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    ¡Despertad! 1978 | 8 de diciembre
    • Cómo pescar tiburones mientras se duerme

      Según fue relatado al corresponsal de “¡Despertad!” en las Islas de Sotavento

      “¡TIBURÓN!” Ese grito alarmante por lo general hace que hasta los más intrépidos huyan apresuradamente para ponerse a salvo. Sin embargo, para nosotros los pescadores antillanos esa alarma puede significar alimento y ganancia.

      Pero, la captura de un tiburón blanco no es una tarea sencilla. Y estoy convencido, después de 32 años de ganarme la vida como pescador, que el modo más seguro de hacerlo es lo que llamo mi “método de pescar durmiendo.” Permítame explicarle.

      Hace algunos años comencé a pescar con trampas hechas de una malla de alambre que se extiende sobre un armazón de madera. Estas son de forma hexagonal y tienen entradas ahusadas por las cuales los peces y otras criaturas marinas pueden entrar y así quedar atrapados. Por lo general estos garlitos tienen un metro de diámetro, y van anclados a una piedra pesada. Los deposito unos tres kilómetros de la costa de mi isla natal, Anguila, en el mar Caribe.

      Sin embargo, me enfrentaba a un problema continuo con los tiburones grandes. Estos embestían contra mis trampas y las destruían; y entonces se devoraban los peces liberados.

      Una noche, frustrado después de esperar por horas para pescar a uno de estos ladrones con caña y anzuelo, comencé a razonar: ¿Por qué no ponerle una trampa al Sr. Tiburón y atraparlo sin afán mientras yo mismo duermo tranquilamente?

      Ideé un plan para hacer esto, pero mi compañero de pesca era escéptico. Puesto que conocía la naturaleza violenta del Sr. Tiburón en circunstancias normales, a mi compañero le parecía que no sería muy prudente el arriesgar nuestra vida a cambio de salvar unos cuantos peces. Pero como yo estaba seguro de que no era tan arriesgado como él imaginaba, comencé a reunir equipo para poner mi plan en acción.

      Una trampa sencilla pero eficaz

      La trampa misma era sencilla. Tomé seis metros de alambre de acero de medio centímetro de diámetro y lo fijé a una piedra de 18 kilos de peso. Até el otro extremo a un pedazo grande de madera que serviría de boya. Al otro extremo de esta boya de madera fijé otro trozo del mismo alambre de acero. Al extremo opuesto de este alambre fijé un anzuelo grande con pez de carnada. Entonces arrojé la piedra al fondo del mar cerca de mis garlitos (a cuatro metros bajo la superficie), dejando flotar la boya sobre el agua. A continuación comencé a remar en dirección a la costa lentamente, confiado de obtener una buena caza si el Sr. Tiburón venía a picar una de mis trampas.

      A la mañana siguiente mi compañero y yo salimos al mar como de costumbre. A unos 460 metros de la boya observé inmediatamente que un extremo de ésta estaba levantado mientras que el otro estaba sumergido. Para nuestro gran deleite hallamos la mitad de un tiburón de metro y medio de largo en el anzuelo. Un tiburón más grande se había comido la otra mitad. Desde que empecé a emplear mi método he atrapado más de 500 tiburones de diferentes clases.

      Uno pudiera concluir que el quedar enganchado al anzuelo y permanecer anclado sería un tormento para el tiburón. Pero esto no es necesariamente cierto, pues una autoridad declara: “El cerebro pequeño y el sistema nervioso subdesarrollado protege al tiburón contra sentimientos de dolor o temor, debido a lo cual es extremadamente difícil producir un artefacto eficaz para defenderse del tiburón.”

      No es tarea para miedosos

      Permítame relatarle dos de mis más difíciles encuentros con tiburones de tres metros de largo. En el primero de los casos al acercarme a la boya cerca de los garlitos, noté a uno de estos gigantes enganchado a mi trampa especial. Mi compañero me advirtió que no lo tocara, porque parecía demasiado grande para nuestro pequeño bote de tres metros. Al observar la criatura por medio de una máscara de buceo, vi que estaba cansada y que flotaba boca abajo en el fondo.

