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¿Es Dios partidario de la segregación?La Atalaya 1957 | 15 de mayo
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Continúa la resolución: “Toda carne no es la misma carne (1 Corintios 15:39) y así como los animales, los peces y las aves son de una carne peculiar a su género . . . así también Él ha señalado la demarcación entre las razas blanca y negra.” Pero 1 Corintios 15:39 dice: “Hay una carne de hombres, y otra carne de bestias, y otra carne de aves, y otra carne de peces.” Este texto refuta de frente el argumento de los bautistas americanos. Dice que hay “una carne de hombres,” no dos, como dicen estas personas. Otra vez, ¿a quién creerá usted, a Dios o a los hombres?
El punto final: “Un gran segmento, si no la mayoría, de la población negra del Sur no desea la integración.” Esta declaración, sea verdadera o falsa, no viene al caso en nuestra discusión aquí, porque nada tiene que ver con la cuestión de si se puede culpar a Dios por la segregación o no.
Hay personas que arguyen que la raza negra fué sentenciada a un estado secundario por Noé después del Diluvio, dado que él maldijo a Canaán, el hijo de Cam. Sin embargo, los hechos demuestran que la raza negra no provino de Canaán, sino de Cus, otro hijo de Cam. Por lo tanto no se puede emplear la maldición de Noé registrada en Génesis 9:26, 27 para argüir que Dios es responsable de la segregación.
Otras personas arguyen que Jehová segregó a los israelitas. Pero esto, también, era cuestión de religión y no de raza. La Ley dada a Israel fué: “No debes formar ninguna alianza matrimonial con ellos. No debes dar tu hija a su hijo, ni debes tomar su hija para tu hijo. Porque él apartará a tu hijo de seguirme y ellos ciertamente servirán a otros dioses, y la ira de Jehová por cierto arderá contra ustedes y él ciertamente te aniquilará de prisa.” (Deu. 7:3, 4, NM) Sin embargo, se les permitía a los israelitas casarse con personas que aceptaran la adoración verdadera. Salmón se casó con Rahab, y Booz se casó con la viuda Rut, mujeres que no eran israelitas, y las dos llegaron a ser antepasadas de Jesús.
Pero todavía insisten algunos de los partidarios de la segregación: “Si Dios no segregó las razas, entonces ¿por qué son de diferentes colores?” El color de la piel, el sesgo de los ojos, el color del cabello, etc., son factores de herencia. Todas las variaciones, incluyendo los muchos matices del color de la piel que conoce la raza humana, estuvieron contenidas en los genes provistos en el primer hombre y la primera mujer. El color de la piel es el resultado de los genes que una persona haya heredado, así como lo son el cabello rubio y los ojos azules. Dios hizo la provisión para que hubiera gran variedad, pero es la actividad del hombre lo que ha colocado a un grupo en una posición superior a la de otro.
Lejos de enseñar la segregación, la Biblia la condena. Pablo reprendió a Pedro públicamente por tener vergüenza de que se le viera en compañía de los cristianos gentiles incircuncisos. Y escribió: “No hay ni judío ni griego, . . . porque todos ustedes son uno en unión con Cristo Jesús.”—Gál. 3:28, NM.
Pero sea que la Biblia la enseñe o no, el punto en disputa acerca de la segregación continuará. Realmente, es uno de los asuntos más fuertemente discutidos de nuestros días. Aun muchas personas que se creen opuestas a la segregación realmente la practican cuando la disputa llega a su propio vecindario más bien que al vecindario de otro.
Entonces, ¿qué debe hacer el verdadero cristiano respecto a todo esto? No usar su tiempo en tratar de resolver todos esos problemas sociales, porque ése no fué el proceder de Jesús ni de sus apóstoles. Ellos no excitaron la opinión pública para que la gente se opusiera a la ocupación de Palestina por los romanos o siquiera al tráfico en esclavos que era común en su día. Se mantuvieron libres de tales disputas a fin de poder seguir con su obra mucho más importante de señalar al reino de Dios como la única esperanza del hombre.
Hoy en día los verdaderos cristianos siguen ese buen ejemplo. Siguen los principios cristianos de amor, señalando las bendiciones del reino de Dios como la única verdadera solución para todos los problemas de la tierra, y anunciando que bajo el dominio de ese reino no habrá segregación sobre base alguna, sino una unidad de todo el género humano bajo su Creador, Jehová Dios.
Hombres de toda raza están examinando las Escrituras. Reconocen que esta manera de proceder muestra sabiduría y enseñan a otros acerca de las gloriosas condiciones de paz que el reino de Dios pronto traerá a la tierra. Las bendiciones que ha de proporcionar ese reino dirigido por Dios dan prueba definitiva e innegable de que Dios realmente ama a todos los hombres que le sirven gustosamente, y que no es partidario de la segregación.
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¿Por qué hizo Dios al hombre?La Atalaya 1957 | 15 de mayo
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¿Por qué hizo Dios al hombre?
¿Consiste la vida en solamente actividades egoístas o hay una causa más noble y sublime por la cual vivir? La Biblia da esta respuesta:
PARA saber por qué Dios hizo al hombre, diríjase a la Biblia, porque en ella Dios da la respuesta. Bajo inspiración el apóstol Pablo, escribiendo a los filipenses, dijo: “Sigan obrando su propia salvación con temor y temblor, porque Dios es el que, a causa de su buen placer, está actuando en ustedes a fin de que haya en ustedes tanto el querer como el actuar.” Entonces, el hombre, según Pablo, fué hecho para el “buen placer” de Dios, para compartir los atributos del Creador, que son: el amor, la sabiduría, la justicia y el poder. Los ángeles del cielo expresaron en cántico una respuesta parecida: “Tú eres digno, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y debido a tu voluntad existieron y fueron creadas.”—Fili. 2:12, 13; Apo. 4:11, NM.
El hombre perfecto, creado a la imagen y semejanza de su Creador, había de reflejar perfectamente sobre la tierra los atributos de su Hacedor. Pero ciertamente lo que el hombre de la actualidad refleja está muy lejos de lo que sabemos acerca de un Creador infinitamente sabio y que ama la paz. ¿Qué le ha pasado al hombre? Moisés contesta: “Ellos han obrado ruinosamente por su propia cuenta; no son hijos de él, el defecto es de ellos mismos. ¡Una generación perversa y torcida!”—Deu. 32:5, NM.
Moisés no dice esto acerca de todos los hombres, y especialmente no acerca de los hombres cristianos. Los cristianos saben por qué están vivos. Se dan cuenta de que como criaturas inteligentes tienen que adorar a su Dios y de este modo ser
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