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Haciendo la guerra correctaLa Atalaya 1956 | 1 de noviembre
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medio de un conocimiento de la verdad, su gozo es tan grande como el de un cautivo que es libertado o como un ciego a quien se le restaura la vista. Para lograr esto tenemos que hacer como Pablo dice: “Predica la palabra, hazlo urgentemente en tiempo favorable, en tiempo dificultoso, . . . mantén tu equilibrio en todas las cosas, sufre el mal, haz obra misionera, efectúa tu ministerio cabalmente.” El apóstol Pablo sigue diciendo: “He peleado la pelea correcta, he corrido la carrera hasta el fin, he observado la fe.” (2 Tim. 4:2-7, NM) Esta es la clase de guerra que ninguna nación terrestre tiene por qué temer, porque se hace a favor de los mejores intereses de la gente. Promueve un conocimiento de Dios y un amor a él y a nuestros semejantes. Esta lucha es constructiva; vigoriza a las personas de buena voluntad mental, moral y espiritualmente. Sus beneficios son de valor duradero y conducen a la vida, y tienen el favor de Dios. No hay ninguno de los efectos que suelen venir en pos de la guerra que fomentan enemistad y esclavitud enconadas mientras destruyen la faz de la tierra. En vez de eso, la piadosa guerra cristiana une a los hombres de toda clase y de todas las naciones con los vínculos de paz duradera y entendimiento mutuo por medio de la Palabra de Dios.
7. Dé ejemplos de la lucha que se libra para apoyar la adoración pura.
7 Por todas partes del mundo los testigos de Jehová están participando en esta lucha para promover el conocimiento bíblico. Han llevado la lucha contra la oscuridad hasta los hogares de la gente, así como Jesús y los discípulos lo hicieron antes de ellos. Pablo supo de experiencia directa qué lucha significaba el ministerio, ya que él nos relató la furia exasperada de la chusma religiosa en Éfeso, la cual por dos horas gritó: “¡Grande es Artemis de los efesios!” en un esfuerzo por intimidar a los primeros cristianos. (Hech. 19:28, NM) Él también habló de las conspiraciones en contra de él, de las encarcelaciones, palizas, peligros en el mar y en la tierra, penalidades y privaciones que aguantó en su lucha por esparcir el conocimiento de Cristo. (2 Cor. 11:23-27) La lucha no ha disminuído hasta este día; más bien los testigos de Jehová han continuado con su ministerio pacífico a pesar de chusmas, proscripciones y encarcelación. En Trinidad, por ejemplo, cuatro misioneros de la Watch Tówer recientemente fueron declarados “visitantes indeseables,” aunque no se dió ninguna razón para ello, cuando trajeron su buque hasta el puerto para reabastecerse de combustible y obtener provisiones con el fin de llevar a cabo su ministerio entre la gente esparcida en las islas del Caribe. En otros lugares los del pueblo de Jehová han sido atacados por chusmas, ridiculizados, deportados, separados de personas amadas, han sufrido encarcelación y hasta muerte, pero no obstante han permanecido fieles como combatientes verdaderos. Han traído su mensaje en paz, pero éste ha sido rechazado con violencia. Este no sólo es un tiempo de guerra entre las naciones, sino que también es tiempo de intensa guerra espiritual a favor de la proclamación de la verdad.
EQUIPO INVENCIBLE
8. ¿Por qué tenemos que ceñirnos con la verdad? ¿Cómo?