      A pesar de las protestas de mi amigo, me sentí seguro de que si era posible traer el pez a la superficie en la misma posición (barriga arriba), podríamos capturarlo. Con la ayuda de un arpeo largo, lo subí suavemente hasta la superficie. Felizmente, no mostró señal de lucha. Pronto, la parte de abajo estaba a lo largo de la línea de flotación de nuestro esquife. ¡Rápidamente, destripamos el tiburón! Esto puso al descubierto sus dos capas de hígado. Y éstas proveyeron suficiente flotabilidad para mantener el cadáver a flote mientras lo remolcamos a tierra.

      Cómo atrapé a un gigante

      Puede verse un ejemplo de los peligros envueltos de la experiencia que tuve hace varios años con un tiburón de tres metros de largo. Al acercarme al sitio donde el tiburón blanco estaba entrampado, proseguí con cautela a fin de asegurarme de que estaba apropiadamente enganchado. Sin embargo, al observar su tamaño, me sentí un poco dudoso de que yo solo pudiera atrapar este tiburón en un bote tan pequeño. Pero la idea de obtener casi dos meses de salario ($700 en nuestra moneda local, o 269 dólares) de un pez de este tamaño me animó. Después de volver a considerar la situación, opté por desconectar de la baya la cuerda a la cual estaba enganchado el tiburón, y entonces remolcarlo a tierra.

      Así comenzó el trabajo duro. A fin de remolcar al monstruo comencé a aplicar sobre los remos toda la fuerza de mis 92 kilos en dirección a la bahía más cercana, a unos 460 metros de distancia. Al principio no fue muy difícil. El Sr. Tiburón me siguió como un corderito. Pero al llegar a unos 90 metros de la playa, este sujeto comenzó a oponer fuerte resistencia, tirando frenéticamente del botecito en forma de zigzag y agitando violentamente el agua. Mientras más tiraba el tiburón, más desesperadamente le daba yo a los remos.

      Después de llegar a unos cuatro metros de la orilla, salté en el oleaje con el agua hasta la cintura, mientras mantenía sujeta la cuerda a la cual estaba enganchado el tiburón. Pasándome la cuerda por la cintura y los brazos, continué haciendo fuerzas hacia atrás hasta que la cabeza del tiburón descansó sobre la arena a poco más de medio metro del borde del agua. Después de traer el bote a la playa y sujetar la cuerda a él, comencé a buscar frenéticamente algo con lo cual matar al gigantesco pez. Sin embargo no había nada a la vista. Después de correr por unos 410 metros, finalmente descubrí un trozo grande de madera flotante. Llevé un gran disgusto cuando se desintegró al darle el primer golpe al tiburón, lo cual resultó en que el gigante comenzara a revolverse furiosamente en el agua y la arena.

      Desesperadamente volví a correr en busca de un arma, esta vez por lo menos 550 metros. Al regresar con una estaca de madera sólida, de algún modo logré vencer al tiburón. Cansado y arrastrándome, intenté mover a este gigante de 290 kilos para meterlo en el bote a fin de transportarlo a un sitio donde pudiera obtener ayuda. Pero no pude moverlo. Como último recurso, decidí volverlo hacer flotar, y remolqué el tiburón detrás del bote por poco más de un kilómetro hasta un punto donde pude obtener ayuda adicional.

      Ciertamente útiles

      Todas las partes de esta peligrosa criatura del mar son comestibles, a excepción de sus afiladísimos dientes. En las islas, las noticias de la caza de un tiburón se propagan rápidamente y las amas de casa vienen hasta el bote mismo a comprar porciones para sus comidas. Algunas preparan al Sr. Tiburón en guisos, otras lo cuecen al horno con verduras o en forma de bistecs.

