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  • Extendiendo el sonido de buenas nuevas por toda la Tierra
    La Atalaya 1977 | 15 de mayo
    • a los hijos que se nos proporcionan en la Palabra de Dios, educación que ayudó a producir valientes defensores de la verdad como Samuel, David, Juan el Bautista, Timoteo... ¡y, por supuesto, a nuestro Amo mismo, Jesús! Pero tenemos que cuidar de nuestros pequeñuelos y guiarlos desde la infancia para que desarrollen personalidades cristianas. No podemos esperar como resultado la perfección en este mundo imperfecto, pero sí podemos esperar que Jehová bendiga nuestros esfuerzos, porque, como se declara en el Salmo 127 (versículo 3), nuestros hijos son “una herencia de parte de Jehová,” y les serán una bendición a los padres que los eduquen en el camino de Él.

      ESTANDO FIRMEMENTE A FAVOR DEL REINO

      14. ¿Qué camino y modo de vivir lleva a la felicidad eterna?

      14 ¿No nos alegramos de haber llegado a conocer a Jehová y a su Hijo? Este conocimiento nos ha introducido en un camino y modo de vivir que lleva a felicidad eterna. Es una vida activa, llena de significado. En ella nos concentramos en manifestarle amor profundo a Jehová y un amor con abnegación a nuestro prójimo, y especialmente a nuestras propias familias y a nuestros hermanos. Para vivir la verdad no es preciso seguir una larga lista de “no hagan esto o lo otro.” Sí hay unas cuantas “cosas necesarias” de las cuales abstenernos, que nos causarían daño espiritualmente; por ejemplo, las que se mencionan en Hechos 15:28, 29: Idolatría, sangre, fornicación. Pero nuestro modo de vivir cristiano es un modo de vivir positivo en conformidad con la verdad, sí, es una manera gozosa y feliz de vivir como esclavos dedicados y bautizados de Dios. Es una vida con propósito. Grande será nuestro gozo, ahora y también en la Tierra paradisíaca, si prestamos buena atención a estas palabras de Pablo: “Cualquier cosa que estén haciendo, trabajen en ello de toda alma como para Jehová, y no para los hombres, porque ustedes saben que es de Jehová que recibirán el debido galardón.” (Col. 3:23, 24) ¡Y el trabajo tremendo que se tiene que hacer hoy es predicar “estas buenas nuevas del reino” en toda la Tierra como testimonio antes de que venga el fin!—Mat. 24:14.

      15. ¿Qué rasgos de las “buenas nuevas,” que todavía se han de cumplir, deben llenar nuestro corazón de alabanza?

      15 Con anhelo esperamos que Jehová cree los “nuevos cielos y una nueva tierra” en los cuales “la justicia habrá de morar.” ¡Qué glorioso será el día en que, mediante una resurrección en el espíritu, todos los 144.000 miembros de la “novia” de Cristo ya estén unidos con él en los cielos, y cuando funcione cabalmente en la Tierra la nueva y limpia sociedad de la humanidad! La misma certeza de estas “buenas nuevas” llena nuestro corazón de alabanza para el gran Dios que está haciendo “nuevas todas las cosas” y que promete ‘limpiar toda lágrima’ y quitar todo lo que causa clamor o dolor. Sí, hasta el enemigo la muerte habrá de desaparecer bajo la gloriosa gobernación del reino de Cristo. Así como hoy estamos firmemente de parte de ese reino y en apoyo de la soberanía de Jehová, hagamos lo sumo posible para que al fin se nos halle “inmaculados y sin tacha y en paz.”—2 Ped. 3:13, 14; Rev. 21:1-5; 1 Cor. 15:25, 26.

      ¡HAY TRABAJO QUE HACER!

      16. ¿Qué gran obra tiene que ser completada todavía? (Juan 14:12)

      16 Cuando Jesús estuvo en la Tierra, comenzó algo que había de aumentar hasta llenar la Tierra. El caso es que hasta dentro de aquella generación se llegó a decir: “Esas buenas nuevas . . . se predicaron en toda la creación que está bajo el cielo.” (Col. 1:23) Sin embargo, Jesús mismo predijo un testimonio aun mayor para la “conclusión del sistema de cosas,” al decir que “en todas las naciones primero tienen que predicarse las buenas nuevas.” Y después ¿qué? Pues, “entonces vendrá el fin.” (Mar. 13:10; Mat. 24:3, 14) ¿Se ha completado ya esa obra de predicar? ¡No! Pues todavía no ha venido el fin.

