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  • Manteniendo gobernada la lengua
    La Atalaya 1968 | 15 de enero
    • Manteniendo gobernada la lengua

      “No hablen ustedes muy altivamente tanto, no salga nada desenfrenado de su boca, porque Dios de conocimiento es Jehová, y por él los hechos son correctamente avaluados.”—1 Sam. 2:3.

      1. ¿Cuán valiosa es la lengua?

      LA LENGUA es uno de los instrumentos más útiles que posee el hombre y un don verdaderamente grande de Jehová Dios. ¿No debería ser la expresión más alta del hombre, entonces, en honrar a Jehová y en atribuirle grandeza? La Biblia rebosa de casos en que los siervos fieles de Dios usaron su lengua así, y tales relatos se conservaron para que podamos leerlos y luego usar nuestra lengua para repetir esas expresiones de reconocimiento agradecido de la benignidad de Dios.

      2. (a) ¿Cómo muestra Jehová que le agradan las palabras dirigidas a él y acerca de él? (b) ¿Qué le agrada especialmente?

      2 ¿Ha habido un sonido más gozoso que las primeras palabras de un bebé? Y luego, al crecer en juicio gradualmente el bebé, los padres se emocionan cuando habla claramente las palabras. ¡Cuánto más razonable es asumir que al Padre celestial le agrada oír a sus hijos terrestres expresar con palabras su aprecio del don de la vida de parte de él! Las oraciones que le dirigen sus hijos son melodiosas a sus oídos, porque son los medios de comunicarle los deseos y anhelos de nuestro corazón. Aun el hablar nosotros con otros concerniente a él produce remuneración: “En aquel tiempo los que estaban en temor de Jehová hablaron unos con otros, cada uno con su compañero, y Jehová siguió prestando atención y escuchando. Y un libro de recuerdo empezó a ser escrito delante de él para los que estaban en temor de Jehová y para los que pensaban en su nombre.” (Mal. 3:16) Póngase a considerar: ¡para los que piensan en su nombre Jehová hace un registro indeleble! Pero el uso de la lengua para engrandecer ese nombre, especialmente ahora cuando se desconoce extensamente, es un honor precioso. El exaltar ese nombre al declararlo públicamente nos trae protección como portadores del nombre. El no hacerlo puede ser desastroso. “El nombre de Jehová es una torre fuerte. A ella corre el justo y se le da protección.”—Pro. 18:10.

      3. ¿Cuál debería ser el deseo más fervoroso de toda persona? ¿Se realizará esto algún día?

      3 ¡Cómo debería querer toda persona que vive dejar que su Dios sepa cuánto aprecia el don de la vida, la felicidad, el amor de Jehová y el consejo precioso de Jehová que se halla en la Biblia! Con el tiempo todos los que merezcan la vida eterna honrarán al Supremo del universo y a Jesús, su Hijo glorioso. “Y a toda criatura que está en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra y sobre el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, les oí decir: ‘Al que está sentado en el trono y al Cordero sea la bendición y la honra y la gloria y la potencia para siempre jamás.’” “Pueblos todos, batan las manos. Griten en triunfo a Dios con el son de un clamor gozoso.”—Rev. 5:13; Sal. 47:1.

      4. (a) ¿De qué manera está bendecida especialmente la generación presente? (b) ¿Por qué es de valor particular la Biblia hoy día?

      4 Hoy día el hombre está en una posición singular. La Biblia completa, la Palabra escrita de Dios, ha sido preservada para uso y edificación del hombre. Esa Palabra está disponible prácticamente para todo hombre moderno en su propio idioma. Pablo, el más prolífico escritor de la Biblia de nuestra era común, dice por qué: “Porque todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que por medio de nuestra perseverancia y por medio del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.” (Rom. 15:4) ¿Por qué son de valor particular en la actualidad? El mismo escritor bíblico dice que son “para amonestación de nosotros a quienes los fines de los sistemas de cosas han llegado.” Aunque es verdad que Pablo escribió a las congregaciones primitivas en Roma y Corinto, también escribió para el día de hoy, como indica el traductor bíblico Dr. Ricardo Weymouth, que registra las palabras de Pablo como sigue: “Fue registrado a modo de exhortación para nosotros quienes vivimos en los últimos días del mundo.” También, The Emphatic Diaglott por Benjamín Wilson, con una traducción inglesa interlineal de palabra por palabra, dice: “Estas cosas les acontecieron típicamente, y se escribieron para nuestra Exhortación, sobre quienes han llegado los fines de las edades.”—1 Cor. 10:11.

      5. Muestre cómo son importantes estos “últimos días.”

      5 Ahora hemos llegado al tiempo de la historia del mundo cuando “han llegado los fines de las edades.” Este es el tiempo que se representaron mentalmente los profetas de Dios. (Heb. 11:10; Juan 8:56; Dan. 12:8, 9) Es el tiempo por el cual Jesús nos mandó orar. Es el tiempo para que los antiguos “sistemas de cosas” se aparten y den paso al glorioso nuevo orden de cosas de Dios reservado para la humanidad justa. Es el tiempo para que los pueblos y las naciones reconozcan al Eterno, que dice: “Cedan y sepan que yo soy Dios. Ciertamente será ensalzado entre las naciones.” (Sal. 46:10; 2:10-12; Luc. 11:2) Es el tiempo para que sea roto el dominio mortífero que Satanás, el príncipe o gobernante del mundo, ha ejercido sobre la humanidad. ¿Cómo puede ser roto este poder profano? ¿Puede destruir el hombre la influencia demoníaca que prevalece tanto? Es la guerra de Dios contra su enemigo antiguo, el Diablo. El humillará completamente al Diablo por medio de su Hijo-Rey ejecutivo, Jesucristo.—Juan 12:31; 14:30.

      6. (a) ¿Cómo podemos tener éxito al combatir las fuerzas del mal de Satanás? (b) ¿Qué ejemplo puso Jesús? (c) ¿Qué ayudas se han provisto?

