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Lo que opinaban de los recaudadores de impuestos en el primer sigloLa Atalaya 1974 | 1 de agosto
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Lo que opinaban de los recaudadores de impuestos en el primer siglo
LOS recaudadores de impuestos nunca han sido populares. Especialmente en el primer siglo E.C. éste fue el caso entre los judíos que residían en Galilea y Judea.
Los judíos se resentían tanto por la imposición de contribuciones de parte de la autoridad romana que la posibilidad de impuestos adicionales bastaba para suscitar una rebelión. En Hechos 5:37 se menciona uno de estos levantamientos: “Se levantó Judas el galileo en los días de la inscripción, y atrajo gente en pos de sí.”
Una inscripción de la clase mencionada hacía surgir cuestiones mayores que solo el desembolso del impuesto: ‘¿Quién era ahora amo en la tierra? ¿No aumentaba cada nuevo requisito el yugo que Roma estaba imponiendo? Aunque para mantener la paz se les había dado a los judíos cierto grado de control, ¿no era hora de pelear contra más violaciones de sus derechos?’ Así pensaban hombres como Judas el galileo. Y, según el historiador Josefo, instaban a sus compatriotas a resistir, diciendo que ‘serían cobardes si se sometían a pagar impuestos a los romanos.’
Pero, además de tener que reconocer la sujeción a una potencia extranjera, todavía había otra razón para el odio que le tenían los judíos a la imposición de contribuciones. Esto se hace evidente cuando consideramos la manera en que se cobraban los impuestos y los abusos que resultaban.
SISTEMA ROMANO DE COBRAR IMPUESTOS
Los oficiales imperiales cobraban los impuestos de capitación y prediales. Pero la autoridad para cobrar impuestos sobre exportaciones, importaciones y mercancías llevadas a través de un país por mercaderes se compraba en subasta pública. El derecho para cobrar tales impuestos se daba a los mejores postores. Cuando éstos recaudaban impuestos, obtenían ganancia de los ingresos por impuestos que excedían la cantidad de su postura. Estos hombres, conocidos como publicani, arrendaban a subcontratistas el derecho de cobrar impuestos en ciertas porciones de su territorio. Los subcontratistas, a su vez, estaban encargados de otros hombres que personalmente recaudaban los impuestos.
Zaqueo, por ejemplo, parece haber sido el principal sobre los recaudadores de impuestos en Jericó y a su alrededor. (Luc. 19:1, 2) Y Mateo, a quien Jesús llamó para ser apóstol, era uno que hacía el trabajo efectivo de recaudar impuestos. Mateo, también conocido como Leví, evidentemente tenía su oficina de impuestos en Capernaum o cerca de allí.—Mat. 10:3; Mar. 2:1, 14.
Un decreto de tarifas de Palmira que data de 137 E.C. ilustra algunos de los abusos a los que estaba sujeto el sistema de impuestos. Su preámbulo declara que en tiempos más primitivos (primer siglo) la tasa de los impuestos no era fija. Los cobros se hacían por costumbre, a menudo según el antojo del recaudador de impuestos. Esto con frecuencia suscitaba disputas.
FALTA DE HONRADEZ DE LOS RECAUDADORES DE IMPUESTOS
En el tiempo del ministerio terrestre de Jesús a menudo los recaudadores de impuestos eran especuladores y hombres de cualidades morales dudosas. Muchos practicaban extorsión, poniendo valores de impuestos ficticios a las mercancías y luego ofreciendo prestar el dinero —con intereses elevados— a los que no podían pagar. Con un palo en la mano, y placa de bronce desplegada prominentemente en el pecho, detenían a caravanas y exigían que todo fuera tirado al suelo para ser inspeccionado. Después de eso tomaban lo que les agradaba, con frecuencia llevándose las bestias de carga bien alimentadas y sustituyéndolas con bestias inferiores.
Por lo tanto, no sorprende que a los recaudadores de impuestos judíos se les tuviera en baja estima. Estando en el servicio de una potencia extranjera, Roma, y en contacto estrecho con los gentiles “inmundos,” su mismísima presencia causaba resentimiento. Por lo general los otros judíos evitaban la asociación voluntaria con ellos. (Mat. 18:17) A los recaudadores de impuestos se les clasificaba con personas que se sabía que eran pecadoras, incluso rameras. (Mat. 9:11; 11:19; 21:32; Mar. 2:15; Luc. 5:30; 7:34) El defraudar a un recaudador de impuestos no se consideraba un pecado entre los judíos. El Talmud clasificaba a los recaudadores de impuestos con asesinos y ladrones, y sus ganancias como adquiridas por engaño y violencia, ni siquiera dignas de ser aceptadas como caridad.
CÓMO VEÍA JESÚS EL PAGAR IMPUESTOS
Por consiguiente, sentimientos fuertes y enconados giraban en torno del asunto de pagar impuestos. Sabiendo esto, los enemigos de Jesús trataron de entramparlo en relación con el pago de impuestos. En una ocasión ciertos partidarios de Herodes y discípulos de los fariseos le preguntaron a Jesús: “¿Es lícito pagar la capitación a César o no?”—Mat. 22:17.
Como los oficiales imperiales recaudaban la “capitación,” el dar Jesús una respuesta negativa habría sido sedición contra Roma. Por otra parte, los judíos por lo general se resentían por tener que reconocer su sujeción a Roma pagando este impuesto. Por lo tanto una respuesta positiva de parte de Jesús habría resultado en que se le viera con disfavor entre los judíos generalmente. Discerniendo el motivo de los interrogadores, Jesús les dijo: “¿Por qué me ponen a prueba, hipócritas? Muéstrenme la moneda de la capitación.” El relato continúa: “Le trajeron un denario. Y él les dijo: ‘¿De quién es esta imagen e inscripción?’ Dijeron: ‘De César.’ En seguida les dijo: ‘Por lo tanto, paguen de vuelta a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios.’”—Mat. 22:18-21.
