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  • Volviéndose a Jehová
    La Atalaya 1966 | 1 de enero
    • tanto para José como para su padre.—Gén. 37:2-36.

      22, 23. ¿Cómo fue puesta a una prueba escrutadora la actitud de su corazón, y con qué resultado?

      22 Los años pasaron. Bajo la maniobra de Dios, a José se le hizo administrador del alimento en Egipto. Después que había sobrevenido por toda la Tierra el hambre que se había predicho, Jacob tuvo que enviar a sus hijos a Egipto dos veces a comprar cereales. José reconoció a sus hermanos, pero ellos no lo reconocieron. En la primera ocasión sucedió que los diez hijos revelaron una conciencia atribulada a causa de José. Pero, ¿era un verdadero cambio de corazón? En la segunda ocasión José arregló la situación de tal manera que sus hermanos quedaron bajo una prueba severa. ¡Se hizo aparecer que Benjamín había robado la copa de plata sagrada de José! José, todavía no reconocido, exigió severamente que Benjamín se quedara como esclavo suyo. Los otros podrían regresar a casa. Al llegar a este punto, Judá, con el apoyo evidente de sus hermanos, hizo una de las súplicas más conmovedoras y espontáneas jamás habladas y, obsérvese, ¡a un oyente aparentemente duro y hostil! Judá hizo grandes esfuerzos para explicar exactamente cuánto significaba Benjamín para su padre. Concluyó diciendo que él mismo llegaría a ser esclavo de José, para que el joven Benjamín pudiera regresar a casa con sus hermanos. Entonces expresó aquel clamor vehemente que provino de su corazón: “¿Cómo puedo subir a mi padre sin el muchacho juntamente conmigo, por temor de que entonces mire la calamidad que hallará a mi padre?”—Gén. 44:34.

      23 ¡No había la más leve duda en cuanto a su cambio de corazón! José se conmovió grandemente y lloró en voz alta al darse a conocer a sus hermanos. Pero consideremos la otra parte del drama, donde Jacob estaba esperando en casa.

      24. ¿Cómo reaccionó Jacob a las nuevas en cuanto a José, y qué probó de su parte?

      24 Podemos imaginarnos al padre anciano esperando ansiosamente y preguntándose qué sucedía al transcurrir lentamente los días y las semanas. ¿Vería otra vez a su amado Benjamín? ¿Iba a perderlo, así como a José? Al fin se le dijo que se alcanzaba a ver a sus hijos y que en breve llegarían. Aguardó en su tienda. Podemos imaginarnos la escena. Saludaría a sus hijos, cada uno a su vez, pero mantendría al joven Benjamín junto a él. Pero, ¿qué era esto que estaban diciendo? ¿Que aquel hombre encargado en Egipto era nada menos que José? ¡Imposible! Pues, si eso fuera así, José por lo menos le hubiera enviado un mensaje hace mucho tiempo. Probablemente raciocinó así. Sin embargo, sus hijos lo instaron a venir y ver lo que habían traído de vuelta. Bueno, él no podría negarse a hacer eso. Con un corazón agobiado, salió y examinó todos los alimentos y otros abastecimientos, sin decir nada de toda la plata y ropa que se le había dado a Benjamín. Pero cuando vio el carro enviado especialmente para llevarlo a Egipto, ¡eso lo convenció! Era tan lujoso y cómodo. ¡Exactamente adecuado! No solo era un eslabón visible, era el medio visible de transporte que lo llevaría a su José por largo tiempo perdido. Cogiéndose fuertemente del costado del carro, y vencido por la convicción y el sentimiento profundo, exclamó: “¡Basta! ¡José mi hijo todavía vive! ¡Ah, permítaseme ir y verlo antes de morir!”—Gén. 45:25-28.

      25. (a) ¿Qué revelan estas cosas en cuanto a Jehová? (b) ¿Cómo podemos mostrar que somos verdaderamente sus hijos? (c) ¿Qué derrotero está abierto todavía para los que se han descarriado?