      6 Pero actualmente el hombre tiene el privilegio y deber de librar una guerra contra el Diablo y sus fuerzas demoníacas. Y el hombre puede hacerlo con buen éxito aprovechándose de las armas provistas para una guerra espiritual, puesto que “las armas de nuestro guerrear no son carnales, sino poderosas por Dios para derrumbar cosas fuertemente atrincheradas.” (2 Cor. 10:4) El hombre Jesús nos puso el ejemplo. Pudo resistir al Diablo citando la Palabra escrita de Dios, diciendo: “Está escrito.” (Luc. 4:1-13) No usó una espada literal, no usó un arma terrestre. Usó su lengua, su lengua apropiadamente educada, apropiadamente gobernada, para hacer huir al adversario. Igualmente tenemos que hacerlo, confiando en la Palabra de Dios, “la espada del espíritu,” para hacer nuestra defensa. Pero hay otras armas o ayudas para auxiliarnos en la lucha “contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del mal que están en las alturas.” El apóstol Pablo identifica nuestro equipo como el ceñidor de la verdad, la coraza de la justicia, el calzado de las buenas nuevas de la paz, el escudo de la fe, el yelmo de la salvación y la espada del espíritu, junto con la oración. En nuestras propias fuerzas, no somos capaces de vencer a las fuerzas invisibles del mal. Pero con las ayudas provistas divinamente podemos tener éxito.—Efe. 6:11-18, The Jerusalem Bible.

      7. Explique la relación que tiene con nuestra lengua la “espada del espíritu.”

      7 De modo que el equipo está disponible. La Palabra de Dios, la Biblia, “es viva y ejerce poder y es más aguda que toda espada de dos filos y penetra hasta dividir alma y espíritu, y coyunturas y su tuétano, y puede discernir pensamientos e intenciones del corazón.” El que usemos esta “espada” consistentemente en la “excelente pelea de la fe” resultará en que obtengamos ‘un asimiento firme de la vida eterna’ y en que Jehová nos proteja ahora. Por eso, aprendamos a usar esta “espada,” para estar “siempre listos para hacer una defensa ante todo el que les exija razón de la esperanza que hay en ustedes, pero haciéndolo junto con un genio apacible y profundo respeto.” Eso significa usar nuestra lengua, una lengua gobernada apropiadamente.—Heb. 4:12; 1 Tim. 6:12; 1 Ped. 3:15; Sal. 31:23.

      8-10. (a) ¿Cómo nos puso un buen ejemplo el pastorcillo David? (b) ¿Hay alguna excusa para que uno pierda la paciencia?

      8 ¡Qué gobierno de sí mismo tuvo el pastorcito David! Solo tenía cinco piedras sin asperezas y su honda en contraste con la pesada cota de malla y punta de lanza de 6,8 kilos de Goliat que medía 2,74 metros. Pero con habilidad infalible, con dominio completo, aunque estaba corriendo cuando arrojó la piedra, venció a su enemigo, dando en el blanco. Sin duda las piedras lisas eran bonitas, pero en su bolsa de pastor no valdrían nada a menos que supiera usarlas eficazmente. La Biblia sería exactamente tan inútil para nosotros si no supiéramos usarla. Más se necesita hacer con ella que el simplemente tenerla en nuestro estante para admirarla como un libro bonito, escrito en lenguaje y estilo magistrales. Las palabras y los principios justos enunciados en ella tienen que ser hechos nuestros y tienen que aplicarse. Tienen que estar firmemente grabados en nuestros corazones y mentes, listos para que los digamos cuando surja la ocasión.

      USANDO EL CONOCIMIENTO

      9 El gobierno de la lengua significa más que tener conocimiento; tiene que usarse apropiadamente el conocimiento, como se notó antes en 1 Pedro 3:15, “haciéndolo junto con un genio apacible.” La Biblia muestra que los siervos de Dios han sido dirigidos a hablar por él, a veces palabras de denunciación. Hay casos raros en los cuales perdieron la paciencia, y, cuando lo hicieron, sufrieron por ello. Los miembros de la congregación en Filipos tuvieron dificultad en enfrentarse a las condiciones que prevalecían allí. Considere la instrucción que recibieron en cuanto al uso apropiado de sus lenguas: “Sigan haciendo todas las cosas libres de murmuraciones y argumentos, para que lleguen a ser intachables e inocentes, hijos de Dios sin mácula en medio de una generación perversa y torcida, entre quienes ustedes resplandecen como iluminadores en el mundo, teniendo la palabra de vida asida con fuerza.”—Fili. 2:14-16.

      10 Jesús también, fue uno que tuvo ocasión de usar palabras duras cuando habló a aquella “generación perversa y torcida,” al pueblo de dura cerviz y rebelde de su día. No obstante se dijo de él: “Jamás ha hablado otro hombre así.” (Juan 7:46) Es probable que esta declaración no podría aplicarle a uno que hablara descuidada, irreflexiva y vagamente. Aplicaría a uno que tuviera gobernada su lengua, a uno que escogiera sus palabras, a uno que tuviera algo que valiera la pena decirse y supiera cómo decirlo. ¿Motivan las palabras de usted comentarios semejantes de parte de otros? ¿Piensa usted antes de hablar? Hay un refrán que dice: “Primero, pensar, y después, hablar.”

      11. (a) ¿Qué motivó la declaración: “Jamás ha hablado otro hombre así”? (b) ¿Qué hizo que Jesús hablara con denuedo?

      11 ¿Quiénes describieron así las palabras de Jesús? ¿Sus parientes carnales o sus vecinos? Fueron hombres enviados a detenerlo. Fueron oficiales enviados por los sacerdotes judíos que estaban fastidiados porque Jesús pasaba por alto sus amenazas y continuaba declarando denodadamente la palabra de su Padre. Fue cuando regresaron con las manos vacías y se les preguntó: “¿Por qué es que no lo trajeron?” que ellos contestaron: “Jamás ha hablado otro hombre así.” Estuvieron tan impresionados con su manera de enseñar, gracia o atractivo manifestados por su modo de hablar, que se olvidaron de la misión que llevaban. Estuvieron tan impresionados con la calidad de su mensaje, con su completo dominio de la lengua, que sus patrones religiosos los acusaron de haber sido desviados, y les recordaron que “ni uno de los gobernantes o de los fariseos ha puesto fe en él.” (Juan 7:45-48) Jesús no era un orador de nota, pues no había cursado las escuelas rabínicas. Pero Mateo informa que, después de haber dado su sermón del monte, “las muchedumbres estuvieron atónitas por su enseñanza; porque les enseñaba como una autoridad, no como sus propios escribas.”—Mat. 7:28, 29, Mof.

      12, 13. (a) ¿Por qué era tan eficaz el habla de Jesús? (b) ¿Por qué era resuelto?

      12 Los fariseos oyeron con incomodidad cuando Jesús usaba su lengua como su Padre se propuso, pero sus discípulos oyeron con oídos felices y fueron bendecidos ricamente. Jesús nunca perdió el gobierno de la lengua. Mantuvo gobierno de sí mismo aun cuando encolerizadamente reconvino a los caudillos religiosos falsos. Nunca fue vulgar, obsceno ni inmodesto en su habla. Jamás procedió un dicho corrompido de su boca.—Mat. 13:15, 16; Juan 8:43-45; Mateo 23; Efe. 4:26, 29.

