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  • El libro de Eclesiastés... una lección en valores verdaderos
    La Atalaya 1980 | 1 de agosto
    • el gasto de algún dinero. Cualquiera que estuviera inclinado a pensar de ese modo debería preguntarse: “¿Y para quién estoy trabajando duro y haciendo que mi alma carezca de cosas buenas?” Prescindiendo de lo vasto de las posesiones de un acaudalado, “sus ojos mismos no están satisfechos con riquezas.” Al tanto de esto, Salomón escribe:

      “Mejores son dos que uno, porque tienen un buen galardón por su duro trabajo. Pues si cayese uno de ellos, el otro puede levantar a su socio. Pero ¿cómo será con el que está solo y cae cuando no hay otro que lo levante? Además, si dos se acuestan juntos, entonces ciertamente se calentarán; pero ¿cómo puede mantenerse caliente uno solo? Y si alguien pudiese sobreponerse a uno solo, dos juntos pudieran mantenerse firmes contra él. Y una cuerda triple no se puede romper en dos pronto.”—Ecl. 4:9-12.

      Estas palabras enseñan una importante lección. Las relaciones humanas son más remuneradoras que las posesiones. El interés genuino en el semejante de uno, y los esfuerzos que se hagan para ayudar al semejante son mucho más valiosos que el oro, la plata o cualquier otro objeto inanimado.

      LA OPRESIÓN Y LA INJUSTICIA

      El libro de Eclesiastés reconoce francamente que la humanidad ha sufrido mucha opresión: “Y yo mismo me volví para poder ver todos los actos de opresión que se están haciendo bajo el sol, y, ¡mira! las lágrimas de los que estaban siendo oprimidos, pero no tenían consolador; y de parte de sus opresores había poder, de modo que no tenían consolador.” (Ecl. 4:1) Cuando los oprimidos buscan alivio de las personas que están en el poder, suele haber injusticia. Salomón declara: “Y además he visto bajo el sol el lugar de la justicia donde había iniquidad y el lugar de la rectitud donde estaba la iniquidad.”—Ecl. 3:16.

      ¿Cómo debería responder la gente ante la realidad de extensa opresión e injusticia? Primero se debe llegar a comprender esta declaración inspirada: “Lo que se hace torcido no se puede hacer derecho, y lo que falta absolutamente no se puede contar.” (Ecl. 1:15) Algunas personas, con motivos sinceros, han pasado toda la vida tratando de producir condiciones de justicia en la Tierra, pero sin lograr éxito. La Palabra de Dios muestra claramente que solo el reino de Dios puede eliminar de la humanidad la iniquidad. (Dan. 2:44; 2 Ped. 3:13; Rev. 21:1-5) Ninguna cantidad de esfuerzo humano puede enderezar los innumerables aspectos ‘torcidos’ del comportamiento del hombre.

      En vista de que esto es así, el congregador suministra otra pauta útil: “Yo digo: ‘Guarda la mismísima orden del rey, y eso por consideración al juramento de Dios. No te des prisa, para que salgas de delante de él. No te quedes plantado en una cosa mala. Pues todo aquello que se deleite en hacer él lo hará, porque la palabra del rey es el poder de control; y ¿quién puede decirle: “¿Qué estás haciendo?”’”—Ecl. 8:2-4.

      Eclesiastés no aboga por la rebelión ni los esfuerzos por derrocar a los gobiernos existentes. El proceder de sabiduría es permanecer en sujeción obediente a las gubernamentales “autoridades superiores.” (Rom. 13:1-7) En casos raros, el deseo de tener la aprobación de Dios puede mover a alguien a retraerse de ejecutar ciertos mandatos dados por funcionarios. (Dan. 3:12, 16-18) Sin embargo, en los casos en que los decretos o solicitudes oficiales no exigen que se viole la ley de Dios, el proceder de sabiduría es ‘guardar la mismísima orden del rey.’

