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  • Miles de millones de personas ahora muertas vivirán de nuevo pronto
    ¿Es esta vida todo cuanto hay?
    • Capítulo 19

      Miles de millones de personas ahora muertas vivirán de nuevo pronto

      LA ADMINISTRACIÓN del Reino en manos de Jesucristo y sus 144.000 gobernantes asociados ciertamente concederá espléndidas bendiciones a los sobrevivientes de la “grande tribulación.” En aquel tiempo los efectos dañinos de que Adán se hundiera a sí mismo y hundiera a su prole no nacida en el pecado no serán recordados de tal manera que causen dolor mental y emocional. Las palabras inspiradas del profeta Isaías prometen: “Las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón.”—Isaías 65:17.

      Para que eso sea así, el dolor y la tristeza que resultan de los efectos mortíferos del pecado tienen que ser completamente deshechos. Esto incluiría el levantar a la vida a miles de millones de personas que ahora están muertas. ¿Por qué?

      Bueno, si usted llegara a ser sobreviviente de la “grande tribulación,” ¿se sentiría verdaderamente feliz sabiendo que amigos y parientes amados que hubieran muerto en los años del pasado todavía estuvieran privados de la vida y sus bendiciones? ¿No le traería dolor de corazón y mente? Para remover toda posibilidad de ese dolor, los muertos tienen que ser resucitados. Solo si se les puede restaurar a la vida y ayudar a llegar a la perfección corporal y mental serán plenamente borrados los efectos dañinos del pecado.

      Las Santas Escrituras nos aseguran que los muertos en general vivirán de nuevo. Se les dará la oportunidad de tener más que la corta duración de vida que terminó cuando murieron. Jehová Dios ha dado a su Hijo Jesucristo el poder de resucitarlos. (Juan 5:26-28) El que Jesús haya recibido poder para levantar a los muertos concuerda con el hecho de que proféticamente se dice de él en la Biblia que es el “Padre Eterno.” (Isaías 9:6) Al levantar a la vida a los que duermen en la muerte, Jesús llega a ser el Padre de ellos.—Compare con Salmo 45:16.

      BASE PARA LA CREENCIA

      Para el que acepta la existencia de Dios, no debería haber problema en cuanto a creer firmemente en la resurrección. ¿No es razonable que Aquel que originalmente dio comienzo a la vida humana también sea lo suficientemente sabio como para restaurar la vida a los muertos, para re-crear a criaturas humanas que hayan muerto? Jehová Dios ha prometido personalmente que los muertos vivirán de nuevo. También ha ejecutado obras poderosas que fortalecen la confianza de uno en esta promesa.

      Jehová Dios dio poder a algunos de sus fieles siervos para en realidad levantar a los muertos a la vida. En Sarepta, no lejos de la orilla oriental del mar Mediterráneo, Elías el profeta resucitó al hijo único de una viuda. (1 Reyes 17:21-23) Su sucesor Eliseo resucitó al hijo único de una prominente señora hospitalaria de Sunem, en la parte norte de Israel. (2 Reyes 4:8, 32-37) Jesucristo resucitó a la hija de Jairo, presidente de una sinagoga cerca del mar de Galilea; al hijo único de una viuda de Naín, al suroeste del mar de Galilea; y a su querido amigo Lázaro, que había estado muerto cuatro días y que fue enterrado no lejos de Jerusalén. (Marcos 5:22, 35, 41-43; Lucas 7:11-17; Juan 11:38-45) En Jope, en la costa del Mediterráneo, el apóstol Pedro levantó de entre los muertos a Dorcas (Tabita). (Hechos 9:36-42) Y el apóstol Pablo, al detenerse en la provincia romana de Asia, resucitó a Eutico después que éste se mató al caer desde una ventana de un tercer piso.—Hechos 20:7-12.

      La resurrección más notable fue la de Jesucristo mismo. Este acontecimiento histórico bien comprobado por testigos suministra la más fuerte prueba de que hay una resurrección. Eso es lo que señaló el apóstol Pablo a los que estaban reunidos en el Areópago de Atenas, Grecia: “[Dios] se propone juzgar a la tierra habitada con justicia por un varón a quien él ha nombrado, y ha proporcionado a todos los hombres la garantía con haberlo resucitado de entre los muertos.”—Hechos 17:31.