      13 Jesús no habló para conseguir popularidad con los caudillos. Habló la verdad con denuedo y así puso un ejemplo apropiado para sus discípulos. Tuvo control supremo de la lengua y una convicción firme de que su Padre lo apoyaría al usar apropiadamente la lengua, como confesó: “No hago nada de mi propia iniciativa; sino que hablo estas cosas así como el Padre me enseñó. Y el que me envió está conmigo; no me dejó solo, porque yo siempre hago las cosas que le agradan.”—Juan 8:28, 29; Hech. 4:31.

      14-16. (a) ¿Es la imperfección algún obstáculo para mantener gobernada la lengua? (b) ¿Realmente tenemos alguna excusa para no gobernar la lengua?

      14 ¡Qué ejemplo para que lo sigamos nosotros! Hacemos bien en seguir cuidadosamente sus pasos para asegurarnos de la aprobación de Jehová. Pero, ¿presenta usted el argumento de que es exigir demasiado de nosotros que dominemos nuestra lengua como lo hizo Jesús, un hombre perfecto, cuando la Biblia dice: “Con error fui dado a luz con dolores de parto, y en pecado me concibió mi madre,” y que Dios no esperaría que el hombre pecaminoso tuviera tal dominio perfecto? Es verdad, quizás no tengamos el dominio perfecto ahora, pero no debemos prestar atención a las sugestiones sutiles del Diablo de que será mejor que nos rindamos sin probar. Él sabe que somos imperfectos, y usará todo medio para hacernos pecar con la boca. El saber que Jesús era perfecto no le impidió tentar a Jesús. Habiendo descendido a la Tierra desde su posición celestial expresamente para zanjar de una vez por todas el desafío del Diablo, Jesús pudo haber estado inclinado a ‘explotar’ y ‘cantárselas claras’ al Diablo. ¿Lo hizo? Calmada y desapasionadamente usó la Biblia para contestar diciendo: “Está escrito,” y así sofocó el esfuerzo del Diablo por vencerlo.—Sal. 51:5; Luc. 4:1-13; Deu. 8:3; 6:13, 16; 1 Ped. 2:21.

      15 O quizás uno piense que está demasiado viejo para cambiar. Cuando uno comprende que las prácticas retenidas por largo tiempo son incorrectas, sería arriesgado el descartar la responsabilidad que pueda acarrear la nueva información esclarecedora diciendo: “Estoy demasiado viejo para cambiar.” Uno nunca está demasiado viejo para cambiar sus caminos. Si continúa yendo tras un derrotero que está en pugna con la Palabra de Dios, la Biblia, estaría desagradando a Dios. Por eso, cuando se ve que la manera de hablar de uno es repugnante para su Creador, uno tiene que hacer una decisión. ¿Se enfrentará uno a los hechos aunque quizás esto envuelva un cambio radical? Se requiere iniciativa, ánimo y humildad para poner la vida de uno en armonía con los principios justos de la Biblia, pero es remunerador, ya que hará que Dios lo considere favorablemente a uno. Y es vitalmente importante efectuar tal cambio si uno espera vivir en el nuevo sistema de cosas de Dios.

      16 El no ser perfectos es tanto más razón por la que tenemos que aplicarnos diligentemente a la tarea de sujetar la lengua para que no siga las insinuaciones del Diablo sino traiga honra a Dios y a nosotros mismos. Y no tenemos que ser ‘expertos en el habla’ para proveer ese baluarte contra el ataque del Diablo. Pablo es un excelente ejemplo de una persona que contendió con éxito contra las tendencias que la ‘carne caída’ tiene a causa de la influencia del viejo sistema de cosas: “Por lo tanto, la manera en que estoy corriendo no es incierta; la manera en que estoy dirigiendo mis golpes es como para no estar hiriendo el aire; antes trato mi cuerpo severamente y lo conduzco como a esclavo.” Y no se preocupó de lo que pensaran sus vecinos de su manera de proceder recta y determinada: “Así como hemos sido probados y reconocidos por Dios como aptos para tener encomendadas a nosotros las buenas nuevas, así hablamos, como agradando, no a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones.”—2 Cor. 11:6; 1 Cor. 9:26, 27; 1 Tes. 2:4.

      17. ¿Qué determina el tipo de habla que expresaremos, según las palabras de Jesús?

      17 Se ve fácilmente que la lengua, para ser siervo obediente de la mente entrenada, tiene que ser capturada y esclavizada. La lengua refleja la mente y el corazón. Jesús sabía eso, como le dijo a los fariseos: “¡Raza de víboras! ¿Cómo podéis vosotros hablar de cosas buenas, siendo malvados?, porque de lo que rebosa el corazón habla la boca. El hombre bueno saca buenas cosas del buen tesoro; y el hombre malo saca cosas malas del mal tesoro. Y yo os digo que de toda palabra ociosa que digan los hombres, darán cuenta el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.”—Mat. 12:34-37, Ediciones Paulinas.

      RESISTENCIA A LAS INFLUENCIAS DEL AMBIENTE

      18, 19. En vista de los “tiempos críticos” en que vivimos y la manera descuidada del habla, ¿qué se requiere de los padres y de los hijos por igual?

      18 Con solo escuchar uno a su compañero de trabajo o compañero de taller o condiscípulo, o leer los diarios o revistas, o escuchar el radio, uno es bombardeado con ‘palabras descuidadas,’ palabras de ‘ninguna importancia.’ El lenguaje obsceno y oprobioso se habla en todas partes adonde va uno y llena las páginas de libros populares. Sí, en este tiempo del ‘encuentro de las edades’ hay un esfuerzo persistente para glorificar el habla relajada y la mala lengua. Es tan común que la gente es insensible a ello y escucha sin irritarse. Como indicó Salomón: “El malhechor está prestando atención al labio de la nocividad. Un falsificador está prestando oído a la lengua que causa adversidades.”—Pro. 17:4.

