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Pacifismo y objeción por conciencia—¿hay diferencia?La Atalaya 1951 | 1 de abril
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Debido a que toman este puesto las juntas han podido darse cuenta de que los testigos de Jehová se mantienen neutrales para con este mundo y que permanecen como los ministros de Dios y predicadores ordenados de las buenas nuevas de su reino bajo Cristo, teniendo objeción bíblica y concienzuda a su propia participación en la guerra mundana en cualquier forma.
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¿Deben adorar las reliquias los cristianos?La Atalaya 1951 | 1 de abril
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¿Deben adorar las reliquias los cristianos?
SE HA dicho que “los tesoros más valiosos” de la Iglesia Católica Romana son sus grandes colecciones de reliquias, las cuales son tenidas en muy alta estima y sobre las cuales se otorga mucha veneración y honra por los fieles. Tal devoción se manifestó particularmente cuando el antebrazo derecho de San Francisco Javier, el primer misionero jesuíta que fué al Japón, hace 400 años, fué exhibido recientemente.
En la catedral de Nuestra Señora, en París, está “la que se considera ser la verdadera Corona de Espinas llevada por Cristo”, y en Brujas, Bélgica, está una “reliquia de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor”. (El Register católico de Dénver) Un pedazo pequeño de la “Verdadera Cruz” se vendió en una subasta en Londres por 600 libras esterlinas en 1945, y unos dos meses antes de eso el Heraldo Católico de Londres dijo cómo habían sido hallados los supuestos restos del compañero de Pablo, Timoteo, en una iglesia al lado de la costa adriática de Italia. En Praga, Checoeslovaquia, hay una iglesia decorada con los huesos de 10,000 personas, arreglados en forma de escudos, coronas, crucifijos, etc. Otras iglesias en Bohemia e Italia están decoradas con reliquias de huesos de hombres muertos, que son adoradas. A medida que la Jerarquía Católica Romana cataloga esta vasta colección de antigüedades, se entera de que los huesos del apóstol Pedro están perdidos. Por esto, su celo fanático en inundar la prensa pública con cuentos acerca de cómo ella “supone”, “asume,” “imagina” y “sospecha” que “quizás”, “tal vez,” o “posiblemente” los huesos de Pedro han sido hallados en el cementerio pagano sobre el cual está edificado el Vaticano.
Pero ¿por qué son adorados tales huesos, sangre y otros objetos viejos? La Enciclopedia Católica (vol. 12, pág. 734) dice: “La enseñanza de la Iglesia Católica con respecto a la veneración de reliquias se resume en un decreto del Concilio de Trento (Ses. XXV), que ordena a los obispos y a otros pastores instruir a sus rebaños en que ‘los santos cuerpos de los santos mártires y de otros viviendo ahora con Cristo—cuerpos que fueron los miembros vivientes de Cristo y “el templo del Espíritu Santo” (1 Cor., vi, 19) y los cuales han de ser levantados por Él a la vida eterna y ser glorificados deben venerarse por los fieles, porque por medio de éstos [cuerpos] se otorgan muchos beneficios por Dios sobre los hombres’.” Los escritos de “padres de la iglesia” primitivos, como Ambrosio y Agustín, se citaron como justificación para el decreto del Concilio.
En cuanto a apoyo bíblico, la Enciclopedia Católica dice: “Dirigiéndose a las analogías bíblicas, los compiladores [del “Catecismo Romano” producido por el Concilio de Trento] arguyeron además: ‘Si los vestidos, los pañuelos (Hechos xix, 12), si la sombra de los santos (Hechos v, 15), antes de que partieran de esta vida, exterminaban las enfermedades y devolvían la fuerza, ¿quién tendrá el atrevimiento de negar que Dios obra maravillosamente lo mismo mediante las cenizas, los huesos y otras reliquias sagradas de los santos?’”
