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  • Cómo se hace frente al desafío en Colombia
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1980
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  • ESPARCIENDO LAS “BUENAS NUEVAS”
  • EXTENDIÉNDOSE A NUEVOS TERRITORIOS
  • SE CONTINÚA HACIENDO FRENTE AL DESAFÍO
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1980
w80 15/10 págs. 5-7

Cómo se hace frente al desafío en Colombia

¿QUÉ desafío? El de declarar las “buenas nuevas” por todo un país donde el clima, la topografía y los antecedentes culturales presentan tremendos contrastes. Se trata de Colombia, un país situado en la punta noroeste de Sudamérica. Su capital, Bogotá, y muchas otras ciudades, proveen un territorio excelente en el cual esparcir las “buenas nuevas.” Pero el mensaje del Reino también se está declarando en las extensas zonas rurales, donde caminos no pavimentados, enjambres de insectos y aguaceros ocasionales constituyen un desafío constante.

Aquí en Colombia las temperaturas pueden bajar de 28 grados centígrados en el intenso calor húmedo de las selvas a 12 grados centígrados en las alturas de las montañas. Sin embargo, las regiones situadas entre éstas ofrecen temperaturas eternamente primaverales. Se dice que las masivas montañas contienen reservas inagotables de sal gema. Además, la mina Zipaquirá no solo provee a los colombianos la mayor parte de su sal, sino que también ha sido convertida en una de las más grandes obras de arquitectura subterránea. La famosa Catedral de Sal, internacionalmente conocida, fue esculpida en lo profundo de la mina.

ESPARCIENDO LAS “BUENAS NUEVAS”

Colombia es un país rico en depósitos minerales. Pero mucho más preciosas aún son las personas temerosas de Dios que se hallan aquí. En 1922, Heliodoro Hernández, quien vivía cerca de los pueblos de Paz de Río y Tasco, empezó a leer la revista La Atalaya y adquirió sabiduría espiritual, algo de mucho más valor que el oro. (Pro. 3:13, 14) Se puso a compartir con sus paisanos esta sabiduría recién hallada, y para 1924 Juan B. Estupiñán se había unido a él en la obra de esparcir las “buenas nuevas.”

Desde 1922, los proclamadores del Reino en Colombia han vencido muchos obstáculos, y su perseverancia fiel ha sido premiada con aumento continuo. Para 1978, habían alcanzado la cantidad total de 14.856. Por supuesto, todavía queda mucho trabajo por hacer. Por ejemplo, Bogotá tiene una población de aproximadamente 5.000.000 de personas, pero hay solamente unos 3.000 publicadores del Reino asociados con sus 36 congregaciones.

Da gozo observar el gran número de personas que están haciendo grandes cambios a fin de poner sus vidas en armonía con los principios bíblicos, y esto anima a otras personas a permanecer firmes en la obra de testificar. Por ejemplo, en 1975 un joven que estaba preparándose para el sacerdocio llegó a conocer la verdad. Su familia lo amenazó con privarle de apoyo financiero y le dijo que tendría que irse de su casa si continuaba estudiando con los testigos de Jehová. Al principio él pidió que se descontinuara con él su estudio personal de la Biblia. Pero después de meditar sobre el conocimiento que estaba adquiriendo de las Escrituras, pidió dos estudios por semana. Puesto que estaba enseñando en una escuela religiosa, renunció a su empleo. También se vio obligado a irse de su casa. Un solo mes de estudio y meditación sobre las Santas Escrituras produjo cambios notables en la vida de este joven. Dejó de fumar, se hizo recortar de manera apropiada el cabello y cambió de modo de vestir. De hecho, la transformación fue tan extraordinaria que cuando llegó al Salón del Reino nadie lo reconoció. Alguien hasta le preguntó si él era el conferenciante que estaba de visita. Dado que el joven no tenía otras responsabilidades, empezó a dar testimonio todos los días. Pronto se bautizó, luego llegó a ser precursor regular (proclamador del Reino de tiempo completo). Ahora es miembro de la familia de Betel en la sucursal de la Sociedad Watch Tower en Colombia.

Considere también el cambio de personalidad que efectuó cierto hombre de la ciudad de Cali. Él había sido marinero, músico, ventrílocuo y policía. Dado que era muy agresivo y siempre estaba listo para dar puñetazos a otros o usar su pistola, sus vecinos le tenían mucho miedo.

En 1971, este hombre escuchó con renuencia a un precursor que lo visitó en su hogar, y finalmente se comenzó un estudio bíblico con él. Sin embargo, pronto el hombre descontinuó su estudio y se unió a la Iglesia de Pentecostés. Pero luego el precursor lo visitó y lo animó a examinar la Biblia para ver lo que había detrás de los supuestos milagros que aquella organización religiosa efectuaba. El hombre hizo apuntes de todos los textos que se consideraron y decidió continuar estudiando con los Testigos. Aquella misma noche fue a ver al ministro pentecostés para hacerle preguntas en cuanto a los textos que había leído. Cuando el pastor no pudo suministrarle respuestas satisfactorias basadas en la Biblia, no solo se salió de aquella iglesia este hombre, sino que otras 15 personas se salieron con él.

