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  • Siguiendo tras mi propósito en la vida
    La Atalaya 1957 | 1 de febrero
    • Después de seis meses se organizó la congregación de Ponce y algunos de los que estaban allí en la reunión forman parte de la floreciente congregación de 123 publicadores hoy día.

      En mayo de 1948 se nos llamó a mi compañera Gladys y a mí para reemplazar vacantes en el hogar de Santurce. Ese mes la congregación tuvo un promedio de 43 en asistencia al estudio de La Atalaya. En siete años he visto crecer esa congregación y dividirse cinco veces y nuestra unidad de Santurce el mes pasado tuvo un promedio de 110 asistentes al estudio de La Atalaya. Cuando evoco esos años y veo que, durante cinco años, de casi todo territorio que me fué asignado salieron algunos publicadores, uno de ellos una precursora, me regocijo en la parte que Jehová me ha dado, porque él dió el aumento.

      Después de pasar tres años y medio en una asignación en el extranjero es bastante emocionante tomar licencia y vacaciones para recuperar en los Estados Unidos, pero no para permanecer allí. Gladys tuvo que quedarse debido a enfermedad y he sentido agudamente la pérdida de su compañerismo congenial, amable, durante estos últimos cinco años. En una carta reciente ella dijo: “Esos años en Puerto Rico fueron los más felices de mi vida y no los cambiaría por nada en el mundo. Nunca sentí nostalgia por los EE. UU. de América, pero ciertamente la he sentido por Puerto Rico.” Y así es justamente como yo me siento acerca de ello, también.

      “Pero ¿no sientes a veces nostalgia por mis tíos Donaldo, David y por nosotros, abuelita?”

      Aunque tus tíos Donaldo y Earlene y David y Julia son misioneros en Corea y en las Filipinas, sin embargo parece que estuviéramos muy cerca, porque la distancia es un factor pequeño cuando la mente y el corazón están fijos en Jehová y su reino. Es tal como Jesús dijo: “Y todo el que haya dejado casas o hermanos o hermanas o padre o madre o hijos o terrenos por causa de mi nombre recibirá muchas veces más” en este período de tiempo. (Mat. 19:29, NM) ¡Cuánto quisiera que tú pudieras conocer a algunos de esos parientes y hermanos e hijos que tengo en Puerto Rico!

      Jan, espero que tú nunca pierdas tu deseo de ser precursor y si el Armagedón estuviera todavía diez o quince años en lo futuro, ¿no te gustaría ser misionero?

      “Por supuesto, abuelita.”

      Verdad, tendrás muchas pruebas y echarás de menos a tus padres cuando a veces te parezca que no tienes ningún brazo de carne en que apoyarte, o tal vez no seas bien comprendido o se te hiera profundamente, pero es en esas ocasiones que te acercarás más a Jehová. Acudirás a su Palabra, y a medida que él hable contigo y tú escuches perderás esas cargas. El amor que te tengo no puede librarte ni de la disciplina ni del gozo que provienen de aprender a seguir tras un propósito correcto en la vida, ese camino más excelente. Sí, el servicio de precursor misionero suministra una oportunidad excelentísima para aprender ese camino más excelente, el camino del amor, que conduce hacia arriba, sí, que conduce hacia arriba por todo ese camino hasta la vida eterna en el nuevo mundo de Jehová.

  • Multitud de dioses
    La Atalaya 1957 | 1 de febrero
    • Multitud de dioses

      Petronio, quien vivió en el primer siglo de la era cristiana, era director de diversiones en la corte de Nerón. En el capítulo 17 de su Satiricón, Petronio nos cuenta qué le parecía a él la religión nacional de Roma. “Nuestro país,” escribió Petronio, “está tan poblado de divinidades que es más fácil hallar un dios que hallar a un hombre.”

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