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  • Jehová: Marido, Padre y Maestro
    La Atalaya 1953 | 1 de septiembre
    • del nombre de Jehová, la operación de sus justas leyes del Reino, y el hacer su perfecta y santa voluntad, no han sido la orden general del día sobre la tierra y no lo son ahora. No, la adoración de Jehová no es el producto de este viejo sistema de cosas, y no obstante no es asunto cualquiera el que él haya sido despreciado por los hombres en general. Tan suprema en importancia es la vindicación del nombre de Jehová, con su resultante gobierno justo y la bendición de aquellos que están sobre la tierra que le adoran, que repetida y continuamente se hace de ella el tema de la profecía bíblica. No sólo la profecía bíblica muestra que es el propósito de Jehová efectuar su voluntad en cuanto a estos asuntos, sino que los cristianos siempre han hecho de eso un tema de oración, el deseo y anhelo de su corazón estando sinceramente a favor de que se realice la voluntad de Jehová. Tan fundamentales son estos asuntos en la vida y esperanzas del cristiano que Cristo Jesús los combinó en uno al decir: “Ustedes, pues, deben orar de este modo: ‘Nuestro Padre en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Cúmplase tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.’” (Mat. 6:9, 10, NM) Cuando Jesús dió este consejo sobre la oración, más de 630 años habían pasado desde que había habido sobre la tierra lo que siquiera fué un gobierno en miniatura o escala pequeña de Jehová Dios por medio de la organización teocrática de Israel, el que fué derrocado en 607 a. de J.C. debido a infidelidad a Dios.

      24. ¿Cómo está implicado el dominio con la adoración de Jehová?

      24 A todo tiempo en los tratos de Jehová con los hombres se muestra el hecho de que su adoración y su dominio son inseparables. Es decir, los que adoran a Dios son sus súbditos; como Dios de ellos él es su Gobernante. Jesús reconoció esto, y Jesús lo predicó, haciéndolo sobre el fundamento de los profetas. Dado que creyeron lo que observaban en la ley y los profetas concerniente a la restauración del dominio del Reino sobre la tierra, los asociados personales de Jesús esperaban que él exhibiera poder regio de alguna manera. “Mientras estaban escuchando estas cosas él añadió una ilustración, porque estaba cerca de Jerusalén y ellos estaban imaginándose que el reino de Dios iba a manifestarse al instante. Por tanto él dijo: ‘Cierto hombre de noble nacimiento viajó a una tierra lejana para conseguirse poder regio y volver.’”—Luc. 19:11, 12, NM.

      25. ¿Qué confianza y qué pregunta manifestaron los cristianos primitivos, y cómo se muestra esto?

      25 Después de su empalamiento y su resurrección de entre los muertos, Jesús por un tiempo estuvo en asociación con sus seguidores: “A éstos también por muchas pruebas positivas se mostró vivo después que había sufrido, siendo visto por ellos por espacio de cuarenta días y diciendo las cosas acerca del reino de Dios.” (Hech. 1:3, NM) No había duda de que con el tiempo la adoración de Jehová por toda la tierra, e inseparablemente con esto su dominio mediante su organización del Reino, sería establecida, pero la pregunta era, ¿Cuándo? “Ahora, cuando se habían reunido, se pusieron a preguntarle: ‘Señor, ¿va a restaurar usted el reino a Israel en este tiempo?’ Él les dijo: ‘No les pertenece a ustedes obtener conocimiento de los tiempos o sazones que el Padre ha colocado en su propia jurisdicción.’” (Hech. 1:6, 7, NM) Que sus asociados y seguidores llegarían a tener un entendimiento más claro de los propósitos de Dios en este respecto lo aseguran estas palabras de él: “Pero ustedes recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes, y serán testigos míos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria y hasta la parte más lejana de la tierra.” (Hech. 1:8, NM) Después de eso Jesús ascendió al cielo, y se dejó con la iglesia primitiva la promesa de su venida futura.—Hech. 1:11, NM.

      26. ¿Cómo sirvieron la predicación y las señales para contestar la pregunta tocante a cuándo la adoración y el dominio de Jehová serían restaurados plenamente?

      26 Después de la ascensión de Jesús al cielo el espíritu de poder de Dios vino sobre los miembros de la iglesia primitiva, y ellos identificaron a la organización cristiana que ellos formaban como el instrumento que Jehová estaba usando. Esta identificación fué segura por su predicación de las verdades del Reino y por las señales que ejecutaron mediante el poder de Dios. El tercer capítulo de los Hechos da el relato de que a Pedro y Juan les solicitó un mendigo lisiado que le dieran ayuda material, y la respuesta de Pedro: “Plata y oro no poseo, pero lo que tengo es lo que le doy: ¡En el nombre de Jesucristo el nazareno, ande!” (Hech. 3:6, NM) El lisiado fué sanado por el poder de Dios, para sorpresa y asombro de la gente que supo de la curación milagrosa. Entonces Pedro dió un testimonio poderoso concerniente a Cristo Jesús como el agente de vida de Dios, y el cumplimiento de las profecías en él, y dijo además a esas personas: “Por lo tanto, arrepiéntanse, y vuélvanse para que sean borrados sus pecados, para que vengan tiempos de refrigerio de la persona de Jehová y para que él envíe al Cristo señalado para ustedes, Jesús, a quien el cielo, verdaderamente, debe contener dentro de sí mismo hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de las cuales Dios habló por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo. De hecho, Moisés dijo: ‘Jehová Dios producirá para ustedes de entre sus hermanos un profeta semejante a mí. A él tienen que escuchar conforme a todas las cosas que les hable. Realmente, cualquier alma que no escuche a ese Profeta será completamente destruída de entre el pueblo.’ Y todos los profetas, de hecho, desde Samuel en adelante y los que siguieron en sucesión, tantos como han hablado, también dieron a conocer estos días claramente. Ustedes son los hijos de los profetas y del pacto que Dios pactó con sus antepasados, diciendo a Abrahán: ‘Y en tu simiente todas las familias de la tierra serán bendecidas.’ A ustedes primero Dios, después de producir a su Siervo, lo envió para bendecirlos volviendo a cada uno de sus actos inicuos.” (Hech. 3:19-26, NM) Como la simiente de la serpiente o los hijos del Diablo, lo cual eran, y, como es su costumbre a todo tiempo, los falsos sacerdotes religiosos se sintieron “molestos” debido a las enseñanzas de Pedro y Juan e hicieron que los arrestaran.—Hech. 4:1-3, NM.

      27. ¿Cómo es el tiempo un factor importante en conexión con la fecundidad por parte de la “esposa” de Jehová?

      27 Esta poderosa súplica por arrepentimiento hecha por Pedro señala a Cristo Jesús como el asignado de Jehová, muestra que el cielo tenía que contenerle hasta cierto tiempo desde entonces, el tiempo de la restauración, y que de estas cosas Dios habló mediante la boca de sus profetas, todos los profetas, de hecho, incluyendo a Isaías. Jesús siendo un rey celestial, por supuesto, no establecería ni estableció un reino terrestre. El tiempo es un factor importante, y eso es verdad respecto al cumplimiento del capítulo cincuenta y cuatro de Isaías. El tiempo del dominio de Jehová es el tiempo de la fecundidad de su organización y la enseñanza de los hijos de Sión; pero ¿cuándo? ¿cómo? ¿por quién? Considere estos dos artículos como base para la consideración adicional de este tema en nuestro próximo número.

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1953 | 1 de septiembre
    • Preguntas de los lectores

      ● ¿Por qué razón tenían ayunos religiosos los israelitas? Algunos arguyen que los cristianos deben ayunar, citando Mateo 9:15; 17:21 y Hechos 13:2, 3 como prueba. ¿Es esto correcto?—S. A., Argentina.

      La ley mosaica no usa el término “ayuno”, pero con respecto al día de expiación manda: “Afligiréis vuestras almas.” (Lev. 16:29-31; 23:27; Núm. 29:7) Esto generalmente se entiende que significa ayunar, y la opinión tiene en su apoyo Esdras 8:21, Isaías 58:3, 5 y el Salmo 35:13. Aunque el día de expiación era la única ocasión específicamente prescrita por Dios como día de ayuno, no obstante en otras ocasiones especiales ordenó ayunos. Los judíos establecieron muchos ayunos, y en un tiempo tenían cuatro ayunos anuales para señalar los sucesos calamitosos del fatal año de 607 a. de J.C. Cuando Jesús estuvo sobre la tierra los fariseos acostumbraban ayunar dos veces a la semana, el día segundo y el quinto de la semana. (Zac. 8:19; Luc. 18:12) Los ayunos habían de manifestar dolor y arrepentimiento piadosos concernientes a pecados pasados. (1 Sam. 7:6; Joel 1:14; 2:12-15; Jonás 3:5) También eran a propósito al enfrentarse a gran peligro, o cuando necesitaban mucho la guía divina, o mientras aguantaban pruebas y hacían frente a tentaciones.—2 Cró. 20:3; Esd. 8:21; Ester 4:3, 16; Mat. 4:1, 2.

      El ayuno religioso correcto no es una ascética aflicción al cuerpo con hambre, como si el dolor o la incomodidad corporal fuera en sí misma meritoria. Realmente, es la consecuencia natural de emociones fuertes. Si la mente está luchando con problemas apremiantes o el corazón conmovido por sentimientos profundos el cuerpo no desea alimento, y rehusaría digerirlo apropiadamente si fuera consumido. Si la tensión emocional es lo suficientemente grande destruye los apetitos naturales del cuerpo.

      Es sobre esta base natural que el ayuno se funda como proceder religioso. Indica a Jehová el sentimiento intenso de la persona que ayuna. Manifiesta que la mente o las emociones del individuo están tan agobiadas con un sentido de pecado o tan cargadas de pesar que el cuerpo rehusa alimento. Las facultades mentales y emocionales de la persona quizás estén tan humilladas por transgresiones pasadas, tan ocupadas por anhelar perdón, tan interesadas en determinaciones para evitar la repetición de pecados, que ni queda lugar para pensar en tales cosas como alimento. Si el pesar es realmente grande y el arrepentimiento profundamente sentido, el comer en tal tiempo sería mal acogido y malsano. O la persona quizás se enfrente a un problema grave, que demande reflexión y meditación y estudio concentrado para determinar cuál es la voluntad y dirección de Jehová en el asunto. El honor del nombre de Jehová puede estar envuelto en la decisión o declaraciones que se hagan. En tal absorto estado mental uno difícilmente pensaría en su estómago.

