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¿Cuál cree usted: la evolución o la Biblia?¡Despertad! 1974 | 22 de enero
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cuando dice: “Los adultos . . . distinguen entre lo bueno y lo malo.” (Heb. 5:14) Sí, una persona madura hará frente a esta decisión y actuará. Pero, ¿cómo puede uno tomar tal decisión?
Considere cuidadosamente la evidencia que se ha presentado en esta revista. Al hacerlo, básese en su propia experiencia. Compare las declaraciones hechas por los creyentes en la Biblia y por los creyentes en la evolución con lo que realmente usted ha experimentado en la vida. No se le puede pedir que crea lo increíble.
Para ilustrar, si una catedral famosa fue construida hace varios siglos, usted no presenció personalmente su construcción. Pero suponga que alguien le dijera que llegó a existir por sí misma... ¿creería eso? Por supuesto que no. Semejante declaración iría en contra de todo lo que usted ha observado personalmente en la vida.
Es igual con la ‘construcción’ del hombre. Nosotros no estuvimos cuando el hombre apareció por primera vez. Si los evolucionistas le piden que crea que el hombre llegó a existir sin un Hacedor, ¿le parece consistente eso? Sabemos que toda cosa hecha tiene un hacedor; la experiencia nos ha enseñado eso.
Además, sabemos que en la actualidad la humanidad se enfrenta a problemas desafiantes. ¿Qué es lo que ayudará mejor a las personas a hacer frente a estos problemas... creer en la evolución o creer en la Biblia? El saber eso nos puede ayudar a saber cuál debemos creer.
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¿Puede la evolución hacer frente a los verdaderos desafíos del día?¡Despertad! 1974 | 22 de enero
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¿Puede la evolución hacer frente a los verdaderos desafíos del día?
EL HOMBRE nunca ha tenido que hacer frente a desafíos mayores que éstos a los cuales se enfrenta hoy en día. Dice el anterior redactor británico Malcolm Muggeridge: “La entera civilización occidental [está] llegando a un fin . . . La entera civilización occidental está agonizante. Veo venir un derrumbe. Está ocurriendo ahora.”
Problemas desafiantes como el crimen, la enfermedad y la pobreza amenazan, no solo a la “civilización occidental,” sino a toda la humanidad. ¿Ayudará a los hombres la creencia en la evolución a hacer frente a estos desafíos? ¿Lo ayudará a usted en su vida personal?
Se esperaría que lo hiciera. Decimos eso porque la evolución es una parte integrante de virtualmente cualquier empeño de la humanidad. Por lo tanto su influencia es extremadamente amplia. Declara la obra The Wonders of Life on Earth:
“La obra de más influencia de Darwin fue su teoría de la evolución. Revolucionó la ciencia de la botánica, biología y medicina. Introdujo nuevas ideas al estudio de la religión y la astronomía, de la historia y la psicología . . . [Esas ideas] que Darwin percibió han afectado toda rama de la ciencia.”
Pero, ¿está la guía de la evolución sacando a los hombres del atolladero de problemas desafiantes? O, ¿han encauzado erradamente los esfuerzos del hombre las ciencias que apoyan a la evolución? Considere un ejemplo:
¿Adónde han estado dirigiendo los científicos mucha atención científica en años recientes? A los programas espaciales. ¿Por qué? Varias razones se citan, pero la revista Science declaró francamente:
“La búsqueda de material que contiene carbono sobre la superficie lunar no es solo una parte componente del estudio del origen de la historia de la Luna, sino un importante paso en nuestra comprensión de las primeras etapas de la evolución química que llevó al origen de la vida.”
Sí, se reconoce indirectamente que una de las principales razones por las que se han gastado millones de dólares es para demostrar que la teoría de la evolución es verdad. Pero no se ha encontrado evidencia de vida en evolución fuera de la Tierra.
Considere cómo se podría haber gastado el mismo dinero. Dice Hans Gaffron de la Universidad Estatal de Florida:
“Otras maneras de gastar todos estos miles de millones de dólares serían eliminar la mayoría de los focos de pobreza en este país . . . Se hubiera podido darle un enérgico comienzo a un programa para equilibrar a la población, y de ese modo acercar más a su fin la época de la política de poder despiadado y las guerras de inimaginable estupidez, beneficiando así a toda la humanidad.”
Además, con los hombres concentrando su atención, no en “guerras de inimaginable estupidez,” sino en los problemas de salud y enfermedad, ¿no se hubieran por lo menos éstos reducido? Un anterior director del Centro Norteamericano para el Control de la Enfermedad afirma que: “dos o tres años de razonable estabilidad en las relaciones internacionales podrían producir la erradicación de las viruelas en este planeta.” Aunque tal predicción fuera exagerada, enfatiza que los recursos podrían haberse usado más sabiamente.
Otro gran desafío al que se enfrenta el mundo hoy día es de naturaleza no científica, sino moral. El historiador británico Arnold Toynbee declara: “Es trágico pensar que hemos tenido tanto éxito en el campo tecnológico, cuando nuestro registro de fracasos morales casi es inconmensurable.” En realidad la evolución ha empeorado el problema.
Un ejemplo se halla en el campo del entrenamiento de los niños. Muchos expertos han aconsejado en contra de disciplinarlos. Su teoría está respaldada por la evolución. Dice el libro Pre-School Education Today al poner en duda esta opinión:
“Así es que, cada vez que el pequeño Juanito hace algo ‘malo,’ [se] explica el comportamiento señalando que es solo una etapa por la cual está pasando. Además, según la parábola [de un evolucionista] de la cola del renacuajo —al que no se le desarrollan las patas traseras si se le amputa la cola— no debe estorbarse la conducta no deseada de Juanito, para que no deje de aparecer alguna característica deseable futura.”
Pero, ¿cuál ha sido el resultado de aceptar pasivamente “la conducta no deseada de Juanito” como solo una “etapa” por la cual está pasando? En 1971 los arrestos juveniles en los Estados Unidos aumentaron en más del 50 por ciento sobre los de 1966. Australia informa que los crímenes violentos cometidos por jóvenes que viven en el estado de Victoria aumentaron en más de 187 por ciento desde 1960; la población juvenil aumentó solo 29,6 por ciento durante ese mismo período. Las teorías de la crianza de niños empañadas por la evolución no han producido buen fruto.
Por supuesto, la evolución ha contribuido a este derrumbe moral de otros modos: Ha desanimado la fe en Dios y en la Biblia. A su vez, muchas personas han abandonado el código moral bíblico que prohíbe el adulterio y el robo. Pero, ¿no era eso de esperarse? Porque, según la enseñanza evolucionaria, ¿no es el hombre realmente un animal? ¿Por qué no se ha de esperar que se comporte como tal?
Esa sería la conclusión lógica. Pero los evolucionistas ponen reparos, diciendo, ‘¡No! El hombre es más que un animal.’ El prominente evolucionista George Gaylord Simpson declaró: “Él tiene atributos esenciales además de los de los animales . . . La esencia de su naturaleza singular yace precisamente en esas características que no comparte con ningún otro animal . . . El hombre es un animal moral.”
¡Qué dilema desconcertante le presenta
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