      La resurrección de Jesús fue un hecho establecido fuera de toda duda. Hubo mucho más que dos o tres testigos que pudieron testificar de ello. ¡Pues, en una ocasión Jesucristo resucitado se apareció a más de quinientos discípulos! Tan bien confirmada estaba su resurrección que el apóstol Pablo podía decir que el negar la resurrección significaba negar la fe cristiana en conjunto. Escribió: “Si, de veras, no hay resurrección de los muertos, tampoco ha sido levantado Cristo. Pero si Cristo no ha sido levantado, nuestra predicación ciertamente es en vano, y nuestra fe es en vano. Además, también somos hallados testigos falsos de Dios, porque hemos dado testimonio contra Dios de que él levantó al Cristo, pero a quien no levantó si los muertos verdaderamente no han de ser levantados.”—1 Corintios 15:13-15.

      Los cristianos primitivos, como el apóstol Pablo, sabían con certeza que Jesús había sido levantado de entre los muertos. Tan poderosa era su convicción de que se les recompensaría en la resurrección que estuvieron dispuestos a enfrentarse a persecución severa, hasta a la muerte misma.

      RESURRECCIÓN A VIDA DE ESPÍRITUS

      La resurrección de Jesucristo muestra que el levantar de la muerte a los muertos no significa dar vida de nuevo a idénticamente el mismo cuerpo. Jesús no fue resucitado a la vida humana, sino a la vida de espíritu. Con referencia a esto, el apóstol Pedro escribió: “Pues, hasta Cristo murió una vez para siempre respecto a pecados, un justo por los injustos, para conducir a ustedes a Dios, habiendo sido muerto en la carne, pero hecho vivo en el espíritu.” (1 Pedro 3:18) En su resurrección Jesús no recibió un cuerpo de carne y sangre, sino uno apropiado para la vida celestial.—1 Corintios 15:40, 50.

      Por supuesto, ese cuerpo de espíritu era invisible a los ojos humanos. Por eso, para que sus discípulos lo vieran después de su resurrección, Jesús tuvo que materializarse en carne. Debe notarse que Jesús no fue enterrado con ropa, sino que fue envuelto en finos vendajes de lino. Después de su resurrección los vendajes permanecieron en la tumba. Por eso, tal como Jesús tuvo que materializar ropa, también se materializó en carne para hacerse visible a sus discípulos. (Lucas 23:53; Juan 19:40; 20:6, 7) ¿Extraño? No, esto era exactamente lo que los ángeles habían hecho antes de este tiempo al aparecerse a criaturas humanas. El hecho de que Jesús materializó un cuerpo de carne explica por qué sus discípulos no siempre lo reconocieron al principio y por qué podía aparecer y desaparecer súbitamente.—Lucas 24:15-31; Juan 20:13-16, 20.

      Solo los 144.000 coherederos que están asociados con Jesucristo en la gobernación experimentarán una resurrección como la de él. Considerando esa resurrección a la vida de espíritu, la Biblia nos dice:

      “Lo que siembras no es vivificado a menos que primero muera; y en cuanto a lo que siembras, no siembras el cuerpo que se desarrollará, sino un grano desnudo, sea de trigo o cualquiera de los demás; pero Dios le da un cuerpo así como le ha agradado, y a cada una de las semillas su propio cuerpo. . . .

      “Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, se levanta en incorrupción. Se siembra en deshonra, se levanta en gloria. Se siembra en debilidad, se levanta en poder. Se siembra cuerpo físico, se levanta cuerpo espiritual. Si hay cuerpo físico, también lo hay espiritual. Así también está escrito: ‘El primer hombre Adán vino a ser alma viviente.’ El último Adán vino a ser un espíritu dador de vida. No obstante, no es primero lo que es espiritual, sino lo que es físico, después lo que es espiritual. El primer hombre procede de la tierra y es hecho de polvo; el segundo hombre procede del cielo. Tal como el que fue hecho de polvo es, así aquellos hechos de polvo son también; y tal como el celestial es, así los que son celestiales son también. Y así como hemos llevado la imagen de aquel hecho de polvo, llevaremos también la imagen del celestial.”—1 Corintios 15:36-49.

      RESURRECCIÓN A LA VIDA EN LA TIERRA

      Pero, ¿qué hay de los que, a diferencia de Jesucristo y sus 144.000 compañeros gobernantes, serán resucitados a vida terrestre? Puesto que han ‘regresado al polvo,’ ¿tendrá Dios que juntar de nuevo todos los átomos que en el pasado formaron sus cuerpos para que sus cuerpos sean idénticos en todo sentido a lo que eran al momento de la muerte?