No es asunto de tener valentía o resolución para defender un dogma teológico, correcto o erróneo. En vez de atrevimiento, ¿quién tiene la honradez para examinar la Palabra de verdad sagrada e infalible de Dios sobre el asunto? Aquellos que la tienen hallarán que las Escrituras no apoyan de ninguna manera la práctica de adoración de reliquias. En los casos particulares mencionados en Hechos 5:15 y Hechos 19:12 no hay duda de que Dios ejecutó grandes milagros mediante las manos de Pedro y Pablo. Sin embargo, esos hombres no permitieron que otras criaturas se les inclinaran, los adoraran o los veneraran durante el tiempo que vivieron. ¿Por qué, entonces, quisiera alguno adorar sus huesos después que están muertos? (Hech. 10:25, 26) En 2 Reyes 13:21 se relata acerca de un hombre muerto que vino a la vida después de ponerse en contacto con los huesos del profeta Eliseo, pero no existe registro de que los huesos de Elíseo se adoraran antes o después de ese milagro. Fué Dios el que ejecutó ese milagro, no los huesos; por eso era correcto que toda veneración, adoración, gloria, honra y alabanza se dieran a Dios y no a los huesos inertes.
QUE LA PALABRA DE DIOS DÉ RESPUESTA ADICIONAL
Además de los textos citados previamente, el distinguido teólogo jesuíta Bellarmine cita 2 Reyes 23:16-18, Isaías 11:10 y Mateo 9:20-22 como “prueba” para la adoración de reliquias. El examen de estos textos, sin embargo, los muestra ser de ningún peso o consecuencia. En el primer caso, Josías mostró respeto por el profeta del Señor dejando sus huesos sin ser molestados. Pero no se inclinó, veneró o adoró esos huesos, ni ordenó o permitió que otros les otorgaran cualquier homenaje religioso. Josías se encargó de eliminar la idolatría pagana y las prácticas demoníacas del país, y no derrotaría su propósito instituyendo la adoración de huesos de hombres muertos en lugar de la adoración pura de Jehová.—2 Rey. 23:16-18
El examen textual revela que la Versión Torres Amat católica vergonzosamente ha traducido erróneamente Isaías 11:10 cuando dice concerniente a “la raíz de Isaí” que “su sepulcro será glorioso”. La palabra hebrea original vertida aquí “sepulcro” encierra la idea de “descanso” o “lugar de descanso” y no tiene referencia a la tumba o sepulcro. De 21 lugares donde aparece la palabra, la Vulgata latina traduce la palabra de este modo sólo una vez. En casi todos los demás casos traduce la palabra propiamente. Por ejemplo, busque Rut 1:9 y vea cómo la Vulgata latina no se atrevió a traducir erróneamente la palabra como “sepulcro” en vez de “descanso”. La eminente autoridad católica, Mons. Ronald Knox, en su traducción de 1950 de las Escrituras hebreas corrige el error en Isaías y después pide disculpa por la equivocación de la Vulgata. En una nota al calce dice él que “el latín entiende esto de descansar en la tumba, pero esto no se sugiere por el texto hebreo”. Por eso Isaías 11:10 de ninguna manera apoya la adoración de tumbas.
Mateo 9:20-22 relata de una mujer enferma que tuvo fe tan fuerte que cuando tocó el vestido de Jesús sanó. Sin duda ella, como los demás que fueron sanados milagrosamente por Jesús, dió alabanza al Dios Todopoderoso, no al vestido o al que lo usaba. (Mat. 9:8; Hech. 3:8, 9) No hay nada en el registro al contrario.—Mar. 5:25-34; Luc. 8:43-48.
