BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Siguiendo tras mi propósito en la vida
    La Atalaya 1957 | 1 de febrero
    • fuí seleccionada como una de un grupo de cuatro para trabajar como precursora especial en Newton, Kansas.

      Nuestros esfuerzos concentrados pronto despertaron oposición y se nos amenazó con el arresto si aparecíamos otra vez en las calles. El sábado subsiguiente fuimos aprehendidos y encerrados tras rejas por dos días hasta que se hicieran arreglos para depositar fianza. Y ¿quién crees tú que fué mi pequeña compañera en la cárcel? Una muchachita que había venido a vivir conmigo, para poder ser precursora después que se graduara de la escuela superior. Fué llamada a la segunda clase de Galaad, luego trabajó como misionera dos años en Cuba hasta que la artritis la lisió y tuvo que volver. Más tarde llegó a ser tu madre.

      “¡Mi mamá!”

      Sí, Jan. Ella fué arrestada cuatro veces y yo tres. Se nos impuso una multa de setenta y cinco dólares o treinta días en la cárcel. Apelamos el caso, pero mientras tanto continuamos la obra de casa en casa y de revisitas. Fuimos detenidas una vez más y encerradas tras rejas otra vez. Esa vez me puse muy enferma. Tuve que tomar tres meses de vacaciones para recuperarme, pero me regocijé en mi privilegio de sufrir, porque fué buena la concurrencia a todas las sesiones de la corte y se abrió el camino para un testimonio mayor.

      Nuestra próxima asignación a Ottawa, Kansas, también estuvo coloreada por la intervención policíaca. Esta vez estábamos mejor preparadas y aprendimos de las equivocaciones cometidas en el caso de Newton. Jehová dió una victoria abrumadora desde el principio hasta el fin.

      Desde Ottawa fuí enviada a Grand Island, Nebraska. Gocé de muchas bendiciones allí, pero mi emoción más grande vino un día cuando recibí una larga carta de la oficina del presidente. ¡Cómo latía mi corazón! ¿Podría ser lo que tanto anhelaba yo? Sí, una invitación a Galaad. Hice mi última visita a la prisión federal de Leavenworth donde mis tres hijos estaban cumpliendo sentencias de tres y de cuatro años debido a su integridad a Jehová. Quisiera que tú pudieses haberles visto el rostro brillar de gozo cuando les di las noticias. Estaban tan excitados como yo acerca de que iba a Galaad y no hubo ni un pensamiento acerca del hecho de que no habría más visitas.

      “Te encantó Galaad, ¿no es cierto, abuelita?”

      Sí, Jan, fué una de las experiencias más felices de mi vida, y yo aprecio esos recuerdos.

      Pero la emoción trascendental vino cuando recibí mi asignación extranjera para Puerto Rico. Sólo tres semanas después nuestro grupo estaba comiendo su última comida en los Estados Unidos en el Betel de Brooklyn y luego nos llevaron para embarcarnos en el Marine Tiger. Cuatro días más tarde arribamos a Puerto Rico. Para mí era un mundo diferente y muy interesante. Las montañas hermosas, los árboles y arbustos que florecen han sido nuestro deleite continuo. Estábamos felices de tener una esperanza verdadera que ofrecerle a esta gente tan amistosa que escuchaba tan atentamente al mensaje del Reino. Era la asignación que Dios nos había dado y la amábamos.

      En casi toda casa se nos invitaba a entrar para que nos sentáramos y estuviéramos completamente cómodos, salvo que no podíamos hallar las palabras para decir cabalmente lo que teníamos en el corazón. La paciencia y la bondad de la gente eran irresistibles y estábamos resueltos a aprender el idioma a toda costa. Nos divertimos mucho al tratar de hacerlo, también. Mi compañera todavía me recuerda cómo por muchos meses yo estuve diciendo “huevos” en vez de “jueves.”

      Mucha era la expectación a medida que anunciamos nuestra primera reunión pública y nuestra copa de gozo estuvo llena cuando vimos que todos los asientos de nuestro Salón del Reino estaban ocupados. Después de seis meses se organizó la congregación de Ponce y algunos de los que estaban allí en la reunión forman parte de la floreciente congregación de 123 publicadores hoy día.

      En mayo de 1948 se nos llamó a mi compañera Gladys y a mí para reemplazar vacantes en el hogar de Santurce. Ese mes la congregación tuvo un promedio de 43 en asistencia al estudio de La Atalaya. En siete años he visto crecer esa congregación y dividirse cinco veces y nuestra unidad de Santurce el mes pasado tuvo un promedio de 110 asistentes al estudio de La Atalaya. Cuando evoco esos años y veo que, durante cinco años, de casi todo territorio que me fué asignado salieron algunos publicadores, uno de ellos una precursora, me regocijo en la parte que Jehová me ha dado, porque él dió el aumento.

      Después de pasar tres años y medio en una asignación en el extranjero es bastante emocionante tomar licencia y vacaciones para recuperar en los Estados Unidos, pero no para permanecer allí. Gladys tuvo que quedarse debido a enfermedad y he sentido agudamente la pérdida de su compañerismo congenial, amable, durante estos últimos cinco años. En una carta reciente ella dijo: “Esos años en Puerto Rico fueron los más felices de mi vida y no los cambiaría por nada en el mundo. Nunca sentí nostalgia por los EE. UU. de América, pero ciertamente la he sentido por Puerto Rico.” Y así es justamente como yo me siento acerca de ello, también.

      “Pero ¿no sientes a veces nostalgia por mis tíos Donaldo, David y por nosotros, abuelita?”

      Aunque tus tíos Donaldo y Earlene y David y Julia son misioneros en Corea y en las Filipinas, sin embargo parece que estuviéramos muy cerca, porque la distancia es un factor pequeño cuando la mente y el corazón están fijos en Jehová y su reino. Es tal como Jesús dijo: “Y todo el que haya dejado casas o hermanos o hermanas o padre o madre o hijos o terrenos por causa de mi nombre recibirá muchas veces más” en este período de tiempo. (Mat. 19:29, NM) ¡Cuánto quisiera que tú pudieras conocer a algunos de esos parientes y hermanos e hijos que tengo en Puerto Rico!

      Jan, espero que tú nunca pierdas tu deseo de ser precursor y si el Armagedón estuviera todavía diez o quince años en lo futuro, ¿no te gustaría ser misionero?

      “Por supuesto, abuelita.”

      Verdad, tendrás muchas pruebas y echarás de menos a tus padres cuando a veces te parezca que no tienes ningún brazo de carne en que apoyarte, o tal vez no seas bien comprendido o se te hiera profundamente, pero es en esas ocasiones que te acercarás más a Jehová. Acudirás a su Palabra, y a medida que él hable contigo y tú escuches perderás esas cargas. El amor que te tengo no puede librarte ni de la disciplina ni del gozo que provienen de aprender a seguir tras un propósito correcto en la vida, ese camino más excelente. Sí, el servicio de precursor misionero suministra una oportunidad excelentísima para aprender ese camino más excelente, el camino del amor, que conduce hacia arriba, sí, que conduce hacia arriba por todo ese camino hasta la vida eterna en el nuevo mundo de Jehová.

  • Multitud de dioses
    La Atalaya 1957 | 1 de febrero
    • Multitud de dioses

      Petronio, quien vivió en el primer siglo de la era cristiana, era director de diversiones en la corte de Nerón. En el capítulo 17 de su Satiricón, Petronio nos cuenta qué le parecía a él la religión nacional de Roma. “Nuestro país,” escribió Petronio, “está tan poblado de divinidades que es más fácil hallar un dios que hallar a un hombre.”

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir