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  • La creencia en el Diablo... ¿importa o no?
    ¡Despertad! 1975 | 22 de enero
    • La creencia en el Diablo... ¿importa o no?

      EN AÑOS recientes se ha suscitado gran interés en el Diablo. Y esto no ha sucedido solo entre la gente más pobre, menos instruida, o entre la muy religiosa.

      La abierta adoración a Satanás, junto con una oleada de interés en prácticas ocultas como la astrología, la adivinación, la hechicería, la magia y las sesiones espiritistas, también han cautivado el interés de muchas personas de buena educación académica. Aunque parezca extraño, personas que ni siquiera creen en Dios se han convencido de que existe un Diablo.

      Por otra parte, muchas otras personas se burlan ante la sugerencia de la existencia del Diablo. Creen que no importa si éste existe o no. Los ateos y los agnósticos viven su vida como si no hubiera influencias sobrenaturales en absoluto, buenas o malas. Hasta muchos que creen en Dios niegan la realidad del Diablo. Otros piensan que las cuestiones acerca de lo sobrenatural no atañe a su vida. Pero, ¿es sensato el razonamiento de estas personas?

      Algunas preguntas desconcertantes

      Puede que las personas que rechazan a la ligera la idea de alguna influencia inicua desde lo sobrenatural no se den cuenta de que esto los enfrenta a varias preguntas desconcertantes. Por ejemplo, ¿por qué, ha estado tan llena de maldad la historia humana? ¿A qué se debe que el odio, la violencia y la guerra hayan plagado al hombre durante milenios de su historia? ¿Quién es responsable por el trato inhumano perpetrado por ciertas naciones en contra de otras, tal como el genocidio practicado por los nazis de Hitler?

      Por supuesto, algunos tratan de echar a un lado estas preguntas culpando de todo al hombre o, como dicen, a “la maldad en el hombre.” Pero, ¿cree realmente el lector que es ahí donde recae toda la culpa? ¿Qué hay acerca de lo bueno en el hombre? ¿No desea la mayoría de la gente vivir en paz, y no han realizado esfuerzos arduos para lograr esta meta? ¿No han permitido los tiempos modernos ventanas educativas sin precedentes para que la humanidad aprenda la necedad de la opresión y la violencia?

      Pero a pesar de los repetidos esfuerzos para solucionar los problemas mundiales, las cosas siguen moviéndose en la dirección equivocada. Los sobresalientes esfuerzos del hombre por obtener paz, como la Sociedad de Naciones y las Naciones Unidas no han podido erradicar la guerra y la amenaza de una destrucción nuclear. El hambre plaga vastas zonas de la Tierra. Los programas gubernamentales, prescindiendo de su sinceridad, han sido impotentes para detener la creciente marea de afición a las drogas, robos, violaciones, asesinatos y la espantosa inhumanidad de los crímenes perpetrados por la juventud, lo cual hace que en las ciudades la vida sea una pesadilla en todo el mundo. La maldad que experimenta la humanidad está fuera de toda proporción con la malicia de las personas implicadas. ¿Por qué?

      Dificultades para los que creen en Dios

      Las dificultades de hacen aun peores si uno cree en Dios y sin embargo rechaza la posibilidad de que haya un Diablo. ¿Cómo es eso? Porque indudablemente a uno se le ha enseñado que el Creador es un Dios de amor, misericordia y tiernas compasiones. (Éxo. 34:6; Luc. 1:78) Sin embargo la iniquidad y el sufrimiento continúan afligiendo a la familia humana. ¿Podría ser responsable de ello un Dios amoroso?

      Surgen aun más dificultades cuando la gente que afirma aceptar la Biblia como la Palabra de Dios niega que hay un Diablo. Si las referencias de la Biblia al Diablo no son verídicas, ¿cómo puede uno estar seguro de que otras partes de ésta son ciertas? El rechazar cualquier parte de la Biblia hace sospechosas todas las otras enseñanzas, incluso los relatos acerca de Jesucristo.

      Prescindiendo de si se es religioso o no, algún modo de maldad lo afecta a uno, a su familia, a sus amigos y a la comunidad en la cual vive. Si hay una fuente final de estos ayes, ¿no sería de mucha importancia señalarla con precisión? Por otra parte, el volver la espalda a esta cuestión deja sin solución los problemas susodichos, resultando en frustración y amargura.