Los israelitas guardaban ciertas cosas, como el vaso del maná, la vara que floreció de Aarón, las tablas de piedra de la Ley, pero éstas fueron guardadas como registro de tribunal, como atestación o testimonio ante la gente, y en ningún caso fueron sacadas fuera, adoradas y usadas para sanar enfermedades de la gente. (Heb. 9:4; Éxo. 25:10, 16; Núm. 17:10; Deu. 31:26, 27) Después hubo la poderosa espada de Goliat, envuelta y guardada en la casa del Señor como testimonio de lo que Jehová hizo a ese fanfarrón orgulloso y arrogante. Pero nadie de Israel adoró o veneró esa reliquia manchada de sangre.—1 Sam. 21:9.
Que tales “recuerdos” no deberían ser venerados se demuestra por lo que le pasó a la serpiente de bronce que levantó Moisés. Se guardó por muchos años como símbolo del poder salvador de Jehová, pero cuando la nación se apartó de Dios y empezó a mostrar devoción y homenaje a esa reliquia, el rey bueno Ezequías, con la plena aprobación de Dios la destruyó. Este es un caso que trata directamente sobre el asunto de la adoración de reliquias, y positiva, irrefutable e indiscutiblemente condena tal forma de idolatría.—Núm. 21:8, 9; 2 Rey. 18:4-6.
Además, la ley de Dios en Números 19:11-13 define claramente los cuerpos muertos como inmundos, no “santos”. Los huesos de Jacob y José, con el debido respeto a sus deseos en el asunto, fueron sepultados en la tierra de promesa más bien que en Egipto. Nótese que tales huesos no fueron colgados en el tabernáculo o usados para decorar el templo de Salomón o guardados como reliquia en algún nicho con la esperanza de que curaran los males de los que hicieran peregrinaciones para verlos. No, sus huesos fueron sepultados en la tierra. (Gén. 50:5-13, 25, 26; Éxo. 13:19; Jos. 24:32; Hech. 7:15, 16) ¡Cómo le hubiera gustado al Diablo apoderarse de los huesos de Moisés! Pero el Señor Dios cuidó de ese asunto y los enterró en un lugar que nadie supo, para que Su pueblo no tropezara y cayera en la práctica pagana de adorar los restos de Moisés. (Deu. 34:5, 6; Judas 9) Igualmente, en el caso del cuerpo humano de Jesús, el Señor dispuso de él de tal manera que los coleccionistas de reliquias nunca pudieron apoderarse de él.—Mat. 28:5, 6; Mar. 16:6; Luc. 24:1-3.
No existe una partícula de evidencia de que el cuerpo del primer mártir cristiano, Esteban, o los huesos del mártir Santiago, se distribuyeron por todos lados o se enviaron en un recorrido como reliquias por los cristianos primitivos. Al contrario, la escritura declara definidamente que Esteban fué sepultado en la tierra. (Hech. 8:2) Estos hechos bíblicos, por lo tanto, no dan satisfacción o apoyo a los que enseñan que los huesos de los “santos” y mártires deben ser reverenciados y adorados, y por esto la Jerarquía recurre a la tradición y costumbres paganas por apoyo.
ORIGEN PAGANO DE LA ADORACIÓN DE RELIQUIAS
Además de lo que la Biblia dice sobre el asunto hay otras razones muy buenas por las cuales los cristianos verdaderos no deben venerar o adorar reliquias religiosas. La práctica y costumbre no originaron con Cristo o sus apóstoles o Israel, la nación escogida de Dios. Claramente son de origen pagano y por lo tanto del Diablo, puro y simple, y la Enciclopedia Católica lo admite. Dice que la veneración de reliquias es “un instinto primitivo” y está asociado con muchos otros sistemas religiosos además del catolicismo. Sigue diciendo cómo los griegos antiguos supersticiosamente adoraban los huesos y las cenizas de sus héroes, cómo los persas “trataban con la veneración más honda” los restos de Zoroastro; y cómo la “adoración de reliquias entre los budistas de toda secta es un hecho indisputable”.
