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¿Qué opina usted sobre el estado de los muertos?¡Despertad! 1979 | 22 de octubre
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(Lev. 23:30; Núm. 31:19; Eze. 18:4, 20; Luc. 6:9) En cuanto a la condición de los muertos, la Biblia la describe como una de absoluta inconsciencia, pues dice: “En cuanto a los muertos, ellos no están conscientes de nada en absoluto.”—Ecl. 9:5; Sal. 146:3, 4.
Pero aunque los muertos están inconscientes, hay para ellos una esperanza maravillosa. La Palabra de Dios asegura que “va a haber resurrección así de justos como de injustos.” (Hech. 24:15) ¿Se le hace difícil creer eso? En realidad, las Escrituras mencionan varias resurrecciones que ya han ocurrido. Consideremos tres que Jesucristo ejecutó. De la primera de éstas, leemos:
“Viajó a una ciudad llamada Naín, y sus discípulos y una grande muchedumbre viajaban con él. Al acercarse él a la puerta de la ciudad, pues ¡mira! sacaban a un muerto, el hijo unigénito de su madre. Además, ella era viuda. También estaba con ella una muchedumbre bastante numerosa de la ciudad. Y cuando alcanzó a verla el Señor, se enterneció por ella, y le dijo: ‘Deja de llorar.’ En seguida se acercó y tocó el féretro, y los que lo llevaban se detuvieron, y dijo: ‘Joven, yo te digo: ¡Levántate!’ Y el muerto se incorporó y comenzó a hablar, y se lo dio a su madre. Entonces el temor se apoderó de todos, y se pusieron a glorificar a Dios, diciendo: ‘Un gran profeta ha sido levantado entre nosotros,’ y: ‘Dios ha dirigido su atención a su pueblo.’ Y estas noticias respecto a él se extendieron por toda Judea y por toda la comarca.”—Luc. 7:11-17.
La segunda resurrección que Jesús ejecutó y que está registrada tiene que ver con la hija de Jairo, el oficial presidente de la sinagoga de Galilea. Puesto que la muchacha estaba a punto de morir, Jairo le rogó a Jesús que entrara en su casa y la curara de su enfermedad. (Luc. 8:40-42) El relato bíblico dice:
“Mientras [Jesús] todavía estaba hablando, vino cierto representante del presidente de la sinagoga, diciendo: ‘Ha muerto tu hija; no molestes ya al maestro.’ Al oír esto, Jesús le contestó: ‘No temas, solo muestra fe, y ella será salva.’ Cuando llegó a la casa no dejó que nadie entrase con él sino Pedro y Juan y Santiago y el padre y la madre de la muchacha. Empero toda la gente estaba llorando y golpeándose en desconsuelo por ella. De modo que él dijo: ‘Dejen de llorar, porque no murió, sino que duerme.’ Con esto empezaron a reírse de él desdeñosamente, porque sabían que había muerto. Mas él la tomó de la mano y llamó, diciendo: ‘¡Muchacha, levántate!’ Y volvió su espíritu, y se levantó al instante, y él ordenó que se le diese algo de comer. Pues bien, sus padres se quedaron fuera de sí.”—Luc. 8:49-56.
Aunque Jesús resucitó a estos dos individuos poco después de que hubiesen muerto, no sucedió así con su amigo Lázaro de Betania, un pueblo cercano a Jerusalén. Lázaro había estado muerto por cuatro días y lo habían colocado en una tumba conmemorativa. El evangelio de Juan relata:
“Jesús, después de gemir otra vez en sí mismo, vino a la tumba conmemorativa. Era, de hecho, una cueva, y una piedra estaba recostada contra ella. Dijo Jesús: ‘Quiten la piedra.’ Marta, la hermana del fallecido, le dijo: ‘Señor, ya debe heder, porque hace cuatro días.’ Jesús le dijo: ‘¿No te dije que si creyeras verías la gloria de Dios?’ Por lo tanto quitaron la piedra. Luego Jesús alzó los ojos hacia el cielo y dijo: ‘Padre, te doy gracias porque me has oído. Cierto, yo sabía que siempre me oyes; mas a causa de la muchedumbre que está de pie en derredor hablé, a fin de que crean que tú me enviaste.’ Y cuando hubo dicho estas cosas, clamó con fuerte voz: ‘¡Lázaro, sal!’ El hombre que había estado muerto salió con los pies y manos envueltos con envolturas, y su semblante estaba envuelto en un paño. Jesús les dijo: ‘Desátenlo y déjenlo ir.’”—Juan 11:38-44.