      No, eso sencillamente no podría ser. ¿Por qué no? Ante todo, porque esto significaría que serían devueltos a la vida en una condición de estar a punto de morir. Las personas que fueron resucitadas en el pasado no fueron devueltas a la vida en la misma condición de enfermos que precedió a su muerte. Aunque no eran perfectas al tiempo de su resurrección, tenían un cuerpo completo y razonablemente sano.

      Además, no sería razonable insistir en que se recogieran precisamente los mismos átomos para formar su cuerpo restaurado. Después de la muerte, y por medio del proceso de deterioro, el cuerpo humano se convierte en otros compuestos químicos orgánicos. Estos pueden ser absorbidos por las plantas, y la gente puede comerse estas plantas o su fruto. Así, los elementos atómicos que componían la persona que murió pueden con el tiempo llegar a estar en otras personas. Obviamente, al tiempo de la resurrección no se pueden juntar de nuevo exactamente los mismos átomos en toda persona a la cual se hace volver a la vida de entre los muertos.

      Entonces, ¿qué significa la resurrección para el individuo? Significa que se le trae de vuelta a la vida como la misma persona. ¿Y qué hace que un individuo sea la persona que es? ¿Es la sustancia química que compone su cuerpo? No, puesto que las moléculas del cuerpo están siendo reemplazadas con regularidad. Lo que realmente lo distingue de otras personas, pues, es su apariencia física general, su voz, su personalidad, sus experiencias, desarrollo mental y memoria. Por eso, cuando Jehová Dios, por medio de su Hijo Jesucristo, levanta a una persona de entre los muertos, evidentemente le suministra a esa persona un cuerpo que tenga los mismos rasgos que antes. La persona resucitada tendrá la misma memoria que había adquirido durante su vida y tendrá plena consciencia de esa memoria. La persona podrá identificarse, y los que la conocían también podrán identificarla.

      ‘Pero si una persona es re-creada así,’ alguien pudiera decir, ‘¿es realmente la misma persona? ¿No es sencillamente una copia?’ No, porque esta manera de razonar pasa por alto el hecho ya mencionado de que hasta en la vida nuestros cuerpos están cambiando constantemente. Hace aproximadamente siete años las moléculas que componían nuestro cuerpo eran diferentes de las moléculas que lo forman hoy. Hasta diferimos en apariencia a medida que los años pasan. Sin embargo, ¿no tenemos las mismas huellas digitales? ¿No somos las mismas personas? Muy ciertamente que sí.

      Aquellos a quienes la resurrección les parece casi increíble deberían reflexionar en un proceso similarmente maravilloso que acontece al tiempo de la concepción humana. La diminuta célula que se forma por la unión del espermatozoide y el óvulo tiene dentro de sí la potencialidad de llegar a ser una persona diferente de toda otra persona que ha vivido. Dentro de esta célula están los factores que dirigen la edificación del individuo y la formación de la personalidad fundamental que hereda de sus padres. Entonces, por supuesto, después de eso sus experiencias en la vida añaden aspectos a esa personalidad. De manera semejante a lo que sucede al tiempo de la concepción, al tiempo de la resurrección o re-creación a la persona muerta se le restaurará su personalidad y registro de vida, imprimiéndose en cada célula de su cuerpo las características que la hacen diferente de todas las demás personas. Y dentro de su corazón, mente y cuerpo se habrán impreso las cualidades, peculiaridades y habilidades añadidas que desarrolló durante su vida anterior.

      En cuanto al Creador, el salmista inspirado hizo notar lo siguiente: “Tus ojos vieron hasta mi embrión, y en tu libro todas sus partes estaban escritas, respecto a los días cuando fueron formadas y no había todavía ni una entre ellas.” (Salmo 139:16) Por consiguiente, tan pronto como las combinaciones genéticas se forman al tiempo de la concepción, Jehová Dios puede percibir y tener un registro de los rasgos fundamentales de un niño. Por eso es completamente lógico que él pueda tener un registro exacto por medio del cual re-crear a uno que haya muerto.

      Podemos confiar en la memoria perfecta de Jehová. ¡Pues, hasta humanos imperfectos, por medio de la cinta de video, pueden conservar y construir reproducciones visibles y audibles de personas! ¡Mucho mayor es lo que Dios puede hacer para mantener registros de esa índole, porque él llama por nombre a todas las innumerables estrellas!—Salmo 147:4.