      19 Pero tenga presente que esto, también, es algo en contra de lo cual tiene que luchar la persona justa. Tiene que rehusar el llegar a ser partícipe de esta campaña sucia. Tiene que seguir reteniendo el modelo de las palabras sanas. Este es el tiempo que el apóstol Pablo llama “tiempos críticos, difíciles de manejar,” cuando es tan urgente usar nuestra lengua para alabar a Dios. (2 Tim. 3:1) Hoy en día el hogar se ha contaminado con habla oprobiosa. El padre la copia en el trabajo, la madre mientras va de compras o en el club, los niños cuando juegan. Sin pensar todo miembro de la familia se habitúa y adopta esta manera de conversar. Los niños no nacen con habla vulgar, pero sin entrenamiento en el hogar pronto adoptan ‘vulgarismos de los más bajos’ como parte de su vocabulario cotidiano. Padres, por su propia causa, así como por causa de sus hijos, determínense a despojar su mente de cosas que no son edificantes y a ocupar su mente con cosas provechosas y edificantes. Entonces la lengua de sus hijos hablará pensamientos que valen la pena, sacándolos de mentes educadas.

      20. (a) ¿Adónde podemos dirigirnos por consejo sobre la protección de la mente y el habla? (b) ¿Con qué puede alimentarse la mente?

      20 No hay mejor lugar al cual dirigirse para instrucción que la Biblia. Considere, por ejemplo, este consejo de Filipenses 4:8: “Cuantas cosas sean verdaderas, cuantas sean de seria consideración, cuantas sean justas, cuantas sean castas, cuantas sean amables, cuantas sean de buena reputación [agradables al decirse], cualquier virtud que haya y cualquier cosa que haya digna de alabanza, continúen considerando estas cosas.” Basada en esto y en la regla que Jesús manifestó (que de la abundancia del corazón habla la boca), la lengua es puesta en armonía con los principios justos cuando la mente está ocupada apropiadamente con pensamientos justos. Solo por medio de resguardar la mente pueden los padres y los hijos ser protegidos del habla contaminadora que se origina en la mente. Los pensamientos limpios producen habla limpia; los pensamientos sucios, habla sucia. Para que el habla sea limpia, la mente debe guardarse de todas las intrusiones impuras.

      21, 22. (a) ¿Cómo puede llegar a ser posesión nuestra el consejo de la Biblia? (b) ¿Puede el perezoso esperar llegar a estar iluminado?

      21 La Biblia contiene un almacén de cosas verdaderas, serias, justas, castas, amables, virtuosas y dignas de alabanza. Pero hay que buscarlas. Sin embargo, contrario a lo que quizás algunas personas bien intencionadas digan, estas cosas no se pueden localizar cerrando los ojos, luego abriendo la Biblia al azar y poniendo el dedo en la respuesta. El espíritu santo no dirige así a la gente. ¿Quién se sienta y espera que su ‘pan de cada día’ aparezca milagrosamente, o quién opta por alimentarse intravenosamente tres veces al día? La mayoría de las personas dice que ‘se vive para comer.’ De modo que hay que trabajar para proveer el alimento y luego sentarse a la mesa y comérselo. El alimento espiritual, que Jesús dijo que era más importante que el “pan solamente,” igualmente hay que buscarlo diligentemente, hay que trabajar para conseguirlo y luego masticarlo y digerirlo. Para probar esto, considere las palabras de Salomón en Proverbios 2:1-5: “Hijo mío, si recibes mis dichos y atesoras contigo mis propios mandamientos, de modo que con tu oído prestes atención a la sabiduría, para que inclines tu corazón al discernimiento; si, además, clamas por el entendimiento mismo y das tu voz por el discernimiento mismo, si sigues buscando esto como a la plata, y como a tesoros escondidos sigues en busca de ello, en tal caso entenderás el temor de Jehová, y hallarás el mismísimo conocimiento de Dios.”

      22 Realmente, la persona que nunca trabaja para su subsistencia, sino que está contenta con ‘vivir de gorra,’ no aprecia verdaderamente lo que recibe. Pablo recordó a la congregación en Tesalónica que él no acudió a ellos para alimento gratis, sino que laboró y se afanó para “no imponerle una carga costosa a ninguno de ustedes. . . . De hecho, también, cuando estábamos con ustedes, les dábamos esta orden: ‘Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma.’” Por lo tanto, es un gozo y no es el camino del perezoso, el que uno proceda como los de Berea “de disposición . . . noble,” que examinaban cuidadosamente las Escrituras diariamente.—2 Tes. 3:8-10; Hech. 17:11.

  • La lengua... un poder para lo bueno o para lo malo
    La Atalaya 1968 | 15 de enero
    • La lengua... un poder para lo bueno o para lo malo

      “Les digo que, de todo dicho ocioso que hablen los hombres, rendirán cuenta en el Día de Juicio; porque por tus palabras serás declarado justo, y por tus palabras serás condenado.”—Mat. 12:36, 37.

      1, 2. ¿De qué pudiera depender nuestra vida futura, y cómo podemos gobernar el resultado?

      CUANDO Jesús dijo las palabras susodichas es posible que haya tenido presentes las palabras de Salomón en Eclesiastés 12:14: “El Dios verdadero mismo traerá toda clase de obra a juicio con relación a toda cosa escondida, en cuanto a si es buena o es mala.” Esto hace que uno se detenga y piense. ¿Es tan importante el habla que puede determinar la vida futura de uno? Si ése es el caso, parecería provechoso el que toda persona hiciera un examen de sí misma. ¿Vale la pena el esfuerzo de hacerlo para dirigir nuestras vidas de ahora en adelante para que podamos tener esperanza de la vida en el nuevo orden de cosas de Dios?

      2 Para que el esfuerzo sea remunerador debe tener un propósito determinado. Recuerde que el apóstol Pablo dijo que prefería tratar severamente su cuerpo y dirigirlo como su esclavo que enfrentarse a las consecuencias de ser rechazado. Comprendiendo que “el derrotero del hombre no yace en sus propias manos; no está en el hombre el tener gobierno sobre sus acciones,” tenemos que buscar guía apropiada. (Jer. 10:23, Mof) La fuente de tal guía es la Biblia, la Palabra inspirada de Dios. “Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento. En todos tus caminos tómalo en cuenta, y él mismo hará derechas tus sendas.” (Pro. 3:5, 6) Con tal guía divina debemos poder hablar rectamente, gobernar nuestra habla inteligentemente y hacer “cautivo todo pensamiento para hacerlo obediente al Cristo.”—2 Cor. 10:5.

      3, 4. ¿En cuanto a qué condición de las congregaciones estaba interesado Santiago, y a qué pudiera atribuirlo?