      Pero ¿qué hay del individuo que habla mucho acerca de su dolor por pecados pasados, su deseo de perdón, sus determinaciones de reformarse, o su interés intenso en hacer una decisión correcta en una hora decisiva, y no obstante todo el tiempo está muy ocupado hartándose de alimento? No puede estar muy profunda o genuinamente preocupado, a pesar de sus protestas verbales. Su buen apetito desmiente su actitud de profunda preocupación. Pero en cuanto a eso, los ayunos mismos pueden ser sólo una actitud fingida, una demostración exterior.

      Por ejemplo, en un tiempo los pecados de los judíos eran graves, no obstante no se arrepintieron sinceramente. Pretendieron adorar a Jehová, dándole servicio de boca y ejecutando ritos religiosos para ostentación. El ayuno era uno de los tales, y ellos creyeron que debería conseguirles atención y favor divinos: “¿Por qué, dicen ellos, hemos ayunado, y tú no ves? ¿por qué hemos afligido nuestra alma, y tú nos desatiendes?” Jehová les dijo por qué, cuando les dijo que aun durante el ayuno ellos buscaban su propio placer e interés, daban rienda suelta a contienda, opresión y violencia, y no manifestaban nada del dolor y el arrepentimiento piadosos que respaldan a los ayunos sinceros. El ayuno no era tal como para hacer que su voz se oyera en el cielo, aunque sus lamentos ostentosos verdaderamente eran estrepitosos. Jehová denunció el acto hipócrita de exhibición que hacían: “¿Acaso como éste ha de ser el ayuno que yo escojo, día en que aflija el hombre su alma? ¿es por ventura traer encorvada su cabeza como junco, y que extienda saco y ceniza debajo de sí? ¿a esto llamaréis ayuno, día acepto a Jehová?”—Isa. 58:1-5.

      El ayuno indicaba dolor y arrepentimiento, pero sus actos desmentían su pretensión o pose. Para que el ayuno sea aceptable tiene que estar acompañado de una corrección de los pecados pasados: “¿No es más bien éste el ayuno que yo elijo: desatar apretados lazos inicuos, desligar coyundas de yugo, dejar libres a los oprimidos y que todo yugo rompas? ¿No lo es el repartir tu pan con el hambriento, y que lleves a casa a los pobres vagabundos, que cuando veas a un desnudo lo vistas y de tu carne no te ocultes?” (Isa. 58:6, 7, BC) Estos judíos habían perdido la disciplina espiritual implicada en el ayuno correcto, habían omitido el espíritu de arrepentimiento genuino que el ayuno debía expresar. Consideraban el mero acto de ayunar como un medio de conseguir favor de Dios, como base para demandar ese favor, como un precio de compra del favor divino, muy parecido a como ahora algunos consideran el ritual de orar con cuentas, una cantidad especificada de tal oración ritualista disminuyendo en cierta cantidad de días los tormentos que han de aguantarse en un purgatorio imaginario. Estos judíos creían que la mera incomodidad implicada en afligir el alma era meritoria, semejante a los ascéticos, y de esta manera creían que ponían a Dios bajo obligación como debiéndoles algo en recompensa. Cuando esta recompensa no vino, ellos preguntaron a Dios acerca del pago que ellos creían que se les debía: “¿Por qué hemos afligido nuestra alma, y tú nos desatiendes?”

      Los cuatro ayunos anuales para lamentarse por las calamidades de 607 a. de J.C. también fueron faltos de sinceridad, impuestos por ellos mismos. En estas ocasiones los judíos lloraban y ayunaban como sufridores, compadeciéndose a sí mismos y consiguiendo alguna satisfacción de esta compasión de sí mismos; pero no estaban verdaderamente apenados o humillados por los pecados que habían ocasionado estas calamidades, que habían provocado la ira de Dios en contra de ellos en primer lugar. Jehová les dijo que su ayuno era formalismo y una exhibición ostentosa y farisaica, hecho tanto para su propio interés como lo era el comer y el beber de ellos para su gratificación sensual. Deberían cesar de tal ayuno, y regocijarse en la restauración de la adoración verdadera y el recogimiento de otros al servicio de Jehová. (Zac. 7:3-7; 8:19, 23) Tal ayuno, sin acompañarse de adecuada penitencia, sólo gratificaba un sentimiento personal de superioridad y fariseísmo, como Jesús lo manifestó en el caso del fariseo ayunador. (Luc. 18:11, 12) El afligir el cuerpo con ayuno impuesto por uno mismo, por formalismo y con una humildad ficticia, no combate los deseos carnales ni consigue la aprobación de Dios: “Esas mismas cosas, en verdad, dan una apariencia de sabiduría consistente en una forma auto-impuesta de adoración y humildad ficticia, un tratamiento severo del cuerpo, pero no son de ningún valor en combatir la satisfacción de la carne.”—Col. 2:20-23, NM.