      Se puede ver, por lo tanto, que la resurrección o re-creación es posible debido a que el individuo difunto vive en la memoria de Dios. Debido a la memoria perfecta que Él tiene de los patrones o modelos de vida y a su propósito de resucitar a los muertos, Jehová Dios podía contar a hombres de fe difuntos como Abrahán, Isaac y Jacob como si estuvieran vivos. Eso es lo que Jesucristo llamó a la atención de los saduceos que no creían, diciendo: “Pero el que los muertos son levantados aun Moisés lo expuso, en el relato acerca de la zarza, cuando llama a Jehová ‘el Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob.’ Él no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos ellos viven.”—Lucas 20:37, 38.

      Ciertamente hay base amplia para creer en la resurrección o re-creación. Es verdad que algunos quizás rechacen la idea. Pero, ¿le convendría a usted cerrar sus ojos y mente a la evidencia y negarse a creer en la resurrección? ¿Se le haría así más fácil perder a un pariente o amigo amado que muriera? ¿Estaría mejor preparado para enfrentarse a la sombría perspectiva de su propia muerte?

      El saber que esta vida no es todo cuanto hay libra a uno del temor de que ésta le sea quitada prematuramente por medios violentos. Este temor ha sido explotado por Satanás el Diablo para mantener a la gente en esclavitud, maniobrándola por medio de sus agentes terrestres para que hagan lo que él quiere. (Mateo 10:28; Hebreos 2:14, 15) Temiendo la posibilidad de ser ejecutados, muchos no han seguido los dictados de su conciencia y por ello han cometido crímenes viles contra la humanidad, como se hizo en los campos de concentración de la Alemania nazi.

      Sin embargo, la persona que tiene fe firme en la resurrección se fortalece en su resolución de hacer lo que es correcto aunque eso pudiera significar la muerte para ella. Para esa persona la vida de que disfrutará al ser levantada de entre los muertos es mucho más preciosa que unos cuantos años de vida ahora. No quiere poner en peligro su oportunidad de adquirir vida eterna por lo que, en comparación, difícilmente pudiera llamarse un alargamiento de su vida. Es como los hombres de tiempos antiguos de quienes informa el libro bíblico de Hebreos: “Fueron atormentados porque rehusaron aceptar la liberación por algún rescate [algún transigir en cuanto a lo que es correcto], con el fin de alcanzar una resurrección mejor.”—Hebreos 11:35.

      Ciertamente los que confían en la promesa de Dios de levantar a los muertos están en mucho mejor condición que los que no tienen la esperanza de la resurrección. Pueden mirar al futuro sin temor.

      La evidencia bíblica muestra que este sistema pronto terminará, dentro de esta generación, y será reemplazado por una administración justa en manos de Jesucristo y sus gobernantes asociados. Por eso es que miles de millones de personas que ahora están muertas pronto vivirán de nuevo y comenzarán a beneficiarse de la gobernación del Reino. ¡Qué magnífico será para los sobrevivientes de la “tribulación” el dar la bienvenida a los muertos que vuelvan! Piense en el gozo de poder tener de nuevo la animadora compañía de amigos queridos y parientes amados, oír sus voces familiares y verlos en buena salud.

      ¿Qué efecto debería tener esto en usted? ¿No debería impulsarlo a dar gracias a Dios por la maravillosa esperanza de la resurrección? ¿No debería su gratitud impulsarlo a hacer todo lo que pueda para aprender acerca de Él y entonces servirle fielmente?

  • ¿A quiénes beneficiará la resurrección?
    ¿Es esta vida todo cuanto hay?
    • Capítulo 20

      ¿A quiénes beneficiará la resurrección?

      MUCHAS preguntas surgen en cuanto a la resurrección de los muertos. ¿Quiénes serán resucitados? ¿Infantes? ¿Niños? ¿Tanto los justos como los inicuos? ¿Volverán a unirse con sus cónyuges anteriores los que estaban casados?

      La Biblia no da todo detalle en cuanto a la resurrección. No obstante, contiene la maravillosa promesa de que los muertos serán levantados a la vida y da suficientes detalles para establecer fe en esa promesa. ¿Debería el silencio que guarda acerca de ciertos asuntos evitar que apreciáramos la solidez de esa promesa?

      En nuestros tratos con el prójimo nosotros no esperamos que se nos suministre cuanto detalle hay en cuanto a las cosas, ¿verdad? Por ejemplo, si a usted lo invitaran a un banquete, no le preguntaría al que extiende la invitación: ‘¿Dónde se va a sentar toda la gente? ¿Ha hecho preparaciones para cocinar para tantas personas? ¿Cómo puedo estar seguro de que tendrá suficientes utensilios de servir y platos?’ Hacer esas preguntas sería un insulto, ¿verdad? Nadie pensaría en decirle a un anfitrión: ‘Primero convénzame de que va a ser un gozo para mí estar allí.’ El tener la invitación y saber de quién viene debería ser suficiente para que uno confiara en que todo saldrá bien.

