-
Aprendiendo a manejárselas en ausencia de un ser amado¡Despertad! 1981 | 8 de noviembre
-
-
Pero el tiempo, en sí, no cura nada. Lo que usted hace con su tiempo es lo que puede perjudicarle o sanarle. El tiempo que sigue a la muerte de un ser amado puede emplearse mal cuando la persona, al tenerse lástima, cede al pesar, o puede emplearse sabiamente para desarrollar un modo de vida satisfaciente.
Aunque surgirá una diversidad de problemas, el problema fundamental es aprender a manejárselas en ausencia de la persona que uno amó. Los pasos que uno dé determinarán cuán profunda será la cicatriz que quede y por cuánto tiempo se sentirá pesar. Y hay varias cosas relacionadas con nuestra vida diaria que han ayudado a muchas personas a hacerle frente al problema.
Pero, hay otra cosa, algo que es una ayuda muy poderosa para aliviar la pena y que permite que uno siga viviendo con optimismo. Esto es lo que Anita y su familia tenían, y esto fue lo que dejó maravillados a los médicos y enfermeras que les asistían porque resultó ser una ayuda tan grande en tiempo de necesidad.
Sin embargo, primero vamos a considerar algunas de las cosas de la vida cotidiana que han resultado ser útiles para hacerle frente a la pérdida de un ser amado.
Reasumiendo las responsabilidades
Cuando ocurre una muerte, uno halla, sin lugar a dudas, que tendrá que alterar por un tiempo su rutina normal. Algunas personas pudieran sugerir un largo período de duelo. Pero eso pudiera prolongar el proceso de sobreponerse al dolor y pudiera hacer más difícil el que la persona evite sentir compasión de sí misma.
Por eso, muchas personas han hallado que es práctico reasumir la rutina normal lo más pronto posible. Por ejemplo, cierto matrimonio trabajaba junto en una ruta de reparto de pan. Pero de repente ocurrió una tragedia en la que el marido murió al caerse del techo en el que estaba trabajando. La esposa dice:
“Hasta cierto punto, debido a la necesidad económica tuve que volver a trabajar rápidamente. Al cabo de dos semanas estaba nuevamente repartiendo pan sola.
“Pero en cierto sentido, eso fue una bendición. La necesidad es buena maestra. Me ayudó a asociarme nuevamente con otras personas de la comunidad, a escuchar sus problemas y a pensar en los demás, en vez de estar pensando constantemente en mi triste situación.
“El haber tenido que volver a trabajar tan pronto me obligó a aceptar las responsabilidades a las cuales, de todos modos, hubiera tenido que enfrentarme tarde o temprano.”
Siga adelante
Por lo tanto, llega el tiempo en que la persona necesita aceptar la situación de manera realista y seguir adelante con el curso de su vida. Es como declaró otra viuda:
“Llega el momento en que una se da cuenta de que está pensando demasiado en la terrible pérdida que ha sufrido. Sin embargo, yo lloraba mucho debido a que me tenía lástima.
“Comencé a darme cuenta de que la aflicción cesaría solo si vivía ocupándome de las cosas de cada día. Así que, comencé a hacer planes definidos y de vez en cuando viajé e hice tareas pequeñas que se habían comenzado pero no se habían terminado.
“El pensar de manera positiva puede ayudar a la persona a sobreponerse al dolor. Si uno no se autoanaliza, la pena puede prolongarse por años. He conocido a viudas que, después de cinco años de haber perdido a sus esposos, todavía lloran cada día, lo cual les causa verdaderos problemas emocionales y de salud.”
Esto hace recordar un relato interesante que se menciona en la Biblia. Este relato es acerca del rey David del antiguo Israel. Él estaba abatido porque su hijo recién nacido se estaba muriendo. Mientras el bebé todavía estaba vivo, él se sentía profundamente afligido. Pero después que el bebé murió David rápidamente reasumió sus responsabilidades de la vida cotidiana. Este proceder sorprendió a sus compañeros. Cuando indagaron con relación a su proceder, él les dijo: “He ayunado y llorado por el niño mientras vivía, porque decía yo: ¿Quién sabe si el Señor me le dejará, y si quedará con vida el niño? Mas ahora que ya ha muerto, ¿a qué fin he de ayunar? ¿Por ventura podré restituirle a la vida?”—2 Sam. 12:22, 23, Herder.
