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Predestinación o selección individual—¿cuál?La Atalaya 1953 | 1 de octubre
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los hijos de Jerusalén si hubieran estado predestinados divinamente al abandono? Naturalmente que no, y el registro manifiesta que esas personas lo quisieron así, contrario al deseo de Jesús: “Jerusalén, Jerusalén, la asesina de los profetas y apedreadora de los que son enviados a ella,—¡cuántas veces quise recoger a tus hijos, de la manera que la gallina recoge a sus polluelos bajo sus alas! Pero ustedes no lo quisieron. ¡Miren! su casa se les deja a ustedes.”—Mat. 23:37, 38, NM.
33. ¿Quiénes pueden obtener la salvación, y cómo?
33 No mediante alguna predestinación humanamente incontrolable viene la vida eterna, sino mediante el adquirir conocimiento de Jehová y Cristo, mediante el esforzarse por ser un obrero aprobado manejando adecuadamente la verdad, mediante el obrar nuestra propia salvación con temor y temblor, mediante el predicar para salvar a otros así como a nosotros mismos, mediante el ser hacedores de la palabra y no únicamente oidores, mediante el hacer la voluntad de Dios y no únicamente servicio de boca. (Mat. 7:21; Juan 17:3; Fili. 2:12; 1 Tim. 4:16; 2 Tim. 2:15; Sant. 1:22, NM) No para unos cuantos limitados, predestinados a la salvación, proveyó Jesús el rescate, sino que él “vino a ser responsable por la salvación eterna de todos los que le obedecen”. (Heb. 5:9, NM) Los hombres están libres para escoger servir a quien quieran y obrar como deseen, y mediante ello determinar su propio destino, sea éste vida o muerte.—Rom. 6:16.
34. ¿De qué maneras es inconsistente la predestinación con los procedimientos de Jehová, y sobre la base de qué siega el hombre?
34 Si la predestinación fuera verdad, ¿por qué dió Jehová su ley a Israel o hace que las buenas nuevas del Reino se prediquen a las naciones? ¿Por qué tendría períodos de juicio para determinar el destino de los hombres sobre la base de su conducta, juzgándolos “individualmente según sus obras”, rindiendo “a cada uno conforme a sus obras”, y diciendo “conforme a sus caminos los trataré, y conforme a sus prácticas los juzgaré”? (Eze. 7:27, UTA; Rom. 2:6; Apo. 20:13, NM) ¿Por qué separar a las ovejas y las cabras según reaccionan al mensaje y los mensajeros de Cristo? (Mat. 25:40, 45) ¿Por qué todo esto, si el destino de los hombres se determina antes de nacer? No Dios, sino el hombre, es responsable del destino del hombre. No como Dios predestina, sino como el hombre siembra, el hombre cosecha. Para cosechar la vida el hombre nunca puede cansarse de sembrar buena siembra: “Cada uno llevará su propia carga de responsabilidad. No sean engañados: Dios no es alguien de quien se pueda mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará; porque el que esté sembrando con el pensamiento en su carne segará de su carne la corrupción, pero el que esté sembrando con el pensamiento en el espíritu segará del espíritu la vida eterna. Por lo tanto, no desistamos de hacer lo que es recto, porque segaremos al tiempo debido si no nos rendimos.” (Gál. 6:5, 7-9, NM) Dios no manifiesta parcialidad a algunos, predestinándolos a la vida, y distinción contra otros, predestinándolos a la muerte o al tormento. La evidencia hace obligatoria la conclusión: “Dios no es parcial, sino que en toda nación el hombre que le teme y obra justicia es aceptable a él.”—Hech. 10:34, 35, NM.
35. No obstante ¿qué tenemos que recordar concerniente a obras?
35 De lo susodicho nadie debe concluir que podemos salvarnos por nuestras obras. Si pudiéramos hacerlo ganaríamos la salvación como derecho nuestro, pero no podemos. Viene por medio de la bondad inmerecida de Dios. (Rom. 11:6; Efe. 2:8, 9; 2 Tim. 1:9) Sin embargo, por medio de estudio obtenemos fe y por medio de obras en armonía con nuestro conocimiento damos prueba de nuestra fe y obediencia. (Rom. 10:14, 17; Sant. 2:18-26) Tenemos que hacer estas obras para manifestar obediencia, porque es a los obedientes que el rescate aplica o aplicará. Sin dichas obras la salvación es imposible.
