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¿Ha ‘dejado usted de acumular tesoros sobre la tierra’?La Atalaya 1976 | 1 de febrero
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¿Ha ‘dejado usted de acumular tesoros sobre la tierra’?
“Dejen de acumular para ustedes tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el moho consumen, y donde ladrones entran por fuerza y hurtan.”—Mat. 6:19.
1. (a) ¿Qué mira tienen los hombres del comercio hoy día? (b) ¿Por qué no hay satisfacción en realizar los ‘deseos creados’?
EN LA actualidad el mundo abunda en artículos y posesiones materiales. No hay fin ni límite para la variedad de cosas materiales que el dinero puede comprar. El comercio, dándose cuenta de esto, tiene como objetivo hoy obtener grandes ganancias para sí más bien que satisfacer las necesidades fundamentales de la gente. En armonía con ello, los hombres del comercio están invirtiendo grandes sumas de dinero en anunciar, anunciar, anunciar. ¿Con qué fin? Con el fin de crear en uno un deseo, el deseo de adquirir sus productos, para explotar a uno. Habiendo uno entrado en el camino de no solo satisfacer sus necesidades verdaderas, sino también tratar de satisfacer estos deseos creados, se halla en una senda interminable que consume la mayor parte de su tiempo, energía, atención e interés sin darle a uno, al fin, la satisfacción que desea. ¡Qué ciertas las palabras del sabio Salomón, que escribió: “Un simple amador de la plata no estará satisfecho con plata, ni ningún amador de la riqueza con los ingresos [de rédito]. Esto también es vanidad”!—Ecl. 5:10.
2, 3. (a) ¿Qué excelente consejo dio Jesús con respecto al tesoro terrestre? (b) ¿Cómo puede beneficiar este consejo tanto al “resto” como a las “otras ovejas”?
2 En su Sermón del Monte el Salomón Mayor, Jesucristo, mostró que los que estuvieran buscando las bendiciones del reino mesiánico de Dios se ocuparían con tesoro mucho más importante. Por consiguiente, ¡qué oportuno es hoy día este consejo que dio a sus discípulos: “Dejen de acumular para ustedes tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el moho consumen, y donde ladrones entran por fuerza y hurtan. Más bien, acumulen para ustedes tesoros en el cielo, donde ni polilla ni moho consumen, y donde ladrones no entran por fuerza y hurtan”!—Mat. 6:19, 20.
3 ¡Qué excelente consejo es éste para los que son el resto de los discípulos ungidos del Señor Jesucristo que tienen la expectativa de una “herencia . . . inmarcesible” en los cielos espirituales! (1 Ped. 1:4; Efe. 1:18) Pues a la larga, al fin de su carrera en la Tierra, tienen que dejar TODAS sus posesiones materiales atrás. No pueden llevárselas con ellos al cielo. Lo mismo sucede respecto de los de la “grande muchedumbre” de “otras ovejas” que tienen la expectativa de pasar vivos a través de la “grande tribulación” que está en el futuro cercano, para vivir eternamente en una Tierra paradisíaca. (Rev. 7:9-14; Mat. 24:21, 22; Sal. 37:29) Jehová Dios no les ha prometido a estas “otras ovejas” que él haya de conservarles todas sus posesiones materiales aquí en la Tierra a través de esa “grande tribulación” para que las usen después.
EJEMPLOS HISTÓRICOS
4. ¿Cómo muestra Pedro que Jehová puede librar, y qué aprendemos del ejemplo de Noé?
4 Es cosa absolutamente segura que no tenemos razón alguna para dudar que Jehová puede preservar y librar. Este poder se ha demostrado en muchas ocasiones y de muchas maneras en el pasado. El apóstol Pedro nos recuerda esto y nos asegura que “Jehová sabe librar de la prueba a personas de devoción piadosa.” (2 Ped. 2:9) Respecto a esto nos da algunos ejemplos notables, como cuando Jehová “no se contuvo de castigar a un mundo antiguo, pero guardó en seguridad a Noé, predicador de justicia, con otras siete personas cuando trajo un diluvio sobre un mundo de gente impía.” (2 Ped. 2:5) Con claridad y exactitud la Palabra de Dios conserva para nosotros este relato, que se remonta más de cuatro mil años en el pasado hasta el tiempo en que Jehová libró a este patriarca fiel, Noé, y a su familia a través del diluvio global en un arca que Noé tuvo el privilegio de construir en armonía con las instrucciones que Dios le suministró. (Gén. 6:14-16) Sin embargo, tenemos que notar que no se hace ninguna mención de que Dios haya preservado el hogar, la morada fija, de Noé y su familia en la Tierra. No hay duda de que estas posesiones terrenales, materiales, se fueron con lo demás cuando “todos los manantiales de la vasta profundidad acuosa y las compuertas de los cielos fueron abiertas. Y siguió la fuerte precipitación sobre la tierra por cuarenta días y cuarenta noches.”—Gén. 7:11, 12.
5. ¿Cómo recalca más este punto la liberación de Lot?
5 Pedro alude entonces al tiempo de Lot el sobrino de Abrahán. Cuando Dios impuso un fin ardiente a las ciudades inicuas, inmorales, de Sodoma y Gomorra, “libró al justo Lot, que se hallaba sumamente angustiado por la entrega a conducta relajada de parte de la gente desafiadora de ley —porque ese hombre justo por lo que veía y oía mientras moraba entre ellos de día en día atormentaba su alma justa a causa de los hechos desaforados de ellos.” (2 Ped. 2:7, 8) En este caso observamos también que, cuando Lot huyó con su esposa y dos hijas, no hay registro de que llevaran consigo sus posesiones materiales. No pudieron hacerlo. La instrucción angélica para ellos fue: “¡Escapa por tu alma!” Pero sin duda la esposa de Lot todavía retuvo un “anhelo” por las cosas materiales que quedaron atrás. Desobedeció las instrucciones angélicas y miró atrás, con el resultado de que quedó hecha una columna de sal.—Gén. 19:17, 23-26.
6. ¿Qué instrucciones se les dieron a los judíos convertidos al cristianismo con relación a Jerusalén?
6 De manera parecida, en el primer siglo de nuestra era común, después que la Ciudad Santa de Jerusalén fue sitiada temporalmente por las legiones romanas dirigidas por el general romano Cestio Galo, los judíos convertidos al cristianismo tuvieron que obedecer el consejo del Señor Jesucristo. Tuvieron que abandonar sus propiedades y posesiones en Jerusalén y Judea y ‘huir’ a las montañas que estaban fuera de la provincia de Judea, dejando casi todo atrás. Los que en aquel tiempo estuvieran fuera de este distrito no habrían de entrar para tomar lo que quizás tuvieran allí de índole material.—Luc. 21:20-24.
7, 8. En 607 a. de la E.C., ¿qué dos hombres recibieron la bendición especial de Jehová, y cómo?
7 Remontándonos más atrás en la historia, hallamos una situación similar. La Palabra de Dios muestra que en el año 607 a. de la E.C. hubo dos hombres a quienes Jehová Dios mencionó por nombre particularmente y que recibirían Sus bendiciones especiales cuando la Ciudad Santa de Jerusalén fuese destruida por los ejércitos babilonios. Uno de estos hombres fue un etíope llamado Ebed-melec. Este fue quien intercedió ante el rey Sedequías de Jerusalén a favor del profeta Jeremías, para que el rey rescatara a Jeremías, que estaba en peligro de morir en una cisterna. (Jer. 38:6-13) Hablando del galardón por la consideración que Ebed-melec le mostró al siervo de Jehová, Jehová le dijo: “‘Sin falta te suministraré un escape, y no caerás a espada; y ciertamente llegarás a tener tu alma como despojo, porque has confiado en mí,’ es la expresión de Jehová.”—Jer. 39:18.