      Pero, ¿por qué es que tantas personas tienen dudas acerca de la realidad del Diablo?

  • Dudas acerca de la existencia del Diablo... ¿son sensatas?
    ¡Despertad! 1975 | 22 de enero
    • Dudas acerca de la existencia del Diablo... ¿son sensatas?

      DURANTE los primeros mil setecientos años de la era común hubo poca duda entre los que afirmaban ser cristianos en cuanto a la existencia del Diablo. La gente entendía que este término se refería a una persona espíritu inicua que llevaba el nombre de “Satanás,” el principal enemigo de Dios y el hombre. Pero las absurdas enseñanzas en conflicto acerca del Diablo que se desarrollaron con el tiempo causaron mucha confusión e incredulidad.

      Por ejemplo, los actuales conceptos populares acerca del Diablo, a menudo están relacionados con las supersticiones que se desarrollaron en la “edad media.” Las obras de arte de ese período representan a este archienemigo de Dios y el hombre como una grotesca criatura alada con cola, cuernos que salen de su cabeza y una horca en las manos. Toda suerte de enfermedades se atribuyeron directamente al Diablo, de quien también se creía que era el guardián de un infierno ardiente.

      Efectos de la “edad de la razón”

      Entonces llegó el siglo dieciocho, que se llamó el período del “esclarecimiento” o la “edad de la razón.” Los pensadores de ese tiempo derribaron furiosamente las supersticiones que habían mantenido en ignorancia a las masas. Un creciente énfasis en el pensar científico, “racional” produjo un desprecio por lo sobrenatural.

      Subsiguientemente, el psicólogo Sigmund Freud asoció la creencia en el Diablo con las maldades que habían sufrido los individuos a manos de un padre severo temprano en la vida. Se hizo popular el considerar las referencias bíblicas de Satanás el Diablo meramente como referencias a una personificación del mal.

      Muchos eruditos bíblicos hasta afirmaron que los escritores de la Biblia tomaron prestado de las creencias paganas al describir su cuadro del “Inicuo.” Se supone que una fuente de esas creencias es la religión del antiguo Irán (Persia) fundada por Zoroastro en el siglo sexto a. de la E.C. El zoroastrismo enseña una “dualidad” en la cual el Dios supremo, Ahuramazda, tiene un enemigo, Ahrimán, a quien Ahuramazda subyugará al fin de los tiempos.

      Otros eruditos dicen que las Escrituras, cuando hablan de Satanás el Diablo, en realidad no exigen que se crea en él, pues meramente reflejan los sentimientos que eran populares en el antiguo Israel.

      Opiniones modernas se añaden a la confusión

      De las modernas enseñanzas acerca del Diablo ha resultado más confusión. Aunque muchas personas todavía creen que Satanás es una persona espíritu inicua, otras dicen que el Diablo puede ser de verdadero provecho para la humanidad. Por ejemplo, los miembros del grupo religioso que se llama “El Proceso” dicen que Satanás “ha sido perdonado, y ahora está trabajando en unidad con Cristo.”

      Hasta hay desacuerdo entre los que sostienen que el Diablo es una personificación de algo. Mientras que muchos creen que Satanás personifica las fuerzas del mal, otros creen que pueden usar el poder de Satanás para sus propios fines. Una “sacerdotisa” de la “Iglesia de Satanás” declaró: “Para nosotros Satanás es solo un símbolo de la fuerza vital que podemos usar para ayudarnos a conseguir lo que queremos.”

      Así es que muchas personas creen que el Diablo es una persona; otras que es una fuerza. Algunos consideran a Satanás como un enemigo inveterado de Dios y el hombre, mientras que otros lo consideran como un benefactor.

      ¿Son razones sólidas para dudar?

      ¿Son estas teorías en conflicto razonamientos sólidos para dudar de la existencia del Diablo? Examinemos el asunto más detenidamente.

      La Biblia, aunque menciona a Satanás el Diablo veintenas de veces, nunca describe su apariencia. La popular idea de un Diablo alado, con cola puntiaguda y horca, que es el guardián de un infierno ardiente mayormente se debe a la imaginación de los artistas, muchos de los cuales fueron influidos por el Inferno del poeta italiano católico Dante Alighieri.