      25 Jacob se sintió exactamente como el padre de la ilustración de Jesús que se regocijó por su hijo que “estaba muerto mas ahora está vivo, y estaba perdido pero ha sido hallado.” (Luc. 15:32) José, por supuesto, no se había descarriado como el hijo pródigo, pero la cosa principal que se recalca aquí es el profundo amor paternal que se muestra en cada caso. En cuanto a Aquel que hizo que estas cosas se representaran y se registraran en su Palabra, ¡seguramente su propio corazón de amor tiene que ser mayor y más profundo que el de los que sirven simplemente como ilustraciones! Si verdaderamente somos sus hijos, querremos ‘reflejar la gloria de Jehová,’ y mostrar estas mismas cualidades de amor y paciencia y misericordia, y usar toda ocasión para imitar a nuestro Padre que está en el cielo. (2 Cor. 3:18) Pero si quizás nos hemos descarriado, ¡ciertamente no podemos dejar de dirigirnos a él y responder a la súplica y estímulo que ha provisto tan bondadosamente! ¿No está usted de acuerdo? ¿No sería excelente si se pudiera decir de uno, como Pedro escribió, que “ustedes, como ovejas, andaban descarriados; pero ahora se han vuelto al pastor y superintendente de sus almas”?—1 Ped. 2:25.

  • Un “santo” que obra milagros
    La Atalaya 1966 | 1 de enero
    • Un “santo” que obra milagros

      ✔ Entre unos ochocientos raros objetos de arte, tanto nacionales como extranjeros, que se exhiben en el Instituto Nacional de Bellas Artes, en Río de Janeiro, Brasil, hay un “santo” pequeño que obra milagros. Pertenece a una colección que data del siglo diecisiete. Su historia es bastante curiosa.

      En los tiempos pasados de la historia brasileña, los contrabandistas de oro y piedras preciosas escondían su contrabando dentro de la figura de un santo de madera que era hueca. Tan pronto este “santo” entraba en la casa del contrabandista ¡pues, se efectuaba un milagro-de repente la familia se hacía rica! Por eso la expresión “Santinha do Pau Ôco” (Santita de madera hueca) vino a significar una persona que era un “fraude,” “hipócrita,” y así se usa hoy día.

  • El simbolismo del Gran Sello
    La Atalaya 1966 | 1 de enero
    • El simbolismo del Gran Sello

      ● Al reverso de los billetes de un dólar estadounidenses aparecen ambos lados del Gran Sello o Escudo del país. Al anverso del sello hay un águila norteamericana sosteniendo en una garra una rama de olivo y en la otra garra un haz de trece flechas. Esto denota el poder de paz y guerra de que está investido el Congreso. En el pico del águila hay un rollo inscrito con la máxima que también se encuentra en las monedas estadounidenses: E Pluribus Unum, que significa “De muchos, uno solo.” El reverso del sello muestra una pirámide con un ojo en su cúspide rodeado de un resplandor de luz. Con la pirámide se quiere representar fuerza y duración, mientras que con el ojo se quiere hacer referencia al ojo eterno de Dios. Sobre el ojo hay una máxima latina “Annuit Coeptis,” que significa “Él [Dios] ha hecho prosperar (o ha sonreído con aprobación sobre) nuestras empresas.” En la base de la pirámide se encuentra en letras numerales romanas la fecha de 1776, y debajo de la pirámide aparece un rollo con la máxima: Novus Ordo Seclorum, que significa “Un nuevo orden de las edades.” Desde que se fundó aquel “nuevo orden” en 1776, muchos líderes políticos han fundado muchos otros nuevos órdenes políticos en otras partes de la Tierra. No obstante, es a Dios mismo a quien los hombres tienen que mirar en espera de un nuevo sistema de cosas que unirá a la humanidad bajo el gobierno de justicia de Jesucristo, el mismo Hijo de Dios. Ese justo gobierno no será establecido por hombres, porque es el “reino de Dios.”

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