      Espaciándose más en este pensamiento, el congregador dice: “El que está guardando el mandamiento no conocerá ninguna cosa calamitosa, y el corazón sabio conocerá tanto el tiempo como el juicio. Pues existe un tiempo y juicio aun para todo asunto, porque la calamidad de la humanidad es abundante sobre ella. Pues no hay quien sepa lo que llegará a ser, porque ¿quién puede informarle justamente cómo llegará a ser?” (Ecl. 8:5-7) Hasta en los casos en que la gobernación es dura y arbitraria, el sabio no se levanta en rebelión. Se da cuenta de que hay un “tiempo” o sazón en el cual algo sucederá que cambiará la situación hacia lo mejor. Pero como el sabio no sabe “justamente cómo” vendrá ese cambio, el proceder prudente en la actualidad es que él se mantenga ocupado en sus asuntos, ejerciendo buen juicio al tratar con los aspectos desagradables de la vida diaria.—Compare con Eclesiastés 3:1-13.

      ENFRENTÁNDOSE A LO INESPERADO

      Otra razón por la cual resultan en vanidad muchos esfuerzos humanos se menciona en Eclesiastés 9:11: “Me volví para ver bajo el sol que no tienen los veloces la carrera, ni los poderosos la batalla, ni tampoco tienen los sabios el alimento, ni tampoco tienen los entendidos las riquezas, ni aun los que tienen conocimiento tienen el favor; porque el tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos.”

      Parecería que cualidades como las de velocidad, poderío y sabiduría harían que la gente prosperara en toda empresa. Pero a menudo las cosas resultan como nadie esperaría. Aunque las circunstancias imprevistas a veces son favorables, con frecuencia vienen en la forma de accidentes, enfermedades y otras calamidades. Y en la muerte “no hay superioridad del hombre sobre la bestia, porque todo es vanidad.”—Ecl. 3:19-21.

      En vista de esto, el sabio escritor bíblico recomienda especialmente dos cosas: (1) Trabaje diligentemente de día en día; (2) “vea el bien” que le viene de su duro trabajo por medio de disfrutar de lo que tiene ahora mismo. Palabras en ese sentido se hallan en Eclesiastés 5:18-20:

      “¡Mira! La mejor cosa que yo mismo he visto, la cual es bella, es que uno coma y beba y vea el bien por todo su duro trabajo con el cual trabaja duro bajo el sol por el número de los días de su vida que el Dios verdadero le ha dado, porque ésa es su porción. También a todo hombre a quien el Dios verdadero le ha dado riquezas y posesiones materiales, también lo ha facultado para comer de ello y para llevarse su porción y para regocijarse en su duro trabajo. Este es el don de Dios. Pues no se acordará frecuentemente de los días de su vida, porque el Dios verdadero lo tiene preocupado con el regocijo de su corazón.”

      Aunque hoy día en la vida humana hay mucha opresión, injusticia y otros malos aspectos, la persona sabia no permite que estas cosas hagan que disfrute menos de las cosas que marchan bien. En vez de eso, se resuelve a “llevarse su porción” de las bendiciones actuales por medio de regocijarse en lo que tiene, aunque sea poco.

      El espacio no permite considerar aquí más extensamente la sabiduría que se halla en el libro de Eclesiastés. Pero esperamos que los pocos ejemplos que se acaban de señalar le den motivo para estudiar cuidadosamente todo ese libro. El hacer eso le ayudará a evitar el perder tiempo y energía en cosas infructuosas y dirigir su vida y recursos hacia lo que en verdad vale la pena.

  • ‘Diez mujeres cocen pan en un solo horno’
    La Atalaya 1980 | 1 de agosto
    • ‘Diez mujeres cocen pan en un solo horno’

      UNA de las calamidades que le vendrían a Israel por infidelidad se declara en Levítico 26:26 en estos términos: “Diez mujeres realmente cocerán el pan de ustedes en un solo horno.” En medio de condiciones normales, cada mujer necesitaría un horno para la cocción necesaria. Sin embargo, las palabras de Levítico 26:26 señalaban al tiempo en que habría tan poco alimento disponible que un solo horno sería suficiente para toda la cocción de pan que pudieran hacer 10 mujeres.

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