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  • Mantenga la vista fija en el premio
    La Atalaya 1959 | 1 de abril
    • del corredor perfecto, Cristo Jesús. “Corramos con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros, mientras miramos atentamente al caudillo y perfeccionador de nuestra fe, Jesús. Por el gozo que fué puesto delante de él aguantó el madero de tormento, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.” Sea Jesús el dechado suyo.—Heb. 11:10, 26; 12:1, 2.

      24. ¿Por qué no debe haber demora en correr la carrera ahora, y cómo debemos correr?

      24 Jesús, Pablo y los testigos fieles de tiempos primitivos, todos corrieron con la vista puesta en el premio. Corra como ellos corrieron. Disponga tiempo para correr de ese modo ahora. No tenemos la seguridad de que las circunstancias nos favorecerán con menos distracciones mañana. Las distracciones probablemente aumentarán a medida que este mundo se acerque a su destrucción. Mientras todavía es hoy, compre el tiempo para correr. Valore el premio correctamente. Entrénese regularmente. Despréndase de pesos y distracciones. Elimine todo salvo lo necesario. Corra para ganar: ¡Corra usted con la vista puesta en el premio!

  • Corriendo la carrera sin tropezar
    La Atalaya 1959 | 1 de abril
    • Corriendo la carrera sin tropezar

      “Todo el que es orgulloso de corazón es algo detestable a Jehová . . . El orgullo está antes de un ruidoso estrellarse, y un espíritu altivo antes del tropezar.”—Pro. 16:5, 18.

      1. ¿Por qué establece Jehová ciertas reglas en su Palabra, y qué regla aparece repetidas veces?

      LAS reglas para correr la carrera provienen de Jehová por medio de su Palabra: “Te instruiré aun en el camino de la sabiduría; haré que pises en las vías de la rectitud. Cuando andes, no será estrecho tu paso; y si corres, no tropezarás.” Para ayudar a los cristianos a evitar el tropezar, Jehová ha hecho que ciertas reglas aparezcan repetidas veces en la Biblia. Una de éstas es el mandato de despojarse del orgullo, lo cual es una causa del tropezar; despojarse de ello como de un peso abrumador, como de algo que hará difícil o imposible el progreso en la carrera cristiana. “Quitémonos,” dijo Pablo, “todo peso.”—Pro. 4:11, 12; Heb. 12:1.

      2, 3. (a) ¿Por qué es el presente un tiempo adecuado para saber por qué Jehová detesta al orgulloso de corazón? (b) ¿Qué es este orgullo que la Biblia condena, y cómo afecta el correr de uno el poseerlo?

      2 Es apropiado, en este “tiempo del fin,” que entendamos por qué el orgullo es tan detestable a Jehová y tal piedra de tropiezo contra el correr bien “en la correcta contienda de la fe.” En verdad, es en este mismísimo “tiempo del fin” que se vería una abundancia de “amantes de sí mismos,” individuos “arrogantes” e “hinchados de estimación propia.”—1 Tim. 6:12; 2 Tim. 3:1-4.

      3 ¿Qué cosa es este orgullo que conduce a tropezar? Es el pensar muy elevadamente de uno mismo. Es el correr en un rumbo contrario al señalado por el apóstol: “Digo a todo el que está allí entre ustedes que no piense más de sí mismo de lo que es necesario pensar.” “No se hagan discretos a sus propios ojos.” Es un fuerte trago de engreimiento que induce cierta clase de embriaguez. La persona orgullosa está borracha con adulación propia y amor propio. A tal persona, el correr la carrera cristiana “de acuerdo con las reglas” le es tan difícil como le es al borracho correr sin tropezar, porque “antes de un ruidoso estrellarse el corazón del hombre es orgulloso.”—Rom. 12:3, 16; 2 Tim. 2:5; Pro. 18:12.

      4. ¿Cómo consideran Jehová y Cristo al orgulloso? ¿Con qué resultado?