8 ¿Qué podemos hacer para participar en esta batalla a favor de Dios? Como sucede con cualquier soldado, para pelear tenemos que conocer bien el equipo que tenemos. Debemos entender por qué razones se lucha y estar convencidos de que son correctas. A causa de sus muchas experiencias y largos años de servicio misional, Pablo detalló las partes principales del equipo de batalla cristiano. Primero habló de tener “los lomos ceñidos con la verdad.” Esto indica que la verdad siempre tiene que estar cerca de nosotros; tenemos que estar ceñidos con ella como con un sostén esencial. Esta es una actitud muy diferente a la de algunos que descartan una consideración de las Escrituras, protestando descuidadamente: “Tengo mi iglesia.” Se ponen un manto de piedad una o dos veces a la semana pero lo desechan el tiempo restante. Personas de esta clase ni siquiera examinan la textura o calidad de lo que suponen sea la verdad, no estando bien versados en el credo de su fe, mucho menos enterados de la Palabra de Dios. Pero al cristiano le es esencial un conocimiento acertado de la verdad. Si no sabemos la diferencia entre la adoración verdadera y la falsa, no nos será posible participar en la lucha para desenmascarar el error. (Isa. 28:17, 18) Los cristianos verdaderos no están divididos. Saben que hay una sola fe verdadera como se registra en la Biblia. Creen en la declaración de Jesús: “Tu palabra es la verdad,” y obran en armonía con ella. Mediante este conocimiento pueden desechar los grillos del ceremonial y la tradición y poner su mente en unidad con Dios. “Para tal libertad Cristo nos libertó. Por lo tanto manténganse firmes, y no se dejen restringir otra vez en el yugo de esclavitud.”—Gál. 5:1; Efe. 6:14; Juan 17:17, NM.
9. ¿Qué protección brinda la coraza de justicia?
9 Luego tenemos que ponernos la coraza de la justicia. Si predicamos la verdad tenemos que vivir en armonía con ella en justicia; de otra manera somos hipócritas, no verdaderos siervos de Jehová. Nuestro servicio tiene que ser de toda el alma, jamás indiferente. A los que ceden a las inclinaciones de la carne por comportamiento inmoral se les advierte que jamás heredarán el reino de Dios, y aun un poco de corrupción rápidamente fermentará y echará a perder todas nuestras buenas obras a la vista de Dios. Tales deseos carnales guerrean contra los intereses de nuestra alma y tienen que ser desviados por medio de la coraza de la justicia.—Gál. 5:9, 13; 1 Ped. 2:11, NM.
10. ¿Qué buenas nuevas se nos manda diseminar?
10 “Manténganse firmes, por lo tanto, . . . con los pies calzados con el equipo de las buenas nuevas de la paz.” (Efe. 6:14, 15, NM) Este es el mensaje y consuelo que los testigos de Jehová traen a la gente. Es el mismo anuncio al que Jesús dió prominencia cuando declaró: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada . . . y entonces vendrá el fin consumado.” (Mat. 24:14, NM) Hoy los testigos de Jehová por todo el mundo le están diciendo a la gente las buenas nuevas de que Cristo ya está entronizado en el cielo y que estamos viviendo en un tiempo de cambio que traerá paz duradera a todos los hombres de fe por medio del reino de Dios. “¡Cuán hermosos sobre las montañas son los pies de aquel que trae buenas nuevas, del que publica la paz; que trae buenas nuevas de felicidad, que publica la salvación; que dice a Sión: ¡Tu Dios reina!” (Isa. 52:7) ¿Qué hay de malo en ese mensaje de paz y esperanza? Aun los pies de estos que llevan las buenas nuevas parecen hermosos a la vista de nuestro Dios. No obstante este mensaje de paz le es como una declaración abierta de guerra a la organización de Satanás.
11. (a) ¿Cómo es una protección la fe y cómo se consigue? (b) Dé ejemplos pasados de gran fe.