      3 Para comprender la magnitud de la tarea, considere lo que dice el discípulo Santiago acerca de lo que llama “cosa ingobernable y perjudicial.” (Sant. 3:8) El apreció que había poder en la lengua, que podía ser una influencia para lo bueno o para lo malo. Siendo superintendente de la congregación de Jerusalén y miembro de la junta administrativa de la iglesia o congregación primitiva, estaba profundamente interesado en cuanto a las dificultades internas de las congregaciones, como lo había estado el apóstol Pablo concerniente a la congregación en Corinto, donde existían contiendas, celos, enojos, altercaciones, difamaciones solapadas, susurros, hinchazones y desórdenes en general. (2 Cor. 12:20) Por lo tanto, Santiago exhortó a “las doce tribus que están esparcidas por todas partes” a considerar cuidadosamente la necesidad de desechar toda suciedad, maldad moral, distinciones de clases y cosas que causan tropiezo.—Sant. 1:1, 21; 2:4, 9.

      4 Santiago les pidió que reconocieran sus imperfecciones y la tendencia natural a tropezar. Él dijo: “Si alguno no tropieza en palabra, éste es varón perfecto, capaz de refrenar también el cuerpo entero. Si a los caballos les ponemos frenos en la boca para que nos obedezcan, manejamos también su cuerpo entero. ¡Miren! Hasta los barcos, aunque son tan grandes e impelidos por vientos recios, son dirigidos por un timón muy pequeño a donde la inclinación del timonel lo desee. Así, también, la lengua es un miembro pequeño y sin embargo hace grandes alardes. . . . Pues, la lengua es un fuego. La lengua se constituye un mundo de injusticia entre nuestros miembros, porque mancha todo el cuerpo y enciende en llamas la rueda de la vida natural.” Luego Santiago dice cómo este inconsistente miembro pequeño, la lengua, puede obrar: “Con ella bendecimos a Jehová, sí, al Padre, y no obstante con ella maldecimos a los hombres que han venido a existir ‘a la semejanza de Dios.’ De la misma boca salen bendición y maldición.” Sí, la lengua ciertamente tiene poder para lo bueno o para lo malo.—Sant. 3:2-6, 9, 10.

      5, 6. (a) ¿Qué preguntas pudiera considerar cada persona? (b) Al refrenar nuestros labios, ¿qué favor puede ser nuestro?

      5 El simplemente leer estas palabras probablemente haga que usted recuerde a personas que son tan de ‘lengua doble’ como se acaba de describir. Pero aguarde; ¿lo obliga a usted una consideración más profunda de las palabras de Santiago a aplicarlas a usted mismo? ¿Es usted una excepción de la regla? ¿Permite usted que su lengua se desgobierne, como un incendio forestal, para perjudicar a otros así como a usted mismo? ¿Olvida usted usar su lengua para reflejar el amor al prójimo así como el amor a Dios? Es decir, ¿alaba usted o bendice a Dios parte del tiempo y zahiere a sus semejantes en otras ocasiones con la misma lengua? ¿Usa usted aun sus labios para maldecir a Dios, o usa mal Su nombre cuando habla desfavorablemente acerca de otros? Preguntas escrutadoras éstas, pero manténgalas delante de usted; ¡de ninguna manera tenga en poco su importancia!

      6 El hecho de que uno sea imperfecto no lo excusa para cometer continuamente el mismo error. Si lo hace, su patrón prescindirá de sus servicios. De modo que es “en la abundancia de palabras [que] no deja de haber transgresión, pero el que tiene refrenados sus labios está actuando discretamente. La lengua del justo es plata escogida; el corazón del inicuo vale poco. Los mismísimos labios del justo siguen paciendo a muchos, pero por falta de corazón [o, buen motivo] los tontos mismos siguen muriendo.” De modo que no deje de hablar por temor de equivocarse, sino determínese a refrenar sus labios, y esto es especialmente importante concerniente a los que Dios ha honrado hoy tan señaladamente para ser ‘pastores’ que están “paciendo a muchos.”—Pro. 10:19-21, margen (edición en inglés de 1957).

      7. (a) ¿En qué práctica incorrecta participan muchos? (b) ¿Cómo pudiera evitarse esto?

      7 Es difícil que el hombre pecaminoso refrene sus labios hoy día cuando en todas partes hay tanto desacato para con las palabras sanas. Por eso muchos se inclinan a ‘pagar con la misma moneda,’ es decir, a replicar con la misma clase de habla. (Pro. 24:29) Sin detenerse a considerar que realmente se están rebajando a un nivel bajo que deploran, pierden la paciencia y dejan que se desgobierne su lengua. El mal genio hace que un hombre diga lo que piensa cuando debería tener cuidado de su habla. David fue una persona que repetidas veces fue provocado a cólera. Pero, ¿se desató en cólera? Dijo: “Ciertamente guardaré mis caminos para no pecar con mi lengua. Pondré un bozal, sí, como guardia para mi propia boca, mientras esté alguien inicuo enfrente de mí.” (Sal. 39:1) Conocía la tendencia pecaminosa del hombre: “Con error fui dado a luz con dolores de parto, y en pecado me concibió mi madre.” De modo que oró por ayuda: “Pon guardia, sí, oh Jehová, para mi boca; pon vigilancia, sí, sobre la puerta de mis labios.” (Sal. 51:5; 141:3) Nosotros, también, podemos y debemos no solo hacer cuanto podamos para sujetar nuestra lengua, sino que debemos orar a Jehová para que nos haga hacer su voluntad, reconociendo que “no le pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso.”—Jer. 10:23.

      REFRENANDO LA LENGUA

      8. (a) ¿Qué propensión tenemos que evitar, y por qué? (b) ¿Cómo puede uno quedar tachado?

      8 Este refrenar de nuestra lengua no impide el habla. Sino que ayuda a purificar el habla. Algunos dicen que les es difícil, después de asociarse con personas del mundo por tanto tiempo, conversar aun brevemente sin decir “groserías.” El hábito ha llegado a ser tan difícil de romper como un hábito alcohólico, de drogas o de tabaco. Al no permitírseles usar palabras que introduzcan a Dios o a Jesús en la conversación de manera “relajada,” o decir vulgaridades de las que no se pueden desprender, se sienten ‘atados de la lengua.’ Este es un hábito malo que acarrea deshonra, no solo al mal acostumbrado, sino también a Jehová Dios, el Creador de la lengua. ¿Simplemente encogeremos los hombros y continuaremos usando el nombre de Dios de manera indigna cuando sabemos que le produce pesar a Él? ¿Hay alguna defensa lógica para el hábito maligno? Recuerde: “No usarán el nombre del Eterno, tu Dios, profanamente; porque el Eterno nunca absolverá a nadie que use su nombre profanamente.” (Éxo. 20:7, Mof) No hay nada recomendable en cuanto a tal habla. Aunque quizás no lo comprenda, el individuo que accede a la costumbre de hablar así queda automáticamente tachado y colocado en una clase distinta. No es nada de lo cual hacer alarde. “Siguen borboteando, siguen hablando desenfrenados; todos los practicantes de lo que es perjudicial siguen vanagloriándose.”—Sal. 94:4.