8 El otro hombre mencionado por Jehová fue Baruc, el secretario fiel del profeta Jeremías. Él tuvo el maravilloso privilegio de escribir al dictado de Jeremías dos rollos en los cuales se pronunciaba el mensaje profético de la ruina de Jerusalén. Mientras escribía el primer rollo, que más tarde fue quemado pedazo a pedazo por Joaquim, Baruc se quejó de estar cansado. Jehová le advirtió: “Pero en cuanto a ti, tú sigues buscando cosas grandes para ti. No sigas buscando.” Sin embargo, debido a su fidelidad se le prometió preservación y seguridad, no solo durante este terrible sitio de Jerusalén sino también más tarde cuando los rebeldes escapados obligaron a él y a Jeremías a bajar a Egipto con ellos. (Jer. 36:4-32; 43:4-7) Pero note en qué consistiría esta preservación: “‘Porque aquí estoy trayendo una calamidad sobre toda carne,’ es la expresión de Jehová, ‘y ciertamente te daré tu alma como despojo en todos los lugares adonde vayas.’” (Jer. 45:1-5) De modo que ni a Baruc ni a Ebed-melec se les prometió nada sino su “alma,” su vida sin nada más, durante el tiempo de sitio y destrucción de la ciudad de Jerusalén.
PREGUNTAS QUE DEBEMOS HACERNOS
9. En vista del tiempo en el cual vivimos, ¿qué preguntas deberíamos considerar seriamente?
9 El considerar estos excelentes ejemplos y comprender hoy que “el fin de todas las cosas se ha acercado” (1 Ped. 4:7), que estamos viviendo en un período mucho más serio en el cual amenaza una destrucción mucho mayor, hace que nos preguntemos seriamente: ¿Es mostrar sensatez el que dediquemos mucho tiempo y esfuerzo a adquirir entrenamiento especializado para algún trabajo profesional en este sistema de cosas mundano, con el fin de aumentar nuestros ingresos? ¿Es razonable que querramos aumentar nuestras posesiones terrestres de modo que sobrepasen de lo que verdaderamente necesitamos a fin de hacernos más “suave” la vida futura aquí en la Tierra y vivir más cómoda y lujosamente en el corto tiempo que queda antes de la “grande tribulación”? ¿No vemos que hay algo mucho más importante y valioso en lo cual debemos interesarnos ahora? ¿Carecemos de fe en que, si ponemos a nuestro Gran Preservador en primer lugar en nuestra vida, Él nos cuidará en los días venideros? Estas son preguntas que cada uno de nosotros, individualmente, tiene que considerar. ¡Nuestra vida depende de ello!
10. ¿Por qué debemos interesarnos en las palabras de Jesús en Lucas 17:26-30?
10 Al vivir en una generación en la cual hay tantas cosas que pueden consumir nuestro tiempo, interés y atención, ¡qué necesario se nos hace mantener claramente presentes las palabras proféticas de Jesús! Él dijo: “Además, así como ocurrió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían, los hombres se casaban, las mujeres se daban en matrimonio, hasta aquel día en que Noé entró en el arca, y llegó el diluvio y los destruyó a todos. De igual modo, así como ocurrió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban. Mas el día en que Lot salió de Sodoma llovió del cielo fuego y azufre y los destruyó a todos. De la misma manera será en aquel día en que el Hijo del hombre ha de ser revelado.” (Luc. 17:26-30) Poseyendo usted este conocimiento por adelantado, ¿dónde se halla? ¿Se está sumergiendo debido a los asuntos de la vida cotidiana? ¿Es en esto que está su tesoro, donde está su corazón? (2 Ped. 3:17; Mat. 6:21) ¡Qué apropiado es, por lo tanto, que Jesucristo haya dado a todos sus discípulos, incluso a nosotros hoy, que vivimos en el fin de este sistema de cosas, el consejo de que acumulemos para nosotros tesoros en el cielo! ¡Qué bendición será para nosotros el hacer eso!
11, 12. (a) ¿Qué significa ‘acumular tesoros en el cielo’? (b) ¿Cómo es posible?
11 Pero usted quizás se pregunte: ¿Qué significa esto de acumular tesoros en el cielo? ¿Cómo se puede hacer esto? Significa esto: Que nos esforcemos por obtener y mantener una posición acepta ante nuestro Creador, Jehová Dios. Significa seguir en la vida un derrotero de ser “rico para con Dios.” (Luc. 12:21) El registro de “obras excelentes” del individuo es como riquezas depositadas al cuidado del Creador en el cielo, que le aseguran beneficios eternos que ni la muerte misma puede llevarse. (Heb. 10:24; Sant. 3:13; Juan 11:25) Mantenemos esta posición al continuar constantes en la fe y lealtad a nuestro Dios, Jehová, y al hacer la voluntad divina.—Rom. 11:20; 2 Cor. 1:24.
12 Jesús enfatizó continuamente estos tesoros celestiales y fijó el modelo para nosotros. (1 Ped. 2:21; Heb. 10:5-10) Después de aconsejar a sus discípulos acerca de los tesoros terrestres, les dio esta exhortación: “Sigan, pues, buscando primero el reino y Su justicia, y todas estas otras cosas les serán añadidas.” (Mat. 6:33) De modo que, para acumular estos tesoros celestiales, es de suma importancia que vivamos nuestra vida y obremos ahora con la mira de conseguir un registro de aprobación ante nuestro Padre que está en el cielo, Jehová Dios.—Sal. 5:12; Pro. 12:2; Juan 6:27.
13, 14. ¿Quién fue Zaqueo, y qué cambio dramático se produjo en su vida?
13 En el primer siglo de nuestra era común tenemos el ejemplo de un hombre que hizo eso, que abandonó sus tesoros aquí en la Tierra para poder dedicarse a los intereses del reino mesiánico. ¿Quién fue éste? Fue un hombre muy rico llamado Zaqueo, un principal recaudador de impuestos que vivía en la ciudad de Jericó. Hasta este día el distrito en torno de Jericó, que está justamente al oeste del río Jordán, es muy fértil y productivo. No hay duda de que en tiempos antiguos producía considerables beneficios. Copiando a muchos recaudadores de impuestos de su tiempo, Zaqueo utilizó prácticas dudosas con relación a su puesto para conseguir parte de su caudal notable.—Luc. 19:2, 8.
14 Jesús vino a Jericó en la primavera de 33 E.C., precisamente antes de ir a Jerusalén y a su muerte. Zaqueo deseaba ver a Jesús, pero puesto que era pequeño de estatura y no podía ver por encima de la muchedumbre, corrió adelante y subió a una posición ventajosa trepándose a un árbol. Manifiestamente esto atrajo la atención de Jesús y éste le pidió que bajara y le informó que se alojaría en su casa mientras estuviera en Jericó. Esto perturbó a los vecinos, que levantaron esta queja: “Entró a alojarse con un varón que es pecador.” (Luc. 19:3-7) Sin embargo, el asociarse con Jesús tuvo un efecto dramático en Zaqueo. Al prestar atención a Jesús, evidentemente obtuvo aprecio del tesoro verdadero, pues exclamó: “¡Mira! La mitad de lo que poseo, Señor, la doy a los pobres, y todo cuanto le arranqué a persona alguna por acusación falsa le devuelvo el cuádruplo.” Sí, expresó su deseo de prescindir de su caudal y hacerse fiel seguidor del Señor Jesucristo. ¡Qué maravilloso gozo debe haber sentido Zaqueo cuando Jesús le dijo: “Este día ha venido la salvación a esta casa, porque él también es hijo de Abrahán”!—Luc. 19:8, 9.
EJEMPLOS DE TIEMPOS MODERNOS
15. ¿Qué ejemplo de tiempos modernos tenemos de poner uno los tesoros celestiales en primer lugar en su vida?
15 De modo que hoy es con gozo que notamos ejemplos de tiempos modernos de individuos que han creído conveniente fijar su atención en las cosas del Reino y le han dado la espalda a acumular más riquezas aquí en la Tierra. Uno de esos ejemplos es el de un hermano cuya biografía se informó en La Atalaya del 1 de octubre de 1968, próspero hombre de negocios. Sus habilidades naturales le permitieron alcanzar mucho éxito en el campo de la compra, venta y administración de bienes raíces. En una ocasión ciertos asociados del campo de los negocios que conocían bien su perspicacia en los negocios lo abordaron con una oferta de negocios evidentemente tentadora. ¿Qué era? ¡Era una proposición por la cual podría ganar un millón de dólares en un solo año! ¿Qué hizo él? ¡La rechazó! ¿Por qué? Porque tendría que dedicar todo su tiempo durante ese período a intensos asuntos de los negocios. Como dijo: “Es imposible que yo vaya a renunciar a mis maravillosos privilegios de servir a Jehová aquí ni siquiera por un año, no, ni por TODO el dinero del mundo. El servir a mis hermanos aquí en Washington me es más precioso, y yo sé que aquí tengo la bendición de Jehová. Sin duda ganaría un millón de dólares, pero al fin del año de esa clase de vida, ¿en qué condición espiritual, o aun física, me hallaría?” ¿Tomaría usted una decisión similar si le presentaran tentadoramente una oferta como ésa?
16. ¿Qué otro ejemplo podemos apreciar hoy día? ¿Por qué?
16 Considere, también, otro ejemplo de algún tiempo antes, el de un hombre que entraba en sus años veinte allá en los años setenta del siglo pasado en Allegheny County, Pensilvania. Estaba en los negocios con su padre, dirigiendo una cadena de tiendas de artículos para caballero, e iba en camino de convertirse en millonario. Esto fue antes de que John D. Rockefeller iniciara sus actividades en el negocio del petróleo para convertirse en multimillonario. Pero ¿qué hizo este joven de Allegheny? Vio la prioridad de estudiar la Biblia, de enterarse de lo que ésta enseñaba y de cuál era su mensaje para la actualidad. En 1879 vio la necesidad de publicar una nueva revista religiosa, Zion’s Watch Tower and Herald of Christ’s Presence (ahora La Atalaya). Más tarde llegó a ser el primer presidente de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract. Su nombre fue Charles T. Russell, y él invirtió toda su fortuna en la predicación de las buenas nuevas del Reino. ¡Sí, qué excelentes ejemplos tenemos, tanto en el pasado como en el presente, de haber puesto los intereses del Reino en primer lugar en la vida! ¿Está usted tomando decisiones sabias como ésas para acumular para usted tesoros en el cielo?
17, 18. (a) ¿Cómo es posible que antes de que uno se dé cuenta de ello pueda ser víctima de un robo espiritual? (b) ¿Qué derrotero de Jesús nos ayuda a apreciar el valor verdadero de las riquezas de este mundo?
17 ¿Qué hay si alguien le hiciera una oferta de darle 10.000 dólares a condición de que renunciara a su fe en Jehová y su privilegio de servirle? ¿Aceptaría? ¿Qué hay de 100.000 ó 1.000.000 de dólares? “Pues no; ni se piense,” dice usted. “¡Por ninguna cantidad de dinero en el mundo podría yo hacer eso!” ¿No es ésa la única decisión apropiada que se pudiera tomar? Sin embargo, ¡cuántos, a fin de tener “algún dinerito extra” o algo que desean mucho, han asumido mayores responsabilidades, quizás un trabajo adicional o simplemente trabajar unas “cuantas” noches a la semana o unos “cuantos” fines de semana! Esto, por supuesto, les impide asistir a las reuniones de la congregación programadas con regularidad y sacar provecho de la excelente asociación que hay allí. También estorba su actividad de predicar y afecta la influencia del espíritu de Dios en su vida. Antes de darse cuenta de ello han sido víctimas de un robo espiritual, han perdido su amor y aprecio a Jehová y su organización. Materialmente son más ricos, sí, pero tanto más pobres espiritualmente. ¡Qué precio han pagado por “algún dinerito extra” o alguna posesión adicional, y hasta habiendo tenido que trabajar duro por ello!
18 Cuando el Diablo llevó a Jesús a una montaña alta y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria y le dijo que todos serían suyos si solo “caes y me rindes un acto de adoración,” Jesús dijo: “¡Vete, Satanás! Porque está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios que tienes que adorar, y es a él solo que tienes que rendir servicio sagrado.’” (Mat. 4:8-10) Apreciemos nosotros, igualmente, el valor del tesoro celestial, y tomemos decisiones que produzcan crédito ante Dios y consigan su aprobación.
EL VALOR DEL TESORO CELESTIAL
19. ¿De qué manera es derrotero de sabiduría el prestar atención al consejo de Jesús respecto a las posesiones materiales?
19 Apreciemos siempre la sabiduría de las palabras de Jesús respecto a las posesiones materiales. Él dijo que sufren corrosión, que están en peligro continuo de perderse, de ser hurtadas o destruidas. Mientras más tiene uno, más tiene de lo cual preocuparse. ¡Con cuánta frecuencia es esto una carga innecesaria! El dar uno demasiada atención a estas posesiones materiales también puede hacer que salga perdiendo en cuanto a la “vida que lo es realmente.” (1 Tim. 6:19) Tenemos un ejemplo de esto tomado del primer siglo.
20-22. (a) ¿Qué consejo dio Jesús a un rico gobernante joven, y qué mostró el joven que estaba en primer lugar en su vida? (b) Si siguió viviendo hasta 70 E.C., ¿qué le sucedió, probablemente, a este gobernante joven?
20 Alrededor del año 33 E.C. Jesús estaba cruzando la provincia de Perea, en la costa oriental del río Jordán. Un hombre, un rico gobernante joven, vino corriendo hasta donde estaba Jesús y le preguntó: “Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?” (Mat. 19:16) Jesús le dijo qué hacer y le aconsejó que no permitiera que sus posesiones materiales en la Tierra le impidieran conseguir el tesoro eterno en el cielo. Jesús dijo: “Ve, vende tus bienes y da a los pobres y tendrás tesoro en el cielo, y, ven, sé mi seguidor.” (Mat. 19:21) Estando bajo la Ley, el joven estaba obligado a ayudar a los israelitas necesitados. (Lev. 25:35; Deu. 15:7-11; Isa. 58:6, 7; Eze. 18:5, 7-9) Pero ¿apreció este consejo de Jesús? ¡No! (Mat. 19:22) ¿Qué le sucedió entonces a este joven? ¿Siguió adelante en prosperidad con mayores riquezas? Si vivió treinta y siete años más hasta 70 E.C., le esperaban cambios drásticos.
21 Como se mencionó, el joven vivía en la provincia adonde la mayoría de los judíos cristianizados huyeron en 66 E.C., a fin de salvar su vida de la destrucción de Jerusalén, que se había acercado. Los soldados romanos no se vieron obligados a invadir la provincia de Perea a fin de sofocar una rebelión de judíos allí. Pero ¿qué le pasó a este rico gobernante joven que vivía en esa provincia con todas sus posesiones terrestres? Era un observador muy concienzudo de la ley de Moisés. (Mat. 19:20) Si sobrevivió hasta 70 E.C. lo probable sería que este concienzudo guardador de la Ley hubiera atravesado el río Jordán hasta el lado occidental, entrado en la provincia de Judea y subido a la ciudad de Jerusalén para celebrar la Pascua anual a Dios.—Deu. 16:1, 2.