11 Por lo tanto se nos advierte: “Tomen el escudo grande de la fe, con el cual podrán apagar todos los dardos encendidos del inicuo.” Podemos esperar estar bajo ataque en esta guerra, y nos es preciso tener fe en Jehová para poder continuar. Mediante fe podemos vencer al mundo, salvando cualesquier obstáculos que nos estorben en nuestro servicio fiel. La fe fuerte impedirá que nos desanimemos, aunque nuestra predicación paciente no tenga el efecto inmediato que nos gustaría ver. Noé no se desanimó ni se rindió después de años de predicación. Él sabía que Dios es veraz. Isaías dice: “Jehová, ¿quién creyó nuestro informe? . . . Todo el día he extendido las manos hacia un pueblo que es desobediente y respondón.” Sin embargo no se rindió, y Pablo cita este ejemplo a los romanos porque él entendió que aunque muchos no creían, el trabajo de Dios estaba lográndose de todos modos. Pero no podemos tener fe sin un fundamento de conocimiento sobre el cual establecerla. Mientras más grande sea nuestro conocimiento acertado de Dios y mientras más lo usemos, más protector será nuestro escudo de la fe.—Efe. 6:16, 17; Rom. 10:16, 20, 21, NM; Isa. 53:1; 65:2.
12. ¿Cómo recibimos el yelmo de salvación?
12 Acepte también el “yelmo de salvación” como parte de su equipo, aconseja Pablo. Él bien sabía cómo Dios en su bondad inmerecida había llegado a ser el autor de salvación eterna para nosotros por medio de Cristo. Esta provisión es una dádiva y nos es preciso aceptarla si queremos recibir sus beneficios, ya que no se obliga a nadie a aceptarla. Pablo vió el cumplimiento de muchas profecías, por eso escribió: “Ahora la salvación está más cercana que cuando por primera vez creímos.” (Rom. 13:11) Esto es doblemente cierto para los cristianos hoy en día porque vivimos en la generación que verá la salvación de los hombres de fe. (Apo. 12:10) Es fácil identificar a los que están cumpliendo los requisitos para la salvación, no a causa de algún vestido peculiar, sino por su fe y obras. Dejan que su luz brille por medio de vivir y predicar como testigos cristianos de Jehová.
13. ¿Por qué nos da gusto alzar la espada del espíritu, y cómo se usa?
13 Una parte muy importante del equipo para la guerra espiritual es la “espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios.” (Efe. 6:17, NM) Esta es esencial para acciones defensivas y ofensivas. (2 Cor. 6:2-10) ¿De qué sirve un soldado sin su arma? o ¿cuánto durará en la batalla si no sabe usarla? De igual manera, el que un ministro del evangelio tenga una Biblia sin poder usarla eficazmente y sin poder encontrar textos es hacerse impotente en la guerra espiritual. Sin embargo muchos clérigos se encuentran en esas circunstancias hoy día. Ya que han rechazado la Palabra de Jehová por medio de negar su autenticidad o inspiración, ¿qué sabiduría hay en ellos? Acepte la espada del espíritu, dice Pablo. Él elogió a los de Berea por su diligente consideración de las Escrituras y su aceptación de lo que se les probaba. Debemos proceder como ellos. Es por medio de esta Palabra que Dios revela su propósito y su voluntad para el género humano y sus requisitos para la vida. Con esta espada del espíritu estamos armados para el ataque y se nos hace poderosos mediante Dios para derribar cosas fuertemente atrincheradas.
14. ¿Qué oraciones oirá Dios?
14 Pablo continúa su consejo inspirado: “Mientras que con toda forma de oración y súplica hacen oración en toda ocasión en espíritu. Y con ese fin manténganse despiertos con toda constancia.” La oración suministra nuestro medio de acceso a Jehová y comunicación con él por medio de Cristo, nuestro Caudillo y Comandante en esta guerra espiritual. Tenemos que pedir a Dios su espíritu para que nos dé fuerza y guía en todo tiempo de necesidad. Podemos estar seguros de que él oirá nuestra oración si está de acuerdo con su voluntad; mientras que él rehusa escuchar las oraciones que a favor de intereses egoístas le ofrecen regularmente los combatientes empapados de sangre del sistema del viejo mundo. (Isa. 1:15; Efe. 6:18, NM) En cuanto a mantenerse “despiertos con toda constancia,” esto ciertamente le es necesario a un soldado, pero especialmente a los cristianos hoy en este tiempo de apremio. Como Cristo previó, el mundo en general no ha observado su llegada, aunque los testigos de Jehová la anuncian públicamente. La mayoría sigue durmiendo, sin que la despierte el regocijo a causa de la señal de su presencia.—Apo. 16:15, NM; Mat. 24:42-44.
