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¿Necesitamos un sacerdocio?La Atalaya 1974 | 1 de agosto
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diferente a otros sacerdotes, no necesitó que sacerdote alguno le ayudara. Esto se debió a que tuvo un nacimiento virginal por medio de María y su vida vino directamente de Dios. Permaneció sin pecado hasta el tiempo de su muerte de sacrificio.—1 Cor. 15:45-47; Heb. 7:26; 1 Ped. 2:21-24.
Jesucristo tuvo una existencia prehumana como Hijo unigénito de Jehová, pues participó en la creación de todas las otras cosas. (Juan 1:3; Col. 1:15, 16) Su Padre Jehová Dios transfirió su vida a la matriz de María, y de esta manera hizo que naciera como humano. Así Dios ‘preparó un cuerpo’ para él. Esto le dio algo que sacrificar... una vida humana perfecta, como la que Adán había poseído, pero a la cual perdió el derecho por el pecado. (Heb. 10:5; 8:3) Por lo tanto, cuando Jesús sacrificó su vida, este valor pudo comprar la prole de Adán. Cuando él, como Sumo Sacerdote, ofreció un sacrificio por el pecado, no fue un sustituto animal, sino su propia vida humana. Es por eso que su ofrenda tuvo que hacerse solo una vez.—Heb. 7:26, 27.
“A LA MANERA DE MELQUISEDEC”
Pero Jesús no era de la tribu de Leví, la tribu sacerdotal, ni de la familia de Aarón, por medio de cuya línea provenía el sacerdocio. ¿Cómo, pues, pudo ser sacerdote? ¿Se nombró él mismo? No, no podía hacer eso. Esto se explica en Hebreos 5:4-6: “También, el hombre no toma esta honra de su propia cuenta, sino únicamente cuando es llamado por Dios, así como también lo fue Aarón. Del mismo modo también el Cristo no se glorificó a sí mismo llegando a ser sumo sacerdote, sino que fue glorificado por el que habló respecto de él: ‘Tú eres mi hijo; yo, hoy, yo he llegado a ser tu padre.’ Así como dice también en otro lugar: ‘Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec.’”
Al resucitar a Jesucristo de entre los muertos, Dios Todopoderoso cumplió esas palabras citadas de Salmo 2:7 que fueron escritas por David. Así Dios llegó a ser Padre eterno del resucitado Jesucristo, y éste, por ser levantado incorruptible, vino a ser el Hijo eterno de su Dador de Vida celestial, Jehová Dios. Siendo ahora un Hijo incorruptible, pudo ser hecho “sacerdote para siempre” sin necesitar sucesor, y así podía ser sacerdote “a la manera de Melquisedec.”—Hech. 13:33-37; Sal. 110:4.
Cristo, al ser resucitado y recompensado con vida incorruptible en los cielos, podía hacer algo entonces que ningún otro sacerdote jamás había podido hacer, a saber, presentarse en la mismísima presencia de Dios. Tuvo que hacer esto a fin de pagar a Dios el precio de compra de la raza humana... a saber, el valor de su vida humana, que voluntariamente había entregado en su perfección.—Heb. 9:24; 4:14; 1 Cor. 7:23.
Solo hay un breve relato de Melquisedec en la Biblia. No era hebreo, israelita ni levita. El siervo de Dios, “Abrán el hebreo,” lo encontró cuando regresaba de la guerra en la que Abrahán había rescatado a su sobrino Lot de merodeadores. El acontecimiento tuvo lugar entre los años 1943 y 1933 a. de la E.C., mucho antes que se formara la nación de Israel con su sacerdocio. El relato dice:
“Entonces salió a su encuentro [de Abrán] el rey de Sodoma después que él volvió de derrotar a Kedorlaomer y a los reyes que con él estaban, a la llanura baja de Savé, es decir, a la Llanura Baja del rey. Y Melquisedec rey de Salem sacó pan y vino, y él era sacerdote del Dios Altísimo. Entonces lo bendijo y dijo: ‘¡Bendito sea Abrán del Dios Altísimo, Productor de cielo y tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que ha entregado a tus opresores en tu mano!’ Con eso le dio Abrán el décimo de todo.”—Gén. 14:17-20.