22 Estando entonces en la ciudad, habría sido atrapado por las legiones romanas que rodearon el Lugar Santo. De modo que, o habría perecido en la destrucción de Jerusalén, o habría sobrevivido para ser tomado cautivo por los soldados romanos y ser llevado a la esclavitud a alguna parte del Imperio Romano. En todo caso, habría tenido que dejarlo todo atrás sobre esta Tierra, pero no por causa de Jesucristo, no por ser uno de sus seguidores. ¡Qué estupidez de parte de ese joven! Respecto a cada uno de nosotros, ¡cómo necesitamos un crédito, una posición acepta, ante Dios allá en los cielos! Y nuestro crédito o posición con él es algo valiosísimo y durará para siempre.
23. ¿De qué manera se puede ver la sabiduría de Proverbios 23:4, 5?
23 Los gobiernos de esta Tierra no pueden garantizar que nuestras posesiones materiales no hayan de perder su valor con el transcurso del tiempo, ya sea por depresión económica, inflación, revaluación de la moneda o por una quiebra desastrosa en la bolsa. La Palabra de Dios nos asegura, en Proverbios 23:4, 5: “No te afanes por obtener riquezas. Cesa de tu propio entendimiento. ¿Has hecho que tus ojos les echen un vistazo, cuando no son nada? Porque sin falta se hacen para sí alas como las de un águila y vuelan hacia los cielos.”
24. ¿Qué ilustra lo tonto que es confiar en tesoros terrestres?
24 ¡Qué cierto es esto cuando consideramos las condiciones económicas dentro de solo esta generación! “En Alemania al fin de 1923 se necesitaban 1.200.400.000.000 de marcos de papel para comprar lo que solo dos años antes se podía comprar con únicamente 35 marcos, y en 1946 en Hungría se necesitaban 1,4 quintillones de pengos para comprar lo que se podía obtener con un solo pengo en 1938. (Un quintillón equivale a 1.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.)” (Vea Money and Economic Activity, por Houghton Mifflin.) Hace poco, en Uruguay, América del Sur, en el curso de un año, el costo de la vida subió en aproximadamente 500 por ciento. En el país vecino de Chile la cifra fue de 375 por ciento. Ciertamente si acumulamos tesoros en el cielo no sufrirán tales alteraciones en su valor, abaratándose y finalmente quedando sin valor alguno.—Luc. 12:33.
25, 26. (a) En vista del tiempo, ¿qué derrotero debemos estar siguiendo? (b) ¿Qué futuro hay para los que acumulan “tesoros en el cielo”?
25 Por eso, entonces, nos incumbe hoy día seguir el consejo del Señor Jesucristo y, en vez de sumergirnos en el juego de adquirir más riquezas para nosotros, sumerjámonos en la obra más urgente de todos los tiempos: predicar las buenas nuevas del reino de Dios y hacer discípulos de gente de todas las naciones. (Mat. 28:19, 20; Hech. 1:8) Recordemos que ninguna cantidad de riquezas materiales nos llevará a través de la venidera “grande tribulación.” Tal como está escrito en Proverbios 11:4: “Las cosas valiosas no serán de ningún provecho en el día del furor, pero la justicia misma librará de la muerte.”
26 Dejemos que nuestra decisión sea la de volvernos hacia el cielo y poner el reino de Dios y su interés en primer lugar en nuestra vida. Si hacemos esto, nos estamos asegurando un sinnúmero de bendiciones, bendiciones indescriptibles, tanto materiales como espirituales, para nosotros ahora y también, después del Armagedón, vida eterna en el nuevo sistema de cosas de Dios. Eso es algo que no puede ser comprado por todo el dinero del mundo. ¿Es eso lo que usted desea? Entonces sepa que la vida eterna, la paz y la felicidad en el justo nuevo orden de Dios bajo el reino de Cristo son el galardón de todos los que hoy dejan de acumular para sí tesoros sobre la Tierra.—Isa. 9:7; 1 Tim. 6:17-19.
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“No teniendo nada y sin embargo poseyendo todas las cosas”La Atalaya 1976 | 1 de febrero
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“No teniendo nada y sin embargo poseyendo todas las cosas”
“Como pobres mas enriqueciendo a muchos, como no teniendo nada y sin embargo poseyendo todas las cosas.”—2 Cor. 6:10.
1. ¿Cómo vemos que el dinero satisface una necesidad?
INDUDABLEMENTE el dinero es esencial para la vida cotidiana. Sin él, ¿cómo podría uno vivir en este sistema de cosas actual? ¿Cómo podría obtener las cosas necesarias de la vida? En muchas partes de la Tierra el dinero puede comprar atención de hospital, transportación, electricidad, calefacción y agua transportada por caños, cosas que son útiles al hombre. Pero si uno no tuviera dinero, ¿cómo podría alimentarse y vestirse y alimentar y vestir a su familia? ¿Cómo podría obtener un lugar en el cual vivir y mantenerlo? Como lo expresa tan sabiamente Eclesiastés 10:19: “El pan es para la risa de los trabajadores, y el vino mismo regocija la vida; pero el dinero es lo que tiene buena acogida en todo.”
2. ¿Contra qué debe estar en guardia continuamente el cristiano? ¿Por qué?
2 De modo que, mientras subsista este sistema de cosas actual, los cristianos pueden utilizar muy bien el dinero para satisfacer sus necesidades cotidianas, especialmente en lo que toca a continuar en su servicio al Reino. Sin embargo, debido a lo útil del dinero y la multitud de cosas que puede obtener, el cristiano tiene que ejercer continuamente gobierno de sí mismo y siempre mantener el dinero (la riqueza, las posesiones materiales) en su lugar, es decir, como instrumento, como siervo. Nunca se debe permitir que llegue a ser objeto del amor de uno, el “deseo del corazón” de uno. ¡Qué necesario es, por lo tanto, que el cristiano hoy día, en vista del tiempo en que estamos viviendo ahora, adquiera y mantenga el punto de vista apropiado para con las riquezas!
3. (a) ¿Cómo nos ayuda Pablo a considerar las riquezas materiales? (b) ¿Dónde puso él su corazón?
3 Por ser de la tribu de Benjamín, hebreo y, respecto al judaísmo, uno de los fariseos (que tenían la reputación de ser ‘amadores del dinero’), el apóstol Pablo pudo hablar con el respaldo de un fondo de experiencias para ayudarnos a obtener el equilibrio espiritual apropiado. (Fili. 3:5; Luc. 16:14) Él, debido a sus habilidades y educación, pues fue instruido por el docto fariseo Gamaliel, sin duda pudo haber tenido mucho éxito en acumular riqueza material. (Hech. 5:34; 22:3) Sin embargo, Pablo demostró dónde estaban las riquezas verdaderas. Después de pasar más de veinticinco años en la obra de predicar como trabajo de horario completo, y habiendo sido puesto en prisión a causa de ello, escribió respecto de su convicción, la decisión que tomó de renunciar a una vida en la cual quizás pudo haber obtenido gran ganancia material, y dijo: “De veras sí considero también que todas las cosas son pérdida a causa del sobresaliente valor del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor. Por motivo de él he sufrido la pérdida de todas las cosas y las considero como un montón de basura, a fin de ganar a Cristo y ser hallado en unión con él . . . para ver si de algún modo puedo lograr alcanzar la resurrección más temprana de entre los muertos.” Pablo mostró dónde había puesto su corazón, y lo que en realidad era de valor en su vida. (Fili. 3:8-14; Heb. 6:10-12) Puesto que su actitud para con las riquezas materiales era sana, pudo mantener un punto de vista saludable. Durante su vida observó los efectos perjudiciales que el amor a las riquezas tuvo en muchos.—2 Tim. 4:10.
EL LAZO DEL DESEO EGOÍSTA
4. ¿De qué peligro se estaba poniendo sobre aviso a Timoteo?