      A las personas que les repugna ese concepto les complacerá saber que la Biblia no enseña esas ideas absurdas acerca del Diablo; ni tampoco enseña la existencia de un infierno ardiente. Por el contrario, las Escrituras llanamente declaran que “los muertos, ellos no están conscientes de nada en absoluto”; están completamente inconscientes. (Ecl. 9:5, 10) Así es que los conceptos populares acerca del Diablo frecuentemente no tienen base bíblica.

      ¿Qué hay acerca del llamado rechazo “esclarecido” de lo sobrenatural? ¿Mejoró esto realmente la suerte de la humanidad? ¿Ha llevado la razón humana de por sí a un mundo más seguro, más moral en el cual se satisfacen adecuadamente las necesidades básicas del hombre, el alimento, ropa, vivienda y un modo de vivir lleno de significado? No. Y debería ser obvio para cualquier persona razonable que el sencillamente negar la realidad de algo no refuta su existencia.

      Además, no hay evidencia con respecto a la suposición de que la Biblia obtuvo su doctrina acerca del Diablo del zoroastrismo. Según Jacques Duchesne-Guillemin, un profesor de estudios indoiranios, tanto Ahuramazda (el dios supremo de los zoroástricos) como su enemigo Ahrimán “parecen haber existido desde toda la eternidad.” La Biblia no dice esto acerca del Diablo. Más bien, enseña que el Diablo tuvo un principio y que él “no permaneció firme en la verdad.”—Juan 8:44.

      Así es que muchas de las dudas de la gente acerca de la existencia del Diablo no tienen más base que las supersticiones populares y los razonamientos arbitrarios. Estas cosas no constituyen una base válida para negar la existencia del Diablo o para rehusar considerar evidencia confiable acerca del tema. Pero, ¿dónde se puede hallar esa evidencia? ¿Cómo puede uno saber positivamente si es que realmente hay un Diablo?

  • ¿Cuán real es el Diablo?
    ¡Despertad! 1975 | 22 de enero
    • ¿Cuán real es el Diablo?

      “VER es creer,” dice un refrán popular. Es bien sabido que el mejor testimonio de cualquier hecho es el de un testigo presencial confiable. ¿Tenemos algún testigo presencial de esa clase que nos ayude a contestar la pregunta: Cuán real es el Diablo?

      Tal cosa parecería imposible; pero, ¿lo es? ¿Sabe usted que Jesucristo vivió en el cielo antes de venir a la Tierra? Él fue un testigo presencial de las cosas que acontecieron en la región espiritual y tuvo mucho que decir acerca del Diablo.—Juan 8:23; 17:5.

      Sería muy imprudente desechar el testimonio de Jesús. Él siempre dijo la verdad. Dio su vida a favor de la verdad. (Juan 18:37; 8:40) Las palabras de sabiduría de Jesús, especialmente su famoso Sermón del Monte, se han ganado las más altas alabanzas, aun de los no cristianos. Sin embargo en aquel sermón, Jesús enseñó a sus seguidores a orar: “Líbranos del inicuo.”—Mat. 6:13.

      ¿Y qué hay acerca de Dios mismo? Ciertamente él debe de saber si hay un Diablo o no. La Biblia en conjunto contiene el punto de vista del Creador. También, tiene todas las credenciales de credibilidad. Cuando relata acontecimientos, suministra el tiempo, el lugar y los nombres de las personas implicadas. La exactitud de los relatos históricos en la Biblia ha asombrado hasta a sus críticos. Cientos de profecías bíblicas se han cumplido hasta el más mínimo detalle. Y el consejo de las Escrituras acerca de las relaciones humanas ha demostrado ser insuperable.

      Por lo tanto, ¿qué dice la Biblia, la cual incluye el testimonio de Jesucristo, acerca de Satanás? ¿Es “el Diablo” meramente una abstracción, un principio o fuerza? ¿O se refiere este término a una persona espíritu inteligente que puede influir en los humanos? Según la Biblia, ¿cuán real es el Diablo?

      ¿Abstracción o una persona?

      Las Escrituras se refieren consistentemente al Diablo como a una persona. El libro bíblico de Job se inicia con un relato acerca de los angélicos “hijos del Dios verdadero” reunidos delante de Jehová. Con respecto a esta reunión, la cual indudablemente incluyó a Jesús en su forma prehumana,

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