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    La Atalaya 1975 | 15 de julio
    • disfrutaron de compañerismo como hermanos y hermanas. Las barreras que habían existido por siglos fueron erradicadas de en medio de ellos.

      Hoy la adoración verdadera también une a la gente de toda raza y nacionalidad. La evidencia de esto se puede ver entre los testigos cristianos de Jehová.

  • La unción a una esperanza celestial... ¿cómo se manifiesta?
    La Atalaya 1975 | 15 de julio
    • La unción a una esperanza celestial... ¿cómo se manifiesta?

      ESCRIBIENDO a la congregación de cristianos ungidos que estaba en Corinto, el apóstol Pablo dijo que Dios ha “puesto su sello sobre nosotros y nos ha dado la prenda de lo que ha de venir, es decir, el espíritu, en nuestros corazones.”—2 Cor. 1:21, 22.

      En cuanto a los que han sido ungidos por Dios para ser sus hijos celestiales y que reciben el sello del espíritu, ¿cómo manifiestan esto? ¿Es posible que alguien piense que él o ella está ungido así y no obstante estar equivocado?

      Se ha hecho patente que hace falta un entendimiento bíblico de estos puntos. Por ejemplo, en unas cuantas congregaciones de un país grande de África, ciertas personas que asistieron a la celebración de la Cena del Señor participaron de los emblemas por primera vez y se les vio sacudirse visiblemente o hacer otros movimientos insólitos al participar. ¿Está esto en armonía con las Escrituras en cuanto a la manera en que obra el espíritu de Dios para con los ungidos? ¿Es esto una evidencia de Su espíritu en el corazón de estos individuos, y está dándoles una “prenda” o goce anticipado de la filiación celestial a la cual son llamados?

      La respuesta a estas preguntas tiene que ser No. Tal conducta extraña en cambio es característica de ciertas sectas religiosas que estimulan el ceder a acciones desenfrenadas, o de danzas rituales de ciertas tribus que estimulan la excitación emocional.

      La Biblia en ninguna parte indica que —ya sea al tiempo en que Dios unge a alguien como llamado al reino celestial o después de esa unción— la acción del espíritu de Dios produce conducta de índole anormal, ostentosa o falta de dignidad. Es cierto que en el día del Pentecostés Jehová Dios hizo que acontecieran cosas milagrosas, como el “ruido exactamente como el de una brisa impetuosa y fuerte” que llenó la casa donde estaban los discípulos, y las “lenguas como de fuego” que se asentaron sobre los ungidos por espíritu santo. Estos rasgos milagrosos provistos por Dios mismo sirvieron para atraer a muchas personas allí a fin de que pudiera darse un testimonio poderoso y también dar evidencia poderosa de que el favor de Dios había pasado del Israel carnal bajo el pacto de la Ley al Israel espiritual bajo el nuevo pacto. Los discípulos pudieron hablar en los diferentes lenguajes de las personas que fueron atraídas allí, un don que también se dio milagrosamente. Pero no hay nada que indique que los discípulos se portaron de manera sumamente emocional o que hubo conducta falta de dignidad. La acusación que hicieron algunos de los observadores de que los discípulos estaban borrachos no se debió a alguna acción de sacudimiento de los discípulos, sino, como muestra el relato, se debió a que esos observadores oyeron a estos discípulos judíos hablar en lenguajes extranjeros. El discurso que el apóstol Pedro pronunció allí fue una presentación muy sobria, sensata y lógica, no una demostración emocional.—Hech. 2:1-36.

      Después de este derramamiento inicial del espíritu en el Pentecostés, la Biblia no indica que el ‘ruido como el de una brisa impetuosa’ o las “lenguas como de fuego” se hayan repetido en los casos de otros que fueron ungidos después de eso. Aun los dones del espíritu, como la milagrosa habilidad para hablar en lenguajes extranjeros, habrían de terminar y terminaron con la muerte de los apóstoles y de aquellos a quienes ellos habían impartido esos dones.—Hech. 8:14-18; 19:2-6; 1 Cor. 13:8-12.

      RECIBIENDO UN ESPÍRITU VERDADERO DE FILIACIÓN

      ¿Cómo, pues, opera el espíritu santo de Dios para con aquellos a quienes unge? Romanos 8:15-17 nos dice, con estas palabras: “Porque no recibieron ustedes un espíritu de esclavitud que ocasione temor de nuevo, sino que recibieron un espíritu de adopción como hijos, espíritu por el cual clamamos: ‘¡Abba, Padre!’ El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Pues, si somos hijos, también somos herederos: herederos por cierto de Dios, mas coherederos con Cristo, con tal que suframos juntamente para que también seamos glorificados juntamente.”

      De modo similar, en Gálatas 4:6, 7, leemos: “Ahora bien, porque ustedes son hijos, Dios ha enviado el espíritu de su Hijo a nuestros corazones y éste clama: ‘¡Abba, Padre!’ Así es que ya no eres esclavo sino hijo; y si hijo, también heredero gracias a Dios.”

      Por lo tanto la evidencia principal que tiene el que ha sido ungido a la llamada celestial es este espíritu o sentido dominante de filiación, es decir, de haber sido engendrado por Dios a filiación espiritual como uno de los 144.000 herederos del reino celestial. El que es engendrado genuinamente puede testificar con toda buena conciencia que las esperanzas celestiales producidas en él no nacen de sus propios deseos o imaginaciones sino que son de Jehová Dios, el resultado de la acción de Su espíritu para con este individuo. (1 Ped. 1:3, 4; Rev. 14:1-3) Esto es simultáneamente un privilegio que infunde temor reverencial y una grave responsabilidad... el llegar a ser hijo espiritual del Soberano Universal cuyo ‘nombre es majestuoso’ y de quien está escrito: “Dignidad y esplendor están ante él.” (Sal. 8:1; 96:6) Ciertamente respecto a los que son honrados con esta llamada para ser sus hijos, debería esperarse que la conducta sería aptamente representativa de este Padre dignificado, manteniendo en alto su reputación. Ciertamente deben manifestar el fruto del espíritu de Dios, que incluye “gobierno de uno mismo.” (Gál. 5:22, 23; 1 Cor. 14:33) Estos ungidos tienen como su modelo al Hijo Principal de Dios, Cristo Jesús, y también deben reflejar su espíritu o la expresión dominante de él mismo. El ceder a prácticas que huelen a costumbres tribuales carnales o a sectas religiosas que estimulan la expresión desenfrenada de emociones no suministraría evidencia de filiación espiritual genuina. Como declara el apóstol inspirado:

      “Sin embargo, ustedes no están en armonía con la carne, sino con el espíritu, si es que el espíritu de Dios verdaderamente mora en ustedes. Pero si alguien no tiene el espíritu de Cristo, éste no le pertenece.”—Rom. 8:9.

      En la celebración anual del Memorial de la muerte de Cristo, la conducta de una persona que es verdaderamente de los coherederos ungidos de Cristo debe ser irreprochable y no dejar lugar a dudas. El apóstol Pablo tuvo que censurar a ciertos individuos de la congregación corintia debido a que su conducta en la Cena del

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