15, 16. ¿Cómo participamos en la guerra espiritual? ¿Qué provisiones han sido hechas para nosotros?
15 Finalmente, todo combatiente a favor de Jehová tiene que tener la habilidad de dar a conocer la verdad a otros. Como Pablo dijo: “Que se me dé habilidad para hablar . . . con toda libertad de palabra para dar a conocer el secreto sagrado de las buenas nuevas, . . . para que hable en conexión con él con denuedo como debo hablar.” (Efe. 6:19, 20, NM) Aunque escribió como embajador en cadenas, Pablo lo hizo libremente y con denuedo, porque entendía plenamente el punto en disputa y la razón que había para la lucha. El soldado cristiano consigue este conocimiento por medio de la Palabra divina de verdad. De esta fuente él también saca el valor que es concomitante con la fe. Estando usted bien equipado de todas estas maneras con las armas de la luz o de la justicia, no retroceda tímidamente ahora. La noche está bien avanzada, el día se ha acercado, ¡y éste es el tiempo para acción!—Rom. 13:12.
16 “¡Bendito sea Jehová, mi roca, quien adiestra mis manos para la batalla, y mis dedos para la guerra!” (Sal. 144:1) Sí, el equipo para la batalla, un conocimiento del enemigo, la fuerza y valor para avanzar, todas estas cosas las provee sabiamente Jehová. Sin embargo, tenemos que hacer cuanto esté de nuestra parte. Así como el ejercicio y entrenamiento preceden a toda batalla humana, lo mismo sucede con la guerra espiritual. Jehová sabe lo que necesitamos y está consciente de nuestros requisitos, pero tenemos que usar sus provisiones. ¿Cuáles son? Estudio, asociación y servicio. Cada una de estas cosas desempeña una parte esencial en equiparnos y prepararnos. El estudio incluye tanto intenso como constante estudio personal y también el participar activamente en los estudios de congregación, todo lo cual es una parte del programa de entrenamiento para prepararnos para la refriega. De la asociación obtenemos estímulo y confianza y nos sentimos seguros del apoyo sincero de nuestros hermanos. No hay probabilidad de que uno gane en la lucha si está solo sin quien le apoye; por eso la asociación es vital. Luego en el servicio tenemos la oportunidad de probar nuestro equipo, de fortalecer nuestro conocimiento y de acostumbrarnos a usar la espada del espíritu. Use estas provisiones de Jehová al grado cabal y, después de que haya hecho usted todo lo que su poder le permita, Dios suministrará lo que se necesita para la victoria. Porque “tenemos este tesoro en vasijas de barro, para que el poder que es más allá de lo normal sea de Dios y no el que procede de nosotros mismos.”—2 Cor. 4:7-11, NM.
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Es sólo un negocioLa Atalaya 1956 | 1 de noviembre
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Es sólo un negocio
● Bajo el encabezamiento “Sacerdotes demandan salarios de gremio” el periódico Journal de Ithaca, Nueva York, del 19 de enero, publicó un despacho de la Prensa Asociada el cual decía que en Ahmedabad alrededor de cien sacerdotes “han formado un gremio para luchar por salarios más altos y mejoras en las condiciones del trabajo. Sosteniendo que son empleados de una industria, los sacerdotes han pedido al gobierno estatal de Bombay que los incorpore bajo la ley de salarios mínimos y que les permita presentar su causa ante un tribunal industrial del estado.” ¡Qué desemejante a la verdadera religión, la cual es un servicio a Dios, no a uno mismo, y en la cual ministros maduros siguen el consejo: “Pastoreen la grey de Dios . . . , no por fuerza, sino voluntariamente, tampoco por amor de ganancia deshonrosa, sino con anhelo”!—1 Ped. 5:2, NM.
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