      4 “El orgullo está antes de un ruidoso estrellarse,” porque Jehová aborrece a las personas orgullosas. Las detesta. Se opone a ellas. “Dios se opone a los arrogantes.” Entre las siete cosas anotadas como detestables al alma de Jehová se encuentran los “ojos altivos.” Cristo Jesús, el que es la sabiduría personificada, dice: “El ensalzamiento propio y el orgullo y el mal camino y la boca perversa he aborrecido.” Cuando estuvo sobre la tierra Cristo declaró la regla inflexible: “Quienquiera que se ensalce será humillado.” Entonces, el resultado del orgullo es oposición de parte de Jehová y Cristo y humillación resultante para los orgullosos que se ensalzan a sí mismos.—Sant. 4:6; Pro. 6:16, 17; 8:13; Mat. 23:12.

      POR QUÉ DETESTABLES A JEHOVÁ

      5, 6. ¿Por qué le son algo detestable a Jehová los orgullosos de corazón?

      5 Es fácil entender por qué los que son orgullosos de corazón son “algo detestable a Jehová.” No están buscando a Dios ni la verdad que viene de Dios. “El inicuo de acuerdo con su altanería no hace ninguna investigación; todas sus ideas son: ‘No hay Dios.’” Los pensamientos de dichas personas se espacían en cómo pueden ensalzarse a sí mismas. Rehusan dar la gloria y alabanza a Jehová.—Sal. 10:4.

      6 Orgullo, altivez, arrogancia—todos éstos son características de los inicuos: “La altivez les ha servido de collar.” “Los ojos altivos y un corazón arrogante, lámpara de los inicuos, son pecado.” Los orgullosos de corazón no sólo no buscan a Dios, sino que se oponen a Dios y a sus siervos. Esta oposición engendra un espíritu de persecución: “En su altivez el inicuo persigue con ardor al afligido.” El Faraón orgulloso persiguió con ardor a los israelitas y sufrió las consecuencias de su acto arrogante. El orgullo coloca un fundamento para toda clase de iniquidad, sí, para la reprensible iniquidad de enseñar la religión falsa: “Si cualquier hombre enseña otra doctrina y no se aviene a palabras saludables, las de nuestro Señor Jesucristo, ni a la enseñanza que armoniza con la devoción piadosa, está hinchado de orgullo, no entendiendo nada, sino estando mentalmente enfermo sobre preguntas y debates acerca de palabras. De estas cosas brotan envidia, contienda, discursos ofensivos, sospechas inicuas, disputas violentas acerca de insignificancias.” ¡Con razón los orgullosos, los hinchados de orgullo, le son detestables a Jehová! Personas de esta clase le son desagradables aun al hombre; ¡cuánto más a Dios!—Sal. 73:6; Pro. 21:4; Sal. 10:2; 1 Tim. 6:3-5.

      7. ¿Por qué deben preocupar al corredor cristiano las exhortaciones de la Biblia en cuanto al orgullo, y quién ilustra bien el hecho de que el orgullo está antes de un ruidoso estrellarse?

      7 Pero, ¿por qué tantas amonestaciones en cuanto al orgullo si éste es característica de los inicuos? ¿Por qué debería ser un asunto de preocupación para el corredor cristiano? Porque el orgullo puede brotar en la vida del cristiano y resultar en desastre, porque el orgullo es parte de la “vieja personalidad” de la cual es preciso que se despoje el corredor cristiano si ha de correr “de acuerdo con las reglas.” La razón por la cual un hombre recientemente convertido no ha de ser recomendado para el puesto de superintendente, el apóstol dice, es por temor de “que se hinche con orgullo y caiga en el juicio pronunciado contra el Diablo.” Sí, la criatura espiritual que ahora es el Diablo mismo comenzó bien, pero el orgullo lo condujo a su caída; un ruidoso y humillante estrellarse le espera en el Armagedón: “Se te ha engreído el corazón a causa de tu hermosura; has corrompido tu sabiduría con motivo de tu esplendor: por eso, te echo a tierra; te pongo delante de reyes, para que te miren.”—1 Tim. 3:6; Eze. 28:17, Mod.

