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  • Barac, juez y libertador de Israel
    La Atalaya 1967 | 1 de enero
    • bien a Satanás el Diablo, el principal opresor del pueblo de Dios, mientras que sus agentes en la Tierra que lo obedecen serían representados bien por el general Sísara. ¿Qué hay en cuanto a Jael? ¿A quién representa ella?

      No siendo de la nación de Israel, representaría a alguien más que los israelitas espirituales. Lógicamente ella representaría a la “grande muchedumbre” que el apóstol Juan vio después de haber visto a los 144.000 del Israel espiritual, y cuya muchedumbre salió de todas las naciones, pueblos y lenguas. Estos participan en alabar a Jehová Dios y manifiestan su lealtad al mayor Barac, Jesucristo, y al Israel espiritual al tratar a los agentes de Satanás como muertos.—Rev. 7:9-17.b

      ¡Verdaderamente, lo que se escribió en tiempo pasado ciertamente sirve para fortalecer nuestra fe, estimulándonos y alumbrando nuestra senda!—Sal. 119:105.

  • Proclamadores del Reino de Dios
    La Atalaya 1967 | 1 de enero
    • Proclamadores del Reino de Dios

      INMEDIATAMENTE antes de ascender al cielo Jesucristo grabó indeleblemente en la mente de sus discípulos la responsabilidad de dar testimonio a otros. Le aclaró que la predicación acerca del reino de Dios era una parte esencialísima de la adoración verdadera. “Recibirán poder cuando espíritu santo llegue sobre ustedes,” prometió él, “y serán testigos de mí tanto en Jerusalén como en toda Judea y en Samaria y hasta la parte más lejana de la tierra.”—Hech. 1:8; Mat. 28:19, 20.

      Pero el dar testimonio acerca del reino de Dios en un mundo enemigo no sería tarea fácil. Jesús sabía esto. Había advertido a sus discípulos que, “si ellos me han perseguido a mí, a ustedes también los perseguirán.” (Juan 15:20) Por eso, ¿cómo podrían aguantar sus seguidores esta oposición mundial y no obstante atender apropiadamente a las personas de cualidades de oveja que reaccionaran favorablemente a la predicación de ellos? Solo podrían hacerlo si tuvieran intenso amor a Dios y al que él nombró como amo de las “ovejas,” Jesucristo.

      Observe cómo Jesús recalcó el papel que desempeña el amor en hacer esta predicación. La ocasión fue una mañana después de su resurrección. Siete de sus discípulos estaban reunidos en la playa del mar de Galilea, donde acababan de desayunarse. Apenas unos días antes, su apóstol, Simón Pedro, había negado a Jesús durante un instante de debilidad. Por eso, delante de todos el resucitado Jesús preguntó: “‘Simón hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?’ Le dijo: ‘Sí, Señor, tú sabes que te tengo cariño.’ Le dijo: ‘Apacienta mis corderos.’”—Juan 21:15.

      Jesús comprendió que Pedro estaba verdaderamente arrepentido, pero quería grabar en él y en los otros discípulos la importancia de predicar y atender a las personas de cualidades de oveja que escucharan. De modo que preguntó por segunda vez: “‘Simón hijo de Juan, ¿me amas?’ Le dijo: ‘Sí, Señor, tú sabes que te tengo cariño.’ Le dijo: ‘Pastorea mis ovejitas.’”—Juan 21:16.

      ¿Cómo podía Jesús haber recalcado más fuertemente que era responsabilidad de ellos el cuidar los intereses espirituales de otros? Realmente Jesús estaba usando a Pedro como tornavoz, para grabar la importancia de predicar, no solo sobre sus discípulos presentes allí, sino también sobre todos sus seguidores que viven hoy en día. ¿Ama usted al amo Jesús? Si lo ama, usted tiene que demostrarlo por medio de hacer la voluntad de su Padre. “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino de los cielos,” dijo Jesús, “sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.”—Mat. 7:21.

      Jesús no dejó duda en la mente de aquellos discípulos que estaban en la playa de Galilea esa mañana tocante a qué era la voluntad de Dios. ¡Era el que ellos atendieran a las “ovejas”! Esto quiso decir que tenían que predicar. Por eso para fijar esto en su mente Jesús preguntó a Pedro por tercera vez: “¿Me tienes cariño?” Como usted bien puede imaginarse, “Pedro se contristó de que le dijera por tercera vez: ‘¿Me tienes cariño?’ De modo que le dijo: ‘Señor, tú sabes todas las cosas; tú bien sabes que te tengo cariño.’ Le dijo Jesús: ‘Apacienta mis ovejitas.’”—Juan 21:17.

      Después de leer este relato bíblico, ¿hay alguna duda en la mente de usted tocante a que Jesús quería que Pedro y todos los discípulos continuaran la predicación del Reino que él había iniciado? ¿No indica también esto que es responsabilidad cristiana de usted el ayudar a personas de cualidades de oveja a aprender acerca del reino de Dios? Jesús dijo que, exactamente antes del fin de este inicuo sistema de cosas, “estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones.” (Mat. 24:14) Puesto que la evidencia indica el hecho de que ahora vivimos en el tiempo del fin, ¿participará usted en esta proclamación del reino de Dios?

      LLENANDO LOS REQUISITOS PARA PARTICIPAR

      Quizás la primera reacción de usted sea que usted no es capaz de explicar a otros acerca de las “buenas nuevas del reino.” Si ése es el caso, ¡cobre ánimo! “No tengas miedo,” Jehová conforta, “porque yo estoy contigo. . . . Yo verdaderamente te ayudaré.” Vez tras vez Dios ha cumplido esta promesa y ha ayudado a sus siervos a llevar a cabo sus asignaciones. Él lo ayudará a usted también, pero usted tiene que probar su deseo de hacer la voluntad de Dios por medio de esforzarse.—Isa. 41:10.

      Por eso, si su problema es que usted se siente inadecuado y falto de preparación para hacer esta predicación del Reino, usted debería pedir ayuda. Diríjase a Dios en oración y pida conocimiento y entendimiento. “Sigan pidiendo,” Jesús dijo, “y se les dará.” El escritor bíblico inspirado dijo que si “sigues buscándolo como a la plata, y como a tesoros escondidos sigues buscándolo, en tal caso entenderás el temor de Jehová, y encontrarás el mismo conocimiento de Dios.”—Mat. 7:7; Pro. 2:4, 5.

      Esto significa que, en armonía con las oraciones de usted, usted hará del estudio bíblico un hábito, estudiando con el propósito en mientes de ayudar a otros a aprender acerca del reino de Dios. Por lo tanto, a medida que estudia pregúntese a usted mismo: ¿Cuándo hizo arreglos Dios por primera vez para un Reino? ¿Qué tipo de gobierno es? ¿A quién ha nombrado Dios como rey de su reino? ¿Es el Reino celestial o terrestre? ¿Quiénes serán sus súbditos? ¿Cuándo limpiará la Tierra éste de toda iniquidad? ¿Qué se requiere para conseguir la vida bajo ese reino?

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