La Biblia no suministra la genealogía de Melquisedec ni registra su muerte. Esto sin duda fue con el propósito de prefigurar el hecho de que Jesucristo, el gran Rey y Sumo Sacerdote de Dios, recibió su sacerdocio, no por línea de descendencia carnal, como lo recibían los sacerdotes aarónicos, sino por nombramiento directo de Jehová. Además, Cristo vive para siempre y no tiene sucesores. Por lo tanto, Cristo es Sumo Sacerdote, no por sucesión de Melquisedec, sino que su sacerdocio solo es a la “manera” de aquel rey-sacerdote de Salem.—Heb. 7:1-3, 15-17.
LO QUE SIGNIFICA PARA NOSOTROS EL SACERDOCIO DE CRISTO
Por consiguiente, en nuestro Sumo Sacerdote Jesucristo tenemos perfección. Nosotros, siendo todos imperfectos, humanos pecaminosos, necesitamos un Sumo Sacerdote perfecto. Esto es lo que se explica en Hebreos 7:11-14: “Si, pues, la perfección realmente fuese por medio del sacerdocio levítico, (porque con éste como rasgo se dio la Ley al pueblo,) ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote a la manera de Melquisedec y del que no se dijese que es a la manera de Aarón? Pues ya que se está cambiando el sacerdocio, por necesidad viene a haber también un cambio de la ley. Porque el hombre respecto de quien se dicen estas cosas ha sido miembro de otra tribu, de la cual nadie ha atendido a los deberes del altar. Porque muy patente es que nuestro Señor ha provenido de Judá.”
Este Sumo Sacerdote perfecto puede traer perfección a sus subsacerdotes. El escritor del libro de Hebreos dice al proseguir: “Porque la Ley no llevó nada a la perfección, pero el introducir además una esperanza mejor sí, por medio de la cual estamos acercándonos a Dios.” Entonces habla de Jesús diciendo que ha llegado a ser “el que es dado en fianza de un pacto mejor.” Este es el nuevo pacto, por medio del cual el cuerpo del sacerdocio con él puede alcanzar la perfección.—Heb. 7:19-22.
¿Qué significa esto para la gran mayoría de la gente en la Tierra, y para los que han muerto? Significa la oportunidad de alcanzar perfección humana. Jesús, que es dueño de la raza humana, considera preciosa cada vida, sí, a tal grado que sacrificó su vida humana para comprarlos. Por consiguiente, él tratará amorosa y cuidadosamente estas vidas, destruyendo únicamente a los individuos que rehúsan aceptar sus servicios sacerdotales y obedecer los principios de Dios con amor a Dios y al prójimo, y amor a lo que es correcto. No hay por qué preocuparnos de que no pueda llevarnos hasta la perfección durante su gobierno de mil años, porque “puede salvar completamente [a la perfección] a los que están acercándose a Dios por medio de él, porque siempre está vivo para abogar por ellos.”—Heb. 7:25.
¿Desea usted vida en la Tierra en plena perfección de salud y con vida eterna ante usted? Entonces querrá aprender más acerca de este sacerdocio y cómo podemos acercarnos a Dios por medio de su Sumo Sacerdote. Consideraremos esto en siguientes números de La Atalaya.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1974 | 1 de agosto
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Preguntas de los lectores
● ¿Cuál es el “tiempo de angustia” que se menciona en Daniel 12:1?—EE. UU.
Este texto en particular menciona este “tiempo de angustia” en conexión con el tiempo en que Miguela ‘se pone de pie.’ Se revela que la angustia es una de la cual el pueblo de Dios escapará o a la cual sobrevivirá. Daniel 12:1 dice: “Durante aquel tiempo [es decir, el período de conflicto entre el ‘rey del norte’ y el ‘rey del sur’ que lleva al ‘tiempo del fin’ que se menciona en este capítulo] se pondrá de pie Miguel, el gran príncipe que está plantado a favor de los hijos de tu pueblo. Y ciertamente ocurrirá un tiempo de angustia como el cual no se ha hecho que ocurra uno desde que hubo nación hasta aquel tiempo. Y durante aquel tiempo tu pueblo escapará.”
El libro bíblico de Revelación describe a este Miguel con sus ángeles peleando una guerra en que ganan la victoria contra Satanás el Diablo y sus demonios. (Rev. 12:7-9) La derrota de éstos fue acompañada del anuncio:
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