Por lo tanto, en armonía con las Escrituras, debemos considerar que los muertos simplemente están inconscientes. No experimentan ni gozo ni penalidad. No obstante, las resurrecciones que Jesús ejecutó cuando estuvo en la Tierra nos suministran base sólida para tener fe en sus palabras animadoras:
“Esta es la voluntad del que me envió, que no pierda nada de todo lo que me ha dado, sino que lo resucite en el último día. Porque ésta es la voluntad de mi Padre, que todo el que contempla al Hijo y ejerce fe en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.”—Juan 6:39, 40.
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Ya no ‘perdiéndose el propósito de la vida’¡Despertad! 1979 | 22 de octubre
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Ya no ‘perdiéndose el propósito de la vida’
¿PUEDE la Biblia realmente ayudar a las personas a lograr satisfacción y felicidad en la vida? La siguiente experiencia que nos relata alguien que vive en la región occidental de los Estados Unidos es interesante:
“Antes de llegar a conocer la verdad mi vida estaba ocupada con cosas materiales más bien que intelectuales o espirituales. Pensaba que el propósito de la vida era el adquirir todo cuanto era posible. Le daba poca atención a Dios o a la Biblia; pero hallé que esa vida era poco satisfactoria y me sentía muy desilusionado. Después de asistir a la universidad por dos años y de comprar una casa, una camioneta nueva, un costoso coche deportivo y otras cosas todavía no estaba satisfecho ni me sentía feliz con mi vida. Podía ver que experimentaría más de las mismas cosas por los siguientes 40 años y entonces por fin adquiriría una sepultura.
“Además de esto, estaba teniendo problemas con mi matrimonio. Mi esposa y yo habíamos conseguido la ayuda de grupos que ofrecen guía y hasta habíamos consultado con un siquiatra, pero nada mejoraba nuestro matrimonio.
“Entonces surgió una colocación de media jornada en mi lugar de empleo para un soldador experimentado en los sistemas de alto vacío. Esa misma semana la compañía recibió una llamada telefónica de un hombre con la experiencia necesaria que buscaba trabajo de media jornada. Esto sorprendió hasta al superintendente, y le preguntó cómo se había enterado de que había tal colocación. El hombre dijo que no estaba enterado de ello, que simplemente había encontrado el nombre de la compañía en las páginas amarillas de la guía de teléfonos y se regocijaba de haberlo hallado puesto que no podía hallar trabajo de media jornada en ningún otro sitio.
“Resultó que el hombre era testigo de Jehová. El hecho de que solo trabajaba media jornada despertó mi curiosidad puesto que yo cumplía con dos empleos y ni siquiera así progresaba como deseaba. Más tarde me contó algo chistoso que oyó cuando estaba en un ‘estudio bíblico.’ Eso rompió el hielo y empecé a hacerle toda clase de preguntas. Por poco consiguió que yo no volviera a trabajar ese día.
“Por primera vez oí acerca de la nueva tierra. (2 Ped. 3:13; Rev. 21:1) Por fin empecé a comprender lo que Jesús quiso decir cuando dijo: ‘Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.’ (Mat. 6:10) Desde ese primer día me di cuenta de que había estado perdiéndome el propósito de la vida. Dentro de dos semanas estaba teniendo un estudio semanal de la Biblia en mi hogar. Sin embargo, dentro de poco me pareció que un estudio bíblico por semana no era suficiente; pedí otro, y poco tiempo después, pedí el tercero. Así es que dentro de cinco semanas estaba teniendo tres estudios bíblicos por semana y yendo a todas las reuniones que se celebraban en el Salón del Reino de los Testigos de Jehová. Un año más tarde me bauticé.
“El primer efecto que la verdad tuvo en mí fue un sentimiento de alivio y liberación... liberación de la servidumbre al modo materialista de pensar del mundo y alivio en mi matrimonio. Mientras más aplicaba los principios bíblicos a mi matrimonio, más mejoraba.”
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