Otras autoridades han mostrado que los antiguos egipcios, asirios y babilonios también veneraban las reliquias de sus señores y príncipes. “En los dominios del paganismo había florecido la misma adoración por siglos antes de que los santos o mártires cristianos hubieran aparecido en el mundo. . . . Desde los períodos más primitivos, el sistema del budismo ha sido mantenido por reliquias, que han efectuado milagros por lo menos tan bien atestiguados como los efectuados por las reliquias de San Esteban, o por los ‘Veinte Mártires’ [mencionados por Agustín].” (Las Dos Babilonias de Alejandro Híslop, páginas 177, 178) En Kandy, Ceilán, un templo de hace 400 años contiene lo que se dice ser el diente de Buda, “venerado por muchos millones de personas.” (El Daily News de Ceilán, 1 de abril de 1950) Ante la presencia de esta reliquia el secretario de relaciones exteriores británico, Ernesto Bevin, fué llevado el 1 de enero de 1950, con la esperanza de que curara milagrosamente sus dolencias.—El Times de Nueva York, 16 de enero de 1950.
La idea pagana de atribuir poderes mágicos a los huesos, cráneos, dientes y pieles es tanto más vieja que la cristiandad, que la autoridad católica anterior decide llamarla “un instinto primitivo”. En verdad no es más que fetichismo, concerniente a lo cual la Enciclopedia Americana (edi. de 1942, vol. 11, pág. 158) dice: “Es la más baja de las inmetódicas formas de adoración halladas entre las tribus incivilizadas, y existe especialmente entre los negros de África, pero también entre los nativos de ambas Américas, los polinesios, australianos, y siberianos.” Al navegar los marineros portugueses católicos por la costa occidental del África pudieron ver poca diferencia entre la adoración de huesos, cráneos y amuletos “sagrados” por los nativos, y su propia adoración de reliquias y amuletos religiosos que ellos llamaban feitiços, y de lo cual obtenemos el nombre fetiche.
La Enciclopedia de M’Clintock y Strong (vol. 8, pág. 1028) resume bien todo el asunto cuando dice: “No hay duda de que la adoración de reliquias es un disparate, sin la garantía de la Escritura, directamente contraria a la práctica de la Iglesia primitiva, e irreconciliable con el sentido común.”
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Fraudulentas reliquias religiosasLa Atalaya 1951 | 1 de abril
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Fraudulentas reliquias religiosas
COMO persona honrada, recta y sincera usted ama la verdad y la justicia. Usted ama a los que hablan la verdad, que son honrados y en quienes puede confiarse. Naturalmente odia usted a todos los mentirosos, ladrones y timadores. Usted desprecia a los farsantes de toda clase, y especialmente cuando los descubre estar entre sus amigos más íntimos en los cuales ha puesto usted su confianza implícita en tiempos pasados. Y si hay tales engañadores disfrazados moviéndose entre su esfera de compañeros usted está feliz y contento si sus verdaderos amigos se los señalan, a fin de que usted a su vez pueda prevenir a otras personas honradas como usted. Es por lo tanto como verdaderos amigos de los de corazón honrado que llamamos la atención a los estafadores de reliquias que operan en nombre de la religión, y que hace siglos hurtan y despojan a la gente crédula con su mercancía de farsa. Aquí están los hechos.
La adoración de reliquias es de origen pagano y fué introducida en la religión católica romana hace muchos siglos. La Enciclopedia Católica (vol. 12, páginas 734-738) no sólo admite esto, sino también revela otros hechos muy alarmantes acerca de dónde vinieron estas reliquias y cómo. La adoración de reliquias entre los católicos, dice, “fácilmente se prestó al error, al fraude, y a la codicia de ganancia,” y como resultado “muchos abusos serios” se cometieron. Allá por el siglo cuarto, en los días de Agustín, los monjes católicos iban por todas partes “haciendo negocio con la venta de reliquias espurias”.