      Quizás le sorprenda enterarse de que el hígado de algunos tiburones pesa casi hasta 10 por ciento del peso entero del animal. He visto hígados de tiburón de metro y medio de largo y casi un metro de ancho. Los tenían colgados al sol para hacer gotear su preciado aceite rico en vitaminas. Toma aproximadamente dos semanas para extraer todo el aceite. Sin embargo, si se emplea el método de hervir, el tiempo es mucho más breve. Algunos pescadores prefieren hacer esto en un lugar aislado debido al olor repulsivo. En promedio, los hígados de este tamaño producen de 28 a 38 litros de aceite. Los isleños usan este aceite en sus esfuerzos por combatir enfermedades como resfriados, epilepsia, neumonía, reumatismo y muchísimas otras dolencias.

      No, hasta ahora ningún tiburón me ha mordido, aunque una vez, mientras descuartizaba a uno, me arañé un dedo con uno de sus dientes. El dolor de ese pequeño arañazo duró por horas, lo cual me dejó convencido de que la mordida del tiburón puede producir una muerte segura.

      Últimamente por aquí no oímos el grito “¡TIBURÓN!” muy a menudo. Supongo que hemos atrapado la mayoría de los grandes. O tal vez los tiburones se han puesto sobre aviso acerca de mi “técnica de atrapar tiburones mientras se duerme.”

      [Ilustración de la página 22]

      (Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

      TRAMPA DE TIBURÓN

      BOYA

      DESCONECTE EL TIBURÓN DESDE AQUÍ

      SOGA O CABLE DE ALAMBRE

      ALAMBRE DE ACERO DE 0,6 CM

      3,5 M

      NASA

      CEBO Y ANZUELO

      PIEDRA

  • Educación que fomenta el buen éxito
    ¡Despertad! 1978 | 8 de diciembre
    • Educación que fomenta el buen éxito

      ‘POR medio de amar profundamente a Jehová Dios y estar convencidos de que Él los ama, podrán lograr éxito en su camino.’ ¿Cómo responde usted a esa declaración?

      Las 1.899 personas que se reunieron en el Salón de Asambleas de los Testigos de Jehová en Long Island City, Nueva York, el domingo 10 de septiembre, concordaron plenamente con esta idea. W. L. Barry expresó esta idea en la ceremonia de graduación de los 29 estudiantes que componen la clase 65 de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. Estos estudiantes habían terminado un curso de entrenamiento especial de cinco meses de duración que los ha equipado para la obra misional en territorios extranjeros.

      Años antes, Barry había asistido a la Escuela de Galaad y después de eso por muchos años había disfrutado de trabajar con misioneros en el Japón. Por lo tanto, el que él animara a los graduandos a considerar la asignación misional como una expresión del amor de Dios tenía el apoyo de una rica experiencia personal. Fue muy factual al señalar que tendrían que enfrentarse a problemas en una asignación extranjera. Tendrían que acostumbrarse a ‘un nuevo idioma, nuevos alimentos, un nuevo arreglo de hogar misional y hasta a nuevas enfermedades.’ No obstante, por medio de adherirse fielmente a la obra debido al amor a su Hacedor, los misioneros entrenados en Galaad, fortalecidos por la Palabra de Dios y la oración, pueden tener buen éxito.

      El programa educativo de la Escuela de Galaad está diseñado para ayudar a los estudiantes tanto desde el punto de vista espiritual como práctico. Al llamar atención a esto, Don Adams aludió a la instrucción práctica especial que ellos habían recibido para poder encargarse de la lavandería y la preparación de comidas en el hogar misional. Se espera que este nuevo rasgo del plan de estudios contribuya a que todos los interesados puedan disfrutar más del servicio misional. Por supuesto, este entrenamiento práctico está subordinado a la educación que equipa a los estudiantes de Galaad para ser mejores maestros de las

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