      En realidad, nadie apreciaría tener que explicar y probar cada declaración que hace. Digamos que un conocido describiera una experiencia que tuvo al salvar de ahogarse a alguien. Si fuera un amigo respetado, no le pediríamos que probara que realmente hizo las cosas que hubiera descrito. El exigir esto mostraría falta de confianza. No sería base para edificar y mantener una amistad. Obviamente, pues, la persona que no aceptara la promesa divina de una resurrección sin que primero se le clarificara todo detalle jamás podría ser contada como amigo o amiga de Él. Dios acepta como amigos solo a los que ejercen fe, que confían en Su palabra. (Hebreos 11:6) Él suministra abundante evidencia sobre la cual basar esa fe, pero no obliga a la gente a creer por medio de suministrar y probar todo detalle de modo que esa fe sea innecesaria.

      Así, la ausencia de ciertos detalles sirve para probar a las personas en cuanto a lo que son en el fondo. Hay quienes tienen una elevada opinión de sí mismos y sus propias ideas preferidas, y que siguen un proceder de independencia. No quieren rendir cuentas a nadie. El creer en la resurrección exigiría que reconocieran que es necesario vivir en armonía con la voluntad de Dios. Pero no quieren hacer eso. Por lo tanto, debido a la ausencia de ciertos detalles en cuanto a la resurrección, pueden hallar lo que consideran justificación para no creer. Son muy parecidos a los saduceos del tiempo del ministerio terrestre de Jesús. Los saduceos rehusaban creer en la resurrección y señalaron a lo que pensaban que era un problema invencible. Le dijeron a Jesús:

      “Maestro, Moisés nos escribió: ‘Si el hermano de algún hombre muere teniendo esposa, pero ésta quedó sin hijos, su hermano debe tomar la esposa y levantar prole de ella a su hermano.’ Pues bien, hubo siete hermanos; y el primero tomó esposa y murió sin hijos. Así el segundo, y el tercero la tomó. Igualmente los siete; no dejaron hijos, sino que murieron. Por último, murió también la mujer. Por consiguiente, en la resurrección, ¿de cuál de ellos llega a ser esposa? Porque los siete la tuvieron por esposa.”—Lucas 20:28-33.

      Al contestar la pregunta de ellos, Jesucristo expuso lo equivocado del razonamiento de los saduceos y dio énfasis a la seguridad de la promesa de la resurrección. Replicó:

      “Los hijos de este sistema de cosas se casan y se dan en matrimonio, pero los que han sido considerados dignos de ganar aquel sistema de cosas y la resurrección de entre los muertos ni se casan ni se dan en matrimonio. . . . Pero el que los muertos son levantados aun Moisés lo expuso, en el relato acerca de la zarza, cuando llama a Jehová ‘el Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob.’ Él no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos ellos viven.”—Lucas 20:34-38.

      POR QUÉ LA RESURRECCIÓN NO OFRECE NINGUNA PROMESA DE MATRIMONIO

      Basándose en la respuesta de Jesús a los saduceos, algunos pudieran perturbarse debido a que él dijo que no habrá casamiento entre los que son levantados de entre los muertos. Pudieran hasta pensar que sin matrimonio la resurrección es algo indeseable, que no les sería de beneficio.

      Sin embargo, cuando se razona en cuanto a la respuesta de Jesús, hacemos bien en recordar que somos imperfectos. Nuestros gustos y disgustos están acondicionados en gran medida por las cosas a las cuales nos hemos acostumbrado. Por eso, nadie tiene realmente base alguna para estar seguro de que no le gustarían las provisiones futuras que Dios hará para los resucitados. Además, no se han suministrado todos los detalles. Esto ha sido verdaderamente una bondad por parte de Dios. Hay que considerar que, como humanos imperfectos, al principio pudiéramos reaccionar desfavorablemente a cosas que realmente llenarían nuestra vida de gozo si estuviéramos en estado de perfección. Por lo tanto pudiera ser que esos detalles estén más allá de lo que actualmente podamos recibir. Cristo Jesús mostró percepción y consideración de las limitaciones de las criaturas humanas imperfectas, como se desprende de lo que dijo a sus discípulos en una ocasión: “Tengo muchas cosas que decirles todavía, pero ustedes no las pueden soportar ahora.”—Juan 16:12.