      17. ¿Por qué estarán ocupados hasta el tiempo de la “grande tribulación” los testigos de Jehová? (Isa. 6:8, 11)

      17 El fin no viene simplemente porque a nosotros nos parezca que ya es la fecha en que debe llegar, o porque creamos que nuestro territorio se ha trabajado bien. Viene cuando Jehová haya realizado la gran obra de predicar el Reino hasta el grado que él quiere, y entonces él traerá la “grande tribulación.” ¡Hasta que llegue ese tiempo hay trabajo que hacer! ¡Y a nosotros, como testigos de Jehová, se nos ha asignado hacerlo! Cuando llegue la “grande tribulación,” la obra de predicación debe estar en el apogeo de su marcha adelante, debe estar en el punto máximo de su empuje por toda la Tierra. La llegada del Señor Jesús para ejecutar juicio vendrá como sorpresa total... ¡hasta para el pueblo de Jehová, porque sin duda los hallará cuando más ocupados estén en su actividad!

      18. ¿Por qué es necesario que ‘nos mantengamos alerta’? (Luc. 21:34-36)

      18 Jesús nos dice: “Sigan mirando, manténganse despiertos, porque no saben cuándo es el tiempo señalado. . . . Manténganse alerta.” (Mar. 13:32-37) ¿Qué hubiese sucedido si, por estar a la expectativa de la “grande tribulación,” los testigos de Jehová hubieran disminuido su actividad, y dejado de mantenerse alerta y de hacer planes para el futuro, en 1914, en 1925, en 1975 o en cualquier otra fecha?... ¿podría haber resultado esto en el extenso paraíso espiritual que vemos hoy día? ¡Cuánto nos regocijamos de que Jehová haya dado a su pueblo el vigor necesario para seguir extendiendo el sonido de las buenas nuevas por toda la Tierra!

      19. En nuestro día, ¿qué significa adorar a Dios con espíritu y con verdad? (Rev. 7:15)

      19 La sociedad teocrática de Jehová que sigue adelante será una empresa en funciones, una organización en marcha adelante, hasta el mismo momento en que la “grande tribulación” comience y hasta que termine. Esto se debe a que la adoración de Dios con espíritu y con verdad es positiva, entusiasta, animosa y progresiva. Cada vez más secciones de la Tierra, en países de Occidente, en el Oriente y en otras partes están recibiendo ahora un testimonio cabal, y ¡quién sabe hasta dónde se llevará el sonido de las “gloriosas buenas nuevas” antes del fin! Como dijo Pablo, ¡“ay” de nosotros si no declaramos las buenas nuevas, porque ésa es la voluntad y el trabajo de Dios para nuestro día!—1 Cor. 9:16.

      20. ¿Cómo ‘sigue la fe a lo oído’? (Rom. 10:10)

      20 Jesús mismo dio el ejemplo de dar a oír el sonido de las buenas nuevas, y sus seguidores ungidos han seguido en sus pisadas hasta el día de hoy. Al referirse a esto, el apóstol Pablo citó Isaías 52:7, y dijo: “¡Cuán hermosos son los pies de los que declaran buenas nuevas de cosas buenas!” Ahora por toda la Tierra una “grande muchedumbre” participa con el resto ungido en hacer que se oiga el sonido de esas buenas nuevas. Pero no toda persona presta atención al mensaje. Pablo nos dice: “Sin embargo, no todos obedecieron las buenas nuevas. Pues Isaías dice: ‘Jehová, ¿quién puso fe en la cosa oída de nosotros?’ De modo que la fe sigue a lo oído. A su vez lo oído es por medio de la palabra acerca de Cristo. Sin embargo pregunto: No es que no hayan oído, ¿verdad? Pues, de hecho, ‘por toda la tierra salió su sonido, y hasta los extremos de la tierra habitada sus expresiones.’”—Rom. 10:15-18; Isa. 53:1; Sal. 19:4.