      8. ¿Qué puede hacer a uno susceptible al orgullo, y cómo confirma esto la historia?

      8 Del caso de Satanás el Diablo y la amonestación que se da contra el poner a un hombre recientemente convertido para servir de superintendente, se hace patente que el poseer autoridad y responsabilidad hace a uno susceptible al orgullo. Existió el orgulloso y poderoso Hamán, cuyo orgullo condujo a su propia caída. (Ester 3:5; 7:9) Existió el orgulloso Nabucodonosor, quien perdió su cordura después de brillar con orgullo, diciendo: “¿No es ésta la gran Babilonia que yo he edificado para metrópoli del reino, con la fuerza de mi poder, y para la gloria de mi grandeza?” (Dan. 4:30, Mod) Existió el orgulloso rey Belsasar, a quien Daniel dijo: “Y tú, su hijo, oh Belsasar, no has humillado tu corazón.” (Dan. 5:22, Mod) El perdió un reino y su vida. Existió el orgullo de Herodes, quien se arrogó la gloria para sí mismo en vez de dársela a Dios y por eso fué “comido de gusanos.” (Hech. 12:21-23) Verdaderamente, la historia es un largo registro del ruidoso estrellarse de hombres y naciones poderosos, lo que da testimonio del hecho que “el orgullo está antes de un ruidoso estrellarse.”

      LA PRESUNCIÓN PRECEDE A LA DESHONRA

      9. ¿Qué acto de infidelidad cometió el rey Uzías, y qué lo impulsó a semejante insensatez?

      9 El poseer riquezas aumenta la susceptibilidad al orgullo. “El rico es sabio a sus propios ojos,” declara la Palabra de Dios. Considere lo que le sucedió al rey Uzías de Judá. Fué un adorador fiel de Jehová, pero tropezó cuando el orgullo brotó en su vida. En sus últimos años se hizo fuerte y próspero: “Tan pronto como fué fuerte, su corazón se hizo altivo aun al grado de causar ruina, de modo que obró infielmente contra Jehová su Dios y entró en el templo de Jehová para quemar incienso sobre el altar de incienso.” Al hinchado rey Uzías no le correspondía hacer esto. De modo que los sacerdotes lo reprendieron: “Salga usted del santuario, pues usted ha obrado infielmente y no es para gloria alguna a usted de parte de Jehová Dios.” ¿Aprovechó el rey Uzías esta reprensión? No, pues “Uzías se enfureció mientras tenía en la mano un incensario para quemar incienso, y, durante su furor contra los sacerdotes, la lepra misma le relumbró al instante en la frente ante los sacerdotes en la casa de Jehová.” ¡Herido de lepra en la frente! Leproso hasta el día de su muerte, Uzías perdió sus deberes regios y su hijo gobernó en su lugar. ¡Cuán triste estrellarse! Y le sucedió a uno que había servido a Jehová fielmente por tantos años. Pero la regla es cierta: “¿Ha venido la presunción? Entonces vendrá la deshonra.”—Pro. 28:11; 2 Cró. 26:16-21; Pro. 11:2.

      10. ¿Cómo podemos sacar provecho de la experiencia de Uzías?

      10 Los siervos de Jehová hoy día, aun los que no están en puestos de responsabilidad, pueden sacar provecho de la experiencia de Uzías. No se cuente usted entre las personas que jamás están convencidas acerca de una cosa a menos que hayan pasado por ella. No hay razón para experimentar el ruidoso estrellarse que sigue al orgullo. ¿Cómo saca uno provecho, entonces? Cuidándose de los actos presuntuosos, de decir o hacer cosas a causa de engreimiento cuando no le corresponden a uno. Manténgase en su lugar en la organización teocrática, jamás permitiendo que el orgullo lo haga a usted correr en el rumbo incorrecto, rumbo que conduce a un ruidoso estrellarse.

      EL ORGULLO OBSTRUYE LOS BENEFICIOS DE LA REPRENSIÓN

      11, 12. ¿De qué no sacó provecho el rey Uzías a causa del orgullo, y qué lección debemos recibir de ello?