Los sobrevivientes no pueden hacer volver a la vida a los muertos. Y es probable que al que ha muerto le habría gustado que usted siguiera viviendo una vida significativa. Así que no trate de seguir viviendo amoldado a la identidad de una persona que ya no está con usted. Desarrolle su propia identidad, y siga adelante con el curso de la vida, como lo hizo el rey David.
Cambiando el ambiente a su alrededor
Algunos que han sufrido la pérdida de algún familiar en la muerte han hallado que es beneficioso permitir que pase cierto tiempo antes de deshacerse de las cosas que pertenecían al ser amado o de efectuar cambios de gran importancia. Sin embargo, con el tiempo, habrá que hacerle frente a esta pregunta: ¿Debería usted deshacerse de los artículos personales del fallecido? Usted quizás haga esto. Pero, por otra parte, algunas cosas, tales como las herramientas del esposo para las reparaciones del hogar, pudieran serle útiles más adelante.
Sin embargo, ¿qué hay si los artículos personales que uno conserva del fallecido se convierten en recuerdos dolorosos de la pérdida que se ha sufrido y mantienen a la persona en un estado de depresión continuo? El tratar de conservar las cosas como estaban anteriormente, o el tratar de vivir como si la persona amada aún estuviera con uno, no le ayudará a sobreponerse a la pena. En vez de eso, a causa de esta actitud el hogar se puede convertir en un museo de recuerdos tristes.
Por eso, después de un período inicial de duelo, el mejor proceder es determinar cuántas cosas tiene que cambiar para satisfacer las nuevas necesidades de su vida de modo que el pasado no entorpezca indebidamente el presente.
Volviendo a casarse
Cuando muere el cónyuge de una persona, ésta, con el tiempo, quizás decida volver a casarse. Pero como no existen dos personas con las cuales se pueda desarrollar exactamente la misma relación, ninguna otra persona podrá reemplazar exactamente a la persona que ha muerto. No hay sentido en tratar de encontrar a alguien que reemplace a la persona que ha muerto. No obstante, la nueva persona puede ser tan singular como la anterior y puede proveer mucha satisfacción.
En muchos casos, puede que el cónyuge vivo no desee volver a casarse, o desee permanecer soltero o soltera por más tiempo. Tal vez estas personas se den cuenta de inmediato de que tienen mayor capacidad para hacer las cosas de lo que ellas mismas pensaban. La responsabilidad adicional de tener que aportar más en la crianza de los hijos, cocinar o realizar otras tareas de las cuales anteriormente se encargaba otra persona puede hacer que entren en juego recursos personales que el sobreviviente no había desarrollado a plenitud antes. Hasta los niños a menudo hallan que, cuando tienen que ajustarse a la pérdida del padre o la madre, son capaces de hacer mucho más de lo que ellos pensaban. Ellos pueden ser de mucha más ayuda en las faenas de la casa o en cuidar a sus hermanitos.
Aunque los amigos nunca podrán reemplazar al ser amado que ha muerto, pueden ser de mucha ayuda y consuelo. Bien puede ser que ofrezcan ayudar a atender muchas cosas. Si son amigos de confianza, hasta se les pudiera pedir ayuda. Por supuesto, no se debe depender excesivamente de ellos. Pero, en tiempos de angustia, es de gran valor tener un amigo verdadero que escuche, que sea discreto, que por un tiempo esté dispuesto a llevar parte de la carga de uno y que le ayude a tomar decisiones sabias.
Por lo tanto, el que una persona, después de perder a un ser amado en la muerte, meditara sobre esta clase de asuntos prácticos sería de mucha ayuda para que volviera a una vida normal. Sin embargo, hay otra ayuda poderosa. Esta es la que ayudó a Anita Brown y a su familia a enfrentarse al desafío que había ante ellos y todavía seguir tan optimistas respecto al futuro.
-
-
La diferencia que resulta de tener una esperanza segura¡Despertad! 1981 | 8 de noviembre
-
-
Parte 2
La diferencia que resulta de tener una esperanza segura
‘CUALQUIERA quedaría asombrado. Ella tuvo una actitud positiva y una disposición alegre hasta el mismo fin.’ Eso fue lo que se dijo de Anita Brown cuando murió de cáncer después de haber dado a luz a un niñito.