      Así era el ayuno de los fariseos. De ellos Jesús dijo a sus seguidores: “Cuando ustedes estén ayunando, dejen de hacerse de rostro triste como los hipócritas, porque ellos desfiguran su rostro para que les parezca a los hombres que están ayunando. Verdaderamente les digo: Ellos están teniendo su recompensa plena. Pero ustedes, cuando estén ayunando, unjan su cabeza y laven su rostro, para que ustedes parezcan estar ayunando, no a los hombres, sino a su Padre que está en secreto; entonces su Padre que está mirando en secreto les recompensará.” (Mat. 6:16-18, NM) Los fariseos ayunaban por exhibición exterior, asumían expresiones tenebrosas y malhumoradas de dolor no sentido, y deliberadamente no se lavaban y se veían ojerosos para ostentación. El ser vistos de los hombres era lo que querían, y eso fué todo lo que obtuvieron. Careciendo de piedad genuina, no sabían expresarla. Su hipocresía era evidente. Nadie debe tratar de exhibir externamente más de lo que siente internamente. El ayuno a Dios no debería hacerse como una exhibición a los hombres.

      Sin embargo, ¿no manifiesta este texto que los seguidores de Jesús debían de ayunar? El ayuno correcto estaría en orden, pero recuerde que esto todavía era bajo el sistema de cosas judío. ¿Qué hay de Mateo 17:21, que se menciona en la pregunta? Este texto, como también es el caso con Marcos 9:29, Hechos 10:30, 1 Corintios 7:5 y 2 Corintios 6:5, no contiene ninguna referencia a ayuno, según los manuscritos más exactos. (Compare la Versión del Rey Jaime y la Versión Moderna con la Traducción del Nuevo Mundo, Besson e Hispano-Americana.) Mateo 9:15 no manda a los cristianos que ayunen. Mientras Cristo estaba sobre la tierra no era correcto que ellos lo hicieran. Cuando él murió ellos sí se lamentaron y ayunaron, pero no se lamentaron después de su resurrección y especialmente después del derramamiento del espíritu santo. (Mar. 2:18-20; Luc. 5:33-35) Sin embargo, los cristianos primitivos sí ayunaron en ocasiones especiales. Cuando Bernabé y Pablo fueron enviados a una asignación misionera especial al Asia Menor hubo ayuno y oración. También se hacía cuando se designaban siervos para una nueva congregación. (Hech. 13:2, 3; 14:23) Se necesitaba especialmente la dirección divina. El ayuno era apropiado en aquellas ocasiones. No obstante, los cristianos no están bajo mandamiento de ayunar.—Rom. 14:5, 6.

      Así como los discípulos no habían de ayunar al tiempo de la primera presencia de Cristo el Novio, así ellos no necesitan hacerlo ahora al tiempo de su segunda presencia. Es un tiempo de regocijo, no de lamentación. Algunos dicen que el ayuno cristiano ahora es un ayuno de deseos carnales o alimento inmundo para la mente. Sin embargo, esto difícilmente corresponde con el proceder del ayuno. El ayunar era abstenerse temporalmente del alimento adecuado. El alimento mental sucio o la conducta corporal inmoral jamás son correctas. La abstinencia de ellos debe ser permanente. Estos habían de ser amortecidos, empalados, y no reasumidos como alimento después de un ayuno. (Gál. 5:24; Col. 3:5; 1 Ped. 2:11, NM) El quebrantar la abstinencia de tales cosas sería fatal. (Heb. 10:26, 38, 39; 2 Ped. 2:20-22) El rehusar quebrantar un ayuno de alimento sería fatal. El ayuno generalmente implicaba la lamentación; la abstinencia del mal trae regocijo. El hacer dicho paralelo hace violencia al procedimiento del ayuno.

      El que la organización cristiana como tal ayunara ahora sería un ayuno impuesto por sí misma, ayuno no mandado por Dios. Estaría fuera de orden ahora que el Novio ha regresado y la adoración verdadera ha sido restaurada. (Zac. 8:19; Mat. 9:15) Sin embargo, un individuo pudiera escoger ayunar en cierta ocasión a causa de razones espirituales. Si se enfrenta a una prueba especial, o asignación exigente, o está abatido de pesar por alguna transgresión, su preocupación o dolor pudiera reflejarse en la abstinencia de alimento. Tal vez prefiera ayunar para que su mente quede absorta en profunda reflexión y meditación, ininterrumpida por la ingestión de alimento por un período de tiempo. También, los cristianos pudieran abstenerse de vez en cuando de actividades que son correctas en sí mismas, pero en las cuales una extralimitación sería espiritualmente debilitadora. (1 Cor. 7:5, 29-31) Mientras más preocupación tengamos por lo material, menos tendremos por lo espiritual. Jamás ayune de alimento espiritual, el cual abarca tanto el aprender como el hacer la voluntad de Jehová.—Juan 4:34, NM.

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    La Atalaya 1953 | 1 de septiembre
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      AYUDANDO PRESOS A CONSEGUIR LIBERTAD

      No ha habido plena libertad de enfermedad, tristeza, corrupción, religión falsa, pecado y muerte entre los humanos desde que ocurrió la rebelión en el Edén. Pero Jehová Dios ha provisto un gran Libertador, Cristo Jesús, que abre el camino para que los hombres consigan verdadera libertad en un nuevo mundo que ya se ha acercado. (Rom. 8:21, NM) Personas de buena voluntad por todas partes hoy se mueven constantemente hacia esa libertad completa. ¿Cómo? Familiarizándose con la Palabra de Dios, que es la verdad que rompe los grillos de las ideas falsas, supersticiones y enseñanzas que los tienen atados. Durante septiembre los testigos de Jehová ayudarán a los presos hacia la libertad presentando la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras cristianas griegas (en inglés) y un libro encuadernado por $2.00 (dinero de E. U. A.).

