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¿Cuán seguros son los hornos de microondas?¡Despertad! 1981 | 8 de septiembre
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“Una característica de las microondas es que, a medida que uno se aleja de la fuente, como, por ejemplo, un horno, hay una reducción considerable en los niveles de exposición. Si uno se mueve hacia atrás de 2 pulgadas [5 centímetros] (donde se miden los cinco milivatios [5.000 microvatios]) a 20 pulgadas [50 centímetros] de distancia, o más o menos lo largo del brazo, se ha movido hacia atrás por un factor de 10, pero el nivel de las microondas baja por un factor de 100, o el cuadrado de la distancia. El efecto neto es que el nivel de exposición que es posible a los consumidores que usan hornos de microondas en el hogar es probablemente inferior al que es admisible bajo las normas de trabajo de Rusia.”
Pero no tiene que ser así necesariamente. En la Unión Soviética el máximo de exposición a microondas que se permite en el trabajo es de 10 microvatios por centímetro cuadrado por un día de ocho horas. Así, los 5.000 microvatios por centímetro cuadrado que se permite que escapen de los hornos en los Estados Unidos bien pudieran exponer a más radiación que la que permiten las normas soviéticas a la persona que se hallara cerca de un horno con escape.
Una investigación que se efectuó en los Estados Unidos en 1969 señaló al alarmante hecho de que una tercera parte de los hornos de microondas probados tenían un escape de más de 10.000 microvatios por centímetro cuadrado. Evidentemente en los modelos más recientes hay menos tendencia a dejar escapar la radiación. Pero, ¿cómo puede uno saber cuánta radiación está dejando escapar su horno? Hay que medirla con los instrumentos apropiados. Por eso, si el lector tiene un horno algo viejo, parece que sería prudente hacer los arreglos para que un reparador capacitado lo examinara.
Asunto que causa preocupación
Pero, ¿son seguros los hornos que dejan escapar los niveles admisibles de radiación? Ciertos científicos checos han informado efectos de la exposición a las microondas cuando las densidades de potencia estuvieron a la baja proporción de 100 microvatios por centímetro cuadrado. Eso es aproximadamente el nivel de radiación al cual un horno que deje escapar 5.000 microvatios por centímetro cuadrado a cinco centímetros expondría a uno a la distancia del largo del brazo. Además, ellos opinan, al igual que los científicos rusos, que los efectos de las microondas son acumulativos. Por eso, a una dosis de bajo nivel el primer día, una dosis que en sí misma no bastaría para afectar a uno, se añade otra dosis de bajo nivel el día siguiente y el día después de ése, y así sucesivamente, y con el tiempo se pueden ver los efectos.
El director de la Oficina de Sanidad Radiológica de los EE. UU. ha admitido que en Occidente los adelantos en la tecnología de las microondas han “excedido por mucho” a la investigación de los riesgos potenciales de éstas. Ese director dijo: “Aunque la oficina ha promulgado una norma de funcionamiento para los hornos de microondas, se requiere muchísima investigación para evaluar la diferencia de opinión respecto a la exposición de bajo nivel a las microondas.”
Puesto que nadie puede decir con certeza qué niveles de exposición a las microondas están libres de peligro, la prudencia dicta que se ejerza gran cuidado al usar hornos de microondas. El seguir las sugerencias de seguridad que ahora damos puede servir de protección.
□ No trate de usar un horno de microondas si algún objeto en la puerta impide cerrarla completamente, si la puerta no cierra bien, si la puerta está torcida o dañada, o si el horno tiene bisagras o cerraduras rotas, o si la superficie selladora tiene rajaduras.
□ Lave el horno frecuentemente con agua y un detergente suave. Nunca use estropajos, estopa de acero ni otros abrasivos.
□ No meta objetos alrededor del sello de la puerta. Hasta una pequeñita abertura alrededor de la puerta, no más grande que la que haría un pedazo de papel toalla metido en la puerta o una acumulación de grasa alrededor del sello de la puerta, puede resultar en un definido aumento del escape.
□ Nunca haga inactivos ni toque los entrecierres de seguridad del horno, los dispositivos que apagan los hornos automáticamente al abrirse la puerta (se exigió que todos los hornos fabricados en los EE. UU. después de 1971 tuvieran estos dispositivos). Las investigaciones han mostrado que el mal ajuste de los entrecierres de seguridad de las puertas de los hornos ha sido una causa frecuente de escape de microondas.
□ Nunca haga funcionar el horno cuando esté vacío.
□ Manténgase por lo menos a la distancia del largo de un brazo al estar enfrente de un horno que esté funcionando. Nunca se quede mirando fijamente hacia dentro de un horno que esté funcionando, y no permita que lo haga ningún niño tampoco.
□ No use los hornos de microondas para envasar.
El seguir estas sugerencias de ninguna manera garantiza seguridad, puesto que actualmente no se sabe si a los hornos de microondas se les puede considerar enteramente libres de peligro de radiación. No obstante, el seguirlas debería ayudar a minimizar los niveles de exposición y los accidentes graves.
Cuando se trata de hornos de microondas, uno los usa bajo su propia responsabilidad.
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¡Salvado, por un pelo!¡Despertad! 1981 | 8 de septiembre
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¡Salvado, por un pelo!
Si usted se halla en apuros debido a cucarachas, téngale lástima al sapo. Esa criatura de lengua pegajosa se alimenta de cucarachas; las captura con un relampagueante y rápido movimiento de la lengua. El problema es que, no pocas veces, las cucarachas escapan. ¿Cómo lo hacen?
De acuerdo con un artículo que apareció en la revista “Scientific American” de diciembre de 1980, la cucaracha no necesita ver ni escuchar al sapo para escapar de su emboscada. En vez de eso, el insecto tiene en su extremo posterior unos pelos muy sensibles que detectan el movimiento del aire. Cuando el sapo se lanza hacia la cucaracha, una ondulación de aire, causada por el movimiento del sapo, llega primero a la cucaracha. El aire mueve estos pelitos y, en algún sitio dentro de la cucaracha, suena una alarma. En menos de una veintava parte de un segundo la cucaracha se encuentra a gran distancia y huyendo.
¿Cómo sabe ésta en qué dirección huir? Los pelitos no son todos sensibles al aire que viene de una misma dirección. Si la lengua ataca desde la parte de atrás más bien que desde el costado, se estimulan pelos diferentes. El sistema nervioso de la cucaracha, como una diminuta computadora, analiza la información de los pelos estimulados y decide de qué dirección está soplando el viento. Entonces el insecto huye de la fuente que causa el movimiento del aire... todo esto en un instante.
Los científicos se maravillan de las destrezas como de computadora de la humilde cucaracha. Nosotros, también, nos maravillamos... de la habilidad del Creador como ingeniero.
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