El Dr. Ron Lapin, uno de los médicos que la atendía en el hospital Esperanza, declaró: “La fe de esa mujer delicadita de 36 kilos realmente me ha dejado impresionado y he podido ver lo que significa ser testigo de Jehová. Ella ha sido un verdadero estímulo para todo el personal del hospital... un pequeño dínamo.”
Cuando una persona está muriendo, ¿de dónde obtiene tal valor y optimismo? ¿Cómo se relaciona esto con la fe de Anita de la cual hizo mención el médico?
Ayuda a aclarar el asunto algo que dijo Cheryl Douglass, una enfermera auxiliar. Ella declaró que el enfrentarse a la muerte de Anita fue mucho más difícil para ella que para la familia de Anita. ¿Por qué? Ella respondió: “Ellos pudieron aceptar la situación mucho mejor que yo debido a que todos son testigos de Jehová, y yo no. La fe de ellos los está ayudando mucho.”
Esperanza sustentadora
¿Qué había tocante a la fe de Anita y de los miembros de su familia que les suministró tal poder fortalecedor en tiempo de necesidad? La fe de ellos incluía la esperanza de poder vivir algún día en el nuevo orden de Dios donde ya no existirán la enfermedad, el sufrimiento, el dolor y la muerte misma. En ese nuevo orden, ¡hasta los muertos volverán a la vida en la resurrección!
Esas son algunas de las maravillosas promesas que Dios ha hecho que se registren en su Palabra inspirada, la Biblia. Puesto que las promesas del Creador nunca quedan sin cumplirse, la Biblia declara sencillamente: “Va a haber resurrección así de justos como de injustos.” (Hech. 24:15) Anita sabía que la Biblia asemeja la muerte a un profundo sueño temporero del cual ella sería levantada al tiempo debido de Dios.—Ecl. 9:5; Juan 11:11-14.
Cuando Jesucristo estuvo en la Tierra, él habló de la resurrección. ¡De hecho, él hasta demostró en lo que consistía la resurrección por medio de resucitar a personas que habían muerto! Por ejemplo, cuando él resucitó al hijo unigénito de una viuda, el relato de la Biblia dice que Jesús “se lo dio a su madre.” (Luc. 7:11-17) De igual manera, Anita sabía que a algún día ella también tendría la oportunidad de volver a ver a su hijo, el hijo con quien pudo estar solo unas cuantas preciadas horas antes de morir.
En otra ocasión, Jesús resucitó a una jovencita. Esto resultó en que el padre y la madre de la niña y otros que estaban allí ‘estuvieran fuera de sí con gran éxtasis.’ (Mar. 5:42) De la misma manera, grande será el éxtasis cuando, en el nuevo orden de Dios, las personas vean sus amados regresar de las tumbas.—Juan 11:1-45.
En ese nuevo orden bajo la guía de Dios, se desarrollará una nueva sociedad humana que disfrutará de una paz, de un contentamiento y de una felicidad que irán más allá de lo que haya experimentado cualquier humano que vive actualmente. Esta promesa es: “Dios . . . limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas [malas] anteriores han pasado.”—Rev. 21:3, 4.
Debido a que todas las condiciones que actualmente causan tristeza serán removidas, la Palabra de Dios promete: “Los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” Y éste no será solo un gozo temporero, pues la Biblia añade: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella.”—Sal. 37:11, 29.
Esta esperanza segura de vivir en el nuevo orden aquí en la Tierra, la cual incluye la esperanza de la resurrección, es una fuerza poderosa que ayuda a sustentar a los que tienen la clase correcta de fe en Dios y los hace sentirse animados. Y se sienten más fortalecidos aún al saber que este nuevo orden no está muy lejos. ¿Por qué se dice eso? Porque la profecía bíblica muestra claramente que este presente sistema inicuo está en sus “últimos días,” y que en el futuro muy cercano será triturado por Dios hasta que ya no exista.—2 Tim. 3:1-5; Dan. 2:44.
Por eso, esta esperanza hace posible que las personas tengan gran optimismo y fortaleza en tiempo de tragedia. Por eso la Biblia dice: “Además, hermanos, no queremos que estén en ignorancia respecto a los que están durmiendo en la muerte; para que no se apesadumbren ustedes como lo hacen también los demás que no tienen esperanza.” (1 Tes. 4:13) Por lo tanto, los que tienen esta esperanza segura, aunque ciertamente se sienten entristecidos cuando sobreviene una muerte, no se lamentan excesivamente. No piensan que su vida ha sido despojada de todo gozo. Saben que la muerte es un “sueño” del cual uno puede volver a la vida para beneficiarse de las promesas de Dios.