      ESTUDIOS DE “LA ATALAYA”

      Semana del 4 de octubre: El Dios Exclusivo.

      Semana del 11 de octubre: Jehová: Marido, Padre y Maestro.

  • Pretexto religioso para exhibición vana
    La Atalaya 1953 | 15 de septiembre
    • Pretexto religioso para exhibición vana

      QUIZÁS ningún servicio religioso es concurrido por más cristianos profesos que el que se celebra el Domingo de Resurrección. Concerniente a la Pascua florida de 1953 el Times de Nueva York del 6 de abril informó: “Servicios de la Pascua florida apiñados. Tremendas multitudes en la ciudad rinden tributo gozoso a la Resurrección.” También habló de enormes muchedumbres asistiendo a los servicios de la salida del sol de la Pascua florida en diversas partes de los Estados Unidos y que una de las muchedumbres más grandes que jamás se ha reunido en la plaza de San Pedro se reunió allí para oír un discurso por el papa.

      Entre los detalles que se dieron en el informe del Times se hallaron los siguientes: En la catedral de San Patricio el brillante atavío de 5,000 adoradores se combinó con las vestimentas de blanco y oro de los sacerdotes y con los aleluyas corales para reflejar el gozo de la celebración de la solemne misa pontificia de la Pascua florida. En la catedral de San Juan el Divino otras 5,000 personas atestaron el servicio en el que cinco estandartes de iglesia y 62 trompetas de órgano fueron bendecidos, seguido de una solemne procesión litúrgica de clérigos y coro vestidos de blanco.

      En la iglesia episcopal de San Martín se erigió un jardín en la capilla de la iglesia. “Contenía una representación del cerro del Calvario con tres cruces y el Santo Sepulcro. Se plantó una azalea a un lado del sepulcro e incluídos en el arreglo había narcisos, tulipanes, margaritas azules, lirios y antirrinos. El sepulcro había sido construído de rocas de muchos países.” Unas 6,000 personas vieron esta exhibición en los cinco servicios de la Pascua florida que se celebraron en la iglesia.

      En Radio City, donde un auditorio de unas 6,500 personas presenció una “representación dramática de la salida del sol de la Pascua florida”: el escenario simulaba el interior de una catedral gótica con vidrios de rojo y azul, el altar tenía lirios de la Pascua florida a ambos lados y figuras de ángeles vigilándolo. Semejantes servicios de salida del sol se celebraron en otros teatros por toda la ciudad, y en Paramus, Nueva Jersey, cerca de 9,000 personas asistieron al servicio de la salida del sol de la Pascua florida.

      Ni se limitaron los espectáculos a lugares de adoración. La policía calculó que 1,250,000 personas presenciaron el desfile de la Pascua florida en la Quinta Avenida, donde no sólo las figuras notables de la sociedad desfilaron vestidas con su indumentaria más excelente y correcta, sino donde los buscadores de publicidad salieron al frente y agentes de publicidad de modistas, de sombrereros y de tiendas de ropa exhibieron sus mercancías mediante modelos que se las dieron de adoradoras de la Pascua florida. Un caballero anciano de pelo cano, vestido como Benjamín Franklin con pantalones hasta la rodilla y escarpines de hebilla del siglo dieciocho, se presentó en una iglesia tras otra.

      Una “mujer usó un sombrero grande y redondo de ala ancha sobre el cual estaba montada una cruz, mesa y sillas para la Última Cena, pollos, un ave viva dentro de una jaula y más batiborrillo”; a quien, sin embargo, se le amonestó que siguiera caminando hasta que saliera del área del desfile de la Pascua florida. A pesar de todo esto se nos asegura solemnemente que ¡ésta fué la más seria Pascua florida que se ha celebrado en años recientes!

      Ostensiblemente uno participa en una forma de adoración con el propósito de agradar o aplacar a una deidad. Entonces los que profesan ser cristianos participan de sus servicios religiosos con el propósito de conseguir el favor del Dios de la Biblia. Para conseguir su favor él nos dice que nuestra adoración tiene que fundarse en la verdad, tiene que ser sincera y no estar contaminada por el mundo.—Juan 4:24; Heb. 4:13; Sant. 1:27, NM.

      Pero ¿se presentan los espectáculos en las iglesias y se exhiben atavíos en la Quinta Avenida con el propósito de obtener la aprobación de Jehová Dios? O ¿es su propósito atraer a los curiosos ociosos, obtener la aprobación de los hombres y segar una grande cosecha de dinero para los cofres de la iglesia? Y ¿qué hay de la sinceridad de los asistentes a la iglesia que se limitan a ir a ellas una o dos veces durante todo el año, cuando se presenta un espectáculo? ¿No se acercan éstos a Dios con los labios mientras que su corazón está muy alejado de él? ¿No están exhibiendo una forma de devoción piadosa pero probándose falsos a su poder?—Mat. 15:8; 2 Tim. 3:5, NM.

      Todo esto, sin embargo, no sorprende en vista del hecho de que “no hay indicación de la observancia de la fiesta de la Pascua florida en el Nuevo Testamento o en los escritos de los Padres apostólicos”. (Enciclopedia británica) Fué primero en el concilio de Nicea, en 325 d. de J.C., que la Pascua florida se estableció como fiesta, habiendo de caer el primer domingo después de la luna llena del 21 de marzo o después.

