ayuda en cuanto a perdonar y olvidar los motivos de queja o las injusticias, para que no nos amarguemos ni guardemos rencor.—Mat. 6:12.

      9, 10. ¿Qué base bíblica tenemos para hacer peticiones a Jehová respecto a asuntos materiales o físicos?

      9 Jesús mostró que además de elevar peticiones a Jehová Dios respecto a asuntos espirituales, es correcto hacer petición por nuestro pan diario, nuestras necesidades materiales. (Mat. 6:11) Sí, podemos hacer peticiones a Jehová Dios en cuanto a cualquiera de nuestras necesidades o todas ellas, y eso con relación a cada día. Eso concuerda con lo que Jesús dijo más adelante en su Sermón del Monte: “No os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su inquietud.”—Mat. 6:34, Biblia de Jerusalén.

      10 ¿Estamos sin trabajo, desempleados? Entonces podemos pedir a Jehová Dios que bendiga y dirija nuestros esfuerzos por encontrar trabajo. ¿Estamos enfermos? Pudiéramos orar pidiendo sabiduría, fortaleza y aguante para tratar con nuestra aflicción del mejor modo posible. Ciertamente es un consuelo poder desahogarnos de nuestras inquietudes ante Jehová, tal como leemos: “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo por oración y ruego junto con acción de gracias dense a conocer sus peticiones a Dios.” (Fili. 4:6) Por supuesto, respecto a todos los asuntos de esta índole oramos con la condición de... ‘Si es la voluntad de Dios,’ tal como oró Jesús en el jardín de Getsemaní.—Mat. 26:39; 1 Cor. 4:19; Sant. 4:15.

      CON RUEGO

      11-13. (a) ¿Qué quiere decir hacer ruegos a Jehová, y en cuanto a qué asuntos es muy apropiado rogarle? (b) ¿Cómo ilustra esto la experiencia de un muchacho?

      11 Se nos dice que oremos con “toda forma de oración y ruego.” (Efe. 6:18) ¿Por qué añadir el ruego a nuestras peticiones? Porque el ruego va un paso más allá de las peticiones. Es una oración especialmente intensa y sincera, seria, una súplica sentida. Una definición de ruego es “una súplica humilde e intensamente sentida.” En las Escrituras Griegas Cristianas la palabra en el idioma original se usa únicamente con referencia a Dios. Por lo tanto, da realce al hecho de que, además de persistir en la oración, tenemos que ser verdaderamente serios. Se comprende que no todas nuestras peticiones son ruegos. Pero los ruegos deben estar entre nuestras oraciones. Leemos que Jesucristo mismo ofreció “ruegos . . . con fuertes clamores y lágrimas, y fue oído favorablemente por su temor piadoso.” (Heb. 5:7) De manera similar, cuando oímos que nuestros hermanos están sufriendo cruel persecución, sería apropiado el que no solo hiciéramos peticiones a Dios a favor de ellos, sino que hiciéramos ruegos a Jehová para que les dé la fuerza para aguantar y derrotar el propósito de la persecución.—Compare con 2 Corintios 1:8-11.

      12 Cuando pedimos ayuda a Jehová en la lucha que llevamos por aporrear nuestro cuerpo, es correcto que nos presentemos a él como suplicantes. (Rom. 7:15-24; 1 Cor. 9:27) ¿Tiene uno un problema en cuanto a controlar los pensamientos o el mal humor? Entonces, además de compensar por cualquier daño que haya causado, debe hacer una súplica o ruego humilde a Jehová Dios por ayuda. ¿Qué hay si el problema tiene que ver con comer o beber? De nuevo, sería correcto rogar a Jehová por ayuda, y también conseguir la ayuda de los miembros de la familia y/o de ancianos de la congregación.