4 Pablo, por su interés genuino en el joven Timoteo, le escribió cuando Timoteo se hallaba en Éfeso, Asia Menor, ciudad que, en aquel tiempo, era una ciudad comercial muy acaudalada. Poniéndolo sobre aviso en cuanto al peligro de cultivar un deseo vehemente de riqueza material, y los resultados desastrosos de esto, le advirtió: “Los que están determinados a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y dañinos, que precipitan a los hombres en destrucción y ruina. Porque el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y haciendo esfuerzos por realizar este amor algunos han sido descarriados de la fe y se han acribillado con muchos dolores.” (1 Tim. 6:9, 10) ¿Aprecia usted este consejo? ¿Le está prestando atención? ¿Ha visto lo cierto que es en la vida de muchos hoy día?
5. (a) ¿Cómo puede convertirse en un “lazo” el deseo de riquezas materiales? (b) ¿Por qué no se puede servir a dos amos?
5 Cuando el interés suyo en el dinero como medio de suministrarse las cosas necesarias de la vida se convierte en un deseo consumidor de ser rico, o de adquirir cosas que no son necesidades para usted, el dinero cesa de ser su instrumento, su siervo. En vez de eso, ¡se hace su amo! Ahora se convierte en un “lazo.” Jesús dijo: “Nadie puede servir como esclavo a dos amos; porque u odiará al uno y amará al otro, o se apegará al uno y despreciará al otro. No pueden ustedes servir como esclavos a Dios y a las Riquezas.” (Mat. 6:24) La Biblia no condena las riquezas; condena el que uno se haga esclavo de ellas. ¿Por qué? Porque cuando el deseo codicioso de ganancia material de uno se hace tan grande que uno se convierte en su esclavo, ya no tiene a Jehová Dios como su Amo. Entonces uno no puede ‘amar a Jehová su Dios con todo su corazón y con toda su alma y con toda su mente.’ (Mat. 22:37) Algunos dicen que el “dinero habla.” Pero, cuando uno se convierte en su esclavo, ¡hasta piensa por uno!
6. (a) ¿Qué efectos perjudiciales puede tener en el cristiano el amor al dinero? (b) ¿Cómo consideran el dinero algunos?
6 Este deseo vehemente de dinero (riquezas) puede hacerse tan consumidor del alma que puede corroer las cualidades cristianas. Puede degradar a uno hasta el punto de hacerlo semejante a una bestia. Puede hacer que uno pierda de vista la justicia, la verdad, la honradez, el ser generoso y mostrar misericordia. (Deu. 16:19, 20; Éxo. 23:8) El tener un fuerte deseo de abundancia material conduce fácilmente a participar en las prácticas comerciales faltas de honradez del mundo. “El hombre de actos fieles recibirá muchas bendiciones, pero el que está apresurándose a ganar riquezas no permanecerá inocente.” (Pro. 28:20) Pero usted dice: “Yo no me encuentro en esa situación; yo puedo controlarlo. ¿Cómo podría yo jamás encariñarme con el dinero? ¡Después de todo, el dinero es solo papel!” Es verdad, pero ¿cuánto tiempo y esfuerzo está dedicando usted a adquirirlo? ¿Está resultando ser su amo? David T. Bazelon, en su libro The Paper Economy, hace una confesión honrada: “El dinero es un sueño. Es un pedazo de papel en el cual se imprime con tinta invisible el sueño de todas las cosas que compra . . . La mayoría de nosotros que no somos perdedores absolutos en la Gran Arrebatiña Americana amamos el dinero mucho más que cualquiera de las cosas que puede comprar. No es un medio hacia un fin para nosotros, es una pasión.” Vivimos en un tiempo al cual Pablo señaló proféticamente en 2 Timoteo 3:1, 2, y acerca del cual dijo: “En los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán . . . amadores del dinero.” Por eso, ¡qué importante es que el cristiano mantenga el equilibrio apropiado y se guarde de este insaciable apetito de riqueza material!
7. ¿Qué resultado ha tenido muchas veces el afanarse por conseguir riquezas?
7 Este afanarse por conseguir riquezas y este amor a las riquezas han causado un sinfín de congojas, desdicha, sufrimiento, infelicidad, frustración y derramamiento de sangre. Lastimosos son los ejemplos de los que han perdido el equilibrio, que han cultivado corazones codiciosos. Comprendamos, como Pablo, que “las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción” y que son “para amonestación de nosotros a quienes los fines de los sistemas de cosas han llegado.”—Rom. 15:4; 1 Cor. 10:11.
“EL PODER ENGAÑOSO DE LAS RIQUEZAS”
8. (a) ¿Qué actitud de corazón se manifestó en Acán? (b) ¿Qué lección aprendemos de esto?
8 Acordémonos del tiempo en que Jehová Dios conducía a los israelitas a través del desierto y casi estaban listos para tomar posesión de la Tierra Prometida. Como primicias de la conquista, la ciudad de Jericó “tiene que llegar a ser una cosa dada irrevocablemente a la destrucción . . . pertenece a Jehová,” se les dijo. Las instrucciones de Dios prohibían el saquearla, que era el procedimiento usual cuando se capturaba una ciudad; antes bien, habría de ser quemada con fuego. La plata y el oro habrían de darse al “tesoro de Jehová.” (Jos. 6:17-19) Sin embargo, Acán, de la tribu de Judá, permitió que su corazón se hiciera codicioso. Más tarde confesó: “Cuando llegué a ver entre el despojo un vestido oficial de Sinar, uno de buena apariencia, y doscientos siclos de plata y una barra de oro, siendo de cincuenta siclos su peso, entonces yo los quise, y los tomé.” (Jos. 7:21) El amor a las riquezas impelió a Acán a la deslealtad, a la falta de honradez, a hurtar de Jehová. Cuando Israel estuvo tratando de capturar la siguiente ciudad, Hai, Jehová retiró su espíritu de Israel hasta que Acán el malhechor fue desenmascarado. Cuando se les sacó de entre los demás, Acán, su familia y todo su ganado fueron muertos a pedradas y quemados con fuego. ¡Qué precio pagaron por tesoro corruptible!—Jos. 7:1-26.
9. (a) ¿Cómo mostró Guejazi su “amor al dinero”? (b) De modo similar, ¿qué hizo que Ananías y Safira perdieran la vida?
9 Considere, también, al servidor de Eliseo, Guejazi. Después que Eliseo curó de lepra al general sirio Naamán, éste deseó expresar aprecio y darle un regalo a Eliseo, pero Eliseo rehusó aceptarlo. Sin embargo, Guejazi amaba las riquezas. Trató de convertir este acontecimiento milagroso en uno de ganancia personal. Esto lo llevó a inventar una mentira tanto para Naamán como para Eliseo. ¿Con qué resultado? Eliseo dijo: “De manera que la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu prole hasta tiempo indefinido.” (2 Rey. 5:20-27) También hubo el caso de Ananías y su esposa Safira que ‘trataron con engaño a Dios’ y secretamente retuvieron parte del precio de su campo, y como resultado perdieron la vida.—Hech. 5:1-10.
10. ¿A qué extremos puede impeler a uno un corazón codicioso?
10 Luego tenemos el ejemplo de una persona que tuvo el maravilloso privilegio de ser uno de los apóstoles de Jesús, Judas Iscariote. Éste, que sin duda fue fiel y confiable al principio, se encargaba de cuidar del manejo de fondos común de Jesús y los doce; pero más tarde se hizo ladrón practicante, codicioso. (Juan 12:6) Por solo treinta piezas de plata su corazón codicioso lo impelió a traicionar a su Amo. ¿Y en qué terminó esto? Después de ver que Jesús había sido condenado, Judas salió y “se ahorcó.” (Mat. 27:3-5) ¡Ese es el peligro para los que se hacen esclavos de las riquezas!