“En el Código Teodosio,” continúa la Enciclopedia, “la venta de reliquias se prohibe, pero numerosos cuentos, de los cuales sería fácil coleccionar una serie larga, empezando con los escritos de San Gregorio el Grande y San Gregorio de Turs, nos prueban que muchas personas sin conciencia hallaron un medio de enriquecerse mediante una clase de comercio con estos objetos de devoción, la mayoría de los cuales sin duda eran fraudulentos.”
Desde los días de Carlomagno, cuando la Iglesia y el Estado gobernaron como supremos, el tráfico con huesos de “santos” y otras antigüedades llamadas “santas” vino a ser tan desenfrenado que hasta miembros de la Jerarquía se quejaron de que los altares de las iglesias estaban siendo recargados de reliquias falsas. Había una competencia vehemente entre varias iglesias para excederse unas a otras en reliquias raras. Dice la Enciclopedia Católica: “Al comienzo del siglo noveno, como lo había mostrado M. Jean Guiraud, la exportación de los cuerpos de mártires de Roma había asumido las dimensiones de un comercio regular, y cierto diácono, Deusdona, adquirió una notoriedad inenvidiable en estas transacciones. Lo que quizás a la larga no fué menos desastroso que el fraude o la avaricia fué la rivalidad tremenda entre los centros religiosos, y la credulidad vehemente fomentada por el deseo de ser conocidos como los poseedores de alguna reliquia excepcionalmente sorprendente.” “Tal era el furor por ellas en un tiempo que hasta Mabillon, el benedictino, justamente se queja de que los altares estaban cargados de reliquias sospechosas, numerosas espurias siendo ofrecidas por todas partes a la piedad y a la devoción de los fieles. Añade, también, que a menudo son consagrados los huesos que, lejos de pertencer a los santos, probablemente no pertenecen a cristianos.”—Enciclopedia de M’Clintock y Strong, vol. 8, pág. 1928.
¿DE DÓNDE VINIERON ESTAS ANTIGÜEDADES?
En tiempos posteriores las enormes colecciones de reliquias duplicadas hasta avergonzaron a la Jerarquía al grado de que se vió forzada a dar alguna explicación. Citando otra vez, la Enciclopedia Católica dice: “La práctica ya observada de atribuir la misma santidad a los objetos que habían tocado el altar como al mismo altar, la costumbre de hacer facsímiles e imitaciones, una costumbre que persiste hasta nuestro día en las reproducciones de la estatua de San Pedro del Vaticano o de la gruta de Lurdes—todas éstas son causas adecuadas que explican por qué hay una multitud de reliquias innegablemente espurias con las cuales los tesoros de las grandes iglesias medioevales estaban repletos.” Cuando uno aprecia cómo operaban los pillos clericales con licencia ilimitada “es fácil entender el sinnúmero de duplicados y la extravagancia de las anotaciones en los inventarios de reliquias de Roma y otros países”, dice esta autoridad.
Las iglesias italianas cercanas a su madre en Roma están especialmente llenas de reliquias ficticias. “Lo siguiente es sólo un ejemplo de las que hay en la Iglesia de Santa Cruz de Jerusalén: tres pedazos de la verdadera cruz, la inscripción colocada arriba de la cruz; dos espinas de la corona de nuestro Señor; la esponja extendida a nuestro Señor con vinagre y hiel; un pedazo del velo y cabello de la Virgen; un frasco lleno de la sangre de Jesús; algo del maná recogido en el desierto, etc.” (Enciclopedia de M’Clintock y Strong) Un observador ha comentado que “existe hoy en día en todo el catolicismo suficiente de la ‘Verdadera Cruz’ para edificar varias casas”. Y además del frasco de la sangre de Jesús mencionado aquí y otro en Brujas, Bélgica, el periódico Register católico de Dénver dice “otras supuestas reliquias de la Preciosa Sangre se conservan en Wurtemberg, Sarzana, Mentón y Mantua”.
