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  • ¿Basta la sinceridad?
    La Atalaya 1956 | 1 de noviembre
    • ¿Basta la sinceridad?

      MUCHAS personas dicen que con tal que usted sea sincero en su creencia, eso basta. Alegan que el juicio divino gira en las bisagras de lo sincero y no de lo correcto. No es tanto un asunto de creencia correcta como lo es de creencia sincera. La sinceridad es necesaria, pero ¿basta con ella?

      “Camino hay que al hombre le parece recto, cuyo fin son caminos de muerte.” El camino equivocado no conduce a la destinación correcta sólo porque el que ande perdido sea sincero.—Pro. 14:12.

      Jesús dijo a sus seguidores: “Viene la hora cuando todo aquel que los mate se imaginará que ha rendido un servicio sagrado a Dios.” ¿Aprobará Jehová que se mate a los cristianos con tal que se haga con sinceridad?—Juan 16:2, NM.

      El apóstol Pablo dijo acerca de los que eran sinceros pero que estaban equivocados: “Les doy testimonio de que tienen un celo por Dios; pero no conforme a un conocimiento acertado; porque, a causa de no conocer la justicia de Dios sino de tratar de establecer la suya propia, ellos no se sujetaron a la justicia de Dios.”—Rom.10:2, 3, NM.

      Estas personas eran sinceras; también eran testarudas. Estaban tan resueltas a probar que ellas tenían razón que no tenían tiempo para aprender lo que Dios decía que era correcto. No eran sinceramente mansas, sino sinceramente testarudas, idolatrando su propia voluntad y camino y rehusando sujetarse a la voluntad y camino de Dios.

      La sinceridad es necesaria, pero no basta. Los que son verdaderamente sinceros cambian al saber que están equivocados. Debido a su sinceridad Jehová les extiende misericordia. Así fué en el caso del apóstol Pablo, quien escribió: “Antes era blasfemo y perseguidor y hombre insolente. No obstante, se me mostró misericordia, porque era ignorante y obré con falta de fe.”—1 Tim. 1:13, NM.

      Jehová requiere más que la sinceridad: “¿Y qué es lo que Jehová pide de ti, sino hacer justicia, y amar la bondad, y andar humildemente con tu Dios?” ¿Cómo es posible hacer justicia y practicar la bondad sin saber lo que Jehová considera justo y bueno? ¿Cómo puede uno andar humildemente con Dios a menos que conozca el camino o sendero de Dios? Uno no puede andar testarudamente en su propio camino y al mismo tiempo andar humildemente en el camino de Dios.—Miq. 6:8, Darby.

      Una persona que es verdaderamente sincera cambia cuando se le prueba equivocada. ¿Cuán sincera, en realidad, es la persona que sigue creyendo que el alma es inmortal aun después que se le haya mostrado en su propia Biblia que “el alma que pecare, ésa es la que morirá”? ¿Cuán sincero es aquel que todavía cree que Dios y Cristo son iguales en una trinidad después de leer en su propia Biblia las palabras de Jesús: “El Padre mayor es que yo”? ¿Cuán sincero es aquel que, habiéndosele mostrado en su propia Biblia que “el salario del pecado es muerte,” sigue arguyendo que el castigo por el pecado es tormento eterno?—Eze. 18:4; Juan 14:28; Rom. 6:23.

      ¿No será que muchos de los que dicen que la sinceridad basta sólo quieren seguir su propio camino y al mismo tiempo hacer que lleve la marca de la aprobación de Dios? ¡Es tan fácil seguir complacientemente el propio camino de uno mientras uno se esconde detrás de la pretensión de la sinceridad! A menudo la testarudez está oculta bajo el manto de la sinceridad. Cuando no lo está, cuando la sinceridad es genuina de punta a cabo, su poseedor cambia cuando se le prueba que sus caminos están equivocados. Si no hay ningún esfuerzo por aprender lo que es correcto, si no hay ningún cambio cuando se prueba que la creencia es equivocada, entonces nunca hubo ninguna sinceridad genuina.

  • Jesús y los judíos
    La Atalaya 1956 | 1 de noviembre
    • Jesús y los judíos

      ¿Por qué fue Jesús un tropiezo para los judíos hace diecinueve siglos? ¿Por qué les es aun mayor piedra de tropiezo a los judíos ahora? ¿Qué hechos son una llave para abrir mentes que por largo tiempo han estado cerradas en cuanto a este tema?

      JESÚS pudo volver el agua en vino. Pudo detener el viento y calmar las olas y andar sobre las aguas. Pudo alimentar a miles de personas con unos cuantos panes y pescados. Pudo sanar a los cojos, limpiar a los leprosos, hacer que los ciegos vieran y que los sordos oyeran. Hasta pudo levantar a los muertos para que viviesen.

      Pero él no pudo convertir a la nación judía.

      Él no esperaba hacerlo. Él sabía que Isaías había predicho que él sería “para piedra de tropiezo y para roca de caída a las dos casas de Israel.” La palabra de Dios no sería anulada. En cumplimiento de ella él esperaba el rechazamiento y la persecución y la muerte.—Isa. 8:14.

      No obstante, Jesús hizo que miles y miles de judíos individuales cambiaran al cristianismo. El cristianismo descansa sobre cimientos judíos; todos los apóstoles y primeros discípulos de Jesús fueron judíos. Aunque la mayoría de estos judíos cristianos fue sacada de entre la clase social más humilde, muchos de ellos fueron escribas y sacerdotes y fariseos anteriormente. (Hech. 6:7; 15:5) Las características judías no han cambiado. Si los rasgos raciales no impidieron que miles de judíos aceptaran a Jesús en aquel entonces, entonces no es correcto decir que se debe a estos rasgos el que los judíos rechacen a Jesucristo ahora. ¿Por qué lo aceptaron tantos judíos en aquel tiempo, pero tan pocos ahora?

      Cierto, en aquel tiempo él ejecutó milagros que los cristianos no pueden duplicar ahora. Estos fueron impresionantes

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