      21. ¿Qué muestra que las “buenas nuevas” son invencibles? (Rev. 10:7)

      21 Hoy día la situación es parecida a la del día de Pablo. El sonido de las “gloriosas buenas nuevas del Dios feliz,” acerca de su Cristo, se está llevando hasta los extremos de la Tierra. En algunos países la luz de la verdad ha sido obstruida por gobernantes ásperos o por la religión babilónica profundamente arraigada. Pero el sonido de las buenas nuevas se sigue extendiendo, y en cada vez más lugares “la fe sigue a lo oído.”

      22. Mientras esperamos el triunfo de las “buenas nuevas,” ¿qué debemos estar haciendo ahora?

      22 Sigamos “teniendo calzados los pies con el equipo de las buenas nuevas de la paz,” y, lo mismo que Pablo, continuemos dando “testimonio cabal de las buenas nuevas de la bondad inmerecida de Dios.” (Hech. 20:24; Efe. 6:15) Sí, ‘portémonos de una manera digna de las buenas nuevas acerca del Cristo, . . . estando firmes en un mismo espíritu, con una misma alma esforzándonos lado a lado por la fe de las buenas nuevas, y en ningún sentido atemorizados por nuestros contrarios.’ (Fili. 1:27, 28) ¡Las “buenas nuevas” tienen que triunfar! Que cada uno de nosotros esté muy ocupado en ‘dejar oír el sonido de las buenas nuevas en toda la Tierra.’ ¡Así continuaremos adquiriendo felicidad, y continuaremos haciendo a otros muy, muy felices!

  • Encontré la causa por la cual luchar
    La Atalaya 1977 | 15 de mayo
    • Encontré la causa por la cual luchar

      Según lo relató Laurier Saumur

      EL AIRE invernal era frío, refrescante y diáfano. Los trineos crujían y los caballos resoplaban al moverse con paso mesurado por las serpenteantes veredas para el transporte de trozas entre el abeto y la picea. Aun mientras cortábamos los árboles y los tiros arrastraban los troncos, yo daba gracias al Dios que había hecho esta maravillosa Tierra.

      Esos eran mis pensamientos de adolescente en un típico día invernal en la granja de mi padre en las ondulantes colinas Gatineau del oeste de Quebec. La vida era dura, pero saludable. Yo era uno de catorce hijos de una familia canadiense-francesa católica.

      La Iglesia Católica dominaba la vida en nuestra pequeña comunidad de habla francesa, como lo hacía en otras partes de Quebec. Yo asistía con regularidad a misa, comunión y otras actividades católicas. Pero aunque deseaba servir a Dios, percibía que algo faltaba.

      La educación seglar estaba entonces bajo el control de la Iglesia Católica, no del gobierno. Y la norma de la Iglesia era restringir la educación de la gente, y así hacer más fácil el que los sacerdotes la controlaran. Como resultado de esto, muchas personas eran analfabetas, entre ellas mi padre y dos de mis hermanos. Este enfoque negativo de la educación y la falta de libros y bibliotecas me dejaba descontento, con sed de conocimiento.

      En 1939, a los dieciocho años de edad, fui a Montreal para adelantar mi educación. ¡Al fin, bibliotecas, libros para leer! A menudo leía casi toda la noche. Esto resultó en que yo aprendiera acerca de la horrible Inquisición católica. Empecé a ver a la Iglesia desde un punto de vista diferente.

      No obstante, por medio de un primo me asocié con el movimiento de la Acción Católica. Este era un grupo político con inclinaciones fascistas y fuertes sentimientos antisemíticos. Se reunía en la iglesia católica bajo la guía de sacerdotes. El mensaje de la Acción Católica era sencillo: ‘Hitler no es tan malo. Son los judíos y los protestantes de habla inglesa los que nos están oprimiendo a nosotros los católicos franceses.’ El oír proposiciones de violencia me hizo sentir incómodo, y pronto me retiré de la Acción Católica.

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