      13 Cuando a los niños se les enseña correctamente, hasta ellos pueden hacer ruegos a Jehová y ser oídos. Por ejemplo, un jovencito de 10 años de edad escribió lo siguiente a la Sociedad Watchtower: “A las 3 de la tarde del 20 de noviembre dos muchachos se me acercaron en el patio escolar, y uno de ellos me puso un cuchillo a la garganta y amenazó con matarme. Le oré a Jehová, y justamente entonces un automóvil de la policía pasó y los muchachos huyeron.”

      TENEMOS QUE OBRAR EN ARMONÍA

      14, 15. Para que demuestren que son consecuentes, ¿qué se exige de los que oran, y cuáles son algunos ejemplos bíblicos que ilustran este principio?

      14 Por supuesto, cuando oramos a Jehová Dios, debemos estar dispuestos a hacer la parte que nos toca. Cuando el rey David se hallaba en gran angustia, no solo rogaba a Dios, sino que daba pasos prácticos. (2 Sam. 15:31-17:14) Otros fieles siervos de Jehová, como Jacob, hicieron lo mismo. (Gén 32:9-21) Sí, nuestras acciones deben estar de acuerdo con nuestras solicitudes.

      15 ¿Oramos pidiendo el pan de cada día? Entonces tenemos que estar dispuestos a trabajar por él, porque “si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma.” (Mat. 6:11; 2 Tes. 3:10) ¿Pedimos en oración que no se nos meta en tentación? Entonces tenemos que evitar ponernos deliberadamente en circunstancias comprometedoras. (Mat. 6:13) ¿Oramos para que haya paz entre nosotros? Entonces tenemos que ser pacificadores. (Sal. 122:6-9; 1 Ped. 3:11) Esto quiere decir que tenemos que ejercer cuidado para no ofender a otros innecesariamente ni crear cuestiones indebidamente. Debemos evitar ser excesivamente sensibles. ¿Oramos para que aumente la obra de Dios? Entonces debemos hallarnos con “mucho que hacer en la obra del Señor.” (1 Cor. 15:58) ¿Oramos por sabiduría? Entonces también tenemos que valernos de todos los medios que Dios ha provisto para que consigamos sabiduría.—Sant. 1:5-8; Sal. 119:105; 2 Tim. 3:16; Heb. 10:23-25.

      ¿PODEMOS MEJORAR LA CALIDAD DE NUESTRAS ORACIONES?

      16, 17. ¿Cómo podemos mejorar la calidad de nuestras oraciones y mantenerlas calurosas y significativas?

      16 Nuestras oraciones revelan el verdadero grado de nuestra espiritualidad. ¿Podemos mejorar la calidad de nuestras oraciones? En tal caso, ¿cómo? Ante todo, debemos tomar en serio nuestras oraciones y debemos expresarnos desde el corazón. Si meditamos más profundamente en la benignidad y bondad inmerecida de Dios, si pensamos en él como Padre amoroso que también despliega firmeza a favor de lo correcto, podremos hacer nuestras oraciones más calurosas, más expresivas. Verdaderamente queremos hablar a Dios desde el corazón, con humildad. Por eso, tenemos que guardarnos de hacer de prisa nuestras oraciones. Aunque se puedan descuidar otras cosas, nunca debemos descuidar nuestras oraciones.

      17 También podemos mejorar la calidad de nuestras oraciones al esforzarnos por no emplear las mismas palabras y frases vez tras vez. (Mat. 6:7) Tal repetición puede hacer que las oraciones carezcan de verdadero sentimiento y significado. Lo más probable es que las palabras aprendidas de memoria tiendan a venir de la cabeza más bien que del corazón. Especialmente deben tener cuidado en cuanto a esto los cristianos que diariamente llevan la delantera en la oración de una familia. El emplear las mismas palabras día tras día puede hacer vagar la mente de los que estén escuchando. El meditar diariamente en pensamientos bíblicos y el cultivar mayor aprecio a la bondad inmerecida de Jehová para con nosotros puede ayudarnos a mantener nuestras oraciones calurosas y significativas.

      RECOMPENSAS DIRECTAS E INDIRECTAS

      18. ¿Qué pudiera hacer que personas que no satisfacen los requisitos de Dios para oraciones aceptables concluyeran que sus peticiones han recibido respuesta?

