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Celosa participación en el ministerioLa Atalaya 1961 | 1 de marzo
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verdades respecto al reino de Dios, de la misma manera que la fe llevó a los cristianos primitivos a las puertas de la gente. (Rom. 10:10; Hech. 5:42; 20:20) Pablo declaró que estaba impuesta en él esa necesidad. Dijo: “Realmente, ¡ay de mí si no declarara las buenas nuevas!”—1 Cor. 9:16.
El ministerio cristiano de casa en casa tiene que efectuarse con entusiasmo y poder, peculiares al ejemplo que dejaron Jesús y los apóstoles. La manera en que uno sirve no debe ser descuidada, indiferente, falta de ánimo, sino llena de celo. Los sermones del cristiano tienen que impartir fe; sus palabras, amor; su celo, convicción. Tal como el calor generalmente hace que una sustancia se dilate, así el celo del cristiano debe crear en él mismo y en otros el deseo de dilatarse o ensancharse en el conocimiento de Dios y en el ministerio.
La celosa participación en el ministerio exige una gran cantidad de fuerza mental y física. Para seguir adelante celosamente hay que reabastecer su fuerza vital por medio de adquirir verdades de la Palabra de Dios, la Biblia. Pablo nos asegura: “La palabra de Dios es viva y ejerce poder.” “¿No es mi palabra... como un fuego?” pregunta Jehová. Por medio de diariamente estudiar la Palabra de Dios y meditar en ella, nuestro abastecimiento de combustible no se agotará. Tendremos suficiente combustible para mantenernos ‘fulgurantes con el espíritu,’ como nos exhorta el apóstol.—Heb. 4:12; Jer. 23:29; Rom. 12:11.
Para mantener vivo nuestro celo es imprescindible que nos demos cuenta de los tiempos y sazones en que vivimos, que tengamos “muy presente la presencia del día de Jehová.” (2 Ped. 3:11, 12) El estar conscientes de lo poco que falta para el Armagedón debe impulsarnos a mayor servicio y hacernos dar de nosotros mismos de todo corazón. No nos conviene sentirnos satisfechos simplemente porque hemos tenido alguna participación en el ministerio. Nuestro ministerio tiene que ser de toda alma; nuestra devoción, exclusiva; nuestro amor, completo. No debemos querer retener nuestras energías vitales. Como dijo Pablo a los tesalonicenses: “Mucho nos complacimos en impartirles, no solo las buenas nuevas de Dios, sino también nuestras propias almas, porque ustedes llegaron a ser amados para nosotros.” Tampoco Jesús se detuvo, sino que “derramó su alma hasta la mismísima muerte” en el interés de las ovejas de su Padre.—1 Tes. 2:8; Isa. 53:12.
¿Qué hay del amor que usted le tiene a Jehová y a sus ovejas? ¿Todavía está caliente como estaba al principio o ha dejado que se enfríe? El amor que se deja enfriar afecta el celo. Puede hacer que el siervo pare por completo. A la congregación de Éfeso se le reprendió porque había dejado que su primer amor se enfriara. Para evitar que nos suceda semejante tragedia, tenemos que ‘fortalecer nuestra mente para actividad y mantenernos completamente equilibrados.’ Eso quiere decir que tenemos que estar despiertos a nuestros privilegios de reunirnos y de incitar a otros a amor y obras correctas.—Apo. 2:4; 1 Ped. 1:13.
El mantener caliente su amor abriga la idea de cuidar de las ovejas de Jehová. Cuando encontramos a individuos de disposición de oveja, no los trataremos como casos rutinarios; al contrario, mostraremos verdadero interés y que nos importan, reconociendo que su bienestar eterno está envuelto. Desearemos volver a visitarlos poco tiempo después de hallarlos, para establecer verdades en su corazón y mente e incitar en ellos amor a Jehová. Con este fin hablaremos con entusiasmo del reino de Dios y Sus bendiciones. Las palabras de Dios que son como fuego encenderán una llama que los hará fulgurar con su espíritu. Mientras más nos gastemos, mayor será nuestro gozo y más segura nuestra salvación.
Otra cosa, no debemos dejar que la indiferencia mundana amortigüe nuestro ánimo ni enfríe nuestro celo. Tampoco podemos creer que no hay gran necesidad de rendir servicio porque aparentemente hay pocas ovejas en nuestro territorio. Sea el amor lo que nos impulse a amonestar y a enseñar. Dios, quien prometió, es fiel, así que siga adelante con celo. “No desistamos de hacer lo que es correcto, porque segaremos al tiempo debido si no nos rendimos.”—Gál. 6:9.
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Alejandro Magno y la profecía bíblicaLa Atalaya 1961 | 1 de marzo
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Alejandro Magno y la profecía bíblica
MUCHAS personas han cursado estudios secundarios y similares creyendo que saben la historia de Alejandro Magno. Pero frecuentemente están completamente desapercibidas del hecho más importante concerniente a Alejandro: Su carrera de conquista veloz fue predicha en la profecía bíblica.
Jehová dio a su profeta Daniel información anticipada concerniente al surgimiento y caída de potencias mundiales. Entre 618 y 535 a. de J.C. Daniel recibió de Dios profecías concernientes al surgimiento de Grecia como potencia mundial para suplantar a Medo Persia y concernientes al papel que Alejandro desempeñaría en conexión con ello. Alrededor de unos doscientos años antes de que naciese Alejandro, Daniel había predicho el conquistador de Medo Persia: “Y un poderoso rey ciertamente se levantará y gobernará con dominio extenso y hará de acuerdo con su voluntad. Y cuando se haya levantado, su reino será quebrado y será dividido hacia los cuatro vientos de los cielos, pero no a su posteridad.”—Dan. 11:3, 4.
Este “poderoso rey” ascendió al trono de Macedonia a la edad de veinte años, en el año 336 a. de J.C. Este fue el mismo año en que Darío III, el rey de la cuarta potencia mundial, Medo Persia, recibió el trono. Se predecía en las profecías bíblicas una veloz conquista de Medo Persia y otras naciones. El surgimiento de la línea de gobernantes mundiales macedonios o griegos se predijo, por ejemplo, en Daniel 7:6 bajo el símbolo de un leopardo con “cuatro alas de criatura volátil”; en Daniel 8:5 bajo el símbolo de un macho cabrío que vino “del poniente sobre la superficie de toda la tierra, y no estaba tocando la tierra.” No se nos deja en duda en cuanto a la identidad del macho cabrío, pues Daniel dijo: “El macho cabrío peludo representa al rey de Grecia.”—Dan. 8:21.
¿Qué significa el hecho de que el macho cabrío no tocase la tierra y que el leopardo simbólico tuviese alas? Velocidad y rapidez de conquista. Veamos con qué
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