11. ¿De qué manera son engañosas las riquezas materiales? Explique.
11 La Biblia habla del “poder engañoso de las riquezas.” (Mat. 13:22) La razón por la cual ese poder es engañoso es que el que lo busca o procura por lo general no se da cuenta de las limitaciones de éste. Queda engañado porque, en estas riquezas que tan diligentemente busca, realmente nunca encuentra la satisfacción que tanto desea. Continuamente piensa que, lo que un poco de riqueza no logra, no logra un caudal mayor. De modo que hay un hambre constante de tener más y más y más, una que nunca se satisface. Interesante es el hecho de que esta hambre aumenta mientras más se le satisface. Como lo reconoció tan verazmente en una ocasión el estadista norteamericano Benjamín Franklin: “El dinero todavía no ha hecho feliz a ningún hombre, ni lo hará. No hay nada en su naturaleza que lleve a producir felicidad. Mientras más tiene el hombre, más quiere. En vez de llenar un vacío, crea uno. Si satisface una necesidad, duplica y triplica esa necesidad en otro respecto. Es un proverbio cierto el del sabio, puede estar seguro de eso. ‘Mejor es poco con el temor del SEÑOR que gran tesoro y dificultad con ello.’”—Pro. 15:16, Authorized Version.
12. ¿Cómo nos ayudará a mantener el punto de vista apropiado para con las riquezas materiales un entendimiento de sus limitaciones?
12 El que nos demos cuenta de las limitaciones de las riquezas materiales nos ayudará a mantener el equilibrio. La riqueza material falla cuando mayores son las necesidades humanas. Como Jesús dijo, la vida de una persona no depende de sus posesiones materiales. (Luc. 12:15-21) Cuando la muerte le quita a uno una persona amada, ¿puede el dinero aliviar el dolor del duelo? ¿Hay alguna cantidad que se pueda dar para comprar de vuelta del Seol, el sepulcro, a esa persona? Cuando uno pierde la juventud y le sobreviene la vejez, ¿pueden acciones y bonos librar a uno de las arrugas, hacerlo joven y fuerte nuevamente? Cuando a uno le falla la salud, ¿qué felicidad se consigue con tener todo un banco lleno de dinero? Si uno hubiera nacido ciego, ¿haría todo el dinero del mundo que uno viera el amor reflejado en las expresiones del rostro de sus padres, la hermosura de una puesta del Sol o el jugueteo de animales de poca edad? Si uno hubiera nacido sordo, ¿podrían montañas de oro servir de sustituto para lo que es oír una hermosa sinfonía, el sonido que viene del océano o aun la propia voz de uno? ¡Qué limitados poderes tienen los tesoros materiales!
13. ¿Qué punto de vista nos suministra Proverbios 30:8, 9?
13 El obtener la aprobación y bendición de Jehová no depende de lo que tengamos o no tengamos, sino de cómo usamos y consideramos lo que tenemos. “No me des ni pobreza ni riquezas. Déjame devorar el alimento prescrito para mí, para que no vaya a quedar satisfecho y realmente te niegue y diga: ‘¿Quién es Jehová?’ y para que no venga a parar en pobreza y realmente hurte y acometa el nombre de mi Dios.” (Pro. 30:8, 9) Sea que tengamos poco en cuanto a las posesiones de este mundo, o que tengamos una abundancia, cualquiera de las dos cosas puede ser peligrosa si no nos mantenemos equilibrados y si no mantenemos el punto de vista apropiado.
14. (a) ¿Qué punto de vista adoptan algunas personas que en cuanto a los bienes de este mundo son pobres? (b) ¿Es correcto razonar así?
14 Un individuo que careciera de posesiones materiales pudiera manifestar un amor muy fuerte a las riquezas. Por no tener nada, pudiera creerse con derecho a hurtar, o a ser falto de honradez de otras maneras al obtener lo que desea intensamente. Por envidiar lo que otros tienen, pudiera pensar que tiene todo derecho a dedicar todo su tiempo y todo su esfuerzo a adquirir lo que desea. O, quizás, como muchos hoy día, pudiera pensar que el mundo le debe la subsistencia. Sin embargo, es un asunto de punto de vista. Esta mismísima persona que se cree pobre podría parecerle rica, en comparación, a otra persona que viviera en un país diferente. Tenemos que apreciar lo que tenemos y usarlo apropiadamente. “No se gloríe el sabio a causa de su sabiduría, y no se gloríe el poderoso a causa de su poderío. No se gloríe el rico a causa de sus riquezas.” (Jer. 9:23) Aquí se expresa la actitud correcta, sea uno sabio, poderoso o rico. No que uno tenga que ser una de estas cosas, sino que es necesario que uno sea equilibrado. Gloríese de conocer a Jehová.—1 Cor. 1:31.
15. (a) ¿Cómo muestra Pablo que el tener una abundancia no es incorrecto? (b) Sin embargo, ¿a qué peligros se encaran los que tienen tal abundancia?
15 La Palabra de Dios no condena a uno por tener una abundancia de los bienes de este mundo. Pablo, reconociendo el hecho de que algunos eran ricos en su día, no le dio a Timoteo la instrucción de que aconsejara a estos hermanos ricos que se despojaran de su riqueza, que se hicieran pobres y llevaran una vida de pobreza. ¡No! Más bien, los instó a mantener la actitud correcta para con las riquezas. “Da órdenes a los que son ricos en el presente sistema de cosas que no sean altaneros, y que cifren su esperanza, no en las riquezas inseguras, sino en Dios, que nos proporciona todas las cosas ricamente para que disfrutemos de ellas; que trabajen en lo bueno, que sean ricos en obras excelentes, que sean liberales, listos para compartir, atesorando para sí mismos con seguridad un fundamento excelente para el futuro, para que logren asirse firmemente de la vida que lo es realmente.” (1 Tim. 6:17-19) Pablo advierte del peligro de poseer demasiado. Uno pudiera tender a cifrar su esperanza en las riquezas. Pueden distraer a uno de las cosas espirituales. Uno pudiera convertirse en un esclavo al cuidarlas, al protegerlas. Sea uno rico o pobre, tiene límite la cantidad que uno puede comer de algo o lo que se puede poner. Sea lo que sea que tengamos, debemos estar contentos y usarlo para adelantar los intereses del Reino, logrando ‘asirnos firmemente de la vida que lo es realmente.’
BUSCANDO RIQUEZAS VERDADERAS
16. ¿Cómo debemos mirar al futuro con relación a las posesiones materiales?
16 ¿A qué grado, pues, debemos interesarnos en las cosas materiales? Pablo aconsejó: “Nada hemos traído al mundo, y tampoco podemos llevarnos cosa alguna. Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas.” (1 Tim. 6:7, 8) Dando instrucciones a sus discípulos en cuanto a cómo orar, Jesús dijo: “Danos nuestro pan para el día según la necesidad del día.” (Luc. 11:3) No se hace mención alguna de almacenar. Simplemente interésese en sus necesidades cotidianas, sin preocuparse en demasía por lo que haya de tener en el futuro. ¿Por qué acumular riquezas para un tiempo que quizás nunca llegue para usted? ¿Por qué acumular tesoros en un mundo que está pasando?—1 Juan 2:15-17.
17, 18. (a) ¿Cómo nos guardamos de la inquietud? (b) ¿Qué punto recalcan las ilustraciones de Jesús?