Otra ayuda poderosa
Además, la persona que tiene verdadera fe sabe que el Dios que puede resucitar a las personas puede también suplir ahora ayuda poderosa a los que acuden a él. ¿Cómo? Por medio de Su fuerza activa, su espíritu santo. Ese espíritu santo es sin duda alguna la fuerza más poderosa que hay en el universo.—Gén. 1:2; Isa. 40:28, 29.
La Biblia declara que personas sinceras pueden valerse de este poder en tiempos de necesidad. Jesús dijo, por ejemplo, que Dios ‘daría . . . espíritu santo a los que le pidieran.’ (Luc. 11:13) Ese espíritu hace posible que los adoradores sinceros de Dios hagan cosas que otros no pueden hacer. Por eso la Biblia llama lo que el espíritu de Dios produce en la persona un “poder que es más allá de lo normal.” (2 Cor. 4:7) Esa es la clase de ayuda poderosa que sostuvo a Anita Brown y a su familia.—1 Juan 5:14.
Por lo tanto, el que una persona tenga la esperanza sólida de un nuevo orden y de la resurrección es un factor muy importante para que pueda hacer frente a la muerte de un ser amado. Y la poderosa fuerza activa de Dios ayuda grandemente a sustentar a los que han perdido a alguien en la muerte. Estos comprenden, y de hecho han experimentado, que es verídico el consejo bíblico que dice: “Arroja tu carga sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará. Nunca permitirá que tambalee el justo.”—Sal. 55:22.
[Ilustraciones en la página 9]
La lectura de los relatos bíblicos acerca de las resurrecciones que Jesús ejecutó fortalece nuestra esperanza en la resurrección venidera y nos ayuda a hacer frente a la muerte ahora
-
-
Preparando a la familia para hacer frente a la muerte¡Despertad! 1981 | 8 de noviembre
-
-
Parte 3
Preparando a la familia para hacer frente a la muerte
A VECES, una persona sabe con anticipación que pronto va a morir. ¿Qué se puede hacer a fin de preparar a otros miembros de la familia para este suceso?
Muchos han hallado provechoso no ver el tema de la muerte como uno del cual no se debería hablar en el hogar, aun si todos los miembros de la familia están gozando de buena salud. Esto es así especialmente si se tiene el entendimiento correcto de lo que es la muerte y cómo ésta será vencida.
Por lo tanto, de acuerdo con la ocasión, se puede hablar de la muerte si en las noticias se hace mención de acontecimientos trágicos, o cuando mueren amigos o parientes. De esta manera se ayuda a miembros de la familia, particularmente a los más jóvenes, a estar mejor preparados para la posible muerte de aquellos a quienes aman.
Jory Graham, periodista de Chicago, quien ha tenido que enfrentarse al cáncer, declaró: “Cuando una familia puede considerar el tema de la muerte francamente, algo maravilloso sucede con la familia, y he visto que esto ha pasado vez tras vez. Cuando los miembros de la familia son sinceramente francos, se interesan los unos en los otros y se prestan apoyo, eso crea una intimidad que no se podría lograr de ninguna otra manera.”
Experiencia de una familia
Lo antedicho es parecido a la experiencia que tuvo una familia australiana de cinco miembros. A la madre, una víctima del cáncer, se le dijo que le quedaban tan solo unos cuantos meses de vida. En ese corto espacio de tiempo antes de morir, ella tomó medidas para preparar a su familia para cuando ya ella no estuviera. En particular quería preparar a su hija mayor, de 13 años de edad, para que ella pudiera ayudar en la crianza de sus dos hermanitas menores. Y la preparó de una manera muy práctica. Más tarde la hija mayor relató esta experiencia y dijo:
“Recuerdo con aprecio que fue mamá misma la que nos dijo que pronto moriría, y no trató de ocultarlo. Bondadosamente nos explicó la situación en la que íbamos a quedar, y luego dio pasos para ayudar a mejorar la situación.
“Aunque ella estaba postrada en cama, me decía qué hacer y yo preparaba todas las comidas bajo su dirección. Juntas, escribimos en forma completa las recetas de cocina básicas. También me enseñó a usar la máquina de coser con más eficacia, puesto que sabía que yo me encargaría de la mayoría de los trabajos de costura de la familia. Hicimos una lista de lo que necesitaba limpieza en la casa; repartimos tareas y consideramos asuntos básicos de primeros auxilios y factores primordiales de seguridad de los cuales había que estar pendiente en la casa. El hecho de que mi padre confiaba en que yo podía hacerle frente a la situación me fue de gran estímulo para tratar de hacer lo mejor.