Poco después, la madre de este hombre murió y él hizo arreglos para que se pronunciara un discurso de funeral en el cual se explicara la esperanza de la resurrección. (Juan 5:28, 29) Esto se convirtió en una prueba para su fe, puesto que toda su familia se opuso a esta decisión, a tal grado que uno de sus hermanos le propinó un violento golpe. Sin embargo, el conocimiento bíblico que este hombre había adquirido poco antes le ayudó a mantener dominio de sí mismo, y él tranquilamente explicó la razón que tenía para su punto de vista. La familia quedó tan sorprendida por su apacibilidad que permitió que se pronunciara el discurso de funeral basado en la Biblia. Después, no solo empezó a estudiar la Biblia su familia, sino que sus vecinos también quedaron tan impresionados por el cambio en la personalidad de él que ocho familias de la manzana donde él vivía empezaron a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Este hombre ofreció su hogar para un estudio de libro de la congregación, y más tarde amplió su casa a fin de que pudiera reunirse allí una nueva congregación, y con el tiempo ayudó a edificar un Salón del Reino. Actualmente, está sirviendo de anciano cristiano nombrado en una de las congregaciones de la ciudad.

EXTENDIÉNDOSE A NUEVOS TERRITORIOS

A pesar del excelente aumento que ha habido en Colombia a través de los años, queda aún el desafío de llevar el mensaje del Reino a las regiones extensas que consisten principalmente en zonas rurales y de territorios calurosos y húmedos parecidos a selvas. Es un desafío llevar las “buenas nuevas” a estas regiones del país, no solo por las dificultades físicas que hay que afrontar, sino también por la variedad de culturas, costumbres y características de los habitantes. El llegar a comprender las diferentes culturas de Colombia y adaptarse a ellas tiene mucho que ver con alcanzar el corazón de estas personas con el mensaje del Reino.

Aunque la mayoría de los colombianos son católicos romanos, sus ceremonias varían grandemente de una región a otra. Puesto que sus líderes religiosos y su literatura no proveen instrucción exacta de las Escrituras, la gente tiende a confundir los asuntos religiosos con fenómenos de la magia. Su folklore atribuye vida consciente a objetos inanimados, y hay personas que dicen que los muertos pueden curar a los enfermos y ayudar a los vivientes de otras maneras. También, es bastante común hallar que personas de las regiones rurales tienen todo un repertorio de oraciones para abarcar sus problemas de cada día. Por ejemplo, tienen oraciones para curar de gusanos las vacas, para traer prosperidad, para librarse de sus enemigos, para curar mordeduras de culebras y para proteger sus gallinas y ganado.

En las ciudades colombianas los funerales son semejantes a los que se llevan a cabo en la mayoría de los países católicos. Pero en las regiones rurales existen diferencias. Por ejemplo: En la región de Jegüita, durante nueve noches después de ocurrir la muerte, el rezador local dirige a los dolientes en hacer peticiones a favor del difunto. Después de más o menos una hora de rezos, el rezador invoca el “alma” del muerto y le ordena que se salga de la casa. Esa noche, al lado del ataúd se deja un vaso de agua, con un pedacito de algodón en él. ¿Por qué? Supuestamente, para que el espíritu del difunto pueda saciar su sed. Así, aunque al “alma” del difunto se le ha ordenado que se vaya de la casa la primera noche, los dolientes siguen rezando durante ocho noches más para asegurarse de que no vuelva para molestarles. Cuando entierran el cuerpo al décimo día, no se le permite al pariente más cercano mirar el ataúd mientras éste baja al hoyo de entierro, puesto que, según la tradición, si esta persona lo mira, ella será el próximo miembro de la familia que muera. De paso, cabe decir que los que participan en el velorio del difunto tienen que recibir alimento, licor y tabaco. Por consiguiente, muchas personas se meten en deudas por alimentar y agasajar a los que participan en las nueve noches de rezos.

En un tiempo, Alberto Medina fue rezador en la región Jardín del estado de Córdoba. Pero por su estudio de la Biblia Alberto aprendió que las almas mueren, que los muertos no están conscientes de nada en absoluto y que la única esperanza para éstos es la resurrección. (Ecl. 9:5, 10; Eze. 18:4, 20; Hech. 24:15) Por supuesto, por ponerse de parte de la verdad bíblica Medina tuvo que enfrentarse al desafío de presiones por parte de familiares no creyentes y a oposición por vecinos que no querían que otros abandonaran las antiguas tradiciones de la comunidad. No obstante, él ha podido ayudar a los miembros de su propia familia y a muchas otras personas a adquirir conocimiento exacto de la Palabra de Dios y de Sus propósitos.

SE CONTINÚA HACIENDO FRENTE AL DESAFÍO

Sí, el aceptar el mensaje del Reino presenta un desafío. El declarar las “buenas nuevas” presenta un desafío también, especialmente en regiones remotas. Aquí en Colombia, esto a veces exige viajar a caballo, remar en canoa y tolerar enjambres de insectos. Durante la época lluviosa, en este país hay muchos lugares donde el proclamador del Reino tiene que caminar penosamente en barro que alcanza hasta los tobillos. Pero estos esfuerzos han recibido galardón, pues ahora hay congregaciones en algunas de estas regiones.

Los que aprecian su privilegio cristiano de declarar las “buenas nuevas” se alegran de hacer frente a estos desafíos. Además, ciertamente no hay experiencia más gozosa que la de hallar a personas que tienen hambre de la verdad, sea donde sea que vivan. En 1979, en todo el país, un total de 59.383 personas asistieron a la Cena del Señor. Verdaderamente ‘los campos están blancos para la cosecha’ y todavía queda mucho por hacer en la promoción de la adoración verdadera.—Juan 4:35.

Por eso, si usted es testigo dedicado de Jehová, ¿por qué no considerar en serio sus circunstancias para determinar si pudiera aumentar sus esfuerzos o eficacia en la proclamación del mensaje del Reino? Tal vez pueda servir donde haya mayor necesidad de ayuda, sea en Colombia o en su propio país. (1 Cor. 16:9) Sin embargo, sean cuales sean sus propias circunstancias, pida en oración la ayuda de Dios para hacer frente al desafío de la vida cristiana y del servicio a Jehová.

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