Haciendo una nota histórica al calce sobre el negocio de reliquias de farsa en su día, Geoffrey Chaucer en su “Prólogo de los Cuentos de Cantérbury” describe al “Perdonador” que acababa de llegar directamente del Vaticano con sus bolsillos llenos de perdones “calientitos” de Roma. Además de éstos, en su bolsa tenía una funda de almohada que dijo él era el velo de “Nuestra Señora”; también un fragmento de la mera vela del bote de pescador de San Pedro; también un vaso lleno de huesos de cerdo. Estas últimas reliquias, dice Chaucer, las vendió de casa en casa, ganando dos veces más dinero en un sólo día que los trabajadores. Y, a pesar de todo esto, “era en la iglesia un eclesiástico noble”, dijo con burla Chaucer.
Un ejemplo más reciente de una reliquia dudosa siendo venerablemente adorada por miles de almas crédulas fué la del antebrazo y mano “derechos” de San Francisco Javier. La revista Life publicó una fotografía de la reliquia cuando viajó por los Estados Unidos. Después de lo cual la esposa de un doctor llamó la atención del editor al hecho de que en verdad era un brazo y mano “izquierdos” volteados. No puede ser, declaró Life, porque el brazo izquierdo de Javier todavía está pegado al cuerpo en Goa, India, lo que sólo prueba que la reliquia circulada es el brazo y mano izquierdos de algún otro. ¡Una disparatada falsificación en verdad!
¿QUIÉN ES RESPONSABLE?
Admitido por los altos dignatarios de la Jerarquía Católica Romana, y otras personas informadas, que la mayoría de las reliquias de la cristiandad son patrañas—¿por qué, entonces, son adoradas en este ilustrado siglo veinte? ¿Qué razones, excusas o explicaciones tiene el clero por no informar a la gente en general de que la mayoría de sus antigüedades son imitaciones fraudulentas? Sus respuestas a estas preguntas, según se presentan en la Enciclopedia Católica, sacudirán a las personas honradas, amadoras de la verdad.
Primero que todo, en vista del hecho de que la adoración de reliquias se extiende a la remota antigüedad, el clero dice que no debe ser culpado por permitir que continúe la práctica. ¿Pero es esto cristiano? ¿No habló Jesús a todo tiempo la verdad, sin importar si descubría y desarraigaba las enseñanzas falsas y las prácticas demoníacas del clero judío que estaba arraigado en la remota antigüedad? (Mat. 15:1-9; 23:1-5, 16-28) La tarea de determinar qué reliquias son genuinas y cuáles son espurias es muy grande, el “tiempo y el costo” demasiados, dice el clero, y además produciría un escándalo y disturbio sensacionales entre el paisanaje. Muy bien, ¿por qué no deshacerse de todo el inventario de reliquias? ¿Por qué no decirle a la gente que todo el negocio de adorar reliquias es de origen pagano y del Diablo? ¿Por qué no decirle a la gente la verdad? ¿Por qué tratar de esconder los hechos verdaderos detrás de un refugio de mentiras o enterrarlos bajo las falsedades eclesiásticas? ¿No sabe el clero que ya muy pronto Jehová Dios barrerá su refugio de mentiras y falsedades?—Isa. 28:15-17.
“Suponiendo que [la adoración de reliquias] sea de hecho espuria,” dice la Enciclopedia Católica, “no se hace deshonra a Dios por la continuación de un error que ha sido transmitido con perfecta buena fe por muchos siglos.” ¡Qué remota y extraña es esta doctrina a todo lo escrito en la Biblia! ¡Jehová es Dios de verdad! (Juan 3:33; Rom. 3:4; Heb. 6:18) Todo error y mentira son del Diablo y ciertamente son un gran reproche y deshonra para Dios. (Juan 8:44; Rom. 1:25) En consecuencia, Jehová está en contra de todos los tales fraudes piadosos que enseñan mentiras en Su nombre y acabará con ellos en el Armagedón.