17 Usted puede estar seguro de que Jehová se encargará de que usted tenga las cosas materiales necesarias si pone los intereses de Su reino en primer lugar en su vida. Jesús presenta el punto de vista correcto: “Por este motivo les digo: Dejen de inquietarse respecto a su alma en cuanto a qué comerán o qué beberán, o respecto a su cuerpo en cuanto a qué se pondrán. ¿No significa más el alma que el alimento y el cuerpo que la ropa?” (Mat. 6:25) ¡Jesús da énfasis a los asuntos importantes, los asuntos espirituales, el “alma,” la vida de uno, no las cosas materiales que pueden causar tanta inquietud! Nos dice que ‘observemos atentamente las aves,’ cómo Jehová “las alimenta,” y que ‘aprendamos una lección de los lirios del campo, . . . ni aun Salomón en toda su gloria se vistió como uno de éstos.’ Llegando a la mismísima base de la inquietud, dice: “Por eso, nunca se inquieten y digan: ‘¿Qué hemos de comer?’ o ‘¿qué hemos de beber?’ o ‘¿qué hemos de ponernos?’ Porque todas éstas son las cosas en pos de las cuales las naciones van con empeño. Pues su Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas. Sigan, pues, buscando primero el reino y Su justicia, y todas estas otras cosas les serán añadidas.” (Mat. 6:26-33) ¿Tiene usted tal fe?
18 Esto no significa que nos vamos a sentar con comodidad, no hacer nada, y esperar hasta que Dios nos dé alimento y ropa. La ilustración de Jesús muestra que las aves buscan lo que necesitan. Jehová les suministra la aptitud y la fuerza que necesitan para hacerlo. Él hará lo mismo para nosotros. (Fili. 4:13) Lo que se recalca es que no estemos demasiado preocupados con asuntos materiales, sino que hagamos de nuestro servicio a Dios nuestro tesoro. El hacer esto traerá un sinnúmero de bendiciones. Esto es ir uno más allá de las limitaciones de las riquezas materiales y recibir el galardón de cosas que el dinero no puede comprar, ¡riquezas incomparables!—Rom. 11:33.
19. ¿Por qué no puede existir comparación entre las riquezas espirituales y las riquezas materiales?
19 El valor superior de estas riquezas se define bien para nosotros en Proverbios 3:13-18: “Feliz es el hombre que ha hallado sabiduría, y el hombre que consigue discernimiento, porque el tenerla como ganancia es mejor que tener la plata como ganancia y el tenerla como producto que el oro mismo. Es más preciosa que los corales, y todos tus otros deleites no pueden ser igualados a ella. Largura de días está en su diestra; en su siniestra hay riquezas y gloria. Sus caminos son caminos de agradabilidad, y todas sus veredas son paz. Es árbol de vida a los que se asen de ella, y los que la mantienen firmemente asida han de ser llamados felices.” ¡De estas riquezas vienen paz y felicidad verdaderas; de hecho, nuestra mismísima vida futura!
20. (a) ¿Qué ejemplo puso Jesús respecto a las posesiones materiales? (b) ¿Qué hizo obtenible él?
20 ¿Aprecia usted estos tesoros? ¡Jesús los apreció! Su tesoro era hacer la voluntad de su Padre. De hecho, dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra.” (Juan 4:34; 6:38) Todo lo demás en su vida ocupó un lugar secundario. Evaluó apropiadamente las riquezas verdaderas. Aunque era el Hijo de Dios, no leemos que Jesús tuviera abundancia de riquezas materiales mientras estuvo en la Tierra. ¡Más bien, fue lo contrario! “Las zorras tienen cuevas y las aves del cielo tienen donde posarse, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza.” (Luc. 9:58) Sin embargo, aunque pobre, era rico. Considere su vida y usted verá que él fue feliz, que tuvo paz, que estuvo contento. Fue como uno que no tuviera mucho en cuanto a los bienes del mundo, y sin embargo pudo redimir a toda la raza humana, haciendo disponibles las mayores riquezas, a saber, la expectativa, para sus seguidores, de llegar a ser “hijos de Dios.” Adicionalmente, otras riquezas espirituales se les hicieron obtenibles.—2 Cor. 8:9; Rom. 8:14, 19; Sant. 2:5; Col. 1:27; 2:2, 3.
21. (a) ¿Cómo mostraron los apóstoles de Jesús que apreciaban el tesoro celestial? (b) ¿Qué preguntas pudiéramos considerar?
21 El mismo hecho fue cierto respecto de los apóstoles. Ellos, también, mantuvieron el punto de vista correcto al poner en primer lugar los tesoros celestiales. Pedro y su hermano Andrés eran pescadores, pero, ante la invitación de Jesús, respondieron y “abandonando al instante las redes, le siguieron.” (Mat. 4:20) Juan y Santiago respondieron de modo similar. “Dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron.” (Mat. 4:22) ¡Cómo apreciaron la oportunidad de servir a Jehová Dios con su Hijo enviado! Si usted hubiese estado allí en ese tiempo, ¿qué habría hecho? ¿Habría abandonado al punto sus redes, o habría demorado su decisión, razonando que, puesto que el negocio de la pesca era tan lucrativo, continuaría en él por un poco más de tiempo hasta que estuviera en mejor condición financiera para seguirlo? ¡Qué necesario es que comprendamos hoy dónde está el tesoro verdadero! ¿Está usted demostrando por su proceder en la vida ahora que estos tesoros espirituales son las cosas más importantes de su vida? (Mat. 13:44-46) ¿Está aumentando en usted el aprecio a los tesoros espirituales, a procurar el favor y las bendiciones de Jehová? ¿Reconoce todos los beneficios espirituales que están fluyendo a nosotros por medio de la organización de Dios y los está aprovechando plenamente?
MANTENIENDO ENFOCADO NUESTRO “OJO”
22. (a) ¿De qué manera es nuestro ojo “la lámpara del cuerpo”? Explique. (b) ¿Qué significa tener enfocados los ‘ojos de nuestro corazón’?
22 Jesús dijo: “La lámpara del cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo es sencillo [sincero; vuelto todo en una sola dirección, enfocado, generoso], todo tu cuerpo estará brillante; pero si tu ojo es inicuo [egoísta, Moffatt], todo tu cuerpo estará oscuro. Si en realidad la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande oscuridad es ésa!” (Mat. 6:22, 23) ¡Qué apropiado es este consejo! ¿No podemos todos apreciar una luz en un lugar oscuro, una luz que impida que tropecemos o demos contra algo de modo que nos causemos daño? Para tener visión apropiada, nuestro ojo tiene que ser sencillo, es decir, vuelto todo en una sola dirección al desempeñar su función. Tiene que estar enfocado, captar fielmente todos los rayos de luz que pueda captar de un objeto y poder registrarlos de tal manera que los objetos se vean como en realidad son. Así mismo es en cuanto a los ‘ojos de nuestro corazón.’ (Efe. 1:18) Estos también tienen que estar enfocados, tienen que estar vueltos por completo en una sola dirección. Tenemos que considerar los asuntos en su perspectiva correcta para tomar decisiones apropiadas. El tener un ojo sincero (generoso) nos ayudará a no estar demasiado interesados en nosotros mismos. Desearemos compartir con otros. (Fili. 2:4) El tener un ‘ojo malo’ o un ojo que no esté enfocado resultará en que tomemos un derrotero de satisfacer todo apetito y en que tomemos decisiones incorrectas. Todo nuestro cuerpo estará totalmente “oscuro.”
23. (a) ¿Cómo podemos nosotros, como pobres, hacer ricos a muchos? (b) ¿Qué punto de vista podemos adoptar para con el servicio de tiempo cabal?