      La Pascua florida y todo lo asociado con ella es de origen pagano, no cristiano. El mismo término “Easter” (inglés para Pascua) se deriva del nombre de la diosa de la primavera, Ostara, una variación de Istar o Astarte. Tanto los huevos como los conejos son símbolos paganos de fertilidad, mientras que el usar sombreros nuevos de Pascua florida era algo que los paganos hacían para asegurarse suerte en el amor.

      Aun los miles de sermones de la Pascua florida están llenos de paganismo. El tema de la inmortalidad se subraya y se da gran importancia al regreso de la vida en la primavera como emblemático de la inmortalidad humana. Así los clérigos confunden la enseñanza bíblica de la resurrección de entre los muertos con la enseñanza pitagórica y platónica de la inmortalidad del alma humana, como si fueran una y la misma cosa. Lejos de ser lo mismo ni siquiera son compatibles, porque no podría haber una resurrección a menos que hubiera muerte, una cesación de la vida; y si la enseñanza de la inmortalidad es veraz entonces no hay tal cosa como la muerte.

      ¿Cómo pudo Cristo Jesús haber sido inmortal cuando claramente le dijo a Juan que él era el Viviente que había llegado a estar muerto pero que ahora vivía para siempre jamás? (Apo. 1:5, 18; 2:8, NM) Y observe también el argumento de Pablo sobre la resurrección en 1 Corintios, capítulo 15. Si no hay resurrección, Cristo no se ha levantado sino que todavía está muerto, y los cristianos se hallan sin esperanza. No existe armonía entre la esperanza de la resurrección y el dogma de la inmortalidad.

      La Pascua florida no tiene ningún lugar en la verdadera adoración de Jehová Dios. Se funda sobre enseñanza falsa y sirve de pretexto religioso para exhibición vana. Y juzgando por las muchedumbres, su profeso “pueblo quiere que sea así”.—Jer. 5:31.

  • La basílica de San Pedro ¿sitio de la tumba de Pedro?
    La Atalaya 1953 | 15 de septiembre
    • La basílica de San Pedro ¿sitio de la tumba de Pedro?

      ¿ESTUVO alguna vez Pedro en Roma? Aunque ha habido mucha tradición que así lo declare, en algunos casos remontándose hasta el segundo siglo d. de J. C., no ha habido verdadera prueba de ello. Según la tradición Pedro sufrió martirio en el lugar donde estaba el antiguo circo de Nerón, donde se dice que también fué sepultado. Se dice que el sitio de su tumba ha sido venerado desde el segundo siglo y que sobre éste edificó Constantino la primera basílica de San Pedro, la cual fué empezada en 323 d. de J. C. pero no fué completada sino hasta después de su muerte.

      Más o menos en 1503 se empezó la presente basílica de San Pedro, y fué completada después de 127 años, cerca de 1630, a un costo de 48 mil millones de dólares. Incidentalmente, la campaña para juntar fondos para la obra de construcción, campaña que en Alemania el monje Tetzel llevó a cabo por medio de la venta de indulgencias, fué una de las causas directas de la Reforma alemana efectuada por Lutero. Según Life, la basílica tiene 710 pies de largo, 452 pies de alto, y un máximo de 450 pies de ancho. Todo lo cual hace de ella la basílica más grande del mundo.

      Con el fin de conseguir más espacio para poder cumplir con el deseo de Pío XI, que quería que lo sepultaran al lado de Pío X en la cripta de entierro bajo la basílica de San Pedro, se iniciaron excavaciones en 1939, y al hallar que el área era de interés arqueológico, la excavación se extendió grandemente. En 1946 el Illustrated London News del 7 de septiembre, bajo el encabezamiento “El descubrimiento arqueológico más importante que se ha hecho durante la guerra: tumbas romanas bajo la basílica de San Pedro en Roma,” contó del hallazgo de una necrópolis o cementerio romana entera debajo de la basílica de San Pedro en la que había tumbas paganas y cristianas que eran de mediados del segundo siglo hasta el fin del tercer siglo d. de J. C. También se hallaron varios sarcófagos hermosamente esculpidos que tenían los nombres de las personas sepultadas en ellos, así como también esqueletos, joyas, etc.

      Según dice este periódico: “Los descubrimientos actuales ponen fin a la tradición de que la basílica de Constantino se fundó sobre el sitio del circo de Nerón y Calígula en donde, según la tradición, se efectuó el martirio de San Pedro. Ha sido causa de sorpresa el que no se haya hallado bajo la basílica de San Pedro señal alguna del circo o de la vía Cornelia, ambos de los cuales los antiguos topógrafos muestran bajo la basílica del Vaticano.” Sin embargo, parece que el circo no estaba muy lejos de allí, ya que en una inscripción se pedía una sepultura “en el Vaticano cerca del Circo”.

      Life, en su número del 27 de marzo de 1950, dedicó unas doce páginas a estos descubrimientos bajo la basílica de San Pedro, y presentó un informe dado por el monseñor Kaas (muerto desde entonces), quien estaba encargado del trabajo. Después de relatar las circunstancias que dieron principio al trabajo y las dificultades que experimentaron, Kaas dice que “cualquier creyente que haya pasado a través de la necrópolis excavada” y que se halle en “la vecindad inmediata del lugar que la tradición cristiana asigna a la tumba de San Pedro, sucumbe a la silenciosa pero elocuente lógica de sus alrededores”.