      18 La oración es una forma de adoración que se practica por todo el mundo. Muchas personas creen que Dios contesta sus oraciones, a pesar de que sus peticiones no satisfagan los requisitos divinos para la oración. ¿Cómo se puede explicar esto que parece una contradicción? En primer lugar, puede que simplemente se deba a la ley de los promedios. Por ejemplo, se dice que todo soldado en su trinchera ora. Puesto que por lo general la mayoría de ellos salen ilesos, los sobrevivientes quizás concluyan que Dios ha contestado sus oraciones. O pudieran darse casos de simple casualidad. Además, puede que el principio sicosomático, el efecto de la mente en el cuerpo, dé cuenta de cosas que pasan.

      19. ¿Qué prueba hay de que Jehová Dios sí contesta las oraciones de los que realmente son su pueblo y satisfacen los requisitos suyos respecto a la oración?

      19 Sin embargo, los que satisfacen los requisitos divinos para la oración tienen prueba innegable de que Jehová Dios sí contesta sus oraciones. Han visto la bendición de Jehová sobre sus esfuerzos unidos e individuales. Como resultado de ello, ‘el pequeño ha llegado a ser mil y el chico una nación poderosa.’ (Isa. 60:22) En respuesta a sus oraciones, Jehová ha dirigido los asuntos de modo que ‘ninguna arma formada contra ellos ha tenido éxito.’—Isa. 54:17.

      20. ¿Qué diferentes medios emplea Jehová para contestar las peticiones sinceras que se dirigen a él?

      20 Jehová emplea a sus siervos celestiales así como a los terrenales en dar respuesta a las peticiones sinceras que se dirigen a él. A veces es un ángel quien dirige los asuntos para que un siervo de Jehová visite el hogar de una Persona que ora sinceramente en busca de Dios. (Compare con Hechos 10:30-33; 17:26, 27.) También, Jehová contesta muchas oraciones por medio de sus instrumentos terrenales. Puede que comunique a la mente de alguien que es de su pueblo la idea de extender amor o un acto de bondad a una persona merecedora que está en verdadera necesidad. O la respuesta a la oración de uno puede venir por medio de un estudio de la Palabra de Dios, por medio de leer atentamente alguna publicación basada en la Biblia, o por medio de lo que llaman a la atención de uno los ancianos de la congregación. Esto es así porque frecuentemente las oraciones de los siervos de Jehová son por iluminación espiritual o por sabiduría para tratar con cierta situación en particular.

      21. ¿Cuáles son algunos de los beneficios indirectos de la oración?

      21 Adicionalmente, podemos derivar beneficios indirectos del orar. El mismo hecho de que nos hayamos desahogado ante Jehová, nuestro Padre celestial, nos hace sentir más estrechamente unidos a él. El expresarle agradecimiento en alabanza y acción de gracias contribuye a que estemos más contentos con la situación en que nos hallemos. El rogar intensa y sinceramente a Jehová nos ayuda a ser humildes y a apoyarnos en él más bien que en nuestro propio entendimiento y fortaleza. (Pro. 3:5, 6; Fili. 4:13) Y, por supuesto, cuando estamos orando, tenemos la mente puesta en cosas que son edificantes. (Fili. 4:4-8) Por ejemplo, de noche cuando no podemos conciliar el sueño, ciertamente sería mucho mejor orar acerca de los intereses del Reino y asuntos espirituales que el preocuparnos o irritarnos, repasar agravios, hacer castillos en el aire o dejar que nuestra mente se dirija a las cosas de la carne. Sí, queremos ‘echar sobre Jehová toda nuestra inquietud, porque él se interesa por nosotros.’ Si no le ocultamos nada a nuestro Padre celestial, esto nos ayudará a hacer un examen de nosotros mismos y contribuirá a que nos acerquemos cada vez más a él y estemos en una relación más íntima con él.—1 Ped. 5:7; 2 Cor. 13:5.