23 Al poseer este ‘ojo generoso,’ podemos apreciar la declaración de Pablo de que él era ‘como pobre, más enriqueciendo a muchos, como no teniendo nada y sin embargo poseyendo todas las cosas.’ (2 Cor. 6:10) Pablo no tenía obligaciones financieras que requirieran que estuviera empleado con regularidad en hacer tiendas de campaña, pero a veces hacía tiendas de campaña para no ser una carga financiera a las congregaciones locales. Ninguna cantidad de dinero se puede comparar con el tesoro de servir a Jehová con la atención completa de uno. Como Pablo, hoy hay miles de personas que, al mantener “sencillo” su ojo, pueden dedicar todo su tiempo a predicar y enseñar como precursores, superintendentes especiales y trabajadores en hogares Betel. Porque tienen el dinero en la apropiada perspectiva, consideran estas bendiciones espirituales de mucho mayor valor que las posesiones materiales que podrían tener si estuvieran pasando la mayor parte de su tiempo en empeños y ocupaciones seglares.
24. ¿Cómo puede ser un tesoro el dar?
24 Al tener ‘enfocado’ nuestro ojo, podemos comprender el gozo insuperado de ayudar a otros a aprender las verdades maravillosas de Dios y de presenciar el cambio que esto produce en la vida de ellos. ¡Esta es la base de la verdadera felicidad! Como dijo Jesús: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.” (Hech. 20:35) El gozo y bendición de ayudar a otros, especialmente de manera espiritual, hace a uno más rico que cualquier cantidad de riqueza material. ¿“Ve” y aprecia usted esto?
25. ¿De qué manera es un tesoro el “fruto del espíritu”? ¿Por qué, especialmente hoy?
25 Considere, también, el tesoro del espíritu santo de Dios. No se puede comprar. (Hech. 8:18-20) Tampoco hay cantidad de dinero que pueda comprar el fruto del espíritu de Dios. Describiendo este tesoro, la Biblia dice: “El fruto del espíritu es: amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, gobierno de uno mismo.” (Gál. 5:22, 23) En este día de contienda mundial, ¡piense en lo valiosas que son estas cualidades! ¡Qué precioso es tener la “paz de Dios que supera todo pensamiento.” Esta “guardará sus corazones y sus facultades mentales por medio de Cristo Jesús.” (Fili. 4:7) Al evitar el espíritu de amar el dinero de este mundo, al amoldarse a la voluntad de Dios, al orar constantemente, al pedir su espíritu y entendimiento y al dejar que esto sea la fuerza dominante en su vida, usted también puede hacer reales y efectivas para usted las bendiciones de este tesoro.
26. ¿Cuál es el galardón para las “otras ovejas” que mantienen “sencillo” su ojo?
26 Al tener clara su visión espiritual, ¿puede ver este otro tesoro... la expectativa de vida eterna? ¡Sí! ¡Imagínese, vivir para siempre en una Tierra paradisíaca! Este es el galardón para las “otras ovejas” que ahora mantienen “sencillo” su ojo, vuelto todo en una sola dirección. (Juan 10:16; Tito 1:2; 1 Juan 2:17; 1 Tim. 6:12) Esto jamás podría obtenerse por medio de riquezas materiales, sin importar su cantidad. (Luc. 12:15-21) Pues “tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16) Esta es la promesa de Dios a los que lo aman y hacen su voluntad, entre ellos las “otras ovejas.”
27. (a) En vista del tiempo en que vivimos, ¿qué punto de vista de la riqueza material debemos mantener? (b) ¿Qué gozo y privilegio es nuestro?
27 Todos, pues, mantengamos clara nuestra visión espiritual por medio de seguir con el punto de vista apropiado de las riquezas, recordando que todo el dinero de este sistema de cosas llegará a ser una cosa del pasado, inútil. (Eze. 7:19; Luc. 16:9) Pronto, cuando la “grande tribulación” ponga fin a todas las naciones de la Tierra, habrá desaparecido el valor de las riquezas de este mundo, tanto para los muertos como para los que hayan pasado vivos a través de la “tribulación.” Prestemos todos atención al consejo de Jesús y usemos lo que tenemos para glorificar a Dios. (Juan 15:8) Mostremos, no solo por nuestras palabras, sino también por nuestras acciones, que estamos poniendo en primer lugar las riquezas espirituales al aprovecharnos plenamente de las muchas provisiones que Jehová ha hecho. Compartamos con otros las buenas nuevas del Reino, ayudándoles a obtener riquezas espirituales, y manteniendo continuamente en su lugar apropiado nuestras posesiones materiales y formando un registro ante nuestro Padre que está en los cielos. Que tengamos el gozo y privilegio de ser “como pobres mas enriqueciendo a muchos, como no teniendo nada y sin embargo poseyendo todas las cosas.”—2 Cor. 6:10.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1976 | 1 de febrero
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Preguntas de los lectores
● Si un cónyuge incrédulo se separa del cónyuge creyente, ¿no habría base para disolver bíblicamente el matrimonio, en vista de 1 Corintios 7:15, donde Pablo dice: “. . . no está en servidumbre el hermano o la hermana en tales circunstancias, antes Dios los ha llamado a ustedes a paz”?
No, el apóstol no está considerando aquí el divorcio, sino que simplemente está afirmándole al cristiano o a la cristiana que no tiene que sentirse desaprobado o desaprobada si el incrédulo deliberadamente se va a pesar de los esfuerzos concienzudos del creyente por morar en paz con el cónyuge incrédulo.
Pablo acababa de animar al cónyuge creyente a no irse si el incrédulo “está de acuerdo en morar con” el cristiano. ¿Por qué? “Porque el esposo incrédulo es santificado con relación a su esposa, y la esposa incrédula es santificada con relación al hermano; de otra manera, sus hijos verdaderamente serían inmundos, mas ahora son santos.”—1 Cor. 7:12-14.
En vista de esto, naturalmente surgiría la pregunta en cuanto a en qué situación dejaría esto al creyente, si el cónyuge incrédulo se fuera a pesar de los buenos esfuerzos del creyente. ¿Debería sentirse ahora él desaprobado o ella desaprobada por Dios o creer que los hijos no son santos debido a la separación obligada sobre la cual el creyente no tiene control alguno?
No, pues el apóstol contesta: “Pero si el incrédulo procede a irse, que se vaya; no está en servidumbre el hermano o la hermana en tales circunstancias, antes Dios los ha llamado a ustedes a paz” Habiendo hecho todo lo que es razonablemente posible para evitar una separación, el creyente no tiene que sentir responsabilidad alguna de seguir al incrédulo en un esfuerzo por cumplir una “servidumbre” para con aquél. Si el incrédulo se hubiera quedado y estuviera dispuesto a morar con el creyente en paz, el creyente estaría en “servidumbre” de cumplir con las responsabilidades matrimoniales. Pero el apóstol reconoce que la separación forzada hace imposible que el creyente haga eso.
Ahora el cristiano tiene una cantidad de paz con la cual servir a Jehová, aunque la separación normalmente haya de causar algunos ajustes emocionales y físicos. Además, el tratar de obligar una reconciliación probablemente aumentaría la tirantez en las relaciones. Pudiera ser que el incrédulo deseara regresar con el tiempo. Esto sería deseable, con la meta de vivir juntos pacíficamente y con la esperanza de que el incrédulo llegara a ser un compañero de creencia. Esto estaría de acuerdo con las instrucciones generales dadas antes en los 1 Cor. 7 versículos 10 y 11, de que, en caso de separación, deben ‘permanecer sin casarse o si no que se reconcilien.’
En el ínterin, esto no impediría que la esposa, si ella es la creyente, emprendiera acción jurídica para el sostén de ella y sus hijos, si fuera del parecer que esto fuera aconsejable y necesario. Las Escrituras, y a menudo la ley del país, imponen al padre y esposo la responsabilidad de sostener a su familia.
Jesús no dijo que estaría bien que el creyente contrajera segundas nupcias si el cónyuge incrédulo se fuera del creyente y consiguiera un divorcio legal. Y el apóstol Pablo no va más allá de lo que Jesús dijo al dar aquí lo que las autoridades católicas llaman el “privilegio paulino.” Pablo arguye fuertemente a
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