“Dieciséis años después de la muerte de mi madre, recibí la siguiente carta de una de mis hermanas menores, quien está casada y tiene ella misma tres hijos. Ella dice: ‘Es tan bueno tener dos hermanas maravillosas como lo son tú y Bev. Nada puede reemplazar a hermanas que aman y comprenden a uno y que son leales. Agradezco muchísimo el que seas como eres. Creo que nunca antes te había dicho esto, y lamento no haberlo hecho, pero gracias por haber hecho lo mejor posible en criarnos a Bev y a mí y por haber tomado el lugar de mamá. Ahora me doy cuenta de que requirió mucho amor y esfuerzo y abnegación de tu parte. A menudo he recordado esos años y he pedido en oración que seas bendecida. Sé que lo has sido.’”
Confianza en la promesa de Dios
La hija mayor sigue relatando: “Mi madre nunca cedió a la emoción, sino que por su ejemplo nos mostró que tenía plena confianza y fe en la promesa bíblica de la resurrección.
“Después de su muerte, mi padre nos entregó a cada una una carta de mamá. Parte de la mía dice: ‘Lynette, querida, quería dejarte una cartita para agradecerte el que hayas sido una hija tan dulce y amorosa conmigo. Te hará mucha falta tu madre, querida, pero otros te ayudarán, y tu papá te cuidará muy bien. Ayuda a tus hermanitas —sé que lo harás— pues acudirán cada vez más a ti. Quiero agradecerte, amor, todo lo que has hecho por mí y por ser una niñita tan amorosa y obediente, que nunca me dio problemas. Pido en oración a Jehová que se acuerde de mí para que podamos volver a vernos en el Nuevo Mundo. Con mucho amor de tu querida mamá.’”
Como en el caso de Anita Brown, al tiempo de morir esta madre no estaba llena de incertidumbres, preguntándose acerca de su futuro. Tenía la confianza de que tendría vida de nuevo en el nuevo orden de Dios. Y por medio de tomar medidas prácticas, ayudó a sus amados a enfrentarse mejor a la muerte de ella.
[Comentario en la página 11]
“Mi madre nunca cedió a la emoción, sino que por su ejemplo nos mostró que tenía plena confianza y fe en la promesa bíblica de la resurrección”
-
-
La música fuerte y el cuerpo¡Despertad! 1981 | 8 de noviembre
-
-
La música fuerte y el cuerpo
EN UN trabajo escrito intitulado “La mente y el sonido,” Martin Polon de la Universidad de California, en Los Ángeles, advierte que personas que se exponen a continuos niveles de presión de sonido, como las que asisten a conciertos en los cuales se toca música del tipo llamado “nueva ola” y la que en inglés se llama “punk rock” (de más o menos 130 decibelios), corren el peligro de sufrir otros efectos adversos además del daño al oído. Polon afirma que los niveles de hormonas en la sangre que se asocian con la tensión pueden aumentar el doble o el triple después que uno ha estado expuesto por largo tiempo a sonidos fuertes. También se dice que es posible que sean afectados adversamente los sistemas endocrino, reproductivo, circulatorio y nervioso. La tensión fisiológica que producen los niveles de presión de sonido extremadamente altos puede hacer subir la presión sanguínea y elevar los niveles del colesterol y de los triglicéridos, lo cual contribuye a la degeneración de las arterias y del músculo cardiaco.
Polon enumera otros efectos indeseables del exponerse excesivamente y por largos períodos a sonidos extremadamente altos, entre los cuales están los trastornos en las funciones sexuales y reproductivas, la epilepsia en el caso de personas sensibles, el inicio de episodios sicopáticos, mareos, vértigo y movimientos incontrolables de los ojos. Las mujeres embarazadas deberían notar que también se menciona entre los efectos indeseables los peligros que corre el feto que se está desarrollando. Aunque probablemente sea necesario llevar a cabo más investigaciones para determinar si son válidas o no las afirmaciones de Polon, es evidente que mientras tanto sería prudente no exponerse a niveles de presión de sonido continuamente altos que puedan evitarse.
-