      11 No sea usted como Uzías. Él no sacó provecho de la reprensión y corrección. Él pudo haber aceptado la reprensión de los sacerdotes y salido inmediatamente del santuario. Dicho proceder sin duda hubiera evitado el ruidoso y humillante estrellarse que sufrió. Empero él permitió que el orgullo le sirviera de obstrucción que no le dejó aceptar la reprensión. “¿Has visto a un hombre sabio en sus propios ojos? Hay más esperanza para el estúpido que para él.” El hinchado Uzías menospreció la reprensión, aun dejó que ésta lo enfureciera. El orgullo lo cegó a los beneficios de la reprensión.—Pro. 26:12.

      12 Puesto que la corrección y la disciplina vienen a todos los siervos de Jehová necesitamos recordar las palabras de Pablo a los hebreos: “Ustedes se han olvidado por completo de la exhortación que se dirige a ustedes como a hijos: ‘Hijo mío, no tengas en poco la disciplina de Jehová, ni desfallezcas cuando seas corregido por él; porque a quien ama Jehová él disciplina, de hecho él azota a todo el que recibe como hijo.’” Si el cristiano tiene en poco la disciplina que viene de Jehová por medio de su organización rehusando aceptar la reprensión en armonía con la Palabra de Dios, entonces esa persona es semejante a Uzías; está permitiendo que el orgullo le niegue los beneficios de la reprensión. “Cierto,” el apóstol explica, “ninguna disciplina parece gozosa por el momento, sino dolorosa; sin embargo después a los que han sido entrenados por ella les produce fruto pacífico, a saber, justicia.” Por eso cuando la corrección viene de la organización de Jehová, saque provecho de ella. No deje que el coloso del orgullo sea un obstáculo. La disciplina, aunque al principio es dolorosa, produce fruto pacífico, justicia y vida. “Echa mano fuertemente de la disciplina; no sueltes. Salvaguárdala, pues ella misma es tu vida.” “Las reprensiones de la corrección son el camino de la vida.”—Heb. 12:5, 6, 11; Pro. 4:13; 6:23.

      13. ¿Cómo puede causar desavenencias el orgullo y hacer que uno tropiece?

      13 No sorprende que el orgullo a veces cause desavenencias en una congregación cristiana. Si hay orgullo allí, la prole del orgullo probablemente esté allí—ira, espíritu de contradicción, sensibilidad, envidia, etc. “El que es arrogante de alma excita contiendas.” El orgullo es un obstáculo para la paz y la unidad. Se pueden allanar las desavenencias prestamente si no se permite que el orgullo sirva de obstáculo. Es tan fácil permitir que el orgullo cause hipersensibilidad. Puede que la persona sumamente susceptible, cuando siente que su dignidad ha sido herida, haga cosas que conduzcan a un tropezar y a un ruidoso estrellarse. Por ejemplo, ha sucedido que un siervo profeso de Dios ha roto una relación vital con la organización de Dios por medio de dejar de concurrir a las reuniones. Y ¿por qué? A menudo porque la sensibilidad o dignidad de tal persona ha sido herida por un acto impropio por parte de otro. Realmente puede ser sólo un mal imaginado, y el orgullo puede haber hinchado todo el asunto hasta convertirlo en una desavenencia inflada. Pero aunque otro siervo de Jehová no haya corrido la carrera “de acuerdo con las reglas,” aunque sea éste un siervo de la congregación, jamás permita que el orgullo lo haga salir de la carrera a usted. ¿Vale menos el premio de la vida eterna que el orgullo de uno? Reflexione algo sobre esta pregunta. Siempre que permitimos que el orgullo impida nuestro correr, el tropezar se encuentra adelante. “El orgullo está antes de un ruidoso estrellarse, y un espíritu arrogante antes del tropezar.”—Pro. 28:25; 16:18.

      14, 15. ¿Cómo puede conducir el orgullo a huesos podridos, y qué debemos hacer en vista de los efectos del orgullo?

