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Una esperanza maravillosa¡Despertad! 1976 | 22 de enero
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original de Dios fue que la Tierra fuera llenada, no que se poblara en demasía. (Gén. 1:28) Así es que podemos tener la seguridad de que Aquel que tiene la capacidad para hacer volver a la vida a los muertos no tendrá dificultad en ver que esta Tierra continúe siendo un hogar deleitable para la humanidad.
¿Qué será resucitado?
El levantar a las personas de entre los muertos ciertamente es un asombroso milagro. Puesto que lo que los seres humanos son como personas parece estar inseparablemente ligado a sus cuerpos físicos, a muchas personas se les hace difícil entender cómo es posible la resurrección. En la mayoría de los casos, no queda nada del organismo físico de la persona muerta. El cadáver hasta puede haber sido quemado o quizás devorado por las aves, los peces o las bestias. Así es que, ¿cómo pueden las personas que son resucitadas verdaderamente ser las mismas que murieron?
La creación de Adán pone en claro que lo que lo hizo una persona fue lo que Dios hizo con él. Los elementos de los cuales Adán fue hecho no tenían personalidad. Sin embargo, cuando Jehová Dios le dio energía al cuerpo inanimado compuesto de los elementos del suelo, Adán llegó a ser una persona con una personalidad definida. La posesión del espíritu de vida que Dios puso en el cuerpo inanimado cuando le dio energía hizo de Adán un alma viviente.—Compare con Génesis 1:21, 24 concerniente a “alma.”
Lo que hace que los descendientes de Adán sean las personalidades que son no es la substancia que compone sus cuerpos sino la condición hereditaria que se transmite dentro de esa substancia... una herencia que consiste en las cualidades, rasgos y habilidades que distinguen de otras personas a los que los poseen. Lo que es más, aun durante la vida el cuerpo humano está cambiando constantemente. Las moléculas que forman el cuerpo de una persona hoy, no son las mismas que formaban su cuerpo hace unos siete años. No obstante, aunque sus substancias son diferentes en cuanto a moléculas, la persona todavía es la misma persona. ¿Por qué? Porque los órganos y rasgos corporales todavía están ahí a pesar del cambio gradual de las moléculas; hasta las impresiones digitales siguen siendo las mismas.
Claramente, entonces, la resurrección no depende de la conservación de las mismas moléculas. La persona resucitada puede ser, de hecho, hasta de una substancia diferente, como es el caso con los que resucitan a la vida como espíritus en los cielos. Tocante a la resurrección celestial, el apóstol Pablo escribió: “Lo que siembras no es vivificado a menos que primero muera; y en cuanto a lo que siembras, no siembras el cuerpo que se desarrollará, sino un grano desnudo, sea de trigo o cualquiera de los demás; pero Dios le da un cuerpo así como le ha agradado, y a cada una de las semillas su propio cuerpo. . . . Y hay cuerpos celestes, y cuerpos terrestres; mas la gloria de los cuerpos celestes es de una clase, y la de los cuerpos terrestres es de una clase diferente. . . . Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, se levanta en incorrupción. Se siembra en deshonra, se levanta en gloria. Se siembra en debilidad, se levanta en poder. Se siembra cuerpo físico, se levanta cuerpo espiritual.” (1 Cor. 15:36-44) Sin embargo, para que las personas resucitadas sean las mismas personas, tienen que tener la indentidad personal de su vida anterior.
Esa cosa intangible —los rasgos y las cualidades que hacen a la materia organizada una persona distinta de otras— queda en manos de Dios, y él puede poner esa personalidad idéntica dentro del cuerpo que se le da al tiempo de la resurrección. Es por eso que la persona resucitada no es meramente una copia. Es la persona idéntica, que posee todo rasgo mental y emocional que la hizo lo que era antes de su muerte.
Esto explica por qué Jesús les dijo a sus discípulos: “No se hagan temerosos de los que matan el cuerpo mas no pueden matar el alma; sino, más bien, teman al que puede destruir tanto el alma como el cuerpo.” (Mat. 10:28) Es verdad que los hombres pueden quitar la vida, haciendo que el cuerpo quede inanimado. Pero no pueden quitar de una persona el derecho dado por Dios de ser un alma viviente. No pueden borrar a nadie de la provisión de Dios para ellos de ser despertados del sueño de la muerte. Solo Dios puede cancelar la oportunidad de una persona de vivir de nuevo como un alma. Cuando eso sucede, la persona está totalmente destruida. Aun si las mismas moléculas que componen el cuerpo de una persona se pudieran juntar, estas no tendrían ningún valor sin el derecho dado por Dios de volver a vivir. Solo Dios puede suministrar esa fuerza vital necesaria.
Por lo tanto, la resurrección de los muertos solo es posible porque Dios existe. Aunque la Biblia no suministra los detalles, provee suficiente información como para que uno tenga una base sólida para su fe en la resurrección. Uno puede beneficiarse personalmente de esta esperanza maravillosa tanto ahora como en el futuro. ¿Cómo?
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¿Cómo puede uno beneficiarse de esta esperanza?¡Despertad! 1976 | 22 de enero
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¿Cómo puede uno beneficiarse de esta esperanza?
¿QUIÉN diría usted que está en mejor situación... la persona que considera que la muerte lo termina todo, o la que tiene la firme convicción de que los muertos serán resucitados?
El individuo sin esperanza no tiene nada que le sirva de ayuda. A lo más puede tener la perspectiva de unos setenta u ochenta años de vida. Cuando alguien de su familia muere, no tiene nada que lo consuele. Para él, la pérdida es permanente. Quizás pueda expresarles condolencia a otras personas que estén de duelo, pero no puede señalarles alguna esperanza estimuladora. Puesto que él mismo cree que no hay esperanza para los muertos, tal vez se sienta tentado a hacer todo lo que está a su alcance para mantenerse vivo aunque el hacerlo resultara en daño para sus semejantes.
Es completamente diferente la situación de los que creen lo que la Biblia enseña acerca de la muerte y que tienen fe en la promesa de resurrección que esta presenta. Saben con seguridad que todos los que están en las tumbas serán despertados del sueño de la muerte. Este conocimiento también los ha librado de los temores a que instan las enseñanzas falsas acerca de la muerte. Sabiendo que los muertos están inconscientes y no tienen memoria, los que creen en la Palabra de Dios no tienen temor alguno acerca de que los muertos amados de ellos estén sufriendo en un lugar de tormento temporáneo o permanente. Comprenden que los muertos no pueden ni ayudarlos ni causarles daño y, por lo tanto, están libres de cualquier temor a los muertos.
Ciertamente, si uno abraza la esperanza de la resurrección como propia, puede beneficiarse de ella aun ahora. Si la muerte despoja a uno de un amigo o pariente amado, su convicción de que él o ella será
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