      9. ¿Qué razones bíblicas dictan el que los cristianos hoy día mantengan gobernadas sus lenguas?

      9 Los cristianos están autorizados para ser “embajadores sustituyendo por Cristo,” para brillar “como iluminadores en el mundo,” para “‘que declaren en público las excelencias’ de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa,” para ser “la luz del mundo.” (2 Cor. 5:20; Fili. 2:15; 1 Ped. 2:9; Mat. 5:14) Para probarnos dignos de este alto honor, tenemos que mantener a ese importante instrumento pequeño, nuestra lengua, bajo gobierno estricto para que el mismísimo propósito de su uso en el servicio de Dios no sea desbaratado. Lo que los cristianos dicen y hacen hoy día refleja el mensaje que llevan así como a aquel que representan. Como portadores de luz de las buenas nuevas del reino establecido de Dios, pueden traer gloria a Dios, pero solo si son portadores de luz apropiados. Por esto “resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus obras excelentes y den gloria a su Padre que está en los cielos.”—Mat. 5:16.

      10. ¿Por qué es importante hoy día el escoger cuidadosamente los amigos?

      10 Hay quienes siempre están “hablando por los codos,” evidentemente no importándoles lo que resulte de ello, aun si esto afecta adversamente a amigos allegados. Usted ha aprendido a evitar tales personas; hasta se siente usted contaminado al asociarse con ellas, temiendo que su conducta inconsiderada pudiera pegársele. Sí, usted sabe que las malas asociaciones echan a perder los hábitos útiles, que las malas comunicaciones corrompen los modales por excelencia, que las malas compañías arruinan la buena moralidad. (1 Cor. 15:33, NM, VA, NR) Por eso tenga cuidado al escoger amigos. ¿Por qué no escoger amigos que han resuelto: “Por medio de [Jesús] ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre”?—Heb. 13:15.

      11. (a) ¿En qué puede resultar el habla irreflexiva y no gobernada? (b) ¿Cómo puede uno rectificar un daño hecho por medio de una palabra mal dicha, y cuándo?

      11 Excusas como ‘Lo siento,’ ‘No tenía intención de decirlo,’ ‘Fue un lapsus linguae,’ ‘Hablé sin pensar,’ ciertamente ayudan a cierto grado a sanar heridas infligidas involuntariamente cuando uno no mantiene gobernada la lengua. Pero, ¡cuánto mejor es pensar antes de hablar! ¡Cuánto mejor el que la mente dirija el habla por caminos constructivos! ¡Qué ruina puede causar el habla irreflexiva! El habla no gobernada por lo general no es habla planeada. Puede resultar en desunión, división, congojas. El que desea observar los dos grandes mandamientos del amor a Dios y el amor al prójimo tiene que, por lo tanto, refrenar su lengua. Pero cuando uno involuntariamente, por habla irreflexiva, hiere a otro, debe ser lo suficiente humilde para vencer su orgullo y pedir disculpas, pedir perdón. No debe permitir que se ensanche la brecha. Debe cerrarla a la primera oportunidad. No debe permitir que se ponga el Sol estando en un estado provocado. El hacer enmiendas por indiscreciones en el habla es digno de encomio. No solo estará uno sanando lo que pudiera llegar a ser una herida profunda, sino que su propia conciencia quedará sin tacha ante Dios y ante la persona ofendida.—Efe. 4:26; Hech. 24:16; Efe. 4:31, 32; Mat. 5:22.

      12, 13. (a) ¿Por qué no debe usar el cristiano “labios melosos” o una “lengua doble”? (b) ¿Qué peligro hay en escuchar el “habla melosa”?

      12 David señaló proféticamente hacia los días en que vivimos, diciendo: “Porque los fieles han desaparecido de los hijos de los hombres. Siguen hablando falsedad el uno al otro; con labio meloso siguen hablando aun con corazón doble. Jehová cortará todos los labios melosos, . . . los que han dicho: ‘Con nuestra lengua prevaleceremos. Nuestros labios están con nosotros. ¿Quién nos será amo?’” (Sal. 12:1-4) Hoy en día los que tienen “corazón doble” son como los sacerdotes y hombres de mayor edad infieles que todavía quedaban en Jerusalén después de que un número representativo había sido llevado cautivo a Babilonia en 617 a. de la E.C. Ezequiel registra su jactancia y justificación intentada por tomar parte en adoración pagana falsa y repugnante: “Jehová no nos está viendo.” (Ezequiel, capítulos 8 y 9) Pedro aconseja contra tal corazón doble y tal lengua doble: “El que quiere amar la vida y ver días buenos, reprima su lengua de lo que es malo y sus labios de hablar engaño.” (1 Ped. 3:10) Hizo eco a las palabras de Salomón en Proverbios 4:24: “Quita de ti mismo la tortuosidad del habla; y el descarrío de los labios aleja de ti.” Uno de los requisitos del siervo ministerial en la congregación cristiana es que no sea de “lengua doble.” El habla melosa, el habla lisonjera y los saludos con afectación piadosa tienen el propósito de seducir o apartar los corazones de personas sencillas o confiadas.—1 Tim. 3:8; Rom. 16:18; Mat. 23:6, 7.

      13 Hoy día muy a menudo le gusta a la gente que le regalen los oídos. Le gusta una ‘religión condescendiente.’ Le gusta oír cosas que le proporcionan un sentido de seguridad y bienestar, no necesariamente cosas que la despertarían a responsabilidad. Pablo dijo que vendría un tiempo “en que no soportarán la enseñanza sana, sino que, de acuerdo con sus propios deseos, acumularán para sí mismos maestros para que les regalen los oídos; y apartarán sus oídos de la verdad.” (2 Tim. 4:3, 4) Por eso, guárdese de los que ofrecen habla lisonjera, de los que se entregan a melosa habla doble, porque “más suaves que mantequilla son las palabras de su boca, pero su corazón está dispuesto a pelear. Sus palabras son más blandas que aceite, pero son espadas desenvainadas” que pueden causar daño incalculable. Bien pudo decir David esas palabras registradas en el Salmo 55:21. En el día de Jesús (como en los días de Isaías) había tanta ‘habla doble’ que él hizo la denunciación, citando lo que dijo Dios por medio del profeta Isaías: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está muy alejado de mí. Es en vano que siguen adorándome, porque enseñan mandatos de hombres como doctrinas.”—Mat. 15:8, 9; Isa. 29:13.