      22. ¿Qué quiere decir el que tomemos en serio nuestras oraciones, y qué confianza nos resulta de hacerlo?

      22 Verdaderamente, la oración, que incluye la alabanza, la acción de gracias y el ruego, es un privilegio precioso, y al tomar en serio nuestras oraciones podemos beneficiarnos mucho. El orar muestra que verdaderamente tenemos fe. Ciertamente queremos obrar en armonía con nuestras oraciones, nunca apresurarnos al hacerlas, siempre tratar de mejorar la calidad de ellas y nunca dejar que lleguen a ser una simple repetición rutinaria de palabras. Al atenernos a eso, nos beneficiaremos indirectamente, y también podemos confiar en que Jehová Dios nos recompensará por medio de contestar oraciones que estén en armonía con su voluntad.

      [Ilustraciones en la página 19]

      Debemos gracias a Dios por su Palabra, las necesidades de la vida, la congregación cristiana y los privilegios de la oración y el servicio

  • ¿Le entretiene lo que Dios odia?
    La Atalaya 1981 | 1 de enero
    • ¿Le entretiene lo que Dios odia?

      UN MINISTRO cristiano y su esposa tenían boletos para lo que supuestamente era una obra de Shakespeare. Sin embargo, cuando llegaron al teatro descubrieron que la obra teatral de Shakespeare no había tenido mucho éxito y había sido reemplazada por una obra de teatro moderna. El auditorio estaba compuesto predominantemente de personas de edad avanzada que pertenecían a la clase media y a la clase alta, pues el teatro era uno de los mejores de la ciudad de Nueva York.

      Después de observar la obra por tres o cuatro minutos, el ministro se dirigió a su esposa y le preguntó: “¿Estás lista?” Sabiendo exactamente lo que él pensaba, ella dijo: “Sí.” Entonces ambos se pusieron de pie y salieron del teatro. ¿Por qué? Desde el comienzo, la obra era tan increíblemente obscena en lenguaje, gestos y contenido, que al ministro y su esposa les parecía que no podían seguir tolerando tal indignidad. Ha habido otras ocasiones en que a testigos de Jehová se les ha hecho necesario actuar como lo hizo esta pareja, por haber sido engañados por los anuncios.

      ¿Qué es lo que Dios odia? Él odia todo lo que es malo. Él odia, entre otras cosas, ‘un corazón que fabrica proyectos perjudiciales y pies que se apresuran a correr a la maldad.’ (Pro. 6:16-19) Debido a que odia todo lo que es malo, él juzgará adversamente a todos los que practican la inmundicia moral.—Heb. 13:4.

      Nunca antes se ha visto tanta inmundicia moral por todas partes. Películas, obras de teatro, programas de televisión, libros y revistas complacen el interés popular en la pornografía y las cosas obscenas.

      ¿Por qué está la naturaleza humana tan propensa a hallar entretenido lo que Dios odia? Es debido al mal comienzo que nos dieron nuestros primeros padres Adán y Eva. Debido a que siguieron un curso de egoísmo, desobediencia y rebelión, “la inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud.” Después de haber sido reprendido por pecados graves que había cometido contra Jehová, el rey David escribió: “Con error fui dado a luz con dolores de parto, y en pecado me concibió mi madre”—Gén. 8:21; Sal. 51:5; 2 Sam. 12:7-14.

      El placer que los humanos imperfectos derivan de lo que Dios odia se pudiera asemejar al antojo que un diabético siente por los dulces. La diabetes es principalmente una enfermedad hereditaria, pero la imprudencia en el comer y el beber, u otros factores, pueden hacer que se manifieste más pronto y que se agrave. Debido a un defecto en la química de su cuerpo, la víctima siente un fuerte antojo por lo mismo que debería evitar. Esto nos hace recordar una línea de Shakespeare: “Tus gustos son el apetito de un hombre enfermo, quien desea más de lo que aumentaría su mal.” Sí, tal como ciertas etapas de una enfermedad van acompañadas de

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