      Los que alcanzarán una resurrección a vida inmortal de espíritus en los cielos no tienen concepto alguno de lo que eso será. No pueden compararlo con nada de lo que conocen en la Tierra. Sus cuerpos serán completamente diferentes. Todas las distinciones de sexo que son pertinentes a las criaturas humanas serán cosas del pasado para ellos. Por eso no puede haber matrimonio entre los que son levantados a la vida como espíritus en los cielos porque todos ellos juntos como cuerpo llegan a ser la “novia” de Cristo.

      Pero, ¿qué hay de los que vuelven de entre los muertos a la vida en la Tierra? ¿Se les volverá a unir con sus cónyuges de matrimonio anteriores? No hay declaración alguna en la Biblia que indique que esto sucederá. Las Escrituras muestran definitivamente que la muerte disuelve el matrimonio. Romanos 7:2, 3 dice: “La mujer casada está atada por ley a su esposo mientras éste vive; pero si muere su esposo, queda desobligada de la ley de su esposo . . . de modo que no es adúltera si viene a ser de otro hombre.”

      Por eso, si una persona decide casarse de nuevo ahora, no tiene que preocuparse en cuanto a los efectos que esto pudiera tener en un cónyuge resucitado en el futuro. Si la soltería no es para este individuo, no tiene que luchar para mantenerla con la esperanza de volver a unirse en matrimonio con su cónyuge anterior en la resurrección. Ciertamente, pues, era bondad por parte de Dios no exigir que las relaciones de matrimonio anteriores estuvieran en vigor cuando la persona resucitara, como pensaban erróneamente los saduceos.

      Aunque no sabemos dónde en la Tierra ni con quién vivirán los resucitados, podemos estar seguros de que el arreglo que exista, sea cual sea, contribuirá a la felicidad de los resucitados. Las dádivas de Dios, incluso la resurrección, satisfarán plenamente los deseos y necesidades de la humanidad obediente. Sus dádivas son perfectas, sin defecto. (Santiago 1:17) Las dádivas generosas que ya hemos recibido como expresiones de su amor nos convencen de eso.

      NIÑOS Y OTROS SERÁN LEVANTADOS

      ¿Qué hay de los niños que mueren? ¿Regresarán ellos también a la vida cuando la justicia reine en esta Tierra? Ciertamente eso es lo que querrían los padres amorosos para cualesquier niños de los cuales los haya privado la muerte. Y hay base sólida para tener esa esperanza.

      Entre aquellos de quienes la Biblia informa que fueron resucitados hubo niños. La hija de Jairo, que vivía en Galilea, tenía unos doce años de edad; Jesús la resucitó. (Lucas 8:42, 54, 55) Los muchachos que fueron levantados de entre los muertos por los profetas Elías y Eliseo pueden haber sido de más o de menos edad que ésa. (1 Reyes 17:20-23; 2 Reyes 4:32-37) En vista de estas pasadas resurrecciones de niños, ¿no es correcto esperar que acontezca una resurrección de niños en gran escala durante la gobernación de Jesús como rey? ¡Ciertamente que sí! Podemos estar seguros de que lo que Jehová Dios se haya propuesto con relación a esto, sea lo que sea, será lo justo, sabio y amoroso para todos los que tengan que ver con ello.

      La Biblia revela que, con mucho, la mayoría de la humanidad —hombres, mujeres y niños— serán resucitados de entre los muertos. Como afirmó el apóstol Pablo en su defensa delante del gobernador Félix: “Tengo esperanza en cuanto a Dios . . . de que va a haber resurrección así de justos como de injustos.” (Hechos 24:15) Los “justos” son los que vivieron dentro del favor de Dios. Los “injustos” son los demás de la humanidad. Pero, ¿quiere decir eso que todo individuo que ha muerto tendrá una resurrección? No, no quiere decir eso.

      LOS QUE NO SERÁN RESUCITADOS

      Algunas personas han sido juzgadas por Dios como personas que no merecen una resurrección. En cuanto a los que en la actualidad rehúsan someterse a la gobernación de Cristo y no hacen bien a Sus “hermanos” en la Tierra, la Biblia dice: “Estos partirán al cortamiento eterno.” (Mateo 25:46) Experimentarán este cortamiento eterno cuando Jesucristo, junto con sus fuerzas angelicales, destruya a todos los opositores de Su gobernación justa en la “grande tribulación,” que ahora está cerca.

      En cuanto a cualesquiera que, en vías a formar parte del reino de los cielos, resultaran infieles a Dios, se nos dice: “No queda ya sacrificio alguno por los pecados, sino que hay cierta horrenda expectativa de juicio y hay celo ardiente que va a consumir a los que se oponen.”—Hebreos 10:26, 27.