36. ¿Cómo tratan los presbiterianos de desembrollarse de las dificultades, y con qué resultados?
36 También debe notarse que en 1902-1903 la Iglesia presbiteriana de los Estados Unidos de América añadió dos capítulos a la Confesión de fe, junto con un Informe declaratorio. Estas añadiduras aparentemente se hicieron para suavizar la severidad del “predestinacionismo”, y armonizar con los textos que manifiestan la selección individual y la necesidad de buenas obras. Pero al tratar de hacer esto las añadiduras realmente contradicen el material anterior. Si ellos añaden estos capítulos deben suprimir algunos de los anteriores para evitar choques. No obstante si ellos hicieran las necesarias supresiones eliminarían del todo los preceptos predestinarios. De modo que en su incertidumbre guardan ambos y se contradicen a sí mismos y a la Biblia. Están en un dilema hecho por ellos mismos. El nuevo material no armoniza la predestinación con la Escritura, no obstante al tratar de marchar de acuerdo con la Escritura contradice la predestinación. Deslíe la doctrina hasta que pierde por completo toda su fuerza. Además, la contemporizan muchísimo. Por ejemplo, el capítulo X, sección 3, página 45, declara: “Los infantes escogidos, que mueren en la infancia, son regenerados y salvados por Cristo mediante el Espíritu.” Pero el Informe declaratorio, página 125, dice que esto “no se debe considerar como que enseña que persona alguna que muera en la infancia está perdida. Creemos que todos los que mueren en la infancia están incluídos en la elección”. La Biblia no los apoya en esto.—Eze. 9:6.
37. ¿Qué preguntas desafiadoras quedan, pero qué podemos esperar?
37 El tema no puede cerrarse aquí, porque todavía quedan sin contestación algunas preguntas importantes. ¿No armonizan los creyentes en la predestinación su doctrina con el libre albedrío del hombre? ¿Y qué hay de Esaú y Jacob, y Faraón, Sansón, Jeremías, Judas, y hasta Jesús? ¿No manifiesta la Biblia que ellos y todavía otros fueron predestinados? Preguntas desafiadoras éstas, pero el espacio sólo permite plantearlas aquí. Tenemos que aplazar las respuestas hasta nuestro siguiente número.
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La ceremonia es religiosaLa Atalaya 1953 | 1 de octubre
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La ceremonia es religiosa
En la coronación la reina de Inglaterra recibió la plena bendición de la Iglesia, y hasta más. El Chronicle dominical del 8 de marzo lo expresa así: “Y ahora llega el momento más eminente. La Reina ha de ser levantada a la mística compañía del Ungido del Señor, de esta manera llegando a ser Reina, no sólo por la voluntad del hombre, sino a la vista de Dios. . . . Eso que ha de venir es un misterio, que no ha de ser visto por el hombre; y pocos oirán la voz del Arzobispo a medida que, sumergiendo los dedos en la Cuchara, diga: ‘Sean ungidas tus Manos con Aceite Santo, sea tu pecho ungido con Aceite Santo, sea ungida tu Cabeza con Aceite Santo como Reyes, Sacerdotes y Profetas fueron ungidos.’ Al volver el Deán el Aceite Sagrado al Altar, la congregación de nuevo ve a su Reina, ahora para el ojo de la fe transfigurada místicamente. Está lista para recibir en la investidura los emblemas que pueden poseerse o usarse sólo por el Ungido del Señor, las vestimentas que se asemejan a las de un Sacerdote y las cuales coloca sobre ella el Deán.” El significado religioso adicional de esta ceremonia se manifiesta en la “Espada del Estado”, con la cual ella, entre otras cosas, ha de “proteger la Santa Iglesia de Dios,” y “la corona de gloria y de justicia” que ella ha de recibir, “la cual para sus muchos súbditos tiene un significado que va más allá de toda autoridad y poder terrestres.” La participación en la pompa es tanto un acto religioso como político.
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