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  • Terremoto azota al Friul
    ¡Despertad! 1976 | 22 de diciembre
    • Jehová en esa localidad, informa: “Nuestro Salón del Reino está situado en la planta baja de un nuevo edificio en condominio de tres pisos. Cuando azotó el temblor de tierra, estábamos celebrando la reunión que normalmente tenemos los jueves por la noche, con veinticuatro concurrentes.

      “La reunión ya había comenzado cuando empezamos a sentir el primer temblor. Fue un temblor moderado. Cuando hubo pasado, Maurizio Rossi exclamó: ‘¡Vengan aquí!’ y señaló a una viga sostenida por una columna de concreto armado.

      “El segundo temblor hasta fue peor. De repente se apagaron las luces. Pensamientos de morir o al menos de sufrir al ser enterrado vivo bajo las ruinas pasaron cual relámpago por mi mente. Yo me preguntaba: ‘¿Dónde me golpeará el primer objeto? ¿En la cabeza? ¿En el hombro derecho, o en el izquierdo? ¿Sobre el costado?’ Cerré los ojos y oré a Jehová. En realidad, todos hicimos la misma cosa. La oración en voz alta nos fue de consuelo mutuo. Aunque estábamos claramente en peligro de muerte, nos confortamos con la promesa bíblica de la resurrección.—Juan 5:28, 29; Hech. 24:15.

      “Pero justo cuando parecía que todo iba a ceder sobre nosotros, el terremoto terminó. Agradecidos de estar vivos, salimos corriendo a la calle y nos dirigimos a un campamento cercano. Allí encendimos un fuego y pasamos la noche.”

      Abunda la ayuda

      Al día siguiente empezó a llegar ayuda a la zona devastada. No solo italianos, sino gente de naciones vecinas a Italia ofrecieron voluntariamente sus servicios. En cuanto a los testigos de Jehová, los de Trieste hicieron arreglos para proveer alimento, ropa y dinero para compañeros cristianos que habían sufrido pérdidas en la catástrofe. En Udine se estableció un centro para coordinar la ayuda en la casa de un anciano de la congregación que la ofreció voluntariamente. La sucursal de Roma de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract formó un comité para acelerar esta obra. “Era una vista conmovedora,” comentó uno de los voluntarios, “ver a los Testigos de todas las congregaciones cercanas y hasta de Austria y Alemania venir a ayudar.”

      Anacleto Martin, de Gemona, severamente azotada, relata: “El hermano Montori regresó al apartamiento que está arriba del Salón del Reino. Ayudó al padre del dueño de la casa, un señor de ochenta años de edad, a bajar a la calle y llegar a un lugar seguro en el campo. Otros Testigos se ocuparon en tratar de rescatar a personas enterradas bajo las ruinas de casas cercanas. A la mañana siguiente nos separamos unos de otros para averiguar lo que quedaba de nuestros hogares, si acaso quedaba algo. El día después de eso, empezó a llegar ayuda de nuestros hermanos cristianos que vivían cercanos a la zona. Las provisiones incluían las tiendas de campaña que nos hacían tanta falta.”

      Renato Abramo de Tolmezzo informa: “Debido a los repetidos temblores nos pareció prudente permanecer a campo raso. Armé mi tienda y poco después conseguimos otra. Algunos de nosotros dormimos en las tiendas; otros en autos. El lunes siguiente nos alegramos con la llegada de un camión que tenía la inscripción ‘Ayuda de la Watch Tower.’ Aquí venían Testigos trayéndonos alimento, tiendas, medicinas, abrigo. Así pudimos armar otras tiendas para nosotros y para los Testigos de aldeas vecinas, y también para algunos de nuestros vecinos con quienes nos dio gusto compartir lo que teníamos.”

      Un representante viajero dijo lo siguiente acerca del centro para la coordinación de la ayuda que se había establecido en Udine: “He visto llegar tanto material a esta casa que sería difícil hacer inventario. La prontitud para ayudar de parte de los testigos de Jehová de otras ciudades y de otros países fue en verdad conmovedora. Entre los artículos de primera necesidad que llegaron había hasta pañales para bebés. Dos hermanas servían de intérpretes para vencer el problema de lenguaje de los voluntarios que habían venido de Austria y Alemania. Llenos de aprecio preguntamos lo que nosotros podríamos hacer para los que habían venido de esas largas distancias para ayudarnos. ¿Qué les parece un plato de espaguetis? Era lo menos que podíamos hacer para ellos.”

      Algo más importante

      En medio de toda la actividad que se requería para atender las necesidades que todos tenían de alimento, ropa, abrigo y otras cosas materiales, los testigos de Jehová de la zona del Friul se ocuparon de algo que consideraban aún más importante. De Gemona viene este informe:

      “Hicimos arreglos para llevar las sillas y otros muebles del Salón del Reino a San Daniele, y el 16 de mayo, en un gran cobertizo construido por hermanos, celebramos nuestra conferencia pública sobre la Biblia y el estudio de La Atalaya.” Renato Abramo relata lo siguiente respecto a la zona de Tolmezzo: “Para el domingo después del terremoto estábamos en posición de celebrar nuestra primera reunión bajo la tienda.” Un informe proveniente de la sucursal de la Sociedad Watch Tower en Roma declara: “Casi todas las congregaciones afectadas pudieron celebrar sus reuniones normales el domingo después del terremoto. En una localidad cuatro tiendas grandes que albergaban a unas 100 personas no solo sirvieron de dormitorios, sino también de Salones del Reino.”

      ¿Qué efecto tuvo en general el terremoto sobre los testigos de Jehová en la zona del Friul? El alojamiento presentó un problema. Las viviendas de unas sesenta y cuatro familias fueron derribadas o tan dañadas que fue necesario demolerlas.

      Por el lado positivo, ninguno de los testigos de Jehová murió o fue seriamente lesionado. Expresó bien la actitud de ellos para con lo que había sucedido un anciano que participó en la obra de auxilio. Él dijo: “Espero que lo que sucedió no vuelva a acontecer. Por otra parte, el trabajar para aliviar el sufrimiento de nuestros semejantes ha sido un placer. Esperamos con anhelo el establecimiento del nuevo orden de Dios en el futuro cercano, en el cual ya no habrá sufrimiento, calamidad, ni muerte.”—Rev. 21:3-5.

  • Dónde se encuentran las aguas más saladas
    ¡Despertad! 1976 | 22 de diciembre
    • Dónde se encuentran las aguas más saladas

      ● El Mar Muerto, que yace en el extremo del río Jordán entre Israel y Jordania, es uno de los dos lugares donde se encuentran las aguas más saladas de la Tierra. Las aguas del Mar Muerto son unas seis veces más saladas que las aguas oceánicas y contienen aproximadamente 24 por ciento de materia sólida, casi toda sal. El Gran Lago Salado de Utah, Estados Unidos, es el otro lugar cuyas aguas pueden compararse con las del Mar Muerto en contenido de sal.

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