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El nuevo folleto legal bien nombradoLa Atalaya 1951 | 1 de abril
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El nuevo folleto legal bien nombrado
HABLANDO acerca del tema “Defendiendo y legalmente estableciendo las buenas nuevas” el 31 de julio de 1950 en la Asamblea del Aumento de la Teocracia celebrada en la ciudad de Nueva York, el abogado de la Sociedad Wátchtower dió mucho énfasis a la necesidad de estar preparados para la persecución mundial que seguramente vendrá antes del Armagedón. Dijo: “Les advierto que siempre estén listos para la batalla. . . . El odio aumentará febrilmente contra nosotros.” Entonces presentó por primera vez el nuevo folleto legal en inglés Defendiendo y legalmente estableciendo las buenas nuevas.
Justamente cinco semanas después el valor de este nuevo instrumento, provisto oportunamente por Jehová mediante su organización, fué demostrado en conexión con una asamblea de circuito que se celebró en Decatur, Alabama, del 8 al 10 de septiembre. Preocupados debido a las actividades de los agitadores comunistas, los funcionarios municipales les negaron a los testigos de Jehová el derecho de predicar públicamente en las calles o de puerta en puerta. Para justificar dicha negación citaron un estatuto local que prohibe la venta o distribución de literatura sin tener el permiso del alcalde.
Después que la policía le había dicho a muchos de estos ministros que dejaran de predicar, representantes de los testigos fueron a ver al alcalde y al jefe de policía. El alcalde declaró que tenían que parar su trabajo. El jefe de policía dijo, “Voy a arrestarlos aun si tengo que llamar a todos los policías para hacerlo, incluso los que no están trabajando hoy y los que estén durmiendo.” Se hicieron esfuerzos para explicar la validez de la obra de predicar citando argumentos del folleto Defendiendo y legalmente estableciendo las buenas nuevas, pero fué en vano. Vez tras vez trataron de ponerse en contacto con el fiscal municipal sin conseguirlo.
Sábado por la tarde, la policía arrestó a cuatro de los testigos de Jehová; dos estaban predicando en las puertas, uno estaba en la acera distribuyendo invitaciones para la reunión pública del día siguiente, y el cuarto estaba andando por la calle en dirección a su territorio. En la jefatura de policía apuntaron la acusación hecha en su contra y los libraron bajo fianza hasta tiempo para el juicio y sentencia el lunes por la mañana. El sábado, tarde por la noche, con la policía amenazando arrestar a otros, le pareció al siervo de distrito que debería hacer un informe y procurar consejo e instrucciones de la Oficina Legal de la Sociedad en Brooklyn. Se le dijo que se apegara estrictamente al consejo en el folleto legal y que instruyera a los hermanos a seguir dando el testimonio como de costumbre. El domingo las amenazas de arrestar a otros no se materializaron.
El lunes, temprano por la mañana, los acusados se presentaron para el juicio. El juez se dió prisa en decirles que el fiscal municipal había pedido un aplazamiento hasta las cuatro de la tarde. Cuando volvieron a esa hora el fiscal les dió las buenas nuevas de que él estaba dando las instrucciones para declarar la acusación sin lugar. Fueron puestos en libertad y les devolvieron toda su propiedad menos un folleto, Defendiendo y legalmente estableciendo las buenas nuevas. Cuando se lo pidieron al fiscal municipal, él rogó que se lo dejaran para estudiarlo más detenidamente, diciendo que el domingo temprano por la mañana había hablado por teléfono con ‘el abogado de ustedes en Nueva York’ que le había convencido que le convenía leer lo que contenía acerca de derechos. Había conseguido un ejemplar de uno de los hermanos que habían arrestado y lo había estudiado, quedando convencido de que la ley era inválida y que deberían retirar las acusaciones. Habló muy favorablemente del consejo que contiene, diciendo al concluir, “Esto siempre podría prevenir que tengan más dificultad de esta suerte. Si pudiera haberlo recibido sábado por la tarde tal vez toda esta dificultad podría haberse evitado.”
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