      Además, hay clases de personas de las cuales se dice que experimentan una destrucción eterna. Jesucristo indicó que los fariseos no arrepentidos y otros líderes religiosos de su día como clase habían pecado contra el espíritu santo. Dijo de ese pecado: “Toda suerte de pecado y blasfemia será perdonada a los hombres, pero la blasfemia contra el espíritu no será perdonada. Por ejemplo, a cualquiera que hable una palabra contra el Hijo del hombre, le será perdonado; pero a cualquiera que hable contra el espíritu santo, no le será perdonado, no, ni en este sistema de cosas ni en el venidero.” (Mateo 12:31, 32) Puesto que no hay perdón para tal pecado, todos los que sean culpables de negar manifestaciones obvias del espíritu de Dios pagarán la pena de ese pecado imperdonable por medio de permanecer muertos para siempre.

      Aparte de lo que la Biblia dice específicamente en cuanto a los que han perecido para siempre, no podemos decir que ciertos individuos en particular no serán levantados de entre los muertos. Sin embargo, el hecho de que algunos no lo serán debería servir como advertencia a nosotros para que evitemos un proceder que llevara a no agradar a Dios.

      UNA RESURRECCIÓN DE JUICIO

      El hecho de que se haya de levantar de entre los muertos a la mayoría de la humanidad es en realidad una bondad inmerecida por parte de Dios. Es algo que Dios no tiene que hacer, pero su amor y compasión para con la humanidad lo movieron a colocar la base para ello suministrando como rescate a su Hijo. (Juan 3:16) Por lo tanto, es difícil imaginarse que hubiera humanos que no apreciaran el que se les levantara de entre los muertos con la posibilidad de vivir para siempre. Sin embargo, habrá algunos que no desarrollarán un apego completo, inquebrantable y leal a Jehová Dios. Por eso, saldrán perdiendo en cuanto a las bendiciones duraderas que les ofrecerá el que se les haga volver a la vida.

      Jesucristo llamó atención a esto cuando habló de una “resurrección de juicio” y la puso en contraste con la “resurrección de vida.” (Juan 5:29) El hecho de que la vida aquí se pone en contraste con el juicio muestra claramente que lo que está envuelto aquí es juicio condenatorio. ¿Qué es esta condenación?

      Para entender esto, contraste primero la situación de los que son resucitados a la vida terrestre con la de los que son resucitados a la vida celestial. La Biblia dice de los que participan en la “primera resurrección”: “Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre éstos no tiene autoridad la muerte segunda.” (Revelación 20:6) Levantados a vida inmortal en los cielos, los 144.000 coherederos de Cristo no pueden morir. Su lealtad a Dios es tan segura que él puede confiarles una vida indestructible. Pero no sucede así en el caso de todos los que son levantados a la vida en la Tierra. Habrá algunos de estos últimos que se harán desleales a Dios. El juicio condenatorio que se les dictará por su infidelidad será la “muerte segunda,” una muerte de cuya “autoridad” es imposible el recobro.

      Sin embargo, ¿por qué terminaría alguien siguiendo un proceder que lleva a juicio condenatorio cuando se le ha otorgado el favor inmerecido de haber sido levantado de entre los muertos?

      La respuesta a esta pregunta se puede entender mejor a la luz de lo que dijo Jesucristo acerca de la gente que sería resucitada. Dirigiéndose a sus compatriotas que no creían, Jesús dijo:

      “Varones de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se arrepintieron por lo que Jonás predicó, pero, ¡miren! algo más que Jonás está aquí. La reina del Sur será levantada en el juicio con esta generación y la condenará; porque ella vino desde los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, pero, ¡miren! algo más que Salomón está aquí.”—Mateo 12:41, 42; Lucas 11:31, 32.

      Referente a una ciudad que rehusara tercamente escuchar el mensaje de la verdad, Jesús declaró lo siguiente:

      “Le será más soportable a la tierra de Sodoma y Gomorra en el Día de Juicio que a aquella ciudad.”—Mateo 10:15; vea también Mateo 11:21-24.

      ¿Cómo sería más soportable la situación en el Día de Juicio para Sodoma y Gomorra? ¿Cómo condenarían a la generación de los compatriotas de Jesús la “reina del Sur” y los ninivitas que respondieron a la predicación de Jonás?