      Pero ¿qué hay del no católico? ¿Cuán válidos considera él estos hallazgos? “Tal vez los no creyentes no vean esta afirmación en la misma luz,” dice Kaas; pero arguye que la evidencia desafía a los “no creyentes a que presenten prueba que contradiga lo que afirma la arqueología”. Otro informe de razonamiento parecido se publicó en el Times de Nueva York el 20 de diciembre de 1951, en el cual se citaba la pretensión del Vaticano de tener evidencia “científicamente indisputable”. Pero el Plain Dealer de Cléveland del 21 de diciembre de 1951, bajo el encabezamiento “Científicos del Vaticano informan de entierro sin tumba de San Pedro”, declaró: “Los peregrinos que visitan las grutas del Vaticano podrán llegar hasta 10 pies del lugar donde dicen las autoridades del Vaticano que está sepultado San Pedro, pero no podrán ver su tumba. Porque no hay tumba.” Parece pues que en vez de una tumba lo que se descubrió fué una “sepultura hecha de albañilería tosca, como las que se hacían para los más pobres” y de la cual sólo quedaba una pared.—Times, 21 de diciembre de 1951.

      En el mismo número del Times se dijo que “en todo el alrededor había prueba palpable de que los cristianos veneraban ese lugar desde la mitad del primer siglo”. Otros informes declaraban que dicha veneración se remontaba hasta la segunda mitad del segundo siglo. Todos estos despachos, ha de notarse, eran de diciembre de 1951. Pero como un año más tarde sale un despacho en el Times del 24 de noviembre de 1952, bajo el encabezamiento: “Puede que la tumba de San Pedro conduzca a nuevos hallazgos. Tal vez dentro de poco tiempo tengamos evidencia que una la tradición de la sepultura de San Pedro a una generación más próxima al tiempo de su propia vida que aquella a que la han unido las excavaciones recientes bajo la basílica de San Pedro, dijeron hoy oficiales del Vaticano.

      “Recientemente los arqueólogos descubrieron la primera evidencia escrita bajo la basílica de que el lugar era considerado como el lugar de la sepultura de San Pedro por lo menos allá en los primeros años del cuarto siglo. La evidencia que fué presentada esta semana en la Academia romana pontifical de arqueología por el profesor Margherita Guarducci, especialista en antiguas inscripciones romanas, quizás se remonte hasta los últimos años del tercer siglo o aun al período que siguió inmediatamente al año 250.

      “La evidencia—trazos en la pared de un mausoleo pagano bajo la basílica—incluía una inscripción” que “era un ruego a San Pedro para que orara por los cristianos sepultados cerca de él”. También había un retrato, que evidentemente tenía por objeto representar a Pedro, con la palabra “Petrus”.

      Respecto a otras escrituras en el lugar, el Tribune de Nueva York declaró el 21 de diciembre de 1951: “Los garabatos—parecidos a centenares de garabatos que aun hoy pueden hallarse en las diferentes paredes de la basílica desde que los soldados americanos la visitaron durante la II Guerra Mundial—incluyen evidencia de que los antiguos visitantes creían que se podía venerar a San Pedro en este lugar.”

      ¿Por qué será que los informes primero dicen que el lugar era venerado en la segunda mitad del segundo siglo y aun del primero, y luego como un año después declaran que información anterior señalaba sólo a la primera parte del cuarto siglo pero que ahora hay evidencia que muestra veneración en la segunda parte del tercer siglo? ¿No revela todo esto el deseo que hay de hacer que la evidencia se ajuste a la tradición en vez de dejar que la evidencia hable por sí misma? Ninguna de las inscripciones declara que Pedro fué sepultado allí. Y aunque digamos que prueban que Pedro fué venerado en ese lugar, sólo prueban que la tradición existía en la segunda mitad del tercer siglo, no que la tradición en sí misma sea verídica.

      EL TESTIMONIO BÍBLICO

      Ya que las tradiciones que dicen que Pedro estuvo en Roma no se remontan hasta su día, observemos lo que la Palabra de Dios dice sobre el tema, puesto que eso se escribió en el tiempo de Pedro. Por más que busquemos no hallamos ni siquiera un indicio de que Pedro jamás haya estado en Roma, mucho menos de que él haya sido obispo en ésa. Y no sólo permanecen calladas las Escrituras en cuanto a que Pedro haya estado en Roma, no dando de ello prueba directa o circunstancial, sino que dan la más fuerte clase de evidencia circunstancial de que Pedro nunca estuvo en Roma.

      Pablo escribió una carta a los romanos y en ella envía saludos a veintiséis diferentes personas, pero no hace mención de Pedro. ¿Podemos imaginarnos por un momento que Pablo pasaría por alto tan completamente a Pedro si Pedro hubiese estado en Roma y Pablo le estuviera escribiendo a la congregación de Pedro?, porque eso es lo que hubieran sido los cristianos de Roma si Pedro hubiese estado allí y sido su obispo. ¡Y no sólo obispo sino también vicario de Cristo! ¿Es razonable creer que Pablo se hubiera atrevido a pasar por alto adrede al sucesor de Cristo?—Rom. 16:1-24.