Así Jesús declaró un principio que sus oyentes tenían que aplicar de por sí. Si optaban por reconocer que el dinero pertenecía a “César” debido a ser emitido y tener un valor particular asignado por él, podrían ver lo correcto que es pagar impuestos. Por otra parte, también, sabían que el estado romano suministraba numerosos servicios para sus pueblos supeditados. Tenían que pagarse impuestos para sostener estos servicios provechosos.
ACTITUD DE JESÚS PARA CON LOS RECAUDADORES DE IMPUESTOS
Por supuesto, Jesucristo no condonó la corrupción que prevalecía entre los recaudadores de impuestos. Pero siempre estuvo dispuesto a ayudarles espiritualmente. Por esta razón sus enemigos lo señalaron “amigo de recaudadores de impuestos y pecadores.”—Mat. 11:19.
Sin embargo, ningún recaudador de impuestos llegó a ser verdadero “amigo” de Jesús sino hasta que cambiaba su modo de proceder. Por eso, en una de sus ilustraciones, Jesús mostró que el recaudador de impuestos que humildemente se reconoció como pecador y se arrepintió fue más justo que el fariseo que orgullosamente se consideraba a sí mismo justo. (Luc. 18:9-14) Entre tales recaudadores de impuestos arrepentidos estuvieron Mateo y Zaqueo, ambos de los cuales tuvieron la perspectiva de ser miembros en el reino de los cielos.—Compare con Mateo 21:31, 32.
La actitud de Jesús para con los recaudadores de impuestos debe ser una fuente de estímulo a todos los que creen que su proceder en la vida ha sido despreciable a los ojos de Jehová Dios. Pueden tener la seguridad de que, al arrepentirse y amoldar su vida a los requisitos divinos que se manifiestan en la Biblia, conseguirán el perdón de Dios y una conciencia limpia. El hecho de que hombres como el acaudalado recaudador de impuestos Zaqueo cambiaron su modo de ser ilustra que los que desean emprender un proceder semejante pueden hacerlo.—Isa. 55:7.
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Predicando las “buenas nuevas” en el norte congeladoLa Atalaya 1974 | 1 de agosto
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Predicando las “buenas nuevas” en el norte congelado
“HOY la temperatura es de 34,4 grados bajo cero con vientos de 16 kilómetros por hora. Con esos vientos el efecto sobre la carne humana equivale a 42,8 grados bajo cero,” informó un testigo de Jehová en el norte lejano, y agregó: “Predicar de casa en casa esta mañana era un desafío.”
Este ministro de los testigos de Jehová y otros centenares de miles como él con regularidad llevan el mensaje de la Biblia a otros... aun en el norte congelado. Los Testigos han hecho esfuerzos especiales para dar el mensaje a la gente en todas partes, incluso a los habitantes de lugares aislados.
En 1971 un grupo de testigos de Jehová fue a remotas aldeas indias de la provincia de Manitoba del Canadá. En cuanto a las condiciones que encontraron, Donald Anders, miembro de este grupo, comenta:
“A menudo la temperatura baja a 40 grados bajo cero. El viento realmente puede penetrar en una persona y congelar partes de su cara antes que lo sepa. A veces hace tanto frío que el aire realmente se cristaliza, haciéndose grueso, impidiendo que los aviones aterricen por falta de visibilidad. A menudo se forma escarcha en los párpados, nariz y boca.
“En tan severo frío uno tiene que vestirse apropiadamente. Tuvimos que ponernos ropa que impedía que penetrara el viento. A menudo lo único que se podía ver de nosotros eran los ojos y boca. No se podría sobrevivir de otro modo.
“ES PRECISO VISITAR CADA CASA”
Un testigo de Jehová en Alaska dijo: “Quizás el mayor desafío para hacer que las ‘buenas nuevas’ se prediquen aquí no es tanto las temperaturas bajo cero como la distancia entre uno y otro poblado.” Hay muchos poblados que solo son accesibles por barco o avión. No obstante, los testigos de Jehová se han esforzado por establecer contacto con la gente que vive en estas zonas lejanas. El ministro supracitado menciona una técnica que se utiliza para hacer que el mensaje llegue a la gente en las chozas solitarias de las zonas de la “espesura”:
“Cuando se divisa una cabaña solitaria, los Testigos en el avión zumban alrededor de la choza hasta que sale el residente. Al pasar la siguiente vez sobre la casa, se deja caer un paquetito para el amo de casa. Éste contiene muestras de literatura bíblica y una carta que le explica las verdades básicas de la Biblia. De modo que, aun en estos sitios apartados los Testigos pueden visitar con las ‘buenas nuevas.’”
Un anciano que visita las congregaciones al norte de Noruega describe los esfuerzos que se han hecho para que el mensaje llegue allí a las personas aisladas. “La congregación en Alta [a más de 320 kilómetros arriba del circuló ártico] ha hallado algunas personas interesadas en cinco casas de Garkolobold, que está en el campo. Para llegar allí, primero tienen que ir en auto 85 kilómetros hasta donde termina la carretera, y luego en trineo mecánico 35 kilómetros. A menudo nos quedamos más tiempo con los que viven muy lejos, estudiando varios capítulos y considerando diferentes preguntas.”
Mattie Tiainen, un ministro viajante de los testigos de Jehová en el norte lejano de Finlandia, relata los esfuerzos de Testigos locales por llegar a personas aisladas
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