      USÁNDOLA POSITIVAMENTE PARA LO BUENO

      14. ¿Qué está envuelto en gobernar la lengua?

      14 El gobierno de la lengua no se limita a evitar el decir cosas que deshonran a Dios y el hombre, así como no se obtiene la aprobación del patrón de uno evitando el cometer errores. Hay el lado positivo. El gobernar la lengua significa el usarla para traerle honra al Creador, a uno mismo y al prójimo de uno. ¡Qué uso valioso de la lengua cuando se usa para sostener el nombre, supremacía y reino de Jehová Dios! Todo cristiano debe resolver en su corazón el apartar algo de tiempo cada día para hacer precisamente eso, y la resolución debe hacerse ahora. No hay tiempo más oportuno.—Col. 4:5, 6.

      15. ¿De qué diversas maneras se puede usar la lengua para efectuar una obra curativa?

      15 Hoy el uso edificante de la lengua se puede aplicar a prácticamente toda fase de nuestra vida. “Como manzanas de oro en entalladuras de plata es una palabra hablada al tiempo apropiado para ello.” (Pro. 25:11) Es verdad, “existe el que habla irreflexivamente como con las estocadas de una espada, pero la lengua de los sabios es una curación.” (Pro. 12:18) Quizás esté fuera del alcance de nosotros el gobierno perfecto de la lengua en este presente sistema de cosas inicuo, pero es posible un mayor trabajo de curar con la lengua para la mayoría de la gente que el que está efectuando. Palabras de la lengua curativa pueden darse en el hogar cuando un miembro está enfermo; cuando uno está lastimado; en tiempo de dolor; cuando hay preocupaciones en cuanto a salud, inseguridad o fracasos; se pueden ofrecer palabras confortantes cuando hay temor de que otros le tengan aversión a uno; o hasta para contrarrestar un temor de estar solo. La persona perspicaz puede hablar de valores verdaderos y puede ayudar a vencer inquietudes. “La solicitud ansiosa en el corazón de un hombre es lo que lo agobia, pero la buena palabra es lo que lo regocija.”—Pro. 12:25.

      16. ¿Cuándo únicamente se puede proporcionar consuelo verdadero, y entonces cómo?

      16 Como un doctor de medicina es inepto a menos que sepa efectuar una curación o por lo menos algo de mejoramiento, así a menos que uno sepa transmitir a los que la necesitan la “buena palabra,” está, de hecho, atado de la lengua. De modo que el gobernar la lengua significa usarla eficazmente. Un estudio diligente de la Palabra de Dios, la Biblia, es remunerador. La Biblia es la única fuente de consuelo verdadero, porque es la palabra del Dios de todo consuelo. Es a Jehová Dios que acudimos para poder tener una lengua dirigida apropiadamente y así usar nuestra lengua para lo bueno. En Isaías 50:4 dijo el profeta: “El Señor Jehová mismo me ha dado la lengua de los enseñados, para que sepa responder al cansado con una palabra.” Para confortar a los cansados, a los fatigados, necesitamos la lengua de los enseñados y debemos pedírsela a Jehová. El recibe con gusto la oración del justo, como nos asegura Santiago: “El ruego del hombre justo, cuando está en acción, tiene mucho vigor.” De modo que tal oración, estando “en acción,” tiene que ser acompañada de obras.—Sant. 5:16; 2:14-26.

      17. ¿Qué asegura la dirección apropiada de la lengua?

      17 La mente educada es responsable de la dirección apropiada de la lengua. De modo que la mente tiene que ser alimentada con la verdad. Tiene que ser guiada por la fuerza activa de Dios, su espíritu santo, para que pueda dirigir la lengua a hablar los “dichos de Jehová [que] son dichos puros, como plata refinada en un alto horno de tierra, clarificada [purificada] siete veces.” (Sal. 12:6) En la actualidad hay un grupo de personas que han orado por tal dirección divina y la han aceptado y han dedicado sus vidas a servir a Jehová. Han pedido: “Hazme conocer tus propios caminos, oh Jehová; enséñame tus propias sendas. Hazme andar en tu verdad y enséñame, porque tú eres mi Dios de salvación.” (Sal. 25:4, 5) Por consiguiente usan su tiempo, esfuerzo y los recursos que poseen para hacer las cosas que le agradan a Dios. Son una organización de conversadores. Se esfuerzan por ejercer gobierno estricto de su lengua. No están atados de la lengua. Se abochornarían si no pudieran usar la lengua. Más que eso, serían infieles a su comisión. (1 Cor. 9:16) Por lo tanto, comprenden la necesidad de rendir sus alabanzas de manera inteligente. De modo que estudian la Biblia.

      18. ¿Cuán valioso es el estudio de congregación, pero qué más es una parte necesaria de nuestra adoración de Dios?

      18 Se necesita un estudio de la Biblia para dar adoración aceptable a Dios. No hay sustituto del estudio personal, pero no basta. Por esa razón los testigos de Jehová a través de la Tierra (salvo en los países donde las autoridades endemoniadas y contrarias a Dios, políticas o religiosas, lo impiden mediante ley totalitaria) hacen arreglos para cinco ocasiones semanalmente para reunirse a estudiar juntos la Palabra de Dios y también para discutir cómo podrían usar de la mejor manera su lengua en alabar a Dios. Comprenden que más que el reunirse está envuelto en adorar a Dios; tienen que ‘obedecer el mensaje’ y no ‘simplemente escucharlo’ para recibir la aprobación de Dios. Así el que mantengamos gobernada la lengua y nuestra adoración de Dios están entrelazados. El siervo de Dios tiene que ser un alabador diario de Dios: en casa con su familia, en asociación con amigos, en el trabajo, en la escuela y en el juego. Jamás puede “bajar la guardia” y dejar temporalmente de usar su lengua gobernada de manera apropiada. Tenemos que recordar que “hemos venido a ser un espectáculo teatral al mundo, tanto a los ángeles como a los hombres.”—1 Cor. 4:9; Sant. 1:22.

      19, 20. (a) Describa un uso particularmente deleitable de la lengua. (b) ¿Qué responsabilidad inevitable recae en los que son ayudados?