      Además, la carta de Pablo está llena de instrucciones para corrección. ¿Por qué habría necesidad de que Pablo instruyera a los cristianos romanos respecto a tantos asuntos si Pedro, el vicario de Cristo, estaba allí con ellos? ¿Podríamos imaginarnos a Pablo tratando de corregir a los discípulos de Jesús mientras que Jesús estuviera con ellos, como si Jesús hubiese dejado de darles la debida instrucción? ¿Es razonable concluir que si los cristianos romanos hubiesen estado bajo la tutela de algún vicario de Cristo Pablo hubiera tenido que escribirles?

      También note que vez tras vez en sus cartas desde Roma Pablo menciona a otros que están allí con él, algunos de los cuales se unieron a Pablo en enviar saludos. ¿No es extraño, si Pedro también estaba en Roma como vicario de Cristo y cabeza de todas las congregaciones cristianas, que Pablo no hiciera arreglos para que Pedro también enviara sus saludos, bendiciones, etc., a las diferentes congregaciones a las cuales él escribía?

      Según el Times de Nueva York, “se considera que” la identificación de la basílica de San Pedro como el lugar de la sepultura del apóstol Pedro “ha destruído las dudas que fueron expresadas durante y después del período de la Reforma respecto a los datos históricos que dan fe de la presencia física de Pedro en Roma. Puede decirse que la línea entera de sucesión papal depende de este punto”. Si eso es cierto, ¿no es extraño que se haya desenterrado tanta información definitiva respecto a personas paganas, sus nombres, tumbas, restos verdaderos, inscripciones, etc., y sin embargo que Dios deje que la evidencia de que Pedro haya sido sepultado en la basílica de San Pedro sea tan dudosa, equívoca y ambigua como para hacer que cualquier deducción relativa a ella no sea nada más que especulación?

      Si “puede decirse que la línea entera de sucesión papal depende de” que los restos de Pedro estén enterrados debajo de la basílica de San Pedro o no, entonces hay que admitir que no tiene base, porque las excavaciones recientes debajo de la basílica no han producido nada que fortalezca la posición de la Iglesia católica romana en lo que concierne a esto.

      Entonces, ¿qué debemos concluir? Que por una parte la arqueología a lo más sólo apoya el hecho de que había una tradición de que se podía venerar a Pedro en la colina del Vaticano, no de que la tradición de que Pedro haya estado en Roma sea cierta, ni de que él haya sido sepultado allí. Por otra parte, que las Escrituras proporcionan la clase más fuerte de evidencia circunstancial de que Pedro nunca estuvo en Roma. Por lo tanto la basílica de San Pedro no es el sitio de la tumba de Pedro.

  • La vía ancha de las divisiones religiosas
    La Atalaya 1953 | 15 de septiembre
    • La vía ancha de las divisiones religiosas

      ¿POR qué hay tantas religiones? Sólo dentro de los Estados Unidos hay veintitrés clases de bautistas, veintiuna clases de metodistas, veinte divisiones entre los luteranos, trece clases de menonitas, diez clases de presbiterianos, y un buen puñado de Iglesias de Dios. Treinta y nueve religiones confiesan que la falta de unidad es tal que dicen que la doctrina depende enteramente del individuo, aparentemente asumiendo que él sabe más que los eruditos, o que su idea contradictoria tal vez sea inspirada por el espíritu. Una autoridad lo expresó así: “Si hay que hablar de denominaciones y sectas, de organizaciones aquí y allí, de movimientos de vez en cuando, ¿cómo se puede hablar de cristianismo en los Estados Unidos? ¿No es este caos religioso . . . todo manchas y saltos?”

      Sí, ¿por qué tal división? La Biblia es un solo libro. Las ediciones del término medio contienen de 1,000 a 1,300 páginas, y eso no es sumamente grande. El diccionario de Wébster contiene 3,000; la Enciclopedia británica, 24,000; Los clásicos de Hárvard, 22,000. No obstante, sobre la base de las 1,000 páginas de la Biblia descansa el fundamento de más de 230 de las más de 250 religiones de América, o una denominación por cada cinco páginas de ese libro. Ahora, dado que la Biblia no se contradice sobre doctrina cada cinco páginas, ¿por qué hay tantas diferentes religiones diciendo que ella es su guía? ¿Son sus eruditos tan ignorantes que no pueden leer estas 1,000 páginas de modo que convengan, o hay otras razones?

      Algunas razones para esta división han sido insignificantes, otras casi ridículas, pocas de ellas cristianas. Una causa principal ha sido la determinación del hombre de rehacer su religión de modo que le agrade a él, en vez de rehacerse él para agradar a Dios. Esos “mejoramientos” intentados fueron predichos hace mucho: “Se levantarán hombres que hablarán cosas torcidas para arrastrar a los discípulos tras sí,” y, “También habrá falsos maestros entre ustedes. Estos mismos introducirán calladamente sectas destructivas y hasta repudiarán al mismo dueño que los compró [Cristo].” (Hech. 20:29, 30; 2 Ped. 2:1, NM) En evidencia de que esto sucedió, El reino de Dios en América dice que la religión de la actualidad “representa no tanto el impacto del evangelio sobre el Nuevo Mundo como el uso y adaptación del evangelio por la nueva sociedad para sus propios propósitos”.

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