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Cosechando fruto apropiado para el reino de DiosLa Atalaya 1980 | 1 de noviembre
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26. Se nos recompensará con una cosecha de cualidades de personalidad aprobadas por seguir ¿qué proceder?
26 El reino de Dios, por el cual los discípulos de Cristo han orado por mucho tiempo, ya está a punto de lanzarse contra los gobiernos enemigos en el interés de vindicar la soberanía universal de Dios. Junto con eso nos queda por delante a cada uno una temporada de siega o cosecha personal con relación a ese reino. Es preciso ejercer el mayor cuidado respecto a la “tierra” ambiental en la cual estamos plantando las semillas de las características de nuestra personalidad. Nuestra asociación social, recreativa, moral y religiosa debe ser con los que están a favor del reino de Dios mediante Cristo en medio de toda circunstancia y con una profundidad de devoción invencible. El que pensemos seriamente de antemano en lo que estamos sembrando, y dónde, y siempre con miras al reino de Dios, será recompensado con una cosecha abundante del fruto de una personalidad madura y activa semejante a la de Cristo. ¡Cuánto le agradará esto a Jehová Dios! Él nos favorecerá con la expresión de su aprobación sin reserva y con todas las bendiciones que son el resultado de tener su aprobación.
27. ¿Qué resultará en que en nosotros veamos un cumplimiento favorable de la ilustración de Marcos 4:26–29?
27 Por eso, ante la creciente urgencia de los tiempos, nos conviene prestar atención a la siguiente exhortación oportuna: “Considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes, no abandonando el reunirnos, como algunos tienen por costumbre, sino animándonos unos a otros, y tanto más al contemplar ustedes que el día va acercándose.” (Heb. 10:24, 25) Esto resultará para nosotros en un cumplimiento favorable de la breve, pero poderosa, parábola del sembrador y la semilla, en Marcos 4:26-29. Entonces experimentaremos “el regocijo del tiempo de la siega.” Con gran emoción comprenderemos cabalmente que “el que está sembrando teniendo en mira el espíritu, segará del espíritu vida eterna.”—Gál. 6:8; Isa. 9:3.
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Un sabio proverbioLa Atalaya 1980 | 1 de noviembre
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Un sabio proverbio
“Donde hay uno que está encubriendo el odio hay labios de falsedad, y el que presenta un informe malo es estúpido.”—Pro. 10:18.
Muchos proverbios contienen un contraste que ayuda a aclarar lo que es correcto o sabio. Pero Proverbios 10:18 tiene dos partes que llevan una idea similar, la segunda de las cuales refuerza a la primera. Juntas, ofrecen perspicacia en cuanto al pensamiento de Dios y nos guían de la manera correcta.
Primero, leemos que “donde hay uno que está encubriendo el odio hay labios de falsedad.” Esa es una verdad fundamental. Si un hombre odia en su corazón a otro, el que él esconda eso detrás de palabras dulces o adulación es realmente engaño, ¿verdad? Como el individuo que presenta un exterior falso, sus labios expresan falsedad.—Pro. 26:24.
En vez de ocultar el odio, algunas personas hacen lo que la segunda parte del proverbio menciona. ‘Presentan un informe malo.’ Su mala intención las lleva a tratar de causar daño por medio de acusaciones falsas o comentarios despectivos hechos con el propósito de lograr que otros menosprecien a la persona odiada. Esto ciertamente es “estúpido.” El calumniador “informe malo” no cambia en realidad lo que la otra persona es. Más bien, la persona calumniadora queda marcada sencillamente según lo que ella es; las personas entendedoras la menosprecian a ella por su proceder. Por eso, en vez de causar daño a la otra persona, la persona que odia y calumnia se causa daño a sí misma.
Lo que es correcto y sabio es evadir estas dos maneras de actuar. Dios dijo a los israelitas: “No debes odiar a tu hermano en tu corazón.” Y Jesús extendió el punto, al aconsejar: “Continúen amando a sus enemigos y orando por los que los persiguen; para que demuestren ser hijos de su Padre que está en los cielos.” (Lev. 19:17; Mat. 5:44, 45) Por supuesto, no es fácil desarraigar el odio que quizás se haya desarrollado, pero ¿no es eso mejor que dejar allí lo que pudiera conducir a la falsedad hipócrita o a la calumnia estúpida? Y cuando nos libramos de la maldad, nos acercamos más a la imagen de Dios.
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