      19 No ha de pasarse por alto el alabar diariamente a Dios en el ministerio de puerta en puerta. ¡Qué uso deleitable y remunerador de la lengua! En tal servicio la lengua, puesta a prueba, es un poder verdadero para lo bueno. Las personas de corazón honrado están tratando de saber qué pueden hacer para recibir el favor de Dios, cómo pueden llenar los requisitos para ser “hombres de buena voluntad” y obtener vida. A los testigos de Jehová les da gusto tener el privilegio de obrar como ‘salvavidas,’ llevando la “palabra de vida” a tales personas, sentándose con ellas en sus hogares y estudiando la Biblia y mostrándoles lo que se requiere a fin de colocarse en línea para la vida. Con razón exclaman, como lo hicieron los emisarios enviados a detener a Jesús: “Jamás ha hablado otro hombre así.” ¡Cuán diferente de las cosas acostumbradas que oyen!

      20 Tales personas que buscan honradamente la justicia comprenden que, después de haber sido ayudadas a llegar a un conocimiento exacto de la verdad, ahora tienen una responsabilidad; que, habiendo recibido, ahora tienen que dar, y la encuentran ser una responsabilidad gozosa, como Jesús dijo. (Hech. 20:35) Ahora les aplica la declaración de Salomón: “No retengas el bien de aquellos a quienes se les debe, cuando sucede que está en el poder de tu mano hacerlo. No le digas a tu semejante: ‘Anda, y vuelve y mañana daré,’ cuando hay algo contigo.” (Pro. 3:27, 28) El retener la información vivificante manteniendo uno cerrada la boca por alguna razón quizás resulte en privación de la vida, tanto para el que retenga la información como para aquel a quien se le negó. Pero el uso apropiado de la lengua puede traer vida a ambos. “Está escrito: ‘Vivo yo,’ dice Jehová, ‘que ante mí toda rodilla se doblará, y toda lengua hará reconocimiento abierto a Dios.’ De manera que cada uno de nosotros rendirá cuenta de sí mismo a Dios.”—Rom. 14:11, 12.

      21. ¿Qué ayuda adicional se provee?

      21 Uno no necesita sentirse angustiado en el presente debido a su incapacidad para desentrañar de la Biblia las verdades tan necesarias para que aprenda agradar a Dios. Hoy Jehová tiene a su organización del “esclavo fiel y discreto” en la Tierra para proveer alimento espiritual en este “debido tiempo.” (Mat. 24:45-47) Hoy 24.900 congregaciones a través de la Tierra están asociadas con esa organización. Hay una congregación en su vecindario. Usted puede identificar el lugar de reunión con el letrero conocido: SALON DEL REINO DE LOS TESTIGOS DE JEHOVA. Esa organización suministra ayudas para el estudio de la Biblia en 166 idiomas para ayudar a personas de cualquier nacionalidad. Esta revista, La Atalaya, se publica en 74 idiomas y, en la última tirada, la edición fue de 5.050.000. Además, esa organización tiene asociadas más de un millón cien mil personas ocupadas activamente en usar su lengua para engrandecer al Soberano Supremo del Universo, Jehová Dios, y para ejercer amor al prójimo. Indican ese amor mediante sus visitas persistentes a gente de toda raza, idioma y creencias religiosas para ayudarla a tener un mejor aprecio del Padre celestial, para que pueda ‘llegar a un conocimiento exacto de la verdad.’ (1 Tim. 2:4) Recíbalos con gusto cuando lo visiten en su casa para rendir tal ayuda.

      22. ¿Qué error mortífero cometieron Adán y Eva, y por eso qué debe determinarse a hacer hoy día toda criatura?

      22 Nuestros padres comunes, Adán y Eva —creados a la imagen y semejanza de Dios con la habilidad indisputable de usar su lengua perfectamente para honrar a su Hacedor— deshonraron y difamaron a Dios al ponerse de parte de aquel que usó mal su lengua, el mentiroso original, el Diablo. Perdieron el derecho a la vida futura. El privilegio de usar ese instrumento provisto divinamente, la lengua, de manera correcta se le extiende hoy día al hombre. Todos los que buscan la verdad deben reconocer a Jehová como el dador de todos los dones buenos, en los que se incluye el don del habla, y dedicarle su todo a Él. Nos encontramos en el umbral del nuevo orden de Dios bajo su reino eterno de justicia. Durante ese nuevo orden “toda cosa que respira” alabará a Jehová. (Sal. 150:6) A la inversa, cualquiera que no rinda tal alabanza no se hallará entre los que respiran. “Ahora es el tiempo especialmente acepto” para usar nuestras voces para honrar a nuestro Creador, este derrotero conduciendo a la vida. (2 Cor. 6:2) La oración de cada uno debe ser: “Que los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón lleguen a ser placenteros delante de ti, oh Jehová mi Roca y mi Redentor.”—Sal. 19:14.

  • Aprecio de la organización de Jehová
    La Atalaya 1968 | 15 de enero
    • Aprecio de la organización de Jehová

      SEGUN LO RELATO JOHANNES WEBER

      DE MUCHACHO ya tenía un vivo interés en la Biblia. La historia seglar y bíblica se hallaban entre mis materias favoritas de la escuela. Al entrar el siglo veinte se enseñaban las sobresalientes historias bíblicas en nuestras escuelas en Alsacia, entonces de Alemania, ahora parte de Francia. La instrucción religiosa por el ministro eclesiástico en su mayor parte se basaba en la Biblia. Porciones extensas de las Escrituras Hebreas se asignaban como tarea, para aprenderse de memoria o escribirse en las propias palabras del alumno. Nuestra Biblia familiar antigua, de tamaño grande, llegó a ser mi libro de texto. Encontré una atracción poderosa en la historia de José y sus hermanos, aunque lloraba cada vez que la leía.

      Los maestros pronto notaron que generalmente hacía buen trabajo sobre estos temas de historia sagrada y profana; tanto así que si, en virtud de negligencia, dejaba de hacer mi tarea, rápidamente se daban cuenta de esto y me preguntaban la razón de ello. En esos días aprendimos de memoria los nombres de los sesenta y seis libros de la Biblia, algo que iba a serme muy útil en años posteriores.

      Aunque todavía estaba bastante joven solía meditar en los temas de “infierno” y “el alma.” Cuando, en un funeral, decía nuestro ministro: “Mientras el cuerpo comienza a reducirse en polvo, el espíritu o alma se va flotando hacia el cielo,” a menudo deseaba poder ver alguna evidencia de este desarrollo, aunque naturalmente nunca pude verla.

      Al salir de la escuela fui aprendiz en una empresa comercial en Estrasburgo, y aunque la iglesia estaba al otro lado de la calle, rara vez asistía. Desde mi posición ventajosa en la tienda donde trabajaba prefería ver entrar a otros. Tampoco acepté

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