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  • El arte de ser abuelos
    ¡Despertad! 1981 | 22 de febrero
    • Cómo tratarnos a nosotros los abuelos

      Las estaciones del año presentan interesantes contrastes, y hay quienes las han comparado a los cambios que ocurren en las diferentes etapas de nuestra vida. Algunas personas se adaptan a las estaciones con mayor facilidad que otras.

      Pueden surgir problemas a medida que nosotros los abuelos envejecemos. Con el transcurso de los años, se hace más difícil llevarse con algunos de nosotros. Lo que hagamos quizás interrumpa los arreglos de la familia. Tal vez nos pongamos más irascibles y menos pacientes y tolerantes. Triste es decirlo, pero la senilidad afecta a algunos de nosotros, a unos más que a otros. Si, en tiempos anteriores, hemos sembrado la paciencia, la tolerancia y el amor, tenemos razón para esperar que segaremos esas cualidades de vuelta.

      Prescindiendo de lo ancianos que seamos, a nosotros los abuelos nos gusta que se nos haga sentir que todavía somos parte de la familia. En realidad, una relación que se mantiene estrecha gracias a la comunicación y al reconocimiento de que las personas de edad avanzada y los jóvenes pueden enriquecerse unos a otros con las experiencias de la vida es una relación verdaderamente satisfaciente. Cuando el amor y el respeto son mutuos, las tres generaciones —abuelos, padres e hijos— pueden disfrutar, aun en un mundo turbulento, de muchas de las bendiciones que Dios tenía propuestas al instituir la familia.—Contribuido.

  • La lección de unas ciudades notorias
    ¡Despertad! 1981 | 22 de febrero
    • La lección de unas ciudades notorias

      ERAN ciudades prósperas, cada una con su propio rey. Pero repentinamente, en un día, fueron destruidas por fuego y nunca fueron reconstruidas. Esto sucedió hace unos 3.900 años.

      No obstante, una de estas notorias ciudades hermanas tenía un nombre que hasta este día se conserva en numerosos idiomas en una palabra que denota depravación... Sodoma. La otra ciudad era Gomorra.

      Tan completa fue la destrucción de estas ciudades que ni siquiera se puede señalar a un montón de ruinas que marque el punto donde, respectivamente, se hallaban. The New Encyclopœdia Britannica dice acerca de las dos ciudades: “Es probable que en la actualidad estén cubiertas por las aguas poco profundas al sur de al-Lisān, una península que se halla cerca del extremo sur del mar Muerto, en Israel.” Por lo tanto, pudiera ser digno de mención el hecho de que buzos que estaban explorando esta parte del mar informaron haber encontrado lo que parecía ser un muro. Para entender más plenamente lo que sucedió a estas ciudades de mala reputación, tenemos que remontarnos al tiempo en que estaban floreciendo.

      Las condiciones en Sodoma

      Una noche, dos forasteros entraron en Sodoma. Los hombres prósperos de la ciudad los vieron, pero ningún residente les extendió la bienvenida. Finalmente llegó Lot, un hombre temeroso de Dios que se había establecido en aquella área. Al verlos, él insistió en que los hombres pernoctaran en su hogar. Antes de que Lot y sus visitantes pudieran prepararse para dormir, una chusma rodeó la casa. La gente depravada de Sodoma, desde niño hasta anciano, exigió que Lot entregara a los visitantes en manos de ellos. ¿Por qué? Querían someterlos a ultraje sexual.

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