      14 El orgullo puede conducir a un peligroso espíritu de competencia y a envidiar a otros que tengan dones superiores. La envidia, a su vez, conduce a la frialdad y a la falta de armonía. Por eso “no nos hagamos egotistas, provocando competencia unos con otros, envidiándonos los unos a los otros.” Recordando que “la envidia es podredumbre a los huesos,” no permitiremos que el orgullo haga pudrir los vigorosos huesos espirituales que tenemos para correr la carrera cristiana puesta delante de nosotros. ¿Y quién puede correr bien con los huesos podridos?—Gál. 5:26; Pro. 14:30.

      15 Ya que ha considerado algo de la prole mala del orgullo y lo peligroso que le es el orgullo al corredor cristiano y cuán detestable es la persona orgullosa a la vista de Jehová, guárdese del orgullo. Pero, ¿cómo puede uno guardarse del orgullo? La Biblia muestra cómo.

      CURANDO EL ORGULLO CON AMOR Y HUMILDAD

      16. ¿Por qué tiene el amor suficiente fuerza para vencer el orgullo, y qué clase de amor se necesita para la humildad?

      16 El amor tiene suficiente poder para vencer el orgullo y toda su prole mala. “El amor no es celoso, no se jacta, no se hincha, no se porta indecentemente, no busca sus propios intereses, no se irrita. No lleva cuenta del daño.” El amor saldrá victorioso contra el orgullo si tenemos el amor que Jesús indicó cuando contestó la pregunta: “¿Cuál es el mandamiento más grande de la Ley?” Jesús dijo: “‘Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente.’ Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo, semejante a él, es éste: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.’ “Esta clase de amor de seguro ha de conducir a la victoria sobre el orgullo porque conduce a la humildad verdadera.—1 Cor. 13:4, 5; Mat. 22:36-39.

      17. ¿Qué prenda de vestir necesitamos para correr a fin de ganar el premio, y por qué?

      17 ¡Cuán opuestos están la humildad y el orgullo! “Antes de un ruidoso estrellarse el corazón del hombre es orgulloso, y antes de la gloria hay humildad.” El orgullo conduce a un ruidoso estrellarse, la humildad a la gloria. Para ganar el glorioso premio de la vida necesitamos humildad; la necesitamos para correr bien. La humildad, entonces, es la prenda de vestir que han de ponerse los corredores cristianos: “Todos ustedes cíñanse con humildad de mente los unos hacia los otros, porque Dios se opone a los arrogantes, pero da bondad inmerecida a los humildes. Por lo tanto, humíllense bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte al tiempo debido.”—Pro. 18:12; 1 Ped. 5:5, 6.

      18. ¿Qué consideran muchas personas mundanas que es la humildad?

      18 ¿Qué es esta humildad que precede a la gloria y a la exaltación? En este mundo moderno se entiende poco la humildad, e igualmente se ejemplifica poco. Muchas personas mundanas tienen a la humildad en baja estimación. La confunden con la cobardía y debilidad: es una virtud de los débiles y los cobardes, dicen. También ven la humildad como un disfraz para ocultar falta de energía o de habilidad.

      19. ¿Qué consideraban algunos antiguos paganos que era el orgullo, y cómo aparentemente tenía engañados a algunos cristianos colosenses la humildad ficticia?

      19 El concepto falso y la impopularidad de la humildad de hoy día no es nada nuevo. En el día de Pablo las personas mundanas ni entendían ni practicaban la humildad verdadera. Lo que se glorificaba era el orgullo o una humildad ficticia. Entre las virtudes catalogadas por Aristóteles, el orgullo y la altivez se llaman “la corona de las virtudes.” Otros enseñaban que las cosas materiales son inherentemente malas. Aparentemente algunos cristianos colosenses habían sido engañados por una forma de humildad ficticia, un ascetismo oneroso. Esto tenía un peligro doble: hacía que la persona creyera que el premio de la vida se concedía a los que simplemente adoptaban la práctica negativa de renunciar a las cosas materiales. En segundo lugar, producía una forma sutil de materialismo, puesto que las prohibiciones ascéticas hacen que uno concentre su interés y atención

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