      Esto será por la manera en que esos resucitados responderán a la ayuda que se les dará durante el reinado de Jesucristo y sus 144.000 reyes-sacerdotes asociados. Ese período de gobernación será un “Día de Juicio” porque suministrará a todas las personas la oportunidad de demostrar si quieren someterse o no a los arreglos de Dios. En el caso de los que sean como los habitantes incrédulos de ciudades en las cuales se hicieron las obras poderosas de Jesucristo, esto no va a ser fácil.

      Se les hará difícil reconocer humildemente que estuvieron equivocados al rechazar a Jesús como el Mesías y entonces tener que someterse a él como su Rey. El orgullo y la terquedad hará más difícil para ellos la sumisión que para los habitantes de Sodoma y Gomorra, quienes, aunque pecaminosos, nunca rechazaron oportunidades espléndidas como las que se ofrecieron a las personas que fueron testigos de las obras de Jesucristo. La mejor respuesta de los ninivitas resucitados y la de la reina de Sabá servirá de reprensión para la generación resucitada de los compatriotas de Jesús que vivieron en el tiempo de Su ministerio terrestre. Será mucho más fácil para estos ninivitas y otros como ellos aceptar la gobernación de alguien para con quien nunca habían tenido prejuicios.

      Los que positivamente rehúsen progresar en el camino de la justicia bajo el reino de Cristo experimentarán el juicio condenatorio de la “muerte segunda.” En ciertos casos esto sucederá antes que alcancen la perfección humana.

      Además, otros, después de haber sido llevados a la perfección humana, con falta de aprecio fracasarán en cuanto a demostrar devoción leal a Jehová Dios al sometérseles a prueba en cuanto a ello. Después del reinado de mil años de Cristo, Satanás el Diablo será soltado por corto tiempo de su encierro en el abismo. Como atacó la soberanía de Dios para seducir a Eva, que entonces persuadió a Adán, de nuevo tratará de hacer que las criaturas humanas perfectas se rebelen contra la gobernación de Dios. Del intento de Satanás y el resultado de éste, Revelación 20:7-10, 14, 15 dice:

      “Luego que hayan terminado los mil años, Satanás será soltado de su prisión, y saldrá a extraviar a aquellas naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, para reunirlos para la guerra. El número de éstos es como la arena del mar. Y avanzaron sobre la anchura de la tierra y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada. Pero fuego descendió del cielo y los devoró. Y el Diablo que los estaba extraviando fue arrojado al lago de fuego y azufre . . . Esto significa la muerte segunda: el lago de fuego. Además, cualquiera que no se halló escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.” Esto significa la destrucción eterna o aniquilación de ellos. Así, estos infieles tendrán lo que Jesús llamó “una resurrección de juicio,” un juicio condenatorio.

      Por otra parte, los que rehúsen unirse a Satanás como rebeldes serán juzgados dignos de recibir vida eterna. Para siempre se regocijarán con tener vida como criaturas humanas perfectas, expresando amor y siendo amados por toda la eternidad. La de ellos resultará ser una “resurrección de vida.”

      Aun ahora podemos comenzar a desarrollar las cualidades que Dios busca en los que él reconoce como sus siervos aprobados. Si mostramos que tenemos aprecio por todo lo que él ha hecho y comenzamos de antemano a andar en el camino de la justicia, podemos tener la maravillosa expectativa de tener mucho más que la vida actual. Sí, ¡podemos tener vida eterna en perfección, libre de toda tristeza y dolor!

  • ¿Cómo puede usted tener más que esta vida?
    ¿Es esta vida todo cuanto hay?
    • Capítulo 21

      ¿Cómo puede usted tener más que esta vida?

      DE TODA la información anterior se desprende muy claramente que en cuanto a la vida hay mucho, mucho más de lo que ahora experimentamos. Imagínese... ¡Jehová Dios ha puesto ante la humanidad la espléndida expectativa de vida aquí en la Tierra en medio de condiciones de justicia, sin enfermedades ni muerte! Usted puede disfrutar de esto, no solo por cien años ni mil años, sino para siempre. ¡Y el tiempo en que esto será realidad está tan cerca!

      ¿Llegará usted a estar entre los que se beneficiarán de la realización del glorioso propósito de Dios para el hombre y su hogar, la Tierra? Definitivamente puede estar entre ellos. Pero tiene que obrar sin tardanza. Vivimos ahora en el tiempo en que esta advertencia bíblica adquiere gran urgencia: “Antes que venga sobre ustedes la cólera ardiente de Jehová, antes que venga sobre ustedes el día de la cólera de Jehová, busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra, los que han practicado Su propia decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente

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